Partida Rol por web

Anoche llegasteis a la posada junto al último puente. Y os dio tiempo a daros una vuelta. La entrada principal a la posada se hacía por unas vayas de madera y piedra, y daba un patio, con dos árboles de sombra de gran tamaño, uno más grande que otro. Y entre ellos dos, una pozo. Rodeando la parte izquierda y el frente de la entrada se encuentran 12 cuadras para guardar, cuidar y alimentar a los animales de los viajeros del camino. Los encargados de la cuadra son los dos hijos de los Grumm. La posada se encontraba en la parte derecha del patio. Su entrada se sitúa justo al lado de la última cuadra de enfrente. Desde esa puerta se daba a una espaciosa sala abierta al público, una taberna pequeña para beber en serio e intercambiar chismes con los lugareños. Dos pequeños reservados con cortinas se encuentran en el centro de la sala, pegados a la pared de una habitación mediana para discusiones privadas. La gran cocina que sirve el mejor pollo asado al este del río se sitúa en la izquierda de la puerta de entrada. Allí trabajan las hijas de los Grumm, Minna, Bannie y Gleefa, que además de cocinar, se encargan de la limpieza del lugar. La familia Grumm vive también en esta planta baja, en habitaciones más bien pequeñas situadas pegadas a la pared que da al patio. Sus ventanas dan hacia esa parte. 

Junto al a cocina, en la taberna, hay unas escaleras que suben al primer piso de la posada, que ofrece cuatro dormitorios privados, cómodos y con buena calefacción y dos dormitorios comunitarios muy grandes. 

En estos momentos, Kramghrat, Kraner, Rothrim y Thorin, disfrutan del desayuno en una mesa de la taberna. Desde allí pueden ver diversos clientes de los muchos que viajan regularmente por el Gran Camino del Este y que se paran en la Última Posada, camino de Bree, de las ciudades de Rhudaur o, en ocasiones, de Rivendel. Los adornos que se pueden apreciar en el lugar son escasos y pobres. No se alardea con grandes cosas, ni cabezas de animales, simplemente alguna que otra herramienta de trabajo antigua colgada con dos puntillas es lo que hay. Detrás de la barra, atendiendo a todos los presentes, se encuentra Rubb, el padre de familia. Desde que habéis llegado a la posada, habéis notado un aire apesadumbrado en el ambiente. A parte de varias miradas que indican no estar de acuerdo con vuestra presencia en aquella zona. Es evidente que no sois bienvenidos. 

Actualmente en la posada hay cuatro clientes, cada uno de ellos en una de las mesas de madera poco resistentes de la taberna. Otro con síntomas de estar realmente bebido a estas tempranas horas del día, en la barra. Una familia de cuatro miembros, dos jóvenes y el matrimonio, en otra mesa. Tres hombres beben en la barra, cerca del borracho, pero no con él. 

Después de largas horas charlando con sus nuevos compañeros de viaje, Rothrim, dando buena cuenta del desayuno que les sirvió una de las hijas de los dueños con un desagrado nada disimulado, comenta con la boca llena, a medio masticar un pedazo de pollo que mordía avídamente.

- Compañeros, creo que va siendo hora de iniciar nuestra marcha. Aquí por lo que parece no somos del agrado del personal y ya tenemos la panza llena de buenos manjares y buena bebida - dice, lo primero en voz baja, y alzando la jarra para brindar una vez más.

Rothrim se fija en los tres hombres de la barra. 

- ¡Demos gracias por este delicioso manjar y esta formidable bebida a los dueños de la casa! - suelta, dirijiendo ahora su mirada detrás de la barra de la posada.

Estaba contento de haber encontrado un grupo de enanos con los que compartir el camino. Parecían bravos e inteligentes además de locuaces y unos espléndidos relatadores de aventuras. Sentía que debían salir de ahí cuanto antes.

