Partida Rol por web

La sombra del Norte

Capítulo 1: La Comarca

Cargando editor
07/06/2016, 20:59
Rossuon Pairaniar

Rossuon no veía el momento de llegar. De poder despojarse de la armadura, del peso, de no dar ni un paso más, de sentarse junto a la chimenea y olvidar el gélido abrazo que lo entumecía. Cada paso era un suplicio, pero ya quedaba tan poco... Cuando vio la silueta de su destino hubiera saltado de alegría, si hubiera tenido fuerzas para ello.

Nada más llegar a la posada se buscó un lugar lo más próximo a la chimenea, colocándose en un taburete aislado si no encontrase ninguna mesa libre cerca. Ni siquiera tuvo ánimos para prestar atención a los llamativos hobbits. Y eso que había leído sobre ellos, había escuchado varios relatos sobre su apariencia y costumbres, había sentido curiosidad y hasta se había imaginado su llegada a la región para conocerlos. Pero estaba tan agotado... que allí mismo descargó la mochila y desajustó la armadura. Tiritaba. Se abrazó, enrollado en su manta, y se quedó en silencio, mirando a uno de aquellos pequeños homínidos. Aunque por dentro tenía mucho de que hablar, mucho de que quejarse. Sus compañeros no tardarían en tener que aguantarle. 

Escuchó de refilón la petición de Aceroamargo. Una sonrisa que no llegó a curvar sus labios brilló fugaz, encerrada en sus ojos. Sintió a aquel joven un poco más afín e hizo un gesto lento y fatigoso al posadero para que le tuviera en cuenta para la pipa. Él quería otra. Quizás entrase en calor, quizás olvidase donde estaba. Y en qué condiciones.

Las palabras de Melyanna sí le sacaron de sus casillas.

- ¿Ahora? - sonó más alto de lo que su grupo hubiera querido. - No, no, no...- negó con la cabeza repetidas veces. Para Rossuon era el colmo. El trato despectivo de la joven como si él fuera un sirviente, su tozudez, sus caprichos... La comodidad de la que disfrutaba y él no. La bolsa repleta de monedas que le aseguran la comida para todo el viaje... Y él, hijo de Tornaleon Pairaniar, empapado, teniendo que servir a otros, sin poder invitar a todos los clientes de la posada y sin fuerzas para dar un buen golpe sobre la mesa para afianzar su posición. No, él no iría con este tiempo. Al menos eso pensaba en aquel momento. - Yo me niego. La señorita - dijo con retintín. - podía haberlo recordado antes. Cuando pasamos por delante.

¿Qué era lo peor que le podía pasar? ¿qué le despidieran? Pensó que sería una pena tener que volver a casa y decirle a su padre que su plan no había funcionado, que habían rescindido su contrato. O mejor aún, que habían descubierto cual era su verdadera intención, de mandarle como espía a tierras lejanas, y por eso lo habían expulsado. O qué había huido. Ya había estado pensando en ello durante su calvario y no sabía que historia le gustaba más. 

Cargando editor
09/06/2016, 00:15
Eoden

El joven había llegado a la posada como si el sol estuviera brillando alto en el cielo y la lluvia no calara sus huesos y enfriara todo su ser. Mantenía su porte orgulloso, su mirada alta y su sonrisa confiada de galán conquistador que sabía que era un hecho que tarde o temprano, Melyanna caería bajo sus encantos. Sin embargo su rostro había comenzado a turbarse durante la cena con el comportamiento grosero del hombre que parecía un pordiosero, y el comentario que hizo en voz alta para responder a la petición de la dama no le gustó demasiado, tampoco que exigiera con malos modos que quería más dinero por realizar la sencilla tarea de traer a la amiga de la dama hasta allí. Pero para colmo, el joven desgarbado que viajaba con ellos también había osado en responder de tales maneras a Melyanna. Aquello para el carácter impulsivo del joven muchacho fue demasiado.

