Partida Rol por web

Las acusaciones sobre Lockhart seguían sin cesar. Los de Slytherin decían que era un asesino. Sin duda, Dolores se había expuesto demasiado como para ser una treta, a no ser que quisiera sin importar como que su familia se impusiera sobre las demás.

— Gilderoy, es cierto que sería interesante que ya que ha empezado a acusar a Dolores diga más cosas o será difícil creerle — en realidad ya lo era — Lo que sí que ha quedado claro es que alguien miente. O mi compañero de casa es un vulgar asesino o ella miente. Por eso, hasta que no se demuestre quien de los dos tiene razón, desconfiaré de ambos al ser uno de los dos culpables.

Un inocente no acusaba a otro sin tener motivos reales. Y si no los tenía y solo quería matar para proteger o hacer fuerte a su familia no sería muy distinto de los asesinos.

— Lord Slytherin, dudar de alguien no es defender al otro. Por desgracia, el resto no tenemos su seguridad de que lo que dice Dolores sea cierto. Es posible que tenga razón y que él sea un asesino. Pero no me negará que si alguien hace algo similar sobre un miembro de su familia, aportando como prueba su palabra de que lo ha visto, ¿no habría al menos una parte de usted que pensara que podría ser mentira? Por si no ha quedado claro, tampoco defiendo a Lockhart.

Lo que me cuesta creer, señor Slytherin dije tras dejar hablar al profesor y retomando un punto lejano de la conversación. Es que usted haya sido atacado también, pero no pueda preceisar si fue Lockhart o no. No solo me preocupa que mienta expuse trantando que no se notara mucho la falta de confianza que tenía en Salazar si no que eso sumarían... ¿qué? ¿¡Cuatro ataques en una noche?! Es una salvajada

Bellatrix fulminó a su primo con la mirada y sus dedos aferraron con fuerza su varita. - ¿Quieres que te demuestre lo blanda que me he vuelto, Sirius? - Preguntó con un tono claramente amenazante mientras una sonrisa, tan desquiciada como divertida, comenzaba a aparecer en sus labios. - ¿Quieres que juguemos un poco como cuando éramos niños? 

Sin embargo el hombre parecía entretenido con el tipo de la sonrisa del año y al ver cómo sacaba la varita Bellatrix simplemente soltó una risita. Parecía que las cosas se iban a poner divertidas por fin. 

Sin perder la atención de las posibles varitas que se levantasen y dispuesta a sumarse a la juerga en cualquier momento, empezó a dar pequeños paseos, manteniéndose al margen de la conversación. Hasta que las últimas palabras de su sobrina hicieron que la mujer levantase la cabeza y soltase una carcajada aguda y sonora. - ¿Cuatro ataques, Nymphadora? ¿Qué cuatro ataques? La larva rusa, el asqueroso squib... Y Lord Slytherin. Eso suman tres, no cuatro. ¿Nos estás ocultando algo? - Preguntó finalmente, enarcando una ceja antes de volver a reír.

Todavía me encontraba afectada por todo lo que estaba pasando y de manera tan rápida, el secreto del cabello de Lockhart revelado a la comunidad de magos que se encontraba atrapada en un castillo que se suponía debía ser seguro y que ahora tan solo los había dejado a merced de los más mortales enemigos. Y no era eso lo peor, lo peor era no poder diferenciar aliado de enemigo, hasta a la pobre Señora Norris le habían arrebatado la vida. Mi mirada va hacia el muchachillo de cabeza platinada algo simpático, su rostro lleno de desdén desmerece un poco su estilo, parece una urraca repitiendo todo lo que dice la Dama que lo acompaña, su madre.

El profesor FLitwick no aporto mucho y más pareció no otorgarle el voto de confianza a Monsieur Lockhart. Esto era una auténtica pesadilla, mirándosele como se mire. Y para aumentar la tragedia estaba aquella menuda muchacha china corriendo a llorar a un rincón oscuro, no me siento muy bien con ello pero me alivia ver como Madame Trewlaney acude a su socorro, la Señorita Cho es algo enigmática y muy sensible, una mano amiga de consuelo le vendrá bien.
En cambio a mi que injustamente me ha sido arrebatado el descanso y mi tranquilidad, no puedo dejar que mi espíritu se quiebre de ese modo. No sería algo que podría contar luego a Bill.