Mientras acabamos de tomar las últimas porciones de nuestro desayuno miro por toda la posada viendo a cada uno de los asistentes. En principio todo parece de lo más normal, un borracho, una familia y alguno que otro sentado en las mesas. Solamente destaca un grupo junto a la barra.
Tras observar brindo con mis compañeros a petición de Rothrim y bebo acercándome a la barra a por más.
Ponganos otro poco más amable posadero mientras miro a los 3 hombres que ahora están cercanos junto a mi. Buenas caballeros, buenos manjares los de esta posada ¿no creen? . Mientras charlo con ellos intento observar sus vestimentas y averiguar si van armados ya que junto a nosotros son un grupo que desentona un poco de lo que es la clientela que ahora mismo había.

Kramghrat se había levantado con el alba, como era habitual en él. "Para aprovechar bien una jornada de trabajo hay que empezar pronto" sonrió para si recordando las palabras de Kongram, su abuelo recientemente difunto.Sin decir más bajó a la taberna con muchas de sus herramientas y planos, colocándose de la forma más cómoda posible en uno de los reservados, cuando uno de los mocosos quiso curiosear sobre las herramientas y tareas del enano este le miró con el ceño fruncido y corrió la cortina de golpe con cara de pocos amigos. No soportaba que le molestasen durante su trabajo y a pesar de que ahora mismo no tenía ninguno el enano era muy meticuloso en sus practicas.

Ejercitaba su mente midiendo a ojo las vigas de la posada y efectuando un pequeño plano en el que se contemplaban los infinitos desperfectos de aquella posada, en su mente hubiera preferido examinar el puente pero ya habría tiempo para todo.

Cuando bajó Rothrim estuvieron largo tiempo charlando sobre los viajes de este, sus aventuras con los elfos y su desafortunado encontronazo con el dragón. Kramghrat estaba interesado en los servicios del montaraz, pocos entre su raza habían viajado tanto y muchos menos tenían buena relación con los elfos, así que el capataz consideró que el joven enano podría ser la llave que le habría las puertas a prósperos negocios. Aunque sucio, el oro de los elfos era igual de valido que el del resto. Por otro lado Thorin había renunciado al noble arte de la herrería por el simple ansia de ver mundo, Kramghart no apoyaba su actitud pero se sentía más seguro viajando con un avezado guerrero que no por su cuenta, al fin y al cabo aquellas tierras eran peligrosas.

Una vez estuvieron todos recogió meticulosamente todas y cada una de sus herramientas colocándolas en una buena funda de cuero y los planos en un recio portapergaminos para luego pedir el desayuno. Una opípara comida a base de: huevos, un par de tostas de pan huntadas en manteca, un poco de queso de cabra, una confitura de albaricoque casera, algo del famoso pollo asado y una especie de gachas que ni siquiera probó. Brindó por educación pero sin mucho énfasis por la tensión que tenían los humanos para con ellos.

Analizó a Thorin mientras se aproximaba a los parroquianos, esperando ver la reacción de estos ante un autentico guerrero naugrim y la del enano si la cosa se ponía fea. Le dejaría hacer antes de llamar al posadero para aclarar cuentas, pues Kramghrat tenía pensado darle unas piezas de más si le contaba las nuevas del lugar pero ¿por que pagar si Thorin lo conseguía de forma gratuita?.

Mientras Throrin se acerca a los tres hombres de la barra, un cuarto, llega y se acomoda con ellos. Tres de ellos, incluido al que ha llegado, son jóvenes y tienen pinta, por las vestimentas, de pertenecer a algún tipo de guarnición. Quizás vigilen los caminos, o sean los encargados de vigilar y controlar alguna aldea cercana. Sus facciones son barbaras, sus cabellos rubios y largos, y algunos muestran tatuajes y cicatrices en la cara. El más alto del grupo, el que quizás sea el más alto y robusto de la taberna es el que se gira para contestar a Thorin. Su cara indica tener pocas ganas de charlar con un enano, y su gesto y porte al girarse, evidencia que lo único que busca, tanto él como su grupo, es una buena pelea. Todos sonríen, beben y chocan los vasos de cerveza mientras se pegan codazos y gritan. 

Rubb  mira nervioso al grupo. Y más aún al enano. Conoce perfectamente a los cuatro que beben en la barra y teme lo peor. A pesar de ello, su cara de preocupación y resignación no ha variado. Es como si tuviera otras preocupaciones más importantes que parar una pelea en su negocio. Sirve un poco más de bebida a Thorin.

