Partida Rol por web

La Tumba de Akhenseti

[01] De Esclavos y Esclavistas

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14/11/2021, 17:13
Narrador

RUTA DE MISHTAN, 15 DE ALTURIAKPRIMAVERA DEL AÑO 1368 CV

Lurzca y Amessis cerraron un buen trato. Se gastaron esas doscientas monedas, pero consiguieron cuatro buenos dromedarios, jóvenes y fuertes que les llevarían a través de las dunas en persecución de aquel grupo mercante, si es que eran realmente mercaderes, que viajaban en dirección a Mishtan, una ciudad de culto y de muerte. Podrían haber intentado rebajar un poco más el precio, pero de las doscientas cincuenta monedas iniciales que les pedían, lograron una rebaja del veinte por ciento, lo cual no estaba mal.

Partieron esa misma mañana, justo después del almuerzo el cual realizaron un poco más pronto de lo habitual, cerca del mediodía. Lo cierto era que tenían que recortar distancia y al no saber el ritmo que imprimían sus perseguidos, igual tendrían que dormir poco y viajar de noche. Por suerte habían sido previsores y llevaban tanto provisiones, como ropa de abrigo y prácticamente todo no necesario para un viaje de tales características.

El terreno que recorrían no era demasiado abrupto en esa zona. Si era caluroso y la vegetación era muy escasa, pero gracias al río que discurría al sur de la ruta que estaban marcando, las temperaturas se atenuaban y crecían algunas palmeras, arbustos y se veía algún que otro animal, casi todos lagartos y pequeños mamíferos, realizando su actividad diaria en la ribera del río. Fue por la tarde, cuando las temperaturas comenzaron a aminorar y el sol comenzó a descender en el horizonte, cuando en la lejanía observaron algo.

A un lado del camino, junto a unas dunas altas y cubierto por la sombra de las mismas, parecía apreciarse los restos de un carro. A medida que se acercaban, comprobaron que en efecto así era. Se trataba de un carro, preparado para ser tirado por un caballo. Tenía una rueda rota y sacada de sitio y la tela que cubría la parte trasera estaba rasgada. Dicho carruaje estaba medio sepultado por la arena que traía el viento, aunque eso no quería decir que llevase mucho tiempo allí. Si había soplado con fuerza, bien podía ser que llevase tan solo unas horas, o puede que de lo contrario llevara allí parado semanas o incluso meses.

Pero eso no era lo más inquietante. Junto al carruaje había dos cuerpos, o más bien dos estatuas de dos cuerpos. Al acercarse, los cuatro miembros de la expedición comprobaron que portaban armas desenfundadas, filos curvos que blandían de forma natural. El detalle de dichas estatuas era sin duda alguna asombroso. Casi podía decirse que eran replicas exactas de dos jóvenes humanos.

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14/11/2021, 17:14
Nepthis

Nepthis echó un vistazo somero, desde una distancia prudencial, a las dos estatuas: llegando a la conclusión obvia de que eran demasiado reales. No había cantero en toda Mulhorand, y por tanto en todo Faerûn que fuese capaz de labrar la piedra con tal precisión. Antes de que Amessis recalcara con un ronroneo sensual la obviedad que todos estaban pensando, Nepthis se dirigió a Lurzca diciendo:

—Lurzca, querida, ¿podrías ir a comprobar que no hay ninguna bestia emboscada en la arena para comerme antes de que me acerque a echarle un vistazo a ese par de desgraciados? Quizá pueda discernir qué los atacó y hace cuánto.

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14/11/2021, 17:14
Lurzca

Lurzca asintió ante la orden de la estirada Nepthis. Al menos había sido amable. La mestiza agarró el mango de su gran hacha y la blandió con ambas manos mientras caminaba lentamente y tratando de ser del todo sigilosa. No sabía si quien fuera que hubiera hecho aquello, todavía seguía en la zona. 

La bárbara llegó hasta la zona donde se encontraba el carruaje y comprobó que en el interior del mismo no había nada. Tampoco vio más muertos ni rastro de sangre por ningún sitio u otra cosa que le llamara la atención. Dio un rodeo por la zona y entonces encontró lo que parecían ser pisadas de algún animal bastante grande. Pisadas que se alejaban hacia el interior del desierto.

Está despejado. - Dijo la mestiza. - Hay un rastro... - Afirmó.

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14/11/2021, 17:14
Nepthis

Nepthis se bajó del camello, se puso unos guantes y se acercó a la escena. Anduvo entre las estatuas, se arrodilló junto a ellas y las examinó de cerca.

