Partida Rol por web

—Yo iré a la biblioteca mientras vosotros entregáis ese documento. Ya me contaréis que milonga os cuenta nuestra contratista para justificar todo lo sucedido aquí y, sobre todo, si veis que reacciona especialmente ante algún elemento de la lista. Por cierto que igual habría que preguntarle a él sobre lo que significa Moonshade. De hecho aunque probablemente Brewer no estará al tanto quizás podríais apretarle un poco las tuercas para exigir la entrega del inventario de forma personal a su jefe y ver si podéis sacarle algo.

-Sí, yo lo pondría también en el inventario. Que no digan que no somos minuciosos en nuestro trabajo.

Norman se paró antes de comentar alguna grosería sobre el señor Brewer y su representado.

-Me parece bien, Howard, aunque podría ir alguien contigo. Ya sabes lo que se dice de que cuatro ojos ven más que dos. Luego nos podemos reunir de nuevo* y compartir lo averiguado.

Finalmente y con toda la casa registrada salieron de la misma. Casi era un alivio volver a ver la luz del sol. Habían pasado varias horas y el sol no tardaría en comenzar a ocultarse. Allí fuera, dentro del coche se encontraba el acompañante de Brewer y el mismo dentro del coche. El primero fumando un cigarro, el segundo leyendo el periódico. Cuando se dieron cuenta de que salíais de casa ambos salieron del coche y se acercaron mirando a los cinco.

— Espero no hayan tenido demasiados problemas — A la vista estaban los restos de sangre en las ropas de los heridos, aun así el abogado fue directo al grano.

— ¿Tienen el inventario? —

-¿Usted qué cree?-dijo Norman a la pregunta de si habían tenido problemas-. Le diré algo. Me cabrea que me tomen por tonto, y no puedo evitar sentirme así en este momento. Es cierto que ya nos advirtió de la posible peligrosidad de este trabajo, pero estoy convencido de que tenía información más concreta sobre lo que podíamos encontrar en esta casa y no nos la dijo. Información que quizá podría habernos ayudado a enfrentar el peligro de muerte al que hemos estado expuestos. ¿Quiere el inventario? Pues creo que lo menos que podría hacer es contarnos la verdad de los hechos ocurridos en esta mansión y a sus dueños. Por ejemplo, podría empezar por hablarnos del proyecto Moonshade...

Meredith respiró profundamente varias veces en cuanto hubieron salido de la mansión y dejo que el aire fresco llenara sus pulmones y devolviera algo de color a sus mejillas.

Lo último que quería ahora mismo la mujer era tener que enfrentarse al abogado de la familia Willians. En el estado en el que se encontraba, después de haber pasado por las desventuras que les había ofrecido aquel terrible caserón, posiblemente se lanzaría sobre él y le arrancaría los ojos. Así qué, de manera acertada y para evitar males mayores, se despidió de sus compañeros disculpándose por ausentarse.

Todo lo que quería ahora era ver a sus hijos, abrazarlos y luego descansar en su cama hasta bien avanzado el día siguiente.

— Vaya — Dijo un tanto sorprendido, aunque probablemente esperando algo así. — Le soy sincero señor Burton. Ni mi cliente ni yo teníamos idea de que la casa fuera tan peligrosa. Sin duda algo en su interior no está bien. El anterior equipo como les dije no tuvieron un final... adecuado. Pero le aseguro que nada de información concreta. —

— ¿Proyecto Moonshade? — Ahora si que parecía sorprendido — Me temo que es la primera vez que he escuchado algo similar. ¿Donde han escuchado ese nombre? Quizá pueda investigar o mirar en algún registro... —

—Dios mío Brewer ¿en serio has logrado alguna vez convencer a un jurado de tus palabras? ¿Lo haces igual de mal que ahora?

Howard podría soportar muchas cosas pero aquella estupidez de 'no sabíamos que era tan peligrosa' lo enervó al máximo.

