Partida Rol por web

La Vieja Confiable era una vetusta construcción pétrea de dos pisos y posiblemente sótano usado como bodega/almacén, en comparación con las sedes de otras compañías posiblemente fuera bastante más antigua. Era evidente que el propietario se había sentido atraído por el enorme tamaño de la vivienda y se había esforzado por reformarla y arreglarla. Parecía acogedora y la decoración empleada en el exterior era sencilla y funcional, para nada ostentosa como las mostradas en otras casas mercantes.

Estibadores, comerciantes, operarios, artesanos y una extensa lista de empleados salía y entraba del edificio. Algunos empezaban jornada, otros terminaba, unos cargaban con mercancía para vender mientras que otros ingresaban con bienes para inventariar y posteriormente comerciar con el público.

Había una amplia entrada abierta al público qued daba al patio interior de la sede, custodiada por dos soldados a sueldo que no parecían prestar mucha atención al flujo de personas que entraban y salían, seguramente estaban como disuasión ante los pequeños robos.

En un lateral se había colocado una amplia mesa de piedra, dos hombres entrados en canas examinaban con cara de preocupación visible un enorme documento que por las dimensiones debía ser algún tipo de plano o mapa.

La félida reconoció a Haller inmediatamente, aunque no le sonaba para nada el interlocutor.

Kurmani encontró finalmente la casa del gremio. Durante unos instantes, se quedó admirando la fachada del edificio con sus ojos verdes, al menos hasta que el peso de la mercancía le recordó que necesitaba encontrar a Haller.

Ya en el interior, y sin detener su paso, observó curiosa a los trabajadores mientras sus orejas, cubiertas con la capucha, se movían en diferentes direcciones, estimuladas por el más simple sonido.

Finalmente encontró a Haller en el patio interior, hablando con otro varón entrado en años. Kurmani sonrió de medio lado y se acercó.

—Saludos— dijo, interrumpiéndolos —. Haller, el reparto a domicilio voy a tener que cobrártelo— bromeó ladina, dejando con cuidado el morral de pieles, cuernos y pezuñas en el suelo.

El hombre entró poco después que la félida y observó la situación con cierta cautela. ¿Cuál sería el problema que sufrían?

Sus ojos también se pasaron por la extraña mujer gato mientras se acercaba a los interlocutores con paso marcial. Escuchó su broma y sintió cierta envidia por poder romper el hielo así, algo que le resultaba imposible.

En vez de eso una vez a la altura de Kumani dijo con su voz grave -Tuski, clérigo de La Dama de la Fortuna. He oído que tenéis problemas.

Directo y al grano, mejor dejar las bromas para los que saben y la sutileza para un enano.

Haller estaba apunto de contestar a su conocida, pero la súbita aparición del enorme clérigo detuvo por un momento el ímpetu de su respuesta. El curtido mercader necesitó unos segundos para analizar la situación y poder responder en condiciones.

- Se me ha ido por completo la noción del tiempo. Mi viejo amigo necesitaba una consulta y un rastreador con urgencia. Es... una larga historia. No se ni por donde empezar. -

Por fortuna para Haller su compañero parecía más cómodo en las situaciones sociales difíciles, prefiriendo tomar la palabra de la conversación.

- Permíteme viejo lobo, encantando de conocerles. Me llamo Alexian, soy uno de los médicos a sueldo de la compañía, ruego disculpen las molestías que he podido causar, yo pagaré el cargamento de Haller, nuestros chicos pueden llevarlo al mercado para no importunar a nadie más. Tomen asiento si lo prefieren por favor.

A decir verdad estamos buscando varias aventureros, nos urge mucho un batidor, o alguien experimentado para seguir rastros, un sacerdote de Tymora siempre es bienvenido. -

El hombre posó un enorme mapa en la mesa, extiendiéndolo con cuidado, parecía tener algún tipo de cojera en la pierna izquierda por el gesto de dolor antes de girarse de nuevo a los recien llegados. Parecia una buena representación de la costa de la espada a escala, con las rutas terrestres muy definidas.

