Partida Rol por web

La figura de Attilio aparece de pronto entre los presentes en la sala negra. 

El bardo mira confuso alrededor, reparando en cada uno de los presentes.

Al mirar alrededor, confuso, descubres que no estás solo en la sala negra.

Aquellos que han muerto antes que tú también se hayan contigo. El príncipe Próspero, Camelia, Lautone y Juliana.

Además, distingues una figura con rasgos idénticos a los de Fionna, pero bañada por completo en carmesí. 

Y...¿que hacemos aqui?-Attilio mira totalmente confuso poseido casi por el miedo

Fionna se mira las manos, el cuerpo. No podía creerlo, estaba con vida. Era algo que no se podía explicar. Mira a Juliana, quien la había estado consolando hace un rato y le dice - No he muerto... Alguien me ha curado -.

Se pone de pie y se acerca a Attilio. Se siente triste pues el bardo era bueno y no creía que merecía morir - Mi señor, lamento lo que le ha ocurrido y siento que no merecía este final - dice con una reverencia leve.

- Este es un lugar creado por la propia Muerte para traer a aquellos que caen presa de su macabro juego. No hay cielo ni infierno. Sólo esto. Y esto es lo que espera a todos aquellos que mueran allí donde estabais anteriormente -.

Desconociendo si el bardo había prestado atención a sus palabras en la corte, Fionna le dice lo que ha dicho a cada uno de los que llegan allí - Me encuentro viva pero también estoy aquí. Si hay algún mensaje que quiera que de en su nombre, con todo el gusto lo haré -.

Decidle a Chiara que su traición no la esperaba y a la bella Cecile que la amo y que guarde todas mis cosas, ahora, son suyas intentare cuidarla si puedo desde aqui y que no se fie de las serpientes, que esté muy alerta.-Le hace una reverencia a Fionna.-¿Y vos como es que podeis volver?¿Estoy muerto, estoy vivo?Estoy tan confuso...Os agradezco de corazón que le deis mi mensaje....

Le sonríe al bardo y le dice - Con gusto -.

Piensa por un momento en su pregunta y se da cuenta  que definitivamente no le había prestado atención. Con paciencia le explica - Todo aquello del desmayo, el corte en la mano. Todo eso fue causa de la muerte roja. Me arrancó la piel y de mi sangre, formó otra como yo. Esa parte de mí es la que se encuentra aquí en contacto con vosotros - dice con una sonrisa.

- El único que puede dar fe de ello es el señor Giussepe pero no ha dicho nada en la corte - sonríe y le dice al bardo después de tomar aire - Mi señor, Cecile quería que le dijera que... - lo piensa por un momento. Tal vez no sea algo muy agradable para él por su situación pero era una promesa que debía cumplir - ... Que su vida no será la misma sin usted y que pronto os reuniréis - su cara expresa tristeza pues eran muchos quienes decían esas cosas pero tal vez pocos entendían su significado. Éste era un lugar al que a ninguno le gustaría ir.

Le dedicó una ácida sonrisa al bardo - bienvenido a la pesadilla... yo no se donde cojones estamos - hablaba sin educación y le importaba poco, estaba medio muerto o muerto del todo - no es ni el cielo ni el infierno... parece como la frontera entre la muerte y el olvido o una broma muy mala - se acomodó en el frío suelo y chasqueó la lengua con gesto molesto - Lo siento joven Attilo, aunque quizás sobrevivas, que se yo... Giuseppe llegó como el resto pero se marchó

Osea sois una réplica de vos.....-MIra apesumbrado-Cecile no debe morír, no debe venír aqui ella es un alma libre.....-MIra hacia Lautone-Hay damas delánte Lautone...¿Que se supone que debemos hacer aqui?

Attilio se había planteado la misma pregunta que muchos antes que él. No había mucho qué hacer pues los muertos y ella misma eran presas de la muerte.

- Esperar que el ajedrez de la muerte se resuelva, mi señor. Éste es su espacio, su territorio, su creación. Sólo aquellos que han caído en sus garras, llegan aquí. Pero no a los que ha matado sino aquellos que han sido condenados por su propia gente: La corte - dice con tristeza.

Sabía que Attilio decía lo que sentía de corazón pero Cecile, al igual que otros, creían que ese lugar sería su salvación. - Lo que los vivos no saben es que este es el escenario de la muerte y no el cielo. Sólo un lugar donde ella puede jugar a su antojo con nosotros - no entendía como una jovencita de su edad podía llegar a pensar así, pero tanto dolor y sufrimiento le habían mostrado algo que ella nunca había creído llegar a ver. - Suena poco alentador pero es lo que la Muerte me ha mostrado al jugar con mi vida como lo ha hecho -.

