Partida Rol por web

En un momento muy rapidamente tomo un tajo hacia el cuerpo del hobgoblin provocando un feo corte, -ahhh, si, si estoy comenzando a entrar en calor- digo entre risas mientras diversos huesos de mi cuerpo truenan mientras me estiro, miro a mi enemigo descorcetado por el ataque, -esto solo comienza- digo con una sonrisa leve mientras poco a poco el olor pesado y siniestro de bane, el cual era bastante menos notable en mi empezaba a aumentar, y mientras mas aumentaba, mi cara se volvia mas oscura y mi cabello plateado tornaba toques grises, habia envejesido?, no, claro que no, simplemente el miedo del enemigo no cuadraba con la existencia de un joven guerrero de pelo plateado, el corte no era desisivo y no habia nada que tenemer en cuanto habilidad, pero entonces porque el aire era mas pesado?. 

La clériga empieza a danzar, extasiada y poseída por las fuerzas oscuras. Parecía que aquellos extraños bailes le daban más fuerza y vigor a su esclavo. Hornet (o lo que otrora era hornet) empalmó un brutal golpe al ogro que lo hizo tambalearse, la respuesta de la gigantesca mole no se hizo esperar, pero no fue tan contundente como pudo haber sido.
Anazareth disfrutaba con lo que tenía en frente.

Darkon atravesó armadura y carne y cortó en un costado al orco, fue una herida profunda pero no mortal. Pero la sed de sangre del guerrero oscuro parecía estar saciandose, mientras la sangre salpicaba en su cara, Darkon parecía recargarse de vigor y energía. Pero el Orco no iba a quedarse tranquilo. Envuelto en una furia infernal contratacó al noble, este logró parar sus golpes pero con el costo de un gran esfuerzo, el hacha del orco logró hacerle un ligero corte en el brazo.
Arthorias aguantaba en una feroz y difícil lucha contra el Hobgoblin, pero invocó a su oscuro Dios y como si estuviera imbuido en su oscuro manto, atacó como una fiera. Por un momento el rostro de Bane pareció dibujarse en su cara y el Hobgoblin tembló de miedo, quedando a merced del ataque de su rival. La espada de Arthorias se abalanzó violentamente contra su enemigo jurado y destrozó por completo su escudo (CA ahora es 16) y cortó el brazo que lo sostenía.
Con un aullido de dolor y malherido, el hobgoblin se aferró a su espada para atacar, pero empezó a flaquear por la pérdida de sangre.

Una pequeña flecha se clavó en el hombro de Darkon mientras buscaba rematar a su contrincante y la sangre empezaba a brotar, su visión empezaba a nublarse y sus fuerzas empezaban a mermar.
Los otros goblins fallaron en su ataque a Arthorias.

Allen terminó de regar el aceite por la habitación, tan silencioso como una sombra. Encontró las cenizas aún caliente de un fuego que las criaturas habían encendido. Era su oportunidad de no gastar su preciada lámpara para encender el aceite, recogió un carboncillo y lo aireó para encenderlo un poco más. Lo arrojó al aceite y enseguida el fuego y el caos se apoderó de la habitación.
El Hobgoblin y los goblins, sin saber lo que ocurría, empezaron a quemarse indiscriminadamente y empezaron a salir de la habitación con fuego en sus ropas, sin percatarse que el ladrón acechaba cerca.

Darkon lanzó un gran rugido después de recibir las heridas. Lanzó un grito desgarrador y sangriento. Tomando el espadón con ambas manos, y levantándolo por sobre su cabeza, grito;

-¡Bane, invoco tu fuerza, ayúdame a destrozas a mis enemigos para enviarlos a un pozo de desesperación del que jamás vuelvan a salir! -

Y tras eso, bajé mi espadón con todas mis fuerzas sobre mi enemigo. No estimé si me intentaría acabar mientras levantaba el espadón, si me disparaban flechas, nada. Mi visión era sangre, y mi espada cortaría todo lo que se interpusiera en su camino. Si el orco intentaba poner su espada, o lo que fuera entre el y yo, no importaría, mi espadón cortaría desde su cabeza hasta sus testículos, partiendolo en dos, dejando un horrible imagen de viseras a todo el que quisiera verlo. Observé a lo lejos a lo lejos como Arthorias no era capaz de acabar con la escoria que se enfrentaba, y sin ningún miramiento, corrí hasta su enemigo, y atacándolo por la espalda, le enterré el espadón en su pecho para luego rajarle las tripas de un golpe. Miré a mi compañero y le dije;

-¡Vamos a acabar con esos malnacidos en el balcón! -

Dije, y tras eso, corrí como pude a cubrirme adentro.

