Partida Rol por web

Nuestro objetivo estaba en el molino, sin embargo... el muy granuja se había encargado de llenar todo de trampas. Solo había que ver a Gael para darse cuenta que más valía andar con ojo por donde se pisaba. Sin embargo, mis ansias por ser la primera en darle una lección a ese canalla me hizo correr por el camino más directo hasta el molino, sin pensar que... de esa manera, me exponía fácilmente a recibir un virotazo. Debería haberlo meditado mejor... pero, infravaloraba al muchacho. Un simple cuidador de caballos no podía ser un buen saetero, ¿verdad?

A medida que embrazaba el escudo y cogía la lanza con una sola mano Rodrig cruzó el alfeizar del molino, fuera quien fuera aquel tipo estaba atrapado como la rata que era. Puso los ojos en alto cuando escuchó los gritos de dolor de nombrelargo, parecía que los novatos cumplían su papel de carnaza, ojala hubieran llegado más tarde o mejor aún que no hubieran llegado.

Sin reparo alguno empezó ha subir la escalinata para acabar con el ladrón, cubriéndose con el escudo la mayor parte del cuerpo. Cada vez que cruzaba una puerta daba un rápido paso atrás, si el tirados no era muy diestro los nervios le jugarían una mala pasada y no conseguiría acertar el blanco, en el tiempo que tardase en recargar lo dejaría fuera de juego.

Eyvind carga con Gael en una apresurada carrera hacia el molino. Casi veinte tortuosos metros fueron los que tuvo que recorrer a toda prisa el pansar, su pierna sangrante a través de las aberturas de su triturada bota, para su fortuna su compañero consigue la fuerza suficiente para llevarle así como pudo liberarlo de la trampa. Eilene sorpresivamente se movía a un paso más lento que el resto y otro virote de ballesta se clavó a un par de metros de donde estaba. Un poco más de puntería y no viviría para ver La Tierra Prometida.

Rodrig era el que estaba más cerca de la entrada al molino tras cruzar el río a través de un viejo puente que conectaba el claro. Pero antes de que pueda iniciar su ascenso en las escaleras de la entrada es sorprendido por un par de misteriosos encapuchados que blandían espadas brillantes a la luz de la luna, sus miradas se clavaron en él con ojos nublados e inexpresivos. Aunque el veterano logra anticipar su llegada, es claramente superado en un tres contra uno. Por obra de Prios, sus indeseados compañeros llegan a tiempo para trabarse en combate.

Si querían llegar al piso superior del molino, tendrían que abrirse paso con acero.

Demeon maldijo la suerte de sus pasos. Llegó a la altura de Gael cuando Eyvind le ayudaba a salir del cepo. Se detuvo, cargo una flecha sobre el arco largo y apuntó a la ventana, listo para cubrir la marcha de los demás hasta el molino. Era consciente de que el tiro era difícil, pero con un poco de suerte amedrentaría al ballestero lo suficiente como para no dispararles de nuevo hasta que hubieran llegado a la puerta. Tensó la cuerda con la pluma de ganso de la flecha pegada a su mejilla, ese olor siempre le confortaba, no sabía por qué. En cuanto vio a la sombra del tirador acercarse a la estrecha ventana disparó. Sus compañeros ayudaban a caminar a Gael cubriendo la distancia que los separaba del molino.

La flecha se estrelló contra el borde de la abertura. Demeon entrecerró los ojos antes de seguir a los suyos otra decena de apresurados pasos.

Cuando las sombras tomaron forma y se arrojaron sobre él Rodrig dejó la idea de embrazar el escudo de lado. Así como avanzaba ensartó al primero en el estomago, haciendo girar levemente la punta de la lanza entre sus vísceras antes de sacar el arma en un angulo de cuarenta y cinco grados hacia un lado. Aquel doloroso impacto distaba mucho de ser letal, sin embargo el ladrón acusando el dolor se vio obligado a inclinarse hacia delante para sujetarse la herida en un movimiento ejecutado casi por reflejo. En ese momento el arma de Rodrig ya estaba trazando un gran arco elevado y cuando el arma estuvo sobre su cabeza, el viejo guerrero varió la trayectoria del golpe bajándola con asombrosa precisión para darle descabelló a su enemigo, no solo clavandole la lanza en la nuca con la fuerza de sus poderosos brazos, sino que avanzó un paso para descargar todo el peso de su cuerpo en aquel lance.

A simple vista aquel hombre no era lo suficientemente fuerte, ni robusto ni rápido como para luchar de aquella manera, sin embargo parecía que la edad le permitía no solo leer los movimientos de su adversarios, sino anticiparse a ellos con una precisión digna de un combatiente excepcional. Estaba claro que el taciturno leñador escondía mucho más sobre su pasado de lo que contaba.

