Partida Rol por web

La Luna Negra

Un Largo Camino (Partida)

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20/08/2019, 12:45

Atrás quedaban ya las correrías con Ivan, la trifulca con Gallas y todas las desventuras que te habían llevado por lo largo y ancho del Imperio. Habías tenido trabajos buenos, otros no tanto, pero tus andanzas parecían segur un camino más o menos recto entre lo que era decente hacer y lo que se pagaba bien.

No buscabas complicaciones excesivas, pero tampoco te hacías un lado si surgían, lo que te había valido cierto renombre entre quienes gustaban de contratar a gente de tu estilo. Siempre hacía falta alguien que diera la impresión de saber blandir una espada, y si además sabía hacerlo realmente perfecto.

Hacía apenas un año se empezaban a escuchar rumores peculiares, en especial procedentes de tierras occidentales. Desde Badgrad comerciantes y viajeros hablan de presagios, criaturas extrañas vistas entre las montañas e incluso hay quien rumorea que los enanos han vuelto a salir de sus fortalezas viéndose patrullas fuertemente acorazadas patrullar las altas cimas.

Por tu parte, afincado en un pueblo de ciertas dimensiones en las afueras de la província de Urbe, te conformas con dejar pasar los días mientras disfrutas de un merecido descanso. Tu bolsa está casi vacía, aunque en la posada donde te hospedas tienes pagado la próxima semana lo que aun te da cierto margen... pero tu equipo. Eso ya es otro cantar

La última aventura en la que te embarcaste a duras penas te dio dinero para pagarte el alojamiento, la comida y una espada nueva, teniendo que deshacerte de tu antigua armadura; el peto estaba agujereado y rasgado en más de una docena de puntos, las correas pendían de un hilo y a duras penas podías ajustarla sin que moviera como un péndulo.

Tocaba buscar nuevos patrones que financiaran equipo nuevo, comida y alojamiento más allá de la semana que tenías por delante así que, con ello en mente, te desperezaste del butacón junto al hogar donde te habías acomodado para tomar una opípara comida y miraste alrededor sin encontrar más que los cuatro parroquianos de siempre sumidos en sus simples discusiones sobre campos, ganado y el tamaño de los anillos de humo que lanzaban con sus pipas... 

Notas de juego

Te dejo la introducción de tu pj para cuando completes la ficha. Puedes hacer lo que creas, hablar con quien quieras y moverte con total libertad. No hay más límites que los impuestos por el sentido común. Puedes interactuar con cuantos pnj's quieras, incluso inventarte diálogos con ellos siempre y cuando no sean relevantes

Cualquier duda aquí me tienes ;)

Empezamos la aventura, espero que la disfrutes

PD: Ojo a los destinatarios cuando marques, de momento estás solo

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20/08/2019, 20:55
Arthur Stafford
Sólo para el director

Haber pagado una semana por adelantado era algo que solía hacer cuando terminaba un trabajo. Solía rentarme una habitación confortable y disfrutar de los placeres y las tranquilidades de la civilización. En ocasiones incluso me alejaba de los centros poblados y pasaba ese descanso en alguna posada de camino, en medio del campo, y recorría los bosques y praderas de las cercanías.

En aquella ocación el descanso estaba llegando a su fin, o al menos, ya debía estar planificando su fin. La bolsa estaba vacía y mi equipo de trabajo no constaba de la apariencia respetable que debía tener un mercenario de mi habilidad. Debía ponerme a explorar el pueblo, observar sus particulares y encontrar un empleador a mi altura. Con los años esto ya era rutina.

Me adelanté al posadero y le pregunté sobre el pueblo: sus gentes, actividades y lugares de interés, así como un buen lugar para entrevistar a comerciantes, nobles o cualquiera que tuviese oro para gastar.
 

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21/08/2019, 10:07

El posadero dejó de frotar con ahínco un vaso rallado con el trapo que tenía en la mano, echándoselo al hombro mientras te dedicaba una amable sonrisa. No todos los días se tenía a alguien hospedado que pagaba una semana por adelantado y era de los que creía firmemente que un cliente satisfecho siempre volvía, tarde o temprano.

- El pueblo cuenta con pocas distracciones. El puente, el molino de Herg, la herrería de Otto y mi establecimiento son los lugares más reseñables que puede usted encontrar... - decía con desparpajo, claro indicio que sabía de qué hablaba - ... si quiere encontrar a nobles con los que conversar, o comerciantes, le aconsejo que se acerque a Urbe. No queda lejos, un par de jornadas de viaje a lo sumo si va a buen paso. Me temo que aquí, salvo granjeros, poco encontrará. Es un lugar tranq...

Pero sus palabras no acabaron de salir de su boca cuando la puerta se abrió de par de par con un gran estruendo, como si la hubiera pateado. Entrando a zancadas, dos corpulentos hombres entraron medio a rastras a un tercero que estaba claramente malherido. Tras ellos, un cuarto hombre de aspecto mucho menos rudo, les seguía con un pañuelo ensangrentado rodeando su frente y un brazo en cabestrillo.

- Ponedlo ahí- dijo el último hombre mientras los dos hombretones colocaban al herido sobre una mesa sin muchos miramientos.

