Partida Rol por web

La zona que te ha tocado para buscar te es muy conocida, después de todo siempre la recorrer para ir hacia la radio. Hay muchos lugares donde esconderse antes de adentrarse en terreno más rural, pues una vez que las casas terminan no hay mucho más que la radio, el mirador y el observatorio. Más al este está la represa, aunque nunca pusiste un pie allí. Estas seguro que en la radio estará Elizabeth, una chica bastante avispada y alegre, la única con un toque rebelde. Al menos sin contar a Luana que ella es única. Podrías buscar concienzudamente o irte a algún lugar que te parezca más propicio en el que un loco buscaría refugio.

Al fin todos se han ido, solo quedando el Sheriff en la iglesia. Hay mucha tensión en el aire y seguramente tienen mas preguntas que respuestas después del intercambio de palabras con Dylan. Ahora Doorgod podría salir de su escondite sin problemas.

Desde donde estas, ves salir a Luana Riquelme y Eric Tucker de la iglesia. Al igual que con Dylan, ambos van apresurados y con rostros serios, solo que van en direcciones contrarias. Luana va hacia el Oeste, bordeando el cementerio y Eric hacia el este, atravesando la plaza. El alcalde no puede verlos pues esta de espalda a la iglesia. 

-Agradezco sus palabras- dijo una vez mas asintiendo lentamente-. Iré a ver al padre Doorgod, solo por si acaso.

A pesar de las palabras de Batterman, la anciana se preparaba para lo peor, esperando lo mejor. Aferraba un rosario en sus manos con fuerza, jugueteando con las cuenta mientras hablaba. Poco podía hacer mas que rezar. Se despidió con una sonrisa y una inclinación de cabeza.

Puedes ver que Judy esta frente a la alcaldía, hablando por teléfono. Parece estar esperándote aunque no te ha visto aun. Las dos mujeres continuaran su camino a menos que quieras hablar mas, pero piensas que has dicho lo necesario y poco podrás hacer en la situación en la que se encuentran. Que el padre Doorgod se encargue allí donde los médicos no puedan.

Salí del confesionario rápidamente, cansado de no poder decir ni media palabra:
- ¿Se puede saber que demonios se trae entre manos esta gente? Imagino que toda la historia del primo de Dylan también te resulta extrañísima.

Tras un buen rato instándoles a salir, por fin fueron en busca de aquel extraño que conocíamos como el primo de Dylan. Cuando salió Geli tuve que contener una risa, el pobre había estado allí encerrado todo este tiempo para nada. Mirándolo, todavía con expresión divertida, le planteé mis pensamientos.

-La verdad es que pensaba que hablar con Dylan me aclararía algo más las cosas, pero me temo que sólo me ha liado más. La preocupación del chico parece genuina, pero sin duda esconde algo. ¿Has podido escuchar toda la conversación desde ahí dentro? Ahora mismo no sé que hacer, tenía bastante claro que en las montañas habría alguna pista, pero no estoy tan seguro. ¿Qué me dices Geli? Siempre has sido bueno a la hora de decidir entre dos alternativas. ¿Sector noreste o montañas?

Una vez que me separé de mis compañeros, decidí revisar la zona noreste. Sentía que había algo turbio de verdad detrás de la historia del supuesto primo de Dylan y la cara que había puesto cuando le mencioné la existencia de un sótano había sido muy reveladora. Ni siquiera sabía si el tal Adam vivía en un sótano, tan solo había sido una simple corazonada basada en mi propia vida. Al fin y al cabo, gran parte de mi infancia la había pasado encerrado en el sótano de mi casa, mientras mi abusivo padre golpeaba a mi madre, únicamente para luego bajar a golpearme a mí, una y otra vez.

Por suerte para mí, la zona que me había tocado no me era desconocida, ya que solía recorrerla para acudir a la radio. Supuse que allí debía de encontrarse en estos momentos Elizabeth y, aunque estaba pensando en explicarle lo sucedido por si podía echarme una mano, mi primer movimiento estaba claro: iría directamente hacia el mirador.