Me encontré todavía con la mirada puesta en Lockhart, en sus profundos ojos optimistas, la perfecta piel de porcelana y en los encantadores rizos que ondeaban con ese toque dramático que solo la severidad y peligrosidad de la escena podían embellecer aún más. Noté el hilillo de sudor nervioso que empezaba a mancillar el marco de su rostro y aquellos labios ahora arrebatados de su natural seguridad dirigiéndose hacia mi con una respuesta poco creíble.

Forme una palabra en mis labios, que cualquiera podría entender, no me atreví a murmurar palabra alguna por temor de agravar el problema - Lo siento mucho Monsieur Lockhart -se entendió claramente a pesar de que de mi garganta no salió voz alguna. Me había precipitado al creer que Umbridge se refería a otro secreto y no a ese, de cualquier manera mi mayor preocupación era saber si una figura tan emblemática, admirada y encantadora como él efectivamente era capaz de cometer un asesinato con semejante saña, odio y frialdad.

Y entonces sucede algo mayor, empieza a suceder como ha augurado Madame Tonks, empiezan las acusaciones sin sentido de unos con otros aumentando la polvareda de información e imposibilitando discenir la verdad. Y para adornar el cupcake mortal, el fundador Salazar asegura que recibió también un ataque, aunque naturalmente con su talento seguro que le ha sido pan comido rechazar el ataque. Mc Gonagall tiene razón en lo que dice, mis ojos miran a Lockhart con decepción, notando que no ha sido el mago que creí que era y que mi madre adoraba.

- ¡Mon dieu! -exhalo casi como un susurro.

La voz de Monsieur Black irrumpe en la sala y cuando vuelvo a verlo tiene la misma sonrisa... no... mucho más cautivadora de lo que Monsieur Lockhart ha logrado jamás y de pronto extiende su varita hacia Gilderoy. Admito que es bastante atractivo lo que hace, no sé si prudente pero parece ir acompañado siempre de esa aura de autoconfianza que es bastante reconfortante.

Las palabras de Ollivander llaman al orden y lo agradezco en silencio aunque es verdaderamente tergiversado por el cadavérico señor fundador de la calva brillante. No me agrada la mirada que nos dedica, parpadeo con suavidad y con cortesía rechazando su desprecio .
- Pues -me dejo oír- Señores, no creo que alcancemos certeza alguna de algo. Pero cada quien merece explicarse hondamente al respecto. -es todo lo que digo, aunque pienso muchas cosas, como ¿como es posible que Monsieur Slytherin no viera a sus atacantes pero si pudiera rechazar un ataque? ¡Es un fundador!
- La gata Madame Noggis -respondo automáticamente a Madame Bellatrix.

Exacto, gracias Fleur. le dije a mi compañera de casa sonriéndola. Puede que tu querida tía tengas la sensibilidad en la punta de la varita. Pero a algunas, nos preocupan la vida de los animales tanto o más que la de algunas personas. miré con odio a Bellatrix soltando una media sonrisa desafiante Aunque sea la Señora Norris. *

Por cierto, seguí dicéndole, una vez que me había empezado a enfrentar a ella, las palabras casi brotaban solas de mi boca Aunque supiese algo, o tuviese algo que decir, jamás lo haria contigo, asquerosa sangre limpia la insulté dándole la vuelta al improperio que ella no solía dejar de decir.

La respuesta de la rubita primero y de Nymphadora después hicieron que Bellatrix volviese a reír. - Concuerdo con vosotras en que la vida de algunos de los presentes no vale más que la de cualquier animal. - Comenzó a decir, dedicándole una sonrisa desquiciada. - O incluso en que valen menos. Pero no creo que nadie considere la muerte de la gata como un ataque diferente al que sufrió la escoria de su dueño.

Se llevó la varita al mentón y se dio algunos golpecitos allí con ella mientras sus ojos se abrían con lo que podría ser asombro, mirando a Fleur. - ¡Y qué rápido has salido tú a aclarar las palabras de la traidora de mi sobrina tendiéndole un cable verdaderamente inestable! Es... Interesante. - Terminó, soltando una vez más una risa estridente.

La mirada tan directa de Bellatrix me extraña - He salido en pro de la gatá. Es una vida Madame Lestrange-pronunció su apellido con mi acento- es mi impresión que también la gatá sufrió un ataque con su familia Monsieur Argús -levantó el dedo índice en el aire- Para ser justós, recién me enteré ayer que todos ustedes -señalo a Sirius, Tonks, Bellatrix, Narcissa y Draco- son famille, familia - la observó detenidamente. Se que es una fiel seguidora de Voldemort, pero no puedo evitar reconocer que de joven ha de haber sido también una bella maga, tanto como su hermana.

