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La sombra del Norte

Capítulo 4: El Viejo Camino del Norte

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25/11/2017, 18:17
Rossuon Pairaniar

Rossuon hizo un aspaviento ante el agradecimiento de Aular. Pretendía quitarle importancia, pero las turbulencias de su mente le hicieron responder con brusquedad. Estaba tan inmerso en su propio debate interno que ni siquiera intentó buscar explicación a las semillas trituradas que le había lanzado. Se preguntaba cuántos quedarían en pie al acabar el viaje. Y al darse cuenta de que Aeth seguía vivo completó su pregunta: Y en qué estado. 

El joven noble captó trazos de la discusión entre Hunkel y Dimrod sin encontrarle mucho sentido. Sospechó que la reacción del enano hubiera sido distinta de haber rescatado a prisioneros de su misma raza, pero... ¿y si tenía algo de razón? No dejaba de existir cierto secretismo en aquel encargo. Aunque no fue capaz de descubrir algo lo suficiente extraño como para asentar sus sospechas y regresó a sus propios temores. 

El olor de la carne quemada de Aeth hizo retroceder al gondoriano. Se llevó la mano a nariz y boca y no tardó en apartar la mirada. Los gritos del dorwinrim hicieron que apretara los dientes, casi como si compartiera su dolor. Tan solo podía imaginarlo, pero no daría nada por cambiar su lugar. Y supo que tardaría en olvidar aquel momento. 

Cuando los prisioneros rescatados vinieron a dar las gracias no supo que decir. Se mostró ausente, sin llegar a escuchar sus palabras... El desenlace distaba mucho de sus sueños de fantasía. 

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26/11/2017, 18:12
"Aceroamargo"
Sólo para el director

- ¡No cedáis! - gritaba - ¡Aguantad! - alentaba a sus compañeros viendo que al menos habían podido retenerlos.

Mientras Aceroamargo se preparaba para un nuevo lance de aquel enfrentamiento. Los orcos eran fuertes, y mas rápidos de lo que el había pensado, pero el era un aguerrido soldado, y no dejaría que aquellos infectos seres lograsen superarlos. Por supuesto no podía hablar por todos, apenas los conocía, aunque estaba seguro que unos hombres elegidos por Brazoafilado, darían la talla.

Su espada volvió a surcar el aire en busca de la negra carne. Pero Tan preocupado estaba por la dama Melyanna y la posibilidad de ser vencido que sus golpes eran demasiado débiles. Tenia que tener clara la situación y sobre todas las cosas aguantar. Sus compañeros llegarían antes o después.

 

- Tiradas (3)
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26/11/2017, 19:01
Director

Los orcos estaban logrando hacer retroceder a los hombres de Elacar y al propio Aceroamargo, quienes paso a paso iban cediendo terreno ante las acometidas de las criaturas. Pronto tendrían las carretas a la espalda y al resto de gente a la que estaban defendiendo, y si ellos caían, ya nada se interpondría entre los orcos y aquellas gentes. Nada habría entre la cimitarra de un orco y el cuello frágil y delicado de la dama Melyanna.

El propio Aceroamargo sintió la cimitarra de una de esas criaturas golpeándole en el cuerpo cuando tras cruzar un par de golpes con él, su rival logró colar la curvada hoja bajo la defensa del numenoreano. Afortunadamente la armadura de Aceroamargo era una cota de malla de buena calidad que le salvó de peores consecuencias, aunque notó el dolor del golpe en sus carnes.

Aceroamargo contraatacó devolviendo el golpe, pues a pesar del dolor había logrado una buena posición para buscar los lados más débiles del rival. Pero había llegado casi sin aliento por el dolor y su golpe fue poco contundente, alcanzando al orco en el lateral del cuerpo pero procurándole similar daño del que él había recibido. La contienda se mantenía igualada.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Pierdes 5 pv.

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28/11/2017, 01:37
Yulma Tarmaelen

Cuando pudo dar por terminada la operación, Yulma suspiró con alivio. El olor le trajo recuerdos desagradables. No pudo evitar dirigir una mirada sentida tanto a Dimrod como a Elacar, pues sabía que ellos habrían vivido situaciones parecidas —en especial el segundo; y muy de cerca, por desgracia—. 

