Partida Rol por web

Respirando pesadamente, el hijo de Zann parece calmarse y apartar la vista, algo avergonzado por la pérdida de control.

—De acuerdo... Volvamos arriba.

Sin esperar respuesta alguna, Samiel se dirige hacia las escaleras, rodeando a Dorothy por la cintura y llevándola arriba, a la Sala de Descanso, con la mirada gacha.

- Si revisemos con cuidado el sotano y subamos, Lew. 

Creo que tenemos un problema familiar importante entre manos.

Como en procesión mortuoria, abandonáis el frío sótano, emergiendo a través de la trampilla por los escalones de madera que anuncian vuestra proximidad con sus crujidos. No importa las veces que seáis testigos de la matanza de la sala, sigue siendo un espectáculo Dantesco y horroroso. Por ello abandonáis lo antes posible la escena y salís al pasillo.

Allí, sentados en la pared, se encuentran Richard Bradshaw y Will, que charlan entre murmullos sobre cosas intrascendentes, intentando evadir la mente. No alcanzáis a ver a la señora Davis ni al señor Goldman por ninguna parte.

Samiel, observando a un lado y a otro del pasillo, y todavía envolviendo con el brazo a Dorothy, se acerca a los dos hombres y les pregunta, en voz queda.

—¿Dónde demonios se han metido Travis y la señora Davis? —Inquiere— ¿No quedamos en que iban a esperar todos aquí?

Hay un cierto tono de reproche y urgencia en la voz del joven.

Richard se encoge de hombros y se levanta, sacudiéndose el traje y encarando sin muchos problemas a Samiel, que comienza a parecer algo iracundo.

—Verá, señor Zann. A la señorita Davis le urgía ir al lavabo, y el señor Goldan se ha ofrecido a acompañarla. Will y yo decidimos permanecer aquí, guardando la puerta —El psicólogo mantiene, en todo momento, la calma, y procura vocalizar bien y hablar despacio—. Aunque, ahora que lo dice usted, sí es cierto que llevan ya un buen rato ausentes... Quizás, si han terminado allí abajo, podamos ir a buscarlos.

Será mejor que vayamos, creo que deberíamos hacerle unas preguntas al Sr. Goldan - comentó mirando hacia los detectives, esperando un gesto de aprobación - ¿En qué dirección se marcharon?

No dejaba de recordar las palabras que contenían aquel diario, y la mención a Travis Goldan podía ser clave en la investigación de aquellos sucesos.

- Vayamos tras ellos, esto es inaudito ... quien se marcharia al baño en su sano juicio ... si le hiciese encima nadie se lo echaria en cara.

Richard señala hacia algún punto indeterminado de la penumbra, hacia el lado sur, rodeando el patio de butacas.

—Según Will, los servicios se encuentran cerca del despacho del señor Zann, junto a la puerta hacia el patio de butacas. Pero díganme ¿Han descubierto algo? ¿Algún indicio del criminal?

Mientras Richard os pregunta, William se ha puesto en pie, también, y todos os dirigís, caminando despacio, a lo largo del pasillo en el que ya parecen haberse extinguido todas las luces... Pero lo más aterrador es que vuestros ojos parecen haberse acostumbrado, y ello sólo aumenta la sensación de incomodidad ante los oscuros bajorrelieves que pueblan los recubrimientos de madera aquí y allá. Ya no sólo los ojos vacíos de los querubines siguiendo vuestros pasos, sino también extrañas figuras de geometría que no es tal, sino que siguen otras normas que no alcanzáis a comprender.

A vuestra espalda, Dorothy y Samiel caminan algo apartados del grupo, cogidos de la mano el uno al otro. Parece que una especie de conexión, nacida del previo conocimiento de la existencia mutua, se ha fortalecido durante los acontecimientos de la noche para transformarse en algo más estrecho e íntimo. Casi da la sensación de que la señorita Abnets esté interpretando un papel de criatura desvalida para asegurar su supervivencia, quizás no es tan volátil como aparenta, al menos, sabe cómo mantenerse viva.

—Es raro, ciertamente —Comenta William—. No creo que toda la compañía tuviera tiempo de cambiarse y dejar el teatro antes del incidente del señor Zann... Pero ésto está... muerto ¿Dónde se habrá metido todo el mundo?

Justo cuando al doblar la esquina, Podéis observar, justo frente a la puerta de los servicios, a la señora Davis y al señor Goldan, como en un momento imperturbable y eterno. Ella, sollozando, ha hundido la cabeza en su pecho. ÉL rodeándola con sus brazos, la conforta susurrando algo con voz tierna. Los brazos del señor Goldan parecen envolverla con una delicadeza que por momentos parece impropia del hombretón, y la dulzura del instante parece borrar, durante un momento, las atrocidades que habéis contemplado de vuestra cabeza.

- ¡¡Me cogon la ley seca!!- espetó Lew al enterarse de que Goldan Travis y la señora Davis se habían marchado.