—Es lo que estáis pensando: fueron petrificados por algún tipo de criatura o hechizo —confirmó la sacerdotisa de Hathor en tono neutro—. No puedo devolverles a su estado normal, esa magia está muy lejos de mi alcance, así que rezad a quien quiera que recéis porque no nos encontremos a la persona o criatura que los convirtió en piedra.

La sanadora se quitó los guantes y volvió a subirse al camello.

—Podrían formar parte de la compañía de mercenarios que buscamos, y si aún hay huellas es que pasaron recientemente por aquí.

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14/11/2021, 17:15
Lurzca

- Sería absurdo desviarnos. - Dijo la mestiza. - No sabemos si formaban parte de la caravana a la que pretendemos dar caza. Tampoco tenemos método de averigualo. - Siguió hablando mientras regresaba junto años suyos. - Lo más lógico es que sigamos nuestro camino. ¿No creéis? - Les preguntó mientras montaba de nuevo sobre su dromedario. Daba por hecho que iban a continuar su camino e iban a dejar atrás aquellos restos.

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14/11/2021, 17:15
Jotnar

Jotnar habría seguido de largo de no ser porque Nepthis decidió inspeccionar aquello, de hecho, observó desde lo alto del dromedario las investigaciones de la sacerdotisa. Aquellos tipos estaban bien jodidos, claro que la idea de usar caballos para tirar de un carro en el desierto ya daba en sí una pista del nivel de ineptitud de quienes fueran así que tampoco le extrañó que hubiesen terminado así.

Pues ya sabéis: a hacer caso de las recomendaciones de la sanadora—dijo esgrimiendo un dedo hacia Amessis y Lurzca como un abuelo que le aconsejase algo a sus nietas—. Si vemos cualquier cosa susceptible de convertir en piedra a la gente, damos media vuelta y avanzamos. Así nadie nos echa en cara que huímos de las cosas.

No obstante, se encogió de hombros cuando la semiorca expuso sus inquietudes.

Da igual que lo fueran o no—dijo—. Eso no cambia que la caravana se dirige a Mishtan; seguimos teniendo que llegar allí. Aparte, no hay muchos sitios a los que desviarse salvo cientos de dunas aleatorias. Y cuando has visto una, las has visto todas.

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14/11/2021, 17:15
Narrador

No perdieron más tiempo allí. Si había un monstruo capaz de convertirles en piedra en las cercanías, no les hacía la más mínima gracia encontrarse con éste. Más teniendo en cuenta que su objetivo no era el de hacer más seguros los caminos, sino el de dar con aquella caravana mercante en la que el imprudente hijo de aquella obesa y prepotente noble, se había alistado.

El grupo montó sobre sus dromedarios y se alejaron de aquella zona al trote. No era cuestión de agotar a las bestias de monta, pues el sol era intenso y aunque la sombra de alguna de las palmeras contiguas al río y el propio río contribuían a que el camino fuera más llevadero, estaba siendo una primavera realmente calurosa. No se detuvieron para almorzar, sino que tan solo pararon la marcha un par de breves instantes para que los dromedarios bebieran y ellos pudieran hacer sus necesidades y proseguir la marcha.

No obstante, empezaban a notar los efectos del sofocante sol y pronto deberían parar a descansar o bien utilizar aquella varita que habían adquirido recientemente para soportar aquel calor abrasador. Optaron por utilizar el objeto mágico, con lo que gastaron cuatro de sus cargas. Eso les mantendría a salvo de las inclemencias climáticas durante toda una jornada con su respectiva noche.

Fuera como fuera, cayó la noche y salvo con algún que otro mercader que viajaba en dirección contraria, no volvieron a toparse con nadie, ni nada que reseñar. No obstante, con aquellos con quien se cruzaban decían haberse cruzado con una gran compañía que se dirigía muy posiblemente a Misthan. Los mercaderes dijeron haberse cruzado con ésta hacia entre una jornada y media y dos jornadas, por lo que les estaban recortando poco a poco algo de distancia. Otro dato a resaltar era que todos coincidieron en que no parecía una compañía mercante. Portaban mercancías si, pero era un grupo bastante numeroso. ¿Cincuenta personas? Y además iban muy bien armados.

Tocaba decidir que iban a hacer. Podían acampar y reposar o seguir adelante durante la noche, aunque en ese caso, tendrían que dormir en algún momento durante el día siguiente o hacerlo montados sobre los dromedarios, algo que no se antojaba demasiado cómodo...

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14/11/2021, 17:15
Nepthis

Nepthis nunca había sino una buena jinete, y los años no pasaban en balde. Amessis había asegurado que los dormedarios eran más cómodos que los camellos, pero lo cierto es que el viaje se había hecho bastante largo para la sanadora. Cuando la noche cayó sobre el desierto, tenía calambres en los muslos y los glúteos, y los músculos de la zona lumbar parecían un montón de nudos.

