Partida Rol por web

Thomas recibió tus palabras como el que recibe un puñetazo en el estómago. Retrocedió un paso en la sala de espera mientras atraían las miradas que los que allí se encontraban. -Tranquilízate Jackie. Si hubiera sabido que ocurriría esto jamás habría contratado a Jake y lo sabes. No sé en qué se ha metido Cathi, ni siquiera se presentó a la cita que tenía con ella.- Thomas está visiblemente preocupado y consternado -Ya he hecho mi declaración. Ayudaré en lo que pueda a la policía y evitaremos que esto vuelva a pasar. Lo siento.- Thomas se dejó caer en el asiento visiblemente agotado pero volvió a levantarse cuando salió el doctor. ¿Jake?¿Familiares de Hayden?

El doctor se acercó hasta vosotros -El señor Hayden se encuentra estable y fuera de peligro. La puñalada le laceró el intestino pero le hemos operado y está bien. No obstante tiene varias contusiones y estará ingresado una semana para ver cómo evoluciona. Si quieren pueden pasar a verle.-

Jake se encuentra en una habitación doble, compartiendo estancia con un recién operado de riñón. La mujer de éste os saluda al entrar, pasáis delante de la cama del desconocido en fila india debido al reducido espacio. En la cama del fondo se encuentra el joven fotógrafo, pálido y con los ojos cerrados. Un agente de policía está sentado junto a él, se levanta al veros. -Os dejaré solos para que podáis hablar con él. Estaré en la puerta si necesitan algo.- Estas palabras hacen que Jake abra los ojos y os mira con una sonrisa. -¡Ey!- Comenta con un hilo de voz y al incorporarse esboza una mueca de dolor. -Creo que tu amiga se ha metido en algo serio, Thomas. Yo me voy a tomar unos días.- Pese a la broma nadie se rió. Thomas asintió, se acercó a la cama y con la cabeza gacha pidió disculpas a Jake. Disculpas que el joven rechazó con un ademán -No sabías donde nos metías y era una posible noticia. Ahora sabemos dónde estamos y tenemos algo gordo entre manos. Hay que publicar aquello que la doctora Str... como se llame se traiga entre manos- La negativa de Thomas lo interrumpe -Ya has hecho suficiente Jake, descansa, recupérate. Dejemos ésto en manos de la policía. Yo mismo les ayudaré y cubriré la noticia de haberla. Nadie más se inmiscuirá en este asunto.- Mirándote también a ti -¡Nadie!- Jake asiente. Thomas se relaja y termina diciendo -Lo siento, Jake. No puedo evitar sentirme responsable y te prometo que le cogeremos. Llegaré hasta el fondo del asunto. Ahora os dejo solos. Tengo que trabajar.- Con paso decidido sale de la habitación y escucháis la despedida cortante que le da al policía que aguarda en la puerta.

Obviando al recién operado y su mujer, Jake y tú os quedáis solos en la habitación. -Menudo susto- comenta mirando al techo. -Había algo raro en ese tío. Destrozó las tarjetas y la cámara pero había visto las fotos. No salía su cara bien enfocada en ninguna de ellas, Jackie, y cuando me enfrenté a él... si estoy vivo es porque quiso. Pudo haberme matado.-

      El joven lleva barba de varios días, tiene aspecto de cansado aunque mantiene su joven atractivo y su sonrisa perfilada. Tanto niña como joven llevan una gorra algo calada y llevan ropa cómoda. Enseguida, el joven se quita la gorra para despejar su mirada y no resultar maleducado.

       Se detiene en el lugar y muestra una grata sonrisa, al fin y al cabo, sospechaba que podría ocurrir algo así y ya le había dado unas vueltas a algo. - Buenas noches. Marcos Aguinis. Busco al detective Roberts, disculpe el susto, me pidió discreción. - Su voz tiene un extraño acento que recuerda al de algún país suramericano. - ¿La hemos interrumpido? Creo que se la escapa un paciente. - Su tono jocoso oculta una imagen que se le ha pasado por la cabeza. - ¿Tan fácil sería? ¿Simplemente se levantaría y podrían hablar con él? No puede ser... - Sus ojos buscan en la ropa de la que entiende que es una forense, o ayudante, una chapa identificativa o similar que pueda ayudarle a dirigirse a ella.

