Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

Lautone

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19/06/2013, 19:07
Director

Vino, mujeres y un buen botín. Esos eran los pilares de tu vida antes de que la fortuna te sonriese. La suerte llegó de manos de un hombre borracho que decidió jugarse contigo todo lo que poseía. Incluído su título.

El muy desdichado perdió aquella mano y quiso negarse a darte lo que te pertenecía, pero tú y algunos buenos amigos le disteis su merecido y pronto cobraste tu recompensa. Aquel hombre era Conde en tierra de nadie, pero poseía una pequeña fortuna que bien empleaste para validar tu nombramiento y para mejorar tus condiciones de vida de un modo considerable.

Seguías teniendo buenos contactos en determinados asuntos turbios, y eso te proporcionó una fuente de ingresos, pues te convertiste en aquella persona capaz de proporcionar a los nobles señores cosas que no se atrevían a buscar en cualquier mercado popular.

Eso te llevó a Próspero. Un hombre de gustos opulentos, que de cuando en cuando quería agasajar a sus invitados con algo especial y exótico. Tu buen servicio te hizo ganar un lugar en su Corte.

Tu siguiente paso para alcanzar el éxito, será encontrar unas tierras prósperas donde asentar tu título. Y, ¿qué mejor que la hija mancillada de una viuda para garantizarlo? A la pobre Lucrezia le quedan pocas opciones, y ante el escándalo que ha protagonizado su hija durante los últimos meses en la Corte, eres un candidato que podría considerarse hasta prometedor.

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20/06/2013, 22:49
Director

Esta escena ha sido creada para pormenorizar la historia del personaje tanto como el jugador quiera. Darle una personalidad, aficiones, ambiciones, algún secreto oscuro... Cualquier cosa que consideren oportuna es susceptible de ser introducida como parte del personaje.

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12/07/2013, 00:09
Director

Tras sonar las campanadas del mediodía, intentas recomponerte, evadiendo el miedo irracional, aferrándote a tu cordura.Sin embargo, a pesar de tus intentos, notas que algo no encaja. Algo no marcha bien.  

Un escalofrío recorre tu cuerpo y parece decidido a no abandonarte, y de pronto la simple tarea de respirar se vuelve costosa. Te sientes débil, y estás seguro de que si alguien tocase tu frente notaría que arde en mares de fiebre. Estás enfermo, y no puedes evitar preguntarte si la Muerte Roja también ha decidido abrazarte. No puedes evitar preguntarte qué harán los demás si se enteran y sin embargo conoces la respuesta. Sólo el abandono es lo que aguarda a cualquiera sobre el que pese la marca de la Muerte Roja. 

Por ahora te sientes capaz de actuar como si símplemente te encontrases de pronto cansado. Pero, ¿empeorarás? ¿serás capaz de mantener tu ardid? Y más importante aún, ¿es este tu fin? Algo en tu interior, un presentimiento casi tangible, te dice que has sido sentenciado, y durante algunos instantes, al parpadear, eres capaz de ver tus propias manos teñidas en carmesí.