Partida Rol por web

A través de la rejilla del compartimento de tu compañero americano, adviertes que está apuntando con un rifle de espléndida manufactura, a uno de sus compañeros. Intuyes que Gora puede estar aún en el vagón de cola, al igual que la señorita Strom y los Zimmerman que estarán adecentando el cadáver. Si Ford dispara, alertará a todos y tendrá muy pocas salidas.

En un silencio de vuestra conversación, una frase pronunciada más alta de lo adecuado llega hasta ti procedente de un compartimento cercano (el penúltimo antes de la puerta de acceso al vagón de carga): -¿Para quién trabajas?¿Sabes quienes son tus compañeros? Dime sus palabras claves y la tuya ¡Ahora!- El acento americano de aquellas palabras es inconfundible.

Al mirar el rostro de tu acompañante adviertes que también ha oído algo.

La cabeza de Elionor había empezado a descender en un asentimiento a las palabras de McNail sobre salir de aquel lugar y buscar seguridad cuando escuchó aquellas palabras acorralarles por la espalda. — Nos harán daño —prometió como si el mismísimo diablo se lo hubiese susurrado al oído—. Salgamos de aquí —acordó tomando el contacto que el relojero le ofrecía amarrándose a su muñeca con ambas manos y a sus pupilas con el verde y el azul de sus ojos—.

Pese a que Solomon no ofreció ningún tipo de contacto, Elionor interpretó que el gesto sí era de invitación y sus manos se enroscaron en torno al brazo. El hombre pudo sentir el tacto suave de sus dedos enguantados mientras los ojos de la mujer, enigmáticos, sostenían su mirada. Fue entonces cuando percibió un contacto diferente en la palma, metálico... vibrante.

Y comenzó la descarga que recorrió el cuerpo de Solomon. La gran corpulencia del hombre puede que lo haga aguantar algo más que una persona normal, pero aún así, de prolongar el contacto, los daños podrían llegar a ser terribles.

Al escuchar la frase (no podía ser de otro que no fuera Bruce), mire al vagón de donde provenía, la cosa se estaba poniendo muy tensa desde el sabotaje no pararon de pasar cosas, y entonces lo note, la señorita Strom me cogió la mano y note una fuerte descarga. ¿Que cojon...?

Estaba siendo atacado por ella, ¿Sería la asesina que estaba encima del tren?

No podía titubear en este momento, estaba enfrente de una asesina profesional que no dudaría en matarme allí mismo.

Con todas mis fuerzas la impulse lo más lejos de mi, un buen golpe mio le haría daño, ella no era fuerte pero si habilidosa, tenía que estar muy atento para no volver a recibir uno de sus ataques.

Solomon, visiblemente sorprendido, demuestra una resistencia poderosa. Cambia el peso de las piernas, antepone su mano libre y empuja con todo para apartar a la mujer. Gracias a su fuerza lo consigue, pero la potencia de Solomon es equiparable a la agilidad de Elianor que cae hacia atrás absorbiendo la fuerza del impulso.

Ambos contendientes quedan uno en frente del otro a una distancia prudencial. Mirándose. Elionor sabe que la descarga hubiera sido suficiente para herir a un tipo normal, pero Solomon no parecía ser normal. No obstante, pese a no estar herido, seguro que no podrá usar el brazo a pleno rendimiento.

A Zacharias

Además de la situación que puedes ver en el interior del compartimento, en el exterior parece que también está ocurriendo algo.

Escuchas un zumbido, una especie de sonido eléctrico y alguien decir: -Que cojón...- luego algo es lanzado con un esfuerzo al otro lado del tren, a través del vagón, y su sombra, grácil y atlética, pasa por la ventana atrayendo la atención de los que están en el interior del compartimento.

Ese momento, lo aprovecha tu compañero americano para golpear con la culata en la cabeza de su presa, dejándolo inconsciente. Tras ello y rápidamente, apremiado por lo que está ocurriendo en el exterior, coloca la cabeza de la víctima hacia atrás y vuelve a golpear con la culata, esta vez en el cuello emitiendo un fuerte crujido al acabar con la vida de Zero Schrödinger.

A Elianor y Solomon

Elianor pasa por delante del compartimento de donde vino la voz, proyectando su sombra contra las cortinas. Parece evidente que distrajo a los que se encontraban el interior pues se escuchó un fuerte golpe y luego un segundo golpe acompañado del sonido que hacen los huesos al quebrarse (concretamente los del cuello).

"Excelente trabajo, señor estadounidense. Deje que baje un momento y le ayude..." le felicitó desde arriba. Lo hizo porque no quería que el tipo se asustase cuando lo viera bajar, y ciertamente, no quería que le disparase esa escopeta por ello.

