Partida Rol por web

Tyler tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no dar un grito cuando sintió las uñas de Joy clavándose en la palma de su mano. Unas lágrimas de dolor luchaban por escapar de sus ojos, pero supo contenerlas. Su asistente le dejo bien claro lo que opinaba de aquella pantomima.

Pero al final parecía que iban a conseguir lo que habían venido a buscar. Con mucho tacto habían sabido descubrir el punto débil de aquel pingüino tan meticuloso. Al escuchar a Joyce mencionar el supuesto nombre de la camarera, casi pudieron sentir como una tremenda sensación de alivio se abría paso por cada poro de su piel.

– Lo ve, signorina. Es todo una equivocación. Aquí no ha trabajado nunca una Jenny. –dijo aquel nombre casi con desprecio, aunque lo más seguro es que fuera consecuencia del consuelo de saber que todo era un error, que su restaurante estaba limpio de toda mancha–. Nuestra topolina se llama Alisha y nos dejó por su propia voluntad después de conocer a un caballero, cliente habitual nuestro.

El pingüino empezaba a girar el cuerpo con intención de atender el pedido de sus clientes, aunque notaron que se detuvo un instante para comprobar que toda aquella confusión estaba aclarada y ya no quedaban dudas acerca de su integridad.

La alegría por que el pingüino pique el anzuelo hace que, durante un rato, me olvide de torturar al jefe con las uñas.

-¡Oh! ¡Pero qué historia de amor más romántica!- le incito a tragar el anzuelo hasta la nuez si es posible -¿Y se casaron? ¿Qué tal les va? ¿Han venido por aquí después para hacerles participes de su dicha?- luego me vuelvo hacia Tyler, para darle más realismo -Perdona amor, pero ya sabes lo sensible que soy a estas historias tan bonitas. ¡Me parece tan romántico! Una camarera que le sirve siempre al hombre que ama en silencio, seguro que dejando pequeñas muestras de su amor en los nimios detalles, hasta que un día el la ve como realmente es, la mujer de sus sueños...-

"Bueno, ya vale" me digo a mí misma "Que tanta azucar me va a dar lombrices"

Vivir en las calles durante la infancia y parte de la adultez te prepara para estos momentos. Momentos díficiles, de supervivencia urbana a un nivel extremo, mientras tu cuerpo se resiente por los malos hábitos y el desprecio de una vida no condicionada por los beneficios de la civilización. Y aún, con toda esa preparación, con todo ese abismo de penúrias, alcohol y desgarros; no puedo evitar sentir que ardería una eternidad en el infierno de mil amores, ¡que tener que soportar 10 segundos más las uñas clavadas de Joy!

Por fortuna para mi y para la investigación, el camarero finalmente nos da un nombre "Alisha". Eso hace que Joy libere presión, y que mi orgullo se pueda permitir no lacrimear por escasos segundos. Seguir el nivel de conversación mientras actuamos con esa vil zarpa marcando, es una prueba a la que debería de someter en Hollywood a esos que se hacen llamar actores, ¡iban a ver!

Joy me mira con su cara de mujer hueca enamorada, y siento un enorme vacío que requiere alcohol en grandes masas, al recordarme cosas que nunca experimenté ni experimentaré, pero en vez de eso, me siento en la necesidad de echarle un cable para complementar el golpe de efecto al camarero antes de que se escape, cuando ella me dice las palabras que surgen de sus labios como un ataque demoledor:

-Lo sé cariño, lo sé, pero debes tranquilizarte -digo en el tono más comprensivo, aprovechando para zafarme de la mano de Joy y darle palmaditas, con el fin de no darle oportunidad de repetir su felonía. Acto seguido miro al camarero buscando que me ayude a tranquilizarla, colocándolo de nuevo con ese movimiento en la palestra- seguro que la cosa fue bien, al fin de cuentas, éste fue el sitio que se conocieron. Seguramente tengan la costumbre de venir algunos dias al mes, quizás el mismo dia que se conocieron, ¿verdad? -invito al pingüino a responder, aprovechando la inercia de Joy.