- ¿Que estáis haciendo aquí? ¡Enanos! 

Y empuja a Thorin fuera de la barra. Luego se gira hacia ella y coge su vaso de cerveza y bebe mientras los demás gritan y ríen a carcajadas.

- ¡Largaros de una vez!

Una vez me empuja le miró a los ojos intentando intimidarle. Vuelvo hacia la barra y le digo - Que hacemos aquí, como ya le dije me gustan los buenos manjares de este lugar. Y ahora si me disculpa voy a pedir mis deudas al posadero para poder saldarlas.. Tras decirle esto le pego un pequeño empujón para ponerme en la barra de nuevo. Posadero, llevenos un poco más a la mesa y nos dice que le debemos, y gracias por todo. Tras lo cual me dispongo a volver a la mesa con el resto.

Observaba la escena con un poco de preocupación. Parecía que el compañero guerrero tenía ganas de tocar las narices a ese grupo de humanos. Parecían algo achispados y con ganas de buscar pelea fuera donde fuera.

Rothrim prefería tener una mañana de calma. Andar, charlar y digerir pausadamente toda esa deliciosa y abundante comida.

Pero temía que sus planes pudiesen torcerse en un abrir y cerrar de ojos. Así que estaba preparado para saltarles encima, destral en mano, a esos humanos. 

No quería pero immiscuirse en la discusión que había empezado Thorin. Creía que podría sentarle mal. Aunque si tenía ocasión intentaría suavizar los ánimos antes de pelear.

Con gesto calmado puso una mano sobre el codo Rothrim al verlo hechar mano a la destral, negó con la cabeza con gesto serio pero despreocupado. Luego se giro hacia la cocina y vociferó desde el reservado-¡Muchacha, trae algo más de pan!- el ambiente se notaba tenso y estaba claro que el posadero no hubiera venido a su petición.

Cuando la niña entró en el reservado Kramghrat se dirigió a ella en tono relajado-Dime muchacha ¿a cuantas jornadas nos queda Cameth Brin?Tú padre parece conocer bien a esos hombres¿quienes son?no buscamos problemas, nos habeis atendido decentemente y la comida era buena a la par que abundante, asi que no quiero armar jaleo en vuestra casa.¿sabes si hay que pagar algún tipo de peaje por cruzar el puente?Ah y dale la enhorabuena a tú madre por el pollo.Por cierto que nuevas rondan por estas tierras¿como es que esta todo el mundo tan mustio?.-dicho esto le entregó un estaño por haber repetido de desayuno y para serenar los animos al menos con el posadero y su familia.

Una vez la chica le hubiera respondido poco a poco y desperezandose salió del reservado para dejarse ver mientras se colocaba el cinturón, se mesaba la barba dejando ver así la poderosa musculatura de sus brazos, eso tal vez echaría atrás a los más cobardes.-Salud soldados-dijo en un tono más bien seco, en un marcado Oestron no era más que una argucia para que se fijaran en él.

Asiento con la cabeza a la petición del enano. Froto la barra con mi trapo blanco mientras me vuelvo a sujetar el pantalón con la correa. Estaba perdiendo kilos en estos últimos días. Y ya no recordaba cuando había atendido a mi mujer como se merece. La falta de mi hijo me estaba volviendo loco. La incertidumbre de no saber que había pasado y todos los rumores que bordean este lugar predecían lo peor. Suspiro resignado, mientras vuelvo un poco en si al ver que la pelea en la barra es inminente, sobretodo tratándose de Matabueyes.

- ¡Chicos! ¡Chicos! Parad. Sabéis que en mi posada están prohibidas las peleas. ¡Ir a otro sitio a buscar pelea!

Pero mis súplicas no son escuchadas. O vienen demasiado tarde. El empujón del enano desencadena la catástrofe.

Cuando me giro a seguir bebiendo con mis amigos, noto como el enano se revuelve y me empuja para hacerse sitio en la barra. Aquello me enfureció, e hice caso omiso a la petición de Rubb. Este enano se merecía una buena paliza, y yo estaba dispuesto a dársela. Suelto mi baso sobre la barra y le pego un puñetazo. El enano pierde el equilibrio y se golpea en el codo con la barra, sufriendo un gran dolor. Tanto que se le queda el brazo izquierdo dormido.