Ayudó a algunos hombres de Brazoafilado a cargar con el cuerpo de Aeth. Era tan pesado y robusto como la elfa había imaginado, pero no le costó sostenerle. Una vez en la carreta, tuvo que dar indicaciones para colocarle de tal modo que pudiese descansar y que el muñón reposaba cómodamente. Intuyó que sería un duro golpe para un guerrero como él, aunque insistiría en quitarle importancia.

Una vez terminó con el Dorwinrim, regresó con el resto de compañeros para atender a las personas que habían sido apresado por los orcos:

Se encuentran bien, ¿hay algún herido? —le preguntó a Dimrod y al resto.

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28/11/2017, 12:20
Aular Robleviejo

El gondoriano pareció no entender el gesto de las semillas, tanto le dio a Aular, partió a buscar algo para calmar el dolor. Tras estar un rato buscando hierbas pareció no encontrar nada, con gesto serio se volvió hacia el resto del grupo. Aeth gritó fuerte hasta volver a callar.

Aular miró hacia la espesura esperando aparecer algo pero quizá los orcos fueran lo suficientemente prudentes como para no volver, quizá… A su espalda escuchaba gestos de agradecimiento, pero Aular sabía que la principal razón que había tenido para acabar con ellos era el odio a los orcos, por encima de la ayuda. Como pareció que no venía nada Aular volvió a tiempo para ver como cargaban al dorwinrim, —es solo un rasguño —dijo Aular respondiendo a la pregunta señalándose la herida, le molestaba pero no era momento de ponerse exquisito cuando a un compañero le habían cercenado un brazo.

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28/11/2017, 22:07
Thund

Cuando Aeth se relajó de nuevo fruto de la incinsciencia, el enano relajó su presa sobre su hombro, el inconfundible olor a carne quemada se le habia adherido firmemente en las fosas nasales, espiró bruscamente a traves de ellas en un vano intento de despejarse, pero sin duda incluso su barba habria retenido el maldito olor.

-Tendré que lavarmela cuando lleguemos a algun refugio seguro, si es que aún existe uno de esos tan al norte.

Evitó a los rescatados y caminó pesadamente camino a la caravana, oscuros pensamientos se agolpaban en su mente, pues solo la parte "facil" del viaje cubierta, el precio pagado comenzaba a resultar demasiado oneroso.

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30/11/2017, 07:53
Gramj Haïa

La cauterización era desagradable, tanto para el que la ve, como para el que la sufre. El que la realiza ha de tener una fortaleza mental ... tan buena ... que es cosa de decisión y valor realizar aquella salvajada. Lo había visto antes en más de una batalla. Tras finalizar. Era una manera "salvaje" de salvarle la vida a más de un herido, pero normalmente este, tras ... el combate ... se transformaba en un tullido. Sin una pierna, mano o vete a saber que miembro. Cuando eran cicatices profundas o pérdidas menores (orejas) quedaba ... marcado. Pero lo peor era cuando ya no se podía valer por si mismo.

Se sentía apenado. No entendía como esas alimañas eran capaces, con su poca capacidad de todo, inteligencia y nula organización social, podían generar, producir y distribuir armas tan sumamente eficientes. Había algo que no comprendía, y estaba claro que en algo estaba equivocado. ¿El qué?

Por lo menos pensaba ... en esas cosas ... para abstraerse de lo que sucedía a pocos centímetros de si. Evitando sensaciones nauseabundas y pensar en el olor que su bigote no era capaz de retener.

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01/12/2017, 07:56
"Aceroamargo"

Aquello no iba bien, y no mejoraría si no lograban terminar con los enemigos. Por el momento todo se reducía a un intercambio de golpes entre los orcos y los defensores de la caravana, pero cuando Aceroamargo fue alcanzado por el romo filo de la cimitarra de su oponente, temió que no fueran capaces de detener la incursión.

Era un soldado, y como tal daría su vida ante la posibilidad de que el mal triunfara. La sola idea de ver a Melyanna caer bajo las armas orcas le revolvía el estomago. Tenia que sobreponerse y terminar con aquello. Sin embargo, su preocupación no parecía dejarle elaborar un buen ataque, y comenzaba a descuidar su propia protección.