Ahora que los mirabas con detenimientos, los dos hombres que habían entrado primero acarreando al herido también presentaban heridas de diferente gravedad, siendo la más notable un feo corte en un brazo del más alto de los dos. Era evidente que tanto los dos hombres corpulentos como el herido se dedicaban a la guerra, o como mínimo sabían manejar las armas... aunque no se les veía ninguna. El tercer hombre, pálido y algo demacrado, poseía pese a todo un porte que lo delataba sino como noble si como adinerado comerciante

- Trae agua caliente, paños, hilo y aguja. Vino y algo de comer también - ordenó al posadero sin dar más explicaciones mientras le lanzaba una bolsa llena de Áureos - Si alguien pregunta por nosotros no habéis visto nada ¿entendido?- añadió mientras paseaba la mirada por los tres parroquianos del local, que se habían quedado mudos de asombro ante aquella entrada, sobre el posadero y, por último, sobre ti antes de acercarse al herido, que ya había caído en la inconsciencia.

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21/08/2019, 10:33

El mundo era apacible, o eso te parecía pese a los consejo de tu padre, lo que te había llevado a dedicarte a la curación de los necesitados más que al tiro con arco, lo que te había granjeado no pocas amistades entre la gente de a pie; no había mucha gente que se preocupara por el resto y solo los sacerdotes (y no todos) se ofrecían a curar a los demás por leves que fueran sus dolencias.

Satisfecha, aunque cansada, dejaste atrás la modesta y pequeña casa de uno de tus improvisados pacientes; se había caído de un andamio y se había roto una pierna y herido en un brazo... nada que alguien con tus habilidades no pudiera subsanar pero, por desgracia, las últimas existencias de hierbas medicinales se te habían acabado con aquel paciente.

Sin mucho más que hacer, te despediste de tu padre mientras te encaminabas hacia las afueras. Las plantas que buscabas crecían junto a un pequeño bosquecillo en los límites de la província de Urbe, lo que implicaba un par o incluso tres días de viaje... pero eras joven, ello no suponía un problema además ¿qué podía ocurrirte tan cerca de la capital?

Por fortuna, un conocido porquero al que habías ayudado con un feo mordisco de sus animales hacía una semana se dirigía hacia un pueblecito cercano al bosque donde crecían las hierbas que buscabas, y se ofreció sin dudarlo a llevarte con él, haciendo la travesía no solo más rápida sino más segura.

Un día y medio después de partir de Urbe llegasteis al pequeño pueblecito junto al que discurría un riachuelo de caudalosas aguas. Un pintoresco puente de piedra atravesaba el curso de agua junto al que se ubicaba un gran molino. Enclavados en el centro del pueblo, una pequeña herrería junto a una posada de dos plantas conformaban los edificios más relevantes del lugar.

- Estoy sediento, y hambriento- dijo el porquero mientras su panza protestaba - podríamos parar en la posada a comer algo que no sea gachas y carne en salazón... - añadió mientras acercaba el carromato al edificio

Apenas había acabado de decir aquello un grupo de cuatro hombres entró en el establecimiento, pateando la puerta para entrar de forma brusca. Los dos primeros, dos corpulentos hombretones, portaban casi a rastras a un tercero que estaba claramente malherido; ellos mismos mostraban heridas de diferente gravedad, siendo el peor un feo corte que tenía el más alto de ellos en un brazo. El tercer hombre, pálido y algo demacrado, poseía pese a todo un porte que lo delataba sino como noble si como adinerado comerciante

Notas de juego

Te dejo la introducción de tu pj. Puedes hacer lo que creas, hablar con quien quieras y moverte con total libertad. No hay más límites que los impuestos por el sentido común. Puedes interactuar con cuantos pnj's quieras, incluso inventarte diálogos con ellos siempre y cuando no sean relevantes

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21/08/2019, 14:07
Astrid Whitemoon
Sólo para el director

Descanse y recuerde que no debe moverse más de lo necesario. Ahora su lecho es su mayor medicina. — sonrió amablemente la joven mientras guardaba dentro de un compartimento especial de su zurrón el material que había usado, percatándose de que ya no le quedaban las plantas medicinales y esenciales que necesitaba para casos como el que acababa de tener. Y eran numerosos. Escuchó un murmullo más parecido a un gruñido que un comentario en sí. No fue un paciente fácil, pues era gruñón y orgulloso; de aquellos que no aceptaban encontrarse convalecientes, como si eso le restara hombría o algo similar. — Hágame caso y todo irá bien. Sois un hombre fuerte, seguramente estaréis recuperado antes de lo que espera. — Astrid se levantó del lado de la cama donde había estado sentada para tratar la herida del trabajador y les dedicó a él y a su esposa una ligera reverencia. — Si me volvéis a necesitar ya sabéis donde encontrarme. — Y se marchó sin aceptar más pago que una linda y brillante manzana.

Era lo que solía pedir a cambio de sus servicios si la familia no contaba con los ingresos suficientes, eso luego lo notaba en su propio bolsillo pero en esos casos no era capaz de pedir pago alguno. Pero como ella misma salía de la ciudad en busca de plantas, eso que se ahorraba. Y esa vez lo necesitaba.