Salazar ignoró a Tonks ya que las brujas habían comenzado una discusión un poco absurda, pero se dirigió al profesor Flitwick.

-Obviamente pensaría que es mentira. Pero al dudar de la palabra de dicha persona y exponerlo en público, especialmente después de que hayan tenido la oportunidad de explicarse, estoy actuando en defensa-dijo, enfatizando la palabra.- del acusado. Aquí tanto acusador como acusado ya se han pronunciado, cada uno ya que piense lo que le parezca más conveniente. Este debate no deja de ser un mero tema semántico.

-Lejos de mi eso sí, negarle un nuevo turno de réplica a Lord Lockhart.-Concluyó, dejándose entrever un deje de desprecio.

Culpa, culpa, culpa. La palabra se repetía como un horrible eco en su mente mientras veía cada vez más claro lo que estaba frente a sus ojos. Iban a matarlo. Todos aquellos puristas que querían que los asesinos cesaran con las muertes iban a adoptar el papel de verdugo sólo que con el aire trágico de quien debe hacerlo por el bien común. ¿Dónde estaba el bien en aquello?

Gilderoy sabía lo suficiente de héroes, había desmemorizado a muchos en su vida y sabía que se horrorizarían de lo que el bien común haría. Aquellas personas iban a vender su alma y lo harían con la felicidad de los que apuestan por el bien, creyendo que aquel sacrificio tendría recompensa.

La imagen de aquel caballero de novelas era la de alguien que observaba su propia muerte de cara. Los antebrazos sobre la mesa y la mirada clavada en la madera que descansaba entre ellos, buscando una salida en aquellas vetas de madera mientras todos le exigían excusas, respuestas, explicaciones. Palabras. Palabras que no tenía porque nunca había sido quien fingía ser, no tenía un buen discurso, sólo su sonrisa que en aquel momento se hallaba desvanecida bajo un mar de angustia.

- Qué más da lo que diga, ya soy culpable... - aquello no era parte de una defensa, era una frase en voz alta pronunciada por un ser pusilánime. Slytherin tenía razón, todo lo que podía decir lo había dicho y una serie de personas había preferido escuchar la vaga explicación de un ser sin gracia ni atractivo como era Umbridge que aceptar su explicación, o excusa, o lo que fuera. Y posiblemente aquello se debía a que la mayoría de presentes al ver la encarnación de la lucha de la belleza contra la fealdad, se había posicionado en el lado que más pesaba porque eran muchos más los que lo frecuentaban.

Lentamente, se puso en pie, clavando las palmas de la mano en la mesa. Su mirada, atrapada en aquellas vetas de madera que nada le habían aportado, se alzó hasta los presentes, sin ver. Y entonces, posiblemente sufrió una regresión al mismo estado que le había llevado a San Mungo. Perdió la chaveta.

Saltó la mesa con agilidad y se fue corriendo hasta la puerta, que empezó a golpear de forma totalmente desquiciada con ambos puños.

- ¡Dejadme salirrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr! ¡No quiero morir! ¡Soy demasiado joven y hermoso! ¡Prefiero probar suerte en el exterior!

Sirius mantuvo su mano tensa apuntándola a Lockhart, pero las múltiples intervenciones hicieron que Sirius bajara la varita.

- Esperaba que el señor Lockhart hablara, aunque tantas intervenciones frustaron la idea inicial - guarda la varita y agrega - Y le recuerdo señor Salazar Slytherin que aquel que esgrimió su varita contra uno de los presentes fue usted cuando decidió burlarse de Dobby -.

Las palabras de los presentes se convertían en hechos y no hechos, pero fue la intervención de Flitwick la que llamó su atención. Repetaba al gnomo, era un buen maestro y había cumplido bien con su tarea siempre, aunque había algo en lo que había dicho que no podía estar menos de acuerdo - Creo que su decisión de no juzgar es peor que juzgar a un inocente. Negar su participación en todo esto es como si quisiera colaborar con los mortífagos. Creo que es más respetable equivocarse que abstenerse en estos casos - mira a Bellatrix y se ríe. Su comentario era un reto, sin duda, pero eso mostraba lo sencillo que era hacer exhaltar a Bellatrix, virtud con la cual Sirius siempre pudo contar.

Apenas vio la reacción frenética de Lockhart, fue hacia la puerta, lo tomó de la capa y lo sentó en una silla para que se detuviera - ¡Sé el mago del que hablan tus libros! - lo suelta y le dice - Al menos muestra dignidad, a pesar de que tu cabello no sea rubio natural - se aleja y espera pacientemente las reacciones de los presentes.

