Partida Rol por web

Y tras el viaje de vuelta al campamento imperial, allí se encontraban... Totalmente rodeados por los hombres del capitán, unos doscientos, estimaba el mercenario. No es que no se fiase de los ejércitos imperiales ni nada de éso. De los que no tendía a fiarse era de los mandos. Había luchado como mercenario en ésos ejércitos, como ballestero en las compañías libres, y sabía de sobra que había algunos líderes con muy poca empatía y aprecio por la vida ajena, que mandaban a morir sin dudarlo a decenas de hombres, incluso cientos, aunque pudiera evitarse. 

Ésa falta de moral podía llevar a que requisaran todo lo que llevaban. O incluso que sus vidas pasaran a ser un estorbo. Kurt prefería no plantearse esa cuestión, por cierta que fuera. No podían luchar contra tantos enemigos. Estaban heridos y cansados. Él tenía su mano diestra aún en mal estado, y aunque no hubiera sido así, no le quedaban virotes. 

Y también estaba el asunto de la cría de grifo. Aquel maldito animal no se callaba, y sin duda tarde o temprano Mike preguntaría por ella...

El olor de las hogueras de los muertos. Trojan sonrió. En su tierra oyó decir una vez...no recordaba a quién. Tal vez fuera Brull el flaco el día de los...no, no. No. Fue Fod el Huesos, cuando acabaron con aquellos balleneros de Nordland. Sí, buen botín aquel día...

Las hogueras de los muertos reconfortaban en el calor de las frías noches de Norsca. Si uno se sentaba junto a los fuegos y bebía y cantaba junto a ella los espíritus se alzaban al cielo para habitar el Palacio de Hielo; si habían sido dignos adversarios. Trojan no cantó ni bebió junto a las hogueras de aquellos orcos. No quería ofender al señor del invierno enviándole a unas feas criaturas a sus palacio.

Pese a las quejas de Valdia Trojan ayudaba a la mujer con la cena, picoteando algo a cambio de su ayuda, después se acercó al grupo.

¿Nadie va a decirr nada? ¿Qué hacemos aquí? ¿Cuándo nos vamos?

Todo iba de mal en peor, después de las interminables hordas de aquellas repugnantes criaturas habían llegado los malditos imperiales y aunque al principio había sido un alivio el verlos ahora solo parecíamos sus prisioneros, ese tipo Mike había combatido a nuestro lado pero sus intenciones aun no eran claras y al parecer tampoco dejaría que nos fuéramos tan fácilmente, no teníamos mas opción que irnos con ellos y solo los dioses sabían que diablos iban a hacer con nosotros. por otro lado la peste proveniente de la hoguera donde quemaban los cadáveres era insoportable. -Que olor tan repugnante, esas criaturas huelen peor chamuscadas de lo que apestan estando vivas, jamas me lo hubiera creído.- Me quejé mientras caminaba por el campamento para no estar tan inactivo, luego me dirigí hasta donde estaba Trojan, quien parecía mas nervioso que de costumbre. -Tranquilo grandullón, por ahora solo tenemos que cooperar...aunque no me gusta esta situación mas que a ti.- Me quedaría cerca del Nórdico ya que si era necesario escapar por la fuerza lo mejor seria estar cerca de uno de los fuertes del grupo.

Por los Dioses que la lucha había sido dura.

Intentaba recuperarme tendido en el carro junto a mi buen perro Ulrich. La cría de grifo no paraba de revolverse nerviosa ante todo aquel ajetreo. De pronto estabamos rodeados de un pequeño contingente de unas dos centenas de soldados imperiales. No se me ocurría mejor escolta para atravesar el paso.

Siempre que nos dejasen continuar camino... claro.

El campamento imperial era a todas luces improvisado. Pero lo suficientemente seguro para resistir por si atacaban pieles verdes. Además contaban con un buen contingente de caballería.

Escapar no se me antojaba una opción. Sólo cabía confiar en el buen hacer del Capitán Mike, y en que las decisiones que tomase a partir de ahora fuesen las más adecuadas para todos nosotros.

¿Capitán Mike? -dije acercandome como pude a la carpa del Capitán -Un hechicero o sanador ¿No tendreís entre vuestras filas, cierto? ¿Un cirujano quizás?