Al pingüino normalmente le importaban bastante poco las emociones de sus clientes. No era profesional dejarse llevar por los estados de animo de las personas que atendía y permitir que estos le influyeran hasta el punto de revelar secretos de la esfera privada de otros clientes.

Sin embargo, la pareja que tenía enfrente se había atrevido a poner en duda el buen hacer del personal de su local, había osado descreditar el buen nombre del Giovanni´s. Y eso había logrado sacarle de sus casillas y olvidar en parte la discreción que se podía esperar de un camarero como él.

– Por supuesto que siguen visitándonos. Alisha e il signore Puig saben valorar una excelente comida en un ambiente exclusivo. –respondió a Joyce, menos interesado en calmar el ánimo de la mapache, que en volver a restaurar la integridad de su local–. Pero il signore Puig es un porco molto ocupado y suele viajar mucho, por lo que no vienen tan a menudo o en fechas concretas.

El pingüino se disculpó y salió a pasar el pedido a la cocina. Les dejo unos instantes solos. Instantes que pudieron aprovechar para compartir sus impresiones y sospechas.

La comida aún tardaría algo en llegar.

Justo cuando se va el camarero, aprovecho para sacar la libreta evitando para anotar el nombre, y satisfecho miro hacia Joy, a punto de decirle "esto merece un brindis". Pero... mejor no.

Mirando alrededor, seguro de que no nos oye ningún empleado, riéndome, me acerco al oido de Joy para susurrarle como si fueran confidencias de pareja, íntimas:

-Alisha. Ya tenemos un nombre, se me ocurre que podriamos buscar a un topolino y pagarle para que venga como el supuesto hermano perdido de Alisha, para sacarles una dirección. Aunque eso nos llevaría algo de tiempo, ¿se te ocurre algo mejor? No creo que debamos abusar del camarero, al final se olerá algo, y la verdad es que preferiría comer en paz.

Mientras me responde a eso, mi cabeza da vueltas a otra cuestión, y aunque no me gusta hacía dónde me lleva eso, no puedo evitar darlo a conocer a mi ayudante:

-He dado vueltas a eso que hablamos. Ya sabes, la señora Puig, explicarle lo del cerdo y su amiga. Y aunque hay evidencias de que juega sucio, una parte de mí se niega a dar por cerrada la parte  de su infidelidad. Suena absurdo, ¿verdad? Mi cráneo me va a estallar, pero de camino hasta aquí, estuve revisando mis anotaciones con la libreta. Y recuerdo perfectamente que tanto la vecina como la mujer, decían que el cerdo amaba a los hijos, o por lo menos no los descuidaba. Són su sangre al fin de cuentas. ¿Porqué arriesgar eso por una mujer?

Sé que acabo de sonar estúpido diciendo eso a una mujer, y que me hace ver una faceta débil e inocente, pero creo en los niños, en el valor que merecen como criaturas inocentes..., aún con todo, doy un trago al refresco para aclararme.

-Lo que quiero decir es... ¿y si Alisha descubrió sus juegos con el dinero y le tiene chantajeado para forzarle a estar con ella? ¿Y si... fuera una victima? Vale, es inverosímil, absurdo, poco probable. Pero no he llegado a ponerle el maldito cero por ciento. Y ya sabes, que con un 1% de duda no me quedo tranquilo... ¿crees que digo alguna locura?

Sonrío ante las palabras del jefe. Son un anzuelo perfecto y, durante unos segundos, creo que el camarero va a picar.

Pero para mi sorpresa el tipo se larga sin soltar nada nuevo. "Menudo tipo aburrido y sieso" pienso mientras lo miro alejarse.

Mientras esperamos la comida, Tyler saca la libreta y se acerca para que podamos poner en común lo conseguido hasta ahora.