—Nuestro contrato con tu cliente tenía las cláusulas de 'no poder divulgar lo que pasase ahí dentro o el contenido del inventario' y 'tener que permanecer hasta realizar el inventariado completo'. Y las hemos cumplido con riesgo de nuestra vida. Ahora bien: entregaremos el documento de forma personal e intransferible a tu cliente. Si lo quiere esa es la condición. Si no lo quiere no tenemos oposición en romper la relación contractual, el inventario incluso a coste de no cobrar por arriesgar nuestras vidas en el proceso. ¿Cómo lo ves? ¿Hablas con el cliente o tendremos que recurrir a la vía judicial para resolver este asunto?

El abogado se pensó la petición de Howard durante unos minutos y finalmente mandó al hombre que le acompañaba realizar una llamada a la cabina más cercana. Para cuando volvió habían pasado 30 tensos minutos en los que poco o nada se dijo. Tampoco dejó a Meredith marcharse antes de aclarar toda la situación.

— El jefe está de acuerdo. Vendrá en persona en seguida. —

Justice asintió y finalmente dejó a la enfermera marcharse a casa no sin antes preguntarle si había cogido algo de la casa.

Otra larga y aburrida media hora más pasó hasta que llego un coche de alta gama. Similar al de Howard, aunque algo más antiguo. Un hombre lo conducía, otro iba sentado al lado y un tercero en el asiento de atrás. El copiloto bajó en cuanto llegaron abriendo la puerta de atrás; a Norman no le costó identificar el arma sobaquera que llevaba guardada.

Del interior del coche bajó ni más ni menos que el mismísmo Mackenzie Williams. Uno de los cuatro fundadores de Bloomfield. Sino la persona más influyente de la ciudad, si una de las que más.

— Señor Williams, no quería pero... — Justice fue interrumpido por el hombre levantando la mano. A pesar de ser un hombre anciano y de aspecto enfermo; y sin embargo su mirada transmitía firmeza.

— Buenos días — Dijo a modo de saludo con una sonrisa sincera — Parece que ni mi abogado es capaz de mantener la solicitada confidencialidad. Confío en que ustedes sean algo más diligentes con ella. —

Miró uno por uno a los presentes.

— Bien, por lo que tengo entendido han realizado el inventario pero quería entregármelo en persona. ¿Puedo saber el motivo? —

Michael examinó la hoja del cuaderno donde estaba apuntado todo, inclusive ese bastón que habían encontrado en última instancia. Cuando Mackenzie Williams bajó del coche, el detective no se vio sorprendido. De alguna manera sospechaba que alguno de los grandes estaba detrás de todo aquello.

—Encantado de conocerle señor Williams. Disculpe que no le de la mano pero... bueno, ya puede vernos. Digamos que su empresa no ha sido todo lo cómoda como nos hubiera gustado.

Arrancó la página del cuaderno y se la tendió a Howard para qué decidiera qué hacer con ella. Se encogió de hombros. Sabía que había riesgo de perder los emolumentos y solo Michael sabía lo que necesitaba ese dinero. A menudo Howard olvidaba que Michael tenía una posición mucho más humilde que la suya, aunque el detective estaba acostumbrado y sabía que el abogado no lo hacía de mala intención.

Norman se movió ligeramente para colocarse en una posición donde tuviese buena vista de los guardaespaldas del señor Williams. Estaba seguro de que todo se solucionaría hablando, pero si la cosa se tornaba violenta, quería tener una buena posición de tiro. Al fin y al cabo desconocía cómo sería el carácter de ese ricachón, y hasta dónde estaría dispuesto a llegar en este asunto tan sórdido y oscuro.

Mackenzie miró a Michael de arriba abajo.

— Vaya, siento que los problemas hayan sido de tal calibre. En cualquier caso espero que mi abogado les avisara de los riesgos de la tarea encomendada. Si tuviera treinta o cuarenta años menos sin duda hubiera entrado con ustedes... — Tosió, llevándose un pañuelo a la boca y guardándolo con cuidado después.