Adam podía encontrarse en cualquier lugar en esos momentos. Poniéndome en su piel, imaginaba que lo que haría sería introducirme de lleno en la zona más rural y buscar un modo de llegar a las afueras, sin detenerme. Sin embargo, el mirador era un lugar elevado que me permitiría observar la zona con detenimiento y descartar dónde podría encontrarse.

Sin pensarlo dos veces, decidí dirigirme hacia el mirador para proceder a echar un vistazo.

Evelyn decidió no entrometerse más de la cuenta y le indicó a la señora Swacht que la siguiera. No tenían mucho más que hacer mientras esperaban. 

-Señor alcalde, nos veremos en otra ocasión -le dijo a este. -Señora Swacht, ¿vamos?

La enfermera tampoco quiso hacer demasiado caso a la pareja que había salido de la iglesia. Cada uno tenía sus asuntos y la necesidad acuciante ahora, era otra. 

 Wilson finalmente llega a la alcaldía saludando a su secretaria con una sonrisa... que no era su típica sonrisa de pancarta, sino una más personal y más cálida. Como si fuera una sonrisa especial para ciertas ocasiones. Espera a que termine el llamado por teléfono y se acerca a ella, pero con un pie en uno de los escalones de la alcaldía, como si estuviera por hacer un ademán a entrar al edificio.

- ¿Que tal ha estado el día? Y si puedo pedir tu opinión... ¿que tal he estado?

El verlas salir del hospital con esa expresión en la cara no presagiaba nada bueno. Por educación Harry se acercó a las dos mujeres y con un tono amable les comenta. - Sra Swacht, srta Walker. - Dice con un saludo de policía a civil. Y añade  - ¿Se encuentra bien Sra Swacht?. - Sin intención de parecer maleducado se dirige a la enfermera y le dice sin que le oiga la Sra Swacht. - ¿Necesita que le eche una mano con la Sra Swacht?. -  Harry sabía lo que era la pérdida de un ser querido y sólo quería ayudar aunque el deber le llamaba y no quería demorarse execesivamente. Algo inquieto miraba hacia el pub...

Me acerqué a Félix y me dejé caer a peso sobre uno de los bancos.
- No sé qué pensar, amigo mío. No tengo ni idea de qué puede pasarle al primo de Dylan, qué le ocurrió realmente a Ángela, o si hay alguien más detrás de todo esto. Necesito pasar un momento por mi despacho, acompáñame. Por cierto, ¿qué te dijo Lee en secreto? Creo que es lo único que no he podido oír.
Me levanté del banco y me dirigí al despacho con rapidez.
- Tengo varios libros de referencia para los exorcistas, en los que se describe como distinguir distintas enfermedades mentales comunes de casos reales de posesión, por ejemplo. Lo llevaremos con nosotros, que el saber no ocupa lugar. De todas formas, creo que de ninguna manera debiéramos a las montañas sin saber más. Podemos perder demasiado tiempo o no estar preparados para lo que podamos encontrarnos. Además, por muy loco o salvaje que este ese muchacho, antes o después tendrá hambre, y seguro que hay mucha más basura alrededor del pueblo que en mitad del bosque.

El ver por allí al ayudante del sheriff no impresionó lo más mínimo a Evelyn Walker. Al fin y al cabo era normal que agentes de policía estuviesen rondando la zona en busca de cualquier tipo de peligro. Extrañada, la enfermera cayó en la cuenta de que todo el mundo estaba muy nervioso. 

-Íbamos en busca del padre Doorgod -contestó la enfermera mirando de reojo a la señora Swacht. -¿Ha pasado algo? -le preguntó la joven siguiendo la mirada del ayudante hacia el pub. 

Todo se estaba tornando de un extraño tinte.