Todo era perfecto, mientras hacia los preparativos de quemar a los inmundos seres de razas inferiores que dormían en la habitación. De hecho no duro mucho hasta que pude prender el fuego y salir sin ser visto hacia las afueras del complejo; En el cual empezaría a cazar uno por uno a los que no murieran por el fuego.

Justo cuando iba a asegurarme de que de verdad muriera el mas grande con mis ballestas un trozo del techo cedió justo a mis espaldas lo cual hizo que perdiera el equilibrio y cayera derrumbado al suelo.

Mientras estaba en el suelo maldecí a mi suerte ahora que si alguno sobrevivía al fuego seguramente se haya percatado de mi presencia...

En la situación desesperada en la que estaba hice una de mis tácticas favoritas culpar a otro y aprovecharme de su confusión para disminuir mi trabajo y salvar mi pellejo al mismo tiempo. Todo decidido aproveche que no estaba en posición de atacar y les dije a los que me observaran con voz apresurada y algo nerviosa:

- ¡Rápido! ¡Hornet me mando a aquí a avisarles el ogro de su grupo a formado una revuelta con otros para intentar robar las ganancias de hoy! - En este punto me acercaría despacio a cualquiera que se haya podido salvar y con mis ballestas abajo sin apuntar a nadie para que no me tomaran como amenaza y con voz mas calmada y severa que antes les dije: 

- ¡Pero no desesperen nosotros somos muchos mas y la única preocupación de verdad es acabar con el ogro, Hornet incluso a dicho que si alguno te ustedes lo puede matar triplicara sus ganancias! - En este momento me fijaría si me habían picado la carnada y los guiaría en dirección a los "Traidores".

- ¡Síganme y les llevare a la dirección de los traidores!

Los guturales oscuros de la clériga siguen con su macabra resonancia, ordenando a su servidor que se sacrifique si es necesario para destruir a su adversario, mientras le lanza la antorcha a su esbirro y la mujer se alza al combate en una carga frenética sedienta de sangre…

Los ojos inyectados en sangre de Anazareth y sus delirios, provocaron que su cuerpo empezara a actuar casi por cuenta propia, impulsado por el deseo de sangre. Cargó con su maza pesada sin importarle su propia seguridad, pero el gran mazo del Ogro paró el intempestivo ataque.
Debido a aquella distracción, el Ogro seguía recibiendo castigos por parte del muerto viviente y la gran mole no podía atinar sus golpes. Empezaba a debilitarse por los impactos de Hornet.

Arthorias por su parte seguía en un combate encarnizado con el Hobgoblin, sin poder atacarlo con efectividad.
Por el contrario, Darkon empezaba a lucirse con su mandoble. En un ataque de rabia, atacó vehementemente sin que su rival pudiera hacer nada, la mandoble se clavó desde la clavícula y siguió su camino hasta el ombligo, cortando al orco casi en dos pedazos. Aprovechó el éxtasis otorgado por ver tanta sangre derramada y lanzó otro furioso ataque por la espalda al Hobgoblin que combatía fieramente. La espada se clavó por la espalda y atravesó su cuerpo para salir por el pecho, dejando otro cadáver más. Darkon corrió para cubrirse bajo la torre tras un parapeto, con el corazón marchando a mil y con la intención de matar a esos infelices.

Sin embargo, Arthorias, sorprendido por la repentina muerte de su contrincante, se quedó paralizado unos instantes y eso le costó: Los goblins atacaron con sus flechas desde lo alto de la torre. Una flecha se clavó en su pierna y la otra, más peligrosa, se clavó en el pecho bien profundo. El debilitado arthorias escupió sangre y su visión empezó a tornarse nublosa, estaba malherido.

Allen, intentó aprovechar el caos y atacar desde las sombras a los enemigos, pero la delicada estructura cedió ante el fuego y una viga casi aplasta al ladrón. Enseguida, el Hobgoblin y uno de sus esbirros lograron apagar el fuego de sus ropas y se percataron de la presencia del enemigo.
Inmune a sus engaños, cargaron contra Allen quien no tuvo otra opción que disparar su ballesta, fallando ante el nerviosismo.

Sus dos adversarios lo atacaron y el ladrón pudo defenderse del pequeño malandro, pero no del Hobgoblin que logró hacerle sentir como su espada cortaba uno de sus costados.
Por fortuna, los otros goblins que no pudieron extinguir las llamas, murieron al instante, sufriendo y retorciéndose de dolor.