- ¡¿Quieres pelea?! ¡¿Quieres pelea?!

Todos mis compañeros gritan y brindan sus cervezas en el aire al ver como estaba pegando la paliza al enano. 

Cuando oigo la voz de alguien a mi espalda, pego un sobresalto. Me había seguido a la cocina y tanto yo como mis dos hermanas menores y mi madre se quedaron viendo al enano. Dejo lo que estaba haciendo, me limpio las manos en el delantal e intento atenderle con la mejor sonrisa, a pesar de la tristeza que reflejaba durante los últimos días. No estaba bien que entrara nadie a la cocina, pero tampoco pasaba nada.

- Creo que la ciudad está a no más de cinco o seis días. Nunca he viajado pero por lo que he oído de clientes asiduos, suelen tardar eso. Además, es fácil de deducir, sabiendo su destino y las orzas de pan que se llevan. - Cuando me indica los hombres que hay en la barra, discutiendo con unos de sus amigos, dejo de sonreír. - Son la banda de Matabueyes. Siempre vienen buscando pelea. Mira que mi padre le tiene prohibida la entrada, pero no le hacen caso. - Sonrío nuevamente cuando oigo el cumplido sobre la comida y el alojamiento. Y miro de soslayo a mi madre, que al igual que mis hermanas, aún no habían reanudado el trabajo y seguían mirando al enano, de forma expectante. - No hay que pagar peaje por cruzar el Último Puente, no debe de preocuparse. En cuanto a las nuevas nuevas, no soy la más indicada en ello. Yo trabajo aquí y no me muevo, pero quizás puedas hablar con alguno de los clientes. El situado en aquella mesa, - señalo a un hombre con pinta de vagabundo, sentado en una mesa, - se llama Turlin, dicen que es buen orador y que cuenta buenas historias. Duerme aquí cada quince días aproximadamente, cuando viaja camino de Bree o hacia Cameth Brin. Y bueno, mi padre seguro que te puede informar de algún que otro cliente que sea conocido. En cuanto al motivo por el cuál estamos tan tristes...

Y mi voz se interrumpió cuando la pelea salto en la barra. Vi con mis propios ojos como Matabueyes golpea al enano con gran violencia mientras el regocijo de sus compañeros retumba en la taberna. Se me escapa un grito de horror mientras me hecho las manos a la cabeza. Inmediatamente miro a mi madre y mis hermanas.

Me levanto tras el duro golpe. Ese bestia me había dejado mermado. No voy hacer nada que lleve a poder causar daños en este lugar, no soy un gusano asqueroso que va buscando el mal y haciendo daño a pobres personas. Por dentro de mi la rabia me incita a golpear, pero eso podría causar problemas en la posada y está humilde familia no tenía culpa de que aquí entrarán personajes como estos.
Eso sí, disimuladamente llevo las manos a mis armas y en el caso de que el rufián vuelva a abalanzarse sobre mi golpearle antes que el a mi de tal manera que no se vuelva a levantar y evitar que así me haga más daño.

-!Thorin¡-gritó Kramghrat al ver a su compañero llevar las manos a las armas-¡Sal fuera como dijo el posadero!-esperaba así poder darle algo de tiempo para recuperarse y tomar aire, puede que la primera sangre fuera de los Matabueyes pero no la última.- ¡Y no vuelvas hasta que le hayas dado una buena tunda, enseñales lo que significa meterse con un enano!¡Tú!-dijo refiriendose al supuesto lider de los Matabueyes-¿No te ha dicho el posadero que fuera?¿O es que tienes los oidos llenos de polvo del camino?Si algo se reconocer a la legua es a los de tu ralea. Te lo pondré fácil: sal fuera, tumba a mi compañero y cuando entres os invitare a beber a todos, si luego me tumbas a mi pagaré todo lo que le debas al posadero que seguro que no es poco, pero si mi amigo o yo te tumbamos pagareis hoy mismo todo lo que debeis y no volvereis a asomar el pelo por esta tarberna sin el permiso de su dueño¿Estamos?.