-La opción del fingido hermano me parece muy buena pero siempre podrían negarse. Llegados a este punto, voto por venir aquí cuando esté cerrado y entrar a escondidas para revisar sus libros. Si el restaurante es tan serio como dice el pingüino seguro que llevan el registro de los empleados- respondo a su propuesta

Y, de repente, el jefe se pone a explicarme por qué cree que el cerdo al que buscamos no se ha largado con la ratona. A medida que habla se me encoge el corazón. Sé que es por esto por lo que bebe, por lo que se pone agresivo, por lo que no se lleva bien con la gente... Tiene su idea de cómo debería ser el mundo pero el mundo le escupe todas las veces, demostrándole que no es así. Como un hombre que quisiera creer que su interesada amante está con él por amor, en lugar de verla como es. Por eso mira el mundo a través del fondo de una botella, para verlo de otra forma.

Ni siquiera me atrevo a echarle todo por tierra pero es que, ¡se lleva decepciones justo por no ver la realidad que tiene delante!

-Mira Tyler, no niego que no tiene sentido que haya abandonado a su familia por la camarera ¿vale? Yo también creo que, si no aparece por su casa, es por que algo más a ocurrido. Pero no te confundas, no quieras verlo como no es. Ese tipo es un desgraciado. No más ni menos que otros. Un desgraciado egoísta más. Seguro que a la ratona le decía que su mujer no le comprendía... siempre dicen eso. No está con la tal Alisha obligado, no te equivoques. Está con ella por que cree que lo merece, que merece tener quien le caliente la cama y quien le cuide los cachorros, por separado. Y que lo merece sin dar explicaciones-

Suspiro. Como si fuera vidente, ya sé lo que va a pasar cuando resolvamos este caso. Se hundirá en una botella, una vez más, por que unos críos no merecen tener un padre tan cabrón. Y no hay nada que yo pueda hacer para conseguir que este tipo, uno de los mejores que conozco, deje de ser un jodido borracho idealista.

"A veces a mí también me gustaría poder esconderme en el fondo de una botella"

Tenían la prueba que necesitaban, para saber con certeza que Vicente Puig había estado teniendo contacto con otra mujer. Y, al menos desde la perspectiva del pingüino, se trataba de algo serio. Estaba claro que tendrían que seguir tirando del nuevo hilo que era la tal Alisha y ver hasta donde los podría llevar. Si deshacer aquella madeja los llevaría al final hasta el marido de su cliente.

Sin embargo, necesitarían algo más que solo un nombre para seguir aquella pista. ¿Cuántas Alishas podrían vivir en una ciudad tan grande como San Francisco? Debían de conseguir algo más, al menos un apellido por donde continuar buscando. Una dirección o un teléfono serían de gran ayuda, pero no creían poder sacarle esa información al helado pingüino. ¿O quizás sí?

Joy comentó con su jefe otro posible método para hacerse con esos datos, algo menos lícito pero que bien podía funcionar.

Tyler, mientras esperaba a su comida, decidió compartir sus dudas con su asistente. El detective, acostumbrado a cruzarse con el vicio y la miseria moral y social en sus casos, seguía teniendo cierta esperanza en el carácter animal, en el buen corazón de sus congéneres. No quería creer que un padre de familia, como era Vicente Puig, fuera capaz de engañar a su mujer de manera voluntaria y arriesgarse a perder a sus hijos. Joyce le miró a los ojos, en parte sorprendida una vez más por la candidez de un lobo como era Tyler, en parte emocionada tras comprobar de nuevo la buena voluntad y la confianza en los animales que aún defendía su jefe. Le molestaba, pero la mapache sabía que aquello no era verdad, que solo existía en la cabeza del detective, quien no quería perder la esperanza, y debía de recordarle lo que, según ella, había sucedido.

El camarero regresó por fin con dos platos exquisitamente decorados y que despedían un aroma que hizo que a Tyler le corriera saliva por toda la comisura de sus fauces.

– ¡Buon appetito!

Y se giró para dejarles disfrutar de la comida.

La comida me viene bien para refrescar la cabeza, tras las palabras de Joy... Asiento hacia al camarero olvidándome de él, mientras mastico sin el decoro al que están acostumbrados en esta clase de sitios, llevándome la comida a paladas.

Maldita sea, ¡está buenísimo!

Entre mordisco y mordisco, siento un ligero repunte de humor, sólo ligero. El suficiente para retomar la conversación con Joy.

