Partida Rol por web

Dalla dedicó la mayor parte del viaje a conversar con Gonkar y aprender todo lo que pudo del Bosque frío. Hablaron también de Tempus y comprobó que el corazón de Gronkar estaba bien alineado con los valores del dios de la lucha, igual que las de sus hermanos del Norte y que no tenía nada que temer del extraño mediano.

Pronto, sin embargo, el tiempo les privó de la posibilidad de relajarse conversando y el invierno mostrós su fauces al grupo, enviándoles temperaturas que suponían un desafío incluso para los nacidos allí. Se vieron obligados a acampar a cielo abierto y Dalla intentó conversar con Lisa mientras compartían una manta. La doncella se había visto muy turbada por el combate con los kobolds y Dalla comenzaba a pensar que había cometido un error al traerla con ellos. No estaba hecha para aguantar aquella vida en el camino.

Ella misma debía reconocer que estaba siendo más duro de lo que había pensado.

Finalmente, divisaron la empalizada de Fuerte Alto y todos respiraron aliviados.

-En verdad que no veía la hora por llegar. Ahora, a ver qué nos encontramos...

Justo luego de sacar los kóbolds de donde sería su refugio temporal, cuando se acercó nuevamente a donde habían acampado esas sucias criaturas pudo percibir el rastro de un mediano arrastrándose. Estaba atado de pies y manos, pero se las había arreglado para arrastrarse. Luego vio las cuerdas cortadas... y recordó que había sido él mismo el que había cortado dichas cuerdas, y que el mediano era el incivilizado Gonkar de la gran tribu de la PieldeOso.

Pronto Kroner entró en confianza, al ver que era un aguerrido seguidor de Tempus. Kroner buscaba lo mismo que él: la gloria en el combate, y Tempus favorecía a los que se lo merecían. Intentaba imaginarse a ese pequeño mediano blandiendo la lanza y combatiendo contra guerreros de su propio clan, y no pudo dejar de sonreír cada vez que lo recordaba. Tal vez, cuando tuvieran que demostrar su capacidad de combate, pudiera salir del error, pero mientras tanto, sentía cierto padrinazgo hacia el mediano. ¿Alguien más a quien proteger? Esperaba que no, ya que Dalla tenía toda su atención.

Ese último trayecto fue estresante para el montaraz. Saber que eran una atracción nocturna segura hacía que su sueño fuera más liviano que de costumbre. Así fue como descubrió que el enano cada tanto roncaba, y que Elden murmuraba cuando meditaba. Dalla, en cambio, parecía quedarse petrificada al dormir porque prácticamente no se movía. Pero por suerte eso fue todo lo que sucedió, digno de mención. Fue un tiempo que les permitió conocerse un poco más, aún ante el frío que hacía que hablar fuera una elección difícil de tomar rápidamente.

-Así es...- musitó el guerrero iluskano arrebujándose aún más en la capa de piel y observando los alrededores mientras dejaba que el elfo o el enano tomaran la posta de presentarse ante el pueblo.

Al llegar la mañana, la incertidumbre de saber que traería el nuevo día, fue lo primero que cruzó por la mente del elfo. Estas ultimas noches habían sido terribles, el recuerdo de aquellos momentos en los que pensó que iba a morir, le hacía recorrer un extraño frío por todo su cuerpo, pero el ver que en esta ocasión no estaba solo, realmente le reconfortaba, aunque no quería acostumbrase a ello, la vida de un vigía era la de ser un solitario, la carga que había aceptado era servir a su pueblo, ser un faro que anunciase cualquier peligro que amenazara al Bosque de la Luna y a los pobladores que le avecinan.

A aquella pregunta de Kroner sobre que eran Los Vigías, la respuesta de Elden, no podía ser muy amplia, pues se trataba de una sociedad militar élfica creada por su pueblo, para proteger los secretos que albergaban en el Bosque de la Luna y a los pueblos que estaban cerca, pues de alguna forma era necesario mantener el equilibrio de la naturaleza. De esta sociedad Elden era el último del eslabón, pero pronto podría ser promovido, si lograba sobrevivir a esta cruzada.

