Partida Rol por web

La noche no te da descanso. Fenre te habla. La visión es estática, muda, apenas una imagen que se queda grabada en tus retinas. Ves humo a raudales, tanto que te ciega, llena tus pulmones y no te permite respirar. Entre la humareda ves al alcalde de Novokovo, al alcalde Minsky, muerto, con la cabeza hecha un amasijo de sangre y hueso.

Despiertas a causa de unos tenues rayos de sol que iluminan tu rostro. En el salón principal hay algunos pocos clientes, está Izolda, la camarera Tanya y Heinrich, rodeado por unos niños.

La mañana es fría y áspera. Un sol tímido y cobarde ilumina mortecinamente el pueblo. En Novokovo no existe la primavera: la aldea está atrapada en un eterno invierno. Fuera, la niebla ha crecido. Es más densa, más alta, ahora llega hasta las rodillas. En el salón principal de la taberna están Izolda, Tanya y ocho clientes desayunando. Escucháis retazos de conversaciones angustiosas.

—...ayer tuve un sueño...

—...pesadilla...

—...en el sueño estábamos en la guerra, en la última guerra, y veía a una pareja, hombre y mujer, que morían en batalla...

—...puta pesadilla, no pude dormir en paz...

—...sus rostros, eso es lo más raro de todo, estaban cubiertos de sombras, todos los demás rostros no, eran normales, pero estos dos...

—...es la bruja... la puta bruja... ha sido ella... nos envía sueños...

En eso, dos niños entran en la taberna y se acercan directamente a vosotros.

El menor ha de tener unos 12 años.

—Sabía que vendríais aquí —dice con seguridad—. A Novokovo. Lo sé porque hay una bruja dando vueltas. Mi nombre es Yuri y quiero ser inquisidor. Lo sé todo sobre brujas. Sobre brujos. Sobre ocultismo. Sobre hechicería. Sobre magia negra. Sobre invocaciones demoníacas. Sobre posesiones. Leo libros, he leído decenas y decenas y decenas y decenas y decenas y decenas de libros, y quiero ser inquisidor. Quiero que me llevéis con vosotros, al Palacio de la Inquisición, que me entrenéis... algún día seré un inquisidor famoso. ¡Yo os puedo ayudar a cazar a la bruja!

La mayor es apenas un año más grande que él.

—Sí, Yuri sería un gran cazador de brujas... ¡o una gran ofrenda a la hoguera! A los inquisidores les gusta quemar niños rubios —dice, con una sonrisa maliciosa—. Yuri a la hoguera con patatas. Yuri a la hoguera con nabos. Yuri a la hoguera con...

El niño, molesto, le dirige una mirada venenosa.

—Vale, vale, perdona, Yuri. Disculpad a mi amigo —os dice—. Es que no para de hablar de brujas y brujas y brujas... Soy Nika. Ambos vivimos en el orfanato. ¿Cómo os llamáis?

—Gherim —desvela de pronto, intercambiando una elocuente mirada con la hechicera y con el Maestre.

—Gherim van Wayden —Extrae entonces el cofre que hallaron en la casa de la forastera, el cofre que le entregó Laurien.

Cierto es que está bajo su custodia, así que no siente el peso de la traición a su palabra. Y menos aún lo hará si Shadha al Qanan es capaz de utilizarlo para localizar con prontitud a la Portadora.

—Os di mi palabra. Aquí lo tenéis —dice solemne, depositándolo en las manos de la hechicera oriental.

El enmascarado mira de soslayo a Cornelius.

—Antes... Antes dijísteis que la Fe es vuestro único pertrecho en este viaje tenebroso. Bien. Yo os digo que de ahora en adelante lo sea la Verdad. Sé que defendísteis la expansión del conocimiento en tiempos no tan lejanos, Maestre. Sé que lo hicísteis a costa de vuestro prestigio y reputación. Sabéis que el Dicasterio anhela un mundo regido por el miedo y el terror. Fenre se nutre del miedo de los hombres. La extranjera... —Se obliga a corregirse al mirarla a los ojos. —Shadha al Qanan y yo mismo compartimos una visión, un nuevo mundo. Uno desprovisto de cadenas. Sean de hierro con el que confinar a los hombres, o de leyes que socaven la mente y voluntad. Un nuevo mundo regido por hombres libres en el que no haya cabida para los tiranos. Para ninguno de ellos.