Tuvo la gran suerte de encontrarse con Trevor en su carromato de camino a casa, sin llegarse a imaginar que su destino de ida era casi el mismo que el suyo. — Buenos días, señor Trevor. Mucho mejor del mordisco por lo que veo, ¿de excursión?— bromeó a la par que guiñaba su ojo derecho con simpatía y habiendo parado su marcha para saludar al porquero. El hombre rio con ganas, haciendo que su voluminosa barriga temblara ligeramente. — Gracias a ti, bendita seas. Viaje de negocios. — señaló con el dedo pulgar hacia atrás, donde había varios de sus marranos  luchando por hacerse un mayor hueco entre la parte de atrás del carro. — Gracias a esa aldea de las afueras gano un buen pellizco. Ya sabe lo bueno que soy regateando —Su picardía era conocida, y sabía aprovecharse de las necesidades de otros cuando tenía oportunidad. Seguramente algo así se tenía entre manos y por eso se desplazaba con aquellos cerdos. — ¿Dónde hay un bosque a los alrededores? — quiso saber enseguida, y el barrigudo hombre asintió con la cabeza. — ¿Me haría el favor de llevarme con vos? Necesito recolectar unas hierbas y por allí cerca hay un bosque donde las hay. — le dedicó una tierna sonrisa, de aquellas que difícilmente podía resistirse nadie, pero a Astrid no le hacía falta convencer a aquel hombre que le debía más de un favor. — Claro que sí, muchacha. Sube, sube — palmeó el tablón con función de asiento y eso hizo la joven.

El olor no era muy agradable, por lo que las paradas que hacían eran un alivio para sus fosas nasales y también para poder estirar las piernas.  Por eso no se negó en tomar descanso en una pequeña aldea que estaba de paso. Dio un pequeño saltito para bajar del carromato y sonrió de oreja a oreja. Le encantaba viajar y reencontrase con la sensación de libertad que a veces perdía en la gran ciudad. — Me parece bien. — Esperó pacientemente a que Trevor bajara después de posicionar el carromato cerca de la posada. En ese tiempo vio como un grupo de hombres entró en la posada. Lo que más le llamó la atención vocación de curandera fue las heridas que llevaban la mayoría de ellos. — Por Naûl… — musitó antes de adentrarse en la posada en una pequeña carrera mientras el porquero lo hacía con calma y extrañado por la urgencia de Astrid, pues hasta que no entró no vio la razón.

La muchacha cogió algo de aire y se acercó a los hombres que llevaban a rastras al que peor estaba. — Perdonen la intromisión, pero… ¿me permitís ayudaros con vuestras heridas? Soy curandera, puedo ocuparme de ellas. — Aseguró con buena fe y llevándose la mano al pecho mientras alternaba la mirada entre los ojos de aquellos hombres y las heridas más llamativas. Le resultaba un poco vergonzoso dirigirse así hacia tres hombres desconocidos pero le podía más su afán de ayudar que la timidez.

Notas de juego

Evitaré la próxima vez hacer mi propia interpretación de tu post, pero me pareció bien para el inicio de la historia de Astrid y también para no inventarme demasiadas cosas de las que puedan suceder después de dirigirse a los hombres. 

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21/08/2019, 14:11

Tus constantes idas y venidas hacía ya tiempo eran, más que un trabajo, un placer para ti. Allí, en Seasgrad, la gente podía navegar por el ancho océano o recorrer la tierra a placer. No había para ti más barreras que tu propia imaginación, codicia o sed de aventuras... pero había algo que, día tras día, te atormentaba.

Habías descubierto tu pasado. Sabías quién eras y qué eras... pero aun quedaban cosas por atar en aquella historia, asuntos que investigar, y era evidente que poco más podías sonsacar en la gran ciudad portuaria, tan alejada de tu patria natal.

- Ve a Urbe, allí, en la Gran Biblioteca, o en el Registro encontrarás lo que buscas, si acaso hay algo más que encontrar. Incluso puede que en la catedral te puedan ayudar, los sacerdotes tienen fama de eruditos... o la tenían - le dijo lady Violet finalmente, incapaz de ayudar más a su aventajado pupilo ahora hecho todo un hombre

Con aquella idea en mente, nuevamente esperanzado por la opción de poder desenterrar algún otro retazo de tu pasado te pusiste en marcha con lo poco que necesitabas para el viaje, confiando como siempre en tu don de gentes para salir adelante una vez el dinero se hubiera agotado.

El viaje fue largo, casi dos semanas de camino pese a emplear carruaje (gentileza de lady Violet) qu ete dejaron exhausto y con el cuerpo entumecido, con lo que cuando el curtido cochero hizo una nueva parada en un pequeño pueblecito no muy lejos de Urbe aprovechaste para estirar las piernas. El bucólico lugar estaba ubicado junto a un riachuelo de caudalosas aguas. Un pintoresco puente de piedra atravesaba el curso de agua junto al que se situaba un gran molino. Enclavados en el centro del pueblo, una pequeña herrería junto a una posada de dos plantas conformaban los edificios más relevantes del lugar.

