Partida Rol por web

Desde su posición, Michael y Norman podían ver claramente que aquel almacén no tenía nada del otro mundo. Al menos por fuera. Un gran cartel daaba a entender que se trataba de un almacén de fruta con pinta de estar abandonado. Cajas de madera rotas roídas por la lluvia y el paso del tiempo a la intemperie daban buena cuenta de ello. 

Una revisión algo más exhaustiva destapó que había un hombre paseando por la zona, con especial interés en aquel almacén. Parecía sin duda que se encontraba vigilándolo, haciendo pasadas regulares por la persiana que mantenía cerrado el almacén...

Michael observó a aquel tipo discretamente y se acercó a Norman.

—¿Has visto a ese tipo? Está a tus seis... no mires ahora —dijo mientras le acercaba fuego para encender un supuesto cigarro¹. Inmediatamente después se acercó el fósforo al cigarro que colgaba de su boca y lo encendió—. Voy a dar una vuelta al almacén para ver que entradas y salidas hay. ¿Puedes mantener a ese tipo vigilado?

Michael esperó a la confirmación de Norman y cuando la obtuvo, se alejó del tipo para observar el almacén².

Norman dio una calada al cigarro que le prendió Michael. Seguidamente expulsó el humo lentamente mientras entornaba los ojos mirando al sujeto.

-Sí, me he dado cuenta. Parece un animal olisqueando una presa. Más o menos como nosotros-dijo con sorna-. Ningún problema, me meteré en el coche y lo mantendré vigilado hasta que vuelvas. Si sale de mi campo de visión, saldré e iré tras él a una distancia prudencial.

Michael esperó a que el tipo terminara una de sus rondas. Había calculado bien los tiempos que llevaba aquel hombre; pero no contaba con aquella parada para encenderse el cigarro. Michael ya estaba a medio camino hacia el almacén cuando el viento provocó que el vigilante se diera la vuelta sin que Norman tuviera tiempo para nada. 

El hombre no llegó a encender su cigarro.

— ¡¡Eh tu!! — Llamó la atención del investigador que tuvo que detenerse en seco.

Se acercó lentamente, ahora si terminando de encenderse el cigarro. Y soltando el humo de la primera calada en la cara de Michael.

— Esta zona es restringida. Será mejor que te marches ahora mismo si no quieres tener problemas. —

Norman podía ver que ambos hombres hablaban, pero no le era posible saber de que...

Norman maldijo entre dientes. De momento se mantendría en el coche. No quería acercarse y poner nervioso al tipo al verse en inferioridad. Quizá Michael hiciera gala de su labia habitual y consiguiera salir de esta con traquilidad.

—¿Restringida? —preguntó mirando alrededor en la calle—. Pensé que estaba permitido pasear por la calle. Tranquilícese, que no voy a meter las manos en sus asuntos. Aunque seguro que no hay asuntos, ¿verdad?

Michael hablaba con el tipo mientras se giraba de forma que su espalda quedase mirando hacia el coche. Con un gesto de las manos instó a Norman a echar el vistazo mientras Michael entretenía la vigilante.

—Esto parece muy... desolado. ¿No cree?

Norman captó el gesto de Michael y se puso en acción.

Salió tranquilamente del coche y oteó mejor los alrededores. Quería intentar acceder a la parte de atrás del alamacén, pero no directamente. Si había alguna calle o callejón colindante, entraría por él y giraría hasta alcanzar la trasera de la frutería abandonada.

Si no tenía esa posibilidad, no le quedaría más remedio que escabullirse por uno de los laterales cuando adviritiera que aquel tipo estaba más distraído en la conversación con Michael.

Norman no tuvo problemas en escabullirse detrás de una de la callejuelas el almacén. Se trataba de una construcción típica de la zona. Un muro alto con pequeñas ventanas casi en el techo que permitían la entrada de iluminación natural pero poco más. En la parte trasera había lo que parecía una puerta de emergencia que había sido tapiada con maderas. En caso de querer entrar por ahí costaría lo suyo, además del presumible ruido que causaría.

— Así que tenemos a un graciosillo — El tipo se apartó la chaqueta mientras daba una calada, mostrando una sobaquera y una pistola colgando de ella. — He dicho que fuera de aquí. —

Con la última calada tiró el cigarro a los pies de Michael. 

— Vamos... fuera —

Norman maldijo en voz baja al observar la puerta tapiada. Sopesó la posibilidad de encaramarse hasta una de las ventanas. Si no era viable, lo descartaría también y volvería al coche.

Quizá no les iba a quedar más remedio que esperar hasta la noche. Con un poco de suerte, el vigilante puede que se marchase, o de no ser así, se podrían plantear intimidarlo o reducirlo al amparo de la oscuridad, con menos testigos.

Norman regresó a su vehículo. Parecía que la única forma de entrar sin armar un escándalo era la puerta principal. Michael seguía con aquel hombre que ahora parecía tener una actitud un poco más agresiva, aunque desde el coche seguía sin poder escuchar lo que hablaban...

—Sí, sí... vale, vale, me largo. No hace falta que se ponga así —contestó Michael con cierto tono burlón.

Volvió al coche dando un rodeo hasta que el vigilante lo perdiera de vista.

—¡Maldita sea! —escupió nada más entrar—. ¿Qué hacemos Norman? Con gusto le daría un par de puñetazos a ese vigilante para que se le bajen los humos.

-No he podido encontrar otra forma de acceder que no sea por la entrada principal. Hay otra puerta detrás, pero está tapiada, y abrirla nos llevaría mucho tiempo y escándalo-expuso frustrado-. Así que opino como tú. Quizá habría que darle un buen meneo al vigilante, pero el problema es llamar la atención demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que queremos entrar ahí y quizá nos lleve un buen rato...

Norman miró por la ventanilla, observando los alrededores y sopesando la posibiliad de que les vieran amedrentar al guardia. Si era viable, se animaría a hacerlo ahora. Por el contrario, si determinaba que el riesgo a que les vieran y alguien alertara a la policía era considerable, propondría esperar hasta la noche.

Michael no tuvo problemas con el rodeo y terminó en el coche con Norman, tratando de dilucidar un plan de acción. Parecía que finalmente tratarían de entrar pasando por encima del tipo... tendrían que encontrar el momento adecuado y actuar rápido. La luz del día poco a poco comenzaba a hacerse más tenue, anunciando la llegada inminente de la noche.

Esas palabras de Norman era justo lo que necesitaba Michael para salir del coche. Cogió la pistola de la guantera¹ y la sujetó fuertemente con la mano derecha.

Salio del coche y acercó hacia el lugar y esperó a que el tipo estuviera mirando hacia otro lado para acercarse rápidamente. Cuando el guardia se giró, tenía a Michael y Norman encima de él. El primero lanzó un puñetazo a la boca del guardia e impactó en ella con la culata de la pistola.

—Te lo había pedido con educación, maldito gilipollas. Tú has querido jugar a este juego —dijo empujando al tipo contra la pared—. Coge el arma —le dijo a Norman señalándole la sobaquera del matón.