Partida Rol por web

La sombra del Norte

Capítulo 4: El Viejo Camino del Norte

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05/01/2018, 10:11
Gramj Haïa

Estaba claro que habían hecho un buen trabajo, ya que habían emboscado a los orcos. Otra cosa es que el sigilo se hubiera "estropeado" en el momento más inoportuno, pero ... había estado bien ejecutado el ataque, la misión bien organizada y realmente eficaz.

Entendía que tras haber sido herido de gravedad, su enfado fuera inmenso ... pero esa emboscada había sido tan o más buena, que cualquier otra táctica. - Los orcos son soldados. No son gente que sea capaz de resolver un acertijo, pero no son idiotas. Cazarlos mientras descansan era el momento ideal.

Tenía que dejar que el compañero se desahogara. No estaba de acuerdo con él, pero ... tenía que dejarlo.

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08/01/2018, 19:42
"Aceroamargo"

Tras la escaramuza de sus compañeros, habían logrado acabar con el campamento orco, aunque habían pagado un precio por ello. Por otra parte, con muchos de los efectivos enzarzados en aquella incursión, la caravana había sido atacada. Por suerte, lograron repeler el ataque y hacer huir a los pocos supervivientes lejos de allí.

La caravana siguió su curso tras los enfrentamientos. Heridos, fatigados y nerviosos, avanzaron penosamente entre el barro y el pedregoso camino. En su camino vieron asentamientos, granjas, arrasados por el fuego. Tenían claros signos de haber sufrido un ataque por parte de los mismos orcos que el día anterior habían dado caza, una mera suposición que cobraba fuerza con la aparición de negros penachos en flechas clavadas en los restos. Habían acabado con aquella manada de agresores, no provocarían mas daño.

La comitiva continuo. Aceroamargo caminaba en silencio, con los ojos clavados en el horizonte, junto a la carreta donde Matha, Melyanna y sus compañeros heridos viajaban. Sin embargo estaba absorto, ido, meditativo. Caminaba temiendo la llegada de otros orcos, pese a que aquel basto grupo representaba un objetivo complicado, a la par que jugoso.

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20/01/2018, 23:22
Director

Las suposiciones de Elacar habían terminado volviéndose certezas con el regreso de los exploradores que había mandado al campamento arrasado con el que se habían encontrado. En efecto, tal y como suponía el líder de la caravana, aquello había sido obra de los mismos orcos a los que habían dado emboscado y vencido el día anterior para rescatar a los prisioneros, que muy probablemente fueran capturados en aquellas tierras quemadas y destruidas. Los penachos de las flechas eran idénticos a aquellos que habían dejado en su huida precipitada los orcos a los que habían vencido. En el campamento no encontraron mucho más, los restos apuntaban a que el asalto había tenido lugar dos o tres días atrás, ya no quedaba ningún superviviente y el fuego que había arrasado con todo ya ni siquiera humeaba. Tampoco encontraron indicios de que hubiese otro grupo de orcos rondando por allí cerca, pero de igual modo Elacar ordenó continuar la marcha. Aunque hubiesen vencido a aquellas criaturas, otro grupo similar podría dejarse caer por allí.

La caravana continuó su marcha dejando atrás el descorazonador lugar. Un cúmulo de nubes oscuras comenzó a formarse en el horizonte amenazando con lluvias. Caminaban hacía ellas, soportando un frío viento que les soplaba en contra, pues venía del Norte dificultándoles el paso. Los días cada vez eran más cortos y fríos, no tardarían en llegas las lluvias y los caminos se volverían demasiado embarrados para poder transitarlos. Y si las temperaturas seguían bajando así, era probable que cayeran copiosas nieves en los siguientes días. 

Para cuando Elacar dio el alto a aquella dura jornada, la oscuridad ya reinaba en el mundo aunque las nubes parecían haber pasado de largo sin descargar sobre ellos tormenta alguna. Nuevamente formaron un circulo con las carretas y se cobijaron junto a una gran hoguera. El cielo pareció despejarse para devolverles algo de esperanza a sus corazones dejando paso a la luz de una luna llena muy brillante. Galastel contaba historias junto a la hoguera, como los días anteriores. Aquella noche había elegido deleitar a su audiencia con el relato de Húrin y la desdichada historia de sus hijos.