El profesor Dumbledore hizo callar las voces con un gesto de su mano fina y apergaminada. Se fijó en algo que le llamó la atención, mientras los demás presentes en la Sala hablaban entre ellos.

El Cáliz dispuesto en mitad de la habitación empedrada, comenzó a lanzar llamas desde su boca enorme. Unas llamas rojas, granates y amarillas iluminaban todo el espacio y daban a los rostros de todos los alumnos y profesores una imagen espectral.

La decisión estaba tomada. Y el Cáliz iba a lazar su veredicto.

Una lengua de fuego salió de improviso desde el interior del Cáliz, y latigueó la mano del Profesor Dumbledore. Éste, extrañado, con el entrecejo fruncido, miró su mano, y vio un pequeño trozo de papel, arrugado y medio quemado.

Leyó lo que ponía.

Un segundo después, alzó la mirada azul y se posó en el hombre de rubios cabellos rizados.

—Gilderoy Lockhart— murmuró el anciano profesor, pero se escuchó de forma clara en toda la Sala.

Al pronunciar el nombre el Cáliz estalló en llamas y engulló con sus lenguas de fuego brillantes y escarlatas al profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

El lugar donde estaba se quedó tiznado de negro. Una humareda lo sustituyó.

Toda la Sala enmudeció. 

Así era... el señor Ollivander viendo el severo castigo que emprendía el Cáliz sobre Lockhart volvió a recubrirse de nuevo su rostro con horror teñido de blanco cadavérico. Sus grises ojos muy abiertos se mostraron, durante largo rato, incapaces de enfocar un lugar fijo. Siendo incapaz de organizar su mente.

Aquella escena se le había mostrado sobrecojedora.

Luego, cuando fue capaz de volver en sí, se dio cuenta que todos habían respondido las peticiones ahí extendidas. Incluso el presunto fundador de la escuela. Todos... menos la señora Umbridge, quien no había aportado ninguna prueba de cómo sabía lo que decía. Ni nada.

-Al menos... no condenamos a un... a un inocente- era la primera vez que por su causa (aunque fuera en forma de voto) moría un hombre. 

Tragó saliva en un intento de que la voz no le sonase tan cascada por la tragedia. -Señora Umbridge... seguimos esperando a que nos aporte explicaciones... el profesor nos contó, justo antes de ser sentenciado, que era culpable pero no lo había hecho solo y que le habían ayudado miembros de la Casa Slytherin...

- Mis capacidades señor Ollivander tienen sus limites, pero si alguien duda de ellas puede ofrecerse voluntario a ser vigilado. La única garantía que tiene sobre mi, es mi palabra. No habrá otras garantías, me temo, los cuadros del castillo no expiden certificados 

Salazar se mantuvo impertérrito ante la actuación del Caliz. -Que artefacto tan interesante.- Pensó.

El primero en comentar los hecho fue el Señor Ollivander empeñado de nuevo en acusar a la Slytherin.

-Lord Ollivander, de nuevo os empeñáis en acusar a nuestra Casa. Lord Lockhart practicamente ha confesado, además con un ejemplo patético y bastante poco digno de como afrontar un justo castigo. Todo el mundo tiene derecho a la duda, pero vos estáis dando crédito a un asesino confeso. Y bien, si usted se hubiera visto en la situación de Gilderoy Lockhart ¿No hubiera apuntado a una casa en la que sabe que no tiene compinches para salvar su causa?

-Es más, seguís dudando de las palabras de Lady Umbridge cuando se ha demostrado certera. Supongo que me diréis que no tenéis ningún tipo de prejuicio contra la Casa Slytherin, pero me cuesta creerlo. Si tenéis alguna acusación concreta y con pruebas, muchas pruebas, no dudéis en hacérnoslas saber.

Luna no cabía en sí de sorpresa. Observaba la situación, viendo cómo otro de sus compañeros de casa les había tenido que abandonar. ¡Qué triste resultaba todo aquello! Y ahora empezaban a meterse con Olivanders, otro más...

- Creo que el señor Olivanders no tiene culpa de querer escuchar más acerca de usted, Dolores Umbridge. De hecho, al parecer muchos han confiado ciegamente en usted y quizás sería recomendable que usted les pagase con la misma moneda.- ella no había sido una de ellos. No sabía si estaba en lo cierto o no, pero no le pareció que las formas de arrinconar al atractivo Lockhart hubieran sido apropiadas. Pero otras personas, como McGonagall, lo habían hecho de pies juntillas en un acto que, a pesar de resultar bastante extraño, sin duda señalaba ganas de colaborar con quien fuera con el fin de eliminar la amenaza- Quizás lo justo es que se explique correctamente. ¿Por qué habíamos de creerla a usted en vez de a él? ¿O qué puede decir para que no creamos que no es usted tan malvada como él? Según tengo entendido es capaz de vender a sus más fieles aliados por llevar a buen puerto sus propias causas...

