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La Sociedad Fénix 2

Conteniendo la marea (Capítulo V)

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02/09/2013, 04:24
Director

Era bueno seguir vivo. Creta cayó tras 11 días de obstinada defensa, y los triunfos alemanes en el norte de África se sucedían bajo el mando de Rommel, el mítico "zorro del desierto". Sin embargo, ellos permanecieron en Inglaterra de permiso, para sanar sus heridas físicas y mentales tras el desgaste de la operación cretense.

Pronto se dieron cuenta de que las noticias se multiplicaban, tanto las buenas como las malas. Entre las buenas, estuvieron la recuperación de Prudence, que poco a poco comenzó a experimentar con sus nuevos poderes de control del tiempo. Conservaba, no obstante, la pirokinésis, aunque esta ya no era tan destructiva ni tan impresionante como cuando tenía el asha dentro. Algo parecido había sucedido a su madre hacía cuarenta años, así que tuvo oportunidad de estrechar lazos con ella y recibir unas cuentas lecciones de su padre del uso de la misteriosa máquina del tiempo/reloj. No era la única con nuevos poderes. Katja, que se lo tenía bien guardado, había experimentado una serie de cambios fisiológicos tras la exposición a la radiación en noruega, y ahora controlaba conscientemente un poder que la hacía veloz como un rayo. Pronto supieron también lo que había sucedido con Rabinovich y Diana, que se reunieron para poner en común toda la información que poseía el rey atlante y que pudiera ser de ayuda para el esfuerzo de guerra aliado. Supieron de esa manera, entre otras cosas, que ellos eran descendientes de los atlantes, por así decirlo. Su sangre se había mezclado con la de los humanos hacía milenios, y sus descendientes directos manifestaban en ocasiones los poderes de los miembros de esta raza. Era lo que conocían como serendipias.

El recelo que suscitaba la presencia de Katja ya no era necesario, pues poco después de la caída de Creta, los alemanes lanzaron una gran ofensiva contra la Unión Soviética, que se prolongó durante meses. Una larga y letal ofensiva, que a pesar de la estoica resistencia rusa, se estaba saldando con graves derrotas para el ejército rojo. Era diciembre, y el frío volvía a las highlands escocesas. Pero en Rusia, como bien sabía la capitana, los alemanes tendrían que enfrentarse al cruel general invierno. Y a pesar de ello, estaban cada vez más cerca de Moscú.

El alto mando británico estaba preparando nuevas operaciones en África, y mantenía un fluido diálogo con los soviéticos, ahora sus compañeros de guerra. Tratando de aliviar la presión del frente soviético, la RAF comenzó a bombardear audazmente las ciudades y factorías alemanas en ataques nocturnos, pero no parecía suficiente. Inglaterra había visto ya mucha guerra, y la seguía viendo en África donde trataba infructuosamente de vencer a los alemanes, aunque fuera en un frente secundario.

Alejándose del nerviosismo de los generales y la incertidumbre de la guerra, el largo permiso fue aprovechado por cada cual para hacer lo que quiso o convino. El mando no puso objeciones a aquellos soldados que decidieron reincoporarse al servicio activo en otras unidades, como fue el caso de Rusell, que junto a otros compañeros australianos defendió Tobruk hasta que Rommel levantó el sitio en noviembre. Katja fue llamada a Moscú para dar cuenta de su relación con los aliados, y a pesar de que deseo era el de luchar contra los alemanes en su patria, Zhukov le dió una orden tajante: regresar a Inglaterra. No obstante, durante su viaje tuvo ocasión de toparse más de una vez con las molestas fuerzas alemanas, que a punto estuvieron de derribar el avión donde viajaba. Por su parte, van Winsel aprovechó para hacer una visita "de vuelta a casa", cortesía de la RAF, y entregó suministros a la resistencia holandesa. A pesar de que sintió enormes deseos de perderse y finalizar su singular "contrato" con los británicos, la situación en su país y todo lo que había vivido en Creta le hicieron reflexionar. Holanda era una locura, ya que la mitad de los habitantes eran netamente pro-nazis, e incluso muchos hombres se habían alistado para la campaña de Rusia. Pero la otra mitad, la que había decidido resistir, era duramente reprimida por el ejército y la gestapo. Estaba claro que Holanda no podía ser libre hasta que los aliados no echaran de allí a los nazis. Por eso, y sorprendiendo al propio coronel Talbot, se las ingenió para regresar a las islas británicas, a mediados del mes de noviembre.

Rémi, por su parte, hizo exactamente lo que tenía planeado, que precisamente quedarse en Inglaterra, lo más cerca posible de su prima. Eso molestó de forma evidente al coronel, que comenzaba a tener sospechas (y certezas) más que fundadas de que algo iba mal, y de que la relación entre ambos se había estrechado de una forma que consideraba preocupante. Sin embargo, los asuntos de la guerra le mantuvieron ocupado, ya que los commandos aprovechaban el invierno para realizar operaciones de castigo en países ocupados, fundamentalmente Noruega. Operaciones que requerían de su planificación, y que la mantenían viajando con frecuencia a Londres para informar personalmente al alto mando.

Prue decidió volver a casa. Dejó su uniforme guardado en un armario, pasó muchos días en cama cuidada por su madre, y cuando se sintió mejor, salía frecuentemente a pescar su padre. Rémi la visitaba todo lo que podía, o mejor dicho, todo lo que su madre, Adrienne, le dejaba. La francesa no era tonta, y sabía que algo había pasado en Creta. Pero como era fiel a su vieja amiga Candance, la madre de Prue, trataba de cortapisar aquella relación de manera velada, muy femenina. Todo, sin embargo, fue obviamente en vano. Y sin embargo Prue se mostraba algo fría, distante. Estaba reflexiva, porque sabía que tenía una cuenta pendiente con William, el coronel, que debía ser sincera con él, explicárselo de viva voz. Talbot era un caballero, y hacía muchos años habían llegado al acuerdo de que no debía leer la mente de Persia si esta no quería que lo hiciera, como era el caso. Sin embargo, se concentró en disfrutar aquellas cosas que valoraba, aprendiendo a manejar su nueva situación, a explorar el mundo y las sensaciones tal y como lo haría un niño, o un ciego que recobra la vista. Para ella, incluso algo tan cotidiano como el sabor del pollo era un descubrimiento jubiloso, mientras que algo que ella consideraba tan normal como beber de forma desmedida con su primo adquirió una nueva y dolorosa dimensión: la de la resaca.