- Tiradas (3)
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01/12/2017, 20:30
Hunkel Saeta de Hierro

Hunkel dio la espalda a Dimrod, era posible que tuviera razón pero en dado caso la situación era aun peor pues lo hacia ver como unos incompetentes, tanto que era casi igual mejor quedarse en casa y no arriesgar así sus vidas. De cualquier modo, Hunkel se retiró sin decir mas palabras y se obligo a ver lo que le sucedía a Aeth, y no por que le estimara, sino por respeto y por que sin duda no había dado lo mejor de si en el resiente combate. Respecto a los prisioneros, se limitó a asentir, el poco había hecho como para aceptar aquellos agradecimientos, y lo cierto era que igual morirían mas tarde en algún otro lugar. Aquellas tierras ya estaban perdidas, o al menos así lo sentía él.

Ahora no que daba mas que continuar con aquel viaje, de nuevo bajo el resguardo de aquella caravana y de nuevo lleno de preguntas. Pero que podía ya hacer, era tarde para arrepentirse, el solo morirían aun con mayor facilidad que la muerte de otros en el pasado. Además, se sentía atraído por la idea de corroborar el que Dimrod realmente no les estuviera mintiendo, pues si era así, lo tomaría como un agravio.

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02/12/2017, 12:25
Rossuon Pairaniar

Los pensamientos del joven noble se fueron haciendo a un lado cuando los golpes recibidos reclamaron protagonismo. Sintió su cuerpo dolorido y empezó a contorsionarse para descubrir los puntos concretos. Posó su escudo en el suelo, levantó su armadura y vio las contusiones. Por suerte la hoja del orco no había probado su piel. 

- He estado mejor... - respondió a Yulma mientras estudiaba sus moratones. Tocaba aquí y allá para hacerse una idea de la gravedad, poniendo cara de dolor y soltando algún leve quejido. La amarga situación le contuvo para no alzar la voz. No tenía nada comparado con el brazo perdido de Aeth. 

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05/12/2017, 21:40
Melyanna Forestel

Aceroamargo sentía la presión de aquel importante combate, sabía que si fallaba en aquellas circunstancias todo estaría perdido. Melyanna sería la primera victima a lamentar de un nutrido grupo de civiles y hombres y mujeres indefensos a los que los orcos no tendrían reparo en acuchillar para robar todo lo que pudieran antes de que el resto de soldados regresaran. Los pensamientos funestos en la cabeza del numenoreano jugaban en su contra, y una vez más su ataque se convirtió en un pobre golpe que el orco con el que se enfrentaba no tuvo dificultad en esquivar.

El orco alzó la cimitarra para contraatacar y Aceroamargo ya se temía lo peor, pues al contrario de lo que le estaba ocurriendo a él, los ataques de su rival eran cada vez más precisos. Sin embargo, una daga de hoja delgada atravesó su corazón desde un costado. Quien la empuñaba no era otra que Melyanna. Aquella a la que en principio Aceroamargo debía defender y salvar, era la encargada ahora de salvarle la vida. Su gesto envalentonó al resto de civiles, que vieron en la dama la inspiración suficiente para hacer también algo en ayudar a sus defensores. Cogieron piedras y las tiraron contra los orcos que aventajaban en número a los soldados, lo que permitió distraerlos lo suficiente como para que los soldados ganaran terreno en el combate y les infligieran heridas mortales. Aquellos orcos que no murieron, huyeron tan rápido como podían mientras una lluvia de piedras les perseguía tras de sí.

-¿Estáis bien?. -Le preguntó la dama con la daga todavía teñida de la oscura sangre del orco.

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06/12/2017, 19:21
"Aceroamargo"

Aceroamargo se giro cuando su oponente cayo muerto. Melyanna estaba junto a el, con su cuchillo ensangrentado.

- Si... - contestó algo confundido - Estoy bien, muchas gracias - quiso agradecer mientras trataba de asimilar lo sucedido

Cuando casi habían sido superados, la actuación de la dama y del resto de civiles, logro hacer huir a los orcos. Los que no murieron ahora se alejaban a toda prisa de allí. El gondoriano sabia que no debían perseguirlos, tenían que mantener su defensa de la caravana, aunque había comprobado que eran mas de lo que aparentaban, verdaderos luchadores.

Una vez se hubo tranquilizado todo, y sin dejar de estar atento al posible regreso, fue junto a la muchacha.

- Una vez mas, agradezco vuestra intervención - dijo esta vez sonriendo - Parece que le han enseñado bien como manejar un arma, buen trabajo - añadió - Tal pueda enseñarme - bromeo.