De repente, todos logran escuchar un cuerno sonando y retumbando por todo el complejo. Las batallas eran ruidosas, pero no suficientes para alertar a la totalidad de miembros de los bandidos. El cuerno alertaba a aquellos que aún dormían o que se encontraban lejos, cazando o haciendo vigilancia en las inmediaciones.

Salí un solo segundo de mi cobertura para tomar a Arthorias y sacarlo del maldito lugar y ponerlo a cubertura conmigo. Lo miré y le espeté enojado;

-Por Bane, Arthorias, ponte los malditos pantalones. Debes estar concentrado o te terminarán matando. Tómate un tiempo para recuperarte, y luego acompáñame. Debemos ir a acabar con los cabrones de arriba. Espero que el resto este haciendo que esta batalla se vuelva para nuestro lado, o no vamos a poder seguir vivos por mucho tiempo. -

Dije, mientras respiraba profusamente, pues había recibido varias heridas, y estas necesitarían bastante tratamiento. Observé la escena a mis alrededores, viendo si había algo en el lugar que pudiera ayudarlos a curarlos, si no, le señalaría el camino a Arthorias para continuar por los pasillos subterráneos.

- ¡Maldición! - Exclame en mi mente ya sin tener tiempo a decirlo en la situación en la que me encontraba, había creído que podría librarme de esta mintiendo, lamentablemente no siempre todo es tan fácil y ahora me veía en una complicada situación.

Me encontraba frente a dos enemigos, uno no era mucho problema sin embargo el otro iba a ser difícil de matar sin contar de que me encontraba herido por este mismo adversario:

- No tengo otra opción mas que retirarme y volver por ellos una vez dejen de buscarme... - Pensé con ganas de vengarme sin embargo sabia que esto seria peligroso y que había muchas probabilidades de que no pudiera escapar sin recibir el abrazo de nuestro señor en esta ocasión; Luego de decidirme me voltee y aguantando el dolor que me producía la herida intente correr lo mas lejos que pude en la dirección que mas cobertura y sombra me proveyera. 

El caótico embate prosigue con la oscura clériga que se alza al combate mientras le ordena a su servidor putrefacto a que siga con el ataque a cualquier costo, para luego invocar un nuevo cántico fúnebre de adoración…

Anazareth lanzó una plegaria al aire que retumbó por toda la habitación, pero el Ogro estaba en su encarnizada batalla con el muerto viviente que antes era su líder. Pero la sacerdotiza quería sangre y desenfundó su maza para atacar con sus propias manos al ogro. Pero la piel del gigantón era dura y el golpe apenas incomodó al Ogro.
Al ver a la sacerdotiza enfrascarse en batalla, el gigante percibió una amenaza nueva, su ataque iba dirigido a Anazareth, pero Hornet se interpuso con un ágil movimiento impropio de un muerto viviente, con su espada penetró la piel del Ogro quien empezaba a jadear y a lamentarse por las heridas. Ese ataque lo hizo cambiar de objetivo y el no-muerto recibió un duro golpe.

Darkon se arriesgó a salir de su posición para rescatar de las garras de la muerte a su amigo Arthorias, quien malherido no pudo levantarse por su cuenta. Con la ayuda de Darkon logró llegar hasta una posición desde donde los goblins no podían atacarlos.

Durante unos  segundos, Darkon se internó en el pasillo subterráneo para analizar caminos, pero al volver a salir, se percató de algo mucho mejor: Una entrada casi imperceptible que daba justo en un punto ciego de la torre. Justo por ahí podían trepar hasta lo alto de la torre sin ser vistos o atacados por los vigías.

Esos instantes sirvieron para que Arthorias tomara algo de aire y recuperara algo de energía, aunque sus heridas eran bastante graves. Llegaron justo al pie de la torre (en el punto ciego) cuando observaron a un par de orcos salir por la puerta del pasillo subterráneo. Si la aguda visión de Darkon no hubiera detectado esa entrada, seguro habrían tenido que enfrentar a esos orcos.
Tras recibir indicaciones de los Goblins vigías, los orcos volvieron a entrar al pasillo subterráneo y desaparecieron en la oscuridad.

Allen se percató que no tenía oportunidad en un enfrentamiento directo contra esos dos enemigos. Mordiéndose el labio por el dolor en su costado, echó a correr.

El Goblin sabía que el hombre de piernas largas lo dejaría botado en una carrera, así que optó por desenfundar el pequeño arco y lanzar una flecha en contra de su enemigo, pero el ladrón se movía con gran agilidad y la flecha terminó impactando una de las paredes.

Por el contrario, el hobgoblin con espada en mano arrancó a correr detrás de su presa.