Quizás sería el cansancio, o quizás el estar apunto de ser atravesada por un virote, el caso es que todos mis compañeros me adelantaron... incluido el debilucho de Eyvind y eso era mucho decir. Fruncí el ceño, y quizás por salvar el orgullo, traté de esforzarme por llegar al combate antes de que todo hubiera terminado.

—Dejadme algo a mí también —bramé, furiosa.

En mi caso, al ver el rifirrafe que tenía Rodrig con los indeseables, cogí mi vara y me dispuse a golpear con un barrido lateral directo al rostro del canalla que estaba intacto.

¡Estaba sedienta de sangre! Tanto que sonreí sádicamente cuando escuché el crujir de su mandíbula siendo destrozada por mi vara. Pensaba divertirme bien...

Bufando todavía por el dolor del pie Gael llega cojeando, con ayuda de Eyvind y su espada, a la posición del leñador. Viendo a éste rodeado por tres encapuchados se separa del magi, alza la espada y con un gruñido descarga el golpe contra uno de los asaltantes. -¡RAAAHH!

Rodrig se abalanza hacia adelante con la lanza en ristre y empieza a realizar estocadas a los ladrones que guardaban la entrada al molino. La punta de hierro se escabullía velozmente entre las defensas de su rival y rápidamente halló un lugar de alojamiento en su cuello. El serpentino ataque tomó por sorpresa a todos, ya que el ladrón había soltado de una vez su espada para llevarse las manos al ensangrentado cuello antes de caer al suelo entre sacudidas y estertores. Si los compañeros del ladrón se dieron cuenta de su muerte, no parecieron demostrarlo.

Uno atacó rápidamente a Rodrig con una estocada de su propia lanza, y logró atravesar sus defensas junto con la armadura del veterano retirado. Anillas salieron volando y su vieja cota de mallas se hacía más inservible a cada golpe que recibia, un pequeño precio a pagar por mantener su vida intacta.

El defensor del molino no perdió el tiempo, pues también arrojó un golpe de la lanza hacia Gael, pero el pansar fue más atento que su compañero y logró evitar la estocada a tiempo. El segundo ladrón saltó sobre el cuerpo del primero y derrapó para atacar al desprevenido Demeon, el brillo de la luna se reflejó sobre su cimitarra mientras que realizaba un tajo ascendente cuyo golpe hizo retroceder al tirador.

Apenas se pudieron recuperar del ataque, los miembros de la caravana retomaron la ofensiva. Gael Bedlam blandió el mandoble y lo dejó caer sobre uno de los ladrones, quien de la sorpresa soltó su lanza inmediatamente. El peso del arma por si mismo bastó para derribarlo y se podía apreciar como un charco de sangre empezaba a tomar forma bajo el hombro de aquel desgraciado que aun seguía con vida. Eilene brincó sobre su desbaratado cuerpo mientras que hacia girar su vara de madera, con un certero golpe a la mandíbula hizo volar dientes y  desactivó los sentidos del último ladrón que quedaba en pie. Cayó pesado como el plomo sobre la escalera adoquinada, su espada realizó un sonido metálico al chocar contra el duro suelo. Aquel par seguía con vida, pero distaba de poder seguir luchando en aquellas condiciones, carne de horca eran y tal vez merecían la muerte como destino... pero todavía teníais un cabo suelto en lo alto del molino.

Debajo del hombro del pansar, sujetándole para que no pudiera decaer, Eyvind inspeccionó el entorno, inevitablemente levantó la mirada, exhausto y con sus músculos agarrotados por el descenso del enfrentamiento, su aspecto taciturno se cambió por uno más gruñón, marcando su ceño con relativa firmeza en comparación a sus habituales gestos ladinos y pasivos.

Sus ojos apuntaban a los cuerpos, sobretodo al par que aún vivía, pero no estaba seguro de que ninguno de ellos tuviera la reliquia, y aún más preocupante, no veía a Keler. 

— No hemos terminado, buscad al... — La voz del no tan canoso humano se quedó en el aire cuando levantó la cabeza, intentando escudriñar la oscuridad. — Buscad al villano de Keler. 

Enervado por el peso del cuerpo de Gael, cargó su pecho contra su bastón tallado y sin el cuidado suficiente, se dispuso a marchar aunque tuviera que ir el solo a inspeccionar todo el Molino. Mientras aquellos bandidos no fueran más que bastardos, no estaba en su jurisdicción ni tenía motivos para descifrar el rompecabezas que los había comprometidos a este evento. 

