Partida Rol por web

Aceroamargo aceptó la comida ofrecida por Galastel y saboreó el vino, lo cierto era que a él le pareció un Dorwiniom más que aceptable. Quizá hacia demasiado tiempo que solo bebía agua sucia en los caminos y cerveza de barril en las posadas del ídem.

- Debe ser un buen amigo si os arriesgais a tal viaje en estos días tan solo para hacerle una visita.- Posiblemente hubiese algo más que Galastel no quisiese mencionar, pero el joven no lo juzgó por aquello, al fin y al cabo eran prácticamente desconocidos y él estaba haciendo lo mismo.- En cuanto a Dimrod, puedo decirle lo que se, ni más ni menos: Que sois un maestro con las cartas, un buen conversador y que sabéis apreciar un buen vino. Más allá de eso, no os conozco. Aunque dais por sentado demasiado rápido que el rumbo que seguimos ha de servir a vuestro viaje. En cuanto a historias y entretenimiento, ya hay un bardo que camina con nosotros, si queréis haceros valer más os valdría hablarle de vuestra amistad con los elfos de Rivendel; es difícil desconfiar de un amigo de los elfos.

Una torva mirada de Gramj, que compartía una cerveza con Tund al otro lado de la sala, le hizo ver que tal vez a ojos de los demás miembros de la escolta tal vez estuviese hablando demasiado, aunque estuviese poniendo mucho cuidado en no revelar nada relevante. El joven apuró el vaso de vino, levantándose.

- En cuanto a la dama, poco o nada se de ella, salvo que he jurado protegerla y que ningún mal o desgracia ha de llegarle mientras mi espada esté de guardia. Temo que he de retirarme ya, maese Galastel. Os deseo suerte si habláis con Dimrod, y si no, también. Que vuestros pasos os llevan a vuestro destino sano y salvo. Buenas noches. Ha sido agradable disfrutar de un Dorwinion en buena compañía.

Dicho esto, el joven se retiró a la habitación común, a descabezar un sueño hasta que llegase su turno de guardia.

Apuró so jarra, un poco de mala leche y añadió: - Si, nosotros también tenemos que ir apagando. ¿Verdad hermano? Y se puso pronto a la altura de "Aceroamargo" tras palmear al hermano en el hombro y soltar las monedas para pagar.

- Un tahúr vive de la mentira, el engaño y como espías son muy usados. A lo mejor la vena desconfiada enanil, o su espíritu de antiguo soldado, o vete a saber qué, le hacía desconfiar de ese "gambito". Su voz rasposa, por varias razones, fue amainada, poniendo la mano sobre sus bigotes. No quería llamar demasiado la atención, y quería poder comentar con el compañero antes de ... irse a dormir.

le digo al posadero cuando viene a recoger las monedas:- VIsto lo visto parece que hay que retirarse, tenga una buena noche señor.
Despues alzanco a Aceroamargo y a Gramj y subo con ellos a la habitacion comun para dormir lo justo hasta que me toque la guardia correspondiente.

-No sólo es un buen amigo, es como un hermano para mí. Y me temo que de no apurarme para verlo antes de que el invierno se encrudezca y la guerra asole el Norte que no podré despedirme de él, pues su tiempo en este mundo se agota. –Reveló el tahúr con unas notas de amargor en sus palabras y en el gesto de su rostro.

Galastel se levantó en cuanto Aceroamargo mencionó que debía irse y con una amable sonrisa y unas cordiales palabras se despidió de él, derrochando cortesía y amabilidad. Hizo una breve inclinación de cabeza a modo de reverencia y tras estrecharle de nuevo la mano al numenoreano añadió.  

-Un placer, maese Aceroamargo, mi buen compañero de vino. Haré caso de vuestro consejo y hablaré con Dimrod.

Tras ello Galastel retomó su asiento y despejó la jarra de vino de la mesa haciéndola a un lado. Colocó el mazo de cartas de nuevo en el centro y alzó la vista para encontrarse con los cuatro parroquianos que le observaban atentamente, con una sonrisa y un gesto pausado de la mano señaló la bajara y los invitó a sentarse a jugar. Los cuatro hombres se giraron al unísono en dirección contraria y clavaron sus miradas en el fondo de sus jarras.

