Partida Rol por web

La Luna Negra

Un Largo Camino (Partida)

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01/10/2019, 09:40

Mientras te evades de las conversaciones en la celda observas con minuciosidad tu entorno, con ojo crítico, buscando los puntos débiles del lugar. Sin duda la celda está hecha a consciencia, pero el uso indiscriminado y el tiempo no son amables con el mobiliario, mucho menos si no se le da un mantenimiento.

La puerta, pese a ser robusta y estar reforzada con tiras de hierro, tiene puntos astillados allí donde la humedad a hecho mella; el óxido de los remaches en los refuerzos tampoco ayuda a que la integridad de la puerta sea la óptima. Sus anclajes en la pared, aunque firmes, empiezan a chirriar y la piedra de alrededor está desgastada por el constante abrir y cerrar, en especial los portazos, haciendo que en varios puntos se vean grietas y puntos por los que se desprende.

La cerradura, antaño bien encajada al milímetro, ahora baile en el orificio donde se ancla con la pared y se hace evidente que la piedra donde se introduce el cerrojo ha sufrido por la constante fricción y los golpes a la propia puerta

Las cadenas de la pared que os sujetan los tobillos están llenas de óxido en varios puntos, y si se tironea ligeramente de ellas, su anclaje de la pared se mueve ligeramente provocando que una fina arenilla caiga al suelo

En cuanto al carcelero, un simple vistazo te ha bastado para calarlo: antaño era un guerrero, soldado o cazador, pero hace tiempo que se ha dejado llevar por la relajada vida de carcelero. Ha ganado peso, traduciéndose en una barriga prominente y carnes flojas donde antes había músculo trabajado. Es alto, algo más que tú, y sin duda su fuerza aun es notable ya que al lanzarte a la celda lo hizo sin problemas

Lo único de lo que podría hacer gala es de un manejo de la porra más que eficaz, sin duda después de años ejerciendo el cargo

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01/10/2019, 11:47
Astrid Whitemoon

Astrid no comprendía con qué facilidad Torvuk decía que saldrían de allí. La muchacha volvió a mirar a su alrededor con la misma expresión de horror de cuando entró, y no veía ninguna forma de hacerlo. — Descanse, deje de hablar. — Murmuró con la voz temblorosa y esperó que reposara pero su herida necesitaba tratamiento. Ramiel también parecía convencido de que saldrían de aquella prisión cuando trató de calmarla, cosa que poco a poco iba logrando. Era fácil darle esperanzas a una chica tan ingenua como ella, que sin tener ningún tipo de garantía, viéndose a todos enjaulados y encadenados, albergaba la esperanza de que fuese verdad lo que le decían.

Miró al anciano cuando éste se dirigió a ella, no fue para nada agradable y deseó con todas sus fuerzas que se equivocara. Entonces, los desvaríos del noble provocaron las carcajadas del viejo. Y lo que entendió de sus palabras la hicieron estremecerse de arriba abajo, pero sí que reaccionó al escuchar de su boca decir lo mismo que Torvuk les había comunicado momentos antes de que les capturaran. Se acercó todo lo que pudo, estirando completamente las cadenas que la ataban a la pared.— ¿Veis? No era invención del señor Hagendorf, lo que nos contó era verdad y lo de la gema también: la Gema de los Dioses, ¿nunca leyó nada acerca de ella? — preguntó directamente al erudito a pesar de darle algo de miedo. — De-debemos salir de aquí e ir en su busca. D-dijo que el antepasado de August se la quedó, imagino que por herencia debe poseerla el emperador. — ¿Y cómo diablos podrían arrebatársela? No tenía muy claro dónde podría estar, pero trataba de darle un sentido al destino de tan valioso objeto.

Se había estremecido por los gritos del carcelero, por eso había decidido tratar de conversar en voz baja, con más razón si se tenía en cuenta de qué hablaban. Se giró un instante hacia Arthur,  quizás con la esperanza de ver en su rostro cierto interés o una reacción positiva a la revelación de que todo lo que había dicho el noble era cierto, pero ese momento no llegó.

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01/10/2019, 18:22
Arthur Stafford

La perorata interminable sobre aquellos delirios místicos continuaba, esta vez con la intervención de la muchacha. La ingenuidad de la juventud era una trampa moral que solo aquellos con arrugas habían logrado esquivar.

-¿Y cuál es la importancia de todo eso? -pronuncié, quebrando el silencio en el que me había sumergido desde que nos apresaron- ¿Acaso esta reliquia mágica transformará al emperador en el hombre más poderoso con vida? ¡Porque ya lo es! ¡Anciano! Deja de envenenar estas mentes con tu demencia. Quién sabe por qué espantosos crímenes te encerraron en esta pocilga. No dudo que hayas mancillado alguna doncella y por eso te arrojaron a este agujero, a pudrirte.

Miré a la chica.

-Niña, mejor sécate las lágrimas y vuelve a la realidad. Esos no son más que cuentos para mantenerte ocupada, o para darle algún sentido a este destino horrible. ¿Acaso el parlanchín es el único cuerdo aquí?

Chisté y volví mi atención a lo que me importaba, tratar de escuchar lo que sucedía tras la puerta de la celda.

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02/10/2019, 10:03
Ramiel Gardeniere

-¿Qué tal si bajamos los humos todos un poco? -sugirió Ramiel, moviendo las manos para calmar los ánimos exaltados de todos ellos. Qué fácilmente se dejaban llevar por las emociones y por la locura; podría haberse ofendido por todo lo que le habían llamado, pero como ninguno de ellos podía sospechar su verdadera vocación, le resultaba hasta divertido-. Vamos a calmarnos y vamos a dejar de desvariar por un momento, no nos insultemos los unos a los otros porque eso no conduce a nada. Estamos aquí porque todos somos idiotas y orgullosos, así que vamos a tener que empezar a aceptarlo. Hablar de profecías no tranquiliza en absoluto, por mucha razón que creais tener; igual que tampoco ayuda a vuestra cordura el hecho de que os enfrentéis de forma tan directa con el Emperador. ¿Qué sentido tiene? ¿Qué es la verdad, señor? -preguntó al viejo-. ¿Influye en vuestra vida, vuestras emociones, vuestro día a día? ¿De qué sirve saber que un rey es un usurpador? ¿De qué nos sirve, en este momento, metidos en esta jaula, el saber que tenemos razón en lo que pensamos? En nada. La única verdad ahora mismo es que estamos metidos hasta el cuello de mierda, que nos van a juzgar por traición y que el carcelero tiene un pésimo sentido del humor. ¿De qué os sirve balbucear acerca del fin del mundo si lo más probable es que no estemos aquí para verlo venir?

Se reclinó hasta apoyar la espalda en la pared y estiró las piernas.

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03/10/2019, 17:14
OH
Sólo para el director

No disponía de mucho tiempo para pensar, y quería hacer algo para tratar de hacer que la situación fuera lo mas fácil posible, al menos para ayudar, ya que ver como trataban a los heridos después de todo mi esfuerzo, personalmente, me hacia hervir la sangre. Y en concreto, aquel sargento.

Aunque quizá me aventuré demasiado al acercarme y debí haberme marchado, pero no hubiera podido, esa actitud no encajaba en mi.

Mis frases habían surtido efecto entre los soldados, comenzaban a sentir los primeros síntomas de mi hechizo, y mientras me mantenía en el papel de mártir horrorizada, los miraba con preocupación, la misma que había salido del rincón tras realizar el hechizo. 