-No me gusta la idea de tener que colarnos a hurtadillas, pero a veces la investigación debe cruzar líneas grises para avanzar. Seguramente con tu idea ganemos más tiempo que con la mía, siempre que salga  bien. Pero no quiero destrozos, debe ser limpio.

Miro alrededor, pensando en posibles alternativas para colarnos.

-Quizás tengan llaves de reservas en algún sitio por si pierden las que usan. Quizás el conserje del hotel... aunque tendremos que pedir habitación para deambular con libertad. Y tendremos que distraerlo, mientras otro lo coge...

La miro fijamente, pensando en las implicaciones de lo que digo... no va a ser una noche agradable para Joy si hacemos eso. Ni lo será para mi posteriormente.

-A no ser que tengas otra idea de cómo hacerlo.-la invito a proponer otra cosa, atento.

El estirado del camarero vuelve para traernos lo que hemos pedido. Pero al ver la comida, me cae un poco mejor

-Tiene un aspecto delicioso- confirmo mientras aspiro el aroma que sale del plato -Gracias-

No solemos tener la suerte de trincar un trabajo que nos permita encontrar una pasta con la que darnos una comilona con la excusa de estar "de servicio". Así que no hago demasiados comentarios por que sé que Tyler no opina como yo y que está sufriendo por que nos gastemos algunos dólares. Pero yo creo que estamos trabajando y que nos lo hemos ganado.

Mientras comemos nuestra conversación se dilata, ocupados como estamos en saborear los platos que nos han traído. Pero aunque lenta, continuamos dándole vueltas a las opciones

-Sabes que no puedo garantizar nada. Intentaré ser cuidadosa, yo tampoco quiero líos- respondo a su petición sobre no causar destrozos.

Entonces me propone lo del hotel y veo que me mira raro. Al principio no lo pillo.

"¿Es por lo de distraerlo? ¿¿Cómo espera que distraiga al conserje???" pienso al sospechar que pretende que yo haga de algún tipo de cebo ligero de ropa

Luego caigo en la cuenta de que no es eso. 

"¿Es por lo de pasar la noche en el hotel? ¿Qué problema hay?"

-Tyler ¿me miras así por mi reputación o algo parecido? Por que si es por eso no creo que debas preocuparte, creo que ya tiene poco arreglo... ¿O me miras así para avisarme de que piensas volver borracho a las 3 de la madrugada y crees que te voy a montar una escena?-

Tyler y Joy disfrutaron de la comida juntos, charlaron de esto y lo otro y rieron. Fue un momento de distensión como colofón de un día de cierto estrés. Al menos si se le preguntaba al detective, quien había logrado olvidar ya la experiencia recorriendo un buen tramo de la autopista número 1 por la costa oeste.

Pero no olvidaron el motivo que los había llevado hasta allí. Debían de conseguir algo más de información acerca de la ex camarera que había tenido trato con Vicente Puig. Ver hasta donde los llevaría recorrer ese hilo de la investigación. Habían desistido de sacar más datos del pingüino, tenían claro que no sería fácil convencerle para que les diera el apellido o la dirección de la tal Alisha. Así que tendrían que buscar otro tipo de plan de acción.

La propuesta de Joy no era mala y tampoco era la primera vez que hacían algo considerado fuera de la ley para conseguir la información que precisaban. Así que aprovecharon el momento para buscar posibles entradas al restaurante, cuando todos durmieran.

Tyler se acercó a las cocinas con la excusa de querer felicitar al cocinero. El camarero no tardó en sacarle de las estancias sagradas de todo restaurante, pero para entonces el detective ya había podido ver, que había una puerta trasera por la que entraban las mercancías.

Joy por su parte visitó los baños y descubrió que estos tenían una ventana que, aunque estrecha, valdría para dejarles pasar al interior. Siempre y cuando estuviera abierta. La altura en la que se encontraba no era excesiva, pero suponía un salto al interior que, con un poco de mala suerte, podía suponer un tobillo torcido.

Evidentemente había otras dos posibles entradas más al restaurante. La una era la principal desde la propia calle, y la otra era la que daba al hotel.