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20/01/2018, 23:59
Elacar Brazoafilado

Cuando Elacar terminó de comprobar que las guardias se desarrollasen según lo convenido, y que sus hombres estuvieran despiertos y bien atentos a cualquier peligro que pudiera rondar pos las cercanías. Se acercó junto al grupo de la dama Melyanna, quienes terminaban de cenar al amparo socorrido de sus propias carretas, que les libraban de la mayor parte del viento que seguía soplando con fuerza.

-Aceroamargo, - le dijo al joven tras saludar al resto de los presentes, -la luna llena brilla en el cielo y tenemos la fortuna de que las nubes se hayan despejado. Puedo echarle un ojo a las runas de ese martillo que encontrasteis si así lo deseáis. -Le dijo recordando la conversación que habían mantenido un par de días atrás, cuando Elacar le preguntó sobre el martillo de la tumba de Anacar, uno de los espectros a los que se habían enfrentado. El capitán le había asegurado ser capaz de leer aquellas runas extrañas que no habían sido capaz de identificar y que decoraban la cabeza del arma.

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22/01/2018, 00:17
Aular Robleviejo

Cierto grado de satisfacción se adivinó en el rostro de Aular cuando los exploradores confirmaron que los orcos vencidos el día anterior eran los mismos que habían provocado esto. Cuando se reanudó la marcha Aular estrujó el penacho que había cogido del suelo con furia hasta despedazarlo y arrojarlo al bosque mientras murmuraba unas palabras. A continuación lanzó algo de una de sus bolsas y cerró los ojos durante un segundo.

Remugó al observar las nubes arremolinarse en el horizonte, contaba con buena protección pero no tanto como para transitar por la nieve, debíamos apresurarnos.

A la noche, escuchó el relato de Galastel mientras masticaba algo de carne en salazón, —vaya relato tan tétrico de los dioses antiguos —reflexionó para sí. Negó con la cabeza sacudiendola, se levantó sin terminar de oír el relato y se acercó a ver como estaba el compañero malherido para ver si necesitaba alguna cosa. Sabía que podía recibirlo con algunas malas palabras, ya lo hizo el día anterior, pero en aquel momento necesitaba nuestra ayuda. —¿Cómo os encontráis hoy? Acostaos pronto, el tiempo está empeorando y no debe pillaros el viento. Dicen que los cambios de tiempo no son buenos —.

Después se giró a contemplar el bosque, así estuvo un buen rato hasta que se acercó Elacar. Se le erizó el bello al escuchar lo que decía —ese arma era de los espíritus, si no los dejáis descansar os perseguirán —tras sus palabras se levantó y cogiendo unos de sus collares musitó algo mientras movía las manos en posturas extrañas, negó con la cabeza, —no, no —pareció responder a alguien. Después resopló y se sentó en una piedra sin perder ojo de lo que hacía Elacar, aquello era peligroso sin duda.

- Tiradas (1)
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22/01/2018, 12:29
Thund

El enano resopló cuando se confirmó que la banda de orcos que se había derrotado el día anterior era la culpable del desastre que observaron en el campamento quemado, al menos, pese a haber sido un movimiento no exento de riesgos innecesarios, había servido como venganza, aunque matar orcos nunca necesitaba más excusa para su raza que todas las afrentas pasadas, de las cuales sus registros estaban llenas.

Atendió aunque algo apartado al relato de Galastel, mientras pasaba el trapo aceitado sobre su yelmo con aire ausente, la humedad era mala para el metal.

Siempre sin perder de vista a la dama o en su defecto al carromato donde estuviese ella.

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23/01/2018, 00:11
Aeth Umbradacil

Torpemente, aquella noche Aeth intentaba tomar los alimentos que Zori le había permitido comer sin dejarse ayudar por nadie; aún estaba débil como para levantarse y andar, pero ya no le temblaba el pulso y podía incorporarse de modo que no se quedase simplemente mirando al cielo todo el día. Una pequeña mejora.