Nepthis no era muy partidaria de los beneficios terapéuticos del masaje, pero en ese momento hubiera pagado de buen grado los servicios de un esclavo para que aliviara el malestar que sentía.

—Deberíamos descansar —sugirió a Jotnar, con un suspirió —. Por lo que nos han dicho los viajeros con los que nos hemos cruzado, le hemos recortado tiempos a la compañía de mercenarios. No veo necesidad en forzar las marchas, dormitar en mala postura sobre nuestras monturas, y llegar agotados a nuestro destino.

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14/11/2021, 17:16
Amessis

Descansar era la palabra favorita de Amessis, aunque estuviera descansando todo el día, tirada en los divanes, en los conjines o en cualquier sombra fresca del pation. Jotnar la había reprendido en más de una ocasión por encontrarla tumbada entre las flores que cuidaba. La nigromante desmontó de un salto, fresca como si no llevara horas de viaje encima de un dromedario que no dejaba de moverse. Ni siquiera esperó a que el enano, que era quién mandaba, confirmara el descanso. Amessis bajó de la montura y se dirigió directamente hacia Nepthis, poniéndole una mano en la rodilla.

-Si necesitas un masaje, puedo aliviar el dolor de tu espalda y que duermas mejor -le comentó con una lánguida sonrisa.

Amessis había tratado con los cuerpos de los fallecidos, los rituales mortuorios requerían que tocara y masajeara cuerpos sin vida, pero también había tocado cuerpos vivos para fortalecer músculos. A fin de cuentas, era experta en anatomía, si bien lo era para cosas totalmente distintas a lo que hacía la sacerdotisa. No era la primera vez que le ofrecía un masaje y sabía que no sería la última vez que ella lo rechazara. Pero Amessis seguiría intentándolo, porque después de todo, en aquel grupo no tenía más utilidad.

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14/11/2021, 17:16
Nepthis

La perspectiva de que Amessis le diera un masaje que le desagarrotara la lumbar se le hizo francamente apetecible. Los dioses sabían que ella prefería unas firmes manos masculinas sobre su cuerpo, pero no era menos cierto que unas manos femeninas eran más políticamente correctas para alguien de su estatus.

Mas, empero, Amessis era su compañera, y eso lo hacía incorrecto de todas formas.

—¿Una noble haciendo el trabajo manual de un esclavo? —dijo, con un ápice de sorna—. ¿Qué será lo próximo, quemarse las marcas de alta cuna?

Nepthis enarcó ambas cejas en dirección a Amessis, en un elocuente gesto. No hacía falta ser una sanadora con décadas de experiencia -o eso pensaba Nepthis—, para darse cuenta de los patrones que formaban su piel quemada y después curada.

Se bajó del camello de un salto en un gesto demasiado brusco pero que no podía ejecutar ya de manera grácil, ocultando el gesto de dolor contra el lomo del animal. Cuando se hubo recompuesto y la lumbar dejó de ponerle la espalda rígida, dedicó su mejor mirada desdeñosa a la nigromante y guió al camello de las riendas.

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14/11/2021, 17:17
Jotnar

Jotnar había estado rascándose la barba con gesto pensativo durante largos segundos tras escuchar la sugerencia de Nepthis, como si fuese una especie de filósofo pensando en algo tremendamente trascendental.

¡Viburno!—exclamó alzando un dedo tan repentinamente que hasta el domedario sufrió un respingo—. La corteza cocida, y en menor medida las hojas sirven para los dolores musculares. Eso o extracto de garra del diablo.

Miró a ambos lados como si buscase algo. Tres segundos después recordó que estaba en un desierto y hundió los hombros con desolación. Los desiertos eran deprimentes. Tenían demasiada arena y demasiada poca vegetación. ¿Por qué en Mulhorand tenía que haber tantos? Es más, ¿por qué Mulhorand tenía que ser uno? Que injusta era la geografía.

Es decir, sí, me parece bien—suspiró. Luego señaló una duna considerablemente grande a varios metros—. Propongo parapetar el campamento tras eso, no vaya a ser que le de por soplar denoche y terminemos con arena hasta en los lugares más insospechados.

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14/11/2021, 17:17
Lurzca

Haremos guardias supongo... - Dijo entonces la mestiza. - A mi me da igual ser la primera, la última o estar en el medio.  