-Tened un poco más de respeto. -Les reclamó a ambos. -Estáis hablando con una noble y hermosa dama. -Lanzó una mirada de soslayo hacía el primero de ellos. -Sobre todo vos. Deberíais cuidar vuestros modales.

Finalmente, suavizó el rostro y se giró hacía Melyanna para mostrarle una de sus encantadoras sonrisas. Ciertamente esperaba que aquello le hiciera ganar puntos con respecto a ella, a pesar de que Dimrod estaba empeñado en sabotear sus planes de acercamiento hacía la dama.

-Yo iré con mucho gusto. No necesitáis de gastar vuestro dinero por concederos este simple favor. -Miró hacía el otro joven, quien al haberse levantado parecía estar ofreciéndose también a cumplir con la petición de la dama. -¿Venís?. -Le preguntó con amabilidad, dirigió su mirada también hacía el elfo, quien todavía no se había pronunciado, para hacer extensible su pregunta a él.

Cargando editor
09/06/2016, 00:45
Melyanna Forestel

Melyanna se había incomodado con las últimas respuestas que había recibido por parte de los hombres contratados por Dimrod, incluso había arrugando la nariz y estaba a punto de estallar en furia contra ellos. Sin embargo y por fortuna, Eoden le devolvió la calma y la sonrisa con su intervención.

-Muy amable, Eoden. - Asintió con la cabeza hacía el otro voluntario y dedicó una mirada nada amistosa para los otros dos. En especial a Rossuon, pues con su actitud altiva no parecía darse cuenta de que era un simple sirviente que debía satisfacer sus necesidades. Podía tolerar los malos modales de Umbradacil, pues a fin de cuentas ella no se caracterizaba por ser una persona demasiado protocolaria y solía saltarse las normas para seguir el camino que ella misma se marcaba, pero lo que no soportaba era que, después de haberse rebajado para solicitar un favor a aquel grupo contratado por su buen Dimrod, le negaran su petición con aquellos modos a los que para nada estaba acostumbrada.

-Esto me pasa por pedirlo como favor, la próxima vez se lo exigiré. Ese delicado mercenario tiene que aprender cuál es su posición -Resolvió en su fuero interno mientras lanzaba una mirada furibunda hacía el dúnadan, aunque después se mostró agradecida con los que sí habían accedido a su solicitud.

-Gracias. Mi padre contrató a Matha hace cuatro años para que cuidara de mí mientras atendía sus asuntos en Bree, después de eso nos hicimos grandes amigas. Se alegrará de escuchar mi nombre y no dudará en venir aquí cuanto antes. -Les explicó. -Lamentablemente no puedo prometeros esa suma, -le dijo después a Aeth, -es Dimrod quien se encarga de esas cuestiones. Aunque sí os prometo que tendré en cuenta que me resolváis este favor. -Dijo volviendo a lanzar una mirada nada amistosa a Rossuon que parecía indicar que también tendría en cuenta a quienes no le ayudaban.

Cargando editor
09/06/2016, 22:22
"Aceroamargo"

No había andado desencaminado en pensar que aquello no era encargo propio de "espadas vendidas" (nada halagüeño epíteto con el que solía referirse su difunto padre a los mercenarios). Rousson parecía reacio a moverse incluso para irse a la cama; la caminata lo había dejado en verdad exhausto y ni plata ni ruegos parecía que iban a bastar para moverlo de la silla. Umbradacil era más pragmático; el triple de plata exigía por ir a buscar a la tal Matha. El joven frunció los labios, disgustado ante la osada petición. - Me encargaré personalmente, Lady Melyanna; descuidad.- dijo a la dama antes de hacer una ligerísima inclinación de cabeza y dirigirse a recoger sus pertrechos.

