Partida Rol por web

Al oir lo que dice Pixy de las ventanas, Darío no puede evitar decir

JA! Eso es porque no han puesto el suficiente empeño en subir. De todas formas, no merece la pena el esfuerzo viendo que la puerta está que se cae.

Lo bueno es que el que haya roto la puerta, habrá roto también la posible trampa que hubiera en esta. - Añade el muchacho sonriendo.

Mira a la paladina observando los jeroglíficos- ¿Podemos pasar? ¿Dice algo de interés?

en unas pequeñas placas debajo de las estatuas pone en la izquierda ,la figura del hombre mas anciano

-Pentheru Mayor-

y en la derecha,la cual es el muy parecido al anterior,solo que mas joven

-Pentheru Menor-

El tiefling se acercó, pensando en empujar la puerta con cuidado. En el estado en el que estaban había que intentar que no cayeran o hicieran ruido pero lo que no podían hacer era obviar que aquella era la única entrada que habían visto.

El polvo y la arena cubren el suelo de este pequeño patio. Al Este y oeste destacan  un par de columnas, una vez pintadas de manera brillante. y ahora blanqueados por el sol, ambas soportan un arco de piedra sobre ellas. Conduciendo a otra sección de la propiedad. Puertas de bronce deslustradas. cuelgan abiertas bajo ambos arcos. Al norte, un pequeño rastro de Pasos conduce a un par de puertas adornadas a la parte sur de la casa entre un conjunto de columnas

Ese nuevo descubrimiento le desconcertó.

- Rastros de pasos, puede que haya alguien más.

Miró hacia Xweto quien quizás supiera algo extra, como el número de personas. El tiefling asumió que no habrían trampas ya que la puerta habría sido abierta antes. Esperó a ver si su amigo añadía algo aunque él se fijó.

Después de revisar las inscripciones, Nefertari se puso al frente del grupo. Los rastros denotaban que allí no estaban solos, por lo que la precavida paladina, saco su hermoso escudo con forma de escarabajo y su cimitarra, preparada para cualquier contratiempo.

Vaya posiblemente no estemos solos ¿de qué son los rastros?¿Son recientes? Pregunto la joven a sus compañeros.

Darío entró en la sala mirando las paredes distraído y al ver las huellas dejó que Xweto las interpretara. Pero al ver que la paladina se adelanta de manera tan confiada hacia el centro de la sala, reaccionó lo más rápido que pudo abalanzandose sobre ella para detenerla a la vez que profería una exclamación

¡¡¡NOOOOOO!!! Por ahí no es seguro. No sabemos si ahí hay trampas. Espera a que Arquero sagaz averigue todo lo que pueda sobre las huellas y luego veremos qué se esconde bajo el polvo

Por poco se le cae la cimitarra, del susto que le dio Darío...

Pero  Darío ¿que pasa ahora? comenta la ingenua paladina, mientras se para , intentando mantener la compostura...

con un paso algo pomposo y alegre me acerco a revisar el rastro

yo me encargo dije con una sonris en mi rostro

al examinar el rastro notas como  son mas extrañas de lo que tu creias,parecian humanoides pero faltan detalles,casi como si faltaran dedos o parte del pie que las hizo,no son frescas mas bien parecen tener ya algo de tiempo,tal vez un par de semanas

Cuando Xweto termina de analizar las huellas, Darío se agacha y observando a ras del suelo en busca de alguna elevación o depresión que pudiera delatar alguna placa de presión de trampas.

Al acabar indica sonriente a Nefertari:

Ya puedes avanzar

Aquella mañana se había despertado pronto, acuciadas por extraños sueños que la habían desvelado. Se había levantado de la cama sudando, con la respiración entrecortada y jadeante. Tenía la boca seca y una mala sensación, como si supiera que algo iba a pasar, aunque no sabía el que. De todo, lo único que recordaba con claridad de las pesadillas era un pequeño pájaro cantor, blanco como la nieve, pero con una larga cola de plumas multicolores. Inmediatamente se llevó la mano al pecho, dónde descansaba entre sus generosos y firmes senos el colgante que siempre llevaba consigo; un corazón palpitante exquisitamente lacado en rojo. ¿Acaso había sido una advertencia de su diosa? Shelyn no era la diosa primigenia del amor, pero había tomado aquél dominio tanto tiempo atrás que, para el mundo, era como si lo hubiera sido desde el principio; empero, sus adoradores sabían que había sido guardiana de muchos otros aspectos antes, y no solo de la belleza y las artes, sino también de la buena suerte, y a veces su bondad y pureza la llevaban a mover los hilos para intentar tocar el tejido del destino y así ayudar a los más fieles de sus seguidores.