No obstante, y aunque parecía envalentonado a subir, se detuvo por alguna razón. La adrenalina se reducía y su mente, curtida por una educación de erudito, que si bien desconocía las emociones se caracterizaba por la paciencia, le hizo detenerse, echar un vistazo por encima de su hombro. No pudo si no tener la consciencia de preguntar:

— Somos muchos, pero.. ¿Mmm? Algunos estais heridos y tal vez sea mejor esperar. — No pudo decir nada más, pues su valor se encogió de inmediato cuando logro llamar la atención de al menos un par de miradas, así que sus palabras, se quedaron en un consejo y no en una alternativa, pero algo le decía que no todos estarían contentos de oírle.

- No voy a ser una carga, Eyvind. - dijo el pansar alzando la voz, al tiempo que se agachaba para coger una lanza de los bandidos con el objetivo de usarla como muleta. - Te agradezco mucho lo que has hecho. Te debo una. Pero si ese maldito objeto es tan importante para llegar a la Tierra Prometida, no voy  a permitir que os retraséis ni un segundo por mi perra suerte. - proseguía Gael mientras caminaba con una mueca de dolor hasta apoyarse en el marco de la puerta. - Me quedaré aquí, vigilando la entrada, en caso de que aparezca otro bandido o el que está arriba intenta escapar. Subid y terminad el trabajo.

Demeón vendó como pudo su herida con una tira de tela que cortó de su propia camisa. Cuando acomodó el vendaje, sin decir una palabra, registró uno de los cuerpos de los bandidos caídos y escamoteó sus armas y cualquier cosa de valor que pudiera tener. Observó a sus compañeros heridos. La cosa no pintaba bien, pero no había tragado barro y pulgas en Fangal durante días para rendirse ahora. Si esa piedra era su billete a la tierra prometida la recuperaría o moriría en el intento. La idea de volver a Fangal cargando con el fracaso azuzó su voluntad. Guardó el arco a la espalda sabedor de que poco podría hacer con él dentro del molino. - No podrá con todos. Vamos -Susurró a su compañeros mientras empuñaba una de las armas recogidas y un escudo- quizá se rinda.

Quizá algunos se guiaban de la creencia que decía que robar a los muertos traía mala suerte. Pero Demeon aprovechó la vida (o lo poco que quedaba de ella) de los ladrones caídos para empezar a rebuscar entre sus bolsillos. Poca resistencia hubo ya que los pobres bastardos se hallaban inconscientes... por desearles lo mejor. Así fue reuniendo no una si no tres bolsas de monedas, cosa que fue lo único de valor que pudo hallar entre juegos de dados, barajas y tabaco de mascar. El batidor tomó en cuenta que todos habían participado en la pelea y se estaban jugando el cuello todos juntos, así que para evitar sembrar la discordia el batidor empezó a repartir los chelines recolectados entre todos, quedándose cada uno con tres monedas del reluciente material... No se volvieron ricos, pero ahora eran menos pobres que ayer. Gael por su parte se ocupó de tomar una lanza y utilizarla como apoyo. La necesitaría para mantenerse de pie mientras que hacia guardia en la parte baja de la torre. 

Rodrick no se detuvo solo tenía un rasguño así que embrazó el escudo, apretó los dientes y subió escaleras arriba en busca de Keler, uno de los que había desperdiciado la comida; iba a disfrutar descerrajándolo como un cerdo.-Rodea el molino nombrelargo por si intenta escapar.-le dijo a Gael refiriéndose a él por el mote que hacia referencia a su presunta nobleza. 

Sin decir mucho más entró decidido viendo a los demás dudar.

- Contén esa lengua, granjero, y ten cuidado arriba. De no haber llegado a tiempo nosotros, habrías sido carne de cochino esta noche. - replicó Gael, escupiendo luego y saliendo fuera apoyándose en la lanza.

El veterano se paró solo un instante para mirar atrás con un sonrisa de sarcasmo.-¿Por qué te crees que me fui sin avisarte doncella de rubia melena?Esa herida en tú pierna y no en la mía habla por si sola, no seré yo quien te espere sino puedes seguir el ritmo. Me sobras, a diferencia de ti yo soy capaz de valerme por mi mismo.-Rodrig no se amedrentó lo más mínimo por aquel patán engreído, no lo necesitaba para nada. Ni a él ni al resto de críos.

*Pues ahí te parta un rayo* dijo Gael para sus adentros, mientras salía y se tiraba contra la pared del molino. Estaba furioso, la pierna le ardía... había corrido a la pata coja y con ayuda del magi todo el tramo desde la trampa hasta el molino, había ayudado a desbaratar la emboscada y salvar a ese idiota, y encima el caradura lo agradece con esos graznidos. De estar en esta situación unos años atrás, no habría dudado en dar un escarmiento a ese desarrapado. 

Echó una mirada peculiar a Gael Bedlam, que transmitía lo más cercano a la calidez que podrían dar sus ojos mielosos, posiblemente agradecido por la comprensión del pansar en vez de la testarudez que creía de su persona.

