Partida Rol por web

Avanzáis por el bosque siguiendo al pequeño mediano tratando de hacer el menor ruido posible, pero pese a esforzarse al máximo las armaduras de Rhean y de Theoden producen un ligero tintineo a cada paso que dan. Caso aparte es el del gnomo, al cual no se le ocurre mejor manera de ocultar el ruido de sus pisadas que tarareando alguna tonadilla solo conocida por él.

Tras algo más de un par de horas de caminata el alcalde se detiene en un pequeño claro en mitad del bosque con una pequeña laguna en el centro. La cueva se encuentra a tan solo una hora de camino de aquí. Sera mejor que aprovechemos para tomar un último descanso y la que pudiera ser la última comida…

Mientras estáis descansando escucháis unos gruñidos a vuestro alrededor, rodeándoos. Parece que alguna de las bestias del bosque también ha decidido almorzar. Y parece ser que el almuerzo sois vosotros.

Como soy más veloz que el rayo comiendo, termino antes que los demás, y acto seguido guardo mis pertenencias.

-¿No escucháis ruidos a nuestro alrededor?- pregunto al colectivo de seres raros que me acompaña en mis aventuras- Voy a ver si descubro de qué se trata.

Petate al hombro, comienzo a escalar el árbol más cercano para otear a ver si percibo de qué se trata. Y no es que tenga muchas esperanzas de ver algo, que soy un poco corto de vista, pero si hubiese algo del tamaño de un oso, hasta yo lo vería.

El gnomo cantarín salió solo a investigar la procedencia de aquellos gruñidos. Qué imprudente, pero allá él, ya es mayorcito. Mientras tanto, yo seguía tomando mi almuerzo sentado con los demás. Mi escudo y mi espada estaban apoyados junto a mí en una roca, al alcance de mi mano. No obstante, levanté la mirada de mi plato y agarré la empuñadura de la espada. Si algo o alguien nos atacaba, en menos de un segundo tendría mi espada desenfundada y lista para luchar. Mientras masticaba, controlaba los alrededores y agudizaba el oído. Estaba listo para saltar y defenderme a mí y a mi grupo al menor signo de peligro.

Qüenya se sienta junto al alcalde tomando algo de bebida y bastante fruta de la que llevaba y observa al gnomo realizando sus travesuras .... - ¡ Como te caigas te abro la cabeza ! - Le regaña la elfa con tono maternal para luego conversar con el mediano mientras sigue con un ojo sobre Gnimsh

-¿Sabe quien lidera a esas alimañas? Por lo que sé, los kobolds son bichejos cobardes y estúpidos, incapaces de cooperar entre ellos ni siquiera para organizarse en la cacería, lo que les hace unos animales inofensivos (Qüenya no les considera otra cosa que esto), no pueden compararse con una manada de lobos o un jabalí, sin embargo parecen estar lo suficientemente compenetrados como para subyugar esta aldea, dígame, ¿tiene idea de algo de esto?

Hasta ahora no me había parado a pensar en ello, pero la pregunta de Quënya hizo que me diese cuenta de que nos faltaba un detalle muy importante: ¿quién está detrás de todo esto?. La elfa tenía razón, los kobolds no podrían hacer todo aquello por sí solos. Alguien más estaba al acecho, pero ¿quién? Presté toda la atención que puse a la elfa y al alcalde esperando su respuesta, pero no podía centrarme totalmente porque una parte de mí estaba pendiente de los sonidos que nos rodeaban y que el gnomo cantarín había ido a investigar, y además no dejaba de oír una voz en mi interior que me regañaba por ser tan despistado y no haber caído en la cuenta de algo tan obvio como el que los kobolds son unos ineptos. Cómo se nota mi falta de experiencia y que aún tengo mucho que aprender. Si quiero convertirme en un gran guerrero digno del amor de mi dama, debo aprender mucho y muy deprisa. A partir de ahora me fijaré más en Qüenya, de quien era evidente que podría tomar nociones que me convertirían en un buen luchador.