La expresión de la semiorca era tensa. No es que estuviera preocupada, pero si que estaba tensa. Acampar al aire libre siempre podía resultar peligroso. Aunque en medio de aquel basto desierto, pocos eran lo peligros que podían encontrarse. No obstante, visto lo visto, tenían que andarse con ojo, pues al parecer campaban a sus anchas seres, que podían transformale a uno en piedra.

Comamos algo y decidamos el orden de las guardias. - Habló mientras sacaba de una de las bolsas un paquete de carne desecada. - Hace frío, pero el conjuro todavía dura. No hará falta encender hogueras. Aunque la carne estará fría...

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14/11/2021, 17:17
Amessis

Amessis encajó las palabras de Nepthis como de costumbre, con fingida indiferencia. Retiró la mano de su rodilla con un leve suspiro, sin tomar en consideración el desagradable comentario de la sacerdotisa. Lo era por algún motivo, bien por nacimiento, bien por gusto, bien porque le desagradaba el contacto femenino.

-Los trabajos manuales son mi especialidad -comentó con la voz ronca, casi en un ronroneo. Ella siempre hablaba así, en realidad, solo que a veces sonaba más sensual de lo que pretendía.

La nigromante se dirigió entonces a Lurzca y junto con ella dispusieron el pequeño campamento. No pensaban encender hoguera para entrar en calor, pero nadie tenía en cuenta que Amessis no veía en la oscuridad como podía hacerlo el enano, de modo que de poco o nada serviría que ella hiciera una guardia. Y aunque hubiese luna, tampoco veía bien en penumbra, cualquier escarabajo podía saltarle a la cabeza y comerse su oreja, ella no se enteraría de nada.

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14/11/2021, 17:18
Jotnar

Y un jamón no hará falta encender hoguera. ¡Que algunas no veis tres en un burro denoche!—. Jotnar agitó ligeramente las manos como quien espanta a unas gallinas imaginarias. Una guardia no era efectiva si el vigía en cuestión no podía ver nada—. Además, ¿qué es eso de comer en frío? Es malo comer en frío. Y si lo dices por la remota posibilida de que el fuego atraiga algo en este páramo, pues lo echamos a patadas. Es más, si es un algo comestible, mejor: lo echamos al fuego.

El enano tuvo que esperar a que el dromedario obedeciera la orden de tumbarse para poder bajar al suelo, más que nada porque lo que él haría si desmontaba una de aquellas criaturas que permaneciera en pie sería más catalogable de "despeñarse" que de "bajarse".

—En cuanto a las guardias... recordádmelo de nuevo; ¿quién era la que necesitaba más horas de descanso para pensar en conjuros? O recuperar conjuros. O cambiarlos... —manoteó el aire—. Lo que sea que hagáis con los conjuros.

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14/11/2021, 17:18
Narrador

Y así fue como Jotnar encendió una hoguera. Lo cierto es que se trataba de un enano muy poco precavido y muy seguro de sus posibilidades en un combate. Al fin y al cabo, se encontraban en medio de un maldito desierto y todo el mundo sabía que en un maldito desierto, pocas cosas más había que camellos y captus. La probabilidad de que alguien les emboscara era prácticamente nula. ¿O quizás no...?

Fuera como fuera, Lurzca le miró con mala cara. Ella era muy desconfiada y uno de sus lemas era "si algo puede salir mal, saldrá mal". Ella no sabía leer, pero un tipo llamado Murr-Phy que conoció en el pasado y que escribía libros sobre filosofía, una vez le dijo aquello y quedó grabado en su mente. Lo cierto era que Lurzca no había tenido muy buena suerte. Ya su nacimiento fue un hecho desgraciado, pues ella era fruto del abuso de una elfa hacia un pobre orco sin culpa ninguna y desde el momento de su concepción, lo mejor que le había pasado había sido el encontrarse con Jotnar y Amessis. No tanto con Nepthis, pues era demasiado estirada para su gusto, pero tampoco le molestaba.

Ya estaban saboreando la carne cocinada por el buen jardinero enano, cuando fue precisamente Nepthis quien observó algo en la lejanía. Se trataba de otra hoguera. Una hoguera situada a no más de tres kilómetros de distancia internándose a través de las dunas, por lo que para llegar hasta ella, tendrían que abandonar el camino. Si es que alguien en su sano juicio querría ir a visitar a alguien acampado en medio del desierto en plena noche...

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14/11/2021, 17:19
Nepthis

Nepthis asintió en dirección a Jotnar.

—Así es —dijo la sanadora—, pero lamentablemente no hay hierba o remedio que cure la edad. Es lo que le pasa a mi espalda. Puedes paliar los síntomas, pero no tratar esa enfermedad.