Aeth sabía que no podía mandar al cuerno al sanador y los demás cuando lo asistían, peor la mitad del tiempo deseaba que lo dejasen en paz. Cuando se le acercó el mendigo de Aular aquella noche no fue distinto. - Daría aplausos de alegría por mi rápida recuperación, amigo mio. - respondió a su pregunta tiñendo sus palabras con tanto sarcasmo como fue capaz. Le habría respondido también con más furia sobre el viento, pero aquél consejo le había parecido tan absurdo y falto de importancia en su situación actual que simplemente pudo mirarle con cara de haberse tragado una fruta amarga sin que se le ocurrieran palabras lo suficientemente burlonas como para expresarlo.

Fuera como fuese, aquella noche no lo apetecía dormir. No había hecho otra cosa desde que se despertase en el carromato, y por primera vez desde entonces no le dolía horrores todo el cuerpo; además, parecía que Elacar había visto algo en el martillo del túmulo, y Aeth sentía curiosidad por lo que tuviera que decir sobre aquella reliquia olvidada.

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23/01/2018, 18:21
"Aceroamargo"

El gondoriano se sentía aliviado de haber dejado atrás el campamento orco que habían encontrado. No era un peligro, no había enemigos cerca, pero por alguna razón no se sentía calmado cerca de semejante demostración de salvajismo. Alejándose de allí, la caravana volvía a estirarse a medida que las ultimas carretas se iban quedando atrás. Nada que la diligencia de Brazoafilado no pudiera solucionar. Achuchando a los rezagados y ralentizando levemente el ritmo de la cabeza, consiguió una homogeneidad que ofrecía mayor seguridad a la comitiva.

La noche llegó, y con ella un cielo despejado y una enorme luna llena que iluminaba con su tenue luz todo alrededor. De nuevo formaron un circulo con los transportes, y se encendió una gran hoguera en el centro, rodeada de muchas mas de menor tamaño. Grupos aquí y allá se calentaban con sus llamas mientras cocinaban, mientras que en el gran hogar, se agolpaban los curiosos para escuchar a Galastel. Parecían no cansarse de sus historias.

Elacar, amablemente, se ofreció a echar un vistazo a las runas del martillo que aun llevaba encima.

- Claro, será un placer tratar de descubrir el misterio que hay tras ese arma, estoy intrigado - le contesto animado el soldado - Pero antes, si me lo permite, cenare algo con los míos y me asegurare de que todo esta en orden - anuncio - Tras la cena, compartiremos el fuego - dijo tratando de ocultar su entusiasmo antes de retirarse.

Tras cenar algo rápido junto a Melyanna y Dimrod, se disculpo para acudir a su cita. Mientras se dirigía hacia allí, trato de conseguir una botella de algún licor entre los viajeros, malo seria que alguno de ellos no tuviese alguna bebida espirituosa a mano.

Cuando llegó junto a la hoguera en la que Brazoafilado reposaba, saco el martillo y la botella de... bueno, ni siquiera sabia de lo que era - No vengo con las manos vacías - dijo tendiendo la botella al curtido capitán y dejando el martillo cerca de el - Bebamos - invito a que la abriese.

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24/01/2018, 02:10
Yulma Tarmaelen

Yulma se sintió aliviada tras las noticias de los exploradores de Elacar. Sentía bien saber que habían vengado a las gentes de aquel pueblo, pero todavía no podían bajar la guardia. La sombra siempre acecha en cada rincón, y las tierras hacia donde viajaban no serían una excepción.

Como había pasado los últimos días tratando a los enfermos, decidió pasar la cena charlando con Dimrod, Melyanna y Matha. Había combatido junto con los otros miembros del grupo, pero sentía curiosidad por la opinión de su nuevo patrón acerca de los últimos eventos y las perspectivas que tenían acerca del viaje.

Debemos permanecer atentos en todo momento, señor Dimrod. Ahora viajamos al amparo de esta caravana. Pero, ¿qué destino nos aguardará en los últimos tramos hasta Fornost? No es mi intención cuestionar su buen juicio, yo soy una mercenaria y cumplo órdenes; pero me gustaría saber su opinión acerca de los caminos. ¿Hallaremos una protección semejante a la que gozamos ahora?

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27/01/2018, 10:58
Rossuon Pairaniar

Los horrores encontrados en el camino habían mantenido pensativo al noble. Se preguntaba hacia donde se dirigían. Había escuchado varias veces la mención de mayor presencia orca al norte... y no quería imaginar la magnitud de las secuelas que podían haber dejado a su paso. Por desgracia, temía que se iba a encontrar con ellas... Al menos, había olvidado por completo su cansancio. 

