Partida Rol por web

El Behir había caído de lo mas alto y golpeado el suelo con dureza, lejos de poder recuperar el resuello pronto tenia a uno de los gigantes con ojos hipnotizados golpeando el suelo a su alrededor.

La criatura estaba enfadada y furiosa. Podía ser que pereciera en ese combate pero pelearía hasta el final.

Aún revolcándose por el suelo alargó el cuello y lanzó un nuevo relámpago de la boca que estalló en la puerta de la muralla, allá donde Karun y Iannes se cobijaban.

La boca de la criatura brillaba con un tono azulado y pequeños hilos de electricidad recorrían sus dientes, parecía que estaba decidido a usar hasta la ultima fibra de su cuerpo para volver a escupir de nuevo.

El Behir escupe de nuevo un relámpago que da de lleno en el muro, Iannes es quien saca la peor parte llevándose daño de electricidad y golpes de piedra por todo el rostro.

Lejos de ser el único ataque, el gigante decide unir fuerzas con el Behir y lanza un enorme pedrusco que da de lleno a Karun rompiéndole no pocas costillas.

La garganta del Behir brilla de nuevo cuando la energia se acumula en su interior, seguida de un retumbar que desencadena en un nuevo relámpago que lo ciega todo e impacta escandalosamente en la puerta y el cuerpo inerte de Karun.

Iannes consigue zafarse esta vez del ataque y su resistencia mágica lo ayuda a superar el daño residual del ataque.

A ras del suelo el ultimo Ogro aprovecha para lanzar una garrotazo a la espalda de Dayereth que estaba centrado en debilitar los ataques del Behir.

Karun abraza la parca y ni siquiera los cuidados del santo pueden evitarlo. Su cuerpo se mueve revuelve en el suelo, pero no hay señal de consciencia en su mirada. Es solo un cuerpo inerte que se retuerce sin control. - ¡Apártalo de ahí! - Gruño a Iannes en una orden clara y directa, que no parece estar muy abierta a objeciones.

Con esa idea en mente me acerco al borde de las murallas para comprobar el cuerpo del Behir en el fondo. Aun tendido al suelo, demasiado ocupado en escupir rayos como para haber tenido tiempo de ponerse en pie.

Cierro los inservibles ojos ... y puedo percibir su alma. El gigante y el Behir están a mi alcance. Sin necesidad de volver a abrirlos puedo estirar la mano y robar su esencia para mi propio regocijo. Ni siquiera la necesito, pero la quiero. Ambos se resisten y por un momento parece que mis esfuerzos van a ser en vano. Solo en el último momento consigo saborear el alma del Behir. Una mordida debil, insuficiente para mis ambiciones, lo que provoca que escapen de mis labios un par de enojosas maldiciones y blasfemias que podrían nada tienen que envidiar a las de un herrero enano.

- Eres duro de roer, lucharás hasta el final sin descanso - respondió Andet sosteniendo el orbe con ambas manos.

- Sim embargo la espada arcana será tu fin - agregó mientras tejía figuras de un falso Dayereth teleportándose entre el behir y el gigante, apareciendo traicioneramente de un lado y otro, amenazante.

Los ataques estaban haciendo meya en su moral y en su cuerpo, no resistiría mas envite, aunque tenia que hacer lo imposible para salvar el alma de Karun, aunque su vida fuera en ello.
A duras penas logro tocar el hombre del joven y con gran esfuerzo por el entumecimiento de todo su ser pudo sanar parte de sus heridas logrando ponerlo de nuevo en un estado consciente.
Hu...Huye insensato!!

Karún se ve en el suelo, si no fuera por el sacerdote Iannes ya habría muerto dos o tres veces... quien sabe, llevaba un rato inconsciente. Ve que el gigante está al borde de la muerte y el Behir a su lado ruge de rabia... intentará aniquilarlo sin duda... ¿pero qué puedo hacer? Se pregunta el elfo.

