Partida Rol por web

-No hacen falta las amenazas soldados. ¿Acaso desconfiáis de la palabra de una reina? Si he dicho que me casaré con vuestro amo, así será-. El tono de Tyaeda era duro y autoritario. Bastante tenía con aguantar la amenaza del dragón pendiente sobre su cabeza como para tener que soportar también impertinencia por parte de la guardia de su peor enemigo.

Cuando quedaron a solas, Tyaeda volvió a abrazar a Rovena antes de comenzar con la charla.

Se sentaron a la mesa y la reina comenzó. -Rovena, quería quedarme a solas contigo unos momentos para contarte toda la verdad de mi casamiento antes de continuar con las cuestiones de estado que debes conocer para desempeñar tus nuevas funciones.

La reina hizo una pausa y tomó un sorbo de agua antes de continuar. La idea de ya no ser la gobernante del lugar la entristecía, y su futuro oscuro al lado de su majestad "tomotodoporlafuerza" no hacía más que reforzar ese sentimiento de soledad.

-El rey de Arbebuck amenazó con destruir Linfa si yo no accedía a casarme con él. Esta escolta y el dragón, como bien ha dicho el soldado, están aquí para impedir cualquier intento que yo pudiera hacer para no cumplir mi palabra. Sin embargo, alguna esperanza queda aún para mí. La pequeña Fryda se encontraba investigando acerca del humo que se veía en el horizonte el día previo a la Celebración de la Cosecha. Allí averiguó que el rey Loarrus ha reunido un grupo de hombres para recuperar la piedra de poder que le fue arrebatada por el rey de Arbebuck y ahora está tratando de contactarlos para ver si, de alguna forma pueden ayudarme.

Rovena os escuchó con atención y quedó francamente sorprendida ante lo que le habíais contado.  También dijo que no se esperaba ser elegida reina y tampoco deseaba el cargo pero que por vos lo aceptaría intentando gobernar lo mejor posible.

Los soldados entraron de repente en la estancia para deciros:

- ¡Acompañadnos! Ya habéis tenido demasiado tiempo para charlar. Debéis preparar la coronación para mañana, hay que darse prisa ya que nuestro señor Rey de Arbebuck os está esperando, no debéis demoraros o se enfadará con todo vuestro pueblo.

Os rodearon y os dieron un leve empujón para que saliéseis de allí.

-¡Soldados! otra muestra más de vuestra hostilidad y tened por seguro que vuestro rey se enterará del trato que estáis dando a su futura esposa. No olvidéis que dentro de poco seré vuestra reina, y para vuestra desgracia mi memoria es muy buena. Respetadnos y tratadnos como corresponde o la primera cosa que le pediré a mi futuro esposo cuando estemos casados será vuestras cabezas en una pica- Tyaeda estaba realmente furiosa. Demasiado tenía que soportar del rey como para que encima la maltrataran sus soldados.

-El rey, vuestro amo, me ha dado siete días para encargarme de dejar mis asuntos bien cerrados así que espero que ésta sea la última vez que se me apura o se me intenta ordenar algo. Vamos Rovena, ocupémonos de organizar tu coronación. Este momento debe ser inolvidable y digno de una hermosa celebración.

La aún reina de Linfa partió con su sucesora para organizar todos los preparativos. A pesar de que ella no estaba feliz por lo que debía ocurrir, esperaba darle una hermosa ceremonia a su amiga para que lo recordara por el resto de sus días.

Os vais a vuestros aposentos con Rovena, seguidas de los 5 soldados, para realizar los preparativos de la coronación y seguídamente descansar. El día siguiente será un día duro y triste para todos los de vuestro poblado.

Afuera, en un claro, el pueblo aguardaba la coronación. Dentro, en las habitaciones de Tyaeda, la reina repasaba por última vez el protocolo y se despedía internamente del que fuera su hogar.

-Bueno amiga, el momento ha llegado. En breves instantes esta corona que aún ciñe mi sien ocupará su lugar sobre tu cabeza. Espero no estar dejándote un peso si no, dándote la oportunidad de hacer feliz a nuestra querida Linfa. Cuentas con mi bendición y mis mejores deseos.- La reina abrazó a la ex consejera antes de enfrentarse a lo que seguiría. Ahora, sólo restaba cruzar aquella puerta y sus destinos estarían sellados.

Mientras os encontrábais en vuestros aposentos ultimando los preparativos para la coronación, oísteis de repente el sonido del aleteo del dragón y seguídamente unos grandes alaridos que parecían provenir también de él. Nunca lo habíais oído chillar de esa manera tan estruendosa.

Decidís asomáros por vuestra ventana para ver lo que pasa, y lo único que podéis ver es como 4 de los soldados que os custodian se dirigen hacia donde dormía el dragón.