Cuando Elacar habló de las runas del arma de los túmulos se despertó el interés de Rossuon. Esperaba que fueran a mirarlas en presencia del grupo, pero Aceroamargo prefirió reunirse con él tras la cena. El gondoriano no tuvo el menor reparo en acercarse.

- Me gustaría unirme. - fue casi una afirmación más que una petición. A lo que estaba acostumbrado. Quizás vio un gesto extraño en alguno de ellos y por su inseguridad en aquella vida en tierras en conflicto, y sabiendo que hablaba con guerreros experimentados, añadió. - Si no es molestia.

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28/01/2018, 00:20
Elacar Brazoafilado

Elacar escuchó las advertencias que Aular vertía sobre el martillo de Anacar y apenas les dio importancia. Hizo un gesto con la mano para indicar que no había nada de que preocuparse, desechando al mismo tiempo las teorías agoreras del hombre de los bosques, quien era conocedor de los poderes de la tierra y la naturaleza, pero desconocía el poder de los antiguos hechizos, aunque sabía de su peligrosidad y por ello advertía al resto.

-Mucho antes de ser de los espíritus, era de mi pueblo. -Dijo Brazoafilado. -Sé lo que me hago.

Sus palabras no tranquilizaron al animista, pero Aceroamargo no se vio intimidado por las advertencias de su compañero y aceptó la invitación del capitán quien tras la cena con Dimrod, Melyanna y el resto del grupo se hizo con una botella del fuerte licor que bebían los soldados y se reunió con Elacar. Bebieron un par de tragos juntos antes de ponerse manos a la obra, y el segundo trago envalentonó al capitán de la caravana que le ofreció un trato a Aceroamargo.

-Ese martillo es un objeto de gran valor, con magníficas cualidades ocultas mediante sortilegios por sus antiguos forjadores, las cuales sólo son útiles en las manos de los Altos Hombres. Ninguna raza que no sea esta puede usarlo. Vos sois un dúnadan, estáis capacitado para usarlos. Pero si teméis enfrentaros a su poder, yo podría pagaros una buena suma por este martillo. Pensadlo.

Después de beber junto a Aceroamargo, Elacar indicó al joven que le siguiera. Rossuon quiso sumarse al grupo movido por la curiosidad que suscitaba aquel martillo lleno de runas indescifrables para ellos. Y Brazoafilado fue consciente de que también se despertaba cierto interés entre otros miembros del grupo de la dama. Antes de dar una respuesta a Rossuon, lo estudió con la mirada y asintió con la cabeza.

-Sois también un dúnadan. Podéis venir.

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28/01/2018, 00:37
Dimrod

Dimrod había terminado de cenar hacía un buen rato, su cena había sido frugal y escasa. El eriadoriano se mantenía más preocupado y callado que de costumbre. Miraba a Melyanna y suspiraba por no tenerla a salvo cuanto antes, pues temía que algo malo le ocurriera por el camino. Había sacado de entre sus pertenencias la figura de madera que estaba tallando durante aquellas noches con su daga: en esta ocasión eran un viejo soldado pertrechado para la guerra, que sostenía un escudo al que todavía no había dado los detalles necesarios para distinguir su emblema. Tan sólo tenía la silueta de aquel guerrero, pero ya se adivina cierta tristeza en él a diferencia de otras de sus obras de días anteriores.

Escuchó las preocupaciones de Yulma y dejó de tallar la madera por un instante para contestarle. Al alzar la vista hacía ella, sintió el peso de la figura de madera y recordó en sus rasgos élficos al alegre Mithdúlin. A quien le habían encantado sus figuras de madera. No pudo seguir tallando la madera después de eso, y colocó al soldado junto a la hoguera, sobre un tronco que todavía no había ardido.

-Estamos cerca de Fornost. Si todo va bien, mañana será la última jornada completa de viaje. Elacar calcula que pasado mañana podremos comer en la Fortaleza del Norte. Por tanto, estaremos protegidos hasta llegar a nuestro destino.

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28/01/2018, 12:40
Yulma Tarmaelen

Me reconforta saber eso —respondió Yulma visiblemente más calmada.