       - ¿Señorita...? - Marcos da un par de pasos adelante ofreciendo su mano a modo de saludo, excusa que utiliza en realidad para echar la vista al interior de la sala en la que se ha oído aquel ruido. Por un momento echa la vista sobre el hombro para fijarse en la niña y su vía de escape.

Observando desde la sala de monitores ve cómo Isabella abandona el anatómico forense para regresar a su casa. Es entonces cuando se permite respirar algo aliviado. El laboratorio queda a oscuras y la luz blanca se filtra a través de los cristales dejando las cercanías de la puerta en penumbra. Sin embargo, algo llama su atención. La sábana de una de las camillas cercanas a la puerta se mueve. Podría haber sido una corriente de aire, claro, de no ser porque un individuo de la noche que no se refleja en espejos ni es captado por cámaras se encuentra escondido allí.

Dereck, que iba a regresar de todas formas, lo hace ahora más deprisa.

La tarde habia transcurrido a un ritmo inusual. Graham era un tipo encantador y poco a poco la cosa se fué volviendo mas y mas informal. Al rato me encontré hablando muy cómodamente con él, y no paraba de preguntarme por que Gordon no habría querido que pudiera hablar con él y a que venía tanto secretismo.

-No pasa nada, yo también e... Disfrutado de la tarde, supongo. -Sonreí cansada, el día había sido un no parar y estaba bastante molida.- Una pena que tenga que acabarse. Estaba empezando a cogerte cariño.

Con una sonrisa traviesa, me levanté y caminé hasta la zona de los taxis, a la espera de poder coger uno que me llevara a casa.

<¿¡Ay Dios, pero que le has dicho!?>

<¿A que te refieres? He sido profesional y comedida toda la tarde...>

<Eso de que empezabas a cogerle cariño... Si no le conocemos de nada y además Gordon dijo...>

<Calla, no me recuerdes al inspector Bigote de Morsa, mira que llamar el muy ******>

Me sobresalto al ver las dos figuras en el pasillo y una mano se dirige a mi pecho de forma instantánea. Tal vez estoy más sensible de lo normal, pero lo cierto es que parecen haberme asustado bastante. Y sin embargo, en cuanto mis ojos se posan sobre la niña se abren desmesuradamente. - Es la pequeña Engen. - Pienso, olvidando por un instante todo lo sucedido ante el alivio que me invade al verla con vida. 

El sonido dentro del laboratorio vuelve a hacer que mi corazón se acelere y contenga la respiración. Miro por encima del hombro hacia la habitación oscura. Estoy completamente segura de que no había nadie dentro. Al menos nadie vivo. - Oh, no... Está aquí, está aquí... - Y el miedo a que la pesadilla que he vivido antes se repita hace que olvide los buenos modales y la educación. Mi mirada se dirige al hombre de forma apremiante y asumiendo el riesgo de parecerle una completa pirada empiezo a susurrar con urgencia. - Soy la doctora Becker, forense. Debemos alejarnos de aquí. No sé de dónde ha sacado a la pequeña, pero aquí no está a salvo. - Vuelvo a mirar hacia atrás y cierro los ojos durante un breve instante, tomando aire. - Vamos, les llevaré con el detective Roberts. Rápido. 

Mi mirada refleja un temor completamente irracional que eriza la piel de mis brazos y me urge a sacar de allí a esa niña de inmediato. A protegerla como haría con mi propia hija. 

Me sentí culpable por pagarlo con Thomas, sabía de sobra que él no tenía la culpa de lo sucedido, pero no había podido frenar la reacción. Mientras mi carácter me servía para mi trabajo, en otras ocasiones me perdía. Había crecido entre policías pero nunca, jamás, habían puesto en peligro el hogar familiar, mi casa era mi refugio y aquello me había afectado bastante. Cuando Tom se fue, me acerqué a la cabecera de la cama para poder hablar con Jake sin alterar más al hombre de la otra cama.

-Sí, el traje, el coche, la actitud… aquel tipo era un profesional. Estabas muy seguro de haber conseguido un buen ángulo, ¿cómo es posible que no se le viera bien en ninguna de las fotos?- Sabía que Jake era un gran fotógrafo, me parecía demasiado raro que ninguna de ellas hubiera salido bien.

-Además de que, de repente hayas sacados malas fotos, ¿a qué te refieres con que había algo raro? ¿Dijo o hizo algo más aparte de los destrozos y el ataque?