Tenían varias posibilidades de acceder al restaurante de manera furtiva, mas tenían bastante claro que lo más seguro sería que todas ellas estuvieran cerradas cuando se acercaran a altas horas de la noche.

Pero de eso ya tendrían tiempo de ocuparse más adelante. Ahora tocaba terminar de disfrutar de la cena y pedir una habitación para descansar.

-Hace tiempo, perdí cierto sentido de la vergüenza, pero una mujer tan joven cómo tu, la reputación puede ser importante, sobretodo si por algún casual te ve un conocido.

La comida ha estado excelente, y no me puedo quejar, aunque sé que esto va a suponer una rebaja grande de nuestro salario. Sólo espero que mi apetito no se haya enamorado lo suficiente de ésta comida, cuando vuelva a mi ración de rancho diaria, o lo pasaré realmente mal.

-Va siendo hora de buscar accesos para tu plan, voy a... "felicitar al camarero".

Por supuesto me echan enseguida, pero me ha dado tiempo a hacerme un perfil de lo que puedo encontrarme. Trato de quedarme con las cajas de provisiones, por si veo alguna etiqueta del reparto. Luego al salir, me doy cuenta que Joy no está, así que me siento a esperarla. Por lo que veo, ahora que vuelve, había ido al baño.

No tardo en ponerla en situación:

-Aparte de los accesos normales, que de bien seguro estarán cerrados y serán complicados, por la cocina he visto un acceso a las mercancias. Si lograramos camuflarnos durante el reparto nocturno entre el material, o colarnos sin más, es una posibilidad a tener en cuenta. El problema es que habrá gente, así que tendremos que esperar a que se vayan y cuidarnos de no ser advertidos. ¿Qué te parece la idea?

Cuando Tyler me explica como lo ve, casi me enternece "No se puede ser más inocente"

-Sabes lo de la liberación femenina ¿verdad? Los tiempos de las sufragistas ya pasaron y los del charlestón también. Vivimos en un mundo moderno, Tyler. Nadie espera que yo llegue virgen al matrimonio...- durante un momento pienso que igual mi franqueza le incomoda. No sé si alguna vez hemos llegado a tratar temas tan personales -... Y si lo esperan ya llegan bastante tarde, creeme. Si alguien me ve contigo en el hotel y tiene la osadía de comentarme algo, le diré que lo pasamos muy bien y que gracias por el interés. Y si alguien me ve contigo y no me dice nada pero cuchichea a mis espaldas ¡mejor para mí! Eres un tipo atractivo, seguro que eso me convierte en una ligona-

Me echo a reir con ganas, quizás demasiado para un sitio elegante como este, pero es que estoy segura que no se esperaba un piropo y confío en que eso le haya dejado cortado lo suficiente como para dejar de preocuparse por estas tonterías.

Y parece que así es por que comienza a hablar de nuestro plan y de cómo abordarlo. Luego se levanta y va hacia la cocina.

En ese momento decido aprovechar para ir al baño y echar un vistazo.

Cuando vuelvo, el jefe ya está en su sitio y me cuenta lo que ha descubierto. Espero hasta que termina y luego le cuento yo lo que he visto en el baño.

-Hay un ventanuco. Es muy pequeño pero, si no encontramos otra opción, podría valer. Aunque reconozco que el tamaño y la altura a la que está me quitan las ganas de intentarlo por ahí. Más ahora que, con lo que has dicho, sé que hay una opción mejor en la cocina. Si te parece podemos vigilar este sitio desde el coche y, cuando veamos que todos se han ido, podríamos intentarlo desde la cocina. Si no lo vemos fácil siempre podemos intentarlo por el hotel. Y, como último recurso, la ventana del baño- Le comento, dejándole la decisión final sobre qué hacer.

No sé si me he quedado cortado por sus confesiones, porque soy demasiado chapado a la antigua o porque ha dicho que soy atractivo. Sea como sea, perturbado incluso, trato de que no se me note, mientras sospecho que igual lo ha dicho para tomarme el pelo, cómo cuando acelera en ese vehículo de Hades.

