Partida Rol por web

No estoy de acuerdo - dijo el hombre contestando a Alexian haciendo un gran esfuerzo para intentar añadir esa labia que los demás tenían -vamos a salvar vidas, no a ponerlas en peligro. Ese animal puede... ser liberado más tarde bajo vigilancia si ellas quieren hacerse responsables.

Y no dijo mas, al final el caballo no era asunto suyo y ciertamente podía sentir cierta simpatía ante su cautividad. Pero lo primero era lo primero, les querían para salvar unas vidas, no para liberar a un animal que quizá era fruto de la magia y por lo tanto peligroso hasta que se demostrase lo contrario.

- No dudo de tu palabra, pero tampoco creo que podamos proponer eso ahora mismo. Además tu misma has dicho que si se cabrea puede crear problemas y sinceramente no me apetece enfrentarme solo a una pesadilla. Si tiene dueño, ¿por qué lo abandonaría? ¿Por qué no ha acudido ya a reclamarlo? Quizá esté sólo…- Maedhros continuó su conversación con Tenebris. Parecía que su nueva compañera tenía habilidades que desconocía. ¿Qué pasaría cuando pudiese conocerla aún más?

El semielfo permaneció callado, analizando la situación. Estaba tan absorto en sus pensamientos que creía que el tiempo se había detenido a su alrededor. Quizá habían pasado unos segundos, pero para él habían pasado minutos. Pero como todo lo relativo al tiempo, cuando se puso en marcha, lo hizo más rápidamente para recuperar lo perdido.

- Ciertamente, lo relativo a las pesadillas es cuanto menos peligroso, puesto que se dice que estas monturas tienen dueños de intenciones malignas. Aunque al ser un híbrido, quizá no tenga a nadie. ¿Cuánto tiempo ha estado encerrado?- Maedhros miró de nuevo a Ébano. Quizá su reacción con los guardia fue por mera defensa y sus coces en el establo por estar encerrado.-  Es difícil prever su reacción, pero si sigue más tiempo encerrada, es cuestión de tiempo que ponga en peligro a toda la compañía. Se que es una difícil decisión, pero tampoco debemos ponernos en el peor escenario. Creo que Ébano se enfadó porque tenía motivos.- tras hacer la reflexión y escuchar la decisión de Alexian, se giró al clérigo.- Comprendo vuestra postura, pero a decir verdad, sí que estaría vigilada, por nosotros. Nos debemos dirigir al norte. Perfectamente podemos vigilarla e incluso ganarnos su confianza. Lo que suceda después, lo iremos improvisando.

—¿Eh?—Kidra arqueó las cejas con genuina inocencia, luego simplemente soltó una carcajada. Aunque no era una carcajada burlona ni desdeñosa; en verdad le había resultado gracioso el comentario—. ¿Cómo voy a hacerme responsable de lo que decida otro?

Le dio unas palmaditas en el hombro a Maedhros.

—Por cierto, me gusta tu forma de pensar—comentó antes de volverse para poner en práctica lo dicho por Alexian de empezar a moverse ya. Se dirigió de nuevo hacia el potro bayo que había estado husmeando antes—. ¡Eh, tú! ¿Dónde estábamos? Ah, sí. Que te toca conmigo. Toma: aquí tienes una ofrenda de amistad y todo.

Lo último lo dijo mostrándole la media zanahoria que le quedaba.

Alexian se encogió de hombros antes de contestar al enorme clérigo.

- Está en su derecho a disentir, pero yo no soy el carcelero de nadie y menos de una criatura inteligente retenida contra su voluntad. -

Hizo un gesto para que los mozos de cuadras se apartaran, una vez que los curiosos se dispersaron Alexian levantó la tabla que actuaba como cierre dejó el paso libre a Ébano.

Ébano apartó las tablas empujando con la cabeza y salío del cubículo que lo confinaba. Profirió varios relinchos en tono suave antes de levantarse sobre los cuartos traseros y ¿bailar? de una forma lenta y sosegada.

Una vez que la "danza" terminó el equino se acercó a una de las cestas de comida y se comío tres lechugas con avidez. Luego sació la sed en un cubo próximo. Una vez satisfecho el animal profirió un par de bufidos y se acercó al médico, olfateando con curiosidad su pierna dañada. Cuando verificó el olor, si que es que existía alguno se volvió hacia Kidra y tras relinchar procedió a coger la zanahoria con cuidado antes de comerla con visible gusto.

Tras varios relinchos placídos el animal giro sobre si mismo un par de veces como si de algún modo quisiera impelir movimiento al resto de la compañía.

- Ilmater me valga, vámonos de una vez. - Suspiró el médico señalando hacia la salida de los establos.

Kurmani asintió conforme ante la decisión de Alexian y aceptó una de las monturas que había a su disposición, en ese caso, una yegua de color castaño. La félida se acercó con respeto al animal, de forma similar a como lo hiciera con Ébano. Esta vez el equino sí aceptó la golosina y Kurmani sonrió de medio lado, acariciando su cuello con dulzura.

Tomó a su montura de las riendas y se acercó al resto del grupo para partir cuanto antes.

—¡Ey!—Kidra parpadeó sorprendida cuando Ébano le sustrajo la zanahoria—. Vaya, ahora sí que la quieres, ¿eh?

Se puso en jarras teatralmente aunque el animal parecía estar de buen humor... o al menos de mejor humor que antes así que en verdad estaba bastante aliviada. Eso si, menudo saque parecía tener, ¡se había zampado tres lechugas! La zanahoria debía ser el postre.

Ante la arrebatadora mirada de desolación que le dirigió el caballo que acababa de quedarse sin la golosina, la tiefling suspiró y fue a agarrar otra del cubo para él antes de tomarlo de las riendas y dirigirse a la salida de los establos.

Tuski no llegaba a comprender porque hablaban tanto de una pesadilla. ¿Se le habría escapado algo a el?

Capacidad sobrenatural de vuelo, cascos y crin llameantes, capacidad de cambiar de plano, exhalan humo constantemente que ciega y enferma a los demás...- el joven clérigo sabía todo lo que había que saber de las pesadillas y Ébano no cumplía ninguna. Quizás fuese un semi-infernal, pero en ese caso le faltaban las alas y demás rasgos infernales que tales seres no podían ocultar.

Al final Tuski decidió que lo mejor era mantener vigilado al caballo y si demostraba ser un peligro abatirlo con su lanza, después de todo el dogma de Tymora favorecía la libertad y dar una oportunidad de demostrar que albergaba su espíritu en vez de dejar  reinar sus prejuicios. Al clérigo esa parte le costaba un poco, pero visto que sus nuevos compañeros no parecían preocupados ya se preocuparía él por todos y mantendría una vigilancia constante.