Si no te ves con valor suficiente puedes largarte cuando quieras y llevarte a tu panda de piojoso contigo.-dijo a modo de bravatada sopesando su martillo con aire indiferente-Ahora no me dirás te vas ha echar atrás, pelea, alcohol y dinero todo en uno. Lo único que tienes que hacer es salir y ganartelo.-el enano confiaba ciegamente en su raza y tal vez ese fuera su error,pero el error de los Matabueyes era que les estaban subestimando.Se acerco a Thorin, le puso una mano en el hombro en señal de confianza y se susurró algo en Khuzdul-Ha bebido, ponte en guardia y espera el momento, mantente a la defensiva y cansalo.Eres una roca, no tiene nada que hacer contra tí.-luego le dio una palmada en la cabeza y se asomó por una de las ventanas cercanas a la cocina mientras se preparaba una pipa antes del espectaculo.

Kramghrat intervino antes que Rothrim pudiera decir nada. Se quedó dudando que aquella treta que soltó Kramghrat impidiese una pelea. 

Se alzó poniendo una mano en la empuñadura del hacha y en la otra un muslo de pollo, el último que quedaba en la mesa, y se lo llevó a la boca mordiendo un buen bocado que le manchó la barba de aceite. Masticando ese tierno bocado y gozando de ello, paseaba la mirada a uno y otro de los Matabueyes.

Estaba dispuesto a todo lo que pudiera devenir. Si tenía que golpear lo haría primero a su líder. 

Se secó la barba con la manga...

De naturaleza algo arisca y distante, Kraner nunca se sintió muy comodo con ninguno de los protocolos sociales, ni con demasiada gente a su alrededor. Desde la pérdida de su familia, se sentía más cómodo en soledad, en la naturaleza, aislado, sin nada más que sus habilidades para sobrevivir.

No obstante, desde que conoció a sus compañeros de grupo, si bien su filosofía poco había cambiado, sí es cierto que se sentía cómodo con ellos. Los conocía y respetaba. Pondría su vida en sus manos sin dudarlo, mientras se encargaría con todo su celo que nada les sucediese.

Sabía que sus amigos eran enanos capaces, de los más capaces que había conocido. Fuertes, intrépidos, robustos... encarnaban las virtudes de su raza. No así él, que había sido bendecido con otros... dondes distintos al de la fortaleza. Precisamente, conocía que ciertas habilidades les eran totalmente desconocidas, y él sería el guardián de sus hermanos desde las sombras.

Bajó a desayunar, como siempre, te con hierbas aromáticas, y piezas de fruta. Las comidas copiosas no le sentaban bien a su constitución. Relajadamente, cargó su pipa con buen tabaco aromático de la Comarca, y saboreó sus matices, disfrutando de ese maravilloso olor. Desde luego, los medianos sabían como disfrutar de la buena vida...

De repente, se disparó la trifulca. Un patán con cerebro de mosquito y olor a búfalo de agua estaba alardeando de su cruda mezquindad. Cuando hizo que su amigo Thorin se tambaleara, se obligó a mantener la calma. No haría nada que Kramghrat SilverBeard no ordenase, pero analizó la situación y el entorno, y se preparó para sacar sus armas, y no le importaría derramar la primera sangre, incluso por la espalda, si con ello defendía a su compañero.

Salgo corriendo detrás de la barra y me interpongo entre los dos combatientes. No me gustaban las peleas en mi posada, la gente suele asustarse y crean mala fama. Miro a los demás clientes, y todos observan la pelea, algunos con asombro, otros con claro desacuerdo y otros con miedo. Incluso la familia de 4 miembros se levanta de su mesa rápidamente, recogen sus cosas y se marchan. Esto no es bueno para el negocio. Mi gesto, que lo había mantenido triste, se vuelve grosero. Sabía quien era el culpable. Siempre lo era.

- ¡Penda! Coge a tus amigos y largaros. Luego me pagaréis vuestras cervezas. ¡No quiero problemas aquí!

- ¡Ja ja ja!

Río junto a mis compañeros mientras me balanceo hacia los lados y hacia atrás para hacer burlas con mi cuerpo al enano, que ha estado apunto de caerse. 