Sin embargo, el corazón se me paró por unos segundos cuando quise responder a las preguntas de aquel hombre ya en pleno agobio. Los nervios se me agolparon en el estómago y mis ojos subieron rápidamente ante aquella voz firme venía de mi espalda y me obligaba a girarme. Mis pupilas se encogieron y mis labios se abrieron por la sorpresa, bajo las telas que me ocultaban prácticamente entera. El corazón a mil por hora, eché un pie hacia atrás pero mis ojos viajaron abajo, a aquel colgante, y entonces mis párpados se abrieron. Sabía lo que significaba, claro que si pero... demasiada casualidad, aquel hombre debía estar buscando a alguna bruja, no podía encontrarle otra explicación. Su voz juguetona, cual gato disfrutando de la caza de su presa, acompañaba en acto a su mano que se cerraba alrededor de mi muñeca. Me eché hacia atrás, sin éxito y mis ojos volvieron a los ojos de aquel hombre que acababa de "cazarme" 

Mi nariz se abrió por y mi ceño se frunció con furia - ¡No sé de qué habláis! - Dije en un intento de zafarme de aquel hombre, tiré de mi brazo, no logrando mucho. Antes de que pudiera apretar, cambié el maletín de mano, aunque me hizo daño de la misma manera, y apreté los dientes, pero no solté ni por un momento el maletín. - ¡Soltadme! No he hecho nada. ¡No podéis demostrar nada! - Intenté zafarme una vez mas, echándome hacia atrás y tirando de mi brazo.

Notas de juego

Veo el último post de Astrid, no se si es que entra en mi escena o no debería de verlo. Ya me darás si no, indicaciones jefe.

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04/10/2019, 08:52

Silencio- dijo con voz queda el Segador.

Sin saber cómo, ni verlo venir, te encontraste en el suelo con la cara palpitante y dolorida; al mirar hacia arriba, al Segador, viste como el gesto de haberte abofeteado se difuminaba en tu mente sin haber siquiera podido asimilarlo.

No tengo que demostrar nada. Eres una bruja. Mi palabra es ley y solo el Sumo Sacerdote Bergost, o el Emperador, pueden revocarla- dijo con el mismo tono neutro mientras unos pasos acelerados, acompañados de jadeos, te hacían percatarte de que habían llegado un par de guardias a ver qué ocurría - ¿Te gusta mi colgante? ¿Acaso creías que vendría a enfrentarme a un sacerdote de Naûl desprotegido... ellos tienen poder, poder verdadero... pero al final su utilidad ha sido otra que no esperaba... una bruja, ni más ni menos

A tus espaldas el crujido de la puerta de la capilla reveló que finalmente los guardias habían entrado... unos cuantos chillidos de pánico, el sonido de las espadas al golpear algo blando... y silencio. La escena del exterior se repetía intramuros y, desde el suelo y casi oculta por los guardias, acertaste a ver como cuarto guardias con el rostro colorado por el esfuerzo, o el cansancio, maniataban a un anciano y se lo llevaban a rastras

Veamos que hay en este maletín....- dijo el Segador, con calma, mientras abría el maletín descubriendo en su interior todos tus utensilios - Sin duda útiles para practicar la brujería- Apresadla. Maniatadla y amordazarla bien a menos que queráis que os vuelva a embrujar; llevadla ante el arconte Magnus. Él decidirá su suerte...[/b]- sentenció mientras se alzaba

Sin poder mediar palabra los guardias se avalanzaron sobre ti, temerosos de tus supuestos poderes demoníacos, apretándote con saña un pañuelo que te amordazaba y una rugosa cuerda en torno a las muñecas, a la espalda, antes de ponerte en pie de malas maneras. Tu futuro, junto al del sacerdote, era incierto... aunque si bien él había sido conducido a un carromato con rejas que ya se alejaba tú fuiste atada a la parte trasera de un caballo, donde viste el mundo subir y bajar mientras te llevaban a ser sentenciada por brujería

...

Varios horribles minutos después te bajaron del caballo, de forma brusca y violenta, en la entrada de un edificio de grandes dimensiones custodiado por guardias armados con lanzas. Sobre sus cabezas, un capacete liso y un tabardo junto a una capa escarlata los identificaba como Guardias Escarlatas (imagen la escena Seres de Áurea), conocidos por ser inmisericordes y fanáticos seguidores de Bergost, el Sumo Sacerdote

Ya en la puerta uno de los guardias se os acercó y, sin mediar palabra, extendió una mano sobre la que pusieron con rapidez la cuerda que llevabas anudada a la cintura junto a un pergamino garabateado, de la que tiró una única vez para indicar que te movieras. A tu espalda, los guardias encargados de custodiarte hasta allí se marcharon sin mediar palabra alguna, deseosos de abandonar aquel lugar.

Pasillos y salas cerradas quedaban atrás a medida que el guardia, silencioso en todo momento, te condujo sin prisa pero sin pausa hacia tu destino... un par de giros a la derecha te condujeron hasta una puerta de madera cerrada donde el guardia pico con los nudillos dos veces. Una voz potente, grave, indicó que pasaran desde el interior

El guardia te condujo al interior. Se trataba de una sala con varias librerías, tres a cada lado, y un trabajado escritorio repleto de papeles amontonados en perfecto orden; tras el escritorio, una ventana cerrada que daba a un jardín interior permitía la entrada de luz natural. En el escritorio aguardaba, sentado en una silla de respaldo alto, un hombre de mediana edad y aspecto regio, serio, que garabateaba con diligencia y exquisita caligrafía en un pergamino con una pluma negra. Ante el escritorio una única silla, cómoda pero sin ostentaciones, era todo el mobiliario de la habitación. 

Sin aguardar una orden o indicación, el guardia te soltó las manos y te quitó la mordaza, todo ello en completo silencio, antes de sentarte en una silla y darle el pergamino al arconte; sin mediar palabra alguna, el soldado se marchó por donde había venido, dejándote sola en compañía de aquel hombre.

Lo primero que notaste al entrar fue un vacío, como si te faltara algo... un vació espiritual se podría decir. Tu cara de confusión, desasosiego tal vez, hizo que el arconte te dirigiera la palabra por vez primera.

- Todos reaccionáis igual, y nunca me cansaré de ver esa mueca de pérdida... esta sala está rodeada de guardas que anulan la magia en ella. No se puede ni encender una vela con tus artes oscuras... así que no lo intentes y todo irá bien- dijo como quien explica una nueva lección a un chiquillo travieso, con un tono modulado y una perfecta dicción - Se te ha enviado aquí para que se dicte sentencie sobre tu condición de bruja. Según se explica, has sido participe de una sublevación del populacho para defender a un proscrito. Un guardia a resultado herido y... ¡oh, que desatino! varias ciudadanos han sido ajusticiados allí mismo - tuerce el gesto en lo que crees que es un gesto de repudia hacia aquel acto salvaje, pero luego te percatas que su descontento viene por haber dejado la pluma con tinta sobre el pergamino y haberlo manchado

- Según el Segador que te capturó eres culpable de sedición y brujería... unos cargos muy graves, querida- añade con el mismo tono, sin un atisbo de emoción en él. Sin duda, no es la primer vez que esgrime aquellas palabras - ¿Cómo te declaras?- dice mirándote fijamente a los ojos

Notas de juego

Han pasado varias cosas, pero puedes interactuar en cualquier momento y hacer (o intentar) lo que creas conveniente. Era para no parar la escena a medias...

PD: Gracias por el aviso del post de Astrid!

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04/10/2019, 12:33
Astrid Whitemoon

La muchacha esperó con impaciencia y gran esperanza una buena reacción del resto de sus compañeros después de aquella revelación que podría cambiar la percepción de las cosas. Y por supuesto que hubo reacciones pero no las que esperaba la joven, que con los ojos abiertos de par en par enfocó sorprendida a Arthur, que por fin se dignó a dirigirles la palabra.

