Partida Rol por web

la-sombra-del-aguila(2)

Escena I: un marrón siempre es un marrón

Cargando editor
11/02/2011, 17:00
Capitán García

 Había que disparar y tratar de matar unos cuantos, si luego había que morir, ya estaría en la divinidad pero  no era algo que le preocupara a García, más bien le preocupaba su gente, sus hombres, aunque quizás nunca se los dijera. Sintiendo el frío tacto con el arma, disparó sin cerrar los ojos, sin molestarse, sin temblar siquiera, lo había hecho otros cientos de veces.

- Tiradas (2)

Tirada: 3d54
Motivo: Disparos
Resultados: 43, 34, 43

Tirada: 1d54
Motivo: repetición
Resultado: 19

Notas de juego

DM: repito la última tirada porque no puedes repetir carta.

DM: un acierto normal.

Cargando editor
11/02/2011, 17:22
Fusilero Mínguez

Con las ganas que tenía de salir de allí, el ver a tanta gente dispuesta a pararnos no me hizo una excesiva gracia, pero ya, de perdidos al río así que casi contenía la respiración mientras caminaba con el arma lista para ser disparada sin casi tener que detenerme a apuntar a ninguna parte.

Al final, casi la tenías cogida el truco para sólo tener que levantarla y disparar, pero en aquella ocasión, cuando fui a disparar, tras escuchar las palabra del capitán, incluso cerré un ojo, intentando que aquello me ayudara a no errar en mi objetivo, pues de ello podría depender el que pudiéramos salir de allí o ni siquiera nuestros restos volvieran a nuestra tierra.

- No he venido hasta aquí para morirme ahora! Sólo me faltaba eso...

Sólo pasaba alguna cosa suelta por mi cabeza, pues no estaba pensando de forma consciente, sino más bien concentrándome en que debía dar en el blanco fijado.

- Tiradas (1)

Tirada: 6d54
Motivo: 5 + la del capi
Resultados: 10, 19, 13, 9, 41, 37

Notas de juego

DM: un acierto normal

Cargando editor
14/02/2011, 13:22
Fusilero Emilio "el Navarro"

Notas de juego

Algo no me cuadra:

Cita:

los que llevan mosquete (Pedro, Vicente, Mínguez y Ortega) tienen 3 cartas a distancia normal

Y creo que la intención del capi era dar cartas a los que tenían menos...

Cargando editor
14/02/2011, 19:44
Director

Notas de juego

Eso es que Mínguez ha querido esperar al cuerpo a cuerpo, a ver si es verdad que los cosacos no se lavan.

Cargando editor
15/02/2011, 12:35
Fusilero Mínguez

Notas de juego

Qué he hecho mal? Yo estoy disparando normal y con un rifle, no? Me he perdido en alguna parte?

Cita:

Normal (hasta 30 m)/5

Digo yo que treinta metros tampoco es esperar al cuerpo a cuerpo... soy francotirador, al cuerpo a cuerpo intento acercarme lo menos posible.

Cargando editor
15/02/2011, 13:10
Fusilero Emilio "el Navarro"

Notas de juego

Ya me parecía que yo no era el único con rifle...

Es que creo que el Capi te dio una carta porque pensaba que ibas con mosquete y solo sacas 3.

Cargando editor
15/02/2011, 13:19
Director

Notas de juego

Todo aclarado, estábamos en que tenías mosquete y no nos cuadraban las cartas. Fallo mío por no mirarlo en la ficha.

Continuamos para bingo.

Cargando editor
15/02/2011, 13:25
Sargento Ortega

Ortega apunta con esmero y acierta en todo el careto a uno de los oficiales russkis.

- Tiradas (1)

Tirada: 6d54
Motivo: Disapro mosquete
Resultados: 11, 18, 52, 38, 23, 9

Notas de juego

El disparo implica 6 cartas:
-3 por distancia normal.
-1 más por el capitán.
-1 más por la habilidad Handy in a Scrap (obviese si no es aplicable).
-1 más por interacción +1* (obviese si no es aplicable).