-¿Qué es ese tumulto? - la reina dejó un momento a Rovena y se apresuró a asomarse a la ventana. Sus ojos no podían creer lo que veían. Fuera lo que  fuera que ocurría con el dragón, la mayor parte de la guardia estaba dejando su posición. Si quería escapar de los soldados que la tenían prisionera, ésta era su oportunidad.

-Rovena, tienes que ayudarme. Tan sólo quedan dos guardias custodiando nuestra puerta. No quiero convertirme en la reina de Arbebuck. Lo hago sólo por Linfa. Pero ahora tengo la chance de escapar de ese perverso rey. ¿Me ayudas a salir de aquí?

La reina quería aprovechar que la atención de los guardias estaría centrada en lo que le ocurría a sus compañeros y así escaparse por la ventana.

-Quiero escapar de aquí por la ventana. Pero no quiero que vosotros sufráis por mi culpa. Deberás dejarme que te golpee y fingir un desmayo así puedo huir antes de que regresen los otros. por favor, dí que me ayudarás.

Antes de que Rovena pueda contestarte, oyes un grito de un varón. Corres de nuevo a la ventana para ver lo que ocurre y observas como uno de los 4 soldados que se fueron, cae al suelo herido por una flecha. Los otros tres que lo acompañan se ponen en guardia mirando hacia todos lados, intentando averiguar quién les está atacando.

El soldado que custodia tus aposentos sigue fuera de la caseta, pero al observar el ataque hacia sus compañeros también se pone en guardia por si le atacaran a él también.

Seguís en la ventana observando toda la escena: de entre los árboles sale un grupo de personas entre los que solamente podéis reconocer a Fryda.Dos mujeres y dos varones la acompañan y van armados hasta los dientes. Corren hacia los 3 soldados que quedan en pie y a su vez estos corren hacia ellos para atacarlos. Véis como una de las mujeres se dirige hacia el soldado mejor equipado y que parece ser un noble.Empuña su espada y carga contra él fracasando en el intento.

Por el contrario, uno de los varones consigue con su ataque de espada alcanzar el escudo del  soldado que solamente llevaba escudo y espada. El malhechor no recibe ningún daño ya que lo absorbe el escudo.

Antes de que le plan que tenía la reina pudiera concretarse, las cosas se precipitaron. Extraños en compañía de Fryda estaban guerreando contra los soldados y no había rastros del dragón.

-¡Esta es nuestra oportunidad Rovena! ¡Han venido en nuestra ayuda!- presa de la exitación y sin poder quedarse de brazos cruzados, la reina corrió hacia donde guardaba su tesoro más preciado: una hermosa espada élfica, regalo de su madre cuando ella alcanzó la mayoría de edad. 

Sin perder tiempo, pidió a la aún consejera que la ayudara con la coraza que tenía haciendo juego con su arma y tomó un pequeño escudo que también tenía enorme valor sentimental para ella. Era oro regalo, traído de tierras lejanas por su padre, un año antes de morir.

-Si van a luchar por nosotros no puedo dejar que lo hagan solos. Es hora de que entre en la batalla.

Así de decidida la reina abandonó sus aposentos para unirse a los recién llegados en la lucha.

Una vez  has cogido tu espada y escudo, miras a Rovena y notas como la expresión de su cara ha cambiado, te mira de manera desafiante y saca una daga que tiene escondida en el escote.

- ¿No pensarás que después de hacerme ilusiones con mi futuro reinado voy a permitir que salgas por esa puerta y lo eches todo a perder, verdad?

Con cara amenazante se abalanza sobre ti pillándote totalmente desprevenida con intenciones de matarte.

La reacción de Rovena la pilló totalmente desprevenida. Tyaeda tenía toda su atención puesta en el combate que se estaba desarrollando fuera por lo que no alcanzó a esquivar el ataque de su amiga.

-¿Co...mo? ¿Por... qué?- ¿era posible que  su amiga hubiera cambiado tanto en tan poco tiempo? ¿Tan pronto había sido corrompida por el poder? -¿Por qué me traicionas así?- entre el desconcierto y el dolor, una lágrima escapó de sus ojos. estaba siendo traicionada por alguien a quien quería de verdad.

No consigues esquivar el ataque de Rovena ya que te pilla totalmente desprevenida, nunca jamás podrías imaginarte que ella pudiera relevarse contra ti pero el poder es algo muy codicioso.

La daga te hace un corte en un brazo y empiezas a sangrar.

Tyaeda recibió el golpe con el antebrazo, alcanzando a cubrir su rostro del ataque de Rovena. La herida comenzó a sangrar y el dolor comenzó a escocer, pero ya no había vuelta atrás. La reina debería alzar su espada contra su amiga o su vida acabaría allí mismo.

Sin dudarlo, dio un paso adelante, realizó una graciosa finta y atacó.

La espada de la reina traspasó los ropajes de la consejera sin problemas. Sin embargo, un rápido movimiento de esta última impidió que la misma se clavara en la carne, provocando, en cambio, un feo corte en su lateral.