— Gracias, cuídate. — Tras decir esas palabras uso su bastón para caminar hacia las escaleras del molino, sin arma alguna y orientado solo por la luz que entrara entre las paredes vieja, ahuecadas y mal reparadas, del refugio de bandidos.

Esperó paciente a que todos los demás recogieran lo que necesitaran y se unieran a él. Personalmente temía que Keler aún pudiera ser un desafío.

Si aún no había bajado, rendido llorando por piedad, es que tenía alguna forma de defenderse. Bien conocía que hasta un campesino con una ballesta podía hacer algo contra una horda de caballeros, o al menos, históricamente era posible. No podía permitir que hiriera a otro miembro del grupo ni que lograra escapar, sortear sus sentidos era inevitable pues estaban subiendo justo como aquel truhán esperaba e intentar atacar podría arriesgar la cabeza de alguien, por lo que-...

Interrumpido por su propia torpeza al pisar mal, logró mantener el equilibrio en una tabla mal puesta, advirtió a los demás dando dos toques con el extremo inferior del bastón y continuó subiendo cabizbajo. — Nos queda razonar... —

Dijo pensando en voz alta, después de todo, era un erudito no un guerrero, que sea afín a la diplomacia no debería sorprender a ninguno de los que les acompañaba y supiera su condición de persona. 

Una vez cogí el dinero que nos tendía nuestro compañero, así como me hacía con algún arma (de filo a poder ser), me acerqué al sinvergüenza al que había abatido, me agaché y... con una de las puntas de mi vara, le moví los labios para ver sus dientes. Una sonrisa maliciosa apareció en mi rostro al comprobar que faltaban más de una pieza dental. A decir verdad, era más fácil contar las que quedaban en pie que las que habían desaparecido.

Finalmente, desenvainé mi cuchillo con la intención de rebanarle el cuello si es que nadie me lo impedía.

Y es que... dejarlos con vida podía ser una molestia en el futuro. Era regla de delincuente: asegúrate de acabar con aquéllos que se enfrenten a ti. Tener piedad sólo serviría para darle una segunda oportunidad. Además, para que engañarnos, sentía la excitación de la sangre y de saber que la vida de aquel desdichado dependía de un hilo.

—Je, je, je —reía con una risa macabra y con mis ojos clavado en el rostro de mi víctima.

Si alguno de los presentes tenía ganas de detener a Eilene en su ejecución, no prefirió demostrarlo. La forajida se apresuró a cortar las yugulares de los ladrones caídos, y chorros de sangre mancharon sus manos mientras que libraba a aquellos hombres del sufrimiento en el que habían caído. Ni un sonido u oposición se reveló durante aquello, solo un débil gemido antes de ahogarse silenciosamente en su propia esencia vital.

Gael había acordado quedarse de guardia abajo, quizás sería lo mejor teniendo en cuenta su estado, apoyándose sobre una lanza para evitar perder el equilibrio y caer a causa del desgarro que provocó el cepo. Pero mientras que él se quedaba allí, todos decidieron ingresar en el ruinoso edificio e investigar el paradero de la Piedra Solar.

Rodrig encabeza el grupo seguido por Demeon, Eilene y Eyvind al interior del molino. Una húmeda planta baja adoquinada era lo que les daba la bienvenida al lugar. Se podía escuchar un cobarde lloriqueo en lo alto, y un mortecino brillo anaranjado alumbraba la estancia sobre sus cabezas.

El molino fue construido hace muchos años por un barón excesivamente optimista que pretendía colonizarlas montañas. En la actualidad se encuentra cubierto de musgo y plantas trepadoras. Los suelos de madera del interior se han venido abajo, pero el tercer piso, hecho completamente de piedra, sigue en buen estado. Los ladrones habían trepado hasta allí usando una escalera que es demasiado larga como para caerse o recogerse desde el interior del lugar. La planta superior ofrece una buena visión de los alrededores del molino. De hecho, gracias a la altura y la presencia de ventanas os dais cuenta de que en el claro habían varios restos de edificios reducidos a los cimientos, cuyos esqueletos de madera eran lo único que quedaba de ellos.

En un principio dudáis acerca de subir las escaleras por peligro a ser emboscados otra vez, pero teniendo en cuenta el hecho de que era la única forma de llegar hasta el ladrón decidís subir todos al mismo tiempo. Poco tardó el grupo en hallarse en la planta superior, donde un temeroso Keler cargaba su ballesta en manos temblorosas mientras que veía a todas las direcciones. Rodeado de cajas y barriles vacíos. El viento aullaba fantasmagórico a través de una gran abertura en el tejado. Unos cuantos pasos a su derecha daban a un bolso cuyo interior emitía luz y calor. Eyvind reconoció de inmediato su contenido como la Piedra Solar.