 

*interacción +1: saco una carta más cuando haya que hacerlo.

**He tirado 6 por si acaso xD, ya que no se me ha resuelto la dudilla del offtopic... las dos última se pueden omitir si eso. En cualquier caso, como mi segunda carta es ya el 6 de corazones creo que he hecho blanco brillante sobre los jodidos cosacos... xD

DM: un acierto perfecto.

Cargando editor
23/02/2011, 20:18
Director

Notas de juego

Muy bien, gente. Tenéis 5 aciertos normales, 2 críticos y uno perfecto (8).

Ahora lo suyo sería que García tirara Mando (2 cartas) y una más por cada acierto (total 10), contra 4 cartas del oficial ruso al mando. Obviaremos el trámite por pura economía de tiempo de juego, y supondremos que habéis pasado la prueba con nota alta.

Cargando editor
23/02/2011, 20:24
Le Petit Cabrón

La certera y cerrada descarga de mosquetes y fusiles hizo pedazos la línea de los cosacos que, perdida toda semblanza de orden, hicieron mutis por el flanco izquierdo, en dirección por lo menos a Sebastopol, cosa notable porque desde Sbodonovo había no menos de 2.000 verstas, pero eso al capitán Makarov, el oficial superviviente de mayor rango,le importaba francamente un rábano. Lo que en aquel momento le importaba era poner la máxima distancia posible entre su uniforme nuevo y las balas de aquellos energúmenos.

Mientras tanto, en una colina cercana...

Iluminada fugazmente desde su interior por los relámpagos de las explosiones, la humareda del combate ocultó por un momento la visión del campo de batalla, y todos, en la colina, se estremecieron de inquietud. En aquel instante, la suerte del pequeño batallón, su epopeya osada y singular, la inutilidad de tan sublime sacrificio, acaparaban hasta el último de los pensamientos.

Entonces el viento arrancó jirones de humo abriendo algunos claros en la humareda, y todos los
pechos galoneados de oro, alamares y relucientes botonaduras, todos los estómagos bien
cebados del mariscalato en pleno, exhalaron al unísono un suspiro de alivio. El batallón seguía allí, firme ante las líneas rusas, tan cerca que en poco tiempo llegaría a distancia suficiente para cargar a la bayoneta.

Cargando editor
26/02/2011, 00:38
Fusilero Mínguez

Parecía que la cosa no había ido del todo mal, al menos, podíamos seguir avanzando sin resistencia, por el momento, aunque estaba viendo que en seguida teníamos que llegar al cuerpo a cuerpo y aquello me pondría en una situación que ya me gustaba bastante menos, porque lo único que tenía de interesante estar tan cerca de alguien no era precisamente su olor a pólvora y por el momento, no, aquellos rusos no eran mi tipo... Menos aún, si intentaban matarme.

Volví a preparar de nuevo el rifle para abrir fuego, rezagándome un poco de los demás como hacía siempre, quedándome un metro por detrás de ellos en vez de por delante. Todos sabían que así era bastante más efectivo que de cualquier otra forma.

Por suerte, no es que mirar a la lejanía a ver qué hacían los gabachos se me pasara por la cabeza. A fin de cuentas, yo lo que quería era librarme de ellos, no comprobar si venían siguiéndonos en mitad de una batalla contra los rusos.

Cargando editor
26/02/2011, 11:10
Sargento Ortega

Los fusileros tenían ya el rostro tiznado de pólvora; mordían uno tras otro los cartuchos de bala empujándolos con las baquetas en los humeantes mosquetones antes de echarse el arma a la cara, disparar y volver a repetir los mismos movimientos. Ortega miraba hacia los rusos con expresión de enconada concentración, ajeno a cuanto no fuese cargar, apuntar y disparar. Uno de los infantes que estaba junto a Ortega dio un grito y dejó caer el mosquete. Después retrocedió dando un traspiés, mirándose atónito el vientre manchado de sangre. Aún así, los ruskies habían cedido. Quizás fuera hora de ir calando bayonetas, ponerse en pie y continuar con el paripé.