Corría el día 24 de diciembre, cuando disfrutando de un permiso navideño que les alejó de los entrenamientos y las obligaciones, el coronel Talbot les hizo extensiva una invitación para una cena de nochebuena. Una invitación de varios miembros de la antigua Sociedad Fénix, en la casa de la infancia de Prue, el castillo Urquart. El viaje por el inverness escocés fue algo dificultoso por el frío y la nieve, pero no era nada que no pudieran superar personas tan excepcionales. El atardecer caía ya sobre el lago Ness, del que surgía una neblina a causa de la diferencia de temperatura con el agua, parcialmente congelada en aquella época del año. La silueta del castillo le pareció pintoresca a quien no la conocía, propia de otra época.

Aparcaron en la entrada del castillo, cuya puerta estaba cerrada a cal y canto. El frío cortaba como una cuchilla, y les invitaba con urgencia a entrar dentro. Picaron a la puerta, y al cabo de unos largos minutos, les abrió un hombre de cabello pelirrojo con una vestimenta muy pasada de moda. Tendría sobre unos sesenta años, aunque se conservaba bien, a excepción de su pronunciada calvicie. El hombre reconoció al instante al coronel Talbot, con el que habían viajado hasta allí.

-William, os estábamos esperando. Pasad, por Dios, pasad, hace un frío que mataría hasta a un oso polar.

Talbot les dió un apunte mientras caminaban por el antiguo patio de armas hasta la auténtica puerta de entrada al torreón central del complejo. El simpático viejo era el doctor Irvin Ness, padre de Prudence y presidente de Industrias Urquart, un gran magnate que había decidido que el dinero y la fama no se le subieran a la cabeza, llevando una vida relativamente sencilla y hogareña.

Pronto estuvieron en un cálido salón junto a la chimenea, poblado con retratos y pinturas de lo más variopinto, y entre ellas los antiguos jefes del clan Urquart, con sus faldas kilt de tartan a cuadros. El fuego estaba encendido, y en la mesa había una serie de tentempiés y licoreras con el mejor whisky escocés que habían probado en su vida. En el salón se reencontraron con viejos conocidos, como Prudence, que les saludó con efusividad o Sarasvati, que se mantenía conversando junto a Howard Stark. También estaban allí Rémi y su madre, Adrienne Rosseau, sentados en unos cómodos sillones mientras disfrutaban de una copa. Poco después aparecieron Darius Urquart, el científico que les acompañó en la misión de Noruega, junto a una mujer de aproximadamente la misma edad que el padre de Prue, y que debía ser su esposa. Había un gracioso árbol de navidad montado en una esquina de la habitación, y que era un pequeño abeto que realmente habían cortado de uno de los bosques cercanos. Un perro lanudo y muy tranquilo estaba acostado justo debajo de él. Todo aquello parecía una estampa de postal.

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02/09/2013, 05:17
Adrienne Rosseau

La antigua directora de la Sociedad Fénix se propuso ejercerles de anfitriona en aquella velada. Se levantó y les saludó con una sonrisa, dándoles la mano o dos besos, según procediera.

-Creo que la mayoría de ustedes conocen a varios de los presentes, pero algunos no conocen a nuestros anfitriones. El doctor Ness y su encantadora esposa, Candance, cuyos nombres les sonarán de algo si han revisado nuestros archivos o escuchado nuestras batallitas. Hace más de cuarenta años formábamos, junto al almirante Mijail Tupolev y la señorita Artemis Sowreston, madre de su oficial al mando, un comando como el suyo. Nos ha parecido apropiado que compartan mesa con nosotros, y que aprovechemos esta oportunidad para estrechar lazos, pues todos los que hemos combatido por la libertad bajo el signo del fénix somos una gran familia.

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02/09/2013, 05:22
Candance Urquart

La madre de Prue parecía mucho más seria que ella, elegante y con buenas maneras. Se acercó a ellos y les saludó uno a uno, especialmente al coronel Talbot, al que trataba como si fuera su propio hijo.

-Bienvenidos al castillo Urquart. Espero que no pasen frío, porque yo personalmente lo odio. Mi casa es suya, y hay habitaciones de sobra para que no tengan que viajar de noche.

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02/09/2013, 05:24
Irvin Urquart

El famoso magnate, que era más conocido por su apodo "el doctor Ness" que por su verdadero nombre (de hecho le gustaba que le llamaran Ness, le parecía más informal), se rió para relajar el ambiente. Se acercó a una licorera y llenó un vaso de whisky. Con él se acercó directamente a Rusell y se lo entregó, dándole una amistosa palmada en la espalda.

-Dicen que los australianos saben beber, pero dudo que haya probado algo así. Un verdadero scotch de las highlands envejecido en barricas de roble durante más de doce años. Me alegro de conocerles al fin, mi hija ha hablado mucho de ustedes. Señorita Rustámova, ¿Es cierto que utiliza una espada japonesa? Apuesto a que detrás de eso hay una buena historia.

Se apartó un poco y les invitó con un gesto.

-Pero vamos, siéntense, por favor. No se queden ahí de pie. Hoy son mis invitados, así que no se va a ir nadie de aquí hasta que se harten de comer, beber y probar los dulces de la casa.