— Mi estado de salud no es todo lo bueno que podría desear, pero me temo que es inherente a mi edad — Sonrío. — En cualquier caso, espero que el señor Brewer les indicara también la generosa de la remuneración, dado lo peligroso de la empresa —

Norman pudo apreciar que los guardaespaldas permanecían firmes. Alejados de Williams y cerca del coche. No parecían estar en una posición de alerta.

—No. Su abogado se ha limitado a darnos unas teatrales advertencias pero no ha entrado a fondo en el detalle de la cuestión. Lo cual no me sorprende, señor Williams, ya que de habernos contado lo que podía esperarnos dentro probablemente no le habríamos creído.

Le tendió el papel al patriarca para dejar claro que no estaba allí con la intención de chantajear a nadie.

—Pero después de lo que hemos vivido en el interior de esa mansión debe comprender que tengamos muchas preguntas. Por supuesto usted puede negarse a contestarlas. No consta en nuestra relación contractual. Pero quizás pueda considerar la posibilidad de que le fuéramos de ayuda con otras cosas de parecida índole a las sucedidas en el interior de la casa. No es ya una cuestión de emolumentos sino de curiosidad. ¿Qué fue lo que pasó realmente con la familia Belasco? ¿Qué relación tiene usted con ellos? Comprenderá que después de lo que hemos visto va a ser complicado que simplemente lo olvidemos como si fuéramos unos vulgares agentes inmobiliarios.

El señor Williams cogió el papel manteniendo silencio. Leyéndolo con detalle y cuidado. Pudisteis ver como durante la lectura del mismo una sonrisilla fugaz se dibujó en su rostro antes de recuperar la seriedad que mantenía durante la conversación.

— Un trabajo excelente, sin duda — Dijo doblando el papel y entregándolo a su abogado. 

— El señor Belasco era un buen amigo, y contribuyó a que la ciudad de Bloomfield prosperara. Gracias a él entre otros la ciudad es ahora la que es, y goza de una buena salud financieria y un crecimiento general digno de una gran ciudad. Lamentablemente parece que algún tipo de enfermedad le causaron unas fiebres que no pudo superar. Compré su empresa para ayudar a su esposa económicamente, pero parece que drama familiar fue demasiado para ella. —

Carraspeó un poco en una tos seca y profunda.

— Al parecer el señor Belasco era un amante de lo oculto, no se muy bien que quiere decir eso, o como debería interpretarlo. En cualquier caso, Me ha llegado la noticia de que han sido aceptados en el club Blackstone. Estoy seguro de que pronto les llegará la notificación. Quizá podamos hablar con más calma allí caballeros. —

Miró a su abogado.

— Ahora si me disculpan... tengo otros asuntos que atender. Quiero agradecerles por el buen trabajo realizado. Justice, aumenta los honorarios. Evidentemente el riesgo que han corrido nuestros amigos ha sido superior al esperado —

Y tal cual vino se fue. Tras una despedida cortes con la cabeza y una sonrisa de agradecimiento...

Howard dejó marchar al individuo. Se estaban desplegando las piezas de un tablero muy complejo y todo parecía indicar que Mackenzie Williams podría ocupar una posición predominante, quizás la del rey. ¿Pero de blancas o negras? Aún quedaba mucho que averiguar antes de hacer nuevas jugadas así que, encogiéndose de hombros, lo dejó marchar. Algo le hacía pensar que en ese selecto club tendrían lugar movimientos más complejos.

—Señores, ha sido un arriesgado placer. Ahora creo que optaré por visitar la biblioteca para ver si saco algo en limpio de todo este rompecabezas.

—Yo también voy a investigar algo sobre ese proyecto Moonshade. Howard, quizá tenga que tirar de tus influencias llegado el caso... ¿supongo que no te importará, verdad?

Michael arrugó el rostro, miró al cielo y seguidamente a Brewer.

