Partida Rol por web

El combate poco a poco lo cansaba. El barón era muy hábil y fuerte, mucho más de lo que creía. Fu-Sei comenzó a arder en llamas. Theodore solo tragó saliva nervioso y expectante por lo que vendría. ¿Un nuevo truco?

Alzó su escudo y preparó su espada, listo para defenderse, aunque si el ataque era mágico, no tenía idea de como podría protegerse de él.

Una extraña figura emergió del barón, Theodore se defendió del primer impacto con firmeza, luego hizo lo mismo con el segundo. Lamentablemente para el tercero, el escudo no aguantó y partiéndose en dos, le dejó completamente expuesto par aun cuarto impacto, que lo lanzó por los aires. Sintió como parte de sus costillas se rompían producto del propio peso de la armadura. El sabor a sangre en su boca no se hizo esperar, ya casi no le quedaban fuerzas y ni siquiera había logrado herir a su contrincante.

Respiró frustrado, apretó la empuñadura de su espada y con lo que ahora era su mano libre, desenvainó la katana que portaba en su espalda en un último intento por vencer.

Nalnwalme se encaró nuevamente a Druth, esperando confiado una nueva acometida salvaje.  Sin embargo, Druth cambió hábilmente su empuñadura y, sorprendentemente para un hombre de su tamaño, atacó desde abajo.  Un rápido golpe al Barón elfico en el pecho, con más precisión que potencia.

La armadura cristalina de Nalnwalme se quebró, estallando en mil pedazos, como si el hacha hubiese golpeado un punto débil de la misma.   El Barón retrocedió, recomponiéndose con rapidez...su cuerpo, ahora a la vista, era una amalgama de carne ennegrecida sujeta por cadenas y engranajes que giraban enloquecidos dentro de tubos translúcidos.

Un hilillo de sangre surgía de la comisura de los labios del elfo...que empezó a reír..una risa burlona, cargada de malsana alegría

Uuuh... Tendremos que ir acabando este asunto -Exclamó Nalnwalme imitando la aguda y poco varonil voz del guerrero del Oeste  - O el cuerpo de Syrid acabará enfriandose.

El barón renqueaba, visiblemente dolorido.  Su pose arrogante, se podía ver ahora, era una fachada que no ocultaba lo próxima que estaba su muerte.

Fu-Sei escuchó crugir el cuerpo de Theodore. No esperaba que éste se levantara pero lo hizo. Con un gesto de derrota y un alarde de heroísmo. Fu-Sei avanzó un par de pasos y de nuevo adoptó una postura de combate, con su katana alzada y la punta dirigida directamente al pecho de Theodore. El aura que lo rodeaba contagió poco a poco la hoja de la katana envolviéndola de aquella energía burbujeante y carmesí.

No hubo frase de desánimo, ni burla ni provocación.

Entre ellos solo había espíritu de lucha, un espíritu que nunca se apagaba, y por eso admiraba a los humanos. Luchaban aún sabiendo que perderían, luchaban incluso cuando ya dejaban de sentir el dolor puesto que su alma había partido y todo su cuerpo y su mente les rogaba que se rindieran. Por eso le encantaba matarlos.

Tomó impulso y se detuvo un instante más al ver que la mano libre de Theodore se dirigía a la vaina y sacaba una segunda arma, le permitió adoptar la postura de combate en la que deseara morir. Él tampoco intercambiaba palabras con el demonio. Fu-Sei había visto que el parco guerrero solo había venido a luchar. Ahora empuñaba la katana de Fu-Mei.

Fu-Mei, hermana derrotada de Fu-Sei, cuya katana fue entregada a una de las lacayas del barón enviada al infierno por estos aventureros. No obstante si existía una segunda oportunidad... si conseguía liberarse de las ataduras del Duque, sacaría a la mismísima Fu-Mei de los infiernos y le entregaría de vuelta su espada, capaz de hipnotizar a los mortales como una cobra hipnotiza a su presa.

Todo estaba listo y Fu-Sei arremetió con toda su fuerza dispuesto a dar muerte a aquel que cometía la deliciosa y dulce imprudencia de alzarse de nuevo para morir.