- Hace semanas perdimos el contacto con una caravana de seis hombres que se dirigía al norte. No pretendo sonar agorero, pero nos tememos lo peor. De cualquier modo queremos envíar espadas de alquiler a investigar que ha ocurrido y si los dioses permiten a devolver esas seis almas a sus casas sanas y salvas.

El viejo Haller tuvo su época de aventurero y conoce bien los caminos, por eso fue mi primera opción, aunque me temo que las canas ya se han cobrado su precio. No obstante me estaba hablando muy bien de una cazadora  acostumbrada al rastreo y creo que se refería a usted

Mi patrón es el propietario de la compañía y tiene más detalles. Ustedes dos serían una parte muy fundamental en un grupo aventurero, ¿Les interesa? -

Así que tendría que trabajar con la extraña... ¿Mujer? Lo que fuese. Esto era Aguas Profundas donde uno acababa habituado a lo extraordinario así que el hombre no le dio mayor importancia.

En vez de eso se fijó en el mapa, él no era ningún explorador por lo que era mejor estampar esa imagen en su memoria. Con el gesto ceñudo y aún absorto dijo con un gruñido -me interesa.

Otros negociarían antes un precio, pero su lanza estaba al servicio de este tipo de necesitados por un lado y por otro si abriese la boca más de lo necesario era posible que le echasen de la misión, lo que haría más difícil encontrar a los miembros de la caravana.

—Ya me lo contarás con una buena jarra de cerveza, Haller— comentó la mujer con su sonrisa felina. Antes de fijarse en el enorme varón que acababa de aparecer y que se presentó como un clérigo, haciendo que la félida arqueara una ceja brevemente, para luego encogerse de hombros cuando Alexian le explicó que se encargarían del pago y la mercancía. 

—Podéis llamarme Kurmani— dijo, despreocupada, antes de inclinarse a mirar el mapa con cierta curiosidad —. No se me da del todo mal rastrear, si os sirve de algo.

No se sentó a pesar del ofrecimiento, mirando el mapa mientras el médico explicaba lo de la caravana perdida en dirección al norte. Su larga y aterciopelada cola se movía muy sutilmente tras ella, manteniendo una altura baja para no molestar a nadie.

Sonrió a Haller. Al parecer el viejo cazador la había recomendado y eso la agradaba. Poco a poco Aguas Profundas iba a acostumbrándose a su presencia e incluso quizá, a aceptarla a pesar de sus rasgos.

—Espero que no hayas exagerado demasiado— bromeó, antes de apartarse del mapa y mirar a Alexian —. No tengo nada mejor que hacer y salir de la ciudad siempre es un aliciente, ¿por qué no?— miró al grandullón, escueto en palabras sin duda. Arrugó el ceño como si intentara adivinar sus pensamientos, aunque probablemente sólo sentía curiosidad. Finalmente, volvió a mirar a los varones entrados en canas —Contad con mi olfato... y con mi arco.

Haller asintió con la cabeza la buena disposición de Tuski y Kurmani. Se veía un rostro de alivio en el rostro cansado del mercader. Afortunadamente habían encontrado como suplir el problema del guía.

- Ya tienes buena parte de lo que buscabais, es mejor que sangre joven y vívida se ocupe de este asunto, nosotros ya somos reliquias Alexian, recuerdos de un pasado remoto. - Dio un par de palmadas amistosas en el hombro de Alexian.

- Estoy seguro que sus buenas intenciones serán recompensadas, tanto en esta vida como en la siguiente, tengo que volver al mercado, espero que nos volvamos a ver para negociar y pagaré bien los futuros cargamentos. Que Waukin os proteja a todos. -

Con bastante prisa el veterano batidor abandonó el patio de la compañía hasta perderse de nuevo en las multitudes de Aguas Profundas.

-Gracias viejo lobo. - Se apresuró Alexian a responder antes de que Haller se encaminara de nuevo a las calles.

El médico le dedico un largo vistazo al mapa de la Costa de la Espada, no pudo evitar un suspiro que estaba cargado de bastantes dudas, aunque pronto una pequeña mueca de alivio se dibujó en su rostro al volverse a los aventureros.