Sus severas palabras cargadas de la más dura realidad golpearon brutalmente la inocencia y las esperanzas de  Astrid que a medida que escuchaba, se iba desplomando más y más sobre el sucio suelo hasta sentarse completamente en él, con los hombros hundidos y el corazón herido. Bajó la mirada pero no pudo cumplir con lo que le decía el hombre, pues volvió a derramar lágrimas pero esta vez en silencio. No era capaz de enfrentarse a aquella realidad aunque quisiera.

Ramiel también trató de mostrarles la realidad que en aquellos momentos los rodeaba, como los aros de hierro se aferraban a sus tobillos, solo que con más suavidad que Arthur. Su última cuestión la hizo estremecer de arriba abajo. No quería morir. Verse decapitada tan joven y quién sabe si apaleada y torturada previamente a ese final, la angustiaba. Miró a los alrededores, como si esperara encontrar una salida. Seguidamente volvió a mirar al suelo después de arrinconarse.

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06/10/2019, 11:43
Inger Virtanen
Sólo para el director

A pesar de que había pagado con su vida, aquel cabrón me la había jugado a base de bien. Me sentía frustrada, preocupada pero sobre todo me carcomía la rabia al comprobar la difícil situación en la que me encontraba.

Lo más triste de todo era saber que nadie me creía, que todos a mi alrededor pensaban que yo era una asesina, que nadie iba a dar la cara por mí. Tantos años compartiendo todo con ellos y ahora me daban la espalda. Ellos me considerarían una asesina a sangre fría pero yo los veía como unos traidores.

Todos me conocéis —dije, antes de que los soldados llegasen—, sabéis que los odiaba sí, pero ¿de verdad me veis asesinando a alguien de esta forma? ¿Acaso no os dais cuenta que todo ha sido una treta? Hogreg llegó entre las sombras, me golpeó y me plantó cara. Luchamos y cuando vi cercano su fin arrojó su espada… —Me daba cuenta que todo era inútil, dijera lo que dijera ya me habían juzgado y condenado. Mi fin estaba cada vez más próximo.

Cuando los soldados llegaron cerré la boca, apretando con fuerza la mandíbula y los puños al darme cuenta que nada de lo que dijera me ayudaría. Nadie en aquel lugar en el que había nacido y vivido daría la cara por mí. Y, aunque quisiera revolverme contra ellos, clamar justicia para mí y demostrarles a todos lo equivocados que estaban, en el fondo sabía que no serviría para nada y, con una fría aceptación, dejé que me ajusticiaran allí mismo, no sin antes lanzar una mirada al jefe y al resto que se había reunido. Una mirada que mostraba toda la decepción que sentía, la honda tristeza por saber que aquellos que consideraba amigos y hermanos preferían darme la espalda.

Os maldigo a todos por vuestra cobardía y vuestra traición —murmuré, con la mirada clavada en el jefe del poblado. Porque para mí era una traición lo que estaban haciendo—. Nunca volveréis a descansar en paz sabiendo que habéis condenado a una inocente —mis últimas palabras, dichas en voz más alta para que todos las oyeran, sonaron mucho más firmes.

Esperé. Esperé con toda la tranquilidad de la que era capaz en esos momentos a que la muerte me llegara. Si esperaban que llorara, que suplicara por mi vida entonces es que no me conocían porque yo sabía que no era culpable, mi alma estaba en paz y hacía ya mucho tiempo que había aprendido a convivir con la muerte, la había aceptado y por eso ahora mismo no la temía.

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07/10/2019, 09:25

La resignación se había adueñado de tu rostro, sabedora de que todo lo hecho era lo debido y correcto. Sin arrenpentimiento, miraste a los ojos con fijeza al que sería tu verdugo allí mismo, en mitad de la nieve, con el cadáver de tu agresor aun caliente a unos metros de ti sobre un charco de su propia sangre.

El norte era duro y no hacía concesiones

El sargento se colocó a tu lado, casi decepcionado por que no intentaras defenderte, chasqueando la lengua con desagrado ¿O tal vez era que no le gustaba aquello?

Sea como fuere, el frío acero rozo tu cuello apartando la cabellera a un lado, haciendo que un leve escalofrío recorriera tu espinazo al contacto con el arma ¿Así que aquel era el fin¿?Así acababa todo, sin más?

- ¿Unas últimas palabras?- dijo serio el sargento

Un atisbo de rebeldía surgió en ti, vertiendo unas hirientes palabras sobre tus conciudadanos, aquellos a los que creías amigos y afines a ti, descargando como un mazazo la verdad sobre aquel acto abominable provocando que no pocos bajaran la mirada o la desviaran. Pocos eran los que aguantaban impertérritos aquel chaparrón

- Peculiar forma de despedirse- añadió el sargento sin un atisbo de sorna en el tono - Así pues...

El arma se despegó de tu nuca lentamente; el sargento iba a asegurar el golpe, sería rápido y letal, limpio y efectivo. Al menos no dolería...

El sonido del arma cortando el viento fue lo último que escuchaste antes de que una extraña sensación de ligereza penetrara en ti mientras la vista se desenfocaba y el mundo daba vueltas. Ya no sentías nada, no veías, no escuchabas más que un eco cada vez más lejano en medio de una negrura creciente. Tu última visión fue la nieve teñida de sangre...

O así habría sido de no haber intervenido una persona en el último momento

¡Espera!- gritó una voz deteniendo al sargento con el arma aun alzada - No hay testigos que refuten los hechos, y aquí no hay nadie con autoridad para emitir una sentencia de muerte con tan pocas pruebas... he estudiado las extrañas leyes que rigen en el Imperio... que nos habéis impuesto... y al menos esta la recuerdo. Es necesario un alto cargo para establecer su pena, y tú no eres capitán... así que ella no puede morir por tu mano si no es que comete un delito de sangre ante testigos. Merece un juicio- el hombre se abrió paso entre los guardias, que algo confundidos, dejaron pasar al que así había hablado en tu favor

Era Hurgan Toivonen, el jefe de la tribu que había estado pensando durante todo el tiempo, observando distante... primero pensaste que por no querer mirarte, ahora veías el motivo

-Guarda el arma, sargento. Esta mujer no morirá hoy... levántate Inger, al menos te he ganado algo de tiempo- dijo Hurgan mientras te tomaba por los hombros y te levantaba - Se valiente y resiste. Buscaré pruebas; iré a preguntar a las tribus por él - añade mirando de reojo el cadáver

Un sonido seco os hizo mirar hacia la izquierda, viendo al sargento ceñudo enfundando el arma al cinto. 

- Bien jugado, pero eso no la salvará. Tú y tú, apresad a la mujer- ordena justo antes de que dos soldados se coloquen junto a Inger y la aten de manos, a la espalda, mientras el resto enfunda las armas - No hay capitán en la región desde que fue sometida, pero eso ya lo sabías ¿eh Hurgan?- dice el sargento manteniendo el gesto - Y no pienso llamar al capitán de Nordsgrad para algo así... viajarás a Urbe, a la civilización, lejos de tus amigos y sus triquiñuelas... allí serás juzgada con rapidez y diligencia sin que nadie puede intervenir en tu favor o en tu contra. Entre tanto, irás directa a la Tumba, la masiva cárcel de Urbe... veremos si allí eres tan fiera

Dicho y hecho, los guardias te llevaron con ellos hacia el cuartel a las afueras del poblado mientras los hombres del norte te miraban desde lejos. Solo uno entre ellos anhelaba con fuerza tu salvación pero ya era algo... si lograba descubrir lo que había ocurrido, llegar a Urbe y presentar las pruebas... 

Tus pensamientos se desviaron de lo que podría pasar hasta la realidad. Sería muy difícil que aquello ocurriera y, si acaso lo lograba, aun más difícil sería que llegara a tiempo. Los crímenes de sangre se juzgaban rápido y, por norma, con severidad... la falta de pruebas solo podía implicar un confinamiento indefinido en una de las horribles cárceles de Urbe y aquello era casi peor que la muerte. Condenada a una vida de cautiverio y penurias, vejaciones y quién sabe qué más horrores.