>> El cofre es la única forma de hallar a la Portadora antes de que Novokovo sufra las terribles consecuencias de su ira. Creo que habéis sido perfecto testigo de su poder y del desastre que podría desatar. Como sabéis, nosotros fuimos de todo punto incapaces de abrirlo en su momento. Shadha, en cambio, está preparada para manipularlo —dijo sin eludir un pensamiento relacionado con las consecuencias que el cofre habría podido desplegar en Laurien.

Dejó flotar un silencio con la suficiente densidad para aplastar a un paquidermo bajo la roca.

—Maestre —dijo al cabo. —Vos sois necesario en ese nuevo amanecer.

Heinrich baja a la zona común de la posada tras haber decansado. Le extraña no ver a Rostro de Plata, ya que suya era la última guardia, y lo más normal hubiera sido encontrárselo ya desayunando, llama la atención de la camarera y de la posadera:

-Tanya, Izolda, habéis visto si ha salido mi compañero enmascarado?

Tras escuchar la respuesta se sienta y pide el desayuno. Ve como aparece Laurien, y se pregunta de paso por el doctor, aunque su cabeza se inclina a pensar que aún quizá esté durmiendo. Durante la noche le parecía haber escuchado ruido en la habitación de Cornelius hasta tarde, probablemente se le pegasen las sabanas, quien sabe.

-Buenos días Laurien, habéis conseguido recuperar fuerzas?

Tras dejarle un tiempo de cortesía para que la voz de Fenre pudiese contestar tranquilamente, las conversaciones de la taberna se hacen eco en los oídos de los inquisidores.

-Veréis Laurien, en mi guardia me encontré con Tanya despierta, debido a esas pesadillas, pregunté por ellas, y he conseguido que me dibuje a la pareja del sueño - le muestra el dibujo -, probablemente sean los amigos de la bruja de los que ella misma nos habló, cuando dijo que debía vengarse. En el sueño me dijo la camarera que se veía un medallón de madera con las letras M&G, creo que sería un buen punto de partida preguntar por nombres con esas iniciales.

En estas estaban cuando irrumpieron los niños en la posada. Les sonrió, pues el entusiasmo del mas pequeño no era para menos.

-Tranquilo, tranquilo, Yuri. Aún eres muy joven para hacer de agente de campo, pero no para estudiar. Si cuando acabemos nuestro trabajo aquí, no tendré a mal llevarte con nosotros si gustas. Teniendo un tutor como Stanislav creo que tendrás una buena base, pero aún así, no podrá proporcionarte la fina educación del Dicasterio, pequeño, por que dudo que el tenga acceso a libros como Biografía del Gran Inquisidor Erich von Straff ¿me equivoco? - dice mientras le guiña un ojo.

Tras decirle esto al joven, se gira hacia la niña.

-Hola Nika, buenos días a ti también. Mi nombre es Heinrich, pero puedes llamarme Hein si lo prefieres. Veo que tú no estás tan entusiasmada como tu amigo, pero veo alma de poeta en ti. Quizá en vez de trivializar sobre brujas y hogueras, que es un tema muy serio - dice marcando estas palabras, afablemente, pero con intención de que se deje de juegos con eso - podrías pedirle a Stanislav un libro titulado La danza del enamorado y las siete sirenas, seguro que consigue entretenerte.

Espera un rato a que lo que acaba de decir cale en las mentes de los chavales, esperando que ambos tomen en cuenta los títulos que acaba de darles y aten cabos por si solos. Les guiña un ojo a ambos. Mira con una sonrisa de complicidad a Laurien.

-Yo también sé cosas - dice posando la mirada en cada uno de ellos, y volviéndola finalmente a Yuri- pero cuéntame, ya que dices que nos puedes ayudar a cazar a la bruja...¿qué cosas en concreto de ti nos van a ayudar a tan noble fin?. Habla.

Dicho lo cual se apoyó en el respaldo de su asiento y cruzó los brazos.

