Partida Rol por web

Abandonáis el campamento junto a la caravana de Argasto, rumbo al norte. El bosque por el que viajáis es tan denso que a veces no lográis ver más que árboles, carretas y el camino frente a vosotros. La lenta marcha pendiente arriba serpentea entre frondosas colinas y barrancos poco profundos. De vez en cuando los carromatos llegan a un saliente desde donde pueden verse las gigantescas montañas del norte. El sol brilla a través de un cristalino cielo azul, como si el propio Prios hubiera escuchado las oraciones de los viajeros suplicándole que les bendijera con buen tiempo. Incluso Argasto parece relajado: «La cálida sonrisa del Dador de Leyes brilla sobre el paso; es un buen augurio».

No habéis partido tantas caravanas como os pensabais, contando con la de Peonio, un total de ocho componen la marcha, todas tiradas por mulas, las cuales son cuidadas por Telk y su amigo el nervioso. No sois mucha gente, unos cuarenta incluyendo a los guardias, pero suficientes para cruzar el paso con calma y bajo control.  Entre los integrantes de la compañía podéis ver “nobles”, estos no se relacionan mucho con los demás y no suelen salir mucho de sus caravanas, también os acompañan cinco familias de origen humilde, sus ropas son viejas y suelen acompañar a las caravanas evitando que se encallen en el arduo camino. A parte de estos dos grupos también podéis ver a los hermanos pelirrojos y a cuatro personas que destacan especialmente entre el resto: un hombre de ropajes azulados en los que se puede ver bordado el símbolo de la Ordo Mágica; otro hombre, esta vez con ropajes de tonos rojizos, de cuyo cuello cuelga una cadena con el símbolo de Prios; un combatiente de noble porte,  que por su, aunque vieja, oscura con tonos dorados cota de mallas reforzada  lo identificáis como un Pansar; y para finalizar, la que mas miradas y miedo despierta, una Manto Negro.

Es medio día, habéis parado en un pequeño claro situando las caravanas formando un círculo, según Argasto es la mejor forma de quedar protegidos durante los descansos. Los mozos de cuadra alimentan a las bestias de tiro y las mujeres y niños de baja cuna se ponen a preparar la comida, comida que sale de uno de los carros de Argasto.

- Esta que, ¿no piensa ayudar a las demás? – os pregunta Danich con desprecio mientras pasa cerca de vuestro carromato y señala a Ice.

Karel cambia de posicón en el techo del cargo en el que está sentadomientras talla un trozo de madera. parece un borde serrado de algun mecanismo. Una trampa de conejos, probablemente. Supongo que ayudará lo mismo que tantos otros de la caravana comenta respondiendo al comentairo del guardia. Si este se gira le sostiene la mirada con cara seria, peor no amenazante, sino sólo como quien ha comentado que parece que va a llover. Luego vuelve a sus cosas de allar el trozo de madera.

Peonio va en las riendas del carromato junto a Henry y Sfinj mientras Karel y Ice iban en el techo de este, todos atentos al camino... Al llegar a la primera parada para acampar Karel bajo para ayudar, seguido de Peonio que entro en su carromato para salir con una pajera de adultos y una niña, este se dirige a la pareja.

-Aro y Levia, vayan a ayudar a las otras familias con el campamento, yo cuidare a la pequeña Revina.

De algún modo ese tipo tenía razón, aún no había hecho nada por los demás ni había aportado nada a esta extraña y curiosa comitiva. 

Cuando Karel habla lo miro y le sonrío, encogiéndome de hombros. Luego luego me dispongo a ayudar en lo que sea menester, así pues me acerco a las mujeres de baja cuna para colaborar en lo que sea. 

La travesía hasta ahora había sido lenta, segura y aburrida. Buena parte de la misma Sfinj había permanecido en silencio, examinando desde la distancia algunas de las personalidades que con ellos viajaban. En particular, la manto negro. ¿Qué diantres haría aquí? Sabía poco sobre su orden, mas sus métodos de obtención de información eran bien conocidos en los bajos estamentos de la marchita sociedad, además de sus habilidades para hacer desaparecer gente. Esperaba no tener problemas con ella.