"Escucheme atentamente, porque no tenemos mucho tiempo." le dijo, una vez bajó a su camarote y cerró de vuelta la tapa del techo. "Esta será nuestra coartada: usted y yo estabamos tranquilamente charlando cuando este caballero..." despectivamente movio con un pie el cuerpo del cadáver para verle la cara... "...vino con esa escopeta a acabar con mi vida y la suya." señaló la escopeta del señor Ford. "Usted, en un acto de increíble valentía aprovechó la conmoción de ahi fuera para arrebatársela y salvarnos las vidas. Perderá su escopeta porque será confiscada, pero a no ser que se le ocurra una forma de hacer que este hombre haya podido amenazarnos de muerte a los dos..." negó con la cabeza "...esta será única salida que tendrémos. Usted lo mató en defensa propia. Oh, y..." le dio la vuelta al cadáver, le quitó la chaqueta a medias (solo por un brazo) y le clavó el cuchillo que había sacado de la escena del crimen en la espalda, a una altura y profundidad en las que sería plausible que se lo hubieran clavado desde la distancia, poniendo en práctica sus conocimientos sobre medicina y sobre la escena del crimen en la habitación de los equipajes. Con cuidado, y con el mismo pañuelo con el que había limpiado la daga de sangre de la otra víctima, extrajo el cuchillo evitando que cayera ninguna mancha de sangre. Le puso la chaqueta de vuelta al cuerpo y presionó con fuerza la chaqueta sobre la herida para hacer que la sangre dejase de brotar. Colocó de nuevo el cuerpo como quedado cuando murió y se levantó, guardando tranquilamente el cuchillo y el pañuelo ante la mirada del confundido americano.

Explicó. "El móvil. Este caballero quería matarme porque temía que le descubriera como el asesino del otro crimen. Una lástima que sólo el verdadero asesino sepa que el culpable no fue este señor." celebró en una 'afable' carcajada. "Bueno, sólo el asesino y su cómplice, si es que tuvo alguno..." en ese instante miró detrás de la máscara con detenida curiosidad al supuesto americano. "Señor estado de los estados unidos... ¿cómo sabía que se había producido un asesinato en el vagón de cola antes de que llegasen los Zimmerman?" le preguntó sin tapujos. Podía ser que hubiera simplemente sido el primero en descubrir el cadáver. Recordaba que había sido el primero en informarle de la muerte. ¿O quizás habría sido el cómplice del auténtico asesino? Había descubierto que se dedicaba a pedir las frases clave, ¿quién le aseguraba que no fuera un impostor que hubiera matado al verdadero compañero de la bella señorita heterocromía? Heh, un poco como el propio Janssen había hecho, al haber matado 'involuntariamente' a un agente y ocupado, por la fuerza, su lugar...

¿Debería... matarle? Si eso era cierto, Ford podría intentar matarle, ahi mismo o más tarde. ¿Pero mataría Ford al doctor allí mismo, con otro cadaver en su habitación, y con semejante jaleo fuera de los compartimentos? No le daría tiempo a escapar por el techo, y menos si disparaba ese arma. Hum, si era un enemigo, entonces que Ford perdiera la escopeta era sin duda alguna una ventaja para Janssen. Pero cabía el caso contrario. Cabia el caso de que este tipo hubiera engañado al asesino y se hubiera hecho pasar por su cómplice usando las frases claves. En dicho caso, tenerlo de aliado era la ventaja. O cabía también la solución más sencilla, y era que el tipo fuera simplemente el que había descubierto el cadáver.

En cualquier caso... "La tapadera estaba preparada. Le sugiero que salgamos ahi fuera y avise de lo que ha ocurrido, a no ser que tenga usted una idea mejor."

A Solomon

El tiempo se detiene, la que antes se mostraba como una mujer dócil y algo enigmática se presenta ahora como lo que es. Una asesina. Sus pies se posan a unos tres metros de ti con soltura, uno frente al otro evaluáis al contrario. La luz del tren la ilumina de frente y puedes ver el artefacto en una de sus manos.

En un principio me sobresalté y encañoné arriba. Cuando vi (y escuché el tictac) bajé el arma. Fue entonces cuando las palabras del médico cobraron sentido en mi mente. Aún estaba excitado por lo que acababa de ocurrir. Posé el arma en el suelo y observé atento, escuchando cada una de sus palabras. Fruncí el ceño cuando mencionó que debía deshacerme de Janet pero aguardé a que terminara de hablar.

-Ahí afuera están combatiendo- me limité a decir -Había pensado dejar el cuerpo ahí...- señalé su asiento -...simulando que dormía mientras echo un ojo fuera. Luego subir por la trampilla...- señalo por donde ha entrado -...arrastrarlo hacia un acceso al exterior, por la zona superior y arrojarlo fuera. No es necesaria coartada alguna.- Dije acicalándome el bigote -Por otro lado, fuimos tres personas los que encontramos el cadáver porque escuchamos un golpe seco. Luego supimos que fue el cuerpo de la joven al caer. Pero no hay tiempo, la señorita Elianor estaba ahí fuera y presiento que está siendo atacada.-

Dejo el rifle sobre los asientos contrarios. Cojo el cuerpo y lo siento en su sitio, inclinándolo con cuidado y bajando la visera para simular que dormía. Vuelvo a coger el rifle y miro fijamente al médico -Soy Bruce Ford. Un placer, compañero- sentencio y amplío la sonrisa abriendo el arco del bigote. Tras ello voy hacia la puerta, abro y salgo manteniendo el rifle oculto a la espalda.