A medida que corrían por el complejo, Allen se percató que el hobgoblin le seguiría el paso, y quizá él tendría más resistencia a la hora de seguir corriendo, por eso necesitaba una distracción que atrasara al Hobgoblin para que le permitiera esconderse en un buen lugar.

La primera oportunidad llegó cuando el ladrón pasó junto a una estantería llena de objetos de poco valor, podía intentar tumbarla y quizá lograría una ventaja contra el Hobgoblin, pero no sabía que tan pesada era el estante, así que si no lograba tumbarla, perdería valioso tiempo.

Debía decidir si arriesgarse a ganar ventaja o no!

Corría y corría y por mas que siguiera parecía que no perdería fácilmente al hobgoblin.

Al menos había dejado al goblin atrás me lamente por lo que al ver una posible oportunidad de alejarme un mas, aun si fueran pocas las tome y intente volcar el armario para darme ventaja, lamentablemente la el dolor de mi herida hizo que no lograra usar toda mi fuerza y fallara mi objetivo.

Observé a nuestros enemigos ocultarse nuevamente en el túnel. Pronto los mataríamos y nos daríamos un festín con su sangre, pero aún no era el momento. Miré hacia arriba, observando las salientes que habían frente a nosotros, y mirando a Arthorias le dije;

-Toma un poco de aire y prepárate para que subamos a la torre, una vez allí podremos tener una mejor visualización del lugar y agarrar a flechazos a todos los malparidos que hayan a la distancia. Debemos terminar de masacrar este lugar a toda costa en honor a Bane. -Dije, mirándolo, y una vez hecho esto, comencé a escalar de la mejor forma que pude las salientes que había en el lugar.

La batalla entre el sirviente de Anazareth, la sacerdotisa y el Ogro continuaba más caliente que nunca. El no vivo Hornet lanzó un ataque que hirió profundamente al gigante en las costillas. Empezaba a jadear de a poco, pero aún se mantenía en pie. El Ogro respondió con furia, lanzó un rugido que retumbó por todo el complejo y con todas las fuerzas golpeó el cuerpo del tumulario. Inmediatamente Hornet (o en lo que sehabía convertido) cayó pesadamente al suelo y de inmediato se desintegró en cenizas negras como el ébano.

Un misterioso viento entró a la estancia, sin saber por donde carajos y esparció las cenizas. El propio ogro se sorprendió ante lo recién acontecido, pero no tardó en clavar su mirada en el rival que quedaba en pie. La hora de Anazareth estaba por llegar, muy difícilmente saldría de aquella situación con vida...

DArkon empezó a subir las paredes, junto a su compañero Arthorias en mal estado y con las heridas abiertas, pero con la voluntad del señor ocsuro que le daba fuerzas a alguien que no debería tenerlas. Luego de un inicio difícil, Darkon empezó a cogerle el tiro a la pared y subió muy rápidamente hasta la cima de la torre donde los goblins se postraban con sus arcos. Pero su compañero sucumbió a las heridas y cayó pesadamente al suelo, lanzando un aullido de dolor.

El aullido había alertado a los vigías quienes sin duda irían a investigar. Habían perdido la sorpresa, pero aún quedaba Darkon en la cima para hacerles frente en solitario.... O podría decidir lanzarse al suelo unos metros para hacer compañía a Arthorias.

Allen decidió echar abajo el armario, eso le haría ganar ventaja sobre el Hobgoblin. Pero no contaba en que el esfuerzo haría escocer su herida, hasta sentir como su carne quemaba. Hizo una mueca de dolor y desistió de echar abajo el armario y siguió su carrera, perdiendo valioso tiempo y distancia.

En un punto del frenético andar, Allen logró divisar otra oportunidad valiosa: Un balcón suficientemente alto como para huir. Podría intentar llegar a él de un solo movimiento, muy seguro al Hobgoblin le costaría mucho más treparlo, era una oportunidad de oro, pero no era una tarea fácil. Era jugarse todo o nada.
El camino que seguía (en caso de no arriesgarse) era un pasillo que más adelante desembocaba en las afueras del complejo, una manta sucia cubría la entrada del pasillo.

Maldije a ver caer a Arthorias abajo, pero no me quedaban opciones, debía matar a mis enemigos, y debía hacerlo ya. Me subí a la torre de un golpe, e inmediatamente ataqué al primer goblin que estaba frente a mi. Era un giro amplio para asegurar de darme y causarle el mayor daño posible. Si bien, el golpe iba directo, aprovecharía el movimiento para lanzar un segundo golpe contra otro de los goblins, que lamentablemente, iba bastante débil.