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02/09/2013, 13:11
Rickard Van Winsel

- Una cena de Nochebuena, hace años que no tengo así.- pensó Rick, mientras estrechaba la mano a las personas que se presentaban.

- Este no es mi sitio, mi gente.- dijo mientras liaba un cigarro, chupando la pega y encendiéndolo con el zippo, mientras todo el mundo se acomodaba, él quedó en un segundo plano, mirando las pinturas y retratos de el salón.

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02/09/2013, 18:11
Eric Rusell

Mucho había pasado desde Creta. De alguna forma les había afectado la experiencia que habían vivido a todos, aunque a algunos mas que otros. Por lo poco que habló con Prue y Remí notó algo distinto en ellos... aunque no lograba precisar él que era. 

No tuvo mucho tiempo en preocuparse por esos detalles. Tras su descanso, pidió reincorporarse al servicio activo y pronto le destinaron de nuevo a África donde el general Rommel, el "zorro del desierto" hacía trizas a las líneas aliadas y su avance siempre era celebrado por los alemanes dadas las rápidas victorias de aquel general. Fue en Tobruk donde sufrió una verdadera y encarnizada batalla de asedio, y donde solo la intervención de Rommel supuso la caida de los aliados en aquella ciudad. Por mucho que le desagradasen los nazis, no podía negar que "el zorro del desierto" era jodidamente bueno en lo suyo. 

Sin embargo, todo eso quedaba atrás en estos momentos. Volvía a encontrarse en Inglaterra, reencontrándose de nuevo con sus compañeros y con miembros que fueron antaño la antigua Sociedad Fenix. Aceptó con ganas el ofrecimiento del whisky por parte de Irvin, dando un trago del mismo.

Dios, esto es whisky y lo demás es tontería- bebió de nuevo y acabó con su copa en un santiamén- para acostumbrar el estómago- dijo, a modo de escusa, mientras ofrecía su vaso esperando poder rellenar de nuevo la copa.

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02/09/2013, 20:23
Katerina (Katja) Rustámovna Rustámova

Katja decidió que era hora de lucir un poco de su belleza rusa y se calzó un vestido negro con mangas, largo hasta los pies, y un collar de perlas que se le colaba por el escote, era una vestimenta sencilla pero mucho más femenina de la que acostumbraba usar. Llevaba el cabello cepillado y suelto y un anillo familiar en su mano derecha.
Saludó a todos los presentes ceremoniosamente (tendía a ser formal de más en esas reuniones) y ante el comentario del doctor Ness sonrió serenamente y asintió sin decir nada, mas luego de unos instantes decidió no permanecer en silencio y dijo -Pues sí, es una historia bastante curiosa -repitió -Un contraespía japonés me enseñó este arte centenario y le estoy eternamente agradecida, la katana a veces es mucho más efectiva en combate que un arma de fuego, aunque le parezca extraño, si lo que usted desea es ser sigiloso y letal es el arma ideal.
Recorrió con la mirada a los presentes y vio a Rickard en una esquina del salón, ¿estaría él pensando también en sus tierras como lo hacía ella? ¿habría acaso alguien  en esa sala que no estuviera pensando en la guerra a pesar del aire de fiesta que reinaba?

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03/09/2013, 02:29
Prudence Urquart

Los primeros días los pasó casi enteros durmiendo recuperandose de las lesiones cerebrales pero con el paso del tiempo su estado psicológico se fue deteriorando, mas de dos y tres veces tuvieron que pincharle calmantes en la enfermería y no precisamente por dolor de tobillo. Estaba deprimida, hundida, demasiadas cosas, demasiado grandes para ser digeridas en tan poco tiempo. Pasaba de profundos estados mutismo melancólico a inconsolables ataques de llanto. Se sentía perdida, enfadada, avergonzada, utilizada, engañada, culpable, estúpida, traicionera... todo a la vez...

Prohibió cualquier visita que no fuera la del personal médico aunque preguntaba por el estado de sus compañeros. Finalmente la mandaron a casa, a que terminara allí de reestablecerse, donde pasó bastante tiempo postrada en la cama por una mezcla de jaquecas, debilidad y pocas ganas de enfrentarse al mundo.
Candance no se separó de su lado y aunque no pudiera leer mentes si podía leer en sus ojos, para eso era su madre. Sin el Asha Prue era mucho mas... dócil? Ya no tenía dentro esa fuente inagotable de energía ni escuchaba voces todo el tiempo, así que era mas tratable y razonable, había desaparecido la rabia que tanto la había arrastrado en el pasado.
Guardó silencio durante bastante tiempo también, necesitaba ordenar las ideas y sucesos y sobre todo reunir el valor para revelar la verdad a su madre. Temía que se quebrara como lo había hecho ella.
Una vez superado ese escollo quedaba el siguiente y mas importante: Will y Remí.
Fueron muchas las horas que pasó en silencio mirando el anillo en el dedo y pesando. Reanalizando su vida de principio a fin, cada detalle de lo que había compartido con cada uno intentando encontrar una respuesta, pero corazón y razón iban por caminos distintos o en su caso eran una maraña en todas direcciones y ninguna. En realidad siempre hubo una sola respuesta pero...

Si alguien le hubiera preguntado si se puede querer a dos personas Prue habría respondido rotundamente que sí, pero esa no era una opción para ninguno de los dos, no lo entenderían, no lo soportarían, no se lo merecían, ni ella podría sostenerlo... ciertamente el amor es la mas potente de las fuerzas y la mas devastadora.