- Los divinos bendigan sus corazones bondadosos, seguimos necesitando algunos aventureros más para poder formar un grupo heterogeneo. No obstante, ¿Cuándo estarían disponibles para partir?. Tengan presente que será un viaje seguramente largo. -

La Vieja Confiable era una vetusta construcción pétrea de dos pisos y posiblemente sótano usado como bodega/almacén, en comparación con las sedes de otras compañías posiblemente fuera bastante más antigua. Era evidente que el propietario se había sentido atraído por el enorme tamaño de la vivienda y se había esforzado por reformarla y arreglarla. Parecía acogedora y la decoración empleada en el exterior era sencilla y funcional, para nada ostentosa como las mostradas en otras casas mercantes.

Estibadores, comerciantes, operarios, artesanos y una extensa lista de empleados salía y entraba del edificio. Algunos empezaban jornada, otros terminaba, unos cargaban con mercancía para vender mientras que otros ingresaban con bienes para inventariar y posteriormente comerciar con el público.

La conversación había sido distendida, lo suficiente para que el tiempo pasase rápido y la sensación de viaje se hiciera corta. No tardaron en estar rodeados de los muros y viviendas del distrito gremial de los mercaderes.

- Hacia bastante que no paseaba por esta parte de la ciudad, hay demasiados trabajadores honrados que me provocan graves casos de alergía. No es un lugar para golfos y genios musicales. -

El medio orco se mesó la barbilla, como si intentará evocar algún recuerdo que no lograba tomar forma coherente.

- Escuché hablar de un sanador que trabaja para esta compañía, un hombre extraño ya entrado en canas. Dicen que es un hombre hombre, aparte es una "comadrona" creo que excepcional. Ha traído al mundo a muchas criaturas, espero que ninguna mía.... -

Kidra había pasado al modo silencioso nada más entrar en aquel lugar. No porque le gustase el rollo de ir de taciturna por la vida, sino porque la de no ser el centro de atención era una costumbre que había adquirido desde hacía mucho cada vez que entraba en un espacio cerrado... en los cuales solía ser más difícil encontrar salida.

Conscientemente sabía que no es que se hubiese metido en ningún castillo de ningún señor oscuro, de hecho parecía un lugar bastante agradable, pero los hábitos que la supervivencia enseña no se quitan con facilidad.

—La honradez no es tan mala, Zoman. Quita bastante amargura de las vidas de la gente—murmuró mientras barría el lugar con la vista—. En ocasiones incluso hasta se la salva.

Ella era la prueba viviente de ello pero no tenía intención de centrarse en aquel tema de conversación. Estaba intentando localizar algo parecido a una figura de autoridad allí.

—¿Sabes si hay que preguntar por alguien en concreto? No creo que vayamos a encontrar a un tipo con un cartel colgando del cuello que rece "Solicitudes de espada de alquiler aquí".

«Lo cual es una lástima, sería bastante gracioso de presenciar»

Kidra y el bardo franquearon el acceso sin que los guardías mostraran demasiado entusiasmo por saber quienes era, el flujo de personas entrando y saliendo cargando todo tipo de mercancías era constante y demandaba toda la atención de los encargados de la seguridad.

- Nos será sencillo distinguir un aventurero de los trabajadores habituales, sobretodo como vayan tan "bien" equipados como tu. ¿Usas un cuchillo según que día de la semana? -

Zomar señaló discretamente a un lateral del patio interior donde se ubicaba una amplia mesa de piedra. Un enorme pergamino se había extendido cubriendo buena parte del mueble, a distancia era difícil de asegurar pero podía tratarse de algún tipo de mapa.

- A juzgar por el arsenal de esa torre creo que esos tres pueden ser también aventureros, o al menos algunos de ellos. -

Tres personas charlaban cerca, un hombre ya entrado en canas y con una visible cojera se afanaba por explicar, una figura encapuchada vestida con pieles y con una extraña cola felina, el último era un hombre enorme, quizás de dos metros, parecía algún tipo de miembro de las tribus bárbaras.

- Creo que el cojo es la comadrona de la que te hable, he escuchado varias veces que una pierna le falla. -

Tuski encajó los elogios a su parecer exagerados como lo hacía siempre, no diciendo nada. En vez de eso miró de forma incómoda a un lado y luego al otro para centrarse finalmente en como encajaba los elogios la tal Kurmani.