Mira hacia atrás... una opción es gatear hasta Andet... pero no puede permitir dejar a Iannes en primera línea, si él está herido es por su culpa... no lo va a permitir. Curar parte de sus heridas es otra opción... pero... si consiguiera dañar lo suficiente al gigante y al behir sus amigos acabarían con ellos... 

Me odiarán por ello... pero si alguien debe morir aquí, ese soy yo. No permitiré que nadie más tenga ese lujo de morir en batalla. 

Alza su arco desde el suelo, apunta al gigante y al behir... carga en su arco dos flechas y... dispara. Sólo impacta al gigante... luego piensa.. que sea lo que los dioses quieran

El Behir carga de nuevo su energia y un nuevo relámpago surca el cielo dejando ese olor a ozono característico. Karun medio se salva de la explosión, pero el clérigo no tiene tanta suerte y su cuerpo empieza a fallar. 

Dando la espalda al ogro que tenia en frente, me desplazo para asestar un potente golpe al Behir. Por desgracia, aunque fuerte y certero, el corte no separa la cabeza del cuerpo, tal y como esperaba.

El asalto continua mientras Dayereth intenta desesperadamente detener al monstruo serpentino, pero este no cesa en sus intentos de destrozar a arquero. Parece que finalmente logra tumbar de nuevo a Karún que vuelve a fallecer inconsciente ... el Behir sonríe, ensancha su boca y se prepara para escupir rayos de nuevo.

Pero no pasa nada.

Los esfuerzos continuados del Behir están pasando factura y su cuerpo no ha sido capaz de generar mas energia. Frustrado se levanta del suelo para afianzarse mejor.

El gigante y el ogro tampoco han perdido oportunidad lanzando piedras o golpeando al eladrin defensor.

Con los ojos cerrados sigo notando las auras del Behir y el gigante. Están débiles y los inevitables dedos de la muerte se ciernen sobre ellos. Concentro las fuerzas en mis manos y el pecho. Se me hincha como preparada para lanzar un potente grito cuando ... ¿ Siguen atacando por encima la puerta ?.
Detengo mi ataque un instante, tan solo para ver que Iannes es tan santo como estúpido y Karun es aun mas imbécil que pretencioso. - ¿¡ PERO QUE HACÉIS !?. ¡Valiente pareja de imbéciles descerebrados come-mierdas!. - Grito entre la incomprensión y la furia.

Abandono las fuerzas que se acumulaban para el golpe decisivo y echo a correr ignorando el punzante dolor de una rodilla que no le gusta el esfuerzo. Agarro al elfo por la solapa y el brazo, me da igual, con tal de que pueda tirar de el para alejarlo del borde. - ¡Malditos seáis los dos! - Berreo sin contenerme - ¡Si vuelves a desperdiciar tu don en este elfo, te tiro de la muralla!. ¡NO PERMITAS QUE EL ELADRIN CAIGA!

Sus ultimas fuerzas la dio para que sus compañeros pudieran pelear o huir... pero estaba seguro que para el había llegado su fin. Con una sonrisa en la boca y los ojos cerrados, abrió sus brazos y lanzo una oleada de luz dorada, sanando a los compañeros mal heridos.

Andet se impacientó, el tiempo parecía avanzar a tropezones y la soberbia serpiente no caía. Los gritos de Eva no concordaban con su accionar.

- ¿Qué haces Eva? Dadle el golpe de gracia al malnacido - respondía ante la diatriba de insultos que parecían no dejar de manar de aquella mujer demonio.

El mago se arremangó la túnica en un accionar casi solemne, entrecerró los ojos y recitó la fórmula del abismo mental. Utilizó tanto el orbe como el pequeño bastón que portaba en su otra mano.
Un aura oscura cubrió tanto al ogro que quedaba en pie como al gigante y al odiado behir.
El antiguo hechizo conjuraba visiones de las más insondables profundidades en sus víctimas, el ogro no pudo resistirlo y murió de un paro cardíaco. El gigante se acurrucó en el suelo gritando de horror por la terrible caida. Pero el dracónido simplemente volvió a caer.

Andet gruñó por lo bajo, el maldito seguía aferrándose a la vida.