Lloraba todos los días, mucho. Se encerraba en la capilla y la estancaba en el tiempo hasta que ya no tenía mas lágrimas, conversaba con el cristo románico suspendido del arco toral, le increpaba con los ojos rojos y las mejillas mojadas, le suplicaba, se dejaba caer agotada. No solo le angustiaba el asunto de su decisión, todos los credos estaban en tela de juicio a causa de las revelaciones atlantes, las preguntas la inundaban ¿Como debía conducir su fe? ¿Debía tenerla? ¿Por que la tenía? ¿Para que? ¿En que debía tenerla? Estos y muchos otros interrogantes la hicieron sumergirse en un intenso proceso de estudio, lectura y escritura. Otro rasgo que había heredado de su madre, la pasión por escribir, narrar cuando le acontecía y cuanto pensaba. Cuando no podía dormir escribía compulsivamente, creía importante que cuanto había descubierto en la colonia y sus razonamientos al respecto quedara para la posteridad, como una suerte de neo testamento que ayudara a resolver dudas de futuros investigadores.

Mientras tanto recuperaba el control de su cuerpo y lo redescubría. Para volver a funcionar necesitaba permanecer en un estado de hiperconsciencia en el que debía pensar cuanto quería hacer para que su cuerpo lo hiciera, -piensa que controlas un robot con la mente- le decía su padre mientras la entrenaba. Era muy cansado, así que el progreso fue lento pero constante, sí se habían tomado tantas molestias para que viviera, al menos, debía tomarse el esfuerzo de remontar. Por algo seguiría viva...

El deber, siempre el deber, alejó a Will de su lado, como siempre cuando más le necesitaba, cuando mas crucial era su presencia. Tal parecía que cuanto mas se empecinaba ella en rescatar la relación el universo giraba para que no lo lograra. Aunque esta vez parecía que era él quien se alejaba voluntariamente.

Sin embargo Remí acudía a verla contra viento y marea, no era tonta y sabía que sus madres se habían aliado para evitarlo, pero se veían y esos días salía el sol. Intentaba ocultar sus sentimientos. Se contenía, evitaba el contacto y la intimidad, hablaba de sus logros cotidianos, de su crisis de fe o sus dudas existenciales, trataba de volver a ser la divertida prima que fue pero era artificial, ellos ya no eran los mismos.
Debían abordar el tema ¿Pero cuando? ¿Como? ¿Como hablar de aquello sin herir a nadie? ¿Que palabras escoger? ¿Como hacerlo sin perderse el uno al otro? Así fue como volvieron a la antigua estrategia de ponerse borrachos como cubas, solo que esta vez Prue descubrió que era la resaca y se libró muy mucho de volver a beber de esa manera en una buena temporada.

Así pasaron los meses,con y sin descanso, desconectada del mundo hasta que llegó casi el final de Diciembre.
No sabía a quien se le había ocurrido la “genial” idea pero esas navidades habían invitado a todo el comando, Will, Remí y Prue compartiendo techo y con público, era maquiavélico o una completa inconsciencia pero el caso es que iba a ser así.
Ya había gente en la casa pero no se decidió a bajar hasta que vio las luces de los coches en la lontananza, respiró hondo. “Serenidad Prudence” se dijo a sí misma.

Para sorpresa de todos, especialmente de sus compañeros de comando, se había arreglado como correspondía a una señorita de su clase (lo de señorita tenía gracia a esas alturas del partido) con un conjunto de jersey y pantalón rojo y blanco, se había peinado y se había maquillado como no lo hacía desde su aventura con Winchi, estaba particularmente orgullosa, esperaba que le sirviera como máscara, aunque no había nada que hacer con la mirada, pese a la alegría que le dio verles sanos y salvos todos pudieron apreciar que el particular brillo que la caracterizaba había desaparecido.
Hechas las presentaciones se llenó un vaso de whisky y quedó apoyada en el marco de la ventana, haciendo como que miraba el paisaje, bebiendo a pequeños sorbos mientras observaba la escena en el reflejo del cristal.
No paraba de girar el anillo en el dedo, quería huir de allí

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03/09/2013, 16:00
Rémi Phénix Rosseau

Phénix, elegantemente vestido para la ocasión, saludó a todos los recién llegados con especial efusividad. Ver aquellos nuevos rostros de viejos amigos fue como un soplo de aire fresco en medio de una noche especialmente bochornosa, de calor húmedo y pegajoso. Un ambiente desapacible, propenso a la tormenta pese a lo festivo de la ocasión y al frío ambiente invernal del exterior.

Tras Creta y cuanto allí aconteció, normalidad era algo que no había conocido Rémi. Tenía claro que sus deseos eran permanecer en Gran Bretaña, cerca de Prue, pero poco a poco fue cada vez más consciente de que su presencia no era especialmente bienvenida por las grandes matriarcas, las cuales pese a toda su sutileza, evidenciaban sus impresiones tanto de palabra como de obra.

Y Prue tampoco había hecho fáciles las cosas. La sentía retraída, ausente, inmersa en sus propios problemas y en la resolución de los mismos. Y uno de ellos, era él. Ahora, allí, en medio de la barahúnda de unas navidades que medio occidente no podía celebrar, se desarrollaba una pequeña crisis, con sus correspondientes frentes, sus trincheras y pronto con el adecuado fuego de artillería. Y nadie ganaría, nadie resultaría ileso y muchas cosas podrían irse al traste. Phénix sentía que el mundo seguía girando bajo sus pies, pero de igual modo sentía que él giraba en dirección contraria, oponiéndose inconscientemente a las leyes básicas de la naturaleza que exigían de él un determinado comportamiento.

Las conversaciones discurrían entres unos y otros, cuando vio a Prue alejarse haci ala ventana, jugando con una alianza que aún permanecía en su dedo, como mudo mensaje cuya interpretación podía ser muy variada pero que a ojos del francés apuntaba en una dirección muy concreta. Su mirada se cruzó con la de William y pudo ver claramente su desconfianza y recelo y algo más brumoso y oscuro en el fondo de su mirada. Cuando volvió el rostro, sorprendió a su madre mirándolo y no necesitó de mucha escuela para saber lo que implicaba aquel gesto de su boca y la rigidez de su postura. Suspiró. Contempló el ambarino licor de su vaso esmerilado y lo apuró de un trago antes de ponerse en pie y excusarse con una encantadora sonrisa.