El joven tomó espada y capa y se puso el yelmo. Frunció el ceño ante las palabras de Eoden; sin duda él era el primero que debía recordar que se trataba de una dama noble, y también de que él mismo era poco más que un palafrenero de las riveras del Anduin. Lo miró fijamente y añadió.- Todos deberíamos recordar que Lady Melyanna es una dama de alta alcurnia, y que nosotros estamos a su servicio. Vámonos.- Sentenció dirigiéndose a la puerta de la taberna.

Antes de salir, echó un vistazo al local en busca de Harry Corralera; esperaba que el mesonero recordase su petición y que al regresar le esperase con una pipa y algo de tabaco. No quería irse de allí sin probar la hierba de Valle Largo. Pronto volvió a estar bajo la lluvia; hizo un gesto al eotheod para que se apresurase; bien estaba hacer el favor a la dama, pero tampoco era necesario parar bajo la lluvia más de la cuenta.- Date prisa jinete, y encontremos a la tal Matha cuanto antes, ¿El elfo viene con nosotros?.- Preguntó,pues no se había fijado si Mithdúlin los seguía finalmente

Cargando editor
11/06/2016, 12:21
Director

Turno 4

La lluvia continuaba cayendo a modo de diluvio cuando volvieron a salir al exterior y no tardaron apenas unos segundos en que sus ropas, que apenas se habían secado durante la cena al calor de la chimenea, volvieran a estar empapadas. El suelo de la calle por la que caminaban se había embarrado después de varios días seguidos de intensas lluvias y les dificultaba el paso.

La calle se encontraba completamente vacía, eran las únicas personas que se atrevían a desafiar el temporal saliendo al exterior. Eoden lo hacía gustoso, esperaba que sus palabras anteriores y el hecho de que estuviera cumpliendo el favor que había solicitado la dama le hicieran ganar puntos con respecto a esta. Además el joven caminaba sin preocuparse de la lluvia, con el pecho erguido y la cabeza alta, como si las gotas que caían con velocidad y que le impactaban en la cara no le molestaran en absoluto.

Siguieron las indicaciones que les había dado la dama Melyanna hasta llegar el gran castaño que les había comentado, allí había un pequeño smial con una cuidada puerta azul. Las ventanas estaban tapadas con una cortina desde el interior pero la luz de una vela iluminaba tenuemente hacía el exterior. De la chimenea salía un ligero humo blanquecino. Llamaron varias veces hasta que una voz les respondió malhumorada.

Notas de juego

A falta de que Mithdúlin decida si os acompaña o no.

Cargando editor
11/06/2016, 12:35
Matha Pieldegamo

-¿Quién se atreve a hacerme salir con este tiempo?. -Gritó antes incluso de abrir la puerta.

La mediana abrió la puerta de golpe y se quedó mirándolos a la espera de una contestación a su pregunta. No parecía haber reparado en que estaba tratando con Gente Grande por lo malhumorada que estaba a pesar de que había tenido que levantar la barbilla para poder mirarles a la cara. La timidez con la que los medianos solían tratar a los que ellos denominaban Gente Grande, no parecía cumplirse en ella.

Tenía el pelo castaño oscuro y los ojos marrones como el otoño. Su altura era tan pequeña como la de una niña humana aunque sus ojos y la manera con la que les miraba parecían demostrar más edad. Era difícil calcular cuánto, pues para ellos todos los hobbits parecían niños, pero sin duda era más joven que otros que habían visto en la posada. Vestía un alegre vestido florido y estaba descalza, como era costumbre entre los de su raza. Sus pies estaban cubiertos por una ligera capa de pelo cobrizo. Tenía el ceño fruncido y en su frente se formaban unas pequeñas arruguitas, se había cruzado de brazos bajo el umbral de la puerta mientras esperaba que les dijeran qué querían.

Del interior de su casa salía un agradable calor que contrastaba con el frío del exterior, lo que explicaba porque le había costado tanto abrir la puerta y hacerlo finalmente tan de mal humor. Lo que pudieron ver del interior del pequeño smial era un limpísimo y ordenadísimo habitáculo.

