Partida Rol por web

Durante la guardia, Dork permanece sentado junto a la hoguera con el martillo en su mano derecha y la antorcha en la derecha. Pikard es menos dado a permanecer ocioso, y se entretiene afilando palos, hilando cuerda y acariciando a Bro.

Se escucha el sonido de insectos, grillos y otros bichos, mezclados con el susurro al moverse algún pequeño depredador nocturno como buhos o comadrejas. Con tanto árbol y matorral el paisaje está lleno de sombras que bailotean según se mueven las llamas de la fogata.

Entonces Dork escucha algo más grande que una comadreja moverse. Cuando se gira hacia el ruido ve un oso negro que, de alguna forma, se ha deslizado en silencio hasta estar justo detrás de Pikard. No es un ejemplar grande para ser un oso, pero sigue dejando pequeños al trasgo y su lobo que, por alguna razón, no han visto ni oído llegar la amenaza.

Dork tira algo de carne seca cerca del oso, mientras avisa a Pikard

- Shhh Shhh

Dork pone en guardia a Pikard, que al darse la vuelta está justo a tiempo de ver cómo un oso negro se abalanza hacia él. Ignorando el trozo de carne que el semiorco le lanza, la bestia hunde los colmillos en el pequeño brazo del trasgo y tira de él. Parece querer arrastrarlo a la espesura.

Dork carga contra el oso atacándolo con la antorcha y el martillo mientras grita alertando al resto del grupo

¡NO PIENSES QUE TE LO VAS A LLEVAR!

Pikard apenas había reaccionado con la sorpresa de un oso negro atacándole por la espalda cuando Dork avanza un paso y da un golpe con la antorcha en el morro de la bestia, que la aturde, seguido de un terrible martillazo en la cabeza. El cráneo se fractura y el animal cae inconsciente y moribundo en el acto.

Todos se han despertado con el grito de batalla del semiorco. Pikard tiene una fea herida por los colmillos del oso, pero si no hubiera sido por el bárbaro habría sido arrastrado a la espesura y servido de cena.

Entonces ocurre algo. El cuerpo del oso comienza a reducirse, las piernas se alargan... hasta que el cuerpo que yace ensangrentado no es en absoluto el de un animal, sino el de un hombre con armadura de pieles y ropas de cuero. Tiene una bolsa con él, pero aparte de eso no carga con más armas que un bastón.

- ¡Maldita sea! -Kirk estaba echo una furia. Al final los lugareños habían dicho la verdad y los druidas resultaban ser tan peligrosos como habían dicho. Ni una advertencia. Ni una oportunidad. El grito en la oscuridad había despertado a todos para poder observar como Drok se hergía sobre el ensangrentado cuerpo de un oso con el craneo destrozado. Su martillo había hecho un daño terrible al predador el cual al parecer había atacado a su hermano. Las marcas de su brazo parecían mostar a las claras lo cerca que estubo de no contarlo. De no ser por Dork, a saber como hubiera acabado su hermano.

La sorpresa y su posterior rabia vinieron cuando de golpe el oso muerto se convirtió en un cuerpo muerto de un humano. Una transformación como esa no podía ser otra cosa que la que experimentaban los druidas al entrar en comunión con sus poderes. Y si bien, normalmente eran amables guardabosques, que tendrían a avisar antes que dañar, este había intentado acabar con su hermano al abrigo de las sombras.

La rabia cegó por un momento al explorador y a punto estubo de sacar su daga y apuñalar al cadaver en los ojos, profanándolo. Se contuvo a tiempo de ejecutar semejante barbaridad, pero no se cortó y le pateó la cara tras escupirle. Luego, aun encabronado como un glotón, se acercó a Pikard y apretando los dientes visiblemente se puso a inspeccionar la herida de su hermano para tratar de limpiarla y vendarla en condiciones.

- Inspeccionad el cuerpo de ese bastardo... -llegó a decir con los dientes apretados de pura ira- Los suyos llevan a veces ungüentos curativos... Y ese cabrón ya no los va a necesitar...