Un fuerte tirón te devolvió a lo que ocurría a tu alrededor.

Te habían subido a un caballo y atado a la silla; las riendas del animal atadas a la silla de un caballo frente a ti dónde un guardia aguardaba envuelto en una gruesa capa; su mirada, de desprecio, dejaba claro que no le hacía ninguna gracia realizar aquel largo camino por tu causa

- Espero confirmación de su entrega a la justicia de Urbe, sargento, o moveré tierra y mar para que tal negligencia no quede impune- dijo Hurgan al ver la mirada del soldado

El sargento, acentuando el ceño, gruño algo al soldado que le hizo hacer un gesto de disgusto... era evidente que su primera intención no había sido cumplir su cometido. Con el requerimiento de Hurgan la cosa cambiaba; espoleando el caballo el largo viaje hasta Urbe se inició en mitad de la noche, dejando atrás todo lo que conocías para internarte en un mundo que, como poco, te miraría con suspicacia debido a tus orígenes

...

Tres semanas. Tres semanas de duro y agotador viaje donde apenas habías podido comer o beber, no digamos ya asearte como era debido. Tu aspecto sucio y dejado dejaba mucho que desear, y te confería la estampa de una malhechora de los bajos fondos... el guardia, por su parte, no presentaba mucho mejor aspecto aunque en su caso el vino y la comida de calidad no le había faltado en las paradas que hizo durante el camino, repartiendo el viaje en etapas que lo llevaban de un cuartel a otro.

El viaje a caballo no fue agradable en lo más mínimo. Evitásteis aldeas y pueblos en aras de llegar con rapidez a Urbe, siempre con las manos a la espalda y atada a la silla del caballo y éste, a su vez, atado al guardia que iba delante; las explicaciones fueron nulas, y apenas los soldados si intercambiaban alguna palabra delante de ti entre ellos durante las paradas

Lo cierto es que nada sabías de tu destino más allá de lo dicho por el sargento pero, para tu sorpresa, al llegar a las puertas de Urbe os desviásteis hacia la izquierda después de traspasar la primera muralla, dejando la plaza de ejecuciones atrás así como las zonas más adineradas. 

Vuestro camino, chapoteando en charcos de inmundicias y haciendo que las pocas personas que os cruzabais os miraran con resignación, os llevaron hasta la zona más despoblada y oscura de la ciudad haciendo que el alma se te cayera a los pies cuando descubriste hacia donde te llevaban: alejada de cualquier edificación por al menos un centenar de pasos, una enorme mole de piedra y acero se elevaba por encima de las murallas circundantes como un colosal desafío a los elementos. Su aspecto tétrico, totalmente funcional y sin apenas ornamentos, dejaba claro que no era un mero monumento decorativo para ensalzar el ego del Emperador... se trataba de la Tumba, la enorme prisión-fortaleza de Urbe

Os detuvistéis bajo la enorme mole, que parecía aguardar con sus fauces abiertas para engulliros por toda la eternidad; de su interior un lejano coro de lamentos, lloros y alaridos ofrecía una vaga idea de lo que ocurría en el interior. 

- No quiero una sola tontería o moriras en el acto- dijo el soldado sin un atisbo de piedad en el tono - En lo que a mi, y a ellos respecta - dijo haciendo referencia a los soldados del interior - eres una criminal

Con un ademán de la cabeza los soldados del interior se hicieron cargo de ti y te condujeron al interior, donde un fétido aire caliente, viciado, asaltó tu olfato haciendo que el simple hecho de entrar ya fuera algo digno de olvidar. Sin miramientos, con empujones y malas formas, los soldados te condujeron por varias salas, siempre hacia arriba, hasta llegar a una última estancia donde un tipo malcarado, sucio y con aspecto zafio te recibió con una sonrisa mezquina en los labios, que se ensanchó aun más al ver quien eras. 

El carcelero, Harek, seguía siendo un tipo despreciable, que gustaba de dispensar dolor de forma gratuita a sus inquilinos según habían comentado los guardias a modo de advertencia. Se trataba de un hombre alto, fornido y de aspecto salvaje, con una poblada barba rubia y una melena rizada que le llegaba a los hombros. Sus ojos claros y el marcado acento lo delataban como alguien procedente del norte, de la tierra de los valles, pese al mucho tiempo que llevaba en Urbe

Por fin has llegado... mi invitados ya estaban empezando a aburrirse.... ven, ven, te enseñaré tus aposentos jajajaja!- dijo con sorna mientras desenfundaba una porra de aspecto gastado por el uso - Mi preciosa y belicosa Inger... cuánto tiempo... me alegra que te hayas dejado caer por aquí para visitarme... que detalle ¡jajaja! Dame problemas y te abro la cabeza con mi amiguita ¿entendido? Aquí nadie hace preguntas sobre qué les ocurre a los presos, el porqué están amoratados, malheridos o muertos cuando los vienen a buscar. Este es mi reino y yo impongo las leyes - dijo cuando los guardias lo dejaron a solas contigo - Y te aseguro que lo vamos a pasar muy bien- añade golpeándote en el estómago con fuerza, dejándote sin aire unos segundos, momento que emplea para cogerte del pelo y alzarte casi a peso

El lugar apestaba a sudor, orines e inmundicias podridas. La desesperación era palpable en el ambiente y varios gimoteos ahogados por las gruesas puertas de madera reforzada se escucharon mientras avanzabas por el corredor salpicado de celdas a lado y lado. Rostros demacrados y sucios se apartaron de la pequeña abertura que tenían las puertas de las celdas al oír pasar al carcelero

Tienes suerte, te ha tocada la habitación real... las otras están todas llenas... pero pronto habrá sitio supongo- dijo mientras te hacia avanzar, a empujones, hacia el final del corredor.

Al llegar al final el carcelero te hizo girar hacia la pared, de rodillas, mientras se encargaba de abrir la puerta. No era nuevo en su oficio y no quería sobresaltos.

Un chirrido de bisagras reveló una celda espaciosa llena de paja mugrienta. En su interior, dos hombres de edad avanzada junto a una chica bastante joven, un hombre de tu edad aproximada y otros dos que rondarían los cuarenta años, apresados por un tobillo cada uno a una cadena en la pared, te miraron con ojos inquisitivos. No parecían llevar allí demasiado tiempo aunque uno de ellos tenía un feo moratón en el rostro y restos de sangre en el labio y otro tenía una brecha en la cabeza de bastante mal aspecto.

Oh, vaya, parece que la celda empieza a estar llena... así estaréis mas calientes cuando lleguen las nieves... Adentro, escoria- dijo mientras te introducía en las celdas sin miramiento alguno, descargando un fuerte golpe de porra en la parte trasera de la cabeza que te dejó medio atontada.

Mientras caías al suelo, dolorida, el carcelero te colocó un argolla en el pie que te unía a la pared por una cadena de apenas un metro, al igual que el resto de ocupantes de la celda.

Ya tenéis otra rata con la que hablar- dijo antes de salir satisfecho y cerrar la puerta a sus espaldas.

El sonido de la llave al girar zanjó el asunto mientras te recuperabas del golpe, observando el tétrico lugar al que te habían arrojado gracias a la poca luz que se filtraba desde la pequeña abertura en la puerta de madera maciza; el resto de la celda estaba completamente tapiado.