Aún con todo el espacio me sirve para aligerar mi mente de pensamientos turbadores, y para cuando nos reunimos y me comenta lo de la ventana, vuelvo a estar centrado con la tarea que nos atañe:

-Vale, si no lo hiciste aún, vuelve al baño y asegurate de que la ventanilla queda desbloqueada, pero que parezca cerrada. Coge algo de papel de baño, por si fuera necesario al final romper algún cristal y cruzar, para no cortarte y sangrar.

Es evidente que tal como lo ha descrito yo no cabría por ahí, por lo que tendría que vigilar desde afuera.

-Ese será el plan B. Para la cocina, se me ocurre otro plan. Si tras la vigilancia desde el coche, vemos que las horas avanzan y no se van, iré al encuentro, fingiendo ebriedad y les pediré una botella para mi señora, que andamos en una fiesta y se nos acabó el suministro. Probablement me manden al paseo, tanto si lo hacen como si no, les daré la tabarra para distraerlos, mientras tu te cuelas, buscando distraer las miradas alejadas del acceso. Si lo logras, y ves que para salir lo tienes mal, ve a la ventana del baño y sal por ahí. Trataré de estar tan pronto les deje en paz.

Espero su respuesta, y si está conforme, sólo me queda por añadir:

-Tomemos esa habitación, vamos a necesitar reposar un poco para aguantar la vigilancia de la noche.

Escucho con atención como desarrolla su propuesta de plan, asintiendo cuando me pide que vaya a baño a asegurar la "entrada".

-Ok. Lo haré como dices-

Luego continua desarrollando el plan principal, el de la cocina. Cualquiera que nos vea, cuchicheando con las cabezas pegadas, seguro que piensa que nos estamos diciendo tonterías de enamorados...

-Vale, me cuelo pero ¿alguna idea de por dónde tengo que empezar a buscar? ¿Has visto algún sitio que te haya parecido que podría tener la información de administración de este sitio?- pregunto con la esperanza de que me oriente y no tener que ponerme a rebuscar por todas partes. Si no hubiera nadie el tiempo no sería tanto problema pero si van a estar por allí, aunque los esté distrayendo, tendríamos que intentar acortar nuestra "visita" a este sitio.

Una vez acordado el plan, hago un gesto al camarero para que nos traiga la cuenta.

-Acuérdate que ahora, en la recepción, mientras cogemos la habitación, echemos un ojo a la entrada desde el hotel hasta aquí. Quizás termine siendo la fórmula más sencilla ¿quién sabe?-

Siguiendo las instrucciones de su jefe, Joy dejo preparada la ventana del baño de mujeres para que pareciera cerrada y poder, en caso necesario, poder colarse por allí.

Aunque, por su tamaño y altura del suelo, esa no sería su principal vía de entrada. No si podían evitarlo. Tyler explicó a su asistente las posibilidades que él veía y Joy asintió, confiando en la experiencia del detective. Pero le indicó también, que no dieran por cerrada la posibilidad de abrirse paso al restaurante desde la entrada del hotel.

Pagaron la cena, la cual le costó a Tyler el salario de un día, sin rechistar, no querían llamar aún más la atención, pero el lobo tuvo que morderse la lengua para no soltar una exclamación y quizás también decirle dos cosas al estirado del pingüino. Pero al menos habían disfrutado de la comida y las asperezas con las que habían iniciado el día y la tensión del viaje parecían ya largo tiempo superadas.

Regresaron al coche de Joy, tomaron las maletas y se dirigieron a la recepción del hotel para inscribirse como la pareja Reed, una pareja de California que ha venido a pasar un par de días en San Francisco. A juzgar por la decoración de la entrada del hotel, se trataba de un alojamiento de alto standing, sin llegar aún a ser de carácter noble. Tyler vio como su cartera, ya de por si en un estado precario, amenazaba con perder todavía más peso.