Turno 4

Las habitaciones de la posada se encontraban en el piso superior. La madera de la escalera rechinaba con cada paso que se daba sobre ella, y un escalón especialmente suelto crujía como la cofia de un viejo barco. Desde el pasillo que daba acceso al resto de las habitaciones se podía escuchar la sinfonía de ronquidos que procedían de estas. La habitación común donde pasaron la noche contaba con varias estrechas camas provistas de colchones de paja que no eran tan cómodas como las que tenían a su disposición Melyana y Matha pero sí que eran mejor que el duro y frío suelo de la tenebrosa torre donde habían pasado la noche anterior.

La lluvia había decidido terminar la tregua de esos días con otra fuerte descarga y pudieron escuchar las gotas caer violentamente contra el tejado de la posada y golpear los cristales. Sin duda debían agradecer encontrarse a cubierto en esas circunstancias.

Tal como habían establecido, Dimrod y Eoden hicieron la primera guardia, que fue aprovechada para terminar de definir la ruta del día siguiente mientras el fuego de la chimenea se consumía y todos los presentes en el salón común iban ocupando sus habitaciones, incluido el joven Tahúr Púrpura. Durante su turno de guardia no ocurrió nada relevante así que antes de ir a ocupar su habitación, Eoden se encargó de desertar a los siguientes para el segundo turno.

- Un tahur tramposo, en todo caso, maese Gramj. Uno honrado debe vivir del azar y su habilidad. Y jamás me mezcle con espías, por lo que poco se de eso.- Contestó amablemente al enano mientras subían a las habitaciones en busca del sueño reparador.- Pero creo que este Galastel, es algo más que un simple tahúr, no creo que se gana la vida con las cartas. Ahora, no se si esto es bueno o malo. Bien podría tratarse de alguien con malas intenciones escondido tras una lengua de miel, o de un buen hombre tratando de llegar a Fornost para dar el último adiós a un buen amigo... Temo que no soy un buen juez, que Dimrod decida.

-Decidme, ¿finalmente se decidió si haríamos guardia también fuera de la posada, bajo la ventana de lady Melyanna?

- No puedes juzgar a un arriero por el color de su saca, ni por como habla, pero si no conoces sus actos, aviate antes de sentirlos. Era un dicho muy desconfiado, pero así tenía que ser. Así eran los hermanos de la piedra.

- Eso, compañero. (Se refería a donde montar las guardias)Se mesó la barba pensativo. - Habrá que preguntarlo a quién organizó la vigilancia, maese "Aceroamargo".

Al escuchar sobre las guardias digo:- Eso lo propuse yo, pero no tuve respuesta, así que no sabría decirte, así que serán los primeros que hagan la guardia quienes decidirán.

Pues segunda guardia al canto.

Gramj,!, vamos pues, protege el pasillo, y si hay peligro, avisa al resto. Yo entrare!, dije rápidamente mientras subía las escaleras y abría de golpe la habitación de Melyanna, momento en el que miraba desde la entrada de la habitación para ver que me encontraba...

Mithdúlin se despertó, al igual que los demás, sobresaltado. Una vez que cobró consciencia y se percató de lo que estana sucediendo, se levantó en el acto. Había dejado sus pertenencias preparadas, previendo una eventualidad como aquella, por lo que no tuvo demorarse en exceso a la hora de verstirse.
La expresión de Dimrod auguraba, ya desde el quicio de la puerta, que no sucedía nada bueno.
Se apresuró a investigar la escena y en comprobar la ventana y, con sumo cuidado, la herida de Martha.

—¿Qué hora es, Dimrod? ¡Es posible que todavía podamos alcanzar a quién haya hecho esto! — exclamó el bardo, preocupado.

Había dormido poco, pero lo suficiente para estar alerta. Calculaba que debían haber pasado sobre cuatro horas desde que se había acostado.

Dimrod, visiblemente alterado, hablaba de forma precipitada señalando a la ventaja y haciendo gestos apresurados para que se acercaran a ella.

-¡Alguien se ha llevado a Melyanna! – Exclamó nervioso, -¡Eoden ha salido por la ventana siguiendo a los raptores! ¡Rápido!.

Al asomarse por la ventana pudieron ver a Eoden corriendo bajo una fuerte lluvia justo cuando doblaba una esquina. La ventana estaba rota, aunque la habían abierto de par en par. Un gancho sujeto con una cuerda descendía desde allí hasta el suelo del exterior, sin duda por donde habían subido los captores. Si querían perseguirles y rescatar a Melyanna tendrían que actuar rápido y descender por allí a pesar de que la intensa lluvia dificultaría enormemente la maniobra. 

