Partida Rol por web

Bhain y Robin se apresuraron a salir de la casa y comenzaron a cruzar el espacio que los separaba de la entrada, mientras Silvania se apostaba en la planta superior apuntando a través de una ventana rota con sus flechas. Abajo Rómulo y Remo, junto a la puerta, se apresuraban a actuar...

El mediano taloneó a su montura y avanzó hacia la entrada donde estaban los caballeros muertos. Las palabras de la maga fueron el detonante del rápido movimiento de Remo y el disparo de su arma. Con todo estaba claro que la prisa no lo ayudaba a apuntar como el sabía y su bala se perdió sobre la cabeza del caballero muerto

- Vamos, debemos acabar con ellos antes de que alguien se de cuenta - arengó a sus compañeros dispuesto a dar el ejemplo

La piedra de Rómulo rebotó inofensivamente contra una columna cercana...

El corazón de la maga se aceleró. Cuando se giró para avisar a sus compañeros, su rostro manifestaba tal palidez que parecía un tercer muerto viviente más. Al parecer había controlado a uno de los zombies, pero el otro se escapaba al poder que le confería aquel amuleto y al verle descender por las escaleras con el arma alzada, un temblor le recorrió todo el cuerpo. Se giró hacia sus compañeros para alertar de la cagada nueva situación, pero al parecer, estos ya se habían dado cuenta del peligro que corría y esto le supuso un gran alivio.
Sin pensarselo dos veces, sacó de su equipo un vial de agua bendita que aún le quedaba y de manera decorosa... corrió huyendo de allí hacia sus amigos.

Arthedain calculó mentalmente la distancia y vio con alivio que Mama Brigitte volvía hacia ellos. Bien, eso facilitaba las cosas. Saliendo a la calle apretó el paso mientras flexionaba el cuello a un lado y otro con sendos "crecs" satisfactorios, todo ello sin empuñar aún la espada.

Al llegar al centro de la calle en la que desembocaba la puerta de la Escuela de guerra, Mama casi había llegado a su altura y tan sólo Rómulo estaba un poco más adelantado. "Rómulo", llamó con voz tranquila, "retrocede un poco y hagamos una línea aquí, en la parte estrecha de la calle. Así cuando lleguen los demás tendremos un frente estable."

Y dicho esto, sacó con tranquilidad la espada y se puso a esperar acontecimientos.

Gaius avanzó rápidamente para situarse a la vera de Robin. Arriba, en la casa, Silvania buscaba un objetivo...

Robin se acercó hasta ponerse al lado de Arthedain: él también quería contribuir a la línea defensiva esa. Además, desde aquella posición podría ver perfectamente a los no-muertos en cuanto se acercaran.

Estaba un poco lejos, pero la visibilidad era buena, quizás...

Decidió que intentaría un único disparo, para tratar de asegurar.

Después, simplemente bajó las escaleras y siguió a sus compañeros, si caía el zombie, tendrían que meterse rápido allí dentro, antes de que llegase la guardia. Así podrían meterse en una ratonera con enemigos al frente y enemigos a su espalda. Ahora agradecía la formación militar que había recibido, claro que si sus compañeros no tenían ni idea de táctica y decidían meterse en una trampa, de poco iba a servir...

La flecha de Silvania encontró un hueco en la juntura de la armadura del enorme guerrero muerto. Se clavó allí y aunque aparentemente la herida había sido profunda el ser continuó avanzando sin detenerse, mientras su compañero permanecía en el umbral de la casa, inmóvil.

A medida que se aproximaban los aventureros se dieron cuenta de que el monstruo sufría la lentitud de su armadura, pero otra cosa los sorprendió más: al llegar al umbral del muro se detuvo, aparentemente soprendido por la presencia de los otros aventureros. ¡Y retrocedió un paso! Aquel no era un zombi a la usanza...

El mediano, estuvo tentado de avanzar hacia el único no-muerto que se movía, pero, pese a su inconsciencia no puedo menos que aceptar las palabras del elfo como prudentes.

- Bien... - contestó - solo espero que esos cosos decidan acercarse - más allá de sus palabras no pensaba quedarse solo esperando. Con rapidez metió la mano en la bolsa y revoleó la honda, esperando tener mejor suerte que la vez anterior.

Esta vez la bala se dirigió hacia el casco del esqueleto y golpeo con fuerza en el. Sin embargo había algo claro. El mediano no tenía suficiente fuerza como para abatir a nadie de un unico disparo. Lo suyo eran los ataques pequeños y constantes. Con un sonoro CLANK el proyectil rebotó en el casco sin causar demasiado daño

- Parece que no quiere venir - le comentó a sus compañeros haciendo recular a su montura unos pocos pasos. Creo que deberemos ir por el -

Arthedain flexionó ligeramente el brazo de la espada y aguardó, como tantas otras veces, el inicio de la batalla cuerpo a cuerpo.

"Vaya, un muerto viviente espabilado, justo lo que nos faltaba", pensó en voz alta.

Si alguna vez renegaba de sus cortas piernas era este, en la carrera. Lanzaba soplidos de rabia mientras cargaba hacia adelante, con su mortifera arma en la mano.
No sería el primero en  llegar, pero cuando lo hiciera, le enseñaria a dialogar al más puro estilo de la arena.

Bhain seguia su avance, no de forma rápida, pero,, nadie que contemplara esa cara corriendo con la enorme hacha en  sus poderosos brazos le hubiera gustado interopnerse en su camino.

El enano vió la linea defensiva creada por sus compañeros, pero si el se unía ahora dejaría des`protegidos a los que estaban más avanzados, asi que apretando los dientes y aferrando con fuerza su arma se adelantó y se  dispuso a protegerles frente a esas...esas...cosas.

Gaius no estaba acostumbrado a trabajar en equipo, mucho menos a obedecer órdenes marciales o seguir formaciones estrictas. En lugar de eso decidió trepar por el borde del muro para alzarse en lo alto del mismo. En esa posición podría advertir a los demás si algo salía de la casa o si se acercaban guardias...

"¡Ainsss, ya estamos de nuevo haciendo cada uno lo que le sale de la punta del pijo!," exclamó Arthedain, llevándose la mano izquierda a la cara.

"Estoy por pedirle trabajo al nigromante malévolo ese; he oido que los muertos vivientes raramente se salen del guión previsto", dice para nadie en concreto.

"No he sufrido tanto desde aquella vez que me tocó mandar a un pelotón de gnomos al día siguiente de una jornada de 'descanso y recuperación'", sigue filosofando en voz alta.