-Tendréis que disculparme. Mucho me temo que tengo una jaqueca terrible, clavada justo aquí -dijo tocando con el índice un punto entre sus dos cejas-. Voy a dar un pequeño paseo y ver si me despejo. Pero no me esperéis para cenar. Dudo que pueda probar bocado. Y mis disculpas una vez más.

Haciendo un galante gesto hacia un inexistente sombrero, Phénix salió del salón y acercándose a la entrada cogió uno de los abrigos del perchero. Se enfundó en él y salió a la fría noche. Pesados copos caían de forma triste y espaciada.

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03/09/2013, 16:27
Rémi Phénix Rosseau

Aspiró con fuerza el aire frío, hasta que le dolieron los pulmones, acompasándose al dolor que experimentaba en algún punto indefinido entre su estómago y el pecho. Pestañeó repetidas veces, reprimiendo la humedad que asaltó sus ojos y apretó la mandíbula para no gritar de frustración. Sus puños se cerraron con fuerza y tan solo la ausencia de una pared o un tronco impidó que lo golpeara como si de un saco de arena se tratara.

Comenzó a andar, pausadamente pese a la adrenalina que corría por su cuerpo, excitando unos músculos sostenidos por un espíritu entristecido. Se sentía extrañamente culpable. Durante toda una vida había sido testigo de la relacion entre Prue y William. Había crecido con ella ante sus ojos. Y Prue siempre había sido algo más que una mujer, ascendiendo al universo asexuado de una amistad pura. Pero verla a punto de morir había roto el muro que había contenido sus propias emociones, para las cuales había sido inconscientemente ciego. Y en el presente, aquel arrebato, la sapiencia de lo que sentía y deseaba, se había convertido en una pesada rémora, en una carga que debía ser sobrellevada por tres espaldas.

El paseo lo fue alejando más y más de la casa principal, del fuego de su interior, de las cálidas chimeneas, del licor y el tabaco, de las conversaciones, de las risas, de la tensión contenida. El frío apaciguó su propio fuego, y el fulgor blanco de la nieve que lo cubría todo pareció cubrirlo también a él. Era hora de pensar con la cabeza y no con el corazón. Era hora de alejarse. De todo y de todos. Sabía que era depositario de una responsabilidad asumida. Hacer frente a aquella guerra, luchar en ella, bajo el lema de la justicia, del "il faut" o de la venganza por la muerte del viejo. Pero no necesitaba luchar en un frente conjunto con el resto de los del equipo, en un grupo donde Prue y él estuvieran juntos. Hablaría con William. No necesitaría explayarse ni entrar en detalles para que aceptara proporcionarle una misión complementaria en solitario. Y cuando todo acabara, su petate sería cuanto quedara como compañía para un largo viaje de búsqueda. De sí mismo y de alguien con quien careciera de un pasado y pudiera crear un presente y un futuro común.

Encendió un cigarrillo, súbitamente calmado por la decisión tomada. Y con ello en mente, inició el camino de regreso hacia la mansión.

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03/09/2013, 18:46
William Talbot

La reacción de Rémi no le pilló por sorpresa. Aquella velada podía ser un desastre, y sentía que gran parte de la culpa de dicho desastre era, en realidad, suya. Por eso, unos cinco minutos después de que se hubiera marchado, se excusó un momento para ir al baño. Pero esas no eran sus verdaderas intenciones: iba a tener una charla con Rosseau.

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03/09/2013, 18:48
William Talbot

Estaba regresando al torreón cuando lo vió salir. Eso detuvo su avance, y lo hizo vacilar. Por un momento, temió que por la severidad de su rostro comenzara justamente lo que temía: una batalla dialéctica, de insultos, o llegar a las manos. Sin embargo, su serenidad le sorprendió. Parecía cansado, sensación que se acentuaba por los copos de nieve que caían mansamente sobre sus hombros.

-Tranquilo, no voy a enfadarme, ni a hacer ninguna estupidez. Ven conmigo, quiero comentarte algo.

Sin presionarle ni agarrarle ni nada similar, pasó caminando junto a él en dirección al ala donde vivían los criados. En realidad, el ala estaba prácticamente vacía desde hace tiempo, porque no eran muchos los que servían la casa, y la mayoría de hecho, y en contra del modelo inglés, no habitaban allí, sino en sus casas particulares. Eran trabajadores, y no criados-esclavos, a la usanza de las grandes casas anglosajonas.

En el interior hacía algo menos de frío, pero estaba oscuro y era poco acogedor. William entró dentro del antiguo despacho del mayordomo, el lugar más cálido de aquel ala, y encendió la pequeña chimenea. Rémi entró detrás, con cierto recelo, sin poder disimular la tensión que se palpaba en el ambiente. Había tomado una decisión hacía pocos minutos, y su mente hervía en ganas de comunicársela. Pero el destino tenía la recurrente crueldad de cambiar sus planes de la manera más insospechada. Por eso, Talbot le invitó a sentarse, y luego sirvió un par de copas de la licorera personal del mayordomo. No dijo nada, durante un largo instante, concentrándose en el fuego como si fuera un chamán indio que pudiera ver a través de él.

-Se lo que acabas de pensar. No conozco los detalles, pero déjame decirte que me parece una estupidez. No es necesario, te lo aseguro.

Lo miró sin dureza, sino con una expresión de cansancio.

-Lo supe sin necesidad de leerla, Rémi, desde el momento en que la vi en el hospital de campaña. Lo he sabido siempre.

Hizo otra breve pausa y dió un trago a la bebida.

