Partida Rol por web

-¿Y dónde están los demás?-Preguntó el Goblin.-¿Queda alguno?

No creo contesta el viejo yo era el más joven.

COF COF COF COF

-Es decir, no había elfos ni enanos, ¿No?-Preguntó con curiosidad.-¿Y como ha llegado la situación a lo que es ahora?

¿Elfos y enanos? No en estas tierras, no. COF COF

El viejo parece algo confuso.

¿Cúal es la situación ahora? No salgo nunca de aquí y no recuerdo... no recuerdo gran cosa de cuando lo hacía.

El anciano ciego mira hacia todas partes.

¿Quién habla? ¿Sóis más viajeros?

Mientras el trasgo habla con el anciano, las ramas de la pared sigue estirándose y tanteando hacia la espada curva que el semiorco tiene en las manos. Cada vez lo hacen con más ímpetu y nerviosismo.

Al escuchar la conversación de sus compañeros con el invidente Abrojos asiente moviendo la cabeza arriba y abajo, hasta darse cuenta que el druida será incapaz de notar sus gestos. Con una sonrisa observa como el semiorco revisa la espada y decide verificar si no hay algun otro objeto de valor. "Después de todo, el viejo no lo podrá usar" se plantea sin estar seguro si de encontrar algo se lo apropiará o solo verificara de que se trata.

Mientras mueve por la cabaña, observando si detecta algun objeto de valor o algun escondrijo que pudiera tenerlos, pregunta - Y los guardianes del bosque... tenían la habilidad de curar a quienes hubieran sido heridos por los enemigos de la naturaleza? Porque ese ha sido nuestro caso - menciona como al pasar

La cabaña es parca y no hay lugar donde esconder nada para unos ojos atentos como los de Abrojos. En la mesa hay varios viales y frascos. El veterano mercenario no tiene problemas reconociendo un líquido azul por lo que es: una poción curativa leve. Los otros cinco viales, más pequeños, son de color oscuros y es imposible decir qué efecto tienen.

Además de la espada que las ramas en la pared parecen tener prisa por recuperar, la habitación está casi vacía. Lo último en lo que se fija Abrojos es en un pequeño libro tirado en el suelo debajo de la cama.

¡Claro! De los más poderosos se decía que devolvían la vida y hacían crecer brazos o piernas amputadas. Yo... COF COF vuelve a interrumpirle un ataque de tos.

Yo mismo puedo sanar casi cualquier herida. Acércate...

Dice, extendiendo sus manos para tocar al que habla.

- Espero que sepais lo que haceis - murmura Abrojos antes de respirar profundamente y acercarse al viejo. Sin embargo, antes de hacerlo, casi sin darse cuenta toma la poción que ha reconocido como curativa y la mantiene en su mano, listo para bebersela si el conjuro de su interlocutor no es lo que se supone que debe ser

Abrojos se acerca hasta que el hombre le toma de la mano. Justo su brazo derecho tiene una herida de mordisco, aunque lo peor es su tobillo.

El viejo asiente como si viera dónde está problema. Se concentra y murmura unas palabras en un idioma que no es ni uno que alguien de los presentes hable ni el que Abrojos está acostumbrado a oír con la magia.

Las heridas de Abrojos, tobillo y mano, se cierran por completo. El pícaro se siente como nuevo.

Dork deposita con calma la espada en las ramas y se vuelve hacia el anciano.

Abuelo ¿sabe si hay alguna ciudad por aquí cerca? ¿que tal estan los jovenes guardianes? cuando le visitan ¿que noticias traen?

¿Le importaría sanarme también a mi? - preguntó con voz dulce - quedaba un poco oportunista, pero el dolor de la pierna seguía estando allí y a aquel anciano parecí que le costaba poco o ningún esfuerzo.

Las ramas tantean el objeto que Dork les entrega y, satisfechas, vuelven a su posición y tamaño normal, haciendo de soporte para la espada en la pared.

El viejo parece notar cuando alguien herido se le acerca, y repite el proceso. Pronto, los cuatro mercenarios que están en la cabaña se encuentran como nuevos.

No hay ciudades. No lo habríamos permitido. Este lugar es demasiado perfecto para ser mancillado.

El anciano claramente disfruta la compañía.

Los jóvenes vienen poco y me cuentan menos. Creo que temen que los enemigos me lo saquen. ¡Como si pudieran conmigo! COF COF COF COF

-Nosotros no permitiremos que así sea.-Respondio el goblin a las amables palabras del viejo.-Pero dígame, ¿Que es exactamente el lugar donde estamos?

El anciano parece confundido por la pregunta.

¿Qué es? Pues... un bosque. Bajo nuestra protección.

Agarra la taza de madera que tiene a un lado de la cama y bebe agua de ella, evitando otro arranque de tos.

Creo que eso es todo.

-¿Y este árbol?-Pregunto.-El santuario en el que nos encontramos emana paz y serenidad. Y más extraño aún, ¿Por qué hay huargos y lobos invernales en este bosque? ¿Son acaso aliados de los druidas? Tenía entendido que eran bestias mágicas proclives al mal.

Drsulida solo piensa en una noche tranquila a resguardo. Con la protección del hechizo del lobo, la caseta, el Druida... No tardará mucho en atardecer, Lupín ¿dónde pasaremos la noche? -susurra en voz baja pero suficientemente alta para que el anciano pueda escucharla.

Después de recoger el campamento por la mañana y el encuentro breve pero intenso con las tres águilas, los mercenarios habían caminado varias horas hasta el claro. Tras el combate, la conversación transcurría con el sol en lo más alto. Pronto empezaría a descender, aunque quedaban unas buenas cuatro o cinco horas de luz.

Abrojos sabía que la estatua había sido desactivada solo temporalmente. Sin magia no había forma de deshacer la trampa para siempre, aunque ahora eso podía jugar a su favor más que al contrario.