- ¡De no estar en esta condición esto seria pan comido!, Si vuelvo a ver a ese goblin me asegurare de que el dominio de nuestro señor no sea nada en comparación a lo que le haré. - Al terminar mis promesas de venganza, aun me encontraba en carrera contra el ser inferior que me perseguía. Tenia dos opciones una que seguramente el Hobgoblin no seria capaz de seguirme el paso y otra un poco mas sencilla sin embargo con mi herida, dudaba de mis habilidades por lo que decidí ir por la segunda opción.

A pesar de la sorpresa del Ogro por la desaparición repentina de su rival, no tardó mucho en sobreponerse y observar a la sacerdotiza para lanzar un poderoso ataque contra ella. Ante inminente ataque, la estupefacta Anazareth solo pudo saltar a un lado y esquivar el golpe con un gran esfuerzo, el gran mazo alcanzó a rozarla en el brazo lo suficiente como para causarle dolor. Pero pudo haber sido peor.

A pesar de haber perdido a su compañero, Darkon decidió cargar contra los sorprendidos Goblins vigías. Con gran rabia y temeridad abalanzó su espada la cual cortó el gaznate de uno de ellos tan fácil como un cuchillo caliente penetra la mantequilla. Inmediatamente, el guerrero oscuro blandió su espada de nuevo y esta se quedó incrustada en el cráneo de otro de sus enemigos.
Con sus ojos inyectados en sangre observó amenazante al último de los Goblins, quien temerosamente cogió su arco para atacarlo, pero el miedo era evidente en sus enormes ojos y torpemente dejó caer el arco a sus pies, quedando a merced de su enemigo. Sabía que iba a morir, por eso se arrodilló pidiendo clemencia en su idioma natural.

Allen seguía corriendo por evitar al Hobgoblin a como fuera lugar. Observó la pared resbalosa y su herida sangrante, por un momento estuvo tentado a saltar sobre el balcón, pero a último momento se arrepintió y decidió seguir con su camino. A la velocidad que iba y con la sangre que perdía no pudo evitar la manta y casi tropieza y cae. Vio como la mano peluda del Hobgoblin se acercaba peligrosamente a su capa, iba a ser atrapado, pero en un momento de desesperación logró arrojarle a la cara aquella manta sucia retrasando un poco al Hobgoblin.

El pasillo terminó y dio lugar al bosque, Allen pensó que tendría más posibilidades de perderlo, pero la noche era oscura y apenas podía ver por donde iba. Sin saberlo se dirigía a un pozo de barro y lodo que podrían acabar con la persecusión de inmediato... Al voltear la mirada, observó como algunas antorchas se acercaban a la fortaleza, eran los refuerzos que habían llamado con el cuerno. Algunas luces empezaban a prenderse y la fortaleza, ya un poco lejos empezaba a bullir poco a poco de actividad. Allen pensó en sus compañeros, sin conocer la suerte que habían sufrido. Él por lo menos ya se encontraba fuera de ese lugar.

- Eso estuvo cerca - Pensé justo cuando me escabullía debajo de las narices del hobgoblin, estaba empezando a cansarme, no de hecho ya estaba harto de correr y correr y no poder escapar.

Delante de mi se encontraba una sombra que me costaba distinguir y que probablemente me dificultaría mi escapada, pero por su puesto eso mismo podía molestar a mi perseguidor.

Observé a la criatura frente a mi, rebosante de miedo...un miedo que Bane siempre sería capaz de aprovechar. Me acerqué a él, y con un movimiento de mi espadón lo noqueé. Para luego, amordazarlo con mi cuerda y amarrarlo, pues entre más sacrificios vivos pudiéramos capturar para Bane, mejor sería la situación. Un sacrificio vivo no era lo mismo que sacrificios muertos, por lo que prefería dejarlo allí amarrado. Luego de eso, le hice una señal a Arthorias para que comenzara a subir con tranquilidad. Posteriormente, me escondí en las sombras que daba mi posición, para preparar mi arco y comenzar a revisar los alrededores en busca de nuevos enemigos.

El dulce dolor de sus heridas hace que las carnes blandas de la sacerdotisa se rebosaran de placer, ella sabía que si caía en este lugar su alma se haría uno con la eterna oscuridad de su dios, pero, a pesar de la tentadora oferta de sacrificio, la bella mujer sabía que no era su hora, tenía un destino, un trabajo que completar para su deidad, por eso mismo, comenzó a canalizar energía oscura para emprender una retirada táctica y reorganizarse para derrotar aquella asquerosa criatura.