—Señor Brewer, el señor Williams ha hablado de que compró la empresa de Belasco. Supongo que se refiere a la empresa de construcción, ¿verdad? En tal caso, ¿cómo se llama ahora esa empresa? ¿Sigue operativa? En tal caso, ¿cuál es su sede? Supongo que en los archivos de la empresa hablarán sobre los proyectos pasados, incluidos los de la época en la que la empresa era de Belasco.

— Efectivamente — Dijo Brewer — Pero no le cambió el nombre. El señor Williams y el señor Belasco eran buenos amigos. En su honor mantuvo el nombre de la misma para que todo el mundo lo recordara como uno de los fundadores y máximos exponentes del crecimiento de la ciudad. —

Os indicó la dirección de la única sede de la empresa en la ciudad; situada en el borde del distrito administrativo con Fullham.

Fue una noche movida. Había necesitado un descanso como nunca, pero pesadillas llenas de cucarachas gigantes y manos que se arrastraban habían impedido que pudiera dormir más de cinco minutos seguidos.

Agotada, llamó al hospital para informar de que no se encontraba bien y pedir un día de descanso. Supo que eso la podía acarrear algún tipo de problema, pero no se encontraba en condiciones de ejercer su trabajo.

A media tarde, cuando el miedo y los recuerdos comenzaron a menguar lo suficiente como para poder mantener su concentración puesta en otras tareas, se vistió y salió a la calle. Disfrutó del aire fresco golpeando su cara y llenando sus pulmones y, casi con cierto animo renovado, se dirigió a la zona donde vivián los padres del niño asesinado. Una vez allí, buscó con la vista a los dos pequeños, a los que había preguntado unas semanas antes si habían visto alguien con tatuajes rondando la zona, y, en cuanto los hubo localizado, se acercó a ellos.

– Hola muchachos. ¿Os acordáis de mí? – Sacó un penique de cobre para reforzar su memoria–. Como la última vez me demostrasteis que sois unos chicos muy espabilados, he venido a preguntaros si queréis ayudarme otra vez. Por supuesto que os llevaréis una de estas cada uno, si hacéis este pequeño trabajito para mí.

Se agachó hasta ponerse a la altura de los dos niños y hablar así con ellos con algo más de fingida complicidad.

– Veréis. Hay una gran mansión abandonada, donde reposa una mujer en su tumba y alguien va a visitarla y a limpiarla a menudo. Si os pasáis de vez en cuando y descubrís de quien se trata, os daré otros dos peniques. ¿Qué me decís?

Esperó a que confirmaran que harían el trabajo encomendado para indicarles donde encontrarían la mansión Belasco. Entonces, una vez había terminado lo que había venido a hacer, se levanto para volver a su hogar. No había dado más de dos pasos cuando se giró de nuevo hacía los niños.

– Por cierto. No habrá vuelto por aquí de nuevo el hombre ese con tatuajes extraños en el cuerpo, ¿verdad? ¿Le habéis visto?

Tras la llamada al hospital Meredith respiró con cierta tranquilidad. No parecía que ausentarse un día del trabajo fuera a suponer ninguna personalización, mientras no reincidiera claro está.

Los niños se alegraron de ver a la mujer; y aunque no les hizo demasiada gracia la idea de tener que ir a la casa abandonada, tres peniques son tres peniques. La enferma pudo darse cuenta que poco a poco la vida volvía a la normalidad en el barrio. Los niños jugaban en la calle y las casas parecían estar sino todas, prácticamente todas reconstruidas tras el terremoto.

— No señora. No hemos visto al señor del tatuaje, pero iremos a la casa. ¿Donde podemos encontrarla si descubrimos algo? —

-Yo te acompañaré en tu visita a la bibliteca, Howard, si te parece bien.

Norman iba a disfrutar de su cama como si volviese de la guerra. Unas horas de descanso y una buena ducha seguro que serían suficientes para amanecer totalmente recompuesto al día siguiente. Y si no lo estaba del todo, seguro que un café cargado haría el resto.