Partida Rol por web

Una espada ciertamente excepcional, es la opinión de Dork. Las runas de la empuñadura, que podrían perfectamente ser mágicas, están dibujadas con filigrana de oro. El resto de la espada parece del mejor metal. Algo curioso es que el arma se sostiene en dos ramas flexibles que salen de la pared, como si fueran parte de ella, y se doblan ligeramente en torno al metal.

El viejo dirige la mirada vacía hacia la voz de Dork.

¡Esta es mi casa! dice ofendido. Tengo amigos que me visitan, y los pájaros cuidan de mí.

Ahora el bárbaro nota que alguna de las aves que entra y sale por las ventanas carga piezas de fruta, desde una uva hasta manzanas, dependiendo del tamaño del pájaro, y reponen el cuenco de la mesita.

Al otro lado hay un cubo con agua y una palangana. Probablemente el viejo no pueda ni salir de la cama.

¿Quién eres tú? Si has venido a matarme descubrirás que aún sé COF COF le interrumpe la frase un acceso de tos.

...defenderme dice por fin, falto de aire por el esfuerzo de toser.

Costó. Costó pero al fin la bestia fue abatida.

O más bien fue esfumada a base de golpes. El caso es que ni sus dientes ni su ferocidad existían ya, por lo que Kirk pudo recuperar el aliento y una cadencia de latidos más normal en vez del tamborileo que se acercaba más al infarto que a otra cosa.

Tumbado en la hierba, sintiendo aun aquella extraña sensación de calma, Kirk recordó que en la brega los dientes del animal habían probado su carne. La adrenalina del momento le impidió dolerse como era debido, pero ahora la calma hacía una incisiba llamada de atención sobre la herida. Kirk, aun con la mirada en el cielo, se palpó el costado, allí donde las fauces habían pellizcado la carne de trasgo. Notó humedad y un dolor agudo cuando palpó un poco más y tocó sin pretenderlo algo duro y pelado. Hueso. Costilla seguramente.

Kirk se alarmó un poco al sentir tanto dolor y humedad de forma tan repentina, pero cuando notó el hueso, sintió algo parecido al pánico. No se había percatado hasta ese momento de lo mal que estaba. Así pues, Kirk se sentó sobre el mismo suelo donde estaba y trató de despegar de la herida la tela rasgada por la dentellada antes de que empezara a secarse la sangre y esta le tironeara la carne.

Notó una sensación repentina y húmeda en la oreja que le sobresaltó. Al girararse notó que Tak le saludaba lamiéndole la oreja. Su pelaje blanco estaba rosado en el morro, sin duda de la sangre de la bestia que su fiel amigo había tratado de limpiarse con cierto éxito. Kirk tomó entonces algunas tiras de lienzo y las empapó en agua para limpiarse la herida y evitar una eventual infección. El mordisco había sido de un animal mágicamente convocado, por lo que su saliba estaría libre de bacterias en principio. Pero no se sentía con fuerzas para arriesgarse a una fiebre de 40º de naturaleza mágica o de una infección posterior, de modo que mientras el resto se desplegaba para cubrir el asalto de Dork al árbol, Kirk se vendó mientras vigilaba el perímetro exterior con Tak.

A fin de cuentas, alguien tenía que mirar hacia el exterior, no fuera a ser que todos se quedaran embebidos con lo que pasara en la casa del árbol...

Entonces Kirk cayó en la cuenta de habían mandado a Dork, la simpatía personificada, a lo alto del árbol. Si alguien trataba de hablar con él, más le valía no irritar al mestizo. Aun recordaba el sonido a melón reventado que había hecho la cabeza del elfo a bordo del Temible cuando le insultó en cubierta.

- Eeer... -logró mascullar- ...Igual no sería mala idea que Abrojos o Drusila fuerais a ver que tal le va a Dork... por aquello de asistirle a ofrecer adecuadamente una rendición a nuestro misterioso inquilino del árbol...

Dork suspira

No se preocupe viejo, solo estamos de paso. Pasábamos por estas tierras, vimos la cabaña y subimos a ver si había alguien con quien hablar un poco. No pienso enfrentarme a usted, seguro que fué ... es una persona de gran poder que me mataría con un movimiento de su espada. ¿Qué puede decirme de estas tierras?

¿Espada? No, la espada fue un regalo. No recuerdo de quién... COF COF Yo no... he usado espada en mi vida.

El viejo hunde una taza de madera en el cubo y bebe del agua antes de seguir hablando.

Los de aquí no suelen usar espada. Algunos de los jóvenes, que no respetan las tradiciones. Ni siquiera esos bastardos rojos usan espada. No sé por qué... No me acuerdo.

Tras las palabras del viejo llega Pikard, que trepó por la cuerda.