Algunas hogueras arden por dentro, hermanos. Y lucen aún más en la distante oscuridad que las alimentadas por el mismo fuego.

Cornelius contemplaba en silencio a Ser Gherim van Wayden; Rostro Argénteo, el enmascarado cazador; aquella vigorosa fiera flamígera, de mirada esmeralda y habla de hielo, ya no estaba allí. 

En su lugar, la misma carcasa, la misma voz, idénticos ademanes. Y un Rostro de Plata ahora transformado en alguien distinto, con diferentes argumentos.

Unos demasiado parecidos a los que el anciano atesoraba en su interior, bullente y torturado por los interrogantes. 

El envarado y decidido impulso hacia adelante del enmascarado hacia su objetivo, impostado o no, había guiado sus pasos hasta ahora, de una manera inexorable, en una búsqueda decidida y sin zozobra; ahora, no obstante, su determinación inicial había dado paso a un convencimiento absoluto por una causa que nunca le había importado, al menos como suya; opuesta a sus votos, de los que ahora apostataba.

¿Cómo un ser humano, alimentado durante años por los senos de la venganza, podía cambiar de rumbo de una manera tan drástica, en tal solo una noche?, ¿Qué le había afectado de aquella forma tajante y apodíctica? ¿Qué argumentos podría haberle dado Shadha, que cambiaran el rumbo de una vida en una sola conversación?.

Hablaba de una justa empresa, de verdades que el erudito mantenía, pero sus palabras no bastaban para acallar la oscura alerta que graznaba en el interior del viejo.

Tenía la incómoda sensación de que le faltaba de percibir algo más en todo esto.

Algo se le estaba escapando. 

Ante sus ojos viejos y extenuados.

El erudito buscaba en la mirada tras la máscara un atisbo de respuesta.

Confío en vuestro juicio y en vuestra sabiduría. Siempre lo he hecho.

Sé que puede ser apartada de la senda de la destrucción; sus poderes pueden ser usados para el bien. educarla    Mis juramentos me atan, acólitos.

Shadha se mantenía imperturbable en su premura por conseguir aquella cajita; parecía sumamente importante para llevar a cabo el ritual según el cual, podrían encontrar a la portadora. ¿Cómo tenía pensado llevarla a sus tierras? ¿Alguien más les ayudaba?. ¿Qué misión era ésa y a quién debía su juramento, la que buscaba la portadora? 

¿Qué impedía a una mujer sedienta de revancha entregarse a la devastadora y seductora tentación de la magia negra para cumplir sus propósitos?

El erudito trataba de tejer el tapiz que le permitiera comprender su papel en esta situación, perdido de nuevo en las aguas oscuras del mar de la duda, incapaz siquiera de dar con las preguntas adecuadas.

Uno desprovisto de cadenas. Sean de hierro con el que confinar a los hombres, o de leyes que socaven la mente y voluntad. Un nuevo mundo regido por hombres libres en el que no haya cabida para los tiranos. Para ninguno de ellos.

- Ya tenéis la cajita. Os encontráis libre, podéis encontrar a la portadora, educarla. Cumplir vuestroa promesa. ¿Con quién es el juramento?, ¿Quién más os acompaña en esto?.

>> Podéis dar vuestro paso en busca de  vuestro nuevo amanecer.

>> Poco puedo hacer yo al respecto. Entonces, ¿Por qué yo soy necesario?. ¿En qué clase de ritual impío podría yo serviros?

Y, después, posando suavemente la mirada en Ser Gherim, ligera, como quien arropa a un infante con una colcha al sereno de la noche temprana, se dirigió a este, implorándole respuestas.

- Vuestra búsqueda de respuestas os ha terminado mostrando quién sois vos, hermano Rostro de Plata. Y es que vos sois vuestra búsqueda, y así está bien. Vuestra búsqueda sois vos. Nada os impide recorrer de nuevo el círculo, que se cerrará eternamente, una, otra y otra vez. Como el misterio que es. 

>> Y ahora, mostradme vuestra revelación.

Director, si es posible me gustaría hacerlo posible por tratar de encontrar cualquier detalle oculto a simple vista, disonancia o detalle en esta escena. 