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07/10/2019, 10:10

El sonido de unos pasos llegó nuevamente a vuestros oídos, haciendo que toda conversación cesara por unos momentos. Unas palabras que no llegásteis a entender fueron cruzadas entre Harek y alguien más, haciendo que el carcelero jefe mascullara una exclamación y se levantara con presteza, desapareciendo por el pasillo con rapidez a juzgar por el sonido de pasos que se alejaba

Varios minutos después, el característico sonido de Harek al avanzar con alguien os volvió a llegar alto y claro; por el tono del carcelero parecía que era alguien conocido y, para vuestra sorpresa, al abrir la puerta de la celda apareció una mujer menuda y esbelta, de cabellos largos y cobrizos, o eso parecía bajo el manto de suciedad y polvo que la cubría casi por completo

Oh, vaya, parece que la celda empieza a estar llena... así estaréis mas calientes cuando lleguen las nieves... Adentro, escoria - espetó Harek con su habitual recibimiento, golpe de porra incluido, antes de arrojar al interior de la celda a la mujer

Su mirada se paseó por todos vosotros, señalándoos con la desgastada porra en señal de advertencia antes de ponerle el grillete al tobillo a la recién llegada y volver a la puerta

Ya tenéis otra rata con la que hablar- dijo antes de salir y cerrar la puerta a sus espaldas.

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07/10/2019, 16:44
Faedelon Bran

Mi mente había quedado aislada del entorno, mi ensimismamiento por buscar una solución me había abstraído de la realidad, por un momento mi espíritu parecía que salia de mi cuerpo y revoloteaba cual cuervo de los bosques.

Un punto en el que pese a estar encerrado pude volver a ver la luz del sol en mi cabeza, el brillo del arroyo y el olor a pan de mi pueblo.

Tan distraído estaba que no me di cuenta de que en la celda había mas personas, es entonces cuando mi emoción cayo por los suelos, mire con preocupación a los nuevos inquilinos de la Tumba, dos eran jovenes, y una de ellos bastante joven, no pude evitar mirar hacía el techo, donde antes yo veía el cielo, y llevarme las manos a la cabeza.

Es increíble, no solo nos han encarcelado a los ancianos, también se llevan a los jóvenes y adultos. Me sente en el suelo, me tape el rostro con mis nudosas manos.

Naûl tenga piedad de nosotros hermanos. Me dirigí a mis compañeros.

¿Que "pecado" habéis cometido contra este oscuro mundo?

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09/10/2019, 11:36
Heistrich

Miré al engreído muchacho con desdén; intentar que alguien como él entendiera el motivo de todo aquello era peor que hablar con una de aquellas paredes que me mantenían enclaustrado... pese a todo, no podía mantener la boca cerrada ante aquello

Puede que a ti no te sirva de nada; para mi es el trabajo de una vida. Ese usurpador engañó a todo el pueblo imperial para perseguir a quien no debían... él es el monstruo y no los siervos de Nörg. Pero yo no pienso quedarme aquí hasta que se decidan a venir a ejecutarme... no si puedo evitarlo- miré a la concurrencia, sin acabar de decidirme a seguir

Me mantuve callado, echando una mirada de soslayo a Faedelon. De los presentes sería el más reticente a mi plan sin lugar a dudas... así que por el momento me abstuve de decir nada. Tal vez cuando la situación fuera más crítica estuvieran dispuestos a colaborar

Pero a no mucho tardar una nueva inquilina llegó a nuestras acogedoras estancias. Otra mujer, y a juzgar por su aspecto, una salvaje del norte

Como sigan trayendo mujeres esto va a parecer un burdel... - mascullé enojado viendo que cada vez el espacio era menor allí dentro 

Observé con detenimiento a la recién llegada, así como la inquina con que la trataba Harek. (Otra que ha hablado más de la cuenta o que le ha caído especialmente mal, pensé) Torcí el gesto al ver como la puerta se volvía a cerrar tras el carcelero... allí poco se podía hacer, a decir verdad.

No me quedaban muchas opciones y esperaba no tener que jugar tan pronto mi as bajo la manga... pero todo parecía indicar que aquel momento se aproximaba a pasos agigantados

¿Y bien? ¿Acaso esta impulsiva juventud no piensa intentar huir? ¿Tan débiles de mente sois que ya os habéis hecho a la idea de morir aquí? De la chica lo esperaba, solo hay que verla, incluso de ti con tus aires de petimetre estirado... pero vosotros dos? Casi parecéis hombres capaces...- añadí sin moderar un ápice mi viperina lengua. Ya que íbamos a estar allí una temporada no era necesario ocultar las maneras de cada uno

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09/10/2019, 11:45
Heistrich

A no mucho tardar una nueva inquilina llegó a nuestras acogedoras estancias. Otra mujer, y a juzgar por su aspecto, una salvaje del norte

Como sigan trayendo mujeres esto va a parecer un burdel... - mascullé enojado viendo que cada vez el espacio era menor allí dentro 

Observé con detenimiento a la recién llegada, así como la inquina con que la trataba Harek. (Otra que ha hablado más de la cuenta o que le ha caído especialmente mal, pensé) Torcí el gesto al ver como la puerta se volvía a cerrar tras el carcelero... allí poco se podía hacer, a decir verdad.

No me quedaban muchas opciones y esperaba no tener que jugar tan pronto mi as bajo la manga... pero todo parecía indicar que aquel momento se aproximaba a pasos agigantados

¿Y bien? ¿Acaso esta impulsiva juventud no piensa intentar huir? ¿Tan débiles de mente sois que ya os habéis hecho a la idea de morir aquí? De la chica lo esperaba, solo hay que verla, incluso de ti con tus aires de petimetre estirado... pero vosotros dos? Casi parecéis hombres capaces...- añadí sin moderar un ápice mi viperina lengua. Ya que íbamos a estar allí una temporada no era necesario ocultar las maneras de cada uno


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10/10/2019, 11:12
Astrid Whitemoon

El anciano gruñón volvió a replicarle a Ramiel, y la muchacha no pudo evitar sorprenderse al escuchar culpabilizaba más al emperador que a los siervos de Nörg. No era la primera vez que quitaba peso a los hijos de la oscuridad en todo el asunto, y eso la hacía estremecer de arriba abajo.

Astrid se arrinconó un poco más cuando vio la puerta abrirse y vio como el carcelero metía a una mujer dentro con violencia. Rápidamente se trató de acercar a ella, todo lo que las cadenas que tiraban de ella la dejaran. — ¿Estáis bien? — miró con lástima a su igual momentos antes de volver la mirada al otro anciano, el más amable. A su pregunta no quiso contestar pues creyó que ya había quedado claro con todo lo que se había hablado con anterioridad. Entonces volvió hablar el otro, el más gruñón que no se cortó en llamarla débil y extrañarse que el resto no hiciera nada por salir de allí. Astrid no podía sentirse ofendida, ese anciano no se equivocaba y eso la avergonzaba.

No quería que otros se molestaran en intentar salir por sus propias vidas sin que ella hiciera nada, era injusto, pero no sabía qué hacer. Su moral estaba por los suelos y el miedo se encontraba muy en alza. De todos modos, estaban encadenados y la prisión no parecía tener ningún desperfecto a simple vista. — ¿Y qué podemos hacer? Estamos encerrados y encadenados. — contestó con impotencia y de nuevo, a punto de lloriquear. Luego tiró de su pierna varias veces para comprobar el estado de las cadenas y el aro que rodeaba su tobillo.

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13/10/2019, 19:22
OH
Sólo para el director

La cara me ardía, me había pegado y ni lo había visto venir. Me había manchado de fango hasta el cuello, y ya no podía salir de esta ¿Cómo aquel tipo podía odiar tantísimo la brujería como para estar tan alerta? Incluso con un hechizo tan sutil y ligeramente inocente. El caso es que me odiaba y ya me lo hacia pagar. Le oía hablar pero ¿para qué responderle? una sucia bruja no tendría más voto en una situación semejante y me limité a mirarle fijamente.