Cuando quedaron solo tres contestó a la pregunta con un ronco -ahora mismo de ser necesario- y era cierto. Si había entendido bien la velocidad iba a ser tan importante como el número de miembros de la expedición. Tuski confiaba en su suerte y sabía que si necesitaban de alguien más aparecería a tiempo, lo que significaba que partir ahora era lo más razonable.

—Cuídate, Haller— dijo Kurmani cuando el cazador se despidió, antes de volver a centrarse en Alexian. 

Al parecer, hacían falta más aventureros para afrontar aquella empresa y la félida no puso objeciones. Sólo esperaba que alguno supiera cocinar, al menos. Las raciones pueden acabarse y aunque la naturaleza es generosa con los que la respetan, también puede llenarte el vientre de parásitos.

—Salvo montura, llevo todo lo necesario conmigo— comentó, pues acababa de regresar de las afueras —. Si bien, preferiría despedirme de mi padre antes de marchar y coger algunas provisiones para el camino— ahora parecía más seria, posiblemente preocupada por dejar al viejo Kano "Hacha Maldita" solo.

Maedhros vagaba por la ciudad intentando poner en orden la conversación que había tenido. Desde el punto de vista más analítico era como si ese anciano ya le conociera. Desde luego que la vista no había sido ningún impedimento, la claridad de pensamiento de ese hombre y el resto de sus sentidos la habían suplido a la perfección.

¿Podía ser un recuerdo de su pasado, un amigo de su padre, un protector misterioso, un amigo de un amigo, todo lo contrario?... Demasiadas dudas, pero cada palabra que le había trasmitido portaba tal convicción que instintivamente le incitaba a tomar todo lo escuchado como verdad.

  "Perderse en ocasiones es triste y muy duro, no obstante muchas veces hay que perderse para encontrar nuevos lugares, e incluso a uno mismo." Tierras desconocidas se habían encontrado por gente perdida, descubrimientos en magia y en tecnología se habían logrado por sujetos sin rumbo. Amistades de leyenda estaban forjadas por gente que estuvo desesperada.

" No te dejes agobiar por el pasado muchacho, pues es inmutable e imperturbable, no dicta quien eres ni que eres, solo lo que has vivido. Tus acciones del presente son lo que te definen. Sino puedes dejar atrás tu pasado y sus malas memorias terminarás atrapado en una carcel de recuerdos, al final... te convertirás en un viejo amargado, lleno de remordimientos, esperando morir. " No podía cambiar el pasado, solo aprender de el. A fin de cuentas era ese pasado el que le había impulsado a la aventura, a intentar dejarlo atrás.

Se había desvanecido en el aire, realmente Aguas Profundas se merecía su fama. Todo podía ocurrir, lo posible, lo imposible y lo impensable.

Tan absorto estaba en sus pensamientos que casí ni se percató que había alcanzado el distrito de mercaderes y estaba cruzando r al patio interior de la Vieja Confiable. Había un medio orco y una tiefling esperando algo, mientras que otras tres personas parecían discutir algo en una mesa de piedra colocada en un lateral.

El veterano estaba apunto de responder cuando algo captó su atención,  parecía tener buena vista. O quizás es que estaba tan familiarizado con su lugar de trabajo que sabía distinguir cuando algo se salía de la habitual. Se había percatado de una curiosa pareja que se había parado en la entrada del patio durante un tiempo, aparte al poco después pudo distinguir a un joven aventurero ensimismado en si mismo contemplando los alrededores, como si hubiera salido de algún trance o de una reflexión tan profunda que le hubiera causado perder la noción del tiempo o del lugar.

Hizo un gesto muy visible con ambos brazos para se acercaran a la mesa y la conversación.

- Creo que Tymora está siendo generosa, me atrevería a apostar que aquí está el resto de los aventureros que buscamos. -

El joven clérigo casi esbozó una sonrisa complacida cuando dijo con su vozarrón sin la timidez que había demostrado -Tymora siempre provee a quien busca su propia suerte.