Cargando editor
26/02/2011, 14:23
Director

Pasando revista a la situación, no habéis salido tan mal parados.

Del grupito más próximo tan sólo tenéis que lamentar la baja del fusilero Vicente el Valenciano, que recibió un tiro en la cabeza. No le dio tiempo ni de decir "Jesús."

Cargando editor
28/02/2011, 15:44
Alférez Muñoz

Antes de seguir, me arrodillo al lado del fusilero Vicente, dándole consuelo y proporcionandole la extremaunción.

—Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén— susurro cerrando los ojos de un compañero que me ha acompañado durante meses, a través de bosques, campos, ríos, celdas y ahora, estepas desoladas. La muerte nos persigue y sólo Dios sabe quién será el siguiente.

Por desgracia, el agua bendita y los entierros son algo que ha quedado a kilómetros de distancia. Me temo que el día de la resurrección al final de los tiempos muchos de nosotros no tendremos a donde regresar. Tras hacer la señal de la Santa Cruz me levanto y continúo el avance, con la bandera blanca enrollada en uno de mis brazos.

—¡Vamos compañeros, ya queda menos!. Capitán, ¿cuáles son sus órdenes?— digo dando un paso al frente.

Cargando editor
28/02/2011, 17:05
Capitán García

 Aquello había terminado y si se miraba de forma fría, con buen fin para ellos pero lo cierto es que habían perdido un hombre y al ver a Muñoz despidiéndose de aquel, casi se le hace un nudo en la garganta pero García ya estaba demasiado curtido de esas cosas, había perdido demasiados hombres y no sólo amigos, porque finalmente allí, de alguna manera todos lo son en medio de los gritos desgarradores de dolor, las bombas estruendosas o el sonido seco de una bala penetrando un cuerpo, la sangre tibia que te salpica, eran demasiadas cosas que la cabeza del capitán ya había vivido y aunque no lo pareciera, seguían causándole pesadillas. La voz de Muñoz lo sacó de esa maldita ensoñación, se echó el arma al hombro y miró al frente.

-¡Replieguense! ¡Los quiero a todos juntos y atentos, no quiero sorpresas! ¡Hemos de seguir avanzando conforme al plan inicial! ¡Vamos, no tenemos todo el día, ni toda la vida! ¡Descansa en paz, fusilero Vicente!

Y era verdad, sabía que no tenían toda la vida pero hubiera dado su vida por salvar la de cualquiera de los hombres que le habían acompañado hasta ese momento pero de una cosa estaba seguro: a cada quien le llega la muerte cuando le toca, ni antes, ni después. Bajó los hombros y siguió el camino, a lo lejos todo parecía tranquilo pero sabía que no podían confiarse, de un lado hay una trampa y del otro te esperan hombres o viceversa.

Cargando editor
28/02/2011, 17:34
Le Petit Cabrón

Y en esto el capitán García, todo pequeñajo y ennegrecido por la pólvora, nuestro único oficial superior a aquellas alturas del asunto, que seguía sable en alto gritándonos palabras que no entendíamos con el estruendo de los cañonazos, empezó a decirle algo a Muñoz, el alférez abanderado, a quien una esquirla rusa le había sustituido el chacó por un rastro de sangre deslizándosele por la frente y la nariz, que de vez en cuando se enjugaba con el dorso de la mano libre para que no le tapara el ojo izquierdo. No lo oíamos con los bombazos pero era fácil imaginarlo: Muñoz, atento a mi orden, en cuanto yo te dé el cante abates el águila de los cojones y le pones la bandera blanca, la sábana que llevas doblada bajo la casaca, y la agitas bien en alto para que la vean los Iván, y entonces ya sabes, todos a correr levantando en alto los fusiles para que sepan de qué vamos y no nos ametrallen a bocajarro, los hijoputas. Y en las filas pasándonos la voz, atentos, en cuanto el capitán dé la orden y Muñoz ice bandera blanca, fusiles en alto y a correr hacia los ruskis como si nos quitáramos avispas del culo, a ver si terminamos de una vez este calvario. Y otra granada rusa que pasa rasgando sobre nuestras cabezas, ahora va alta, muy atrás, y otra que llega más corta, cuidado con esa que las trae negras, y acertamos, y la granada también acierta, y más compañeros que se largan a verle el blanco de los ojos al diablo. Y el ras-ras de nuestras polainas rozando los maizales tronchados, negros de carbón y sangre, chamuscados por las bombas y las llamas escuchando el redoble del tambor que nos ayuda a mantener el paso en aquella locura.