Frunce los labios con indignación

- ¿Quiere pruebas? Muy bien, le daremos pruebas, acérquese señor Ollivander - Extiende su mano palma arriba, como si esperara que Ollivander le entregara algo - esta noche será usted mismo con quien aplique mis métodos, y debo decir, que posiblemente me este haciendo perder el tiempo. Mis sospechas recaían sobre otros. Pero si sirve para crear un lazo de confianza y permitirnos trabajar con más claridad de ahora en adelante, así tendrá que ser. Porque espero que su objetivo, al igual que el mio, no sea otro que el parar los pies a esos asesinos ¿no es así?. - le mantiene la mirada desafiante, a la espera de que se acerque

El señor Ollivander no tenía ningún problema en aquella prueba. Había preguntado a ambas partes, acusación y acusado que argumentasen, todos podían verlo y mientras el profesor Lockhart se había confesado culpable... Salazar y Dolores Umbridge no cesaban en sentirse ofendidos por la petición exigida.

El fabricante de varitas había manifestado su voto entre los miembros de su casa mucho antes que el fundador de las serpientes dudase de él y tergirversara sus palabras. Diciendo que pretendía "defender a uno de los Ravenclaw por ser de su Casa" pero ahí estaba su voto. A su modo de entender, sus intenciones eran claras para todos... o eso esperaba en qué supieran verlas.

-Muy bien... -afirmó avanzando a paso seguro y sin atisbo de miedo. Al fin y al cabo, quién mayor terror ejercía sobre su mente era el pequeño Tom Riddle y no esa diminuta mujer.

Agradeció con una mirada y un asentimiento la defensa que la pequeña y valiente Luna había ejercido.

-No oculto nada, ni tengo nada que perder... -Umbridge podía poseer el dominio del hechizo que decía pero... -Decís ver cuales son mis artes. Pero... ¿A quién sirve ese "Don"? ¿A la verdad... a su Casa... o a los servidores de El-que-no-debe-ser-nombrado...? Veámoslo. - Al menos... sí al verle sus capacidades mentía, como mínimo él saldría de dudas.

Tras unos momentos, decepción, tan solo decepción. Habló para todos.

- Como sospechaba, sus inquisidoras preguntas solo me han hecho perder el tiempo. Sus errores podrían comprometernos, podrían llegar a matarnos, pero no más que los errores de cualquier otro. No es más que un viejo "romántico" que utiliza su magia para algo a mi punto de ver destestable, pero por lo general inofensivo. Su voluntad no ha sido corrompida con fines oscuros. Pero tendrá que ser el quien nos cuente a quien sirve su Don, si a la verdad o solo a su Casa. Pero esto, como en mi caso, solo el tiempo lo podrá demostrar. 

Se apartó de Ollivander. 

- Y si alguien tiene "pruebas" de algo, pruebas que no ideas, contra un Slytherin o contra cualquiera solo tiene que hacérnoslo saber aquí a todos. Pero si esas supuestas pruebas me hacen perder el tiempo será el siguiente en ser investigado - advierte

Vicent Crabbe se quedo de piedra al ver como el profesor que respetaba se convertía en el objetivo de todos ellos y era engullido por las llamas, en un instante solo quedo el vago recuerdo del héroe de los libros, alguien que en sus últimos minutos no parecía serlo.

El gordo alumno estaba blanco, sin habla, pero al parecer ese hombre en verdad era uno de los asesinos, por lo visto lo confeso en su casa y decía tener aliados en la de Vicent. Si eso fuera cierto, él mismo ya tenia dos claros objetivos a tener vigilados y poder aportar algo de ser cierto, con suerte su propia votación no habrá sido un error. Aunque nadie quisiera oírle.

Pero ahora mismo lo que se oyó fueron sus tripas, otra noche mas necesitaba con urgencia cenar o llevarse algo a la boca. -Oye elfo, invoca algo de comida, esta tensión da mucha hambre.-Le increpo al elfo domestico.

Atrás quedaban las discusiones de los adultos sobre verdades, su prioridad ahora era cenar.

Dobby ignora al seboso de slythering mientras sigue al lado de Hermione aun anodadado por lo que acababa de suceder con Lockhard.