Tenía demasiadas cosas en la cabeza, por un lado quería reunirme con el padre Lagrange y por otro, quería encontrar al malnacido que entró en nuestra casa. Probablemente y tenía más posibilidades de lograr algo útil con el sacerdote pero, aunque no tenía nada para localizar al agresor y la policía ya estaba en ello, no podía evitar querer saber más.

-¿No pudiste apartar nada, se lo llevó todo? ¿En alguna foto se distinguía la matrícula de coche? Podría intentar que Bob me diera algún dato del propietario del vehículo, de todas formas le pediré que me mantenga informada de la investigación.

El comisario sale corriendo de la sala de monitores chocándose contra la agente Lindsley que traía los cafés. El líquido se derrama por la camisa y el traje de Gordon abrasándole el pecho. -¡Mierda!- Excalama sacudiéndose la camisa sintiendo el calor -Lo siento comisario- intenta disculparse -¡Limpie éste desastre!- Ordena el comisario. Lindsley se apresura a buscar a la limpiadora o coger ella misma una fregona mientras Gordon corre hacia el laboratorio.

El comisario aparece al otro lado del pasillo bajando las escaleras a toda prisa. En su camisa y pantalones luce una gran mancha de lo que parece café. Desenvaina su arma -¡Alto ahí! ¡¡¡Que nadie se mueva!!!- grita a todos los presentes y la punta del arma encañona a Roux e Isabella por igual. Suavizando mucho el tono de voz -Tú eres Juliet Engen ¿verda? Acércate, no te pasará nada, ya estás a salvo.- Pero Juliet, desobedeciendo las palabras de Gordon, se oculta detrás de Roux agarrándole fuertemente la mano.

La Luz del pasillo comienza a parpadear, Isabella no puede evitar dirigir su mirada a la puerta del laboratorio con terror. -¡No!- Grita el comisario al tiempo que todo queda sumido en la oscuridad de la noche.

Desde este punto todo ocurre muy deprisa. La puerta del laboratorio se abre al tiempo que se escuchan dos disparos provocando dos flashes en el pasillo que revelan una gran figura negra, muy corpulenta, interponiéndose entre las balas y el trío compuesto por Juliet, Isabella y Roux. Una voz masculina pronuncia una sola palabra -Corred-.

Todos os apresuráis a salir de la comisaría.

Justo delante de la puerta se encuentra el coche de Amanda. -¡¿Qué ha sido eso?! ¿Disparos?- Los ojos de la pelirroja se pasean entre los presentes deteniéndose en Isabella. Ante la cara de terror de todos, Amanda se encuentra confusa, su propio instinto le dice que hay que salir de allí pero su mente le dice que deben avisar a sus compañeros detectives. Un sonido gutural emerge del pasillo y eso basta para decantarse por el institno -¡Subid!- Grita Amanda antes de apretar el acelerador y alejarse a toda prisa de la comisaría.

Tras apagar las luces del pasillo sale para ver a Juliet. La niña se encuentra bien pero, para su sorpresa, Gordon realiza dos disparos que impactan en su espalda -Corred- dice mientras se gira hacia el comisario que no puede ver en la oscuridad. El vampiro se acerca con velocidad a Gordon. El comisario ausente no puede ver lo que ocurre hasta que la luz del exterior se filtra por la puerta del fondo. El trío ha salido de la comisaría y Gordon se dispone a seguirlos cuando algo le golpea, alza el arma pero Oberón se la arrebata, emite un sonido gutural y empuja al comisario que cae de espaldas.

El sonido de un vehículo al alejarse llega hasta el interior. Oberón se vuelve y sale a gran velocidad usando las sombras para ocultarse de las cámaras una vez se encuentra en el exterior.

La luz vuelve al interior del pasillo.

La luz vuelve al pasillo y Gordon entrecierra los ojos. Al fondo la puerta se está cerrando. -Maldita sea-, vuelve corriendo escaleras arriba temeroso de seguir al vampiro -¡Juliet Engen ha estado aquí!- Grita a los policías que se acercan -Han salido por detrás- Los agentes se apresuran a poner en marcha la movilización pertinente. -Lindsley, los vídeos, dígame qué a ocurrido y en qué coche han escapado, agente Carrigan, llame al comisario Arthur, que alguien contacte con los detectives Cunningham y Roberts.-

Tras las órdenes pertinentes Dereck va a su despacho, coge el teléfono y marca -Sí, he hecho lo que me habéis pedido. No, Oberón ha salido. La niña ha estado aquí, ha huido con un desconocido y la forense... sí... ¿su nombre? Ella es mi agente, no tiene por qué meterse... sí, sí lo entiendo pero... Isabella Becker. ¿Su dirección? No, no puedo... si Oberón se entera soy hombre muerto. No quiero ayudaros más. ¡He dicho que no!- El comisario cuelga y cae abatido sobre su asiento al otro lado de la mesa. El sudor que perla su frente cae en gruesas gotas enmarcandole la cara. Se seca nerviosamente con un pañuelo de papel y vuelve a descolgar el teléfono.