No sé si procede tirada, ni con qué habilidad sería.

Te dejo hecha una tirada oculta a tu discrección ^^ 

Disculpa si no procede.

La figura de Laurien parecía más un espectro que una muchacha. Las profundas y negras ojeras que mostraba intensificaban su pálido rostro mientras caminaba muy despacio, como si le costase incluso respirar. Llevaba sobre su brazo una bien doblada capa oscura que depositó sobre su regazo antes de sentarse para intentar tomar algo de comida. 

Cuando Heinrich habló sus cansados ojos lo miraron intentando esbozar una sonrisa.

- No muy bien... Fenre tuvo a bien enviarme algunas visiones en la noche... - Miró a su alrededor y se acercó hasta su hermano para susurrarle algo en un tono algo tétrico - Esta ciudad va a arder... No quedarán más que huesos y cenizas... La muerte acecha hermano y debemos estar alerta... 

Miró el dibujo y asintió dándole la razón, aunque después buscó con la mirada al resto de hermanos, provocando que su mirada se volviera algo más preocupada al no encontrarlos allí. 

Más cuando el niño y la niña aparecieron simplemente se limitó a escuchar y a sonreír ligeramente ante las palabras de Heinrich, especialmente porque tenía mucha curiosidad de ver qué les contaban aquel par. 

Heinrich pregunta si Rostro de Plata y Cornelius han salido de la taberna. Izolda sube a las habitaciones a ver si están allí.

—No están en sus dormitorios, hermano. Tampoco les he visto en el salón común. Cuando yo desperté y vine hacia aquí, no había nadie. Tanya, hazme el favor de ver si la yegua del hermano de la máscara sigue allí —la camarera se asoma por la ventana e indica que no—. Ay, no, hermanos, lo siento. Vuestros amigos se han marchado y parece que se han llevado su montura con ellos. Ay, no me digáis que les ha pasado algo, que yo me angustio cuando hay malas nuevas...

Rostro de Plata y Cornelius han de haberse ido en medio de la noche, durante el turno de guardia del enmascarado. Se llevaron la yegua albina de Rostro de Plata con ellos. ¿Hacia dónde? Nos sabéis.

Los niños se miran entre ellos con sorpresa cuando Heinrich menciona los libros. ¿Cómo sabía Heinrich acerca de ello? Son los libros que el boticario Stanislav les entregó la noche anterior. Heinrich fue testigo de ello cuando siguió a Stanislav a través de la noche. No es difícil deducir que Heinrich les ha estado echando un ojo encima. El niño mira al batidor con asombro y admiración. La niña, en cambio, se ve molesta.

—No estoy trivializando nada —masculla, con el rostro amohinado y los brazos cruzados—. Ya sé que las brujas y las hogueras son temas serios. No necesito lecciones de tu parte, Heinrich. ¿Cómo sabes qué estamos leyendo? ¿Por qué nos estás vigilando? ¿Quieres robarte nuestros libros?

—¡Calla, Nika! ¡Heinrich sabe qué estamos leyendo porque es un inquisidor! ¡Su trabajo es estar atento a todo! ¡Es el mejor de todos! ¡EL MEJOR! ¡Sí, sí, quiero que cuando terminéis aquí me llevéis con vosotros! ¡Seré un gran inquisidor igual que usted, señor inquisidor Heinrich! Stanislav ha sido un buen tutor para nosotros, pero... ¡pero usted sería mejor!

>>Bueno, yo os puedo ayudar a cazar a la bruja porque... porque sé leer. Sé leer y escribir. He leído decenas y decenas y decenas y decenas y decenas y decenas de libros sobre hechicería. Sé cuáles son los conjuros que puede realizar una bruja. Y además conozco la aldea y los alrededores de la aldea como la palma de mi mano. Si necesitáis rastrear algo, ¡yo os puedo ayudar! Soy un gran rastreador. Los bosques, el arroyo, los montes, todo, todo, todo, lo conozco todo.

De pronto, fuera de la taberna, escucháis gritos. Gritos de furia. Provienen de la plaza mayor, donde está la alcaldía. Son decenas de voces manifestándose al unísono. Un caos similar al que encontrasteis ayer, apenas ingresasteis al pueblo. El niño Yuri se aferra al brazo de Heinrich.

