Partida Rol por web

El paso de fuego negro, que podría decir de semejante belleza, un lugar tan legendario como el mismo Sigmar, dios del imperio. Y ahora estas largas y extenuantes jornadas marcarían la senda del destino del clan de la sombra lunar; nosotros haremos historia, nosotros seremos leyenda…, si tan solo tuviera mi espada.
Se que ahora no puedo fallarles, ellos me necesitan, en esta extenuante hora debo dar lo mejor de mi y evitar que el grupo desfallezca. Como lord mariscal del clan debo asegurarme de que todos lleguen con bien hasta el otro lado… si tan solo pudiera bajarme de esta cosa.
Jaime ha despertado ya, aunque dado que se siente muy débil y adolorido ha decidió permanecer en reposo durante los dos días que ha durado hasta ahora el viaje. Valdia no esta contenta, ha intentado bajarlo del carromato pero el habilidoso de nuestro líder siempre regresa a las colchas en un breve instante. Quizá si le dijera que yo si quiero bajar me ayudaría…, pero es tarde ya, es la hora de la cena, un tarro de lecha caliente me espera.

_{Extracto del diario de Igor, Lord Mariscal del Clan Sombra Lunar, Mittherbst (equinoccio de otoño) del año 2523.}

Paso a paso los aventureros que conformaban al clan sombra lunar iban abriéndose paso entre los peligros que representaba el cruzar el paso de fuego negro. Hasta ahora la travesía no les había generado mas que cansancio y mucha hambre, su mayor peligro habían sido algunos felinos de menor tamaño que habitaban en esas zonas. Para Domochievsky solo habían tenido suerte, a su entender las cosas se complicaran tarde o temprano.
Jaime el líder del clan había despertado de su letargo apenas iniciaran su andar por el paso. Como era costumbre se habían mantenido muy parlanchín durante los últimos 2 días, aunque sin bajar de la carroza. A su pensar, su herida era grave y necesitaba reposo, además de atención y cuidados.
Según Domochievsky el viaje les tomaría 7 días, si no encontraban contra tiempos y si mantenían el ritmo de avance. Tenían recursos para sobrevivir en aquel lugar por hasta unos 15 días pero no mas, por lo cual si llegasen a pasar mas de 10 días en el paso tendrían que cotejar sus posibilidades y al parecer regresar no era una de ellas.
Algo que extrañaba al grupo era el hecho de que no se les persiguiera. Su ritmo si bien era constante, estaba lejos de ser rápido; por lo cual seria muy fácil para un grupo de jinetes darles alcance. Pero nadie había aparecido tras ellos, e incluso los pocos viajeros armados que habían visto parecían ir apresuradamente en una u otra dirección sin prestar atención alguna al carromato y sus ocupantes.
Por que nadie les perseguía, por que todos las tropas del imperio que veían en el paso siempre se dirigían hacia el sureste apresuradamente. Pero lo mas preocupante fueron aquellos dos cortos pero intensos temblores que hicieron retumbar por completo la tierra bajo sus pies, que había sido aquello. Fuera lo que fuera para Domochievsky era claro que algo había sucedido mas adelante.
Olvidando temporalmente sus preocupaciones el grupo había pasado un noche mas a la intemperie resguardando el carromato en las vertientes del paso intentando en la medida de lo posible pasar desapercibidos. Esa noche también había sido una noche tranquila, salvo por el hecho de que Jaime se encontraba mas parlanchín que de costumbre y no había dejado de hablar durante horas; no hubo ninguno entre los miembros del clan que pudiera asegurar que había pegado los ojos por completo hasta la llegada del amanecer.
Era ahora la mañana de su tercer día en el paso de Fuego negro, hacia apenas unos minutos que el grupo despertara y se apresurara a levantar el campamento estando ya prácticamente para iniciar la jornada de viaje. El sol apenas estaba apenas despuntando en el horizonte mientras un inquieto Jaime trepado al carromato cotejaba el horizonte y aseguraba que ya se podía ver Karak Azgal a lo lejos.

El mercenario no paraba de repetirse que el oro merecería la pena... era necesario pensar aquello, ya que empujar aquel maldito carro por ésos senderos que a veces no llegaban ni a camino de cabras no era muy halagador.

Sin embargo, el imperial hacía de tripas corazón, y siempre sacaba fuerzas para empujar un poco más. 

-Maldita... upmh... pendiente... 

Y era aún más raro que no les persiguieran. Y sinceramente, no podía hacer más que compartir el pesimismo de Domochievsky. Algo les estaba esperando... o no necesariamente a ellos, pero era algo malo. Quizá un maldito waaagh orco, o alguna tribu dispersa... o incursores del Caos. Cualquier cosa era posible en aquellas malditas montañas. 

"De hecho, si Karak Azgal está como está, es por algo..."

