Partida Rol por web

         Roux mira a un lado y a otro, deja pasar unos segundos en los que trata de valorar su situación. - Si fuera yo solo quien estuviera en peligro sabría como actuar… - Su mirada se dirige hacia Juliet, y sin darse cuenta en su rostro aparece una ligera sonrisa ajena a todo lo vivido hasta ahora. Le revuelve el pelo de forma amistosa para distraerla y quitarle un poco de tensión al momento. Después se gira hacia la forense.

         - Dado que ya era sospechoso, y que seguramente ahora me busquen no tiene mucho sentido tratar de engañados .. - Roux habla tranquilo, con un tono y unos tiempos que recuerdan a los de un cuentacuentos. No tiene ningún acento ni deje en el habla. - Soy Roux, y no tengo ninguna profesión importante como forense, detective, o profesor. - Sus palabras parecen sinceras. Mira a Juliet, devuelve la mirada a Isabella y continúa hablando. - Yo no 'tengo' a nadie. - Hace énfasis en la palabra para mostrar su desagrado por la frase. - Juliet se encontró en peligro y vino a mí, desde entonces trato de que esté a salvo y averiguar que ocurre realmente. Creo que no hace falta que le diga que ahí hay algo más. - Sus ojos tienes dibujadas unas pequeñas ojeras de las que ahora, estando tan cerca, puedes percatarte.

         - No tenemos donde ir, y no sé en quien podemos confiar. Si deciden entregarme a la policía tendrán que empezar su historia por: “Sí, salió un tipo de una sala en la que no había nadie, y…”- Habla seguro, con cierta resignación en su rostro, con la honestidad de alguien que deposita su confianza a ciegas. Desvía su mirada al espejo buscando los ojos de Amanda, tratando de discernir su reacción. - ¿Y usted quien es? Cualquier lugar seguro en el que pueda descansar estará bien. - Hace un pequeño gesto con la cabeza hacia Juliet.  

Las cloacas hedían a efluvios mortales, humedad y descomposición. Los ecos de voces chirriantes eran ahogados por los susurros del agua y el masticar de las alimañas. Los ladrillos están negros por el moho que crece a aquella profundidad y el ambiente goza de una atmósfera pesada y densa.

La horrible criatura me mira girando la cara como un perro cuando no entiende lo que dice su amo pero le presta atención -Así que esta es la dirección... te estoy diciendo que sí. Saldré ahí afuera y lo haré por mí mismo. Así, si consigo a esa niña los Tremere estarán en dispuestos a negociar por ella y no les saldrá barata.- Los ojos de Firelias brillaban en la oscuridad con maldad y su lengua lamía y relamía sus labios agrietados. De un bofetón apartó a su subordinado y se revolcó por el fangoso icor de heces, moho y deshechos para impregnarse bien del olor. -¡Ah!, Qué bien se siente uno después de un baño que mantendrá alejados a los curiosos hasta llegar a casa de ese cacho de carne... Becker. ¿Te has asegurado de que nadie nos interrumpa? ¿Sí? Bien... ¿y las ruedas de...? ¿la puerta ha...? Excelente. Dime, ¿a que estoy radiante para la cita? Seguro que la impresiono cuando regrese a casa.- Firelias se escurre por los conductos como un lagarto. Pocos minutos después un olor asqueroso impregna la calle y se extiende por el aire haciendo que los peatones cambien de acera y se alejen. En la oscuridad, el depredador esboza una sonrisa.

El teléfono suena con fuerza en la silenciosa casa del agente Cunningham interrumpiendo lo que estuviera haciendo -Cunningham- dice el agente al descolgar previendo que una llamada a esas horas sólo podía contener información sobre la investigación -Buenas noches agente Cunningham. No le llamaría si no fuera expresamente necesario. Se trata de la pequeña Juliet. Ella y uno hombre desconocido han estado aquí hace escasamente diez minutos, desconozco los motivos pero no entregó a la pequeña. La situación se descontroló. La pareja salió del laboratorio en compañía de la doctora Becker, subieron al coche de la doctora Wickham y huyeron atemorizadas. Temo por la integridad de mis forenses y desconozco los motivos que las han llevado a actuar así. Sé que la agente Becker es tu amiga. Ahora está implicada y los que buscan a Juliet lo saben. Quiero que vayas a la casa de Isabella y protejas a su familia. Te enviaré un par de agentes. Yo iré a casa de Amanda con otros dos agentes y... Conningham, tengo razones para pensar que los secuestradores y asesinos tienen un informador dentro de esta comisaría.- La intensidad del monólogo pierde intensidad al llegar al final. El torrente de información cala hondo en el agente al otro lado de la línea. Dereck casi puede sentir las preguntas que rondan en la cabeza de su subordinado pero el sentido común ante el peligro de una compañera, de una amiga, se imponen.