DE nuevo Walter se encontraba en un campamento imperial rodeado de buenos soldados, pero esta vez no era el joven impresionable de aquella epoca sino un veterano endurecido, y no se dejaba engañar por las apariencias. Tambien veia a los crueles sargentos, a los noblecillos que lo unico que querian medrar sin importarles la vida de los que estaban a su cargo o que simplemente eran unos incompetentes. Asi que lo unico que deseaba era salir rapidamente de alli.

- Aprovechemos para descansar y veamos lo que pasa. De todas maneras a mi me vendra bien descansar unos cauantos dias para que mis heridas se cierren -

Mike miró con atención a Nathan, parecía distraído, pensativo, su atención si duda estaba en otro lado. Sin embargo parecía ser conciente de lo que Nathan le había solicitado pues repentinamente hizo llamar a uno de sus hombres y al tiempo que le pedía a Nathan que esperara se introdujo en su tienda de campaña.
Nathan había tenido suerte de encontrar al capitán afuera pues los guardias que lo miraban de mala manera seguramente lo habrían echado a patadas.

No paso mucho tiempo antes de que un par de hombre que aparentemente eran médicos se presentaran ante el capitán. Para sorpresa de Nathan el capitán no solo les proporcionaría esa inigualable ayuda sino que a la par iría a acompañarlos. Lo cual quizá no era del todo bueno pues desde el combate prácticamente no habían hablado.

La espera se hacia larga, la noche aunque tranquila vislumbraba una larga compañía con aquellos hombres. Aun cuando el aroma de la cena preparada por Valdia se dispersaba por los alrededores llamando la atención de los soldados en las cercanías, estos se negaban a acercarse a los misteriosos desconocidos.
Mientras todos culminaban su cena junto a la hoguera, Nathan quien se había retirado momentos atrás regreso acompañado por el capitán Mike y otros dos hombres para sorpresa de todos.
Por suerte, el capitán había accedido a proporcionarles sus médicos para que atendieran a los mas graves; especialmente a Walter quien sufría de una fuerte calentura que le hacia delirar por ratos.
Sin embargo, mientras atendían a los heridos el capitán Mike se mostraba observador y analítico con respecto a sus invitados; sin duda alguna algo pensaba sobre ellos y para bien o para mal no tardarían mucho en descubrirlo.
-He de agradecerles de nuevo por salvarme la vida y por combatir de forma tan valiente a mi lado- interrumpió súbitamente al momento que los médicos se retiraban. –Se que se sienten incómodos aquí, pero puedo asegurarles que hago lo mejor que puedo por ayudarles, y les pido atentamente que cooperen conmigo para que pronto puedan continuar su camino sin problema alguno-. Al menos hasta allí, sus palabras eran moderadamente bien recibidas, pero había algo en sus ojos, algo que les hacia pensar a los allí presentes que había aun mas por decir.
-Hay algo que lleva ocupando mi mente desde que partimos de la batalla. ¿Quiénes son ustedes realmente? Y quizá mas importante aun, ¿que es esa cosa que intentan transportar hacia el sur?- Preguntó señalando el carromato.

La elfa, mientras trataba de atender a sus compañeros, farfullaba malhumorada, quizá el continuo trato con sus compañeros enanos, con Nathan e incluso con Trøjan le estaban agriando su carácter abierto y risueño, pero la escasez de medios de los que disponía le ponía de mal humor, porque le recordaba la cantidad de veces que ya había puesto este tema sobre la mesa y como constantemente Jaime que era quien se encargaba de proveer de suministros médicos a la compañía, una y otra vez eludía sus obligaciones, poniendo en claro peligro a todos.

Por fortuna había médicos imperiales por los alrededores con algo más que unas gastadas vendas, porque si no, habrían perdido a Walter. Las oxidadas armas de los pieles verdes habían hecho que se infectasen alguna de sus heridas, dejándole en una peligrosa situación.