El joven te acompaña y, tras subirte al taxi se monta detrás de ti -No...- duda -En realidad solo tengo que recoger...- vuelve a dudar -No creo que haya ningún problema en que vayamos juntos. Luego podremos seguir hablando.- Te dice Graham resueltamente tras las dudas -Eres una preciosidad y si te vas... no sé si volveré a verte. Vamos, hago lo que tengo que hacer y luego te acompaño a casa- 

La primera parada se hace en el edificio en que os conocisteis. Donde Gordon te envió con las notas. Allí Graham va y vuelve con un bulto de ropa en menos de cinco minutos. Acto seguido pone rumbo a la comisaría de policía más cercana, la comisaría de Gordon.

Mientras os acercáis escucháis muchas sirenas y os cruzáis con varios coches patrulla -Ha pasado algo, chico.- comenta el taxista -Sí- apunta Grham, -Pare, creo que no sería prudente. Gire en esa esquina y llamaré al comisario para asegurarme.- El taxi continúa en movimiento y al girar la esquina pega un frenazo. -¡Qué hace ese imbécil!- Delante del coche hay un hombre desnudo de pie, no, un hombre no, un dios griego. Sus rasgos angulosos, sus músculos esculpidos y su palidez extrema lo hacen terriblemente hermoso. -Oh, no- comenta Graham quien parece conocerlo.

El hombre desnudo se monta en el asiento del copiloto del taxi y sólo pronuncia una palabra al taxista antes de que éste proteste -¡Conduzca!- su voz es seductora e irresistible. Sin saber por qué, el taxista mira hacia adelante y continúa su trayecto. Graham le pasa el bulto de ropa -¿Quién es la chica? ¿Tu novia?- Grahan se ruboriza y contesta mientras el desconocido se viste en el interior del taxi con unos pantalones anchos y una sudadera -Ermh. ¿Novia? No, ehm... es... una amiga. Mónica, éste es Oberón.- El recién conocido asiente -Bien, servirá.- comenta ensimismado. -Métase en el callejón más oscuro que vea- le dice Oberón ya vestido al taxista quien obedece sin rechistar. El semblante de Graham ha cambiado de rubor a visible preocupación.

El vehículo gira adentrándose en las tinieblas.

El taxi se detiene y Oberón mira fijamente al conductor -Te han robado el taxi una pareja de Yonkis con una 9mm y una navaja. Ve a la comisaría corriendo y denúncialo.- Tras ello el taxista desaparece. Oberón sale del taxi y abre tu puerta -Sal Mónica- Te dice mientras te mira fíjamente. Sin saber por qué tu cuerpo se pone en movimiento como controlado por un impulso extraño -Eres preciosa- comenta Oberón, vuestras miradas se cruzan y sientes un aguijonazo de fogosidad en el estómago. Sientes sus manos, muy frías, que aferran tu cintura, el corazón se te va a salir del pecho y, de pronto sientes el placer más extremos que jamás has experimentado. Tan intenso, tan irresistible, tan atractivo... éxtasis.

Poco a poco vas volviendo en ti. Estás tumbada en la parte de atrás del taxi, sobre las piernas de Graham. Te tiembla todo el cuerpo y recuerdas el intenso placer sentido. -¿Podemos confiar en ella?- pregunta una voz que tu mente, algo aturdida, identifica como la seducción personificada del recién conocido Oberón y tu corazón vuelve a latir con fuerza. -Sí- contesta Graham sin pensarlo mientras te aparta el pelo de la cara.