Estando listos todos, se apresuraron para retomar la marcha, Elden desató al Kobold que estaba prisionero y le hizo una señal con la mano para que se fuera lo mas lejos posible, aunque todos encontraríamos una escena bastante grotesca al salir de la cueva, pués los carroñeros habían hecho lo suyo con los cuerpos que el montaraz había apiñado en las afueras.

Todo pasó a un segundo plano, simplemente había que seguir, había gente que les aguardaba, gente que estaba en peligro. Las noches siguientes fueron tensas y Elden pese a entrar en meditación, no podía evitar murmurar cosas sobre aquella fuerza demoniaca que intentaba apoderase del bosque de la luna, escuchaba en su mente su risa e imágenes de personas esclavizadas, niños, mujeres, ancianos, todos forzados a trabajar; en esos momentos despertaba pasaba la mirada por todos y cada uno de quienes le acompañaban, especialmente de los sirvientes de la hechicera Dalla, gente que de cierta forma eran muy vulnerables, serían los primeros en morir si las cosas se salían de control.

Haciendo un esfuerzo, pudo poner su mente en calma para seguir con el viaje y finalmente, el elfo divisó un poblado a la distancia, pero al llegar frente a sus puerta nadie parecía tener intención de abrirles -Soy Elden. Vigía del Bosque de la Luna, solicito audiencia con su comandante!- espetó ante aquella entrada

Los días siguientes al incidente de la cueva fueron tranquilos y sin sobresaltos, como le gustaban a Bofrund. Levantarse temprano, preparar la carreta, comer algo y sentarse a ver pasar el paisaje lentamente, acompañado del constante traqueteo de la carreta que le resultaba sumamente relajante en su ritmo suave y monótono. Una vez que el sol caía tocaba montar campamento, dormir y repetir. La vida en el camino no era tan mala, salvo por el frio infernal. Cuando se aburría se ponía a lustrar sus herramientas de combate mientras tarareaba entre dientes una melodía que para el final del viaje probablemente todos los demás fueran a detestar; o buscaba a alguien que supiera jugar a las cartas. Era una lástima, varios conocían las reglas, pero ninguno sabía realmente jugar. No para los estandares de Bofrund al menos.

En la noche del tercer día llegaron a destino. Le llamó la atención que, antes que nada, el elfo se pusiera a exigir reuniones con comandantes en lugar de pedir que abran la puerta y buscar una cama y comida caliente, pero a fin de cuentas la empresa del viaje era en inicio cosa suya, asique le dejaría a él la diplomacia.

El pequeño durmió muy placentero esa noche, llevaba muchas noches durmiendo amarrado de pies y manos. Pero justo en esa misma noche, sus compañeros se dieron cuenta que el compañero tenía sus "peculiaridades". Para empezar, sus ronquidos competían o ganaban a los emitidos por el Enano. Era impresionante ver una criatura tan menuda, como un niño de 6 años, emitir sonidos tan perturbadores como aquellos.

Su forma de comer dejó mucho que desear, en especial a Dalla y Lisa, tan acostumbradas a las buenas costumbres de la elite social. Fue grotesco ver como el mediano se atiborró de todo lo comestible q tenía al alcance, aceptó las raciones secas que sus compañeros ofrecieron, pero cuando ellos apenas daban el primer o segundo bocado, Gonkar ya había finalizado, con los cachetes inflados y la boca repleta.

A pesar de los ronquidos, el mediano dormía extremadamente placentero, se le veía demasiado cómodo con una roca como almohada, una hoja (o lo que fuera) como cobija y su nueva lanza como un preciado tesoro que abrazaba en su sueño.

Durante el viaje habló bastante con Dalla, nunca había visto una mujer más hermosa, era poco hablador, pero mediante frases cortas respondió absolutamente todo lo que la dama preguntó. Y estuvo muy atento a preguntar toda clase de cosas y escuchar todo lo que tuvo que decir, sabía que de ella aprendería muchas cosas. La magia fue lo que más le impresionó y no ocultó su sentimiento de temor y de curiosidad por ella.