Satisfecho ante el apacible lugar bajaste del vehículo solo para toparte con una curiosa estampa. Un grupo de cuatro hombres entró en la posada, pateando la puerta para entrar de forma brusca. Los dos primeros, dos corpulentos hombretones, portaban casi a rastras a un tercero que estaba claramente malherido; ellos mismos mostraban heridas de diferente gravedad, siendo el peor un feo corte que tenía el más alto de ellos en un brazo. El tercer hombre, pálido y algo demacrado, poseía pese a todo un porte que lo delataba sino como noble si como adinerado comerciante

Apenas unos segundos después de aquella peculiar situación, una joven chica entró apresuradamente tras los hombres, dejando tras de sí un conductor de carro repleto de cerdos rascándose el mentón mientras meneaba la cabeza de lado a lado, antes de seguir a la muchacha.

Notas de juego

Te dejo la introducción de tu pj. Puedes hacer lo que creas, hablar con quien quieras y moverte con total libertad. No hay más límites que los impuestos por el sentido común. Puedes interactuar con cuantos pnj's quieras, incluso inventarte diálogos con ellos siempre y cuando no sean relevantes

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21/08/2019, 15:29
Arthur Stafford
Sólo para el director

Me volteé de inmediato, reaccionando a la entrada del sujeto y su séquito. Las cejas se me elevaron cuando escuché el tintineante sonido de las monedas cuando el saco golpeó la barra. ¿Qué tanto secretismo requería un noble? ¿Y qué podría haber herido a aquellos hombres de esa manera? ¿Un asalto?

-Veo que anda corto de una espada -le dije al hombre, mientras me apoyaba en el pomo de mi espada, recostado en la barra de la posada-. ¿Necesita otra?

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23/08/2019, 12:33

El tiempo parecía haberse detenido para ti, pues allí recluido y olvidado del mundo nunca sabías si era de día o de noche, verano o invierno. Las comidas eran lo único que te permitía llevar la cuenta de los días, y no de forma demasiado exacta dado que las dos que te ofrecían eran exactamente iguales: un plato de gachas, algunas veces mohosas, un bocado de pan y un sorbo de agua todo ello servido en una bandeja de madera astillada y deslustrada

Tu celda, pues estabas preso, era amplia. Demasiado para un solo hombre, y buena prueba de ello era la hilera de cepos y cadenas que pendían de la pared a diferentes alturas. Allí dentro, como poco, podían estar retenidos una docena de personas, si no más, dependiendo de cómo los anclaran a aquellos muros.

Por tu parte, una única cadena de metal atada al tobillo, de poco más de metro y medio de longitud, te impedía moverte con libertad y a duras penas si te daba para desplazarte unos pocos pasos y estirar el entumecido cuerpo allí dentro.

Tu delito no había sido otro que pregonar, demasiado alto o puede que ante la persona equivocada. Era evidente que las directrices marcadas por el Emperador eran erróneas ¿Cómo no podía verlo la gente? Aquel malvivir se había convertido en un cautiverio disfrazado y la única diferencia contigo era que el resto podían moverse libremente.

Cansado de aquella actitud tus oraciones en la pequeña capilla que regentabas había ido escalando el tono acusatorio hacia las leyes, el sistema e incluso el Emperador. Tus feligreses habían ido menguando pero había un puñado que te seguían de forma incondicional, asintiendo, con los ojos fijos en tus labios mientras hablabas.

Eras casi un revolucionario para ellos, un líder en su marcha contra el poder...

Nada más lejos de la realidad. Solo pretendías hacer justicia; que se hiciera justicia en aquel supuesto imperio de libertades y oportunidades. Que los ricos dejaran entrar a los menos favorecidos a sus exquisitas zonas ajardinadas, que la catedral no fuera reducto de los poderosos o bien situados, que la comida no pasara primero por manos enjoyadas y que los impuestos no gravaran de aquel modo a los pobres infelices de los suburbios.

Luego estaba la magia. Aquello era un asunto aparte

Las señales eran claras: el mal no había desaparecido después de la Gran Guerra, solo se había replegado y estaba volviendo a hacerse fuerte.

Plagas en las cosechas, personas desaparecidas en las noches sin luna, seres extraños vistos en las montañas, encapuchados que deambulaban por los pueblos haciendo preguntas extrañas y dando aun más extrañas explicaciones.... la Luna Negra... aquel símbolo se había visto ya pintado en varias granjas aisladas de la periferia después de haber sido incendiadas. De sus habitantes no quedaba ni rastro y lo que parecían signos de rituales nunca antes visto decoraban los patios traseros de casas abandonadas. ¡Si incluso los enanos, se decía, habían vuelto a tomar las armas y a patrullar las montañas!

Pero todo era en vano. Nadie escuchaba a un viejo sacerdote... no después de enemistarse públicamente con Bergost, el Sumo Sacerdote de Naûl, al llamarlo avaro e insinuar que ya no atendía a los fieles sino solo a su propia ansia de poder

Los soldados habían llegado poco después a llevárselo, en mitad de sus oraciones vespertinas junto a su feligreses. Algunos huyeron, otros se enfrentaron a los guardias pese a tus ruegos... alguien arrojó una piedra que, por mala fortuna, vació el ojo de un soldado. Ahí empezaron los problemas de verdad.

Los guardias cambiaron las porras por las espadas y varios feligreses murieron brutalmente. A ti se te llevaron, como líder e instigador de aquel intento de revuelta y se te culpó de la herida del soldado tuerto... ahora yaces en las sombras, sentenciado a varios años de prisión por sugerencia de Bergost, en La Tumba, la enorme prisión de Urbe.