Miré a mi amigo, alto extrañado. Desde luego algo estaba ocurriendo, ¿pero de verdad íbamos a necesitar libros de exorcismo? Un poco escéptico asentí, confiando en él. Geli me había creído al contarle toda aquella extraña historia de los encapuchados, así que era mi momento de confiar en su intuición. Mientras caminábamos hacia su habitación, contesté a su pregunta.

-Me comentó que vio a Ronan, el amigo de Dylan que también iba con esas dichosas túnicas negras. Estaba ayudando a la Sra. Crown con la compra, como si nada, lo que concuerda con la versión de los hechos de Dylan. Además, Lee pudo ver a la que definió como una "mujer extraña algo desorientada que estaba buscando a su madre". No me ha dicho nada más, y no le hubiera dado más importancia si no fuera porque Dylan se puso tenso durante un segundo al escucharme mencionarla. Le he mandado que la busque, a ver si tenemos suerte. 

Una vez llegamos a la habitación, se puso a rebuscar entre varios libros, mientras continué hablando.

-Buscaremos pues, en el pueblo. No me hacía mucha gracia abandonarlo de todos modos.

Temía que algo pasara y no me encontrara en el pueblo. Había dejado al alcalde al mando, pero no tenía la certeza de que fuera suficiente en caso de crisis.

Aun así, me sorprendí a mi mismo mirando en dirección a las montañas. Había algo que me llamaba, algo que me instaba a ir allí. ¿Por qué? Mi lugar estaba allí, sirviendo y protegiendo, no explorando montañas misteriosas. Aun así...

-Todo esta en manos de Dios- dijo simplemente la anciana, casi sin poder evitar aferrarse con fuerza al rosario que sostenía en sus manos. Ella no prestó atención al pub, pues en esos momentos no le interesaba para nada lo que fuera que ocurriera en el pueblo, por lo que la conversación de ambos le pasó desapercibida.

Ambos miran al pub y solo pueden ver a Edna limpiando mesas y comenzando a encender alguna luz de dentro del local. Sabe que alguno querrá beber algo mas antes de marcharse a sus casas. Incluso ven algunas cabezas dentro, pero no pueden identificarlas.

El camino hacia el mirador era largo, pero lo recorriste a buen ritmo, sin encontrarte con nada ni nadie durante todo el trayecto. El ascenso te resulto agotador, pero llegaste sin problemas con las oscuras montañas a tu espalda y el pueblo al frente. Lo único que te separaba de una buena caída era unos viejos troncos cortados hace mucho tiempo y que hacían de barrera. Por las dudas no te recargaste en esa antiquísima barrera y buscaste con la mirada algo que te resultara extraño.

El sol empezaba a ocultarse, por lo que veías numerosas luces en el pueblo, a tu izquierda la mas poderosa era la de la centra eléctrica, la represa de Sonnenlich. Seguramente el único lugar "moderno" de ese pueblo. Pudiste ver la radio a la distancia, aun con las luces encendidas, seguramente Elizabeth estaba por terminar su turno, poniendo alguna canción de Nirvana como solía hacer. No ves humo o fuego en ningún lado, ni luces de la policía o siquiera algo raro. Aunque sentías escalofríos y no entendías porque. 

Tu secretaria cortó la comunicación en cuanto te vio, guardando su celular y acercándose a ti con rapidez. Tu pregunta le hace dudar unos instantes.

-No ha pasado nada mas- hizo un gesto como agradeciendo esto ultimo-. Hablé con un par de personas y todo estuvo normal. Se preguntan por la salud de Harold Swacht y poco mas. Parece que eso les hizo olvidar lo de los pájaros y la actitud de Strarrosa- tu ultima pregunta le hizo sonreír con dulzura y calidez-. Excelente. Normalmente no pasa nada, mas allá de lo usual, pero en este día las cosas empezaron raras. Pero supo llevar a buen termino el festival y todos parecen contentos. Su gesto para con Rot fue sublime, muestra humildad y deseo de progreso. Ganaste muchos aliados con un simple apretón de manos- señaló a la alcaldía-. Dejaré preparado unos papeles para mañana.