Las conversaciones con el resto del grpo, en especial con Kroner, fueron diferentes, mucho más marciales y más entendibles para el mediano. Hablaban del bosque, de la naturaleza, del viaje y por supuesto de las gestas en combate.

Ese pequeño mediano que ahora viajaba con un grupo, mostró su sorpresa al llegar al pie de la empalizada, sus 3 metros de altura eran como torres a la vista del pequeño. Su pueblo nómada hacía campamentos temporales y nunca levantaba murallas de madera ni medios de protección, confiaban mucho en sus dotes guerreras y en sus lobos domesticados. Se aproximó a la empalizada y la examinó muy de cerca, tomó atenta nota mental sobre ella ¿Como se construyen estas cosas tan altas? Preguntó a sus compañeros con cierta ingenuidad. Parte de su misión autoimpuesta era llevar ideas a su tribu para hacerla más próspera.

Kroner miró desde su altura a Gonkar. ¿No tenían empalizadas en su pueblo? Sabía que había tribus de bárbaros que no las tenían, en las que confiaban plenamente en sus habilidades de combate. Kroner confiaba en eso, pero también en la táctica y las ventajas que podía dar una defensa así. Eso se lo había enseñado el ejército.

-Cavando y colocando los troncos de árboles muy juntos- respondió el montaraz con una leve sonrisa en el rostro -Se coloca tierra y piedras para hacerla más firme y generalmente del otro lado es más alto para que los defensores puedan usar sus armas más cómodamente. ¿En tu tribu no tienen este tipo de defensas?-

Eso era todo lo que sabía, todo lo que había visto. Seguramente el enano o tal vez hasta Dalla pudiera ampliar esa información.

Un hombre de avanzada edad apareció detrás del portón, con una lámpara encendida que iluminaba la cara de los viajeros. Uno a uno observó sus rostros y abrió el portalón para que siguieran.

Aquel hombre no conocía a Elden, pero sabía de los vigías del bosque así que no preguntó más.

-El encargado de la seguridad debe estar donde siempre, en la única posada y taberna de la aldea, allá lo encontrarán. Su voz era carrrasposa y sus dientes estaban casi todos podridos.

La pequeña aldea tenía pequeñas casas de un solo piso, construidas en madera recia. El silencio era total a excepción de un edificio (también de una planta) que despedía luz y gritos de alegría, sin duda la posada. Al entrar, notaron como toda la atención se dirigía a un mediano parado sobre un taburete, narrando alguna historia probablemente falsa o exagerada. Cuando los lugareños se dieron cuenta de la presencia del grupo, la taberna calló casi por completo y la atención se prestó sobre ellos en medio de murmullos.

Un hombre de unos treinta, con barba descuidada y con una espada enfundada en el cinto (era el único armado) se acercó al grupo.

- Buenas noches señores y señoritas Hizo una reverencia ante Dalla. -Ya no muchos viajan por estos lugares, desde la caída de Nesmé ni a los mercaderes les interesa venir a esta aldea y la legión argenteada apenas se interesa por patrullar estas tierras. -Su aliento apestaba a alcohol y arrastraba las palabras cuando hablaba, pero sin duda era la figura de autoridad del ligar.

-Qué los trae por aquí?

Kroner se alegró cuando vio que se abría la puerta y todos podían pasar. Pasó luego de Elden, y se detuvo junto a la puerta observando que todos pasaran sin problemas. Realmente eran muchos y parecían más una caravana de comercio que un grupo con una misión importante y urgente. Una vez pasaron todos, Kroner cerró la marcha.

Mientras los demás entraban a la posada, el montaraz siguió con la mirada a los sirvientes de Dalla que fueron a guardar el carro y los caballos. Cuando vio que no hubo problemas, entró a la posada, que de pronto se había vuelto silenciosa. Y cuando traspasó el umbral, un hombre se acercaba con buenos modales... y mucho alcohol encima.