- ¡¡Joder, ¿no quedó claro que teníamos que movernos todos juntos?...¡¡Dios!! como si no hubiera habido suficientes muertes en el teatro como para que cada uno vaya por donde le dé la gana.

- ¡¡Vamos a buscarlos!!

Con el cabreo que tenía Lew no contestó a Richard cuando preguntó por lo que habían encontrado abajo. Durante el camino estuvo todo el rato pensando en cómo encontrarían a la pareja...si mutilados, sin cabeza, desangrados... Pero su sorpresa fue mayúscula cuando encontró a la pareja abrazada, soyozando. 

Eso no era bueno...no el que estuvieran vivos, si no lo que hubieran visto o vivido para que estuvieran en ese estado. 

El detective se acercó y les habló bajo, con mucha calma y tacto.

- Hola chicos, ¿qué ha pasado? ¿hay algo cerca malo? ¿habéis entrado a algún sitio?- preguntó mirandoles a ambos y de vez en cuando a lo que pudiera venirle encima.

Travis Goldan, sobresaltado ante la presencia del grupo de investigadores, se separa rápidamente de Agatha y se ajusta la corbata.

—No... Esto... Agath... Digo, la señorita Davis se encuentra aterrada por la situación... Hemos entrado al baño y hay un hombre completamente tarado diciendo tonterías ahí dentro. No sabemos qué ocurre y esto empieza a ser una trampa mortal —Conforme recupera su compostura, también recupera la cadencia de su discurso y su vozarrón, irguiéndose en cada palabra para alcanzar toda su altura—. Simplemente queremos salir de aquí ¿Qué les parece si nos dirigimos hacia la puerta principal y destrozamos la cristalera? Que la policía se ocupe del resto.

Echa una mirada a la puerta de los baños, como temeroso de que algo pudiera salir de ella.

- La idea no me disgusta.

Sin embargo, guiado por una subita inspiracion, entra en los baños y los revisa.

- Olvidadlo. Antes Samiel ha intentado lo mismo disparando al cristal de la puerta de detrás y no ha pasado nada- comunicó-. No sé qué es lo que pasa, pero esto es muy raro. Cada vez más.

- De todas formas, voy a entrar al baño con Seámus y hablaré con el tipo...por cierto, ¿lo conocéis, sabéis quién es?- preguntó antes de entrar.

Ante la pregunta de Lew Harper, el señor Goldan niega con la cabeza, mientras que Agatha ignora la pregunta y sigue sollozando. Parece que la puerta de los servicios de señoras está entreabierta. Con cuidado os acercáis a la misma y echáis un vistazo dentro. Podéis ver una hilera de cubículos de madera pintada y otra de lavabos en la pared contraria.

El olor a desinfectante os llena las fosas nasales. Pero también otro, más sutil. En la tibieza húmeda de la sala, podéis observar, efectivamente, a un hombre encorvado, vistiendo un traje raído, con el pelo grasiento formando sucias greñas y los ojos inyectados en sangre. Debe medir aproximadamente metro ochenta, pero parece bastante más bajo de lo que es.

Su cara, demacrada, va a encontrarse con la de aquellos que acabáis de entrar, y os dedica una sonrisa desquiciada, de oreja a oreja, amarillenta...

Cuando Richard entra en los servicios y posa su mirada sobre el hombre, no puede evitar volverse completamente ojiplático y llevarse una mano a la boca, abierta también. Clava la vista en el hombrecillo y no puede reprimir las siguientes palabras.

—Va-válgame Dios... Señor Church... ¿Es usted? —Dice, con cautela, y al ver que la sonrisa del ser se agranda más, se vuelve con vehemencia hacia el resto— ¡Por favor, tengan a bien no hacerle daño! ¡Es un paciente mío, vino a visitarme esta mañana...! Él fue quien me habló de este sitio y debe saber algo...

Da un par de pasos titubeantes hacia donde se encuentra el señor Church.

—Señor Church... ¿Por qué ha vuelto aquí? Le dije que se mantuviera alejado... Que ya me ocuparía yo de investigar... ¿No entiende?

El señor Church se balancea a un lado y a otro, como si no tuviera claro hacia dónde dejarse caer. Cuando el señor Bradshaw se acerca, sin embargo da un paso hacia delante.

—Sí... Sí... Me lo dijo, doctor Bradshaw. Es cierto —En su voz se oculta un matiz de histeria que indica que su cordura ha quedado abandonada en alguna esquina polvorienta—. Pero tenía que volver. Ella me llamaba. ¡No lo entiende! Tenía que volver y contemplar su regreso a nuestro mundo ¡La música! Eso es ¿Ustedes también la han encontrado? Aquello que la sirve, que acecha en las bambalinas. Estamos todos aquí para presenciar el regreso y convertirnos en los primeros espectadores de su gran obra, y no esos sucedáneos baratos que Zann escribía...   

Seamus miro al recien llegado.

- ¿De que esta hablando? ¿Quien es este hombre, Sr. Bradshaw?