Cuando ya nada había que hacer y lo único que quedaba era descansar el Capitán les habló. No quería que las palabras de Jaime les pusieran en más dificultades todavía, así que su voz fluyó clara dando respuesta a lo que preguntaba. - Somos el Clan de la sombra lunar, capitán. Nos dirigimos al sur en busca de fortuna. En la parte de atrás del carromato llevamos, si es que lo desea ver, una cría de grifo y un huevo de grifo. Mientras cruzábamos por el paso a través de las montañas, decisión que tomamos tras observar desde la lontananza que el paso normal era un campo de batalla, sufrimos desgraciadamente el ataque de un grifo adulto - enseñó la garra que se había quedado para sí. - posiblemente porque pasamos cerca de su nidada. Fue por ello que, para que no murieran decidimos tomar tanto el huevo como a la cría con nosotros, para salvar sus vida. Nuestro nerviosismo, es el recelo natural por la avaricia de los hombres. -

- Por último indicarle, pues tal vez sea de su interés o incumbencia, que la guarnición del paso estaba desierta cuando nosotros pasamos por allí, pero visto lo que hay aquí montado, posiblemente hayan pasado a engrosar sus filas en algún momento.- 

Tras hablar, mantuvo sus almendrados ojos sobre los del capitán y por último añadió.- Si nunca ha visto un grifo y quiere ver uno acompáñeme. -

Apostilló con voz grave

- Entendemos sus reticencias Capitán, es lógico que desconfíe de un grupo tan... tan... tan variopinto como el nuestro que aparece misteriosamente en medio de la nada. Pero como ha dicho Lorantha, somos un grupo bien avenido que sólo va en busca de aventuras y quizás con un poco de suerte, de fortuna -esa era la visión que tenía el caballero del grupo, aventuras por encima de todo.

- No podría ser de otra manera con mi presencia en el grupo, sabéis que jamás un caballero bretoniano iría en compañía de malvados o gentes de baja calaña. Algo grave está pasando por estos lares Capitán y aún no nos ha dicho de qué se trata.

Decidió que era mejor no decir nada más respecto del grifo y dejó estar la explicación y el ofrecimiento de Lorantha.

Sentado en un rincón cercado, el imperial asistió a aquella muestra de genuina sinceridad por parte del bretoniano y la elfa, después de haber recibido los cuidados de ésta para cerrar sus heridas. 

"Parece que ponemos todas las cartas encima de la mesa, y que Ranald decida, ¿eh? En fin, ésto es tirar una moneda al aire. O bien nos matan o detienen aquí y ahora, confiscando todo lo que tenemos, o bien simpatizan con nosotros. Pase lo que pase luchar es inútil, no podemos ganar contra 200 soldados..."

-Demasiada información que digerir- pensó para si el capitán al tiempo que escuchaba la confirmación presentada por el bretoniano acerca de lo que la elfa le había explicado.
-Algo así me había imaginado- se interrumpió y llevo su mirada de nuevo al carromato –bueno, algunas cosas las suponía, otras son…, un tanto…, mejor no ponerle palabras-.
El capitán parecía tratar de plantar cada palabra con sumo cuidado en la conversación; esto a pesar de que los miembros del clan no estaban a la defensiva.
-Respecto a que se han un clan de mercenarios, es justo el detalle que explica todo. Me asombra jamás haber escuchado de ustedes; la proeza que hoy han llevado a cabo fácilmente recorrería todas las tabernas del imperio. Entiendo ahora por que su ubicación en aquel lugar y entiendo que estuvieran intentando esquivar el combate. Yo haría lo propio si pudiera, pero este es mi trabajo-.
Cambiando súbitamente de tema el capitán se adentro en algo particularmente parecía interesarle. –Dices que van hacia el sur- le habló a la elfa –¿Que locura los lleva a querer ganarse la vida en los reinos fronterizos? Pero ahora que recuerdo, hay algo mas importante que me gustaría saber. ¿Dices que la guarnición estaba desierta?, ¿Se escabulleron ustedes dentro para corroborar que no había nadie?, ¿O como es que logran afirmar eso?-.