Cargando editor
11/06/2016, 18:37
Rossuon Pairaniar

A Rossuon poco le importaba que Melyanna fuera una noble, pues él también lo era. No había sido desheredado, ni repudiado. Seguía siendo noble, aunque estuviera en periodo de pobreza, y seguiría siéndolo al acabar aquella... aventura. Nadie estaba por encima suyo. O eso pensaba él. 

- Muy bien. - respondió a las palabras de Melyanna, decidido a mantenerse en sus palabras. Por orgullo, y porque no podría moverse ni aunque quisiera. Sentía las oleadas desde el fuego cercano, rindiéndose a su calidez, abrazándose a ella para olvidar el camino y la lluvia. No veía el menor motivo para moverse de aquel lugar, un respiro en su suplicio. 

El recuerdo por parte de Aceroamargo de que era un sirviente de otra persona le golpeó con dureza. Sí, se dijo, pero no por eso se ha de tolerar cualquier cosa. Y con este convencimiento, volvió su mirada a uno de los hobbits mientras recuperaba poco a poco la sensibilidad de todo sus músculos. Siendo consciente de los dolores de la jornada y de como menguaban en intensidad, dejándose aletargar por el calor. Al día siguiente volverían al ataque, junto al segundo paso. Él descansaría. Lo necesitaba para poder mantener el ritmo.  

Cargando editor
13/06/2016, 01:43
Aeth Umbradacil

Él vagabundo suspiró, resignado, cuando la dama y su "caballero protector" decidieron hacer gala de su orgullo infinito para convertir lo que debía haber sido una petición, en una obligación. Estaba claro que no podía esperar más de ellos; si era con Dimrod con quien tenía que tratar para hablar de dinero, así sería, y si no ya se encargaría de cobrar lo que consideraba que le correspondía al final del viaje, de un modo u otro.

Contra todos sus deseos, finalmente tuvieron que abandonar la posada para cumplir aquél capricho. Sorprendentemente, su joven escolta también les acompañaba, pero la sonrisa de bobalicón en su cara delataba que solo buscaba ganarse el favor de la dama una vez más. El pobre era un iluso, o bien un completo idiota que se dejaba manipular por una mujer; lo mismo daba.

Finalmente, llegaron a la casa de la tal Matha; si es que a aquello se le podía llamar "casa". Parecía que la vivienda hubiera sido parcialmente cubierta por la colina, o que hubiera sido construida bajo ella. Si aquello no era lo suficientemente extraño, lo era más aún la señora de la casa; una de aquellas "personas pequeñas" que habían visto en la posada. Aeth se sintió como un estúpido al pensar que parecía una niña con un berrinche.

- Buscamos a Matha. - respondió en el mismo tono de irritación que la mujercita. Si ella estaba enfadada solo por tener que asomarse a la lluvia unos segundos, nosotros, empapados de pies a cabeza, teníamos derecho a estarlo al menos diez veces más que ella. - de parte de Melyanna, una joven malcriada de cabellos rojos; ha dicho que fue algo así como su nodriza hace unos años. -

Cargando editor
13/06/2016, 02:40
Mithdúlin

Para cuando llegaron a La Perca Dorada, Mithdúlin todavía se sentía un poco abochornado por su mala interpretación y su consiguiente pésimo recibimiento. Lo achacó al mal tiempo y decidió que su garganta necesitaba una buena bebida caliente, por lo que pidió una buena taza de dorado té en cuanto pudo sentarse. 

Estar en la Comarca le traía agradables recuerdos, puede que no le agradase la vida perezosa y tranquila que llevaban los medianos, pero tenían canciones de lo más alegres. Escrutó con la mirada la posada esperando reconocer a alguien hasta que la dama Melyanna demandó la atención del grupo. El cambio en su actitud fue más que suficiente para captar el interés del bardo, que prestó atención a la misión que les estaban encomendando. Aeth y Rossuon se mostraron reacios pero Aceroamargo aceptó, aunque a regañadientes, y Eoden parecía más que dispuesto a contentar a la joven. Mithdúlin lamentó su desgraciada actuación bajo la lluvia pues, de haber sido mejor, probablemente el muchacho le hubiese pedido ayuda para componer algún poema para ganarse el corazón de Melyanna. Le encantaba hacer de casamentero.