—¡Llevadme con vosotros, por favor! ¡Por favor por favor por favor!

La tabernera y la camarera confirmaron lo que el herenhoutiano sospechaba, que Rostro de Plata no estaba allí, mas le sorprendió que Cornelius tampoco. Algo pasaba, tendrían que averiguarlo, pero lo primero era lo primero. Heinrich asintió ante las cansadas palabras de su compañera. La noche anterior, sin duda, había sido desafiante, y aquella explosión de luz divina, que seguramente habría destrozado a cualquiera, cansó hasta el extremo a Laurien. Por mucho sueño reparador que tuviera, y ni eso, ya que le confesaba Laurien que las visiones no lo habían permitido.

-Izolda, traenos un buen café*, por favor-pidió von Bassenheim, intentando buscar una manera de ayudar.

Tras aquella petición, y tras escuchar a los jovenzuelos reaccionar a sus palabras, el antiguo soldado rio en amplia y sincera carcajada.

-Oh, vamos Nika, no estaba aleccionándote de nada. Seguro que una niña inteligente como tú acaba por entender el sentido de mis palabras. Pero no te preocupes, esta vez te lo explico yo - le guiña un ojo - Quería deciros de una manera divertida que ya os conocía, por que los inquisidores somos expertos en saber cosas de los demás, para vigilar que ningún lobo se esconda en el rebaño. Solo por vuestro bien ¿eh?. Stanislav hace lo mismo, pero de otro modo. Os cuida, y os quiere, y os da buenas lecturas adecuadas a cada uno que jamás os robaré -dice jurando con las manos-. Parece un buen hombre. Te diré una cosa de mi, para que no te sientas tan ultrajada: yo también soy huérfano.

Luego giró su cara hacia Yuri y le alborotó la cabellera cariñosamente.

-En cuanto a ti, futuro inquisidor, me encantaría escuchar que es lo que provoca todo esto en el pueblo. Ya que sabes escribir, podrías escribirme en una hoja todas las cosas del pueblo, tanto localizaciones, como personas, animales...lo que se te ocurra, que empiecen por ...

Justo cuando estaba terminando la frase, un gran alboroto sonó en el exterior

Su carácter cambió de afable a serio. Miró rápidamente a Yuri.

-No, no podemos llevarte, ni debes venir. Si lo haces, no podrás venir cuando terminemos al Dicasterio. 

Cambió rápidamente la mirada a Laurien.

-Debo ir, pero en vuestro estado no quiero forzaros a trabajar más, pero tampoco quisiera dejaros sola. Os dejo tomar la decisión a vos.

Dicho lo cual, se demoró unos segundos para comprobar la decisión de Laurien y salió.**

Laurien aceptó gustosamente aquel desayuno, esperando que aquello la despejara y la ayudara a mantenerse un poco más despierta mientras escuchaba el intercambio de palabras entre el hermano von Bassenheim, la niña y el niño pero cuando comenzaron a oírse los gritos desde el exterior miró preocupada a su hermano y asintió a sus palabras.

- Vayamos, quizás necesiten de la gracia de Fenre...

Se levantó para seguirle hacia el exterior y ver qué ocurría allí. 

La revelación de que Heinrich también es un huérfano toma desprevenida a Nika.

—¿También eres huérfano? —pregunta con el ceño fruncido, bajando la guardia por un instante—. Los míos... murieron en... en la guerra. Casi no tengo recuerdos de ellos. ¿Y tus padres? ¿Cómo murieron? ¿Cómo fue que lo... superaste?

El griterío del exterior interrumpe la conversación.

El niño está ojiplático, atento a las instrucciones de Heinrich, que el batidor no termina de enunciar debido a los ruidos de la plaza central. Le dice al niño que no puede ir con ellos.

—¡Pero, pero! ¡No es justo, señor inquisidor Heinrich! ¡Yo puedo ayudar! ¡Os juro que...!

Pero Heinrich y Laurien ya han abandonado la taberna.