Solo queda esperar a que Naûl se apiade de ti...

Notas de juego

Te dejo la introducción de tu pj. Puedes hacer lo que creas, hablar con quien quieras y moverte con total libertad. No hay más límites que los impuestos por el sentido común. Puedes interactuar con cuantos pnj's quieras, incluso inventarte diálogos con ellos siempre y cuando no sean relevantes

Cualquier duda aquí me tienes ;)

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PD: Ojo a los destinatarios cuando marques, de momento estás solo

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23/08/2019, 13:37

Mientras te dirigías a los recién llegados, una muchachita entró a toda prisa en el establecimiento ofrenciéndose a ayudar a los heridos con voz cándida y clara predisposición. A los pocos segundos, un hombre de mediana edad, con ropas no muy limpias y con un penetrante olor a corral y estiércol siguió sus pasos y, dedicándole una larga mirada a la chica con cierta desaprovación, se encaminó hacia una de las mesas vacías dónde aguardó a ser atendido.

- No me inoportunes con sandeces ahora mismo; mi hermano se muere!- dijo dedicándote una rápida mirada, aunque su furia se disipó ligeramente cuando observó tu aspecto de luchador veterano - Tal vez luego...- se apresuró a decir antes de que la chica lo interrumpiera con su propuesta

Sin mediar palabra el hombre adinerado se hizo a un lado y dejó paso a la mujer mientras le hacía rápidas señas para que se acercara

-Si lo salvas te cubriré de oro, chica- añadió nervioso

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23/08/2019, 13:42

Tu atropellada entrada en el establecimiento coincidió con lo que parecía una conversación sobre algún tipo de trato entre el hombre adinerado recién llegado y un hombre situado en la barra, recostado, que apoyaba su mano sobre el pomo de una espada que parecía desgastada por el uso

Tras de ti, sin mediar palabra alguna, Trevor entró en el establecimiento sentándose en una mesa algo apartada del espectáculo que se estaba desarrollando con el herido, esperando a ser servido. Algo más allá, en otra mesa, tres hombres con aspecto de ser los parroquianos habituales observaban la escena con total interés, habiendo dejado todo cuanto tenían entre manos, que no era sino una pinta de cerveza

- No me inoportunes con sandeces ahora mismo; mi hermano se muere!- dijo el hombre adinerado dedicándole a su interlocutor de la barra dedicándole una rápida mirada, aunque su furia se disipó ligeramente cuando observó su aspecto - Tal vez luego...- se apresuró a decir antes de que lo interrumpieras con tu propuesta

Sin mediar palabra el hombre adinerado se hizo a un lado y te dejó paso  mientras le hacía rápidas señas para que te acercaras al lugar donde habían colocado al herido, que no era sino una mesa despejada de malas maneras por alguno de los dos hombretones a juzgar por el jarrón derribado en el suelo junto a donde estaban

-Si lo salvas te cubriré de oro, chica- añadió nervioso el hombre adinerado mientras se enjugaba el sudor de la frente

Una rápida inspección te reveló que el herido tendido sobre la mesa había perdido mucha sangre a través de un profundo corte en el estómago. La camisa que vestía bajo la armadura de cuero rajada estaba empapado en sangre oscura, y el color pálido de su rostro no auguraba nada bueno.

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23/08/2019, 14:10
Faedelon Bran
Sólo para el director

La oscuridad ciega mis ancianos ojos, no recuerdo si llevo días, meses o incluso años encerrado aquí. Trate de evitar el enfrentamiento cuando puede, pero poco después salto el ojo de ese guardia, y en un instante los pobre muros grises de piedra de la capilla se habían vuelto rojos.

Cuatro de mis seguidores, los mas jóvenes habían muerto. ¿Fue por mi culpa?, ¿por que no he muerto yo? ¿por que ellos?

En ese momento uno mis manos en señal de oración, y en voz baja dijo:

Oh, Naûl, amo y señor de la vida.

A vos ruego que ilumines el camino de las jóvenes almas que han muerto.

Y si he pecado o mal he obrado, que vuestra sabia justicia caiga sobre mi,

en el mas brutal de los castigos.

Haz justicia por los que ya no están,

Por los que aun estamos aquí

y por los que vendrán mas adelante.

Hágase tu sagrada voluntad.

Después de la oración, rompo a llorar, interrumpiendo el silencio casi total del oscuro calabozo. Esperando una señal, un signo, que renueve mi esperanza.

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23/08/2019, 14:29
Faedelon Bran
Sólo para el director

Después de llorar a mis feligreses, intento buscar con la mirada a alguien mas. 

-¿Puede que no los hayan matado a todos? ¿Quizás hay alguno que me escuche ahora mismo?- Pensé.

Intento levantarme del húmedo y frío suelo, y camino por la celda, lo que mis ataduras me permiten, palpando las paredes en busca de un rostro conocido.

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23/08/2019, 17:31
Arthur Stafford

Asentí ante las palabras del noble, evidentemente que mi tacto no era el mejor, pero tampoco me importaba. Lo prioritario era el oro, no la sangre.