-Supongo que soy egoista, en realidad. Debí decírselo hace mucho tiempo, pero su amor hacia mi me lo impedía. Su constancia, sus desvelos tratando de encontrar un medio para que no envejeciera. Se lo he dicho muchas veces, que lo más importante que debía hacer es vivir. Pero me he equivocado en la manera, en la forma en la que debía hacerlo. Yo también la amo, pero ya tengo una edad Rémi, a la que tu llegarás... y la lucidez pesa sobre mi como una losa. No soy lo que ella necesita, Rémi.

Le miró con franqueza, de hombre a hombre.

-Ella te necesita a ti. Y no solo como amigo. Ha descubierto al fin que te ama, Rosseau, y ella te ama de una manera tan fuerte que sería... Sería cruel negar ese hecho. Podrás entender que tomar esta decisión me duele, pero al igual que tu yo quiero lo mejor para ella. Y el hecho es que por mi trabajo, por lo que depende de mi, no puedo darle el nivel de atención que ella merece. No puedo devolverle todo el amor que ella merece.

Hizo una nueva pausa, con la voz algo quebrada. Era evidente que en otras circunstancias se hubiera derrumbado y hubiera comenzado a llorar. Pero por fortuna o por desgracia, él era un tipo bastante estoico. Así que, con no poco trabajo, se sobrepuso lo suficiente para decirle lo siguiente.

-Soy el eslabón débil en ésta cadena, Rémi. Si alguien debe ceder, ese soy yo. Tu eres importante, para la Sociedad Fénix, para el futuro del mundo, pero sobretodo eres importante para Persia. De hecho, exceptuando a sus padres, en este momento eres lo más importante en su vida. No es necesario que luches por tu lado, podéis hacerlo juntos, porque ella te necesita para recuperar la confianza en si misma. Tiene una cuenta pendiente con Asha, y no va a dejar que nadie, excepto ella misma, sea quien la salde. Ya sabes como es cuando se le mete algo en la cabeza.

Apuró la copa, componiendo un gran suspiro. Poco a poco Rémi sintió como la tensión que tenía acumulada se disipaba. La hostilidad hacia él se convirtió poco a poco en lástima, lástima hacia él, tanto como hacia Prudence. Una vida desperdiciada, y otra que iba camino de estarlo, por aferrarse a un clavo ardiendo.

-No te preocupes por el futuro, por la misión, por la convivencia. Nunca me has caído mal, en realidad. Se que yo a ti si, y puedo entenderlo. Por eso estoy ahora aquí, contándote ésto.

Alargó una mano y la posó sobre su hombro izquierdo.

-Rémi, es muy bello lo que sentís el uno por el otro. Yo puedo verlo, y se que es supérfluo que te pida que cuides bien de ella. Se que lo harás, porque siempre lo has hecho. No te preocupes por tu madre ni por Candance. Ellas solo querían protegerme, pensando que ésto era algo pasajero, pero yo se que eso no es así. Tengo personas que me quieren, y que siempre me han querido. Entre ellas, está tu madre. Por eso, no voy a estar solo.

Retiró la mano y compuso una breve y triste sonrisa.

-Creo que me he engañado a mi mismo muchos años. No estoy hecho para algo así. Ella es un universo en si misma, y necesita una personalidad a juego. Ha escogido, por mucho que me pese. Y se que eres tu. Sed felices, porque os lo merecéis. Si Dios quiere, terminaremos esta guerra, y podréis dedicaros a vivir la vida que yo nunca he tenido, ni podría tener. Porque esa vida no es la mía, es la vuestra. Y haré todo lo posible para que podáis vivirla en paz.

No hubo apretón de manos, ni nada similar. El asunto ya era lo suficientemente doloroso y traumático para él como para atenazarle con una angustia que tardaría años en sanar, si es que sanaba completamente alguna vez. Pero William era, en el fondo, lo que era: un caballero de la vieja escuela. Y un auténtico caballero sabe reconocer cuando ha sido derrotado en buena lid. Y eso, en realidad, era algo que le honraba.

Notas de juego

Pues catracrocker :P

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04/09/2013, 00:45
Katerina (Katja) Rustámovna Rustámova

¿Debía desviar la atención o ir en pos de Prue a darle apoyo? Cuando quería la chica podía ser muy críptica, pero qué más daba, no perdía nada con probar.
Se acercó con una bebida ella también a la ventana y carraspeó suavemente -Prue, ¿hay algo que pueda hacer por tí? -se encogió de hombros -No soy muy buena haciendo esto porque nunca nadie lo hizo conmigo, sin embargo, te ofrezco mi oído y mi compañía si los aceptas -musitó por lo bajo mirándola de reojo.

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04/09/2013, 11:03
Eric Rusell

Joder, pues vaya reencuentro- en un abrir y cerrar de ojos cada cual había ido por su lado. Remí salió de la casa disculpándose de antemano (pero prometiendo volver a la cena). Katja fue a ver como se encontraba Prue, muy ensimismada para su carácter. Ahora, solo tenía cerca tanto a los huéspedes y a Rickard -aunque este último estaba también en un discreto segundo plano-. 

Ejem, disculpad a mis compañeros. No aguantan la emoción de verme con vida y reaccionan de esta manera tan peculiar- dice, en un intento de parecer gracioso. Fue hacia una de las sillas que le ofrecía el doctor Ness y se sentó- en cualquier caso, es un verdadero placer estar aqui, con los que formaron la Sociedad Fenix antes que nosotros. He leído algo sobre vuestras misiones y francamente, hicieron cosas acojonantes allá afuera- calla durante unos segundos- perdón por la expresión- dice, mirando a las dos mujeres que se encontraban a su frente.