La pregunta de su compañero, Aceroamargo, lo quitó de sus cabilaciones.

Em... ¡por supuesto! Se hará como ordene la joven dama.— dijo, intrigado por la tarea que les acababan de encomendar, pero completamente dispuesto a cuidar sus cuerdas vocales una vez terminasen y volviesen a la posada. Además, no quería perderse nada.

Salieron a la lluvia y caminaron hasta llegar al smial de la amiga y antigua niñera de Malyanna. Martha salió visiblemente malhumorada dirigiéndoles una mirada severa. El Dorwinrim fue el primero en responder, y Mithdúlin solo pudo sonreír ante su rudeza.

Nos dijo que ella había sido su niñera años atrás, ¿es usted la señora Martha?— preguntó, con la mayor cortesía que pudo.

 

Cargando editor
14/06/2016, 07:08
"Aceroamargo"

Finalmente, el joven vio como Umbradacil y Mithdúlin salían de la posada tras ellos. El elfo y el dorwinrrim habían decidido acompañarlos, plata de por medio o no. Sin embargo, nada había conseguido sacar a Rousson de su descanso. El joven dejó que los alcanzasen, y una vez estuvieron a su altura, remprendió la marcha avanzando a grandes trancos, tratando de imprimir un ritmo rápido al grupo. Quería acabar con aquello cuanto antes.

Las calles estaban vacías y solo Eoden parecía disfrutar con la lluvia. Encontraron la casa y golpearon la puerta. Al parecer, su "anfitriona" no disfrutaba de la lluvia tanto como el éothéod, pues abrió malhumorada y exigiendo explicaciones. EL joven se quedó un tanto pasmado, al ver aquella mediana, que apenas le llegaba a la cintura, con el ceño fruncido y rostro malhumorado. Lo cierto era que aún no sabía muy bien como tratar a estos hobbits. Y cuando empezaba a estar seguro de que eran gente bonachona, risueña y servicial se encontraba con esto. "Debe de haber de todo, como con los hombres, supongo", pensó el joven.

Por fortuna, Umbradacil y Mithdúlin pronto anunciaron el motivo que los había llevado allí; y no quedaba mucho más que decir. El lapsus del joven pasó desapercibido. Ahora solo quedaba que la tal Matha los acompañase de buena gana, y podrían volver al refugio de la posada.

Cargando editor
14/06/2016, 14:32
Matha Pieldegamo

Matha se quedó de piedra tras escuchar las palabras del primero de los hombres que habían aporreado a su puerta sacándola de sus quehaceres a la intensa lluvia y el frío exterior. No sólo le estaba hablando irritado en el umbral de su puerta sino que además tenía la desfachatez de insultar a la dama Melyanna, una antigua amiga suya a la que hacía muchos años que no veía. Dudaba francamente de que aquel grupo de extranjeros fueran a juntarse con una dama como Melyanna Forestel, y pensó que eran ladrones que querían entrar a robar a su casa con ese pretexto.

Alzó un dedo reprochador para dirigirse a aquel hombre, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos, sin temer a aquellos extraños que bien podían vencerla sin muchos problemas, y tan sólo le faltó empuñar una escoba para azuzarles con ella hasta que se largaran de su jardín. Entonces abrió la boca para darles una reprimenda cuando el elfo decidió intervenir con mucho más tacto y Matha se quedó de piedra.

-¡Qué se quemen todos mis guisos de patata por mil años!. -Exclamó. -¿No es usted un elfo?. - Dijo sorprendida. -¡Pero que modales los míos!. ¿Quieren pasar?. Les apetecen unas pasas con café?. Puedo prepararlas enseguida.