Por otro lado, aquel apuesto caballero le recordaba a su hermano. Salvando las distancias, claro, pues ese tipo no llegaba ni a las pantorrillas de Khardogai. Su sola presencia, noble y fiera, habría sido suficiente como para poner en orden aquel vertedero a las faldas de las montañas, y haría parecer un curtido ejército a la mas putrefacta caravana de zarrapastrosos. 

—Todos debemos arrimar el hombro, claro —respondió Sfinj, asombrado al ver a la muchacha moverse.

—¡Hey, por cierto, Danich! ¿Qué tal esa axila? —dijo luego, bajando del pescante de un salto—. Oye, te juro que no te guardo rencor por aquel feo gesto que tuviste. Y reconozco que tuve algo de suerte. 

Sfinj le guiñó un ojo.

—Estoy seguro de que esa herida cerrará rápido, amigo, eres un tipo fuerte. Y espero que no me guardes inquina. Fue tu patrón quien pidió esa prueba para poder unirnos a la compañía —le dijo luego, posando su brazo sobre el hombro de la extremidad sana—. Piénsalo por el lado positivo. Te podría haber tocado maese Everad —concluyó chistoso al tiempo que se alejaba de él y arrugaba sus hombros.

Alzando la mano en señal de despedida hacia sus compañeros, el animado Sfingaern se fue a dar una vuelta alrededor del campamento.

Tras llegar  al claro donde sería la primera parada de la caravana. Henrry estiraría los brazos desperezándose. -Aquí descansaremos al parecer.

Mirando fijamente los titanes. -Tras cada paso los Titanes lucen más imponentes cada día. Gracias a Prios que nos ha dado este cielo tan despejado. Esperemos que siga así todo el viaje. Al detenerse en un círculo de carromatos. Observaría a Danich decirle unas palabras a ICE y al ver como Sfing y Karel Saltan a defenderla, No objetaría con el Guardia de Argasto.

Al escuchar como Sfing recalcando la suerte que tuvo danich al no enfrentarse a Henrry, él menearía cabeza de lado a lado. No quería hacer tal daño a Harl, es solo que esa espada era muy ligera y mi mano muy pesada. Hablando de Harl. Iré a verle, Tengo entendido que ya despertó más sigue débil para trabajar y eso a enfurecido a Don Argasto. Bajándose de un salto del carromato diría. Iré a ver cómo sigue Harl Luego pasare por la tienda de Don Argasto, De seguro hay algo en que le pueda ayudar y a cambio ser recompensado con un par de Chelines. Nos vemos.

Tras Peonio adentrarse al su carromato y abrir la puerta desde adentro. Patagris saliese de ahí como si de un rayo se tratara, contento a la libertad de la cual estaba acostumbrado. Henrry lo acariciaría y arrancaría un pedazo de carne seca entregándole el resto a patagris. Ten chico, Debes estar Hambriento. Levantaría la mirada al bárbaro reposando en el techo del carromato. He Karel, quieres acompañarme, de seguro a Argasto le interese tus servicios y te recompensara por ellos. Diría esto tras conocer las habilidades de caza que posee el bárbaro y sin duda por las trampas ingeniosas que solía comerciar en su aldea. Más si deseas quedarte, no hay problema alguno.

Karel asiente y baja de un salto del techo del carromato. Sí, algo de ejercicio seguro que nos viene bien. De momento poca cosa ha pasado que requiera nuestra atención. Los Snigners de las alturas dice señalando a unos puntos que trazan círculos en el cielo no parecen tener interés en nosotros. De momento. Asi que estamos tranquilos aquí. Vamos a ver qué actividad podemos realizar para no entumecernos en exceso. Karel y paa gris caminan al lado del caballero. La estampa es curiosa lo menos.

-Bien, en marcha.

Ice

Levia te coge del brazo mientras os acercáis a donde están el resto de mujeres.

- Aún no nos hemos presentado – te dice con una tímida sonrisa, la cual hace que le salgan pequeñas arrugas cerca de los ojos pese a parecerte una mujer joven. – Mi nombre es Levia, mi familia y yo servíamos a un joven señor que nos abandono para dirigirse a Ambria. ¿Cuál es tu historia?