Aceroamargo se despertó tenso ante los golpes en la puerta y los gritos de Dimrod. Por instinto, llevó la mano hasta la espada que descansaba junto al cabezal de su cama y la desenvainó, temiendo un ataque. En cuanto enfocó la vista, se dio cuenta de que estaban en la posada de Bree, y que Dimrod gritaba que habían secuestrado a Lady Melyanna.

- ¡Por los Silmarils y el Juramento! ¡¿Es que nadie estaba vigilando las ventanas?! - Vociferó con enfado el joven Numenorean. Recordaba haber hablado de aquello justamente con los dos enanos antes de ir a acostarse.

Una turbia sospecha oscureció su corazón, aquel maldito tahúr había preguntado por la dama la noche anterior; aunque Aceroamargo había tenido el tino de no decirle nada. "Si ha tenido algo que ver, juro que le haré tragar la baraja entera, carta a carta, por las blancas torres de Armenelos que lo haré". ¿Quien más sabía que estaban allí alojados? El posadero, los soldados que los habían guiado hasta allí, los parroquianos de la noche anterior... ¿Alguien les había estado observando cuando habían entrado en Bree? Todos se habían mostrado desconfiados en la aldea y habían vigilado sus espaldas, más aún Umbradacil, con su fardo del tesoro a sus espaldas; pero nadie parecía haber visto nada sospechoso.

No había tiempo que perder, mucho menos en ponerse la armadura. Aceroamargo se echó su espada con su vaina a la espalda, lo mismo que el escudo y, corriendo, se dirigió a la ventana, bajando de un salto, descolgándose con la cuerda que había dejado el secuestrador. "Quiera Eru que no me rompa una pierna, y que el resto sea precavido y deje a alguien vigilando los cofres; tal vez esto solo sea una distracción"

Cuando Thund subió y vio el percal de la misma empezó a decir por lo bajinis: - Ya lo sugerí joder!, o dentro de su habitación o debajo de la ventana, pero nada, nos pusimos en las mismas posiciones que la guardia anterior, la próxima vez haré lo que me de la gana joder, si es que hay próxima vez. al llegar a la ventana supo que se la pegaría seguramente, pues no era un gran escalador y estaba con armadura, pero era fuerte, con suerte aguantaría el peso y descendería rápido. y así lo hizo, se agarro fuerte y salto sujetando la cuerda para poner los pies en la pared y descender.

A Hunkel no le agradaba realmente Aeth, situación que quedo asentada tras los acontecimientos resientes, no obstante, tenía clara sus capacidades y lo fundamental que podría resultar para el grupo. -Aeth, rápido, los rastros se difuminaran con la lluvia en un instante, hay que darles alcance, y tu eres el mejor para ello. Rossuon, Gramj, hay que proteger nuestras pertenencias, colóquense sus armaduras lo mas rápido que puedan y cargaremos con todo tras el resto- El enano realmente no confiaba en la situación y prefería no correr como locos tras la presa, con los mas rápidos del grupo bastada, además, Thund era muy duro y ya iba tras de ellos.

Mithdúlin observó la habitación y no le costó mucho realizar una suposición sobre lo ocurrido allí, seguramente los captores entraron en la habitación y forcejearon con Melyanna y Matha, tras dejar inconsciente a la mediana descendieron por la cuerda que habían tendido a través de la ventana. El elfo no pudo averiguar mucho más de lo ocurrido, pero supuso que la dama habría tenido que revolverse con fuerza a juzgar por la silla caída y el espejo roto.

Aceroamargo y Thund no se detuvieron mucho tiempo a mirar la habitación lanzándose con premura hacía la ventana para descender por la misma cuerda que habían dejado allí los raptores de la dama. La fuerte lluvia convertía aquella acción en un peligroso reto, que se volvía todavía más difícil al sumar las prisas con las que debían actuar para dar alcance a aquellos bribones tras los que Eoden ya corría pisándoles los talones.

Aceroamargo se descolgó por la cuerda a una velocidad demasiado elevada y tuvo que hacer demasiada fuerza al abrazar la cuerda con sus brazos para frenar el descenso y evitar partirse algún hueso en la caída, lo cual le provocó un tirón muscular bajo el brazo que le dejó un dolor intenso y punzante durante unos segundos que dificultaba sus movimientos. Pero mucho peor fue el descenso de Thund, quien terminó aterrizando a demasiada velocidad y rodó un par de metros por el suelo. Afortunadamente no tuvo que lamentar ningún hueso roto pero sí que quedó tremendamente dolorido por el golpe. Unos cuarenta metros les separaban ahora de la esquina por la que Eoden acababa de desaparecer.