Cargando editor
28/02/2011, 17:39
Mariscal Murat

Y de pronto empieza a caernos metralla rusa a espuertas, por todos sitios, y todos gritan terminemos de una vez, y ya estamos a punto, no de levantar, sino de tirar los fusiles al suelo y correr hacia los rusos con las manos en alto, españolski, españolski, cuando suenan trompetas por todas partes, a nuestra espalda, y nos quedamos de piedra cuando vemos aparecer una nube de jinetes, banderas y sables en alto, cargando por nuestros dos flancos contra los cañones rusos.

Notas de juego

Cargando editor
28/02/2011, 18:34
Fusilero Pedro "el Cordobés"

Me impaciento mientras el de negro se entretiene en darle el ultimo adiós a nuestro fallecido compañero.Vamos, que no me va a dar tiempo de vaciarle los bolsillos y no tengo intención de dejar que te desplume uno que no hable en cristiano.En cuanto el grajo se levanta me agacho como para darle un ultimo adiós y comienzo a despejarlo de que pueda llevar

Cargando editor
01/03/2011, 10:32
Fusilero Emilio "el Navarro"

Emilio aún no podía quitarse de la cabeza la impresión de la imagen de Vicente cayendo a escasos metros de su posición con la cabeza reventada por un certero disparo. No eran grandes amigos, pero el pasar tanto tiempo en una situación tan dura acaba por unir pese a que no siempre se establecen vínculos estrechos, pero existen vínculos... Pasa a ser "uno de los tuyos", un compañero. Vicente tenía cierta maldad y una sorna que Emilio no era capaz de comprender y que tampoco tendría oportunidad de aprender a apreciar.

Cuando estaba sumido en sus pensamientos dispuesto a lanzarse desarmado en busca de la piedad del enemigo a la orden de su oficial todo cambio... Apareció Murat con la, en otro momento, proverbial y salvadora caballería.

Eran españoles, estaban condenados a que todo el mundo estuviera en su contra. Es como si Dios los hubiera abandonado hacía siglos y desde entonces todo les iba a ir mal por sistema.

¿Qué harían ahora? Quedó mirando al capitán a la espera de sus indicaciones.

Cargando editor
01/03/2011, 11:37
Mariscal Murat

Y abajo, en la llanura de maizales chamuscados del flanco derecho, desplegándose en escuadrones multicolores, los húsares y los coraceros, mil y pico sables desenvainados y sobre el hombro derecho, tararí-tararí, listos para la memorable carnicería que los haría entrar de perfil, a los vivos y a los muertos, en los libros de Historia. Y acercándonos a vista de pájaro al meollo del asunto, volando sobre las apretadas formaciones donde los caballos relinchaban impacientes, tenemos a Murat, todo bordados y floripondios, con una capacidad mental de menos quince pero valiente como un toro español cuando los toros españoles salen valientes, levantando el sable sobre la cabeza rizada con tenacillas y diciendo sus y a ellos, muchachos, ese batallón español necesita ayuda y los vamos a ayudar, voto al Chápiro Verde. Y Murat, con su dolman de seda y sus rizos de madame Lulú y su menos seso que un mosquito y todo lo que ustedes quieran, pero, eso sí, al frente de sus tropas en un tiempo en que los generales y los mariscales aún la diñan así y no de indigestión en la retaguardia, Murat, decíamos, se vuelve a su cornetín de órdenes y le dice venga, chaval, toca de una vez esa maldita carga y que el diablo nos lleve a todos. Y el chaval que escupe para mojarse los labios que tiene secos y toca carga y Fuckermann y Baisepeau que les gritan a sus húsares y coraceros aquello de al paso, al trote y al galope, y mil y pico caballos que se mueven hacia adelante, acompasando el ruido de los cascos y herraduras. Y Murat grita Viva el Emperador y los mil y pico jinetes corean que sí, que vale, que viva el Petit Cabrón pero que aquí podía estar, más cerca, para compartir en persona aunque fuese un trocito de la gloria que a ellos les van a endilgar los cañones ruskis a chorros dentro de nada, gloria para dar y tomar, un empacho de gloria, mi primero, lo que vamos a tener en cinco minutos. Vamos a cagar gloria de aquí a Lima.