Sintió una punzada de tristeza al ver cómo Dimrod abandonaba la figura de madera. Le recordó a la que había encontrado entre las pertenencias de Mithdúlin, tallada con mimo y guardada como si de un tesoro se tratase. Sí, Dimrod era un buen hombre, amigo de los elfos y protector de la compañía. El enano había sido bastante brusco con sus palabras. No era capaz de imaginarse a aquel noble veterano conspirando con malas artes.

No os mentiré. Me intriga nuestro futuro cuando lleguemos a Fornost, pero quiero que sepáis que confío plenamente en vos. 

Después se sentó junto a ellos e intentó animar a Matha y a Melyanna mientras escuchaban las historias de Galastel.

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29/01/2018, 23:54
Aular Robleviejo

Aular se quedó contemplando la reunión con Elacar, —parecen ignorar mis consejos. Bien, no me importa —, Aular se encogió de hombros y se acercó hacia la hoguera.

Las preguntas de Yulma parecían más interesantes, y se lo debía parecer también a Dimrod que las atiendió. Sin duda, el misterio cubre desde hace tiempo esta misión para la que hemos sido contratados.

Aular no sentía ningún aprecio por el tahur, una especie de sexto sentido le decía que no era trigo limpio, se dedicaba a desplumar. Aún así, Aular se acercó hacia allí pues quería hablar con Matha. —Señora, no conozco las hierbas de estas tierras y vos parecéis conocerlas muy bien. Me vendría bien algo de ayuda para identificarlas,
no querría confundirlas con venenos
—se giró hacia la arboleda entornando los ojos, —pero no ahora, puede haber criaturas viles que nos destriparían y se beberían nuestras entrañas, echo un trago a su cantimplora y una vez la mediana responde se levantó y se fue —tengo un quehacer —.

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30/01/2018, 00:52
Hunkel Saeta de Hierro

El enano asintió satisfecho a las palabras de Dimrod. Con suerte y no pasaría nada antes de llegar. Pero el enano confiaba en el destino, sino que le enfrentaba, por ello permanecio de guardia vigilando los alrededores de donde descanzaba su grupo, ya estaba cansado de las sorpresas. Y si, habría de dormi un poco, pero sería justo ahora, al caer la noche, cuando un ataque era menos probable, y solo unas cuatro horas, lo suficiente como para estar fresco y enfrentar la siguiente jornada. Al fin y al cabo, si era cierto lo que su lider decia, aquella sería probablemente la ultima guardia que harían bajo una tentativa amenaza.

Notas de juego

SIgo ausente, solo intento aportar un poco en mis pocos momentos de libertad.

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03/02/2018, 19:35
Matha Pieldegamo

Aunque Aular era un tanto extraño, y su manera de hablar le provocaba un escalofrío por la sinceridad bruta de sus palabras, a Matha le pareció fantástico que alguien de la Gente Grande se interesara en aprender una habilidad que a ella particularmente se le daba muy bien: la de reconocer las hierbas medicinales del campo.

-Por supuesto, señor Aular. -Afirmó complacida. -Le enseñaré encantada qué plantas son las mejores para curar un catarro, atender una herida o aderezar un buen guiso. Y también cuales debe evitar a toda costa. Si quiere podríamos practicar un poco por la mañana, después del desayuno pero antes de que la comitiva se ponga en marcha.

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03/02/2018, 19:39
Elacar Brazoafilado

Entre tanto, Elacar conducía a Aceroamargo y Rossuon fuera del círculo que formaban las caravanas. El capitán aprovechó el camino para comprobar que sus hombres estuvieran realizando las guardias oportunas para vigilar el campamento, como así era. Fuera de la protección del círculo, y sobre todo, de la gran hoguera, el frío que reinaba en la noche era tan aterrador como los orcos. La noche se había despejado de nubes y la luna brillaba alta y orgullosa en el cielo, pero el viento soplaba con fuerza del Norte. Elacar los guió hasta un emplazamiento igual de despejado que la noche, no muy lejos del campamento. Era un pequeño montículo coronado por una ancha piedra. El lugar ideal para la ceremonia, les había indicado.

-La cabeza del martillo está labrada con tenues rocas lunares, -les explicó, -visibles únicamente cuando el martillo entra en contacto con una gran roca rodeada de tierra y recibe de lleno la luz de la luna llena.