Mientras el lobo se encargaba de los trámites con el recepcionista, Joy observaba con disimulo la posición de la entrada al restaurante. Se encontraba detrás y a un lado de la recepción, cerca de las escaleras que daban a las distintas plantas de las habitaciones. No estaba oculta a la vista de un posible turno de noche, pero si éste se relajaba y no hacía guardias, podrían quizás pasar a hurtadillas tras él sin ser vistos. Eso sí, un descuido, un paso en falso y podrían llamar su atención y ser quizás descubiertos. No estaba claro, además, si la puerta de entrada al restaurante estaría de noche cerrada con llave o no.

***

Por fin llegó la noche y con ella el momento de salir a esperar entre las sombras que llegara su momento. Se despidieron del recepcionista, un hipopótamo fofo, pero que disponía seguramente de una gran fuerza, diciéndole que querían salir a disfrutar de la vida nocturna de San Francisco y éste le guiño el ojo a Tyler deseándoles que pasaran un buen rato.

Esperaron en el coche de Joy hasta que vieron salir al pingüino del Giovanni´s. Metió la llave en la cerradura y cerró la puerta, para alejarse después calle abajo con el andar característico de los de su raza.

Se quedaron aún un rato en el vehículo de Joy, hasta que el número de pasantes se redujo alguna que otra esporádica pareja tonteando camino a casa o algunos borrachos de paso al siguiente local.

Había llegado su momento.

-Vi un despacho al lado de la cocina, esa debería ser nuestra primera opción.

Tras eso y ver mi economía como baja a golpe de billetes de los grandes, siento que quizás durante el resto de la semana tenga que comer sopas para compensarlo. Pero que le voy a hacer, forma parte de la investigación, ya saldaremos las cuentas con el cerdo cuando le encontremos.

Y con eso, aún así el desembolso me duele, por mucho que el hipopótamo me guiñe el ojo. Admito que Joy es una belleza, pero la admiro más por su ingenio... aún con todo, imaginarla de otra manera, hace que mi pelaje se erice. Por suerte para mí, ella no me lee el pensamiento, porqué sino me haría algo más que marcar con las uñas, sospecho.

Por la noche, hemos decidido hacer turnos de leves siestas en el coche para no caer rendidos si la cosa se alarga. Por fortuna, más pronto que tarde, vemos al camarero echar la llave.

En esos instantes saco la linterna, de mi gabardina, y se la cedo a Joy.

-Podría ser útil. Esperaba que hubiera gente pero es posible que tarden más de lo previsto. Si quieres, trata de trabajarte la cerradura mientras vigilo que no venga nadie. Si viniera alguien te aviso, nos hacemos carantoñas y esperamos. Si la cosa se complica, pasaremos al plan B de la ventana.

Me doy cuenta por unos instantes que he sonado asquerosamente racista dando por hecho que por ser lo que és, ya debe saber abrir cerraduras ajenas... Trato de corregirlo. Y luego me da asco la gente que me juzga por ser Lobo.

-Si sabes algo del tema claro...

El hotel no me parece nada del otro mundo. No está mal pero para mí no esta lo suficientemente limpio. Mientras espero a que Tyler termine la reserva observo la puerta como si estuviera inspeccionando el sitio. Arrugo el morro mientras reviso, algo que me sale natural cuando veo los trozos de la moqueta que necesitarían un buen frotado de agua con jabón.

"Si cree que soy una clienta tiquismiquis no le extrañará que observe con atención"

Aunque lo cierto es que sí soy tiquismiquis y ese sitio, sin estar mal, no va a ser de mis favoritos.

Salimos y nos quedamos en el coche. Aprovecho que Tyler vigila para echar alguna cabezada. No estoy segura de si las sabanas de la cama estarán lo suficientemente limpias como para dejarme dormir tranquila.

Cuando por fin el pingüino sale, me desperezo.

-Vamos- le confirmo al jefe mientras abro la puerta del coche.

Una vez en la puerta y mientras estoy pensando cómo seria mejor abrirla, Tyler se lía y se mete en un embrollo él sólo.

-Soy lo que soy. No me ofende que lo des por hecho. Asumo mi naturaleza y le doy un uso correcto. Deberías probarlo en lugar de esconderte- le suelto sin más. Sé que no quería molestarme pero su manía de tratarme como si me fuera a molestar todo es lo que de verdad me molesta.