Cargando editor
16/06/2016, 21:55
"Aceroamargo"

El joven se quedó mirando a la mediana, algo estupefacto. Al escuchar el nombre de Melyanna se había vuelto mucho más amable, y ahora los invitaba a pasar. Los cuatro presentaban una estampa algo cómica, empapados bajo la lluvia aguardando ante el umbral de la diminuta puerta de Matha. Unos instantes de silencio siguieron a la invitación de la mediana, solo interrumpido por el repiqueteo de la lluvia en el yelmo de metal.

El joven echó un vistazo tras la hobbit y la bonita puerta azul del smial; si entraban allí tendría que estar en cuclillas la mayor parte del tiempo. Por otra parte, habían dejado sola a la dama en la taberna; tal vez Dimrod no viese aquello "muy profesional". Si hubiese algún problema, solo había quedado Rousson con ella, y después de la caminata casi no podía ni levantarse. Ninguno de los cuatro contestaba, así que finalmente el joven carraspeó y tomó la palabra.- Ehm... Creo que lo mejor sería que viniese con nosotros, estoy seguro de que Lady Melyanna querrá saludarla en persona.- Se arrebujó algo en su lona embreada antes de proseguir. Lo cierto era que tenía ganas de volver bajo el techo de la posada, y ningunas de entrar en aquel diminuto agujero- Y mejor que vayamos rápido, esta lluvia no arrecia ni por las viejas amistades ni por el cansancio de los viajeros. Y unos se merecen un descanso y un techo bajo sus cabezas.

Cargando editor
16/06/2016, 23:00
Mithdúlin

Mithdúlin se alegró al ver que la mujer parecía sentir simpatía hacia su raza. Dejó que Aceroamargo explicase la situación y añadió:

Así es, mi señora, me temo que no podremos disfrutar de su hospitalidad, pues la dama Melyanna requiere de su presencia. Como bien ha dicho mi compañero, si pudiese acompañarnos a La Perca Dorada, nos haría un gran favor. Lamento que tenga que ser a estas horas y con un clima tan intempestivo.

 

Cargando editor
17/06/2016, 01:38
Aeth Umbradacil

El rostro de la mujercita se había contraído con amargura, aquello no le había pasado desapercibido; sin embargo, la intervención del elfo provocó un cambio en su carácter a uno más dócil, incluso servicial. El vagabundo no pudo evitar poner los ojos en blanco mientras soltaba un suspiro de aceptación. El ambiente no era el idóneo y el recibimiento no había sido nada agradable ni acogedor, y sin embargo allí estaba rodeado de individuos que sólo eran capaces de responder con palabras cordiales, rebajándose ellos mismos a una posición inferior a la de una niñera maleducada.

Chasqueando la lengua en señal de irritación, Aeth se ajustó la capucha silenciosamente dejando a los demás la labor de convencer a la pequeña mujer de acompañarles; no pensaba unirse a los ladridos de conformidad de los fieles perros guardianes de la dama; además, por las palabras que había dirigido al elfo, sabía que la petición de Mithdúlin pesaría mucho más que los gruñidos de un simple pordiosero.

Cargando editor
17/06/2016, 18:41
Director

Turno 5

Finalmente Matha Pieldegamo aceptó de buena gana en acompañarles hasta La Perca Dorada, y tan sólo se demoró un instante en recoger una chaqueta y una tela para cubrirse de la lluvia que caía. Cerró la redonda puerta de madera de su smial con una gran llave de hierro y siguió al grupo encantada por el reencuentro con la dama Melyanna y con la compañía del elfo.