A Trojan no le incomodaban las montañas, de hecho era un sentimiento reconfortante. Como volver a casa. En su tierra, Norsca, las montañas eran el elemento principal del paisaje. Casi el único. Toda su vida la había pasado subiendo o descendiendo laderas, escarpadas paredes de roca y hielo o valles sin nombre donde moraban criaturas tocadas por los Poderes Ruinosos. Los accidentes del camino, los corrimientos de tierra, el viento paralizante, el fluir de las lluvias o la nieve de las cumbres no le molestaban. Pero tener que empujar del carro, sí.

No sé de qué te quejas, Kurt. Hasta ahorra el viaje ha sido inmejorrable. No hay fánaticos rreligiosos, ni emboscadas, ni goblins...ni nada qué hacerr. Sólo darr un paso, y otrro. Crreo que nadie pensó rrealmente lo lejos que estaba esa ciudad de joyas...

-Me quejo de éstas malditas montañas-dijo, empujando el carro-de el lamentable avance que estamos teniendo... de la rapidez por la que hemos tenido que irnos, sin comprar nada... no nos faltan motivos para quejarnos, bien lo sabe Sigmar. 

¿No estuvo vuestrro dios Sigmar aquí? -bromeó el nórdico- Deberrías alegrrarrte de poderr seguirr sus pasos.

-Sí... y también todos los orcos a los que les destrozó la cabeza con lo que ahora tiene el viejo Karl... y no me alegro, Sigmar ya no está aquí... pero los orcos son una maldita plaga, y hay cosas peores. 

Doy una de mis comidas "buenas" al jefe para ayudarlo a reponerse; después de todo, es lo menos que puedo hacer por el. Con forme continuamos nuestra marcha, las leyendas empiezan a aflorar. Yo, no puedo quedarme atrás.

-... hay leyendas muy oscuras sobre esta zona. Algunas hablan de cosas "comunes" como orcos y sus esbirros, otras... hablan de magos renegados, cultos y sectas oscuras, magos locos... y muertos que caminan...

El camino es malo y traicionero pero al menos me alegra conducir ya que no tengo que bajar a empujar el carromato...la pequeña ventaja de ser el conductor. Para relajarme de tan terrible camino entono una canción nórdica en mi idioma natal, no tan alto como para llamar la atención pero lo suficiente para que mis compañeros se deleiten con los cánticos de mi tierra.

La elfa por las mañanas cogió la rutina de atender a los heridos. Jaime, Walter y por último el norsca, recibían su atención, si bien de este último solo se preocupaba porque las heridas no se infectaran, además, con su insistencia de aparentar normalidad y su tozudez a la hora de colaborar en el avance del grupo en vez de mantenerse en reposo abortaba cualquier mejoría que la atención procurada pudiera hacerle.

El camino por el paso se hacía duro para ella no solo por los momentos en los que le tocaba arrimar el hombro y empujar el enorme carro sino porque sentada junto a Grim, le era imposible escapar del dolor de cabeza que en determinados momentos le levantaba el desagradable ruido que emitían sus cuerdas vocales. No obstante, a pesar de la falta de ritmo, el clan conseguía avanzar sin demasiados problemas. 

Varios fueron los grupos con los que se cruzaron. Y le sorprendió que ninguno de sus compañeros les preguntara el motivo por el cual se les veía tan inquietos, hasta el punto de que parecían evitarles. Era normal entre caminantes dedicarse un momento para enterarse de lo que les deparaba el camino e incluso terminar viajando juntos para asegurarse una mayor protección, pero sorprendentemente, nada de esto ocurrió con la gente con la que se encontraron.

El bretoniano había cabalgado pesaroso y preocupado por darle mal fario aquellas tierras baldías, agrestes y nada atractivas a los ojos de un romántico e idealista bretoniano.

Cuán diferentes eran esas tierras de la lejana y mada Bretonia... sin embargo pese a su melancolía y a un evidente decaimiento físico y moral, el hecho de que Jaime estuviera recuperado y de tan buen humor hizo que el Bretoniano olvidara por dónde discurrían sus caminos y su moral se elevara.

Jaime era en realidad divertido y sus constantes comentarios y chanzas hacían sonreir continuamente al bretoniano, cuando no que lanzara una carcajada directamente.

Un nuevo día, un nuevo comienzo, si todo salía bien estarían pronto fuera de esas marchitas tierras, nada desearía más Sir Hugo, tomó un frugal desayuno y de buena gana ayudó a deshacer el campamento y hacer los preparativos para una nueva jornada.

Dormir a la intemperie era algo a lo que todos estaban acostumbrados y afortunadamente el mayor peligro del viaje habia sido no coger un resfriado con lo que el animo del ex-soldado y de sus compañeros parecia habr mejorado ligeramente desde que habian salido a la carrera de la ciudad. Asi que con energias renovadas y con las heridas curandose poco a poco Walter animaba a los demas mientras empujaban una y otra vez el carromato.