La elfa, que ya había tomado la palabra junto con el caballero bretoniano que apoyaba sus afirmaciones dotándolas de mayor verosimilitud, prosiguió hablando tras las preguntas del capitán procurando dar respuesta a estas para satisfacer su curiosidad. - La falta de contratos en el imperio que nos permitan mantenernos como compañia es lo que nos mueve para marcharnos Capitán, no es tan extraño si tiene en cuenta que la mayoría de nosotros ni siquiera hemos nacido en el imperio, por lo que poco o nada nos une con él salvo alguna que otra agradable experiencia. En definitiva, la necesidad de comer nos impulsa a movernos por estos reinos. En cuanto a lo de la guarnición, no es ni la primera ni la últimavez, espero, que hemos atravesado las fronteras imperiales y en todas ellas, creo que sin excepción, ya fuera por la mañana, ya fuera por la noche, siempre había algo de actividad, además de que en más de una ocasión se nos ha dado el alto. En esta ocasión nada. Ni nos dieron el alto, y había ese extraño silencio o sensación que se tiene cuando una casa ha sido abandonada. De todos modos, ninguna cosa se nos había perdido dentro de la guarnición, ni hace falta un pase especial para salir del imperio, por lo que, aunque extrañados, proseguimos, eso sí alertas, con nuestro camino. -

"Poco a poco, el capitán va cerrando el cerco y acercándose a aquello que realmente quiere decir... ¿Qué sorpresa nos dará? Lo mismo a partir de ahora somos soldados del Imperio... Je, éso si que sería gracioso. Ni la mitad procedemos de él..."

Pero el mercenario siguió sin decir nada, simplemente seguía sentado con los brazos cruzados y vigilando todo a su alrededor. Que estuvieran en un campamento imperial no quería decir necesariamente que estuvieran seguros, y más cuando de un momento a otro, podían encontrarse con cualquier desagradable sorpresa por parte del hombre al que habían salvado y sus soldados...

La guarrnición no nos pillaba de camino -fue lo que dijo.

No quería tener que dar explicaciones sobre cómo habían evitado a las tropas para no explicar sus incidentes en Grenzstad y los brujos rojos. Tampoco les apetecía pagar el peaje, claro está. Eso tampoco lo diría.

A Trojan le molestaba tanta palabrería, aún estaba cubierto de sangre seca pero el combate le había sabido a poco. Quería más.

El capitán Mike se rasco la barca pensativo y con una expresión de poca credulidad. -Pero entonces no revisaron el lugar, ¿o si?, han esquivado mi pregunta, ¿simplemente creen que no había nadie y pasaron por allí o realmente saben que no había nadie donde debería haber estado la guarnición?-.

El capitán algo vacilante se aproximó mas hasta el fuego donde todos los miembros del clan estaban ahora reunidos y se hinco frente a ellos para acaparar mas su atención. –Independientemente de su respuesta, hay algo importante que quería comentarles. No he empezado por ello puesto que su historia es algo…, peculiar-. El capitán parecía no creerles todo o tener una especial atención en algo que habían dicho; lamentablemente ahora eran una especie de prisioneros e intentar sacarle información al capitán podría ser un juego que no querrían jugar.

-Nos marchamos al amanecer, hacia el sur. Mi grupo ha sido despachado para darle caza a los pieles verdes que escaparon tras su derrota en la batalla más al norte. Poco antes de que fuera capturado, se me ordeno ir hasta los reinos fronterizos para ir tras un grupo grande que escapó de nuestra avanzada y que ahora asola la región. Ustedes van a acompañarme- sonrió tras sus palabras observando la reacción de sus acompañantes; al parecer, ahora eran reclutas, tal como algunos temían.

-Pero no me mal interpreten- espetó el capitán. –Solo los ayudaré a salir de este problema. Ustedes van al sur y yo voy al sur, así que iremos juntos. Una vez hayamos cruzado el paso podrán hacer lo que quieran. No voy a retenerlos ni requisarles sus armas. Con eso mi deuda queda saldada. Sin embargo, las bestias se quedan con migo-. Y allí estaba el meollo de todo, el capitán les había soltado todo un banquete que en sus circunstancias no debían rechazar, pero el costo podría ser demasiado alto para algunos miembros del clan.