Mientras se escuchaba de fondo el rechinar del choque de las armas y armaduras en conjunto con los quejidos de las heridas recibidas, la voz del Duque resonó por todo el lugar.

- Estáis presenciando vuestro final, tuvisteis la opción de aceptar formar parte de esta gran familia y la rechazasteis aún sabiendo cuales iban a ser las consecuencias... ahora vuestra compañera está muerta y pronto caerá un héroe más - dijo con un tono de voz de lástima, como si estuviese decepcionado.

El Duque había tomado un papel pasivo en aquella batalla, cedió toda la responsabilidad a sus dos barones, los cuales estaban luchando sin cuartel contra los héroes de la rosa de los vientos.

Cuando la lucha estaba en su momento más encarnizado, con Theodore sufriendo nuevas heridas y el Barón Nalnwalme siendo contraatacado por Druth, una simple palabra resonó en todas las mentes de los allí presentes.

Consecuencias...

Todo se paralizó, no os podíais mover. Era como si incluso el aire dejase de entrar por vuestro pulmones. Tras aquel extraño chasquido, todo quedó en un estado de pausa sobrenatural.

Una luz radiante emergió del techo de aquella planta de la torre, ese resplandor cegaba en su totalidad tanto a héroes como a barones. Su paso derrumbó parte de la estructura, dejando la estancia envuelta en el caos.

Fue a los pocos segundos, cuando se recuperó la visión, cuando pudisteis distinguir una figura con un aura divina...

Consecuencias... esa es la sentencia a la que debes someterte, Duque.

No había duda, aquella voz que resonaba en vuestro interior provenía de aquel ente divino ¿podría decirse que era un ángel? ¿o un Dios?

Con un nuevo chasquido, los ojos del Duque se abrieron de par en par para acto seguido desintegrarse como si fuese polvo.

La situación fue desconcertante. El Duque, el poderoso Duque, había sido desintegrado con un simple gesto. ¿Qué estaba pasando exactamente? ¿Por qué hablaba de "consecuencias"? La respuestas estaban a punto de llegar.

El mundo está corrupto y debe ser purgado para emerger de nuevo de forma pura. Fue con esa premisa por la cual se creó la torre, como una herramienta para traer el caos al mundo y que se terminase destruyendo sin intervención divina directa... pero en vez de eso el Duque decidió crear un espectáculo, un entretenimiento en lugar de obedecer el cometido que se le había encomendado. He sido paciente durante siglos, he permitido que su afán de control le llevase a desviarse de su misión durante demasiado tiempo.

 Ha llegado la hora de que el plan original siga su curso, es la hora de un nuevo juicio, esta vez no cometeré errores.

Con un nuevo chasquido, notasteis que el tiempo dejó de detenerse. De hecho, sentisteis que vuestras heridas se habían recuperado, que vuestra respiración había dejado de ser agitada... era como un renacer. Una purificación...

El ente estaba ahí delante vuestra aún, perenne, observador...

Fu-Sei apenas advierte la escena, solo es consciente de la aparición de un ente que se antoja alguna clase de criatura celestial y deshace al Duque... ¿Realmente lo ha matado? Las ligaduras que cubren las manos de Fu-Sei se ven liberadas... vuelve a ser libre de su pacto aprieta la katana tan fuerte que de ser un muro de piedra lo habría convertido en harina. Da una tremenda patada a Theodore para alejarlo de sí.

Por fin - Una energía primigenia corre por sus venas, observa a los mortales que hay en la sala... Druth, Theodore, Nalnwalme. Todos van a morir, pero antes, acabaría con la criatura celestial. Sin mediar palabra, sin rugido ni grito de guerra arremete contra el ente que apenas acaba de aparecer. Sus ojos, desmesuradamente abiertos inyectados en una furia homicida fruto del libre albedrío. No es que estuviera haciendo algo muy distinto a antes, pero ahora era él quien decidía hacerlo, y atravesaría cada corazón latiente en esta buena tierra.

Al ver caer el techo, doy un gran salto atrás, dejando caer la máscara de debilidad con la que pensaba atraer a un imprudente Druth.

La escena siguiente, la desaparición del Duque, las palabras de la entidad de aspecto celestial, el negro peso de su alma y sus heridas borradas. Todo sucede en un suspiro... Nalwalme permanece alerta, pero pensamientos y posibilidades olvidadas se abren paso en su mente.