La adrenalina se dispara y el corazón de Nicholas bombea la sangre con tanta fuerza que se pueden distinguir los latidos en las venas de las sienes. Sin pensarlo coge el abrigo y mientras baja al coche comienza a llamar a su amiga. -Maldita sea, Isabella, más vale que cojas el teléfono-.

Con el volantazo de Amanda me aferro al asa con tanta fuerza que mis nudillos emblanquecen tanto como mis mejillas. Y ante la pregunta de mi amiga empiezo a pensar rápidamente. El hombre quería ir con el detective Roberts, pero no sé dónde vive. Una idea acude a mi mente y abro la boca pero al pensar en Allison me detengo antes de decirle a Amanda que nos lleve a mi casa. Ella debería estar con Claire en casa. ¿Y si llevar a esta gente la pone en peligro? La idea de que ese hombre pueda encontrarnos allí me provoca un escalofrío que recorre mi espalda y se extiende por mis brazos. 

Sin embargo, mis ojos se encuentran con la pequeña Juliet en el retrovisor y los gestos protectores del hombre hacia ella hacen que me decida. Si fuera Allison la que estuviera huyendo de quién sabe qué y no estuviera yo para protegerla... Agradecería que la ayudasen. Así que finalmente vuelvo a abrir la boca. - Vamos a mi casa, Amanda. 

Una vez dicho hago un gesto con la mano para que me den un momento, saco el móvil y mando un mensaje a Claire para avisarla de que estoy a punto de llegar con gente. Y en cuanto lo envío suspiro lentamente y me giro un poco para mirar hacia atrás. - Es mi compañera de trabajo, se llama Amanda y le garantizo que es de confianza. ¿Quería hablar con el detective Roberts de verdad? Puedo pedirle que se reúna allí con nosotros, aunque antes me gustaría entender lo que está pasando, porque le aseguro que estoy empezando a dudar de mi cordura, señor Roux. 

Me marché del hospital a toda prisa. Quería quedarme con Jake, pero tampoco podía hacer mucho mientras estuviera en el hospital, además suponía que la policía iba a dejar alguien de guardia por si acaso. Necesitaba con urgencia encontrar esa tarjeta de memoria, porque era la única pista que teníamos del agresor y no estaba dispuesta a que estuviera danzando por ahí fuera con la posibilidad de que volviera por casa. Quería encontrar la tarjeta antes que la policía, por supuesto que luego la entregaría pero yo lo investigaría primero.

Al llegar a nuestro edificio crucé unas pocas palabras con los agentes que estaban de guardia, probablemente luego se llenaría de más agentes registrando todo en busca de pistas. Siempre había llevado fatal la idea de tener extraños rebuscando entre mis cosas, afortunadamente seguro que se limitarían al salón y a la cocina. Los pobres chicos de la puerta no tenía ni idea, sabían quién era pero no como era.

-Chicos, todos vosotros sois dignos de elogio y no os lo agradecen lo suficiente.- Tras una frase de peloteo descarado, una sonrisa de no haber roto un plato y la promesa de no tocar nada, entré en el apartamento.

Aunque resultara un poco paranoico, tanto Jake como yo teníamos preparadas unas mochilas de emergencia. Nunca sabíamos dónde nos iba a llevar una investigación, por ese motivo siempre teníamos preparado lo imprescindible para unas noches fuera. Ropa limpia, cepillo de dientes, pastilla de jabón y una tarjeta de crédito emergencia. Tardé unos dos minutos en coger las dos bolsas y dejarlas junto a la puerta. Me costaría un poco meterlas en las maletas de la moto pero era casi todo ropa, así que si las desplegaba y equilibraba bien el peso, no tendría problema.

Dediqué un par de minutos a observar la escena. Joder, esta todo destrozado, pensé enfadada. Busqué el portátil sin tocar nada, estaba destrozado en un rincón lo moví un poco con un boli que llevaba en el bolso, la tarjeta se había salido, tenía que tratar de acotar un poco la dirección en la podía haber caído para limitar la búsqueda. Tenía poco tiempo y no podía mover demasiado las cosas para que no notaran el cambio.

Amanda asiente cuando es presentada intercambiando miradas por el retrovisor. La pelirroja presenta ya ojeras, está pálida y los párpados le pesan en los ojos. -Vale, os dejo en casa y yo me voy a la mía. No puedo más.- La forense se concentra en la carretera con el creciente deseo de dejarse caer sobre la cama.

De pronto, el teléfono suena. Se trata del móvil de Isabella.