Kroner se colocó junto a Dalla y esperó a que el elfo explicara. Mientras tanto, observaba a los parroquianos con ojo atento, más por costumbre que por desconfianza. Le llamó la atención que ni la legión patrullara por aquí, ya que entonces este pueblo estaba a merced de las criaturas de la zona.

Dalla escuchó al guardia pacientemente, tratando de ignorar el hedor de su aliento y, cuando éste hubo acabado, respondió con calma

-En realidad nos dirigimos a Filo del Invierno, al parecer una maldición ha caído sobre ella y pretendemos ayudar en lo posible. ¿Os han llegado noticas al respecto hasta aquí?

Tanta muralla para que un elfo cualquiera gritara ser parte de un grupo más o menos conocido y lo dejaran pasar sin más. La facilidad con la que los humanos entraban en confianza era pasmosa. Quizás los humanos no tuvieran vidas tan cortas, sino que eran sencillamente tontos. Pero no era momento de quejarse, en primer lugar porque por esta vez les convenía y en segundo lugar porque por muy tontos que fueran, los humanos son muchos.

La visión de la posada calentó el corazón de Bofrund y una sonrisa leve se le dibujó en el rostro, casi se había olvidado por completo de lo que venían a hacer... En realidad ¿Qué venía a hacer? Él necesitaba estrechar lazos comerciales con Dalla, y había una villa en problemas... pero a estas alturas el comienzo de la semana ya era muy borroso en su mente. La "aventura" lo había llevado a este punto con tanta naturalidad que solo se daba cuenta de lo extraño que resultaba esto ahora que podía descansar. No importaba igualmente, el camino estaba fijado y había una cosa segura, esta noche tocaría una buena cama y con algo de suerte un guiso de col y manzanas.

Bofrund entró en la posada primero que todos, empujando bruscamente la puerta y pisando fuerte para sacudirse la nieve de las botas. El recibimiento del humano no le hizo mucha gracia, cuando uno entra a una posada lo primero que quiere escuchar es "¿Rubia, negra o roja?", no un discurso sobre lo sospechoso que resulta un grupo de viajeros cansados. Estaba por responderle algo, pero la illuskana se le adelantó, asique se contentó con refunfuñar por lo bajo mientras tironeaba de su barba.

Elden observó con algo de inquietud como Bofrund parecía estar algo molesto, pero ya se sabía de sobra que el buen humor no era precisamente lo que caracterizaba a los enanos y en todo caso, la forma en la que entró a la taberna no pasó desapercibida.

Finalmente, se acercó aquel hombre que parecía ser la autoridad del lugar, Elden sabía de lo que hablaba, esta zona era ya un punto olvidado por la legión y por cualquiera que pudiera simbolizar algún tipo de progreso, de ahí que Elden haya tenido que viajar tan lejos, pues estos pueblos solo pensaban en su gente y no les interesaba nada mas a allá de sus murallas. Los pueblos tenían sus propias defensas y los vigías daban aviso de cualquier amenaza, si era preciso poner en alerta a la misma legión Argéntea, si había como demostrar que era algo que mereciera la atención de ellos y cocas cosas lo serían.

Esperando a que Dalla terminara de hablar, el elfo procedió a presentarse. -Soy Elden, vigía sur del Bosque de la Luna. Lamento que nuestra presencia no sea mas que para incomodar. Como bien se le ha dicho, hemos venido en ayuda de la gente de Filo Del Invierno, algo muy extraño esta sucediendo en el bosque, pero no he podido reunir suficiente información al respecto y parece algo de lo que solo yo no me puedo hacer cargo, pues hay magia involucrada en todo esto.- dice ampliando la información de Dalla. -De momento, solo le pedimos algo de hospitalidad e información, de tenerla.-

- Jumpff, ¿Filo del Invierno?, por supuesto que hemos oído hablar de esa condenada aldea ¡Hip! Ya nadie viaja por allá, es un pueblo fantasma, solo los más testarudos se quedaron atrás. Pobres desgraciados, morirán pronto! -Quizá fuese su personalidad o quizá el alcohol que le nublaba la prudencia, pero el recio guardia no se tapaba lo que pensaba.