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09/12/2017, 18:19
Melyanna Forestel

Melyanna soltó una risita tras la broma de Aceroamargo. Una risa despreocupada y jovial, como si a su alrededor no se estuviera recrudeciendo el invierno con la amenaza siempre presente de la guerra y los orcos atreviéndose a internarse cada vez más al sur. La risa de la dama estaba cargada de la inocencia y la alegría propia de la juventud, algo que para el numenoreano ya quedaba bastante lejos a pesar de su corta edad. Había olvidado como era escuchar a una muchacha reírse de aquella manera.

-Gracias. Fue Dimrod quien me instruyó. -Le respondió. -Mi padre insistió en que debía estar preparada por si me tenía que defender. - Dado los tiempos que corrían aquello que otrora hubiera sido una rareza excéntrica, ya no lo parecía tanto. -Deberíamos quitar a esta alimaña del camino... -dijo pateando al orco muerto.

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09/12/2017, 18:29
Director

Transcurrieron varios minutos más hasta que el grupo de hombres que había incursionado en el pequeño bosque de pinos regresará. Una columna de humo negro se alzó sobre los árboles a sus espaldas, era la hoguera donde ardían los cadáveres apilados de los orcos vencidos. Junto con los hombres de Elacar caminaban, a duras penas, malheridos, y casi vencidos por el terror y el frío, el grupo de personas que habían conseguido liberar de las garras de esas viles criaturas. Eran hombres, mujeres e incluso niños que habían pasado por un calvario terrible, algunos mutilados o con terribles heridas víctimas de torturas impensables. Cansados y arrastrando los pies, o tambaleantes y temblorosos, caminaban tras el grupo.

Habían derrotado a los orcos, a pesar de que la emboscada no fue del todo silenciosa como pretendían y tuvieron que entablar batalla contra ellos. Aquellos que no habían sido eliminados huyeron poniendo tierra de por medio al verse vencidos. Al margen de pequeñas heridas y contusiones, nadie resultó gravemente herido salvo Aeth Umbradacil. El dorwinrim había sufrido la amputación del brazo izquierdo a la altura aproximada del codo. En aquellos momentos se encontraba inconsciente y tenía que ser transportado entre dos hasta la caravana.

En la caravana, los orcos que habían huido al principio del combate del claro, habían llegado hasta allí con la pretensión de saquear lo que pudieran antes de darse a la fuga. Pero Aceroamargo y el resto de hombres que quedaron para proteger a los civiles que viajaban con ellos habían podido repeler el ataque sin muchos problemas. Tres cadáveres de orco yacían junto a las carretas, el resto habían huido al verse aventajados.

Cargaron a Aeth en la caravana donde Matha todavía seguía renqueante de su enfermedad, lo cubrieron con mantas para que no perdiera el calor y le dejaron descansar. Elacar, quien había mostrado gran arrojo y destreza en el combate, ordenó a uno de sus hombres que tomara un caballo y escoltara a los prisioneros liberados hasta el puesto de guardia más cercano, el cual habían atravesado horas antes aquella misma mañana. Una vez allí, los soldados ya se encargarían de ayudar a aquellas personas a regresar a Bree, donde estarían a salvo. Sin mayor dilación, la caravana se puso de nuevo en marcha.

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09/12/2017, 19:10
Zôri

Un joven muchacho de pelo oscuro y aspecto burgués que viajaba con la caravana, y al que ya habían podido ver en alguna ocasión junto a la hoguera escuchando con atención los relatos de Galastel durante las noches, se acercó hasta ellos para ofrecer sus servicios como curandero. Pues era a eso en lo que se dedicaba en la ciudad de Fornost. Se llamaba Zôri y Elacar había dejado que se uniera a la caravana a cambio de sus servicios como curandero a pesar de viajar sólo y no poder sumar escolta, uno de los requisitos del grupo.

-¿Algún herido? ¿Estáis herido? ¿Alguien necesita que trate sus heridas? -Zôri se ofrecía uno a uno a todos los hombres de Elacar para sanar sus heridas. En cuanto vio a Aeth se dirigió rápidamente hacía él, pues era quien se encontraba en peor estado. Se aupó a la carreta donde le habían subido y examinó la atención que le habían dado en el claro para frenar su hemorragia.

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10/12/2017, 08:45
Gramj Haïa

Gramj no reconocería que sus cuerpo había sido golpeado. Su orgullo era mucho mayor que su dolor. Además, no sangraba, así que lo dejó estar. Además, su armadura, a pesar de tener ahora un par de bollitos, no había cedido. Estaba bien, así que con un gesto de la mano, "espantó" al muchacho, para que atendiera a quién lo necesitara.