La elfa iba a responder a la pregunta del Capitán dando más detalles de lo que había ocurrido, sin embargo cuando este contó todo lo que tenía que contar su discurso cambió, si bien auque meditó un momento sus palabras, mantuvo el tono cordial y afable que venía usando hasta ese momento, respondiendo rápido no fuera a ser que el caballero o Nathan se dieran cuenta que entre las bestias a las que aludía el Capitán estaban incluídos sus corceles.

- No le malinterpretamos Capitán, hemos conocido a muchos foragidos, malechores y canallas antes que a usted. Aunque tengo que decir en su favor que los supera a todos - dijo calmada y con una sonrisa - pues ninguno fue tan rastrero como para robarnos y tomarnos como prisioneros y exclavos después de ser salvado y mucho menos ninguno fue tan cínico como para señalar que eso saldaba deuda. - 

- ¿Quiere dispensarnos con alguna gracia más o podemos retirarnos a rezar a Verena antes de ir a descansar? - concluyó.

Las cosas iban de mal en peor, tal como había imaginado esos malditos imperiales no iban a dejarnos ir tan rápidamente, sin embargo ir con el grupo imperial hacia el sur podría ser ventajoso ya que el camino aun era largo y lleno de peligros, por lo menos estaríamos mas seguros si avanzábamos con la guardia...aunque por otro lado puede que aquel capitán pudiera tener mas sorpresas esperándonos mas adelante. La elfa ya se había adelantado y casi había escupido la "oferta" a Mike en la cara, lo cual aunque me agradaba bastante no era muy inteligente según nuestra situación por lo que alguien tendría que hablar para arreglar un poco las cosas y evitar malos entendidos con los soldados.
-La elfa ya respondió su pregunta capitán, no teníamos ningún motivo para revisar la guarnición, nadie nos dijo ALTO, así que seguimos nuestro camino sin mirar atrás, si quieres saber por que no había nadie tendrás que averiguarlo por ti mismo. Por otro lado parece que a muchos de nuestros compañeros no les agrada la idea de viajar acompañados por tropas imperiales (volteo a ver especialmente a Lorantha)y no es de extrañarse, ninguno de nosotros quiere que se nos de trato de prisionero, pero por mi parte creo que prefiero su compañía a la de los pieles verdes...lo único que le recomendaría para hacer este viaje mas ameno es que se nos deje viajar a todos en la caravana como hemos venido haciendo y que nos deje de hostigar con tanto maldito interrogatorio, ya hemos dicho todo lo que sabemos y seguir preguntándonos cosas seria como querer hacer sangrar a las rocas.- Sin decir nada mas enciendo mi pipa y me quedo en espera de la contestación del Capitán.

Había permanecido en silencio en todo momento. Cualquier cosa que dijese el Capitán la daba por buena. De hecho, asentía atras mis compañeros a las palabras del capitán.

¿Acompañarlo hasta el sur? Estupendo ¿Luchar contra los pieles verde? Genial ¿Curar nuestras heridas mientras tanto acompañados de todo un ejercito? ¡Por Ranald! ¿Dónde había que firmar? Hasta que dijo lo de las Bestias...

Errr... Capitán. ¿Qué ha querido decir con lo de bestias? Entiendo que desee quedarse con la fierecilla con cara de aguila. Pero... ¿con nuestras monturas? Straego llevaba conmigo... ni se ya. Y ¿Ulrich? No por ahí sí que no.

"Ah, las gracias de los mandos imperiales... Casi podría decir que las echaba de menos. Casi."

Desde luego el mercenario no tenía nada que perder con aquello. Ninguna de las bestias era suya. En cierto modo, era gracioso ver como le cambio la cara a Nathan cuando, después de todo, su adorado capitán demostró que no era más que otro mando aprovechado del Imperio. 

"He servido en los ejércitos imperiales como mercenario, sé como despachan éstos asuntos... Pero claro, mejor que en su momento me llevaran la contraria aquellos que no sabían nada de aquello... Y ahora nos lamentamos, ¿verdad?."

De todos modos, debía reconocer que el asunto del carro si que era un problema. 

-Capitán, le ruego que reconsidere lo de las bestias. No se olvide de que llevamos un carro, y un anciano con nosotros. Sin caballos para tirar de él, puede que condene a ése hombre a la muerte.