Observé con atención los cuidados de la muchacha mientras echaba sendas miradas a los presentes, especialmente a los acompañantes del hombre.

-¿Qué sucedió? -pregunté escuetamente, irguiéndome y separando las piernas, en pose marcial y con una mano en la empuñadura.

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26/08/2019, 09:14

La celda vacía te devolvía el eco de tus propias palabras y gimoteos, como un sórdida burla de tu necesidad de consuelo, haciendo que el cautiverio fuera aun peor. Nada ni nadie podía hacerte más llevadero aquel sinsentido en aquellos momentos y sabías que, o algo cambiaba, o dentro de poco la locura haría presa en ti.

Naûl, tu única cuerda a la que sujetarte para no caer en la oscura desidia, parecía haberte abandonado allí dentro... ¿o no?

Unos pasos te hicieron recuperar la compostura ligeramente, observando curioso y esperanzado ¿tal vez habían visto que aquello era un error?¿Venían a sacarte de allí?¿ puede que...?

-Cierra la boca viejo y deja de quejarte - dijo Harek, el carcelero, mientras miraba por la rejilla de la puerta, asegurándose que estabas donde se suponía debías estar - Estoy harto de tus parloteos y lloros... a ver si ahora que tienes compañía dejas de ser tan llorica jajaja- rió con malicia el hombre mientras hacía girar la llave de la celda.

El sonido del pestillo al descorrerse resonó como el chasquido de un hueso al partirse, justo antes de que los herrumbrosos goznes chirriaran al abrirse la gruesa puerta de madera reforzada. Cogido de malas formas, un hombrecillo de aspecto malherido colgaba en las manazas del carcelero. Era menudo y escuálido, entrado en años y con claros indicios de haber sido golpeado hasta la inconsciencia

Con un ademán brusco, Harek precipitó al hombre al interior de la celda donde éste o pudo equilibrar el cuerpo, cayendo de bruces sobre el frío suelo con un quejido ahogado. Una patada en el trasero por parte del carcelero ayudó al reo a caer cuan largo era, algo más cerca de la hilera de grilletes que estaban frente a ti, a unos dos metros aproximadamente.

Tu estate quietecito ahora o recibirás las misma medicina que tu nuevo amigo- amenazó Harek dedicándote una mirada cargada de odio

El carcelero era un tipo despreciable, que gustaba de dispensar dolor de forma gratuita a sus inquilinos. Tu mismo habías sufrido sus atenciones al llegar, o algún día que estaba especialmente malhumorado. Se trataba de un hombre alto, fornido y de aspecto salvaje, con una poblada barba rubia y una melena rizada que le llegaba a los hombros. Sus ojos claros y el marcado acento lo delataban como alguien procedente del norte, Nordsgrad posiblemente o puede que incluso de la tierra de los valles.

Bien, ya estás instalado. Ahora ponte cómodo jajaja- rió nuevamente mientras cerraba el grillete al tobillo que aprisionaba al nuevo ocupante de la celda 

Te has... olvidado.... de darme el beso de buenas noches... patán- dijo el recién llegado con inquina mientras escupía un salivajo sanguinolento al pecho de Harek

El carcelero, furibundo, sacó la porra de su cinto y propinó un fuerte golpe a su interlocutor en la sien, derribándolo inconsciente al suelo; farfullando maldades, Harek abandonó la celda de malas formas, cerrando de un portazo mientras maldecía su suerte y a un tal Hurgan Toivonen 

Notas de juego

Puedes ver perfectamente; la celda no está a oscuras, hay algo de luz procedente del pasillo permitiendo que se vea en el interior (aunque poco)

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26/08/2019, 12:09
Ramiel Gardeniere
Sólo para el director

Odiaba los carruajes para trayectos largos y Violet lo sabía. Ella lo sabía todo, lo conocía demasiado bien y a Ramiel le molestaba ser tan vulnerable frente a ella. El viaje se hizo eterno, el traqueteo era constante y no le gustaba estar encerrado en un habitáculo tan pequeño, por no hablar de los caminos empinados que atravesaban cerca de precipicios peligrosos. Tuvo pesadillas otra vez, un par de noches, despertaba cubierto por una película de sudor frío justo cuando su carruaje se despeñaba por un acantilado. Los criados se abstenían de hacer comentarios al respeto y eso molestaba un poco a Ramiel, porque hablar era lo que más necesitaba y aquellos dos no tenían demasiada conversación.

Pero si quería averiguar qué había de verdad en sus sueños y en lo poco que sabía sobre sí mismo. debía realizar aquel pequeño sacrificio para su salud menetal. Violet debía estar relamiéndose divertida por la pequeña venganza, pero Ramiel no le guardaba rencor. No podía, por muy maliciosa que su fuera su protectora, seguía siendo la persona que le dio trabajo, comida y cobijo. Lo que tuviera que hacer para ganarse el pan y devolverle el favor, en fin, tampoco había estado tan mal. Ahora estaba bien posicionado, tenía dinero, reputación y ya no trabajaba como antes. Hacerlo por placer también era divertido, aunque no lo hacía sentir diferente, como descubrió un tiempo después. Y tener una relación más íntima, más larga y sujeta a una sola persona era, en cierto modo, muy diferente y muy complejo.