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04/09/2013, 13:11
Prudence Urquart

http://youtu.be/YclppeD82lo

Cuando se ensimismaba Prue desenfocaba la vista, o mas bien la fijaba en detalles casi microscópicos de la superficie donde perdía la vista, le suponía un gran relax, en esos momentos lograba no pensar en nada. Esta vez se había concentrado en la condensación del agua en los cristales, los copos caían erráticos balanceados por el aire desafiando la gravedad. Algunos se estrellaban contra la ventana derritiendose al otro lado del vaho de su respiración. Dibujó un corazón en el cristal y de repente... la silueta de Remí se recortó sobre la nieve, enmarcado en el dibujo. Su instinto natural le habría hecho salir corriendo en su busca, podía sentir su sufrimiento pero... posó la mano en la ventana y el vaho empezó a lagrimear al contacto de sus yemas, el cristal lloraba por ellos.

Había estado ausente y no se había percatado del momento en que su primo había salido de la salita, se giró para observar la escena cuando apareció Katia. La misteriosa reina de los hielos... sonrió cansadamente al verla y pensar en su mote, ya no le pegaba nada. Chocó el vaso con el suyo

-Acabas de hacerlo muy bien

El tono de Prue era pausado y sereno

-Menudo montón de lobos solitarios...- dijo haciendo un barrido con la vista por los miembros del comando, frunció el ceño cuando descubrió que Will no estaba, volvió rapidamente al cristal, Remí también había desaparecido. Tuvo un pálpito pero algo la detuvo, no fue un mal presentimiento. Parpadeó.

-No se de quien ha sido la idea pero... ahora me doy cuenta de que ha sido una gran idea, la de reunirnos a todos aquí, ya sabes lejos del trabajo, en un ambiente hogareño...- la ventana tenía un antiguo saliente de piedra tallada, usado por damas de otro tiempo para coser y leer, se sentó en el y palmeó ofreciendole el otro sitio a la rusa, de cara al interior de la habitación.

-En realidad los únicos lazos entre nosotros son de padres e hijos (omitió el caso de Will), ni Remí, ni Diana, ni yo somos primos. Cuando nuestros padres lucharon contra Thule comprendieron que para triunfar debían ser algo mas que puntuales compañeros de viaje, e hicieron de la Sociedad la familia que somos hoy- Discretamente señaló en dirección a su hermano Darius, acompañado de su esposa. -Esa es Marie, la hermana mayor de Remí. Tecnicamente ella nació unos meses después que yo pero... esa es otra historia... Adrienne estaba embarazada de ella durante la guerra, no lo supo hasta que mi madre tuvo una especie de premonición. Estaba pasando por una grave crisis, como yo al principio de conoceros, y lo único que la convenció de seguir adelante fue pensar en que la hija de su mejor amiga se merecía un buen futuro. Marie no es serendípica pero mi madre siempre le decía que por un momento fue la persona mas importante del mundo, por que gracias a ella la Sociedad no se disgregó y la humanidad se salvó.-

Estrechó la mano de Katia afectuosamente

-Creo que... que tu y yo podemos ser tan buenas amigas como lo son Candance y Adrienne y creo que el comando será un éxito si dejamos de lado nuestros intereses personales- hizo una pausa en la que unas pocas lágrimas le rodaron por la cara, al final la idea de Will empezaba a tener sentido -Perdona es que... desde que me abandonó el Asha estoy muy sensible...- respiró para controlar la emoción y luego miró a un lado, Winsel estaba solo -¿Que te parece si... vamos con Rickard?  

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04/09/2013, 18:39
Rémi Phénix Rosseau

La larga perorata de William le pilló desprevenido. Preparado como estaba para un enfrentamiento dialéctico donde todo girara en torno a su próximo destino bélico, con su retirada del frente formado por aquel hombre y Prue, la exposición de este acerca de las necesidades de Prue y su abandono de una relación ya establecida solo sirvió para descolocarlo momentáneamente. La tensión había cedido paso al alivio en un primer momento, pero ahora, en la búsqueda de una solución, todo volvía a complicarse.

-William, ¿eres consciente de lo que Prue pensará de todo esto? Nada bueno. Oyéndote lo he tenido muy claro. Nunca le ha gustado que nadie tome decisiones por ella, y si lo hacemos, ambos la perderemos -William había sido muy claro, de modo que no tenía sentido negar las evidencias y remolonear como un adolescente-. Ambos la queremos y ambos estamos dispuestos a renunciar a ella. ¿Has oído alguna vez algo más estúpido? Es como la trama de una opereta barata, donde en lugar de batirnos en duelo o resolverlo a puñetazos, nos mostramos tiernos y dulces como un pudding con exceso de melaza. Hablabas de necesidades. Y ahí te equivocas. No me necesita más de lo que te necesita a ti. Ese es el problema. Y ambos hemos incurrido en un mismo error. Pensar que el otro es más importante para Prue. Y la misma Prue se ve inmersa hasta el cuello en esa misma ciénaga. En la de la necesidad de elegir. Y sabes William, no necesita hacerlo. No necesita elegir. Puede tenernos a ambos. Y no pongas cara de escandalizado, por favor. Me conoces desde que soy un crío, y sabes que tanto me dan paganos que gentiles, hombres que mujeres. Estabas dispuesto a renunciar a ella por creer que soy lo que ella necesita. ¿Renunciarías a los esquemas arcaicos de una sociedad donde el matrimonio contempla la presencia de tan solo dos miembros de sexos distintos? William, ¿aceptarías una relación a tres? -Phénix no bromeaba y se veía claramente su recién adquirida decisión en el brillo de sus azules ojos-. ¿Me aceptarías a tu lado? No hablo de compartir a Prue. Hablo de convivir los tres, de compartirnos mutuamente. Dudo que ignores lo que de adolescente provocabas en mí, cuando te veía junto a Prue. Y no eran celos precisamente. Sigues siendo un hombre atractivo y lo serás durante años. Eres un caballero, inteligente y aunque a veces te comportes como si tuvieras metido en el culo un palo, la mayor parte de las veces mereces la pena -añadió con una sonrisa-. Dudo que me costara mucho acostumbrarme a ti. A fin de cuentas ambos tenemos mucho en común. A Prue. Piénsalo. Olvida lo que para otros esté bien o mal. Yo lo hice hace tiempo en el terreno del sexo. Y piensa en ti. En Prue. En mí. Renunciar a nuestra oportunidad de ser felices, juntos, sería estúpido -Phénix se acercó a William, mirándole fijamente a los ojos. Tomó su rostro de mirada cansada entre sus manos y le besó en los labios. Un beso tierno, cálido y duro a un tiempo, cargado de pasado y teñido por un potencial futuro. Su lengua acarició los labios de William antes de separarse. Las dilatadas pupilas de Rémi dejaban claro su mensaje-. No renunciemos a ella. Simplemente, aceptémonos el uno al otro en una Trinidad que solo puede traernos felicidad. William, es lo mejor. Especialmente para ella y lo sabes. 