Desde lo alto del arbol puedes ver perfectamente como por cada uno de los puntos cardinales se acerca un lobo con intenciones bastente poco amistosas. A juzgar por como babean dirias que les ha llegado la hora de comer y parece que el menu esta compuesto de aventurero en su salsa.

El mediano comienza a trepar con una velocidad pasmosa, casi parecía como si hubiese crecido en los árboles en lugar de en el suelo. No le cuesta nada llegar a una de las ramas más altas del árbol y sentarse a otear el horizonte.

El alcalde hace caso omiso al pequeño y escandaloso bardo y continua charlando animadamente con Qüenya tanto Barek como yo llegamos a la misma conclusión hace tiempo. Los kobolds que yo he visto no tenían ni el valor ni la organización necesaria para mantener un poblado entero bajo su yugo. Pero no hemos podido averiguar nada. Al poblado solo venían kobolds, y como ya os dije nadie ha vuelto a ver a todo aquel que ha intentado entrar en la cueva con anterioridad. Lo único que hemos podido llegar a sacar en claro es que entre ellos lo llamaban “el oscuro”.

En cuanto veo lo que se nos aproxima, comienzo a descender rápidamente. Justo al final doy un grácil salto que me coloque más o menos en el medio del grupo.

-¡Dejáos de parlotear como un grupo de cotorras!- les digo, mientras desenvaino mi espada y me dejo la lira a mano- Se acercan cuatro lobos de un tamaño descomunal. Los muy puñeteros vienen uno de cada dirección, como si quisieran cortarnos cualquier camino de retirada posible. Creo que tienen hambre... ¡Y que nosotros hemos sido escogidos para ser su comida!

El oscuro.... - Sonaba tan apocalíptico con la entonación adecuada, Qüenya quedó unos segundos en silencio repitiendose el nombre para sus adentros cuando el gnomo descendió con nefastas noticias a lo que la elfa le miró perpleja ¿Porqué había bajado del árbol entonces? Debería haberse quedado arriba.... ¿será que es un auténtico héroe?

Alcalde suba al árbol, rápido - Dijo Qüenya siguiendole y quedando al pie del árbol en el que forzó a subir al hobbit apuntando con el arco en todas direcciones esperando a que el primero de los lupinos asomara su husmeante hocico en cualquier rincón del claro.

El relato del alcalde era muy interesante, pero no nos ayudaba gran cosa. Estaba claro que había alguien gobernando a esas alimañas, pero seguíamos sin tener idea de quién. Aunque ese nombre, el oscuro, daba la impresión de pertenecer a un mago negro, o quizás a una criatura de las profundidades... En fin, solo el tiempo nos dará una respuesta.

me hallaba absorto en mis cavilaciones cuando el pequeño bardo hizo acto de presencia con su habitual estrépito solo que, por una vez, estaba justificado. ¿Lobos enormes? ¿Por separado? Esa no era una conducta corriente en esos animales, pero también es cierto que la naturaleza siempre es imprevisible (o al menos eso me había enseñado mi señor) Lancé a la hierba lo que quedaba de mi almuerzo, me levanté velozmente, desenvainé mi espada y agarré fuerte mi escudo. Y me puse en guardia.

Si vienen por separado, que cada uno preste atención a un lado. Manteneos alerta. Alcalde, póngase a cubierto de inmediato. Nosotros nos ocuparemos de esto.

Mantenía los ojos bien abiertos, casi sin pestañear, escudriñando hasta el último rincón. Los oídos alerta para detectar hasta el más leve sonido. Y las manos dispustas a blandir la espada. Mi actuación con los kobolds en la taberna había sido poco menos que patética, y ahora era el momento de enmendarme. Sea como fuere, iba a plantar cara a esos lobos y salir victorioso.