-No hace mucho llegaron algunos refugiados que decidieron irse de allá, los enviamos a Argluna para que se encargarna de ellos. Aquí no queremos gente que traiga pestes y maldiciones.

No tardó el Elfo en presentarse y justificar sus propósitos del viaje. El guardia solo bufó y bebió otro trago de cerveza.

-Pues adelante, sírvanse lo que deseen, aquí son bienvenidos. Aventureros ya no hay muchos y menos viajando en este pueblo.

Poco a poco la taberna volvió a la normalidad. Los sirvientes no demoraron en entrar y sentarse junto al grupo. Los 9 viajeros veían al Enano comer su guiso. Dalla estaba satisfecha con las raciones que había ingerido durante el día y la comida parecía bastante desagradable en ese sitio. Ni Kroner ni Karian quisieron probar bocado, preferían descansar. El siguiente tramo del viaje era el más difícil ya que dejaban de lado la relativa seguridad del camino.

Justo antes de que fueran a dormir, el guardia volvió a la mesa, más borracho que antes y entre balbuceos y eructos, el grupo pudo dicernir a duras penas lo que decía:

-Ya no hay aventureros, y esta aldea sufre. Los Trolls han venido desde los páramos eternos y uno de ellos se ha instalado en las inmediaciones, no podemos salir a cultivar ni a cazar por miedo a ser presas de ese maldito Troll. Por favor, ayúdenos a librarnos de ese mal y serán muy bien recompensados. Si les interesa, los espero mañana al alba en la casa del anciano Telkur, ustedes son nuestra única esperanza...

Sin esperar respuesta inmediata, el hombre se retiró de la taberna dando tumbos y esforzándose por no caer de bruces.

Con la incertidumbre en su corazón, el grupo decidió irse a la cama a dormir. El viaje siempre era duro y las espaldas dolían. El hecho de dormir en una litera con una almohada y sin la necesidad de preocuparse por posibles amenazas hizo que el sueño fuera profundo y placentero. Dalla durmió en la única habitación individual disponible, se le permitió dormir con su doncella. Si alguien esperaba que algunos ladrones fueran contra la "indefensa" maga, no fue así y la noche pasó sin problemas.

Era hora de partir. Habían acordado partir lo más rápido posible, estar listos cuando el sol empezara a salir. Y así lo hicieron. El posadero les brindó sobras de la comida de la noche anterior. Algunos comieron y otros prefirieron no hacerlo.

Se encontraban a la salida de la aldea, pero aún tenían que decidir qué hacer con respecto a la propuesta de la noche anterior. Rastrear un Troll era una tarea que podría tomarles unos cuantos días y ciertamente un Troll era una criatura muy peligrosa, pero el guardia (a pesar de su estado) sonaba bastante desesperado.

Tenían dos opciones, o marchar hacia el norte a Filo del Invierno o ayudar a la gente de Fuerte Alto.... No era fácil la decisión, pero debía tomarse.

Elden escucho con desagrado los comentarios del ebrio guardia, pero era cosa de necios contrariar a alguien en ese estado, simplemente arrugó la cara y le dio razón a una que otra palabra que había escuchado: Gente que había decidido buscar refugio en este lugar, la cosa pintaba cada vez peor.

Surgió luego la historia sobre un troll, eso era sin duda un gran problema, pero era algo demasiado peligroso y no había certeza del tiempo que tardaría encontrarle.

Elden se reunión con sus compañeros al amanecer, era prudente hablar sobre el tema de ayudar a esta gente o seguir hasta Filo. -Espero que hayan podido descansar. He pasado un poco intranquilo toda la noche, tratando de decidir sobre que es lo mas correcto. A esta gente le aflige una peligrosa criatura, pero no algo que este actuando súbitamente en contra de ellos, en cambio la gente de Filo del Invierno cada vez esta peor y no se sabe que es exactamente lo que los amenaza. expuso a sus compañeros.