Karel, Henrry

Tras intercambiar miradas con Danich cruzáis el pequeño campamento acompañados de Pata Gris, el cual se detiene para que un par de críos le rasquen la panza. Entráis en el carromato que se ha habilitado como enfermería y ahí está Harl postrado en un camastro improvisado, con el rostro pálido y cubierto por una gruesa manta de pieles. Sentado a su lado está el Pansar.

- Era un buen chico – os dice cuando os acercáis.

Sfing

Danich mira cómo se aleja Ice, en su mirada puedes ver lujuria y después de que Karel y Henrry se alejen se gira hacia a ti.

- Tienes la lengua muy suelta truhan, tuviste suerte de que Argasto parase la lucha. Además – mira a Peonio que se encuentra dentro de la carreta con la hija de la pareja que decidió llevarse – si estáis aquí es, como bien has dicho por Sir Everad, ni tú ni el palurdo de la perilla servís de algo. Bueno si… supongo que sois los propietarios de esa fulana de pelo plateado – te mira con malicia – os doy 1 chelín para llevármela esta noche. Pensáoslo – hace una pausa - sin rencores. – te susurra y se aleja con una sonrisa en la cara.

Dejas a Peonio en el carromato y lo primero que ves es a Belun y Ludo, parece que están bromeando entre ello, pero lo que mas te llama la atención es que a unos pocos metros, sentada en el pescante de un carromato se encuentra la Manto Negro y no les quita ojo de encima. Dos carromatos mas a la derecha se encuentran el mago y el teúrgo, están calentándose junto al fuego mientras esperan la comida a la vez que parecen discutir sobre algo. Un poco mas a la derecha también ves a Argasto hablando con un par de nobles, cerca están las mujeres de baja cuna preparando lo que será vuestra comida.

Peonio

Te quedas a solas con la pequeña Revina de cuatro años de edad. El azul de sus ojos es tan intenso como el mar embravecido, y te mira profundamente. No sabes si con miedo o con curiosidad.

- Encantada Levia, mi nombre es Ice, me gustaría ayudar - sonrío amablemente - ¿qué puedo hacer?

Lo cierto es que quería ayudar, estar rodeada de hombres que piensan que soy una mendiga no es que me estuviera sentando muy bien. 

Peonio se inclino un poco y miro a la pequeña joven con una sonrisa.

-Bueno pequeña Revina, nosotros cuidamos el carromato, alguna vez has visto una llama de etanol o ver como las llamas cambian de color?

Buen día, Diría Henrry al entrar al carromato y ver al Pansar junto al chico acostado. Con su respeto. Sigue vivo y ya a este punto esperemos que se levante pronto. Henrry tomaría el mismo puesto junto a Harl, más antes de sentarse le pondría la palma de la mano boca arriba en la frente y al sentir el frio que yacería en él, Henrry giraría la perilla de la lámpara de gas avivando su llama.

Agradezco a Prios que el chico no haya muerto, mis plegarias han sido oídos por el dador de leyes bendito sea y bendita sea su voluntad. Desafortunado fue el momento en que empuñe esa espada, creí que al usar algo más pequeño que mi habitual arma el resultado no sería tan grave como concluyo más si esta es la voluntad del Único la respetare y estaré con el chico hasta que pueda volver estar en pie. Disculpe mi atrevimiento, pero usted debe ser un Pansar de la reina no? Mi nombres es Henrry Everad mi señor. Haciendo una ligera inclinación con la cabeza luego señando al barbaro y a su sabueso. Y mis acompañantes son Karel y PataGris.

El descendiente de nobles no dijo nada mas. Se limitó a escuchar con cara inescrutable al basto guardia. Y cuando éste terminó y trató de alejarse, el anterior semblante de Sfingaern cambió para mostrar una mueca anodina y encogerse de hombros. Para nada le habían gustado las formas ni el fondo de lo escuchado, aunque tampoco le resultaba algo sorprendente. Eso sí, quedó satisfecho con el intercambio de pareceres, pues ahora conocía mejor al sujeto y sabía que debía tener cuidado con él.

