Partida Rol por web

Michael y Norman fueron aquella misma noche a la casa de Andrew, comenzarían su vigilancia para tratar de averiguar que escondía aquel hombre... si es que realmente ocultaba algo. Lo primero que vieron es que llegó a casa tarde, sobre las 23:00.

Pasaron allí la noche, en el coche durmiendo. No fue la mejor experiencia de sus vidas, pero tampoco era la primera vez que lo hacían así que sabían a lo que se exponían. La noche pasó tranquila y el señor Wood salió de nuevo a eso de las 10:00. Seguirle no parecía complicado. El primer lugar a donde fue fue a un local de apuestas, donde entró a eso de las 11:00.

Norman llevaba arrastrando cierta falta de sueño los últimos días, así que no pudo evitar quedarse dormido en alguna ocasión durante la vigilancia. Por suerte estaba despierto cuando vieron salir a Andrew.

Agudizó su vista cansada mientras le siguieron hasta aquel local de apuestas, pero él mismo era consciente de que necesitaba un café.

-Vaya, vaya... a nuestro amigo le gusta el juego. O eso, o ha quedado aquí para encontrarse con alguien. ¿Qué opinas?, ¿entramos uno de los dos a ver si podemos ver qué se cuece dentro? No me importa entrar yo mismo.

Michael negó con la cabeza.

—Me temo que nos conoce demasiada gente en esta ciudad y que seríamos un faro en una noche de luna nueva. Acércate si quieres pero no te dejes ver por ahora. No quiero distracciones. Veamos que es lo que en realidad ha venido a hacer aquí.

El detective se quedó en el coche mirando hacia el local esperando a que Norman tomara una decisión.

Andrew permaneció poco más de quince minutos en aquel local de apuestas, saliendo de él con ciertas prisas. Norman no tuvo tiempo de salir siquiera del coche. Nada más salir se encendió un cigarro y miró hacia los lados. Miró su reloj y comenzó a caminar con cierta prisa sin salir del barrio de Barton Cove. Parece que no había reparado en que estaba siendo seguido por Michael y Norman.

Llegó finalmente a la puerta de un restaurante/pub irlandes ubicado en el número 14 de la calle Danforth. Sacó un nuevo cigarrillo y se alejó unos pasos mientras fumaba con cierta prisa...

-Menuda ruta turística nos está dando...-dijo Norman enfurruñado-. Por lo menos parece que no nos ha visto. ¿Seguimos vigilando desde aquí, o entro en el local a ver qué hace? Puedo pedir un café* y observar desde la barra si se encuentra con alguien.

Michael ladeó la cabea.

—¿Crees que podrás hacerlo sin que te reconozcan? Si ese tipo te ve y tiene algo que ver con lo nuestro me temo que pueda cohibirse de hacer lo que sea que haya venido a hacer aquí. Todo el mundo sabe de nuestros asuntos y quiero pillarlo con las manos en la masa. Si no estás seguro propongo empujarlo hasta ese callejón y sacarle una confesión como sea. ¿Cómo quieres hacerlo?

Norman sopesó las opciones.

-Me arriesgaré. Mantendré las distancias con discreción. 

Acto seguido, salió del coche, se caló bien el sombrero y se subió las solapas del abrigo. Con pasos firmes y tranquilos se aproximó al local como un cliente más.

Michael se quedó en el coche mientras Norman salía bien parapetado y oculto en la medida de lo posible por su sombrero y abrigo. Entró antes de que el propio Andrew se terminara el cigarro y pudo ver que se trataba del típico local Irlandes. Paredes revestidas de madera, mesas circulares con sillas alrededor y un camarero de pelo y barba rojiza que limpiaba una jarra que posiblemente fuera usada para beber algún tipo de cerveza sin alcohol. En la barra había un par de tipos con sendas bebidas y otro más con un café. Las mesas estaban prácticamente vacías. 

Un minuto después de la entrada de Norman Andrew hizo lo propio, saludó al camarero con un leve movimiento de la cabeza y siguió caminando hasta una puerta en el fondo del local con un cartel que rezaba "Cocina". La atravesó como si nada y todo siguió como cuando Norman había entrado hace un minuto.

— ¿Puedo servirle algo caballero? — Dijo el fornido camarero con un claro acento irlandés.

-Un café, por favor.

Norman maldijo en silencio. Confiaba en que Andrew se encontrase con alguien en una mesa, así tendría la posibilidad de ver a su interlocutor o interlocutores. Pero eso habría supuesto tener algo de suerte, y Norman no solía ser el tipo de personas tocadas por la diosa fortuna.

De ninguna manera iba a entrar en la cocina sin tener un motivo creíble. Sopesó preguntar al barman sobre Andrew, pero tampoco quiso arriesgarse a levantar sospechas, de momento. En consecuencia, se limitó a esperar en la barra a que el químico volviese a salir.