Abro la puerta del compartimento y saco la cabeza. Miro a ambos lados, preparado para cualquier cosa que pueda ocurrir pero extremando al máximo la precaución. También dejo un hueco para que el doctor se asome. Al ponerme de lado en la puerta ambos podemos echar una ojeada.

La cabeza del americano asoma con cautela entre las dos personas que se encuentran en el pasillo. A la izquierda está Solomon, erguido y firme, en guardia. A la derecha está Elianor con las piernas flexionadas y preparada para lo que pueda ocurrir. La tensión se palpa en el ambiente.

Al mismo tiempo, la puerta del último compartimento (el más cercano al vagón de equipaje) también se abre y una figura femenina sale de ella poniéndose delante de Solomon. La señorita Atkin, con su habitual máscara, sale con el ceño fruncido y mira a ambos lados del pasillo.

A través de las cortinas del compartimento me pareció ver algo extraño. Para mi sorpresa, descubro una situación bastante peculiar -¿Qué ocurre?-. Con la pregunta latente en mi mente analizo a los que allí se encuentran advirtiendo que el señor Ford también ha salido de su cubículo para curiosear.

-¿Problemas?- esbozo media sonrisa que, desde fuera, sólo se aprecia con un ligero desplazamiento de la máscara a un lado.

Me encontraba enfrente de una peligrosa amenaza, al empujarla llame la atención de las personas que estaban en el vagón de al lado, un rostro conocido apareció de repente.

Tenga Cuidado, es una peligrosa asesina, si le toca con eso que tiene en las manos lo va a pasar mal. Le advertí a Ford mientras no le quitaba ojo a la señorita Strom.

Cerré los puños como buenamente pude y con posición de boxeador espere a ver si volvía al ataque, esta vez no me pillaría desprevenido.

La amena conversación con el señor Ford había sido interrumpida por un extraño estruendo. El doctor Jannsen asomó también su cabeza de pájaro. "¿Todo bien, señoritas y caballero?" preguntó con cierto tono irónico en su voz, saliendo de la habitación, y por lo tanto poniéndose en medio de aquellos sin cuidado alguno. Había un caballero con el que no había tenido el placer de cruzarse, y en el otro extremo estaba la señorita Strom, a la que sí tenía el placer de haber conocido. Fuera también estaba una señorita con una hermosísima máscara, mucho mejor que la suya, y aunque imaginaba que ella no la llevaba por placer, no pudo evitar fijarse. "Oh, lleva usted una espléndida máscarilla de oxígeno, señorita." la felicitó y saludó con el ala del sombrero. Miró al hombre del que desconocía su nombre ladeando su cabeza de pájaro. "¿Una peligrosa asesina?" miró hacia detrás suyo, donde se encontraba la pelirroja. "¿La señorita Strom?" volvió a girarse hacia delante. Era casi cómico cómo el hombre mostraba abiertamente su sorpresa aun llevando una máscara que le tapaba toda la cara, gesticulando extrañeza casi como si de verdad fuera un pájaro. 

"Encuentro difícil de creer lo que me está usted diciendo, caballero. La señorita Strom estaba conmigo, y cuatro testigos más cuando sucedió el frenazo del tren. Puede preguntarle al propio señor Strauss si lo desea. Lo que usted insinúa es completamente imposible: no se puede ser doctor si no se ha curado a nadie... ¿cómo va a ser esta señorita una peligrosa asesina, si no ha matado ni podido matar a nadie?"

Se acercó a Elianor Strom y le ofreció el brazo izquierdo para invitarla a levantarse. "No se preocupe querida, este hombre debe estar asustado y alterado por todo lo que ha estado pasando..." miró de nuevo al caballero y se golpeó despreocupadamente los labios detrás del pico de la máscara con el cabezal de su cetro de médico. "Hmm, podría ser un caso de delirio por el estrés... ¿Cuánto hace que no duerme, caballero? Si lo desea podría realizarle un chequeo. O, si  sigue insistiendo con que mi compañera de compartimento ha cometido un asesinato, podría llamar al señor Strauss para que le confirme su coartada él mismo. Estoy seguro de que opinaría lo mismo que yo." 

Tras las palabras del médico, la tensión se ocultó con un paraguas de fingida tranquilidad. Elianor y Solomon cruzaban miradas. No había testigos de su encuentro por lo que, ahora que la mujer contaba con el doctor como aliado, serían la versión de uno contra la del otro.

El señor Ford miró con sorpresa a Solomon tras sus palabras y luego alternaba entre uno y otro. La señorita Atkin, más cerca del corpulento pelirrojo, no dejaba de mirarle el brazo musculoso pero herido.

Del vagón de carga salió un Zimmerman que se os quedó mirando...

-¿Qué ocurre?- pregunta con voz metálica y tono autoritario. Sus puños están cerrados y apoyados en sus caderas. A través de sus lentes negras supervisa la escena. -¡¿Qué ocurre?!- pregunta en tono más enérgico.