En su estado furibundo casi pone mal la venda de Pikard, pero tras un par de inspiraciones, se calma un poco. Lo suficiente para hacer bien su tarea. Al acabar mira a su hermano a los ojos.

- Yo te relevo en la guardia Pikard, y tu ahora te vas a descansar... -dijo con tono bajo, pero admonitorio, como si del señor de un castillo se tratara. No admitiendo réplica- Necesitas reponerte de esa herida. Y no se te ocurra rechistar. Puedo dormitar de día sobra Tak para recuperarme, cosa que tu no podrás hacer con tu brazo... ¿estamos?

Y sin mediar palabra, se puso en pié y preparó sus armas para la guardia. La posibilidad de perder a Pikard le había encendido tanto la sangre que dormir para él en ese momento resultaba del todo imposible. Al menor haría algo útil mientras mascaba palabras de enfado al calor de la hoguera.

Kirk sentía que a su alrededor podía ponerse a nevar intensamente y que cualquier cantidad de nieve que cayera sobre él se derritiría al instante, sin importar la intensidad. Así era su mal humor.

-Tranquilos, estoy bien.-Dijo el goblin recuperando la compostura.-Solo ha sido un arañazo. Nada que no esté curado pasado mañana si me cuido. Lo que más me preocupa es que los druidas no suelen atacar solos y menos aún sin provocación... Es probable que haya más por los alrededores. Y no creo que les haya gustado lo de que matemos a uno de los suyos.

No te preocupes, hermano, puedo continuar con mi guardia un rato más. ¿Por que no descansas hasta tu hora mientras nosotros seguimos vigilando? Con el martillo de Dork de mi lado estoy más que tranquilo.

- Veamos qué hay aquí... -

Dice Abrojos inspeccionando el cuerpo del druida. Todo ha pasado tan rápido que ni ha tenido tiempo de despertarse del todo.

Ni la armadura ni el bastón (un simple palo) parecen ser interesantes. La bolsa demuestra ser más valiosa. Hay cuatro pociones pequeñas, dos iguales entre ellas y las otras de colores distintos. Abrojos está bastante convencido de que una de las pociones, la de color azul, es curativa leve. El resto no es tan fácil de decir.

También hay una hoja doblada que contiene dos semillas negras. Por último, seis bayas de buen aspecto.

Eso es todo. El cadáver sigue en el borde del claro, disimulado bajo los arbustos de los que salió sigilosamente para coger a Pikard por sorpresa. Al trasgo no se le escapa que su fiel lobo no saltó en su defensa. De no haber sido por Dork, lo habría tenido difícil.

-Creo que no podemos fiarnos demasiado de Tak y Bro.-Dijo el goblin mirando a su hermano con tristeza.-Los druidas parecen para ellos tan aliados como nosotros... ¿Se te ocurre algo?

- No se si están obnubilados o hechizados de algún modo. -contestó Kirk. Su enfado no había desaparecido, pero si remitido un poco al ver que su hermano estaba algo mejor- Ya que quizás les hayan influenciado para no delatar activamente su presencia si les ven, quizás podamos convencerles de que se alegren lo suficiente al verlos como para gererar una respuesta más visceral y emocional... Veamos... Atento, hermano, porque después deberás hacerlo tú con Bro...

Kirk entonces se acercó a su amigo lobo y agarrándole suave y cariñosamente por el pellejo del cuello, como las lobas portan a sus cachorros, le guió cerca del cadaver del druida. Una vez con él, tomó la bolsita con las semillas negras y la pasó por el hocico de Tak para que pudiera olerlas. En cuanto se cercioró que el lobo había captado el olor, Kirk sacó una chuchería y la sopeso en la mano a la vista de Tak. Tak, aun con el olor presente, empezó a prestar atención a la golosina. Kirk se la acercaba los suficiente para interesarle pero no le dajaba alcanzar, sujetándole con autoridad, pero sin rudeza. Repitió la operación varias veces hasta que Tak comenzó a salivar y jadear. Cuando Kirk estuvo más o menos convencido de que había creado una conexión sensorial, le dió a Tak un poco de golosina. Repitió esto un par de veces más para asegurarse y rezó porque fuera suficiente.