Estaba claro que el maletín con mis útiles no iba a serme de ayuda, y por mucho que lo quisiera en este mismo instante, no podía luchar ni siquiera por mi propia vida. Aunque si le pasaba algo a mis cosas... lo iban a pagar caro, eso debían darlo por seguro.

Se me abalanzaron y mi respiración comenzó a agitarse, no es que estuviera acostumbrada pero me lo esperaba. Me amordazaron y me guiaron hasta donde ellos querían como a un perro. Al menos me alegraba ver que algunos de ellos seguían rojos y agobiados gracias a mi hechizo, esa pequeña satisfacción me hizo entrecerrar los ojos, un pequeño deleite en esta pedazo de mierda de situación en la que me había metido. Atada en la parte trasera del caballo, disfrutaba los aires de pequeña libertad que me concedía el viaje, agradeciendo al animal por el transporte, le transmití toda mis buenas vibraciones, tratando de ser todo lo positiva que se podía ser en mi situación. Esto ahora solo era el viaje a lo que iba a ser mi condena de por vida o mi propia muerte, pero no tenía miedo, no aún.

Hasta el momento me había mantenido callada, impasible ante la situación en la que diferentes hombres me ponían la mano encima para llevarme arrastras y a sus anchas de aquí para allá, pero cuando me bajaron, fueron tan bruscos que gruñí bajo la mordaza y los miré de reojo con odio, solo un instante, ya que no quería enfadarlos.

Mis ojos escrutaban cada rincón donde me paraban, a pesar de estar atada y manipulada por estos animales, mi mente iba a mil por hora y eso era algo que no podían quitarme. Cuando aquel soldado tiró de mi cintura, hice caso comenzando a caminar, y sin mover la cabeza, seguí escrutando cada detalle del camino, tanto del lugar como de los ropajes de los soldados, sus gestos y sus miradas, todo y absolutamente todo. Llevaba conmigo un pergamino donde seguramente llevaría escrito mi condena. No podía hacer más que caminar bajo las ordenes de los guardas.

Tras el recorrido por el pasillo, donde pisaba con firmeza el suelo con mis botas manchadas de barro, me dejaron entrar en una habitación lujosa, digna de mi admiración. Mis ojos viajaron por las estanterías de las librerías, las cuales me parecieron majestuosas, pero llenas de libros sobre leyes, obligados a impartir condena a una mujer de las artes oscuras como yo. Luego mis ojos reposaron sobre el escritorio y comencé a sentir cierto agobio. Mi gesto cambió, pero solo un ápice, apenas arquee las cejas aunque mi frente empezó a sudar.

Y por fin la voz comenzó a dirigirse hacia mi, por lo cual mis ojos reposaron en esa boca que comenzó a hablar, de lo orgulloso que estaba por hacerme sentir como una mierda por la anulación de la magia. Menuda panda de cabrones.

Hablaba con calma, mis ojos se estrechaban ante algunas muecas que realizaba con aires cantarines para enfatizar algunas expresiones, como si yo fuera una niña que se ha portado mal en el cole y debía castigar. No me asustaba, a pesar de que sí, el corazón me iba tan deprisa como al principio, donde comenzó todo, en la plaza.

Cuando aquel hombre por fin, hace la pregunta para que yo responda, miré sus ojos fijamente, con ese aire frío y analítico que tienen el agua gélida que cubre los míos. - Inocente - Dije sin tardar demasiado, pero mi mirada era segura, fija, incluso desafiante, y aunque mi pecho se movía y el sudor empapaba mis mejillas, me mantuve firme.

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14/10/2019, 08:41
Ramiel Gardeniere

Ramiel tenía ganas de pegarse con alguien y no era habitual que se sintiera así. El viejo le buscaba las cosquillas y si algo se le daba bien, era ignorar a los que buscaban llamar tan desesperadamente la atención. Dejó pasar un tiempo prudencial, si el viejo pensaba que se iba a sentir ofendido por sus palabras, se equivocaba. Él se tenía en muy alta estima y lo que dijeran los demás no importaba, sabía muy bien lo que era y no se engañaba a sí mismo.

-Está claro que solo conoceis un tipo de burdel, señor -comentó con una sonrisa plácida-. Tanto libro no os deja tiempo para lo realmente importante.

Se miró las uñas, estaban sucias, como sus manos, y eso no le gustaba. De hecho estaba de mierda hasta el cuello y aunque trataba de mantener los ánimos elevados de sus compañeros de celda, porque estaba en su naturaleza hacerlo, estaba claro que había dado un grupo bastante desapasionado y el único que le aportaba entretenimiento era el viejo.

-Mi pecado ha sido la estupidez, señor... -dijo, dirigiéndose al hombre de la celda*, esperando-. ¿Alguien piensa decir su nombre o nos vamos a entretener estas horas que nos quedan de vida en tratar de adivinarlo? -bromeó, sin dejar de sonreir como si estuvieran en una posada frente a unas jarras de cerveza y vino. Se puso en pie, no podía caminar mucho más de lo que le permitía el metro de cadenas de sus tobillos-. Mi pecado ha sido seguirles a ellos cuando podría haberme tirado en la cama a dormir la mona después de doce horas de viaje en un puñetero carro, pero como tengo debilidad por las caras bonitas, no podía dejarla de lado -comentó mirando a Astrid. Dado que el carcelero no debía estar acostumbrado a que en sus celdas hubiese tanta cháchara, Ramiel decidió hacer eso que tanto le gustaba, sacar de quicio a los que eran de mecha corta. El murmullo de su discurso se escucharía en los pasillos y provocaría molestias en su "paciente" guardián-. Desde luego que aquí parece que nos hayamos muerto todos por dentro, pero no soy ningún guerrero, mis especialidades son más personales y os aseguro -miró esta vez al erudito**-, que no estoy esperando a que me llegue la muerte, porque aún me quedan cosas por probar. ¿Tenéis un plan? Porque el mentecato que nos custodia puede ser fácil de neutralizar, pero una vez fuera de la celda, ¿qué pensáis hacer? ¿Abrir todas las demás celdas y provocar un motín? ¿Tenéis memorizado el plano de este lugar? ¿Os habéis tatuado en alguna parte de vuestro cuerpo una forma de salir que ninguno conozcamos? Quizá en alguno de vuestros libros quemados hubiese algo, pero ah... se ha perdido. 

Sí, a Ramiel definitivamente le iba eso de agitar avisperos.

Notas de juego

*Se dirige a Faedelon, pero no sabe su nombre.
**A Heistrich

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14/10/2019, 09:20

La mirada del hombre, el arconte, se alzó del papel en el que estaba garabateando algo para posarse en ti, directamente en tus ojos, sin mostrar por ello sorpresa o emoción, enarcando únicamente la ceja derecha ligeramente como muestra de cierta humanidad.

-Ya veo- se limitó a decir

Un rápido trazo en el papel, seguido de la estampación de un sello en cera caliente procedente de un grueso tubo de cera que tenía a un lado finalizó su informe. Con aire solemne se alzó lentamente, se colocó muy recto ante ti, y empezó a recitar unas palabras que se hacía evidente que había dicho innumerables veces, empleando un tono átono y del todo impersonal. Para él eras poco más que un número anotado a pie de página

- En actuación de mi cargo, por el poder que me otorga el Emperador August I el Grande, y dadas las pruebas aportadas contra tu persona en el presente documento, declaro que ante la falta de testigos atenuantes en tu favor, se te sentencie a la muerte por ahorcamiento, a menos que se persona en este tribunal alguna prueba en tu favor que suponga una duda razonable sobre tu veredicto. Debido a tu declaración de inocencia, se te concede la gracia de permanecer tres días recluida en prisión en espera de una nueva sentencie que ratifique ésta o, en su defecto, que la revoque en favor de tu libertad sin cargos. Éste es mi veredicto en el quinto día del sexto mes del año seicientos sesenta y seis

Dejando la estirada pose, el adusto hombre recoge el documento en donde se recoge lo dictaminado y lo coloca en el escritorio, de cara a ti, mientras te ofrece una pluma y un tintero.

