Partida Rol por web

Mientras tanto, Martin había terminado su pequeño experimento. Por desgracia, la única forma de comprobarlo sería tocando el picaporte, pero ninguno de los dos parecíais dispuesto a hacerlo.

Me llevo las manos a la cabeza, y tiro ligeramente del pelo, intentando poner en orden mis ideas. Joder, joder, joder pienso, mientras intento recuperar la respiración.

No podemos dejarlas aquí, eso está claro. Además, tampoco sabemos dónde están Martin y Sabina. ¿Qué hacemos? Creo que tendríamos que ayudarlas... Pero...

No dejo de pensar en la opción de salir de allí. Quizá fuera podamos llamar a la policía. Pero... ¿y si era demasiado tarde para Ainhoa y Beatriz?

Ainhoa se quedó ojiplática al pensar que sus compañeros de clase la estaban salvando el culo. ¿Cómo era posible que fueran tan valientes cuando se estaban enfrentando a aquellos dos individuos armados? Eran muy peligrosos. Por un momento pensó que aquella distracción era perfecta para salir huyendo de allí. Pero entonces recordó que estaban armados y no quería que la pegaran un tiro por salir en el momento menos adecuado.

Ainhoa respiró hondo y pensó para sí misma. Vamos Ainhoa, todo saldrá bien. No sé qué hacen aquí, pero no tienen por qué ser asesinos...

-No salgáis, avisad a la policía, al rector, a quién sea... Todo aquello era muy raro, pero aún así no creía que fuera buena idea que todos se pusieran voluntariamente allí. Si podían hacer algo, cosa que Beatriz no tenía claro, desde luego no lo harían allí con ellas.
Tla vez pudieran huir y encontrar algún teléfono desde el que llamar al exterior; necesitaban ayuda, seo estaba claro.

Tras haber conectado todo lo "mejor que pudo" se colocó tras Sabina en la zona que quedaría tras la puerta.

-Si esto funciona, ayúdame a tirar de la puerta hacia adentro. Pero no toques el picaporte, coge por la madera.

Ahora solo quedaba rezar

Había muchas cosas que pasaban por la cabeza de Martin en ese momento. El examen, el futbol, el esguince... Claramente no podría jugar la gran final, no con el pie así.

"Quizas ahora pueda concentrarme en estudiar"-.Se dijo a si mismo.

Había oído que grandes ojeadores irían a ese partido, quizá fuera la única oportunidad de llegar a algún buen club...

...

Martin... despierta..

...

-"Que?"

El cuerpo de la chica comprido frente al de Martin en el futuro "hueco" que quedaría una vez la puerta se abriera,  se agitaba nervioso, respirando rapidamente. Martín podía sentir esa tensión, en un momento le parecio hasta oir los latidos de su propio corazón fundiéndose con los pasos que se oian en el pasillo. Procedentes de un cazador expectante.

Les estaban dando caza. Y todo por un examen. Ningún estudiante se merecía eso, bueno quizá alguno de artes...

Al escuchar las palabras de Beatriz, la mujer la miró con una sonrisa sarcástica en la cara. Con pasos apresurados, se acercó hasta la muchacha y la soltó un guantazo.

Si tus amigos quieren que viváis, no llamarán a nadie y saldrán todo. ¿Cuántos sois, eh? Dimelo, niñita, y todo se acabará pronto. ¡QUÉ ME LO DIGAS! gritó, mientras cogía a la muchacha de los hombros y la sacudía con violencia.

Mientras, el hombre se acercó a una de las puertas para abrirla. Al poner la mano en el picaporte, un chispazo hizo que saltara hacia atrás.

¡JODER CON LA PUTA PUERTA!

-No salgáis, avisad a la policía, al rector, a quién sea...

Tras las palabras de Beatriz, se escucharon unos pasos apresurados, acompañados de un bofetón. La voz de la mujer desconocida resonó en el pasillo.

Si tus amigos quieren que viváis, no llamarán a nadie y saldrán todo. ¿Cuántos sois, eh? Dimelo, niñita, y todo se acabará pronto. ¡QUÉ ME LO DIGAS!

Y, tras esto, escucháis como unos pasos se dirigen hacia vuestra puerta. Podían caer en la trampa...

Escuchásteis un chispazo y la puerta se cerró. ¡JODER CON LA PUTA PUERDA!

¿Durará hasta que se abra o como? Susurró la chica con la navaja en la mano preparada para atacar si alguien asomaba la mano por allí.

Era el momento, Ainhoa aprovecharía para salir corriendo y salir huyendo de allí. Aquella mujer estaba distraída con Bea entre sus brazos, el otro idiota se había pegado un calambrazo con la puerta y lo había dejado algo confundido. Ainhoa huyó del lugar, forcejeando con el hombre para arrancarle la pistola y después apuntar con ella a la mujer para que soltase a su amiga. Así Ainhoa tendría el control de la situación y podría llamar a la policía para que vinieran a salvarles.