Y entonces hay como un trueno largo y sordo que retumba en el flanco derecho, y los doce escuadrones de caballería se extienden por la llanura mientras ganan velocidad, y los artilleros rusos que empiezan a espabilarse, Popof, mira lo que viene por ahí, esa sí que no me la esperaba, tovarich, la virgen santa, nunca imaginé que tantos caballos y jinetes y sables pudieran moverse juntos al mismo tiempo, nosotros tan entretenidos tirando al blanco con ese batallón de mierda cuando lo que se nos venía encima era esto otro, a ver esa pieza, apunta que las cosas van a ponerse serias, mira como grita ahora el capitán Smirnoff, con lo tranquilo y contento que estaba hace sólo cinco minutos, el hijoputa. A ver esas piezas de a doce, apunten, fuego. Dales caña, Popof. Dales, que mira la que nos cae.
Total. Que los artilleros rusos cambian de objetivo y empiezan a arrimarle candela a Murat y sus muchachos, y el primer cañonazo va y arranca de su caballo al general Fuckermann y lo proyecta en cachitos rojos sobre sus húsares que van detrás, ahí nos las den todas, pero hay muchas más, raaas-zaca, raaas-taca, y ya corren caballos sin jinete adelantándose a las filas cerradas de los escuadrones, bota con bota y el sable extendido al frente mientras suena el tararí tararí, y los húsares sujetan las riendas con los dientes y empuñan en la mano izquierda la pistola, y los coraceros con destellos metálicos en el pecho y la cabeza, con boquetes redondos que se abren de pronto en mitad de la coraza y todo se vuelve de pronto kilos de chatarra que rueda por el suelo, tiznándose de hollín y barro mientras sigue el tararí tararí y Murat, ciego como un toro, sigue al frente del asunto y está casi a la altura del 326, húsares por la derecha, coraceros por la izquierda y allá en su frente Estambul, o sea, Moscú, o sea, Sbodonovo, o sea los cañones rusos que escupen metralla como por un grifo. Y por fin llega, galopando a lomos de su caballo que va desencajado e imparable como una bala, cubierto de sudor y espuma, junto a las filas del heroico 326, y entre el humo y la velocidad ve fugazmente los rostros de esos valientes que lo miran boquiabiertos, socorridos en el último instante cuando libraban su último y heroico combate sin esperanza. Y a Murat, que en el fondo es tierno como el día de la Madre, se le pone la carne de gallina y grita, enardecido:
-¡Viva el 326! ¡Viva Francia!
Y todos sus húsares y coraceros, que ya rebasan al 326 por los flancos cargando contra los cañones rusos, todos esos jinetes rudos y veteranos que acuden a compartir el hartazgo de metralla que se están llevando los bravos camaradas del 326, corean con entusiasmo el grito de Murat y, a pesar de la que está lloviendo, saludan con sus sables a esos héroes bajitos y morenos, los fieles infantes del batallón español, al pasar junto a ellos galopando en línea recta hacia el enemigo. Y los del 326, mudos de agradecimiento, se ve que no encuentran palabras para expresar lo que sienten.