El salvaje mediano permaneció tímido e intimidado por las enormes estructuras de madera construídas por el hombre, nunca había estado en un poblado de semejantes proporciones. Se preguntó como sería posible asaltar un lugar como este.

Observó con detenimiento al mediano que era el centro de atención antes de ellos, bastante extraño de por si con esas extrañas vestiduras, tuvo la intención de ir a hablarle, después de todo era de su propia raza pero desistió ya que se identificaba más con su varipinto grupo que con el mediano extraño. También vió como Bofrund tragaba esa extraña sopa, quiso un plato de lo mismo y hubiera pedido muchos más platos, pero él ya sabía que las cosas de los hombres costaban monedas y él no tenía ni media. Tampoco pidió a sus compañeros.

La noche si fue insufrible, poco pudo dormir en esas extrañas cosas que llamaban "camas", al final pegó el ojo cuando decidió acostarse en el suelo. Era mucho más comodo.

Al no costar monedas el desayuno, el mediano aceptó con gusto las sobras de la noche anterior y se tragó de forma bestial su plato y todos los que no fueron comidos por sus compañeros. La comida caía a trozos por todo su cuerpo y cuando pasaba la comida con agua, dejaba que rebosara su boca y se derramara cuerpo abajo. Un perro callejero comía más delicadamente que él.

-Filo del Invierno poder esperar, Troll ser gigante y Troll ser peligroso. Troll matar gente y animales, ayudar gente Gonkar.

El pequeño jamás había enfrentado uno y solo los había escuchado mediante sus chamanes y espiritistas, pero eran criaturas peligrosísimas. Una oportunidad que valía oro para demostrar su valía en combate y demostrar su valor para ser el Gran Oso.

Dalla se retiró pronto, con tiempo para disfrutar de un baño perfumado y de las atenciones de su doncella, que la peinó y enjabonó a conciencia para quitar la mugre del camino. Cuando se colocó su camisón se sentía otra. Su hermosa cabellera resplandecía y sus cejas volvían a estar perfectamente perfiladas pero su ánimo era más grande por la historia del troll. Un troll no era moco de pavo. Se trataba de una criatura extremadamente peligrosa. Tanto, que era una amenaza incluso para su grupo.

La Iluskana se miró en el espejo y asintió satisfech. Había perdido un poco de peso en el viaje y se veía más esbelta. Aquello apartó durante unos segundos sus oscuros pensamientos pero regresaron en cuanto de acostó. Aquella noche le costó poder dormir.

A la mañana siguiente, en la puerta, embutida en su capa abrigada, la maga ni dejaba de otear el cielo. La misma pregunta le había atormentado toda la noche.

-¿Cómo vamos a irnos y dejar a ese troll suelto? Yo voto por cazarlo.

Kroner escuchó las palabras del borracho, pero mientras no se pasara de la raya con Dalla, no habría ningún problema. Cuando cada uno pidió comida, él sacó apenas algunas cosas, pero estaba cansado y prefería revisar que estuviera todo bien con los sirvientes de Dalla y que su habitación estuviera preparada para alojarla.

Luego, él descansó como si no hubiera mañana. El camino no le producía el cansancio que tal vez le generaría a otros menos acostumbrados, pero una cama siempre era bien recibida. Además, si el grupo decidía comenzar la cacería del troll él tendría que poner todo su conocimiento en práctica y tenía que estar descansado... y porque tal vez no hubiera una noche después de esa. No le gustaba del todo la idea porque sabía lo formidable que era un oponente como ese.

A la mañana siguiente, al despertarse antes del alba, con aquella facilidad para hacerlo de los que su vida depende de ello, preparó sus pertrechos. Preparó el carro ya que aún no estaban despiertos los sirvientes de Dalla, y lo cierto era que no le gustaba estar inactivo.

En el desayuno comió bien, pero en silencio, pensativo ante la decisión que tenía por delante. Y cuando cada uno comenzó a dar su opinión, y parecía haber ya una mayoría por ir tras el troll.