Te dedicó una larga mirada, sonriendo de forma casi seductora, para luego marcharse hacia la alcaldía. No podrías jurarlo, pero su caminar se había vuelto mas provocativo. ¿Seria por como llevaste todo los problemas ese día que tu secretaria te veía con "buenos ojos"? Quizás solo jugaba contigo y el constante rumor sobre sus amoríos con cada alcalde en turno.

La habitación de Doorgod no era muy grande, pero resultaba acogedora. En un rincón había un hogar que le servía en las noches frías y donde gustaba dormir a Hond. Las paredes eran de piedra y el techo de madera, con una solo ventaba de gran tamaño que permitía que ingresara la luz la mayor parte del dia. Una cama pequeña y un armario completaban el lugar. En una de las paredes, había una biblioteca atiborrada de libros. Una puerta daba a la cocina, casi más pequeña que el dormitorio. El baño había sido construido en los tiempos del padre Boek, pues antes tenían que salir afuera, en donde había un baño al aire libre. El lugar tenía un aura antigua, como si la fuerza de cientos de otros buenos hombres aun residiera allí.

Sentía escalofríos, aunque no comprendía el motivo. ¿Sería que estaba presitiendo que algo malo estaba a punto de suceder?

Desde el mirador, me resultó imposible determinar dónde podía encontrarse el primo de Dylan ni divisar nada extraño. Estaba empezando a desesperarme, pensando en si el sheriff o Luana habrían podido encontrar a aquel chico.

Sabiendo que no tenía muchas indicaciones que seguir, consideré que lo más lógico en esas circunstancias era acudir a la radio para poder hablar con Elizabeth. Lo más probable es que no supiera ni hubiera visto nada, aunque siempre podía serme de ayuda para buscar al primo de Dylan o transmitir un mensaje por la radio indicando lo que estaba sucediendo en el pueblo.

Leí el escepticismo en los ojos de mi amigo como el que lee un libro: - No creas que cargar con un libro de exorcismos es una venganza extravagante por haberme tenido encerrado con una pistola en mi propio confesionario. El libro que busco no es un libro con los rituales para exorcizar, sino algo que seguro que es útil si encontramos al primo de Dylan. Algo tenemos claro: ese pobre chaval es un alma atormentada. No sabemos si el origen de su tormento es la enfermedad, la ira, el miedo, el rencor o... más oscuro. Una posesión es la forma más potente que tiene el maligno para actuar sobre una persona, pero existen otras muchas formas más sutiles, que en incontables ocasiones pasan por la tentación. Es su principal arma, amigo mío, y tú y yo lo sabemos bien. Nosotros sabemos qué está bien y cuál es nuestro deber, nuestra misión. Pero ahí está la tentación para atraernos hacia el mal, que a veces se disfraza de inocente curiosidad o verdadera desesperación. El libro que busco es un manual que editó la Asociación Internacional de Psiquiatras Cristianos, y que permite distinguir todo tipo de enfermedades mentales de otros cuadros en los que puede detectarse la influencia clara de fuerzas oscuras. Tómalo como un libro de científicos que piensan que puede haber cosas que solo su fe explica.
Mientras hablábamos llegamos a mis dependencias. Escuché el comentario de Lee acerca de la mujer extraña y desorientada que me relató Félix:
- Interesante...- asentí a media voz.

- Debe estar por aquí-dije mientras recorría las estanterías con la mirada. Es un libro grande, de color rojo, titulado: "Enajenación clínica e influencia del Mal". - Y ya que lo has mencionado, cogeremos también un ritual de exorcismo que heredé de un viejo amigo. Este es más fácil de encontrar: es un pequeño librito negro que hay en el primer cajón de mi mesita de noche.