Con solemnidad tomó el martillo y lo colocó bocabajo en la roca, después se apartó unos pasos y alzó los brazos para que Rossuon y Aceroamargo hicieran lo mismo. A los pocos segundos, un leve halo celeste comenzó a rodear la cabeza del martillo, como si fluyera de ella. Poco a poco, las misteriosas runas se iluminaron distinguiéndose en el acero. Elacar se acercó entonces y levantó el martillo, ceremonioso. Hizo una señal con la cabeza a Aceroamargo para que se acercase y sostuviese la antigua arma.

Subidos en la roca plana, Elacar leyó en tono grave las runas lunares mientras Aceroamargo la sujetaba en alto siguiendo las indicaciones de Brazoafilado. Era adunaico, efectivamente, pero era una versión tan antigua que apenas entendía una palabra de cada diez que el capitán pronunciaba. Cuando terminó de leer las runas, Elacar dio unos pasos atrás, bajando de la piedra e indicando a Rossuon que lo siguiera. El resplandor azulado del martillo comenzó a fluir por el martillo, bajando hasta el brazo de Aceroamargo y llegando a envolverle por completo. Los curiosos que observaban desde el campamento pudieron ver una figura humana brillar azulada en la noche. Aceroamargo sintió un extraño frescor en su interior, e incluso Rossuon pudo sentir vibrar aquella extraña y antigua magia. Un momento después, el brillo desapareció y Aceroamargo supo que ya podía bajar de la roca. Las runas, al igual que el brillo azulado, habían desaparecido del martillo. Pero Aceroamargo sentía que el martillo no pesaba en su brazo, y sentía mucha más fuerza de la que jamás había sentido. 

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04/02/2018, 13:34
Aeth Umbradacil

Recostado en su lecho Aeth había querido escuchar las palabras de brazoafilado sobre el martillo, pero quedó decepcionado cuando se llevó a Aceroamargo y Rousson a un lugar apartado para discutir con ellos sobre el arma del túmulo. Descontento y buscando un modo de liberar sus frustraciones, se volvió hacia Dimrod, que intercambiaba impresiones del viaje con la elfa Yulma.

- Así que ¿por fin se va a terminar esta excursión? - Dijo en voz alta para hacerse notar, con un deje de malicia. - Buen trabajo trayéndonos hasta aquí, Dimrod. Seguro que la mayoría de los que hemos llegado tan lejos están satisfechos. - La presencia de Yulma le provocó una pizca de remordimiento, pero ya no le importaba si los ofendía a ella y Dimrod y estos se enfurecían con él. Es más, tal vez así dejase de sentir que seguían tratándolo como un tullido inútil que necesitaba de las atenciones de los demás.

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07/02/2018, 13:44
Rossuon Pairaniar

Rossuon quedó asombrado ante la ceremonia, en especial cuando el brillo azulado rodeo a Aceroamargo. Por unos instantes deseó ser el dueño de aquel arma antigua. Y pensó que incluso entre las baratijas que había reunido Aeth podría haber habido algo de verdadero valor. En adelante debería estar más atento, no existían solo en las leyendas. Venderlas sería una opción, aunque el mercenario no parecía haberse hecho rico con esa política. La desechó. No le serviría para abandonar aquella vida y dar la espalda a su padre. 

- ¿Cómo te sientes? - preguntó a Aceroamargo con curiosidad.

El gondoriano se arrebujó en su capa, consciente de nuevo de cada ráfaga de viento. 

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07/02/2018, 15:37
Thund

El enano había estado observando a los dunedain desde la distancia, el martillo le intrigaba, nada más que por él misterio en cuanto a su manufactura, entonces, con la antigüedad y capacidades mágicas demostradas, aún le intrigaba más, mera curiosidad, pues al no ser de manufactura enena el asunto perdía valor e importancia, pero los métodos perdidos de los altos hombres seguían resultando en obras de arte comparables a las de los maestros herreros de antiguo.

Cuando el momento pasó, el enano se descubrió a si mismo pensando en en marchitar de las civilizaciones, los tiempos oscuros que vivía, como la oscuridad avanzaba en el norte, la muerte y el bardo...

Sacudió la cabeza haciendo oscilar su barba sobre el pecho.