Cuando llegaron al fin a la posada lo primero que agradecieron fue el calor de la chimenea y el no tener que soportar las gotas de agua con la cabeza agachada y la frente dolorida de apretar el ceño. En la posada no había mucha más gente de la que habían dejado al irse, vieron a Dimrod hablando con unos desconocidos pero centraron su atención en la chimenea, pues deseaban secar sus ropas cuanto antes. El posadero se había encargado de preparar las pipas de hierba de Valle Largo que les habían pedido y se la sirvió a Aceroamargo justo después de entrar. Rossuon ya fumaba la suya, era hoja del Valle sin duda, y lo podían notar en su extraordinario sabor.

Melyanna que esperaba en la mesa en la que habían quedado pronunció el nombre de la mediana en voz alta y las dos amigas se reencontraron con un fuerte abrazo.

Cargando editor
17/06/2016, 18:57
Matha Pieldegamo

-¡Por las canas de mi viejo padre! ¡Era cierto entonces! ¡Melyanna!- Exclamó Matha, quien no terminaba de creerse que aquello fuera cierto, y fue corriendo a abrazar a la joven que le correspondió el abrazo fuertemente. Entre ellas parecía haber un gran vinculo de amistad.

-Mi pequeña Melyanna... como has crecido, parece mentira que hayas cambiado tanto en tan poco tiempo. ¡Ya eres toda una mujer!

Cargando editor
19/06/2016, 19:48
"Aceroamargo"

El joven sonrió satisfecho, al ver el reencuentro de la hobbit y Lady Melyanna. Se quitó su capote encerado, y lo colgó de la pared donde ya reposaban su escudo y mochila, junto a su espada. Guardó el yelmo en la mochila, y trató de sacudirse el agua de encima, tratando de no perder la compostura. Aunque le pareció bastante extraño que una dama noble usase un ama de cría hobbit; quizá aquella costumbre fuese usual al norte de Arthedain, puesto que allí era donde moraban los medianos. Lógico, pensó el joven.

Acercó una silla al fuego, dispuesto a entrar en calor de nuevo y a secarse los ropajes. Echó un vistazo pero no vio a Corralera por ningún lado, "el mediano se olvida de mi pipa". Aunque no era asiduo de dar ordenes, el joven no estaba acostumbrado a repetir las cosas en demasía, la disciplina era estricta en la casa de su padre. - ¡¿Esa pipa viene o no viene posadero?!- Exclamó tratando de no sonar demasiado áspero, pues imaginaba que el hobbit tendría otros mil quehaceres. Casi al instante se percató, algo azorado, de que el mediano se encontraba junto a él, sosteniendo la pipa, con una sonrisa amable. El joven sintió como el calor subía a su rostro "¿Como no lo había visto? eran tan pequeños..." y murmuró unas torpes palabras de agradecimiento y disculpa a Corralera. Acto seguido echó una mirada a Rousson, que ya fumaba, cómodo y satisfecho, de su pipa. No prestó demasiada atención a Dimrod, sin duda los llamaría si los necesitaba.

El joven la encendió, e inhaló, sintiendo como un aire caliente, fragrante y áspero inundaba sus boca y sus pulmones. La primera vez expulsó el humo entre toses; ante las disimuladas sonrisas de alguno de los parroquianos. La segunda vez, ya lo hizo mejor. Pronto empezó a cogerle el gusto aquello; aunque para nada tenía el sabor que él había esperado viendo el aroma que desprendía la hierba y el humo, empezaba a comprender por que aquello era tan popular y apreciado entre las gentes de la región.

Cargando editor
20/06/2016, 23:55
Rossuon Pairaniar

Rossuon se había mantenido acurrucado en su silla, enrollado bajo su capa y agradeciendo el fuego cercano en cada oleada de calor. El dolor de su cuerpo se fue calmando, dormitando gracias a la confortable situación. Se hubiera estirado, poniéndose cómodo, si no temiera que el dolor acudiría al menor movimiento. No tardó en comprobarlo, cuando alargó el brazo para hacerse con la pipa tuvo que hacerlo con extrema lentitud. Una leve mueca asomó a su rostro, pero se tornó en una leve sonrisa cuando consiguió realizar el resto del movimiento sin la queja de sus músculos. 