- ¡Una vez mas compañeros que las riquezas nos esperaan a unos pocos kilometros de aqui! -

Una vez todo listo para partir el grupo se puso en marcha, Jaime parecía mas activo y se movía ya con suma facilidad, aunque aseguraba que aun estaba débil y necesitaba reposar en el carromato.
Domochievski lideraba la marcha, siempre atento a todo lo que pudiese suceder en sus alrededores. Tras el marchaban el resto de los jinetes y al final el carromato.
Habían estado ya avanzando por el camino por cerca de 6 horas o mas, por lo que el medio día había pasado ya. El recorrido por las montañas se había mantenido tranquilo, demasiado tranquilo en realidad. No habían visto a ningún viajero hasta ahora en el camino, en parte era beneficio para evitar contra tiempos, pero por otro lado era una mala señal el no ver a nadie, a la par de que ir acompañados podría servir de camuflaje de ser necesario.
Apenas habían cruzado un desfiladero prominente cuando de la nada se escucho una lejana explosión, o al menos eso parecía ser. La tierra había retumbado como lo hiciera en otras ocasiones pero con aun mayor intensidad. De haber estado aun en aquel desfiladero podrían haber caído al vació…, esas explosiones no eran normales.

Trojan acompañaba la canción de Grim con su propia aportación natal

Una canción sobre la fuerza del guerrero y el honor de caer en la batalla. De repente, el mundo tembló.

¡En el nombrre de...! ¿Qué habéis hecho parra enfadarr a los dioses y que nos castiguen con terremotos?

Porque cuando las monatañas temblaban sólo podía ser debido a la cólera de los dioses. Los dioses de Trojan eran distintos  alos de los demás, salvo tal vez a los de Grim. Las deidades eran seres orgullosos que se enojaban sino se les mostarba respeto, y entre los componentes del clan había muchos paganos ateos. Cuya sola existencia enojaba a los dioses.

Al escuchar la tremenda explosión su caballo se puso a dos patas y apunto estuvo de encabritarse, pero la pericia del bretoniano era casi legendaria y sin mucho esfuerzo logró tranquilizar a su animal, pasó su mano derecha enguantada por el hocico del animal para tranquilizarle.

- Esas explosiones no tienen nada que ver con los Dioses querido amigo, se deben a la acción de los hombres y puede que a fuerzas oscuras que entendemos. Apuremos el paso y salgamos de estas tierras cuanto antes, mi espíritu pide descubrir la verdad pero mi cabeza dice que es mejor seguir a lo nuestro y continuar.

Dijo mientras palmeaba el costado de su caballo y miraba inquieto el horizonte.

-¡Por los pezones de Sigmar!-blasfemó el miliciano mientras recuperaba el equilibrio-No me gusta como suena éso... parece que ésto no está tan tranquilo como debería... se me ocurren algunas opciones sobre lo que podría ser... ¿cañones enanos? ¿gigantes haciendo... cosas de gigantes? ¿alguna clase de brujería?

Escupió a un lado.

-Ninguna de ésas opciones me gusta. 

El mundo entero vibra ante el terrible poder del peligro futuro.

Ulrich levanta sus orejas y se yergue junto a nuestro jefe, sus heridas no han terminado de cerrar, y sin embargo ya se alista para el próximo combate.

Morr alza el vuelo con un graznido nervioso; que a tanto a Stratego como a mi nos hace detener el paso nerviosos, y observar hacia todos lados.

¿?Sera esto uno de los tantos peligros del paso... yo... no he leído mucho sobre estos lugares. Sin embargo... las leyendas son tan extrañas.

Intentando parecer inmutable observo inquieto a los demás. El resoplido de Stratego y sus movimientos nerviosos no hacen más que aumentar la ansiedad.

- Sir Hugo tiene razón, esto no es cosa de los dioses, aunque después de oirte cantar sin duda que no les faltan motivos para entrar en cólera. - respondió mordaz la elfa al nórdico mientras se agarraba con fuerza al asiento del carro para evitar salir despedida a causa de los temblores.

Luego, y mientras trataba de buscar en la lontananza alguna columna de humo o polvo que revelara el origen de aquello, a pesar de la aparente lejanía del foco del peligro, tomó el arco entre las manos. Además, alzó la cabeza para comprobar que no se había producido ningún desprendimiento que amenazara sus cabezas.

-Por la barba de mis ancestros¡¡ Que en todo el mundo podría hacer ese maldito alboroto- Maldigo al momento de escuchar la explosión y me giro para ver como están los demás. -¿Que debemos hacer? Seguir hacia ese infernal estruendo??- La pregunta era estupida obviamente no había otro lugar hacia donde seguir pero quería que todos me lo dijeran para poder seguir adelante ya que era verdaderamente intimidante seguir avanzando hacia aquella explosión.

¿Cómo los hombrres y los enanos pueden hacerr esos rruidos? ¿Tirrándose un pedo todos a la vez? No, amigo, eso tiene que serr cosa de dioses...o de poderres oscurros como has dicho.