- Ahora, si es tan amable, firme aquí debajo para indicar que ha entendido la sentencia. Si no sabe escribir coloque una X- añade en el mismo tono antes de tocar una campanita que había colocado en un cajón del escritorio.

Apenas sonó la aguda llamada, la puerta de la habitación se abrió y el mismo guardia que te había traído apareció por la puerta, tomándote de un brazo antes de volver a amordazarte y atarte las manos a la espalda

- Lo de siempre, capitán... se niegan a admitir la culpa- suspira el arconte - Llévela a La Tumba y haga pasar al siguiente- añade con aire cansado

...

El trayecto hacia el lugar con tan ominoso nombre es corto y rápido, apenas un trayecto de unos pocos minutos a través del edificio en el que estabas antes de alcanzar una escaleras que descienden hasta un sistema de túneles pobremente iluminados aunque muy bien adoquinados. En la entrada de los túneles, dos soldados achaparrados y fornidos, uno de ellos con una fea cicatriz en un lado de la cara, te miran con desprecio mientras el llamado capitán te entrega a ellos, junto al documento que el arconte ha redactado.

El de la cara cortada, con un ademán brusco, tira de ti para que avances por el túnel mientras el otro toma el pergamino y lo lee de un rápido vistazo, levantando la vista con suspicacia cuando va por la mitad

- Que no pierda la mordaza, es una bruja- comenta con su compañero que te lanza una rápida mirada cargada de algo parecido al miedo, asintiendo de inmediato antes de asegurarse que la mordaza está bien apretada

El paseo por el túnel es rápido aunque, pese a ello, os lleva un buen rato llegar al vuestro destino. Atrás queda una red de pasajes que se conectan con el pasadizo por el que habéis venido, conformando una red en la que difícilmente se podría encontrar la salida correcta si no se conoce el camino... aunque por el hedor, es evidente que en algunos puntos conecta con las cloacas de la ciudad de un modo u otro.

- Ahorra Harrek s'encarrgarrá de ponerrte cómoda, brruja... jajaja... yo de ti no l'harría enfadarr y no usarría tus trrucos con él. No le gustan los rrebeldes y su porrra ya tiene varrias muescas que lo demuestrran. No des prroblemas y en trres días acabarrá tu sufrrimiento y podrrás irr a rrendirrle cuentas a Naûl- te comenta con inquina el tipo de la cara cortada ¡Eh, los 'arrriba!¡Soy Borrg, abrrid la puñeterra puerrta, os trraigo otrra inquilina!- grito mientras aporreaba una puerta de metal con su horrible forma de hablar

Con un chirrido una placa metálica con rejilla se abrió a media altura, viéndose en ella un rostro sucio y soñoliento. Segundos después, la puerta se abrió emergiendo del interior un olor a cuerpos apiñados, sudor, orines y sangre que te abofeteó de forma casi física.

Harek va a estar contento... llevan tres días trayendo insurgentes y tiene las celdas casi llenas- dijo con sorna el soldado que os recibió, tomándote bajo su cargo junto al pergamino antes de cerrar la puerta con un doble vuelta de llave y un pesado cerrojo - Ahora hacia arriba y sin protestar, sin parar hasta el final/b]

Un nuevo guardia, delgado y ojeroso equipado de forma muy ligera, se encargó de ti cuando el que te recibió te llevo hasta el inicio de un tramo de escaleras; tan solo llevaba un fino jubón y una espada al cinto hecho que te llamó la atención, ya que tanto los guardias del túnel como la pareja que había tras la puerta metálica llevaban petos y casco de metal, espada al cinto y lanzas en la mano.

[b]En marcha- se limitó a decir el guardia sin tocarte siquiera, iniciándose así un ascenso que te dejó sin resuello y con las piernas ardiendo. Pese al duro ascensor, y a que tu ritmo era cada vez mas lento, el guardia tras de ti en ningún momento te empujó o insultó. agradeciendo ese "detalle" de humanidad por su parte. El guardia tras de ti, acostumbrado al parecer a aquel trayecto, apenas aquejó el ascenso que te elevó, por lo menos, una docena de tramos de escaleras desde donde te encontrabas. Allí arriba, mientras respirabas, el hedor de los pisos inferiores era apenas una molestia ya que se disipaba con las corrientes de aire y la mejor ventilación del lugar

Al llegar arriba del todo, allí donde las escaleras terminaban, una nueva pareja de guardias saludó burlonamente al guardia que te había custodiado

¿Otra vez haciendo ejercicio, James? Y esta vez al cargo de una peligrosa damisela.... cada vez te asignan mejores encargos ¿eh? ¡jajajajaja! Así aprenderás a no cuestionar a Harek

Sin mediar palabra, el tal James se giró para volver a bajar, no sin antes susurrarte un quedo Suerte que solo tú pudiste escuchar. Era evidente que aquel hombre no estaba contento con el lugar donde le había tocado trabajar y, según parecía, tampoco con su superior, el tal Harek. Pronto descubriste el motivo

Tras custodiarte unos metros, la pareja de guardias se presentó con diligencia y un tono mucho más respetuoso a un tipo que solo con mirarlo ya causaba mala impresión. El carcelero, Harek, era un tipo despreciable, que gustaba de dispensar dolor de forma gratuita a sus inquilinos según habían comentado los guardias a modo de advertencia. Se trataba de un hombre alto, fornido y de aspecto salvaje, con una poblada barba rubia y una melena rizada que le llegaba a los hombros. Sus ojos claros y el marcado acento lo delataban como alguien procedente del norte, Nordsgrad posiblemente o puede que incluso de la tierra de los valles.

¿Otra rata más para mi colección?- masculló mientras se chupaba los dedos ruidosamente, acabando con un plato lleno de huesos de algún tipo de ave - Bien, bien, así hará compañía a esa panda de idiotas que se creían alguien... con suerte acabarán matándose unos a otros antes de que acabe el día a juzgar por cómo se hablan... ese maldito viejo tiene una lengua más afilada que mi espada y el chico no se queda corto. Me lo estoy pasando en grande sentado junto a la puerta cuando creen que no hay nadie cerca, escuchándolos de hablar sobre una fuga ¡ajajajaja! Ilusos... me gustaría que lo intentaran... Y mira que le he dado ocasión, tardando algo más de la cuenta en encadenar a la salvaje... pero ni por esas- comentó divertido a los guardias, que le rieron la gracia con clara desgana, buscando no enojar al que parecía el mandamás del lugar - Ahora largaos a vuestro sitio, de ésta zorra me encargo yo... ven, acércate, que te vea. Despacio, no hay prisa- indicó con un brillo lascivo en la mirada, mientras se secaba las manos en la pechera de su sucia camisola

No pasó desapercibida la gruesa porra de madera, de aspecto gastado por el uso, que llevaba al cinto ni la colección de armas y objetos varios que tenía en la pequeña habitación en la que estaba comiendo.*

...

La desesperación era palpable en el ambiente y varios gimoteos ahogados por las gruesas puertas de madera reforzada se escucharon mientras avanzabas por el corredor salpicado de celdas a lado y lado. Rostros demacrados y sucios se apartaron de la pequeña abertura que tenían las puertas de las celdas al oír pasar al carcelero

Tienes suerte, te ha tocada la habitación real... las otras están todas llenas... pero pronto habrá sitio supongo- dijo mientras te hacia avanzar, a empujones, hacia el final del corredor.

Al llegar al final el carcelero te hizo girar hacia la pared, de rodillas, mientras se encargaba de abrir la puerta. No era nuevo en su oficio y no quería sobresaltos.

