Partida Rol por web

Tyler sentía que el tiempo se les escapaba de las manos, que no podían relajarse ahora pues, fuera lo que fuese que estaba sucediendo, fuera cuál fuese el secreto detrás de Vicente Puig, ellos hasta el momento habían ido varios pasos por detrás. Era hora de pasar a la ofensiva. De tratar de tomar el control.

Quizás por ello en esta ocasión no puso pegas para sentarse en el asiento del copiloto del coche de Joy. Incluso animó a su asistente a arrancar cuanto antes, cosa que hizo que la mapache lo mirara extrañada. Una vez más el detective la alentó a arrancar y Joy pisó el acelerador, haciendo que las ruedas del coche rechinaran contra el asfalto.

La ruta que transcurre de Los Angeles a Las Vegas por la interestatal 15 abarca una distancia de unos 450 kilómetros y gran parte de ella recorre el desierto del Mojave. Carreteras largas, que parecen interminables y que dejan a ambos lados una naturaleza tan muerta como bella. La temperatura ambiental hacía pensar que se encontraban en la antesala del infierno y ambos agradecieron que el coche de Joy fuera descapotable y que estuvieran haciendo el trayecto ya caída la tarde. No querían ni pensar como sería ese viaje de ser mediodía.

El paisaje de las últimas dos horas, monótono y marchito, contrastó de manera brutal con la decadencia que emanaba de la ciudad de Las Vegas. Sus enormes edificios, las replicas de conocidos monumentos internacionales, las luces que convertían la noche en día y la riqueza que parecía brotar de cada calle, de cada edificio. Algo que no engaño ni a Tyler ni a Joyce, quienes sabían que todo aquello no era más que apariencia, una capa de pintura para ocultar la miseria de la que se alimentaban para brillar.

Era tarde ya. Era hora de buscar un lugar donde pasar la noche. ¿O acaso aún tenían algo que hacer antes de acostarse?

Desde el momento que pisó el acelerador, me arrepentí de haberla instado a hacerlo. Lo bueno, es que hemos podido recuperar parte de ese tiempo perdido... pero mis piernas aún tiemblan. Por supuesto, lo he tratado de disimular, pero no creo que engañe a nadie.

Las Vegas, menudo antro de ciudad. Nunca me ha gastado, llena de sueños rotos y prostitución, intentando maquillar la miseria entre las luces de neón, mientras los ricos que nunca han dado un palo al agua, malgastan un dinero que nunca se esforzaron en lograr, mientras compran mujeres noche a noche, y otros, arriesgan sus vidas tratando de convertirse en uno de ellos de la noche a la mañana en los casinos.

Decadencia.

Sólo la gente como el cerdo encajan bien aquí.

Dónde se hospedó el cerdo sería un gran sitio para investigar, pero para eso antes...

-Debemos parar por la comisaria, hablar con el detective Joseph Hound, para convencerle de que nos cuente dónde le descubrieron y el informe del caso. Y luego, buscaremos un sitio dónde dejarnos caer. Mejor aprovechemos la noche, aunque estemos cansados, el detective también lo estará y quizás con tal de quitarnos de encima, colabore más.

Conduzco tan veloz como puedo sin saltarme el límite de velocidad. Con el día que llevamos lo último que necesito es que otro polizonte me pare llevando un herido de bala como copiiloto.

-Si quieres subo la capota- le propongo a Tyler, pues sé que el aire en la cara acentúa la sensación de velocidad. Pero como no me dice nada deduzco que no le importa, lo que me parece perfecto.

Cuando la noche empieza a caer, llegamos a Las Vegas. Es la hora perfecta para verla.

"Como a cualquier puta, recién maquillada justo cuando cae la noche. ¿Quién querría verla en la mañana, con todas las miserias al aire?"

Siento un cierto asco por este sitio y no logro comprender como existen personas normales viviendo aquí. Gente que lleva a sus hijos al colegio, que hace la compra, que paga impuestos... Para mí sólo es una ciudad llena de gente que se deja hundir y gente que disfruta hundiendo.