Al descolgar el teléfono Nicholas se muestra muy preocupado -¡Isabella! Gracias a dios ¿Estás bien?. Voy para tu casa. ¿Dónde estás? Me ha llamado el comisario Gordon. Cree que estás en peligro. No lo he comprendido muy bien pero creo que los que buscan a la pequeña Juliet saben que está contigo y puede ser que vayan a tu casa. Estoy a cinco minutos, voy con tres agentes.- Mientras hablaba Nicholas no pensaba en las repercusiones que sus palabras podrían tener en su amiga. Es sólo al terminar de decirlas cuando siente el peso al otro lado de la línea -Allison-

El comisario hace otra llamada. Ésta vez a Graham Silver. -Graham. Soy yo de nuevo. Me han dejado fuera y van a ir a por la forense. Juliet está con ella. Te mandaré la dirección por sms. Dile a Oberón que... lo siento.- Dereck cuelga el teléfono antes de que Silver le contestara. Su mirada va de un rincón del despacho a otro. Siente una presencia y el instinto lanza alarmas a su mente con una idea muy clara -depredador-

El muchacho cuelga el teléfono -Oberón- comienza a decir pero el vampiro lo interrumpe -Lo he oído. ¿Te ha mandado la dirección?- Graham observa el teléfono -Aun no. Espera. ¡Sí! Me acaba de llegar.- Mónica sigue sobre las piernas de su recién conocido compañero de viaje mientras el atractivo Oberón de piel blanca como el mármol conduce hacia la dirección indicada.

Isabel recibe una llamada que rompe con la atmósfera del vehículo considerablemente. Al otro lado de la línea le dan una noticia que le hace palidecer. La mirada de Juliet se dirige a la forense y por un momento parece que la pequeña se contagia del miedo y la incertidumbre que Isabel siente a raíz de dicha llamada. -No...- comienza a decir la niña pero se mantiene en silencio recordando las indicaciones de Roux. Juliet mira al hombre con preocupación en los ojos, se aprieta contra él y Roux puede sentir que está temblando.

Los dos agentes entran encontrándote en la cocina. Al escuchar la puerta te pones de pie, no has encontrado la tarjeta pero, al menos, no te han pillado rebuscando entre las pruebas -Señorita Davidson- comienza a decir uno de los agentes -Sé que es su casa y verla en esta situación no ayuda, pero nos meterá en un lío si se enteran de que la hemos dejado pasar. Por favor, si ya tiene lo que ha venido a buscar no se torture viendo la zona en al que...- el agente busca una manera suave de decirlo -...ocurrió todo. Si ya tiene en esa mochila lo que ha venido a buscar, vamos, la acompañaré abajo- 

      Roux abre los ojos al recordar el absurdo plan que pensaba llevar a cabo. - Si usted se esta volviendo loca, no es la única, espero que eso la consuele. - Se permite bromear con la intención de relajar un poco la situación. - Bueno, ahora que nos estamos sincerando… Solo era una excusa para llegar al deposito. Debía… - El sonido del teléfono corta sus palabras y mantiene el silencio, al percatarse de la reacción de Juliet su rostro torna aún más serio, la abraza para que se sienta protegida y se prepara para recibir una mala noticia, o algún otro contratiempo.

Suspiro ante la broma del hombre. - Si usted supiera... - No puedo evitar pensar después del día que he pasado. Sin embargo, el teléfono nos interrumpe y al ver el nombre de Nick en la pantalla no dudo ni dos segundos antes de responder. Sus palabras me hacen palidecer y me siento mareada, durante algunos segundos sólo soy capaz de escuchar el sonido de mi corazón resonando en mi mente. Tum tum... - Allison.

- ¡Nick! - Exclamo al teléfono cuando consigo asimilar lo que ha dicho mi amigo. - Corre, Nick, por favor, corre. Y-yo.. Y-yo voy a llamar a Claire para q-que la saque de ahí. - La sola idea de que ese hombre, el que no debería poder pasear por su propio pie - Y sin embargo lo hace. - pueda estar siquiera cerca de Allison eriza todo el vello de mis brazos y hace que un terror frío y espeso empiece a deslizarse por mi espina dorsal. Mis manos tiemblan mientras cuelgo la llamada y marco el número de Claire. 

- Amanda, date prisa, por favor. Saben que tengo a Juliet conmigo. Y saben donde vivo. Y allí está Allison... - Hablo rápidamente mientras espero que el teléfono dé señal. - Date mucha prisa, Amanda, por favor.

La entrada de los agentes interrumpió mi búsqueda, en realidad no había tocado nada. Intenté sacar toda mi capacidad teatral, me pellizqué en el muslo hasta hacerme daño para que se me saltarán las lágrimas, muchas veces lo peor que podía encontrarse un hombre era una mujer llorosa. Mierda, me saldrá un moratón.