Tras ajustarse el carcaj y acomodarse el arco, con paso lánguido se deslizó entre las carretas, observando a unos y a otros. Curiosa mescolanza la que propiciaba la necesidad. Mescolanza bien representada por la compañía que había terminado copando las plazas del carromato de su amigo, todo fuera dicho. Sin duda le llamó la atención esa situación en la que hallaba a la manto negro. Cubriéndose entre la madeja de gentes, carros y animales, Sfinj permaneció un tiempo observándola con disimulo. ¿Qué podría esa mujer querer de esos rudos salvajes? En fin, tampoco era de su incumbencia, y mientras ella guardara sus miras hacia otros rumbos, bien estaría para él.

El olor proveniente de los cercanos calderos le hizo moverse. Sí, Estaba realmente hambriento. Su intención era estar cerca de las cocinas para cuando el rancho estuviera listo y ser de los primeros en probar bocado. Al avanzar una o dos carretas mas, también le pareció curiosa la pareja de místicos, y en vista de que el orondo guía parecía ocupado con otros señores, Sfinj decidió acercarse a la hoguera de los primeros.

—Buen día, mis señores —saludó con una reverencia antes de levantar las manos y acercarlas al fuego, como si quisiera atrapar las llamas—. Disculpen, ¿les importa si caliento mis huesos aquí? Oh, mi nombre es Sfingaern, a su servicio —comentó después, improvisando otra reverencia.

La caravana huele a hierbas, unguentos medicinales y a podredumbre. Nunca le han gustado esos olores, aunque los recuerda fuertemente de la cabaña de su madre. Quizás por eso no le gustan. Karel no está seguro. El pobre desdichado que había probado el acero de Henrry está tumbado con la frente perlada de sudor a pesar de las pieles que le cubren.

Karel obsera al Pansar. desprende un aura de competencia marcial similar a la de Everrad. Escuchando al noble tiene la sensación de estar observando 2 perros de presa mirando quien tiene la cola más larga intercambiando lo que parecen ser palabras corteses. Él es de los que miden las colas poniendo una cola al lado de otra, no intercambiando palabras, asi que con un asentimiento de reconomcimiento dice Esperaremos fuera y sale con Pata Gris al exterior.

Entorna los ojos al ver a los bárbaros del norte conversando. No por ellos, sinó por la evidente atención que les propicia la supuesta adoradora del sol. De la sombra más bien, ya que todo el mundo con 2 dedos de frente y capacidad de lectura sabe que los dioses de Alberetor son duales. Y los mantos negros no se centran en la luz, precisamente. Sintiendo curiosidad (mejor saber que ser sorprendido) se dirige hacia donde se encuentran los bárbaros. Pata Gris mueve la cola y ladra a ver si alguien le da comida. Es insaciable ese animal, y eso que ni siquiera necesita comer... Voy a salir a dar una vuelta de exploración alrededor del campamento para ver si hay alguna amenaza, por si quiereis acompañarme les comenta.

Levia te devuelve la sonrisa.

-Ya veo, no quieres hablar de tu pasado – comienza a correr tirando de tu brazo a la vez que ríe alegremente – Déjame a mí, ya verás que tarea mas chula nos consigo.

Tras hablar un momento con las demás Levia consigue que os encarguen la tarea de recoger bayas para darle sabor a la comida. Te guiña un ojo y te guía hacia el bosque. En esta zona los árboles aún son altos como los gigantes de alguno de los cuentos que Thyr te había traído de alguna de sus incursiones y el sonido de la vida envuelve cada parte de tu ser. Levia esta entusiasmada, maravillada, tras cada bocanada de aire que coge, suelta una carcajada y corre a abrazar un árbol.

-Nunca había visto nada igual – a la sonrisa le acompañan lágrimas – creí que moriría rodeada de tierra estéril o violada en ese campamento que dejamos atrás esta mañana. Estoy tan feliz, ¿crees que Ambria será un lugar tan increíble como este?

Un pequeño ciervo pasa por delante vuestra. ¿Estas feliz? No estoy lejos, hacia días que su voz no sonaba en tu cabeza.

Revina te mira ladeando la cabeza cual perro.

-Pues no señor – un par de niños un par de años mas grande que ella la llaman desde fuera de tu carromato para que vaya a jugar con ellos y ella no duda en salir corriendo tras ellos, no sin antes despedirse de ti – Adiós don Peonio, me voy a jugar.