-Me parece bien. Vayamos hasta allí. Si, como sospecho, el tipo ya se ha ido a casa, al menos podrán recomendarnos un hostal de confianza- asiento a la propuesta del jefe. Lo único que omito es el motivo por que creo que ese policía ya se habrá largado. Nunca he visto un policía, próximo a la jubilación, que quiera estar a estas horas de guardia. Es jugársela por nada cuando estás a punto de llegar a la meta.

Siguiendo la propuesta de Tyler, Joy se dirigió a la comisaria donde trabajaba Joseph Hound. Su contacto la había dado la dirección y, tras preguntar a algunos transeúntes, no tuvieron demasiadas dificultades en encontrarla.

El edificio era una monstruosidad de metal, cemento y cristal de líneas rectas, que había sacrificado la estética por la funcionalidad. La mayoría de las ventanas en los pisos superiores estaban a oscuras y, salvo por la planta inferior, donde se mantenían los servicios mínimos de la comisaría, a juzgar por la iluminación solo unas pocas habitaciones mostraban actividad a esas intempestivas horas de la noche. Era de suponer que Joy tendría razón y el detective, al que habían venido a buscar, haría tiempo que había abandonado su puesto de trabajo. Pero ya estaban allí, así que el lobo y la mapache probaron suerte.

Les atendió una aburrida hiena que no pareció poner demasiado interés en atenderles y Tyler tuvo que aplicarse para conseguir convencerla de que marcara el número de Joseph Hound. Nadie contestó y, tras un par de largos segundos sin respuesta del otro lado, el policía alzó los hombros con elocuente expresión.

Iban a preguntar acerca de a que hora podrían encontrarle, cuando un Basset de cierta edad, con el abrigo sujeto en el brazo derecho, bajaba las escaleras que llevaban a la entrada de la comisaria y se disponía a salir.

– ¡Hey! ¡Jeje! Parece que hoy es su día de suerte. Ese es el hombre al que buscan. –Los interrumpió el policía tras el mostrador de recepción y, volviéndose hacia su compañero, continuó– ¡Hey, Joseph! ¡Jeje! Estos tipos te están buscando. Parece que aún no vas a poder irte a casa, ¿eh? Jeje

El detective se volvió hacia ellos sin hacer demasiado caso a los comentarios de la hiena. La expresión de sus ojos apenas varió. Solo un brillo profundo que mostraba una aguda inteligencia y unas ojeras que indicaban un tremendo cansancio.

– ¿Y bien? Ha sido un día muy largo y estaba a punto de irme a casa. No sé qué les trae a mí, pero supongo que podrá esperar a mañana.

Su voz era firme y dejaba claro que no tenía demasiadas ganas de invertir el resto de la noche con unos desconocidos. No parece que fuera a ser sencillo convencerle de lo contrario.

Agradezco a Joy haya decidido hacer una tregua a mi penitencia por mis pecados, mientras nos ponemos en marcha a esa comisaria. A diferencia de nuestra modesta oficina, el edificio es enorme, lo que demuestra en cierta forma el poderío que trata de mostrar a sus ciudadanos. Una señal, que no necesariamente es tan efectiva como debería ser, a juzgar por la decadencia que reina en las calles.

Aún con servicios mínimos, me doy cuenta por la pasividad de la hiena que nos atiende, que eso del mínimo se lo toman al pie de la letra. Trato de mantener la paciencia, todo bajo control, ya no solo para no montar una escena como con la rata, sino también por la profunda miseria y vergüenza que me pesa en el alma, cada vez que visualizo a Joy riñéndome, despreciando el lobo en el que me convertí.

Y al parecer, mi paciencia tiene su recompensa, cuando finalmente aparece el detective. Mi primer impulso es poner mi mejor rostro y acercarme amigable, pero sus gestos y palabras cortantes me impiden reaccionar. Insistir sin más sería contraproducente, pues en el caso de que accediera lo haría a desgana y seguramente habría cierta malintencionalidad por fastidiarle la noche.