-No, no, no… no sé por qué alguien haría algo así, Jake es casi un santo. Solo pensar que ese tipo…- Solté un gemido de lo más dramático y me tapé la cara con las manos. –Yo, casi he acabado y no he tocado nada, está todo como estaba, pero estoy un poco bloqueada y no encuentro mis pastillas. Dios, esto es embarazoso. -Suspiré profundamente para darle énfasis a la actuación.- Tomo unas pastillas de hormonas, que me recetó el ginecólogo, para controlar los cambios de humor que tengo todos los meses y otras para dormir, veo tantas cosas a diario… Seguro que a veces también os pasa. Son pastillas muy caras y con todo este destrozo vamos a tener muchas cosas que reponer, no creo que pueda permitirme comprar más de momento. Deberían estar por aquí.-Señalé al caos agitada tratando de dar lástima. En realidad eran simples píldoras anticonceptivas y una capsulas suaves para dormir que tomaba a veces cuando estaba muy tensa, pero ellos no tenían que saberlo. Además ya estaban en la mochila.- Esto es muy vergonzoso.- Me giré como si realmente estuviera pasando un mal rato.- Si me concedierais unos minutos más seguro que las encuentro, si no las necesitara no insistiría. Esto está siendo tan duro...- Solté un gemido angustiado más fuerte que el anterior, esperaba que funcionase.

Tras las palabras de Isabella a su interlocutor al otro lado del teléfono la atmósfera dentro del vehículo queda sumida en un silencio cargado. La pequeña Juliet se aprieta contra Roux -Un monstruo- pronuncia antes de ocultar su cabeza en el pecho del hombre. El cuerpo de la niña comienza a temblar y su boca susurra palabras tan bajo que ninguno de los presentes aciertan a entenderla. Su cara sigue oculta pero es evidente que le ha dado una especie de ataque tras el cambio de temblor a espasmos.

Cuando termina la pequeña Juliet se incorpora, se seca las lágrimas con la manga y se queda en silencio junto a Roux. 

Percibes que Juliet no está bien justo antes de que aplaste su carita en tu pecho. Puedes imaginar sus ojos en blanco tal y como los viste anteriormente en una de sus espeluznantes visiones. Siendo el más cercano a ella escuchas algunas de sus palabras. -Un monstruo... no a papá, es otro... feo... huele... ventana abierta... huele mucho... ventana abierta... ya está... dentro...- Después de las particulares visiones el estado de la niña vuelve a la normalidad, pero en su rostro muestra el terror.

Amanda va lanzando miradas por el retrovisor. Tras la llamada de Isabella ha acelerado. Una curva más y se detiene delante de la casa de su compañera. -Ya hemos llegado. Mira, hay un coche patrulla.- El nerviosismo de la pequeña Juliet atrae la atención de todos en el interior del coche. -¿Qué te pasa, pequeña? Aquí estás a salvo.- Isabella hace ademán de salir del coche pero Juliet se abalanza pasando por encima de Roux llorando.

El salto de la niña pilla por sorpresa a todos los presentes -¡No!¡Te llevará!¡Te hará daño!- con los ojos bañados en lágrimas la pequeña Juliet agarra fuertemente la ropa de Isabella pero la forense no puede más que pensar en su hija y las palabras extrañas palabras de la niña no hacen más que acrecentar el mal presentimiento que Isabella siente oprimiéndole el pecho.

La forense sale del vehículo y con velocidad desaparece tras el portal.

Amanda W. mira a Roux sorprendida. -¿De qué va esto?- pregunta visiblemente confundida y agotada, Juliet cierra la puerta que Isabella había dejado abierta y contesta a Amanda -Baja la calle, vámonos, nos va a ver. Ya está dentro de la casa, me está buscando. Vámonos, vámonos, vámonos, por favor.- Juliet está aterrorizada y las lágrimas corren por sus mejillas enrojecidas.

Ante tanta insistencia, Amanda arranca el coche y baja la calle despacio. Juliet se tranquiliza y Amanda mira a Roux por el retrovisor con la pregunta en sus ojos.

La casa está tranquila y silenciosa aunque el ambiente está impregnado de un ligero tufo a alcantarillado y heces bastante desagradable. Dentro, en la cocina, se encuentran dos agentes de pie junto a la puerta, Nicholas y Lucy están sentados en los banquetes del interior. Lucy, soñolienta y recién despertada te mira sin comprender muy bien la situación pese a las explicaciones de Nicholas. Allisón no está con ellos pero está bien, se encuentra durmiendo apacíblemente en su cuarto. Cuando regresas Lucy se está quejando del olor de los desagües de la cocina y los agentes aprovechan tu llegada para escabullirse.

El primer agente, un hombre de pelo canoso que lleva diez años en el mismo puesto le hace un gesto a su compañero -Esperaremos en la puerta. Si necesitan algo no tienen más que avisarnos- Nicholas asiente y permite que se marchen.