Jake te mira, las ojeras empiezan a aparecerle por el cansancio. -No puedo explicar por qué su rostro siempre sale desenfocado- un escalofrío le recorre el cuerpo -Era distinto en el sentido en que un asesino es diferente a la gente normal. No tenía miedo y la seguridad en sí mismo me hacía dudar de mí y de que pudiera salir con vida de allí. Era como si una voz en mi interior me dijera "ríndete, morirás de todas formas". No sé, un sentimiento descorazonador. Pero luego pensé en mi familia, en la facultad, en lo que había conseguido... en ti... y le planté cara.- suspira aliviado y de pronto sus ojos se abrieron como platos -¡La matrícula! Eso es. Rompió todas las tarjetas y destrozó mis cámaras y el portátil pero había una SD en su interior que ha podido salvarse.- 

Poco tiempo después te encuentras en la puerta de tu apartamento. Dos agentes están precintando la puerta cuanto te ven llegar. -Mira, es la hija de Joe. Ves, te dije que vivía aquí.- Le dice uno al otro -Tu padre es digno de admiración- comenta mientras deja de poner el precinto -Supongo que con lo que ha pasado no te ha dado tiempo de nada. Está bien, entra a tu habitación y coge lo justo, algo de ropa, el cepillo de dientes... pero no toques nada de la cocina ni los destrozos del salón. ¿Entendido?-

         Roux se queda paralizado por un instante, la única reacción que lleva a cabo es ponerse delante de Juliet para que se encuentre alejada de aquel tipo y de su arma. Entonces, se ve sorprendido por aquella figura entre sombras. No tarda en dar media vuelta y coger a Juliet en brazos para salir corriendo, aunque echa la vista atrás para comprobar que la doctora Becker los sigue, parece saber algo, quizás sea de confianza.

         Al llegar de nuevo a la calle frena en seco y por un momento se siente acorralado, antes de tomar una decisión sobre que camino tomar, se percata de que parece no ser una enemiga y ademas supone la manera más rápida de alejarse del lugar, por lo que finalmente se mete en la parte trasera del coche y hasta que giran en la primera esquina protege a Juliet con su cuerpo.

         Durante los primeros minutos no habla, solo mira atrás para comprobar que nadie les sigue, se fija por donde van para saber la zona en la que se encuentran, y observa el interior del vehículo en el que se encuentran, quizás eso le dé alguna pista de quien es esta mujer. Mientras, repasa ideas y planes para escapar si las cosas se pusieran feas. Cuando finalmente se decide a hablar lo hace susurrando con sus labios pegados al pelo de Juliet.

         - Tranquila, ya ha pasado. Déjame hablar a mi, es mejor que no sepan todo de ti, por si acaso. -

Al escuchar el grito del comisario me sobresalto de nuevo y empiezo a levantar los brazos al ver el arma encañonándonos. Sin embargo, es el parpadeo de las luces lo que hace que ese terror frío empiece a extenderse por mi interior. - Oh, no... Otra vez no... - Pienso, sintiendo un miedo irracional mientras me giro hacia el laboratorio. 

Un grito agudo sale de mi garganta al mismo tiempo que los disparos y ni siquiera estoy segura de si empiezo a correr antes o después de ver la figura oscura en esos breves destellos de luz. Tan sólo soy consciente de correr y correr hacia la salida, huyendo aterrorizada, pero vigilando con la mirada que el hombre y la niña también lo hacen. 

Monto de inmediato en el coche de Amanda, agradeciéndole mentalmente estar allí esperándome. Me agarro con una mano temblorosa al asa de seguridad que hay encima de la puerta y la miro con los ojos aterrados. - Corre, Amanda, corre mucho. - Consigo articular con voz ahogada.

Tardo varios minutos en ser capaz de apaciguar mis ánimos y empezar a respirar y pensar con normalidad, pero el miedo sigue pegado a mi piel, como un recordatorio constante de todo lo sucedido esta noche. Carraspeo y me giro entonces para mirar al hombre y la niña. - ¿Quién es usted? - Pregunto por fin, aunque hay tantas cosas que me gustaría preguntarle que me cuesta no seguir preguntando sin parar.- ¿Por qué tiene a Juliet Engen?

La conductora acelera y en pocos segundos se encuentran lejos de la comisaría. -¿Juliet Engen?- Con sorpresa la pelirroja se gira ingenua y comprueba con sus ojos que la niña está en su coche -¿Por qué?- es todo lo que consigue decir antes de esquivar a un vagabundo y su carro de mantas raídas y provisiones sacadas de la basura.

Tras el volantazo se serena. No tiene los reflejos despiertos después de todo lo vivido esa noche. -¿A dónde vamos?- Le cuesta mantener la concentración y prefiere tener un objetivo fijo al que dirigirse y dejar de conducir cuanto antes.