Para cuando Norman se hubo terminado el café ya habían pasado veinte minutos y no había rastro de Andrew. El camarero comenzaba a mirarle con mala cara, esperando quizá una nueva petición. En cualquier caso no dijo ni hizo nada. Tampoco es que el local estuviera demasiado lleno a esas horas de la mañana, aunque acercándose la hora de comer quizá si que se comenzaran a ocupar las mesas y la barra...

Norman pagó la cuenta y volvió al coche.

-Maldita sea mi estampa, no he conseguido nada más que perder unas monedas en un café bastante malo-le dijo a Michael en cuanto puso el culo en el asiento-. Se ha metido en la cocina y no ha vuelto a salir. Pero tranquilo, no me ha visto. Ha entrado solo, así que le estarían esperando allí. Supongo que dentro de la cocina tendrán un acceso a otra habitación para sus "reuniones privadas". No es la primera vez que veo algo así. 

Se encendió un cigarro.

-En fin. ¿Seguimos esperando?

—Esperar no nos lleva a nada ahora mismo. ¿Hacia que parte está la cocina? Vamos a dar una vuelta al perímetro a ver si podemos encontrar una ventana de esa cocina. Tiene que tenerla... todas las putas cocinas tienen ventanas.

Michael se bajó del coche y se dirigió hacia la zona donde Norman indicó que se encontraría la cocina y echó un vistazo.

No fue complicado encontrar la parte trasera del restaurante. Un estrecho callejón en donde además estaba la basura que se generaba. Tal y como esperaban había una pequeña ventana y un extractor por el que comenzaba a salir una buena cantidad de humo. 

Subiéndose a unas cajas no tardaron en poder tener una vista decente del interior de la cocina. Era un espacio pequeño y con todo el equipamiento bastante apelotonado y un solo cocinero. No había ni rastro de Andrew, pero si que había una puerta adicional además de la de entrada a la cocina que se encontraba cerrada y por supuesto la que daba a la calle.

-Lo que imaginaba-dijo Norman en un susurro, después de bajar de nuevo al suelo del callejón.

Miró a un lado y a otro, para asegurarse de que nadie les observaba.

-¿Y bien? Podríamos vigilar esta ventana, para ver si sale, y con quién. O volver al coche y esperar allí. No se me ocurre otra opción, salvo entrar por esta puerta, reducir al cocinero e ir a directos al meollo, pero eso supondría mandar al infierno la discreción.

Pasó la mañana, paso la hora de comer y no fue hasta casi las seis de la tarde que Andrew se digno a salir de aquel local. Vieron a gente entrar y salir. Diferentes tipos de personas, unas más sospechosas; otras menos. Pidieron algo de comer en otro local cercano que devoraron en el coche mientras trataban de buscar un nuevo tema de conversación o simplemente algo en lo que pensar. Vigilar era sin duda lo más tedioso y aburrido de cualquier trabajo. Pero allí estaba. Finalmente el tipo había salido y emprendía de nuevo camino.

Llevaba una bolsa de papel marrón en una mano y un cigarrillo en la otra. Su rostro parecía cansado y caminaba con la vista en el suelo y a paso lento por el mismo camino por el que esa misma mañana había llegado hasta el local.

Cuando fueron pasando las horas, Norman empezó a ponerse nervioso. ¿Y si había escapado por otra salida?, ¿y si lo habían liquidado?, ¿y si había salido sin que lo vieran? Era tan extraño el caso que tenían entre manos, que cualquier cosa era posible.

Afortunadamente nada de eso sucedió.

-Ahí está-dijo Norman nada más verle-. Y parece que ha recogido algo. No te negaré que estoy tentado de que lo asaltemos de una vez por todas, veamos qué lleva en esa bolsa y mantengamos una conversación animada con él... 

Sea como fuere, por lo pronto no quedaba otra que seguirle.

A veces la profesión de Michael era tremendamente aburrida. Y algunos de los comentarios de Norman durante el camino le hacía pensar en tomar una decisión mucho más drástica y dejarse la investigación en un lado. Pero era suficiente algo de aire en los pulmones para recuperar la compostura y permanecer con el plan.

—Esto tiene que llevarnos a algún sitio. Estoy seguro —dijo Michael con resignación—. Veamos cual es su próximo destino y si no es concluyente tomaremos la opción más expeditiva, ¿te parece?

Andrew siguió caminando, y pudieron ver que de la bola que llevaba sacaba una especie de hamburguesa que se comía mientras caminaba. Parecía cansado. No se detuvo durante todo el camino hasta llegar al hospital donde permaneció por un par de horas más. Ya era tarde y el frío que siempre acompañaba a la noche comenzaba a colarse en el interior del vehículo. 

Cuando Andrew salió lo hizo solo, de la misma forma que al llegar. Con las manos en los bolsillos de su abrigo emprendió de nuevo camino, esta vez caminaba en dirección al barrio de Stoneleigh.

—Parece que vuelve a su casa... si es así, cuando abra la puerta intenta que ésta no se cierre y le hacemos una entrevista en su propia casa. ¿Te parece bien?

La paciencia se estaba agotando y no parecía que aquel hombre fuera a darles más información si no se la preguntaban directamente.