Una semana después de partir hacia Urbe, Ramiel decidió que necesitaba distraerse o acabaría sumergido en un pozo de amargura si pensaba en ella. A él no le costaba amar en absoluto, le agradaba amar a otra persona y ser correspondido. Sin embargo había cosas en él, en su interior, cosas de su pasado demasiado turbias. Y amar incondicionalmente significaba entregar cosas a otro que no estaba dispuesto a compartir con nadie. El placer físico era diferente al placer emocional y se daba cuenta de que le sería muy dificil ofrecer algo tan poderoso como eso.

En los caminos había gente viajando: familias con sus hijos trasladándose a otras ciudades, grupos de variopintos personajes con objetivos dispares, personas solitarias a pie o a caballo. Ramiel decidió bajar del carruaje y caminar junto a estas personas para compartir un poco de conversación, por banal que esta fuera. Eso era lo que le gustaba, hablar con la gente, descubir de sus vidas, no por satisfacer una insana predilección por el cotilleo como se acostumbraba a tener en las cortes, sino porque sencillamente sentía curiosidad.

"No hay mucho que contar" era la respuesta de la mayoría, gentes humildes, granjeros o villanos que habían llevado una vida sin más aventuras que la de formar una familia o pastorear ovejas. Pero bajo el falso precepto de que no había mucho que contar, acababa escuchando historias que no eran sino anecdotas del día a día, que para Ramiel enriquecieron el viaje. Se llenó las botas, la capa y los bajos de los pantalones de barro; se le rasgó la capa cuando se enganchaba con las ramas y acabó con las manos un poco ásperas de viajar a la intemperie. No estaba acostumbrado a las incomodidades, pero lo sobrellevó sin problemas porque tales minucias las había sufrido cuando era un mocoso y no tenía nada de malo. A muchas personas no les apetecía hablar, pero había otros que sí y de estos Ramiel sacó mucho. Cuando caía la noche, los campamentos improvisados eran la mejor fuente de información sobre cualquier historia: una muchacha de nombre Min viajaba con su tutor para asistir a un festival de la cosecha del que le habían hablado mucho, sus padres habían muerto cuando era niña y deseaba recordar su hogar; un chico de nombre Charles habló de historias sobre un pasado demasiado turbio que Ramiel dudaba que la mitad fuese cierto, pero escuchó sus problemas porque era lo que mejor se le daba; una mujer de nombre Michaella junto a su esposo Alexander eran tratantes de arte y se dirigían a vender nuevas mercancias.

Varios días así lo ayudaron a sobrellevar el viaje en carruaje. Eso y la compañía durante varias noches junto a una silenciosa morena de nombre Berenice de la que poco pudo sacar, salvo su nombre y que se dirigía a Urbe. No hablaron el uno del otro apenas, una noche se miraron y Ramiel sintió la electricidad y magnetismo que fluían de ella. Supo lo que Berenice quería, a él le pareció estupendo y en silencio se acercó a la mujer, la cogió de la mano y la llevó hasta su carruaje para cubrirla de besos silenciosos y ardientes caricias. Fue correspondido en la misma medida, luego ella se fue por otro camino. Él sabía que no volvería a verla, pero igualmente le deseó lo mejor y se despidió con un beso ardiente antes de proseguir, dándole algo que recordar durante varios días.

Por el bien de su cordura, Ramiel decidió detenerse en la ciudad. No más camino, no más carruaje. Necesitaba lavarse, cambiarse de ropa, arreglar la suya y comer caliente. Y dormir en una cama que fuera más blanda que el suelo o los asientos del carruaje. Llevaba dos semanas de viaje y parecía que Urbe estaba cada vez más lejos. Al bajar del carruaje se estiró cuan largo era, hizo unos movimientos para desentumecer los brazos y las piernas y observó con la ceja levantada la pintoresca escena. Se encongió de hombros y entró en la posada, buscó al dueño.

-Buenos días, buen señor. Soy Ramiel y estoy buscando alojamiento para un par de noches. ¿Sería posible también disponer de agua para un baño?

Notas de juego

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26/08/2019, 14:47
Faedelon Bran
Sólo para el director

Me acerco al pobre hombre discretamente, en el momento en que ese bruto de Harek no esta mirando.

Intento ayudar al pobre hombre que esta inconsciente y trato de sanarlo, no con poderes, sino con algunos conocimientos que tengo en medicina.

 

Notas de juego

Voy a intentar ayudar al pobre hombre, intentando que el carcelero no me vea. Aun no usaré hechizos, solo técnicas en medicina o algo parecido.

PD: Dile a Ramiel Gardeniere  que cambie la intro, que soy capaz de verla, menos mal que no la he leído.

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28/08/2019, 07:46

La pregunta que pareció hendir el aire como una cuchilla hizo que el hombre de ropajes caras alzara el rostro nuevamente hacia ti mientras te miraba 

¿Qué sucedió?

Una pregunta sencilla que, pese a todo, parecía entrañar mucho más que una simple y banal historia pues, a menudo, las cosas sencillas son en el fondo las más complicadas

Prefiero no hablar de eso aquí... no ahora. Cuando ella salve a mi hermano podremos hablar- añadió notablemente nervioso mientras dejaba trabajar a la joven 

Justo en ese momento un hombre elegante, de porte altivo y muy apuesto hizo entrada en el local, demandando las atenciones del tabernero sin percatarse (o no queriendo hacerlo) de lo que estaba sucediendo en el lugar

-Buenos días, buen señor. Soy Ramiel y estoy buscando alojamiento para un par de noches. ¿Sería posible también disponer de agua para un baño?