- ¡No valéis nada! ¡Ya os fuisteis de estas tierras hace tiempo! ¡Porque habéis vuelto! ¡No nos gustan los enanos aquí! ¡Sois gusanos! - Digo mientras con mis manos y dedos hago señales - ¡Que sólo sabéis estar bajo tierra!

Cuando el amigo del enano llega ante ellos mis ojos se abren mucho para observarlo mientras mi sonrisa sigue abierta, burlona y asquerosa. La charla que me da, hace que mi frente se arrugue y mi gesto se tuerza. Sobretodo al ver el martillo que tiene en la mano. Levanto las manos y sigo balanceando mi cuerpo.

- No hace falta que me pagues nada. Vuestro dinero no es bienvenido aquí. - Señalo su martillo. - ¿No sabéis pelear como es debido? ¿Siempre tenéis que usar las armas? ¡Sois escoria!

Luego miro hacia Rubb. Lo conocía desde hace tiempo y tampoco quería problemas con él. Era su taberna y siempre les permitía beber allí. Y aunque tenía ganas de machacar a los cuatro enanos, no era el momento para hacerlo. Levanto los brazos y sin dejar de balancear mi cuerpo, cojo mi cerveza, me la bebo de un tirón, eructo fuertemente en dirección a los enanos e indico a mis amigos que nos vayamos con un gesto de mi cara. 

- ¡Que os den! ¡Malditos enanos!

Mientras abandonamos el lugar, mi sonrisa y mis risas desaparecen y mi cara de cabreo va en aumento. ¡No permitiría que eso enanos estuvieran aquí mucho tiempo. Y me encargaría de ello.

El espéctaculo ha acabado, por el momento. Rothrim se alegra que esos energúmenos hayan sido aplacados por el dueño. Tendrán que estar atentos por si los vuelven a encontrar por el camino. Seguramente les guardan una buena dosis de rencor. No está en sus planes matar humanos pero ve difícil poder llegar a un entendimiento con esa banda.

Deja el muslo de pollo a medio acabar en la mesa. Ya no tiene más apetito. Bebe un trago de su jarra y se acerca a Kramghrat y Thorin. 

- ¿Te contó algo interesante la hija del dueño? - pregunto a Kramghrat - podríamos preguntar a alguno de los clientes de la posada si tienen nuevas que puedan interesarnos. 

Pasa el brazo por los hombros del maltrecho guerrero y le da unas palmadas amistosas en el pecho.

- ¡Menuda forma de empezar el día! - sonríe Rothrim.

Estoy bien compañeros, no me gusta que esta gente moleste a los nobles trabajadores de esta posada. Sr. Grumm, siento la molestias ocasionadas, mis disculpas, si hay algo que pudiera hacer por usted- comento al posadero en señal de arrepentimiento hacia él, aunque yo sabía que yo no había comenzado nada.

Y una cosa más, si tuviera algo por ahí para poder curarme un poquillo se lo agradecería.

Después escucho a mis compañeros para ver que habian sescubierto.

Kramghrat se acercó a Thorin sonriendo-Jajaja parece que al final solo te vas a llevar un moraton, todos los humanos son iguales siempre lo dejan todo a medias, la próxima vez dale su merecido. Menos mal que tienes la nariz tan dura como el granito jajaja, pero bueno bien esta lo que bien acaba.-tras comprobar que estaba bien su hermano se dirigió al posadero.-¿Siempre son así esos pendecieros?¿De donde salen y quienes son esos que vestian uniformes?No me gustan los lios, con esa clase de gente prefiero estar sobre aviso y ahora que ya se han ido me gustaría saber que se cuece por estos lares. Mi nombre es Kramghrat "Barba de Plata", soy un avezado ingeniero y constructor entre los mios estoy buscando trabajar para el señor de estas tierras o de Cameth Brin, ¿podrías decirme a quien dirigirme?. He oido rumores de un castillo abandonado, por eso mismo querría ver al señor si luego lo limpio y lo reconstruyo para nosotros no quiero problemas con los nobles de la zona.-se sentó en la barra acomodandose para charlar con él.