Con la pipa en la boca, aspirando con parsimonia, se fue recostando contra la pared. Moviéndose en medida que su cuerpo se lo iba permitiendo. Aquel sabor le transportó a celebraciones importantes. A sus años en la ciudad. A festejos. A risas. A la comodidad. A la vida sin preocupaciones. Tendría que hacerse con más de aquellas hojas. 

Observó el reencuentro entre Melyanna y Matha. Muy conmovedor. Se rió por lo bajo y se giró, no le interesaba. Quería disfrutar aquel momento, aquel respiro en su calvario. O quizás se plantease quedar allí para siempre... Fuera como fuera, el joven noble parecía más contento y no tardó en pedir otra pinta de cerveza. Eso también ayudaba con el dolor. 

Cargando editor
21/06/2016, 01:38
Aeth Umbradacil

Al entrar de nuevo en la posada, Aeth fue incapaz de evitar detenerse un instante a contemplar el reencuentro de aquella mujer de tan baja estatura con la dama a la que escoltában. Sin embrago, aquello no tenía que ver con la emotividad de la situación, aunque sí que le provocaba una punzada de incomodidad y de, aunque nunca lo admitiría ni siquiera para sí mismo, envidia. En realidad sentía curiosidad por cierta idea que le había rondado la mente al ver por primera vez a la tal matha. - Si esta mujer ya cuidaba de la dama de niña... ¿cuántos años debe tener a pesar de su apariencia y su altura? -

La llegada del primer y escandaloso estornudo interrumpió sus pensamientos; necesitaba calentarse. Apartó de su camino a una de aquellas sonrientes personas bajitas cargada de pipas de tabaco y se dirigió hacia la chimenea. No se molestó en volver a la mesa tras quitarse la capa mojada, simplemente se sentó en el suelo frente a las llamas y allí se quedó, frotándose las manos mientras el calor le devolvía la vida a sus fríos músculos y huesos, con apenas una fracción de su atención puesta en la conversación de sus empleadores.

Cargando editor
21/06/2016, 21:53
Director

Una nueva ruta

Turno 1

La dama Melyanna dejo de perturbarles con sus caprichosas peticiones y dedicó su tiempo al reencuentro con su vieja amiga y antigua sirvienta, Matha. La mediana y ella se sentaron en una pequeña mesa y estuvieron hablando y poniéndose al día durante horas: rieron, lloraron, se abrazaron, recordaron viejos tiempos y comieron juntas. Mientras tanto el resto del grupo pasaba lo que quedaba de tarde calentándose, descansando y escuchando las canciones de los medianos y disfrutando de su cerveza y su tabaco. Cuando llegó la hora de la cena se sentaron juntos en una mesa y comieron el delicioso guiso de patata y carne que Harry Corralera les había servido; la carne estaba jugosa y las patatas eran de su propia huerta, además lo había sazonado con especias que había conseguido tiempo atrás a cambio de un barril de su hierba para fumar en un trueque con unos enanos, lo que le daba un toque delicioso a aquel plato.

Dimrod comió con ellos y les dijo que tras la cena se reunirían para informarles de las nuevas noticias. Durante aquella tarde en la que ellos habían descansado, él no había parado. Le habían visto hablar con varios extraños que se alojaban en aquella posada, aunque sin duda había tenido mucho más éxito entre quienes procedían de fuera, puesto que los hogareños hobbits nada querían saber de aventuras, lugares lejanos, ni nada de ese estilo. De todas formas, la fama de la hierba de fumar de Valle Largo congregaba a gran cantidad de personajes que llegaban desde los más diversos puntos de la Tierra Media, desde enanos hasta hombres. Y ninguno de ellos desaprovechaba la oportunidad de hacer un alto en su viaje y llenar sus pulmones con el denso humo blanco.