En realidad Tuski creía que esto era la comidilla de la ciudad, si no lo sabía ya todas Aguas Profundas poco faltaría y una riada de aventureros y "aventureros" vendría a buscar trabajo o cotillear.

Levantó la mirada del mapa y se desperezó sonoramente haciendo crujir las anillas de su armadura, las articulaciones y soltando un suspiro de placer cuando su cuello soltó un "agradable" chasquido. No era un explorador pero creía haber memorizado todo lo posible del mapa, así que se giró para ver quienes eran los recién llegados haciendo un gesto como si fuese a espantar una mosca para apartar una de las dos gemas que giraba animadamente alrededor de su cabeza. Aún no estaba acostumbrado del todo a su presencia pero su ayuda era innegable así que al darse cuenta la volvió a colocar en su órbita con cuidado.

Eso no evitó que su mirada se posase en los recién llegados, inquisitiva y evaluadora como la de un Sembiano juzgando una yegua en venta.

Mientras retomaba su rumbo, Maedhros no dejaba de pensar en lo que acababa de pasar. Una y otra vez se repetía el nombre del anciano, como si quisiera, por algún motivo, tratar de encontrarle alguna relación. Su presencia estaba envuelta en un halo de misterio, así como sus palabras. Sus enseñanzas cobraban vida en la mente del joven, como si de un espíritu se tratase. El semielfo no era consciente de que estaba andando, sus piernas ya estaban acostumbradas a articularse solas, confiando en seguir el sendero correcto; su mente escudriñaba el pasado reciente y en él escuchaba una voz que repetía una y otra vez las mismas palabras. ¿Quién le iba a decir que aquella mañana iba a participar en una breve, pero intensa conversación filosófica?

Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas. Una máxima que introducía muchas más incógnitas. ¿Quién era el anciano en realidad?, ¿por qué le dijo lo que le dijo?, ¿cuál era el verdadero significado de aquella conversación?, ¿era un ángel de la guarda?, ¿conocía Kiara al anciano y por ello le había enviado?, ¿sabía quién era él? ¿había comido algo en mal estado la noche anterior que le había hecho alucinar?, ¿estaba realmente andando?, ¿cómo sabía que él era él mismo y no otra persona?, ¿por qué el consejo había desestimado esa reclamación?, ¿por qué Calíope había arqueado una ceja?, ¿por qué…?

Suspiró.

Se frotó los ojos. Demasiados pensamientos, demasiadas idas de ollas. Cuando lo probable se mezclaba con lo improbable su mente dejaba que la imaginación fluyese y alcanzase cotas inimaginables.

“Suficiente pensamiento profundo por hoy”

Maedhros volvió a la realidad, dejando de lado sus recuerdos. Para su sorpresa, sus piernas permanecían quietas. Por unos instantes no sabía dónde estaba. ¿En qué momento había dejado al anciano, deambulado a las calles y llegado a su destino? Miró a un lado y a otro. Vaciló. ¿Había llegado a La Vieja Confiable?

- Debería dejar de soñar despierto.- se dijo a si mismo, sin darse cuenta de haber articulado las palabras.

Cerca de él se encontraba una pareja que parecía aguardar algo. Al mismo tiempo vio a un hombre que los estaba mirando. Les hizo una señal, mientras decía unas palabras. El joven miró a la pareja y después a la mesa. Decidió por primera vez en toda la mañana tomar el control de su cuerpo y acercarse al trío.

- Saludos, me llamo Maedhros. He oído que estáis buscando ayuda de aventureros.

Una de los componentes del dúo que se había parado en la entrada del patio durante un tiempo era una tiefling. O al menos a juzgar por lo obvio: los cuernos de demonio, la piel de color raro, los ojos también de color raro e incluso algo luminiscentes, y la sinuosa cola que se balanceaba a su espalda.

Se acercó al percatarse del gesto del veterano y simplemente se detuvo al llegar, cambiando el peso del cuerpo de pierna con gesto ocioso.

—Hola—dijo. Luego señaló al semielfo que acababa de presentarse con el pulgar—. Me ha dicho un pajarito lo mismo que a este señor. Intuyo entonces que es aquí, ¿verdad?