Si lo había hecho bien, aunque Tak estuviera hechizado y no tratara voluntariamente de desenmascarar a un druida, si captaba el olor a semillas igual comenzaba a salibar y a comportarse con cierta ansiedad, algo instintivo y superior a su voluntad. Algo le decía que esas semillas eran especiales, y seguramente comunes para todos los druidas, ya fuera como material para conjurar o cualquier otra cosa de caracter esotérico. Si estaba en lo cierto en eso, y si había logrado embaucar al instinto de Tak, esa podría ser su alarma de proximidad, pues el olfato de los lobos era bastante fino.

- Demasiados "sies"... -susurró con cierto tono agorero, poniendo voz a sus pensamientos. Luego se encogió de hombros y adaptó su mente al peligro que se había destapado en el supuestamente seguro claro del pantano, y confiando por primera vez más en los instintos de Tak que en el propio Tak...

...A las malas, tampoco perdían nada por intentarlo...

Drusilda necesitaba dormir para recuperarse de sus heridas. Con tanto jaleo emite un pequeño mmmmmm de protesta se da la vuelta y sigue durmiendo.

Ya que los trasgos parecen entretenidos, Dork se toma un descanso merecido y deja a Kirk y Pikard con sus cosas. Los dos hacen guardia mientras intentan enseñar un truco nuevo a sus compañeros animales. Sin estar seguros de haber conseguido algo, los dos se dan por vencido cuando llega el turno de Abrojos para velar.

Llega la mañana sin más incidentes. El campamento se recoge en poco tiempo y se preparan para retomar el camino. Entonces escuchan graznidos como de águila acercándose y se siente movimiento en las copas de los árboles más cercanos.

¡Rápido, preparen los arcos!

Dork coge con una mano la antorcha y con otra la espada y mira de un lado a otro atento a cualquier movimiento.

Abrojos saca su arco y mira fijamente al cielo, pero se agacha y busca esconderse entre los matorrales con la ayuda de la capa mágica.

- Sí, pero tratemos de pasar desapercibidos.

El pícaro no sabe si será alguna monstruosidad como el águila gigante que vieron en el barco, más druidas o aves normales, pero todavía está herido y no le apetece nada un combate si puede evitarlo.

Drusilda sigue a Lupín y se queda junto a él oculta en los matorrales con la capa puesta y el arco en la mano con una flecha preparada mientras vigila el cielo tratando de ver el tipo de ave y el tamaño de las mismas. Por todos los Dioses, desde que embarqué con vosotros no hay momento de descanso. No veo el día que pueda comer sentada en una mesa con un mantél limpio, dormir en una cómoda cama, y darme un baño caliente con jabón mientras alguien me frota la espalda con una esponja.

Dork que ya no tiene a nadie ni nada que proteger se dirige hacia los árboles con sus compañeros buscando refugiarse frente a un ataque aéreo

Prestando toda su atención a su hermano, el goblin hizo lo propio para "enseñar" un truco rápido a su compañero.

Los trasgos reaccionan más tarde que el resto, pero todos se ocultan usando las capas y los abundantes escondrijos que proporciona la vegetación cercana.

Poco después en las ramás más altas de unos árboles cercanos se posan tres águilas de tamaño normal. Otean el paisaje desde su posición elevada y emiten unos graznidos como comunicándose entre ellas. Hasta donde Kirk y Pikard saben, es un comportamiento extraño para esas aves, normalmente cazadoras solitarias en llanuras.

Durante un momento parece que han visto a alguien, quizá a Drusilda que no se esconde tan bien como sus compañeros, pero la capa oculta el brillo del metal de su armadura y los pájaros siguen escaneando la zona como si no hubieran visto nada. Al final, retoman el vuelo y se alejan hacia el norte.

-Tres druidas probablemente.-Susurró el Goblin.-Debemos seguir rápido antes de que nos encuentren.