-Dalla, sabes que si decides ir tras el troll, iré contigo- comenzó mirándola a los ojos para luego dirigirse a los demás -Pero también debo decir que opino igual que Elden. Filo del Invierno está en un peligro activo y probablemente más grande que el de un Troll, sin restarle importancia, ya que hay quienes se han ido del pueblo.- hizo una pausa porque se dio cuenta de algo -Si enviaron a esos refugiados hacia Argluna, tal vez deberíamos haberlos cruzado, ¿no es cierto?- preguntó mirando al elfo que era el que conocía más esas tierras, y luego volvió al tema candente -Tras esa empalizada- dijo señalando el muro de madera -Están seguros, y nosotros no tuvimos problemas, por lo que si se mantienen en grupos grandes estarán a salvo. Cuando regresemos de Filo del Invierno podemos ocuparnos del Troll, habiéndonos preparado eficazmente ya que es una criatura feroz y traicionera- su tono no era arrogante, pero sí conciso, y luego lo miró a Gonkar -Y será un triunfo aún mayor ya que regresaremos de Filo del Invierno habiendo liberado a un poblado de la amenaza que lo aqueja- si podemos... -Si nos desviamos ahora de nuestro objetivo, cuando lleguemos a Filo del Invierno no habrá nadie a quien salvar. Puede llevarnos varios días rastrear a un Troll, pese a su tamaño-

Dalla sabía que Kroner había cazado algunos gigantes, siempre con soldados de la Legión, o con guerreros del Clan, pero no era un neófito en el combate contra ese tipo de criaturas. Los demás estaría por verse si conocían lo suficiente al montaraz iluskano.

Elden asintió a las palabras del montaraz, si dejaban pasar el tiempo quizás no habría nadie a quien salvar en Filo del Invierno.

Atendiendo a la pregunta de Kroner, el vigía responde un tanto dubitativo -Es posible que hayan tomado otro camino. Nosotros hemos tomado el mas seguro, pero no el mas corto, pero para la gente que conoce bien la zona, tal vez haya sido el primero el mejor, auque con un troll al asecho, no parece una idea muy inteligente. En todo caso, creo que no debemos fiarnos de todo los que nos han dicho. Es costumbre de estos pueblos, solo pensar en su propio bienestar. menciona teniendo el cuidado de que nadie les estuviera escuchando. Luego toma algo de sus raciones y empieza a comer sin prisa.

Dalla una vez más, aprendió algo nuevo de su protector. 

-Supongo que tienes razón, Kroner. Odio dejar un peligro así tan cerca de esta gente pero es verdad que la situación en Filo de Invierno es más acuciante que ésta. Además, quizás hasta esté relacionada y aprendamos allí porque los trolls están abandonando los pantanos. Puede que algo más que la caida de Nesme y sus jinetes haya provocado esa osadía. ¿Quién sabe?

Dalla miró al cielo nublado y frío.

-La mayoría está de acuerdo, así que no queda otra más qu eseguir nuestro camino. Vamos, amigos, la gente de Elden nos necesita!

 Ni bien se recostó en la cama, Bofrund se durmió como un tronco. Lo único que indicaba que seguía vivo eran algunos ronquidos y murmullos entre sueños. Al otro día se levanto de un humor notablemente mejor, saludando a todos con una sonrisa que se hizo aún más grande cuando le dijeron que el desayuno era gratuito.

Mientras terminaba de comer Bofrund escuchó a sus compañeros en silencio, luego, sacudiendose las migajas de pan de la barba comentó- Llegamos aquí sin problemas ni sobresaltos, preferiría irme de la misma forma. Y si el troll está tan cerca como dicen probablemente nos encuentre a nosotros él mismo, idea que no me me agrada.-frunció el entrecejo con gesto pensativo.- Rastrearlo sería perder tiempo, por no mencionar que matar a una de esas cosas es muy dificil, si acaso es posible. He escuchado incluso que si le cortas la cabeza el problema solo empeora, en un par de días tienes dos trolls en lugar de uno. Prefiero que sigamos camino y lo enfrentemos solo si es necesario, además ¿Qué tan confiable es la palabra de un humano ebrio?