Al salir de la caravana casi choca con Telk.

-Parece que no tienes buena mano con los críos eh – junto a él está el tipo nervioso que visteis en la hoguera, ves cómo se pone trás de Telk observando tu carava. - ¿Qué haces que no estas comiéndole la polla a Argasto como hace el resto?

-Alabado sea Prios – sigue el Pansar tras tu plegaria.

El pálido rostro de Harl esta perlado de sudor debido a la alta fiebre que sufre a causa de la herida y murmulla cosas ininteligibles  a la vez que es atacado por pequeños espasmos.

-Sé que vuestro propósito no era dejarlo así, no sienta culpa, somos guerreros, él se presentó voluntario para empuñar un arma en nombre de Argasto y su rival fue muy superior a él. Además vos solo le causasteis una herida, lo que lo está matando son las fiebres y la infección. – le sube poco la manta ante el intento de destaparse de Harl. Ha sido un momento, pero has podido ver las gasas empapadas en sangre que van desde la clavícula a la cadera. – Es aprendiz mío, siempre fue demasiado impulsivo.

Asiente a Karel antes de que este se marche.

-Mi nombre es Orlan de la casa Daar y si, en los días de gloria, tanto de mi casa como míos, fui uno de los Pansar que luchó contra las hordas de los señores oscuros, pero la reina y su ejercito se fueron, y yo me quedé. Hace tiempo que dejé de ser parte del ejército de la Reina Korinthia.

En sus palabras no hay tristeza y deshonor, todo lo contrario, cada palabra que ha salido de su boca está cargada de orgullo.

Peonio al ver como la pequeña sale disparada se entristece al ver el poco interés académico de los niños, igual Peonio intenta no perder de vista a la pequeña mientras continua cuidando el carromato.

Telk se acerca para decir unas palabras mientras Peonio muestra una expresión seria.

-Los niños son un misterio para mi..... Tengo mejores intereses de los cuales preocuparme que andar buscando el favor de un hombre a través de la adulación Señor Telk.

En el segundo que Henrry pudo ver las heridas de Harl haría un gesto con la boca.

–Esas gasas deberían cambiarse. Los ojos de Henrry se abrirían como platos –¿Él es su aprendiz?. Diría con voz dubitativa, observando de arriba abajo el cuerpo del chico arropado entre el manto de piel.

Más al escuchar el relato de Orlan los ojos de Henrry brillarían tal llama sagrada de Prios al escuchar las palabras del Pansar. Como si de un niñato fuera escuchando historias de su padre a la luz de una hoguera.

-Eh de decir que es un orgullo que un caballero de su envergadura haya decidido quedarse en Alberetor tras la reina haber cruzado los titanes y estas tierras quedar prácticamente despobladas. Recuerdo a la reina antes de montar en el último carromato. Desearnos un buen porvenir y que no olvidemos que somos Ambrios y que Prios estará siempre con nosotros. Aunque era pequeño aferro esas palabras de la reina en mi corazón. Colocaría su mano en puño al pecho.

Harl seguiría retorciéndose debido a la fiebre junto al dolor y una serie de versos inentendibles saldrían del chico moribundo. ¿Qué le parece si dejamos descansar a Harl y estiramos un poco las piernas?. El sanador no debe tardar en llegar.

Antes de que interrumpan su conversación logras escuchar que están discutiendo sobre una piedra. Cuando te acercas paran de hablar y cuando te presentas, el teúrgo, un hombre de tupida barba y melena negra, cuyo lado derecho de la cabeza presenta una alopecia considerable, te mira de arriba abajo con gesto altivo le dice a su compañero que ya hablarán y sin dirigirte palabra se levanta y se va.

-Discúlpalo, – te dice el mago de la Ordo –  está un poco nervioso por todo esto, abandonar el hogar, cruzar los Titanes, Ambria… ya sabes. Mi nombre es Bartelom. ¿Qué te trae por aquí Sfingaern? – para de tocar lago que tenia en uno de los bolsillos de su abrigo y saca una libreta - ¿Te importa que tome notas? Me gusta apuntar cada nuevo descubrimiento, y tú eres uno ellos por ahora.

Parece un tipo amable.