No había sido un combate limpio. Con los orcos nunca lo era. Siempre había que lamentar algún daño. Solían viajar en manada, y muchas veces su número era una de sus mayores bazas. Esas y con todo, habían repelido a la patrulla y desperdigado a los supervivientes. Aún tardarían en replegarse y formar filas otra vez. Además, si habían conseguido "cazar" a su líder, sin una "fuerza" que los agrupara, primaría los amiguismos y la individualidad, y todo por hacer por regresar a su base. Además, habían rescatado a los prisioneros. Estaba satisfecho con el trabajo realizado.

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10/12/2017, 12:54
Yulma Tarmaelen

Yulma asintió, aliviada al ver que no había más heridos graves en su grupo. Sin embargo, eso no evitó que terminase culpándose a sí misma. Ella podría haber corrido una suerte muchísimo peor. En los últimos años había descuidado su entrenamiento, se sentía menos ágil y alerta. Para colmo, la magia no fluía por ella como antes. Había entrado en la compañía para cumplir la última voluntad de su mejor amigo, pero, ¿sería capaz en aquel estado? Debía prepararse y ayudar en todo lo posible para no resultar un estorbo y lograr que el bardo descansase en paz.

Son muchos los heridos para un solo hombre, ¿necesitáis ayuda? —preguntó la elfa, acercándose a Zôri —Tengo cierta experiencia tratando enfermos.

El muchacho probablemente tendría más conocimientos que ella, pero deseaba ayudar a toda costa. También se sentía en deuda con Elacar por su valiente actuación en el campo de batalla. Además, gracias a él, podían viajar seguros dentro de un grupo bastante numeroso. Si aparecían más orcos, no tendrían problemas en repelerlos.

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10/12/2017, 23:38
Aular Robleviejo

Aular volvió acompañando al dorwinrim, aunque había taponado su herida, se notaba débil. Aún así permaneció cerca de la comitiva.

Al llegar no pudo evitar que la furia enrojeciera sus mejillas al contemplar restos de orcos, esos sucios animales habían salido hacia lo que pensaban sería una presa fácil. Se alegró sumamente que no hubiera sido así.

Al acercarse el curandero y posteriormente Yulma, Aular tomó una labor más secundaria. Se alejó unos metros, el bosque estaba ciertamente contaminado así que no se alejó mucho. Caminaba cerca del linde del bosque.

Aular esperaría a que hubiera atendido a los más necesitados antes de dirigirse a Zôri, para que le echara un vistazo en la herida. Ésta no presentaba gravedad pero si volvían a arreciar problemas el grupo necesitaría a todos.

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11/12/2017, 15:06
Thund

El enano se alegró de que esa pequeña emboscada de los orcos contra la caravana hubiese acabado sin problemas.
No había mucho por lo que alegrarse sin embargo, habían rescatado a un pequeño grupo, del que posiblemente no llegasen todos a ver la siguiente ciudad, sin bienes y mala salud tras el cautiverio y tan al norte, poco futuro tenían. Además del brazo de Aeth.

Se dirigió a las cercanías de la carreta donde viajaba la dama y espero a que la caravana reanudase el viaje, pues pensaba que los problemas no habrían más que aumentar confiorme más al norte viajaran.

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11/12/2017, 22:58
Rossuon Pairaniar

Rossuon recogió su espada del suelo y regresó cabizbajo a la caravana, inmerso en cavilaciones para las que no llegaba a encontrar una solución satisfactoria. Gruñó por lo bajo al ver los cadáveres de los orcos. Las historias habían exagerado poco su crueldad y vileza. 

Cuando el curandero ofreció sus cuidados el joven noble hizo una seña hacia Aeth, aunque ni siquiera hizo falta para que lo detectara por él mismo. Se llevó la mano a los golpes que había recibido. Podía esperar. Si hubiera sangre no se hubiera mostrado tan despreocupado, pero unos moratones no llegaron a alarmarle en exceso. Debía contentarse por mantener sus dos brazos.

En el momento que el gondoriano vio que Zôri quedaba libre, y sin otro herido que atender, se acercó para enseñarle los golpes. 

- ¿Hay que tratar esto? - preguntó desde su inexperiencia y mostrando una leve mueca de dolor.