- Me alegro de que hayáis sido curada. - dice Juliana a Fionna - ¿Sabéis quién ha sido? ¿Qué os han hecho? ¿Podrá curar al resto?

Entonces, cuando Attilio llega, realiza una ligera inclinación de cabeza.

- Siento veros aquí. - le dice.

Attilio sonrie con tristeza-es duro esperar a ver como esta partída de ajedrez se resuelve.....-MIra a Juliana con la misma tristeza-siemrpe es un placer veros Juliana pero no aqui....-

Fionna mira con algo de tristeza la conversación entre Attilio y Juliana y luego se dirige a ella con decisión.

- Mi señora, Fausto me ha pedido que repita el mensaje. Él ha tomado vuestro pañuelo en el momento de vuestra muerte pues os considera una gran amiga. También dice que de ser molestia lo devolverá de inmediato. ¿Qué desea que le responda? -.

Juliana esboza una sonrisa.

- Respondedle que es un gran amigo, que me parece bien que lo tome. Que espero que no nos encontremos aquí, a pesar de lo aburrido que puede ser permanecer en este lugar sin sus historias.

Entonces se dirige a Attilio.

- Disculpadme, mi buen bardo. ¿A qué os referíais antes con la traición de Chiara?

Attilio sonrie-Juliana amiga, vos sabeis como se mueve la corte y que yo era un simple entretenimiento en ese momento del buen Próspero, yo lo tenía asumido, la inocente Chiara no...Y siempre tuvo un oido en mi para escuchárla-mira con tristeza-su falta de lealtad a la hora de votar por mi muerte me ha dolído, jamás hubiera hecho yo lo mismo por ella....-

Fionna se dirige a su madre y se abraza nuevamente a ella. Con ternura le dice - Madre, padre quería que os dijera que no os olvida - sonríe y se abraza a su madre.

Sin mayor explicación, comienza a llorar desesperadamente. Se sentía sola y la única compañía que buscaba, parecía no darse cuenta de ello.

Attilio se acerca a Fiona-No lloreis pequeña, tranquila...-Inténta consolárla-que difícil es estár sólo rodeado de gente...Toda mi niñez fué así..-Piensa para si mismo le sonrie con ternura.

- Tranquila, pequeña. - le dice a Fionna, apoyando al bardo - Es normal que vuestra madre se encuentre... ausente. Fue la primera en caer, y tiene que haber sufrido mucho aquí sola hasta que vos llegasteis. Pero se recuperará, seguro. Os tiene a vos para apoyarla.

—Fionna, mi niña—Camelia parece salir de su ensimismamiento al escuchar el llanto de su hija— Perdóname, perdona a tu madre, esto es demasiado horrible, y me avergüenza ser capaz de mirarte a la cara. 

Fionna agradece los esfuerzos de todos por hacerla sentir mejor y su llanto se calma un poco. Los mira agradecidos y les sonríe. Las palabras de su madre le parten el alma pues ella sentía que en parte era su culpa todo lo que sucedía.

- Madre, perdonadme a mí por no poder sacaros de aquí. Cuanto quisiera yo que fuerais libre y tomar vuestro lugar para que mi padre no se sintiera tan solo. Poco es lo que me habla y Patricia también está perdida. Siento una carga sobre mis hombros más fuerte de la que puedo soportar. Solo alguien más está cerca a mi corazón pero esa persona está más lejana que nunca - sigue llorando aunque de forma más calmada.

Había guardado esas palabras por tanto tiempo que salieron como una explosión de sentimientos cruzados. A pesar de su madurez, era la más joven de la corte y no podía evitar que el miedo se apoderara de ella en ocasiones.

Lautone se sentía un mero espectador de todo aquello, no alcanzaba a comprender lo que decían, y no era por incomprensión idiomática o que fuera tonto, sencillamente no entendía tanto llanto y tanta vergüenza... habían muerto, no había más, no hay ningún gato al que contarle la vigésimo novena pata, no, solamente cadáveres, eso eran, macilentos y podridos cadáveres de camino al olvido... Lautone lo tenía más que asumido y no había que añadir nada.

Se removió en su improvisado asiento y se quedó observando, como antes...