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28/08/2019, 07:51

La pregunta que pareció hendir el aire como una cuchilla hizo que el hombre de ropajes caras alzara el rostro nuevamente hacia su interlocutor en la barra mientras le miraba 

¿Qué sucedió?

Una pregunta sencilla que, pese a todo, parecía entrañar mucho más que una simple y banal historia pues, a menudo, las cosas sencillas son en el fondo las más complicadas

Prefiero no hablar de eso aquí... no ahora. Cuando ella salve a mi hermano podremos hablar- añadió notablemente nervioso mientras dejaba trabajar a la joven 

Justo en ese momento un hombre elegante, de porte altivo y muy apuesto hizo entrada en el local, demandando las atenciones del tabernero sin percatarse (o no queriendo hacerlo) de lo que estaba sucediendo en el lugar

-Buenos días, buen señor. Soy Ramiel y estoy buscando alojamiento para un par de noches. ¿Sería posible también disponer de agua para un baño?

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28/08/2019, 08:55

Al entrar en el establecimiento, en un primer momento, no te percataste de que  tu izquierda se estaba desarrollando una escena de lo más peculiar protagonizada por cuatro hombres y una mujer. Uno de los hombres, el que tenía aspecto de aspecto pese a estar algo pálido y con cara circunspecta, hacía señas y aspavientos a la joven mujer que estaba apenas a apenas un par de pasos de él. Frente a la chica, dos corpulentos fortachones con el cuerpo lleno de cortes recientes y moratones intentaban acomodar lo mejor posible a un cuarto hombre, de aspecto malherido y magullado, sobre una de las mesas del local

Frente a ellos, un quinto hombre con aspecto zafio y con la mano en el pomo de una espada desgastada por el uso los miraba de forma interesada y, como si de un mundo aparte se tratara, en el lado opuesto del establecimiento, tres parroquianos miraban con pasmo lo que sucedía a pocos metros de su mesa mientras las pintas que tenían en las manos se habían quedado a medio camino de la boca. Separado, pero no por ello con mejor aspecto, un último hombre con olor a pocilga intentaba hacer oídos sordos de lo que ocurría haciendo gestos al tabernero, que estaba en la barra patidifuso sin acabar de decidirse por cómo actuar

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28/08/2019, 11:09
Astrid Whitemoon

Dio un leve respingo en el momento que escuchó el grito, estando a un solo paso de distancia tras haberse propuesto para ayudar al herido. Sintió que los nervios agitaban su cuerpo por unos instantes pero como solía hacer en esos casos, dio un par de grandes bocanadas de aire para relajarse. Repitiéndose una y otra vez que aquello ya lo había hecho más veces, aunque en un lugar menos concurrido, más silencioso, con “su gente” y en una zona apropiada para tratar aquellas heridas, pero no quedaba más remedio que adaptarse.

No supo cómo decirle que no quería su dinero, sino salvar la vida de su hermano, pero le resultó tan inapropiado y violento rechazar su ofrecimiento en esos instantes. — Haré lo que esté en mi mano para salvarlo.

Se colocó a un lado de la mesa y arrastró una silla a su lado para colocar encima su zurrón, del que iba sacando y dejando a mano todo lo que necesitaría. Aún atenta a lo que estaba haciendo, era inevitable escuchar lo que hablaban a pesar de no obtener ninguna información clara de lo que le había pasado al joven. Desgarró con suavidad y usando el instrumental conveniente las ropas y la fina armadura de cuero que no pudo evitar el profundo corte que había recibido en el estómago. La sangre oscura bañaba la parte baja de su tronco, se iba extendiendo a través de la mesa. — Todo saldrá bien — murmuró suavemente al hombre que si no había perdido ya la consciencia, poco le quedaba. Pero por si acaso, quiso regalar sus oídos con aquellas palabras; la esperanza siempre ayudaba a los heridos de gravedad a seguir luchando por su vida, o eso creía Astrid.

Lamentó que a ninguno de sus acompañantes se les hubiera ocurrido presionar su herida, de ese modo la hemorragia no hubiera sido tan grave como lo era en esos instantes. La joven presionó con ayuda de unos vendajes para intentar cortar la salida constante de sangre, algo que le consumiría un tiempo valioso para aplicarle un ungüento que además de aliviar el dolor, le ayudaría a combatir la posible infección. Pero al menos allí había más manos que se lo podrían suministrar por vía oral.  — Por favor, que alguien le de una dosis de ese remedio, el de color oscuro. C-con las manos limpias...— hizo un gesto con la cabeza para señalar el que decía. Era un frasco de cristal con una pasta densa en su interior de color verde oscuro que no tenía buena pinta, y su olor era peor, cosa que descubrirían en cuanto lo abrieran. — Le ayudará. Asegúrese que se lo trague. Solo debe darle lo que consiga reunir con su dedo índice y corazón. — un mejunje concentrado de hierbas, ajo y otros ingredientes menos agradables pero efectivos.