¿Cuántas personas hay en la plaza mayor, frente al ayuntamiento? ¿150? ¿200? En un pueblo de 500 o 600 personas, es una proporción enorme. Las voces se alzan sin ton ni son, caóticas, desordenadas, furiosas. Hombres y mujeres elevan sus brazos y dejan ver las picas, las azadas, las antorchas, alguna que otra hacha, algún que otro cuchillo mal afilado. El ladrido de unos perros y el relincho de unos caballos coronan la cacofonía.

La niebla ha crecido, os llega hasta las rodillas, y en el cielo se están formando unas densas nubes negras. Hoy hace más frío que ayer. Los cuatro guardias del cabildo están apostados a la puerta con mosquetes, conteniendo a empujones a los campesinos que amagan a ingresar. Por ahora la violencia no ha estallado, pero está latente. Llegáis a distinguir algunos de los reclamos de la revuelta:

—¡LA EXTRANJERA! ¡LA EXTRANJERA SE HA ESCAPADO!

—¡LA EXTRANJERA ES LA BRUJA!

—¡EL ALCALDE PERMITIÓ QUE LA EXTRANJERA ESCAPE!

—¡LOS INQUISIDORES LIBERARON A LA EXTRANJERA!

—¡QUEMAD A LA EXTRANJERA! ¡MUERTE A LA EXTRANJERA!

Las campanas del cabildo tañen para llamar la atención de la población. El alcalde se asoma por el balcón del edificio, desde el primer piso, hablando tan alto como su ancianidad le permite.

—¡Vecinos! ¡Vecinos! ¡Por favor! ¡Esta NO es manera de hablar las cosas! ¡Esta NO es la solución! ¡La extranjera NO escapó! ¡Ayer a la noche el inquisidor Rostro de Plata la extrajo del calabozo para... para extraer su confesión! ¡La extranjera todavía no ha sido regresada a su celda, pero el inquisidor la devolverá pronto! ¡Tened fe!

Pero por cómo tiembla la voz del alcalde, está claro que ni siquiera Minsky se cree sus propias palabras. No está seguro de qué es lo que ha sucedido, ni por qué Rostro de Plata se llevó a la extranjera y no ha vuelto.

Erik, ese revoltoso campesino que visteis en la asonada anterior, el día de ayer, está de vuelta entre los presentes, y de vuelta parece ser el líder de la manifestación. Se sube a un carromato. Los demás se callan para escuchar su potente vozarrón.

—¡LA EXTRANJERA ES LA BRUJA, MINSKY, PUTO IMBÉCIL! ¡NO ES NECESARIA UNA CONFESIÓN! ¡LLEGÓ AQUÍ HACE TRES MESES, JUSTO CUANDO COMENZARON NUESTRAS DESGRACIAS! ¡LOS INQUISIDORES HICIERON BIEN EN ARRESTARLA... PERO DEBERÍAN HABERLA QUEMADO! ¡NO SOLO NO LA HAN EJECUTADO SINO QUE ADEMÁS LA HAN LIBERADO! ¡Y MIRAD LO QUE PASÓ AHORA! ¡LA NIEBLA HA CRECIDO Y CASI TODOS EN LA ALDEA HEMOS TENIDO AQUELLA PESADILLA DE LA GUERRA!

>>¡ESTO ES BRUJERÍA! ¡Y LA BRUJA ES LA EXTRANJERA! ¡ES SUFICIENTE! ¡LOS INQUISIDORES SON UNOS INCOMPETENTES! ¡Y TÚ, MINSKY, ERES SU CÓMPLICE!

Un centenar de voces corea en aprobación a las palabras de Erik. 

Heinrich se detuvo un momento en el umbral de la puerta solo para dedicarle una última y firme palabra al joven Yuri:

-No.

Luego salió a toda prisa para ver que pasaba. Lamentaba sobremanera enterarse así de que sus compañeros se habían llevado a la extranjera. Pero si así lo hicieron, sus razones de peso tendrían. No le gustaba Rostro de Plata, pero no dudaba de su compromiso con la misión, y dudaba aún menos del viejo Cornelius, así que tendría que imaginar lo que había pasado, pero desde luego, era algo necesario.