Auren, vestida únicamente con un camisón casi transparente que apenas la cubría hasta la mitad de los muslos, dio las gracias a la diosa, rezó por dos veces esa mañana, a pesar de que ni siquiera había despuntado el alba cuando acabó las oraciones, y salió de su habitación antes de que ningún otro se hubiera puesto aún en pie. Extrañamente, y pese a que apenas había descansado unas pocas horas, no se sentía exhausta, seguramente por la exaltada sensación de que había sido bendecida de alguna manera. Se lavó, vistió y preparó rápidamente —al contrario que mientras dormía, sin mucho pudor, en público gustaba de vestir trajes recatados, que la cubrían casi por completo, aunque se ajustaban allí dónde debían—, antes de ponerse en marcha.

A esas horas, el mercado aún no era tan bullicioso que solía ser. Los ladrones y carteristas hacía rato que se habían ido a descansar, pues ni siquiera los más bebedores seguían por allí; unos pocos borrachos que se habían pasado más de la cuenta eran la excepción, desperdigados aquí y allá, sin sentido y seguramente sin blanca. Era demasiado pronto incluso para los más madrugadores, más teniendo en cuenta que la mayoría allí habían ido con el objetivo de explorar las ruinas o, de alguna forma, sacar beneficio de ello, por lo que debían descansar bien. Eso solo dejaba a los tenderos y artesanos, que empezaban a preparar sus puestos y talleres para estar listos cuando empezara el ajetreo, y a algunos guardias deseosos de que llegara el cambio de turno. Así, se paseó tranquilamente por las calles desiertas, dejando que la brisa de la madrugara acariciara su rostro, deambulando en busca de aquello que había decidido comprar.

Para cuando regresó a la taberna, sus compañeros se estaban acabando ya el desayuno, lo que la obligó a comer más rápido de lo que era habitual en ella; de hecho, acabó comiendo poco, demasiado tímida como para empezar a tragar a manos llenas, como una bruta cualquiera. No hizo ningún comentario acerca de que ahora, bajo su níveo tabardo y sus ropas azul cielo, se apreciaba una armadura, simple pero eficaz a la hora de defenderse. Tampoco del glaive que llevaba a la espalda, ni la rodela atada a su antebrazo. Y si alguno quiso hacerlo, respondió evasiva y avergonzada que no era nada, tanto que incluso intentaba ocultar el metal bajos su camisa todo lo posible, y no lo demás porque no veía la forma de hacerlo. De lo que no hizo ademán de esconder, fue el nuevo amuleto que pendía de su cuello. El corazón seguía allí, por supuesto, pero alrededor ahora había algo más, enmarcándolo: el pájaro cantor.

Había buscado al mejor herrero que había podido encontrar y le había convencido de hacer aquella maravilla. La destreza del oficial la había dejado sorprendida, y estaba ciertamente orgullosa del resultado. Los colores eran gracias a la magia, un pequeño favor que la habían hecho El culto de Shelyn, no en vano, era apreciado por casi todos, por lo que no solía ser difícil encontrar buenas almas que ayudaran a una joven sacerdotisa cuando lo necesitaba.

Fuera como fuera, satisfecha con si misma o no, siguió manteniendo un perfil bajo mientras se ponían en marcha finalmente a su segundo destino, limitándose a responder en bajito cuando se la preguntaba algo, saludar casi para su cuello cuando se encontraron al otro grupo, ya conocido, y seguir a los demás casi retraída en si misma, perdida en pensamientos que ni compartía ni, seguramente, recordaría un rato después.

Aquello cambió cuando, sobresaltada, levantó la cabeza y se paró en seco, alertada por el grito de Dario. A punto estuvo de ensartar a alguien con la punta de su lanza, ¡y ni siquiera se había dado cuenta de que la llevaba en la mano! Incluso, tardó un momento en darse cuenta de que estaban en una casa polvorienta, investigando unas polvorientas huellas y atentos a posibles trampas. Uy... Definitivamente, tenía que prestar más atención. Mirando a todas partes, al final volvió a hablar, alzando el tono por fin.