Tengo que ser sútil, tengo que lograr que acceda a ayudarnos de motu propio sin que parezca que le estoy forzando, sólo así su ayuda será valiosa. Así que le sigo el juego.

-Por supuesto que puede esperar, detective Hound. De todas formas lo del cerdo es algo que ya pasó, si eres tan amable de decirnos a que hora podriamos venir a verte, nos iremos sin molestarte más. ¿Te parece?

Lanzo el anzuelo al mencionar el caso del cerdo, ya que hay un muerto implicado, no nos conoce de nada y podria quedarle la duda de que quizás nosotros podamos darle alguna información que le sea útil a si mismo, o que por lo menos si pasara algo a testigos que quisieron decir algo antes de poder hacerlo, se arrepentería.

Observo la comisaría con algo de tristeza. Da la imagen que tiene que dar. Parece decir "soy resistente pero no valiosa".

"Como odio esto" pienso mientras caminamos hacia ella "Odio que esto sea lo único que separa a la gente de los delincuentes y que dé esa imagen"

Pero intento no pensar demasiado en esa idea. Ya me desilusioné en su momento. No necesito hacer sangre con este asunto.

Cuando entramos nos atiende una hiena que responde al típico poli-ventanilla. "No te esfuerces demasiado ¿eh? No sea que te toque trabajar..." pienso con sarcasmo mientras le veo marcar.

Parece que no vamos a tener suerte ("Menuda novedad ¿eh, Joy?") pero ¡mira por donde!, resulta que estoy equivocada y el poli al que buscamos viene a nosotros.

Por eso no puedo evitar fruncir el ceño con sorpresa cuando Tyler le dice que sí, que podemos esperar hasta mañana.

"¿¿Pero que...??"

No le voy a llevar la contraria pero, ahora mismo, me acabo de quedar sin palabras de la sorpresa.

– ¿El cerdo?

El detective se permitió alzar una ceja, sorprendido. Pero fue solo un instante. Quizás pudiera ser interesante retrasar un instante la vuelta a casa. Quizás aquellos dos desconocidos pudieran tener algún dato interesante que compartir con él y siempre tenía tiempo para hacerlos llamar para el día siguiente, si al final era una tontería.

– ¿Se refieren al señor Puig? ¿Quiénes son y que relación tienen ustedes con él?

El tono de su voz no era amenazante ni maleducado sino más bien decidido. Como era de esperar en alguien de su profesión. Los alejó unos pasos del mostrador de la recepción, para buscar un lugar algo más intimo donde poder hablar con más calma.

El poli se para y nos dedica su atención. Y entonces comprendo que ese era el objetivo de Tyler.

El perro nos da pie a hablar. Entonces observo con más atención al sabueso. Su ropa no parece cara. Su rostro refleja cansancio que puede ser por la preocupación de hacer bien el trabajo o por la preocupación que siente por las víctimas. A dicho que se va a casa, no a tomar unas cervezas con los compañeros... No parece un mal tipo, ni un vendido.

"Parece un poli de verdad, uno como me habría gustado ser a mí." Cuando llego a esa conclusión decido adelantarme a Tyler "A este no le vamos a engañar ni a contar medias verdades. A veces no queda más remedio que confiar en alguien"

Bajando un poco la voz para que no me oiga el de recepción, canto como Dottie Salters

-Somos detectives privados. La mujer... la "primera" mujer de Puig nos contrató para encontrarle pensando que algo le habría ocurrido. Siguiendo sus pasos llegamos a su "segunda" mujer. El tipo había resultado polígamo. Pero eso, una vez muerto, da un poco igual ¿no? No que no da lo mismo es quién lo mato.-

A partir de ahí dejo que Tyler siga para ver hasta dónde quiere contar. Yo lo contaría todo pero él es el jefe, me fiaré de su criterio.