Sonrió débilmente. No dijo nada sobre guardias y precauciones. Ella no sabía nada de eso. Había sido una curandera de templo toda su vida, una de esas que los aventureros solían exigir curaciones gratis porque, según ellos, "estaban salvando el mundo". Estar del otro lado le resultaba, aún, un poco extraño.

Vio la hoguera en la lejanía, y frunció el ceño.

—Mirad ahí, parece que no somos los únicos que están acampados en los alrededores.

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14/11/2021, 17:19
Jotnar

Jotnar esgrimió un dedo en ademán erudito.

—El buen vino cuanto más añejo más gana, querida Nepthis—se quedó en aquella pose trascendental durante cinco segundos tras los cuales dejó caer la mano repentinamente para encogerse de hombros—. O eso dicen los que lo beben.

Miró entonces en la dirección en la que le señalaba y se rascó la cabeza.

—Bueno... esos también quieren ver por la noche. O quizá les ha asaltado algo comestible—comentó—. Yo no pienso acercarme a saludar. Aunque quizá sea bueno tener un ojo abierto en esa dirección por si acaso.

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14/11/2021, 17:19
Lurzca

Si, quizás sean simplemente mercaderes o viajeros. - Respondió la mestiza. - Aunque... - Tomó aire. - Es lo que dice Jotnar. Puede que sea mejor hacer turnos de guardia. No quisiera encontrarme con una sorpresa en medio de la noche y no estar prevenida. 

Le dio un mordisco a la carne preparada por el enano. Sin duda alguna estaba mucho mejor caliente que recién sacada de su envoltorio. El enano parecía conocer bien el punto perfecto de asado. Era sin duda, además de un buen jardinero, un gran cocinero.

Siempre he querido hacerte una pregunta Jotnar... - Le dijo entonces la mestiza. - No había visto antes un solo enano que no probara gota de alcohol y ese interés por la jardinería... ¿De dónde viene? Eres un enano curioso. Eso es evidente...

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14/11/2021, 17:20
Jotnar

Jotnar se lamentó de que no hubiera cactus cerca. Podrían haber acompañado aquella carne con unos deliciosos nopalitos.

—Quizá has visto pocos enanos—se encogió de hombros—. Si ninguno de nosotros se dedicase a otras cosas aparte de beber y pelearse, nos habríamos extinguido hace eras, ¿no crees?

Estúpidos estereotipos, ¿de dónde los sacaba la gente? Y ya no sólo eso, ¡sino que luego aun encima tenían la desfachatez de difundirlos! Y a él le tocaba ser "el raro" por hacer cosas totalmente normales. El mundo estaba loco.

Le dio un mordisco a la carne y no habló hasta que hubo tragado. Ya no solo por no llenar a Lurzca de perdigones, que también, sino porque no quería mancharse la barba. Una barba limpia era una barba feliz. Y él estaba orgulloso de la suya.

Pero si te sirve de algo, yo tampoco entiendo cómo la gente puede beber tanto alcohol—dijo—. Y en cuanto a la jardinería. La considero bastante más entretenida que pasarme el día encerrado en una taberna apestosa, sin luz y revolcándome en mi propio vómito. ¡La jardinería enseña muchas cosas!

Lo último lo dijo lo dijo alzando un dedo con gesto admonitorio. Acto seguido, se inclinó hacia la semiorca susurrando con gesto confidencial:

—Como por ejemplo: nunca mires a un tulipán a los ojos.

Se señaló la cicatriz de la cara e hizo un gesto "misterioso" agitando rápidamente los dedos de una mano. Después simplemente siguió comiendo como si no hubiese dicho nada fuera de lo común.

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14/11/2021, 17:20
Amessis

Amessis se aburría con tanto hablar, ella prefería el silencio, las cosas directas y el chocolate muy caliente. También apreciaba el contacto, la amabilidad y las cosas poco complejas, porque para cosas complicadas ya estaba la muerte, que ella había tenido que comprender de un modo muy diferente al resto. De modo que durante la cena, agradeció el fuego, cenó calentito y se acomodó junto a Lurzca, dejando caer la cabeza sobre el hombro de la guerrera. A poco que Jotnar o Nepthis siguieran hablando, la nigromante se dormiría.

Solo cuando comentaron lo del fuego, la muchacha alzó la cabeza. De haber tenido orejas, también las habría levantado. Pero nadie hizo nada por acercarse a la fogata. Aburrida, Amessis se repantigó todavía más, quedándose dormida con el arrullo de la conversación. Sin embargo, no se durmió del todo. Al final, se puso en pie y caminó a tientas hacia la otra hoguera. En cuanto se alejó del fuego dejó de ver, así que se dirigió a los otros dando tumbos como una zombi.