—¿Hacia dónde vamos? —preguntó, inocente, mirando al suelo.

Dario al entrar no encuentras ninguna trampa visible,al levantarte empiezan a oir a una especie de gruñido muy molesto afuera de los muros de la casa,oyen la voz de una mujer asustada  proviniendo practicamente al lado suyo,habla en osiriano antiguo,nadie entiende que dice expeto Nefatiri que oyes

CIERREN LAS PUERTAS,NO DEJEN ENTRAR A LOS DESCOMPUESTOS

Todos ven como de golpe las puertas se cierran detras de ustedes y se oyen golpes fuertes viniendo detras de ella
 

Ni siquiera dio tiempo a que la respondieran. Las puertas se cerraron de golpe, algo empezó a golpear desde fuera y, al lado, una mujer no paraba de lloriquear, asustado. ¡En que momento había decidido volver a atender! Solo con un gran esfuerzo logró mantener la compostura y, suspicaz, mantenerse alerta, sin dejarse llevar por los nervios o el pánico.

Nefertari se sentía confundida, no sabía lo que estaba pasando... alguien ha gritado CIERREN LAS PUERTAS,NO DEJEN ENTRAR A LOS DESCOMPUESTOS...

Parecía que el camino estaba libre, las pisadas eran curiosas mas de hace dos semanas, entonces el dueño estaría esperándoles dentro. Sucedió que al tratar de avanzar una voz se alzó, resultando su lenguaje ser Osirion antiguo. La suerte quería que Nefertari estuviera con ellos, una dama culta, sierva de Sarenrae portando cimitarra y escudo mostrando su decisión en cada paso.

El tiefling escuchó la traducción, la falta de dedos de las huellas fácilmente les hacía relacionar a los descompuestos con zombies.

- ¡No somos descompuestos, ellos no hablan verdad! Queremos entrar, no nos cierren las puertas.

Profirió en común esperando que le entendieran, no creía que hubiera nadie que no supiera el idioma. Salvo que de algún tipo de secta anclada a los viejos tiempos se tratara. Y Yash ni siquiera había sabido que hubo un tiempo pasado con otros dioses, siendo descubrimiento reciente como muchas otras cosas.

Quedó pensativo, esperando respuesta del que pudiera ser su líder para tratar de avanzar en la conversación.

Pixy y Nico se sorprendieron tanto como los demás ante la extraña voz y el súbito sonido de las puertas cerrándose. El gonomo, sin embargo, analítico, como siempre, le dió vueltas a la cabeza.

-Mmm... Con eso de descompuestos... ¿Se referirán a las víctimas de esa enfermedad de las que nos habló la anciana? ¿Puede ser que hayamos escuchado ecos del pasado?

-Un embrujo menor se encuentra en la entrada del lugar,haciendo a los que entren ver lo ultimos recuerdos  de las personas que entraron y sufrieron la plaga de la locura. 

-Continuemos.

Suspiró a la par que recobraba una calma superficial, más tranquila ahora que se daba cuenta de que no había ningún peligro real, al menos inmediato.

—Ji, ji, ji. Tendríais que veros vuestras caras —dijo a los que se habían dejado llevar un poco demasiado. También les sacó la lengua, aunque un pensamiento repentino hizo que se la tragara de golpe y se llevara una mano a la boca—. Uy. ¿Quién querría poner un encantamiento así aquí? —preguntó, mirando, de reojo, las puertas de acceso a la mansión como tal; para el caso, ni siquiera dejó tiempo para responder— ¿O será un fantasma que no puede descansar? ¿Será peligroso? Deberíamos traer un sacerdote para que purifique este sitio. !Oh, yo podría! —Negó al instante, siguiendo con la perorata—. No, no tengo lo necesario. ¡Jo! Tenía que haber comprado agua bendita, siempre se me olvida algo. ¿Tenéis? Da igual, ya volveré si eso. Ahora tenemos cosas más importantes, ¿verdad? Además, creo que no vamos a estar solos del todo. Mejor no entretenerse. —Miró a los demás—. ¿Estáis muy callados? ¿He dicho algo? —terminó, en voz más baja, avergonzada—. Yo... —Mmm—. ¿Por dónde decís de seguir?