Un chirrido de bisagras reveló una celda espaciosa llena de paja mugrienta. En su interior, dos hombres de edad avanzada junto a una chica bastante joven, un hombre de tu edad aproximada y otros dos que rondarían los cuarenta años, apresados por un tobillo cada uno a una cadena en la pared, te miraron con ojos inquisitivos. Tirada algo más allá, en la misma celda, una mujer sucia y demacrada, de aspecto asalvajado, miraba a Harek con auténtico odio en la mirada. No parecían llevar allí demasiado tiempo aunque uno de ellos, el más viejo, tenía un feo moratón en el rostro y restos de sangre en el labio y otro, uno de los hombres, tenía una brecha en la cabeza de bastante mal aspecto.

Oh, vaya, parece que la celda empieza a estar llena... así estaréis mas calientes cuando lleguen las nieves... Adentro, escoria- dijo mientras te introducía en las celdas sin miramiento alguno, descargando un fuerte golpe de porra en la parte trasera de la cabeza que te dejó medio atontada.

Mientras caías al suelo, dolorida, el carcelero te colocó un argolla en el pie que te unía a la pared por una cadena de apenas un metro, al igual que el resto de ocupantes de la celda.

Ya tenéis otra rata con la que hablar- dijo antes de salir satisfecho y cerrar la puerta a sus espaldas.

El sonido de la llave al girar zanjó el asunto mientras te recuperabas del golpe, observando el tétrico lugar al que te habían arrojado gracias a la poca luz que se filtraba desde la pequeña abertura en la puerta de madera maciza; el resto de la celda estaba completamente tapiado.

Notas de juego

* Tu decides cómo actuar ante la "invitación" de acercarte a él

PD: Estás amordazada y maniatada, con las manos a la espalda. En el pie tienes una argolla de metal unida a una cadena en la pared de un metro de largo aproximadamente. De los presentes, el que más desasosiego te causa es el más viejo (Heistrich) sin saber exactamente el por qué

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14/10/2019, 09:22

Las palabras seguían surgiendo con cuentagotas en aquel depravado y horrible lugar, pero el sonido de pasos y la voz lejana de Harek volvió a poneros sobreaviso ¿más presos?

La puerta se abrió nuevamente, dejando entrever la silueta del carcelero porra en mano. Su mirada hosca dejaba claro que no estaba de un humor especialmente bueno

-Tu, enclenque. Cierra la boca o te la cierro a golpes- añadió mirando a Ramiel - Os traigo otra cucaracha más para que se pudra con vosotros ... ¡de espaldas, todos! Al primero que mueva un músculo le rompo los brazos a golpes- amenazó de forma ruda, haciendo que ninguno dudara de la veracidad de aquella amenaza*

A vuestra espalda, un golpe sordo os hace mirar de reojo viendo como un nuevo cuerpo es arrojado a la celda, completando el espacio disponible en cuanto a cadenas en la pared se refiere; con paso lento y calmado, Harek sale de la celda sin daros la espalda, con la porra más que dispuesta para asestar un fuerte golpe al primero que se atreva a girarse

- Bien, bueno chicos... solo por esta vez no escupiré en vuestra comida por haberme hecho caso ¡ajajaja!- se mofó antes de cerrar la puerta nuevamente

La recién llegada, al contrario que el resto, estaba con las manos atadas a la espalda y una mordaza firmemente anudada de modo que le era imposible articular palabra alguna. Su aspecto, delicado y hermoso pese a la suciedad, destaca por unos ojos azul profundo y una tez muy pálida

Notas de juego

*Hasta que no os giráis todos no entra en la celda junto a la nueva presa

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14/10/2019, 10:36
Heistrich

Ya estaba el remilgado niñato tirándome de la lengua... era hora de poner los puntos sobre las ies y cerrarle el pico;

Resulta que sí, chico. Tengo el plano de este lugar memorizado, al igual que el de toda la condenada ciudad. Sé los secretos de Urbe mejor que aquellos que la gobiernan... sé que hay otra Urbe bajo la propia ciudad, casi tan basta como la que conoces... El conocimiento es poder, y, por ende, yo soy muy poderoso. No en vano he dedicado mi vida a la erudicción- le dije haciendo restallar mi lengua cual látigo

Pero entonces callé, de golpe, al escuchar sonidos acercándose, no queriendo ser objeto de las atenciones de Harek. No otra vez, ya que parecía que nuevamente nos traía a otro reo... ¡otra mujer! ("Genial, más lloronas para que ésta no se sienta sola", pensé mirando a Astrid)

Pero algo me llamó la atención. En aquel mundo quien no era observador no prosperaba, o como poco se llevaba buenos golpes... aquella mujer de mirada hipnótica estaba amordazada y maniatada... y algo en ella me producía malestar ¿Qué ocurría allí?

Me mantuve callado, por vez primera ante la nueva incorporación manteniéndome a la expectativa, haciendo caso omiso al muchacho y centran mi atención en la fémina... si Faedelon me había provocado interés, ahora del todo descartado por su falta de iniciativa, aquella mujer había vuelto el lugar de lo más interesante

¿Quién era?¿Y por qué me causaba tal impresión?

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14/10/2019, 21:48
Inger Virtanen

Sabía que mi final estaba cercano, lo olía en el acero que rozaba mi cuello buscando derramar mi sangre, pero a pesar de ser consciente de que esa misma noche moriría, no sentía miedo sólo decepción y rabia por aquellos que había considerado amigos. Nadie salió en mi defensa, nadie quiso arriesgarse a ser acusado de ayudar a una asesina a pesar de que algunos dudarían de lo que veían sus ojos.

Ni siquiera hice caso a las burlas del capitán, centrada como estaba en mirar con odio y desprecio a mi gente, a aquellos que habían compartido conmigo desgracias y alegrías, a todos los que había ayudado en los momentos de necesidad y que ahora me daban la espalda.

Mientras esperaba mi final podía visualizar cada uno de los movimientos del sargento ejecutando la sentencia, podía sentir el contraste del frío acero y la sangre caliente, podía ver la nieve como poco a poco se iba tiñendo de rojo, podía notar cómo mis músculos se relajaban mientras caían al suelo. Podía… No, algo interrumpió la acción que esperaba dejándome desconcertada, una voz que detenía una sentencia que yo sabía injusta, una voz que yo reconocí enseguida y cuyo dueño yo había juzgado con ligereza hacía tan sólo unos minutos antes.

Sus palabras me brindaban una oportunidad de salvación, quizás no de manera inmediata pero sí me ofrecían un atisbo de esperanza.

Gracias Hurgan —conseguí susurrar antes de que los soldados me apresaran para arrastrarme lejos de mi tierra, a un lugar que ellos llamaban civilizado pero que a mis ojos sólo era otro agujero más donde malvivir y morir sin oportunidad alguna, por lo menos para los menos favorecidos.

Me dejé arrastrar por ellos hasta que me obligaron a montar a caballo y me ataron. Mi situación no había mejorado, y pudiera ser que incluso hubiera empeorado, pero me aferraría con fuerza a la pequeña llama de esperanza que había encendido Hurgan en mí y a ella volvería una vez y otra en los duros momentos en que fuera a desfallecer.

El viaje fue una tortura continua y, en más de una ocasión, había estado a punto de apagar esa pequeña llama pero, bien fuera por orgullo bien porque necesitaba limpiar mi nombre, me mantuve todo lo firme que pude durante las largas jornadas de viaje aunque, a cada día que pasaba, más débil me encontraba. Agotada, débil, sucia, el aspecto que debía presentar cuando entramos en la ciudad sería seguramente el que se esperaba de alguien que iba a ser juzgada en breve, una auténtica malhechora, una vil asesina, escoria de la sociedad.