Pero claro, todo eso lo hubiera hecho en el caso de que Ainhoa tuviera los suficientes huevos como para hacerlo. Pero la situación le estaba pudiendo, ella no era valiente, nunca había sido capaz de hacer nada que no fuera lo correcto, y para una vez que lo había hecho, el karma se lo estaba devolviendo con creces. No... era mejor esperar y terminar saliendo con vida.

Aquellos dos seguramente no fueran unos asesinos, los ladrones no tenían que serlo. Quizá simplemente estaban buscando algo y ellos se habían metido en su camino.

Tanto la bofetada como el zarandeo estaban siendo reales. Lo más real que Beatriz sintiera desde que entraran en la universidad.
Pero al parecer ellas no eran las únicas que estaban nerviosas, esa pelirroja está desquiciada.Sin embargo Beatriz no pensaba decirle nada de nada.Si el resto permanecía oculto tenían más posibilidades de salvarles el pellejo a Ainhoa y a ella.

Ante el silencio de Beatriz, la mujer parecía que la iba a arrancar la cabeza. Su cara se estaba enrojeciendo de la furia, se estaba poniendo histérica, tanto que puso el cañón de su arma en la sien de la muchacha.

Si no quieres hablar por las buenas, seguro que tus amigos salen de su escondrijo con el primer disparon, ¿no crees?

Escuchásteis el sonido de la pistola cargándose, pero el disparo no se llegó a producir. Aunque Beatriz no podía verlo, Ainhoa sí: El hombre estaba haciendo gestos a la mujer para que se tranquilizara mientras volvía a su lugar y se colocaba detrás de Ainhoa.

La mujer cogió a Beatriz por el brazo y se lo retorció. Vamos a bailar juntas, guapa. Camina empezó a empujarla, sin separarse de ella. Detrás, el hombre daba empujones con la mano a Beatriz, conduciéndolas a las escaleras.

  Si no quieres hablar por las buenas, seguro que tus amigos salen de su escondrijo con el primer disparon, ¿no crees? Escuchásteis el sonido de la pistola cargándose, pero el disparo no se llegó a producir.

Vamos a bailar juntas, guapa. Camina

Reemprendieron la marcha de nuevo hasta que los pasos se alejaron, llegando a la escalera del fondo.

Aquella mujer estaba histérica y Beatriz se encontraba cercana a explotar en una crisis nerviosa.Sin embargo, y sin saber muy bien como, pudo mentener la entereza.
Al sentir el cañón del arma en su sien cerró los ojos por instante esperando el trágico final que, por suerte para ella, no llegó a suceder.
A empujones Ainhoa y ella fueron arrastradas hacia el despacho del decano. En el suelo había un gran charco de sangre, era evidente que aquella pareja de...¿que demonios eran? se habían cargado a aquel hombre y querían que todos lo supieran.
A cada paso que avanzaban Beatriz tenía más claro que la única salvación posible estaba en mantener a aquellos dos alejados del resto de sus compañeros, con la esperanza de que pudieran escapar y avisar a alguien.

Ainhoa se quedó muda, al menos más muda de lo que ya estaba. Su teoría se había ido al traste. ¿Quién le había dicho que los ladrones no eran asesinos? Quizá tuiviera razón, pero el caso es que los asesinos sí que parecían también ser ladrones. ¡Habían matado al decano! Pero, ¿por qué? Su mente analítica era lo único en lo que podía trabajar en ese momento. Pensar en los restos de cerebro esparcido por el despacho, la sangre negra y coagulada, esos eran detalles en los que Ainhoa prefería no fijarse, porque como lo hiciera entonces entraría en tal pánico que no sería consciente de lo que haría.

Por un momento le vino una idea a la mente. Se giró para mirar a los ojos a la mujer, si es que podía claro. Y trató de hacerle una pregunta que quizá fuera la respuesta a todo lo que estaba pasando, o quizá fuera que la chiquilla seguía teniendo la inocencia que creía haber perdido en su infancia. ¿Vosotros dos también estais por lo del examen?¿Algún hijo vuestro? Quizá ellos dos fueran pareja, tuvieran un hijo en común y quisieran obtener el examen a cualquier precio. Tenía sentido, solo que era exagerado matar a alguien por algo así.

Noto como la idea de llamar a la policía se va desvaneciendo poco a poco de mi cabeza. No, definitivamente, no. Esos estúpidos nunca hacen bien su trabajo, como mucho nos llevarían presos a nosotros. Aunque, visto lo visto, estar en la cárcel es mejor que estar aquí. 

Intento analizar la reacción de Ricardo, mirarlo a los ojos... A ver si se le ha ocurrido algo. Pero, nada. Así que no me queda más remedio que actuar, abro la puerta que da al pasillo poco a poco e intento ver lo que pasa ahí fuera antes de salir. 

¿Que hacemos ahora? preguntó Sabina con la navaja aún en la mano. No quería abandonar a las chicas, ni tampoco a Martin, dejándole solo y abandonado con la pierna como estaba.O tratamos de sacarlas o llaamos a la poli —dijo sacando el movil del bolsillo. La última vez que le había mirado no tenía cobertura, pero fuera del colegio estaba segura de que la tendría.