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04/09/2013, 17:33
Katerina (Katja) Rustámovna Rustámova

Sonrió suavemente, buscando confortarla -Debe ser terrible separarte de algo que te ha acompañado toda tu vida, que era parte de tí -dijo, refiriéndose al Asha -¿Ha sido un alivio o una tragedia? -inquirió dubitativa; se imaginaba que debía ser una relación simbiótica, hasta el punto en que uno se perdía en el otro. Y eso debía de acarrear algunos, sino varios, problemas de personalidad o autoestima, por eso la veía tan alicaída, lo cual no dejaba de ser alarmante dado el humor y buen talante que solía mostrar la pelirroja.
-Yo creo que sí podemos ser buenas amigas -estiró su mano y le apretó el hombro suavemente -Aunque tendrás que enseñarme porque lo más cercano que tuve a una amiga fue la chica que me hizo esto -y se señaló el parche -Vamos con Rickard.

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04/09/2013, 19:06
Katerina (Katja) Rustámovna Rustámova

Mientras caminaban hacia el holandés la agarró del brazo en confidencia y le susurró por lo bajo -Luego cuando estés más repuesta tengo que hablarte de algo... de mujer a mujer -no quiso mirar pero no lo pudo evitar y sus ojos fueron alternativamente de Rickard a Rusell -Un problema de pantalones...

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06/09/2013, 02:26
Prudence Urquart

-La verdad... no lo se muy bien, es un tema extremadamente complejo. Aún me pregunto como sigo viva, no es normal sobrevivir al Asha. La simbiosis con ella es brutal, influye en todos tus sentidos, en tu capacidad de percepción, es... como tu batería principal, si se sobrecarga te funde y si se va te apagas, en cualquier caso destruye el sistema. Así que ahora tengo que aprender a volver a hacerlo funcionar pero usando el generador de emergencia.
Pero no es solo eso, he fracasado, era mi deber dominarla... Aunque pesaba sobre ella la obligación de servir al bien disfrutaba atormentando a sus recipientes, las consumía física, mental y espiritualmente. Me siento avergonzada, además...mi madre ha sido la única en toda la historia capaz de doblegarla y sobrevivirla. La mantuvo a raya 400 años! Y yo no he llegado a los 44

Miró de reojo a su copañera consciente de que esos datos la podían estar confundiendo

-Era una mierda, escuchaba voces, manipulaba mi voluntad, creo que puedo contar con los dedos de la mano las decisiones que he tomado por mi misma. Pero a la vez era una fuente inagotable de energía, expandía mis sentidos, borraba el miedo y me mantenía joven-

Sonrió en un gesto un poco infantil, como si le hubieran descubierto en una travesura mientras estiraba un rizo en el que habían aparecido las primeras canas.

-Gracias al Asha he vivido una vida excitante llena de gente increíble y aventuras que, de otro modo, habrían sido imposibles y a su vez la odio por todo el daño que me ha hecho a mi y, sobre todo, a mis seres queridos...

Omitió las implicaciones espirituales y religiosas (aunque era quizas lo que mas le pesaba del asunto) creyendo que le serían incomprensibles dado que se había educado en la Rusia comunista.

-Ya ves soy... una contradicción con patas y por si fuera poco esta lo de Will... el coronel, y Remí.

A esas alturas era estúpido disimular. Suspiró para luego dar un largo trago que se interrumpió ante la referencia al parche

-Te diría eso de “con amigos como esos no quiero conocer a tus enemigos” pero... Thule se nos ha adelantado- Le guiño un ojo -Seguro que es una buena historia

Al levantarse la rusa se le acercó y le susurró aquella pincelada que le hizo arquear las cejas. Inclinó la cabeza hacia ella tomandola de un brazo amigablemente -Me encantan las novelas con detalles tórridos... Oye... hace mucho rato que esos dos han salido...

Dijo estirando el cuello. Se detuvo comprobando que efectivamente Will y Fénix seguían ausentes

-Te... te importa si salgo un momento a ver si los veo? Perdoname

Puso gesto apurado, se sentía mal por dejarla en ese momento pero o comprobaba que estaban bien o empezaría a ponerse nerviosa. Le frotó el hombro queriendo disculparse y caminó hacia la salida sin prisa pero sin pausa ignorando las miradas de las matriarcas, empezaba a estar muy cansada del cerco al que les sometían, no hacía mas que añadir presión a la olla.

Llegó hasta el lugar donde había visto a su primo y allí siguió el rastro de pisadas, los dos rastros... estaban juntos.

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06/09/2013, 03:36
Katerina (Katja) Rustámovna Rustámova

-Comprendo, ve, ve tranquila -dijo y soltó a Prue delicadamente. Otra vez se vio en aquel salón cargado de aire tenso, cuando vio las miradas de las matriarcas de la orden sobre Prudence no hizo sino pensar en qué suerte que tenía de no tener familia. Vio a Rusell entretenido así que sin más se acercó a Rickard, como había planeado hacerlo con Prue y había quedado a mitad de camino -Menuda fiesta ¿no? Tanto descontrol hace que los hunos parezcan bebé de pecho -dijo sonriendo irónica.