Me concentro en la cerradura mientras Tyler vigila.

-Si viene alguien, tócame la espalda y haré ruidos de náuseas para que parezca que estoy apoyada vomitando. No creo que les queden ganas de acercarse-

Joyce hizo caso de su jefe y se puso manos a la obra, tratando de abrir la cerradura de la puerta de entrada al restaurante. Era una mapache criada en barrios pobres, donde había aprendido artes más que discutibles, pero que en ese momento iban a mostrarse como muy útiles.

Sin embargo, aquella puerta se le puso algo cuesta arriba, al menos más de lo que había esperado Joyce, conocedora de sus habilidades. Necesitó de un par de minutos y en ese tiempo una pareja se acercó a ellos, pasando a su lado. Un caballo y una antílope.

Tyler la dio una señal y Joy reaccionó casi al instante, dando a entender que algo la había sentado mal y se encontraba en el proceso de revivir el momento de la cena. Por desgracia en el orden inverso.

El lobo, dirigiéndose a la pareja, dijo algo de no saber llevar la bebida, para dar a la actuación de su asistente un trasfondo creíble. El caballo preguntó de manera amable si necesitaban ayuda, y Tyler, mostrándole los colmillos y gruñendo audiblemente, le dio a entender que su ayuda era lo último que necesitaban.
La pareja aumentó el ritmo y desapareció de su vista en apenas unos segundos. No sin girar la cabeza de vez en cuando y lanzar improperios, cada vez más altos a medida que la distancia que los separaba del lobo se iba haciendo mayor.

Joyce siguió haciendo su trabajo y, pocos segundos después, un claro clic les mostró que había tenido éxito.

Abrieron la puerta y se adentraron por segunda vez esa noche en el restaurante en el que habían cenado antes. En la primera ocasión habían sido bienvenidos comensales, en esta eran delincuentes indeseados. El local estaba tan oscuro como la boca de un metro, pero la luz que les llegaba desde el exterior los dejaba entrever las mesas recogidas y las sillas giradas y colocadas sobre ellas. Una vez cerraron la puerta tras de sí, era imposible discernir nada en esa envolvente oscuridad.

Tenían la certeza de que debían darse prisa. Cada minuto que pasaban en aquel local, era un minuto más para que alguien los descubriera y se encontraran en una situación, cuando menos, comprometida.

Los improperios poco a poco agotan mi paciencia, y mi rostro de enfado es cada vez menos fingidos y un poco más real, y que las distancia les de valentía para seguir por ese camino, sólo me hace dar unos pasos hacia ellos, con resolución para lograr el efecto deseado y ver como cada vez lanzan menos improperios y en cambio sus pasos són cada vez más rápidos.

Acabado eso, me acerco a Joy:

-Eso es lo que pasa cuando no escondo mi naturaleza. Siempre seré el Lobo.

Cuando finalmente se oye el clic, con algo del papel de baño que retiró Joy, abro con la manecilla, para no dejar pelaje en el mango de la puerta y entro discretamente, en primer lugar para asegurarme de que si aún quedaba alguién dentro, no vean a Joy y le de tiempo a escapar.

Al ver que de momento no hay nadie, le hago un gesto para que entre, y cierro tras de mí con la misma precaución que al entrar.

-Nada de luces ni linternas, podrían verse a través de las rendijas. Tendremos que esperar un poco a que se nos acostumbre la vista a la oscuridad, para evitar tropezones.

Al parecer Joy es buena con éstas cosas, lo que me hace replantear el viejo dicho de que un detective con éxito, suele serlo porque tiene mente criminal. Mientras esperamos a que la vista se aclare, le digo susurrando cerca:

-Yo buscaré por las inmediaciones de la entrada, tú examina el resto. Me quedaré aquí porque serviré mejor como vigilante por si volviera alguien. A veces pasa que se dejan alguna cosa. Si es el caso, daré una palmada suave. Éstate atenta.

Tras eso, me limito a buscar por la zona y nada más. El resto lo dedico a la vigilancia.