Quise salvar a mi mi moribunda raza del olvido..¿Fueron mis métodos demasiados sanguinarios? ¿Cuánta de esa crueldad era la que anida en mi alma..y cuánta la impuesta por la hechicería del Duque?

Observo el ataque de Fu-sei contra la entidad- me negaba a tildar la de celestial... aunque sin perder de vista a Druth. Fu-sei era una amenaza terrible contra toda vida, pero parecia menos poderoso que el "Ángel"

Corrupto o no, criatura, este es mi mundo!! Vine a esta torre a salvar a mi raza del ocaso..y no permitiré que una zorra con alas destruya todo lo que alguna vez he amado.

La voz de Nalwalme resuena cargada de valor, sin atisbo de crueldad o falsedad. 

Tras Fu-sei, me lanzo a por la criatura de aspecto celestial.

La impresionante criatura lo dejó perplejo. En la orden fue educado de tal manera que no creía en entes celestiales ni dioses, pero ahora, un ser que escapaba as u comprensión aparecía y sin un atisbo de esfuerzo aniquilaba al Duque. ¿Que sucedería ahora?¿Serían ellos los próximos? Sus heridas fueron curadas y volvía a sentirse con energías para luchar, sin embargo, ¿Valdría la pena luchar ahora? Esta  pregunta vagaba por su cabeza cuando recibió una patada que lo hizo tambalear, el Barón contra el que luchaba le dio la espalda par correr en dirección al ser. Para luego ser seguido por el otro Barón. Claramente ambos morirían. Eran notablemente más débiles que el Duque.

El ser celestial no requería ayuda contra ellos, por lo que decidió no atacar, pero como señal de respeto y agradecimiento por curar sus heridas, Theodore hincó la rodilla, adoptando una posición similar a la de los caballeros cuando son nombrados como tales. y observó la batalla.

Cuando todo parecía perdido para los Héroes de la Rosa de los Vientos, aquella criatura celestial divina desintegró al Duque con tan sólo realizar un chasquido de dedos. El Duque, el hombre al que habían acudido para derrotarle, en compañía de Syrid, Theodore y Gideon, ahora perecía con tan sólo un chasquido de dedos. Era evidente que la criatura que acababa de aparecer era mucho más poderosa de lo que aparentaba. Si había logrado matar al Duque con semejante facilidad, ¿qué le garantizaba que no haría lo mismo con ellos?

Las revelaciones de la entidad divina le hicieron fruncir el ceño. La Torre había sido creada no por la ambición del Duque, sino que formaba parte del plan de aquella criatura para sumir al mundo en el caos. Para destruirlo con la ayuda del caos que provocaban los ejércitos de los Barones, sin necesidad de una intervención divina. Pero ahora... ahora aquel ente se había cansado de que el fin no llegase e iba a provocarlo él mismo. Las heridas de Druth se sanaron de inmediato, y el héroe pudo ver que las de su compañero Theodore y las de los Barones también lo hacían. ¿Qué pretendía aquel ser? ¿Curarlos para después destruirlos? ¿Darles la oportunidad de que luchasen por el mundo antes de destruirlos?

Indeciso, el hombretón no supo qué hacer, pero entonces escuchó al Barón Nalnwalme. ¿Eran ciertas las palabras que había pronunciado? ¿Aún quedaba un resquicio de humanidad en él para estar dispuesto a acabar con la criatura que iba a condenar el mundo? Druth era demasiado primario para pensar más allá de lo que veía y, enemigo o aliado, vio en Nalnwalme y en Fu-Sei los mismos intereses que tenía él en esos instantes.

Salvar el mundo.

Druth no lo dudó ni por un instante. Con una canción tarareando en su mente y un grito brotando de sus labios, empuñó su hacha de doble filo y ejecutó un gran salto para intentar alcanzar al ser celestial que pretendía poner fin a todo atisbo de vida den ese mundo.

Ignoraba qué sucedería, pero sólo tenía clara una cosa: aquel ser no llevaría a cabo sus planes mientras le quedase en su cuerpo un solo hálito de vida.