Tras escuchar a Minsky...no podía creerse como un alcalde podía ser tan incompetente. Ni siquiera se le daba bien mentir, que solía ser uno de los talentos resaltados de aquellas posiciones. Todo esto era difícil de asumir tan rápido, pero si algo había que hizo al batidor tomar acción en aquel momento, fue el discurso de aquel descerebrado de Erik. Estaba claro que quería sangre, y le daba casi igual de quien. Se le pasó por la cabeza dispararle y acabar con aquel estúpido. Seguramente les ahorraría problemas en el futuro, pero la reacción de la masa podría ser terrible, así que, de momento, se limitaría a hablar.

Mientras aún no habían reparado en él, se dirigió a Laurien:

-Esta situación se ha descontrolado, creo que solo queda una opción para calmarlo, una muy arriesgada, que puede implicar morir. No quiero arrastraros conmigo. Id al establo y subiros a mi caballo. Estad lista para partir, si no funciona y me atacan, no lo dudéis, huid y dad parte al Dicasterio. 

Acto seguido elevó la voz todo lo que puedo para llamar la atención de la gente allí convocada, con el tono más serio y lleno de rabia que había esgrimido hasta la fecha:

-Maldito imbécil, lávate la boca antes de  hablar de la inquisición. Y vosotros, sois todos muy listos, muy valientes, pero en tres meses lo único que habéis sabido hacer es compadeceros y sospechar del vecino. Valientes inútiles, que no solo os entorpecéis a vosotros mismos, si no que cuando llega la inquisición, osáis contravenirla. En menos de 24 horas hemos avanzado más que vosotros en 3 meses completos, pero la culpa es nuestra, la culpa es nuestra antes siquiera de preguntarnos que ha pasado.

>>Os veo muy alterados por que se hayan llevado a la extrajera mis compañeros, INQUISIDORES, por si os habéis olvidado. Pero la extranjera NO ES LA BRUJA. Ayer la detuvimos, y también ayer fuimos al cementerio, donde la bruja jugaba reanimando muertos, zombies que hemos matado, arriesgando la vida por vosotros, que nos echáis las culpas de todo según nos damos la vuelta, zombies que, por cierto, había visto antes Ossip, pero sois tan cobardes que decidisteis llamarlo mentiroso sin prueba alguna en vez de ir a averiguarlo y darles muerte vosotros. Y os diré por qué, por que sois unos cobardes llenos de miedo, que prefieren quemar a una inocente antes de dejar trabajar a unos inquisidores que no le tienen miedo. Sois unos cobardes ignorantes, liderados por un cobarde imbécil, que solo quiere ver sangre para saciar sus inquietudes, aunque esta sangre sea de una inocente.

>>Que diría Dina y su familia si os viese aquí, dispuestos a quemar a una inocente, y a quien haga falta. Os quejáis mucho de los hijos de puta de los Colmillos de Hierro, pero yo aquí veo a mucha gente apunto de convertirse en ellos. Ya os aseguro ahora que podéis quemar a la extranjera, al alcalde y a mi, que vuestros problemas no desaparecerán, y os daréis cuenta de que os habéis convertido en aquello que decís odiar. Y cuando eso pase ¿a quién quemaréis? ¿Quién será el culpable? ¿Qué les diréis al Dicasterio cuando se avalancen sobre este pueblo por haber no solo contravenido a la inquisición, si no haber agredido a sus agentes y haber permitido que una bruja siga viva?

Heinrich escupió al suelo, abrió su chaqueta, dejando ver su pistola y su estoque.

>>Aquí solo hay dos opciones, o me hacéis caso y os dedicáis a vuestras cosas y nos dejáis trabajar, o me matáis aquí y ahora, y asumís las consecuencias. Ahora os pregunto: ¿Quién va a ser el valiente que mate a un inquisidor de servicio por la simple razón de que Erik lo ha jaleado? Yo estoy dispuesto a morir por aquello a lo que me he consagrado: cazar brujas.

*El batidor miró fijamente al cabecilla:
-Que quede bien claro que será la última vez, Erik, que permitiré estas soflamas. La siguiente vez responderás con tu vida. Los demás, a vuestros quehaceres, y rezad por que no recuerde vuestros nombres cuando regrese al dicasterio.