La cabaña es pequeña, poco más de 20 pies de ancho y largo, y aproximadamente cuadrada. Las paredes, techo y suelo están hechas del mismo tipo de madera que la del árbol en la que se sujeta. Hay multitud de ventanas, pero todas muy pequeñas. Recuerdan a aspillera por las que disparar flechas a atacantes, pero más probablemente serán para dejar entrar y salir a pájaros, que no dejan de hacerlo. En un rincón hay una mesa con frascos conteniendo líquidos. En otra esquina, una silla. En la pared derecha hay colgada una espada curva como la de Drusilda pero mucho más impresionante: la vaina es de adamantina y la empuñadura está decorada con runas de oro. 

El mueble más grande de la sala única, lo que parece definir la función de la cabaña entera, es una cama vieja y desvencijada. En ella, bajo pesadas mantas, hay un hombre muy anciano que parecía hablar con Dork cuando llega el trasgo.

-¿Ocurre algo?.-Preguntó el goblin al llegar.-¿Podemos ayudarle, buen hombre?

Dork agarra la espada para comprobar el peso y el equilibrio del metal.

¿Quienes son esos "Bastardos Rojos"? ¿le han molestado en algo?

Al entrar Pikard Dork le hace un gesto con la mano - Tómatelo con calma

- Este es un compañero de viaje Abuelo, no se preocupe, es buen chico.

Dork agarra la espada, tanteándola. Tiene una calidad muy buena, perfecta, diría el semiorco. Su punto de equilibrio está prácticamente en la empuñadura. Es ligera para su tamaño.

Dork nota que, aunque pudo descolgar la espada sin problemas, tras unos instantes las ramas que la sostenían comienzan a crecer y tantear a ciegas, como si la buscaran o pidieran que se devolviera al sitio.

Los bastardos rojos son... enemigos... No recuerdo si me hicieron algo.

El viejo claramente no tiene su cabeza mucho mejor conservada que el cuerpo.

Usan fuego. Blasfemos. Cabr..COF COF COF

No parece incómodo con las visitas, ahora que ha decidido que no son una amenaza.

-¿Los bastardos rojos?-Pregunto.-¿Quienes son?

Drusilda se incorpora de nuevo. La curiosidad le podía mas que cualquier otra cosa y tras retirarse el pelo por detrás de las orejas se colocó la flor sobre su oreja derecha y subió al arbol.

Tras las señas de Drusilda, el picaro toma la cuerda y sube con agilidad, dispuesto a ingresar a la cabaña, en lo posible, sin dejarse ver

Mano sobre mano, Abrojos fue elevando su cuerpo hasta que sus dedos tocaron el piso de la cabaña. Dandose vuelta, miró a sus compañeros mientras ponía su indice sobre sus labios antes de intentar asomarse para ver sin de ser visto

Drusilda y Abrojos suben por la cuerda anudada sin problemas mientras Kirk espera abajo.

El pícaro va primero, tratando de ser sigiloso, pero al mirar por la puerta abierta se da cuenta de que no hay necesidad. Dork y Pikard están en el centro de la única habitación hablando con el ocupante.

La cabaña es pequeña, poco más de 20 pies de ancho y largo, y aproximadamente cuadrada. Las paredes, techo y suelo están hechas del mismo tipo de madera que la del árbol en la que se sujeta. Hay multitud de ventanas, pero todas muy pequeñas. Recuerdan a aspillera por las que disparar flechas a atacantes, pero más probablemente serán para dejar entrar y salir a pájaros, que no dejan de hacerlo. En un rincón hay una mesa con frascos conteniendo líquidos. En otra esquina, una silla. En la pared derecha hay unas ramas que se mueven y crecen lentamente. El semiorco tiene en sus manos una espada curva, como la de Drusilda, de un aspecto magnífico: la empuñadura tiene delicados diseños hechos en filigrana de oro, y la vaina es de adamantina. Abrojos reconoce los dibujos como runas mágicas.

El mueble más grande de la sala única, lo que parece definir la función de la cabaña entera, es una cama vieja y desvencijada. En ella, bajo pesadas mantas, hay un hombre muy anciano que habla con Dork y Pikard, ignorando a los recién llegados.

Solo recuerdo lo suficiente para no quererlos cerca. Son profanadores del bosque.

El viejo se encoge de hombros y se incorpora un poco más en la cama. No parece estar incómodo con las visitas. Al contrario.

¿Entonces sois viajeros? ¿En qué COF COF COF COF le asalta la tos otra vez ...os puede ayudar este viejo?

A juzgar por los ojos lechosos y la mirada hacia ninguna parte, el hombre es completamente ciego.

-¿Sois entonces un druida?-Preguntó el goblin con interés.

Ddrruuiiddaa... dice la palabra muy lentamente, como intentando recordarla.

Sí, hay quien nos llamaba así. O guardianes del bosque.

-¿Y quienes eran los guardianes del bosque?-Preguntó el goblin.-¿Acaso había alguno más aparte de usted?

Ummmm piensa el viejo, que claramente no tiene la memoria en sus mejores días.

Sí, eramos siete. Creo. Ahora hay otra generación, pero no es lo mismo. No recuerdo mucho de esa época...