Partida Rol por web

Hacia ya unos meses que vagabas por la desamparada Lannet actual. Los asaltos de bandidos y ronnins habían desgastado tus armas y tus recursos y lo más parecido a un "rumbo" era continuar hacia el este con la duda de si allí encontrarías a los poderosos guerreros que se rumoreaba habitaban la región, al menos aquella era la intención inicial.

No obstante,hace dos semanas dos acontecimientos cambiaron tu rumbo hacia el norte. El primero fue un pulso, una sensación, como si algo en tu interior palpitara en respuesta a algo que sucedía en cerca de la capital. Las escamas azules que surgían ocasionalmente se manifestaron por si solas en aquel momento desprendiendo un frío como ninguno otro hubieran echo, algo o alguien había despertado, y fuera lo que fuera te estaba llamando y se había puesto en movimiento.

El segundo evento ocurrió la misma noche y todas las sucesivas hasta el día actual, un sueño que se repetía. En él una mujer encapuchada portando un farol se aparecía, y los ecos de varías voces se cruzaban mientras señalaba al norte: "Narawa".

La presencia en movimiento que te había echo estremecer parecía moverse hacia la dirección que indicaba la mujer de los seuños, y si querías haber averiguar que era no tenías más remedio que acudir...

Tu entrenamiento de por vida te había llevado a la región este, repleta de guerreros de todo tipo el hacerse fuerte era el día a día, y tu cuerpo fuerte y vigoroso, unido a tu "habilidad especial de regeneración", sólo hacia que tu progreso fuera aún más rápido, pronto regresarías a los bosques del SurOeste, en busca del bastardo de tu padre para hundirle tu hacha entre ceja y ceja.

No obstante,hace dos semanas dos acontecimientos cambiaron tu rumbo y planes. El primero fue un pulso, una sensación, como si algo en tu interior palpitara en respuesta a algo que sucedía en cerca de la capital. Los músculos de acero y tu piel endurecida se estremecieron y tensaron alcanzando una dureza nunca antes vista, algo o alguien había despertado, y fuera lo que fuera te estaba llamando y se había puesto en movimiento.

El segundo evento ocurrió la misma noche y todas las sucesivas hasta el día actual, un sueño que se repetía. En él una mujer encapuchada portando un farol se aparecía, y los ecos de varías voces se cruzaban mientras señalaba al norte: "Narawa".

La presencia en movimiento que te había echo estremecer parecía moverse hacia la dirección que indicaba la mujer de los sueños, y si querías haber averiguar que era no tenías más remedio que acudir...

La mnotonía de tu vida maldita continuaba sin descanso, a veces los días pasaban sin más contemplando los brazos fantasma que nunca había podido usar, u observando el cielo pensando en cómo sería volar libre por ellos sin preocuparte de miradas ajenas, cualquier cosa era buena para no pensar un día en que tus descendientes tendrían la misma suerte que tú, quien no viviría para verlos crecer...

No obstante,hace dos semanas dos acontecimientos cambiaron tu actitud ligeramente y te dieron un rumbo fuera de aquella aldea alejada. El primero fue un pulso, una sensación, como si algo en tu interior palpitara en respuesta a algo que sucedía en cerca de la capital.En aquel instante las alas llamenates que siempre habías podido controlar se desplegaron irradiando un calor más intenso que nunca por unos instantes, algo o alguien había despertado, y fuera lo que fuera te estaba llamando y se había puesto en movimiento.

El segundo evento ocurrió la misma noche y todas las sucesivas hasta el día actual, un sueño que se repetía. En él una mujer encapuchada portando un farol se aparecía, y los ecos de varías voces se cruzaban mientras señalaba al norte: "Narawa".

La presencia en movimiento que te había echo estremecer parecía moverse hacia la dirección que indicaba la mujer de los sueños, y si querías haber averiguar que era no tenías más remedio que acudir...

El viaje a través de las tierras de Lannet había sido duro, aquellas no eran ni por asomo las fértiles y brillantes tierras que describían tus libros. Muchos de los pueblos por los que habías pasado excluyendo los más grandes que podías contar con una mano estaban en la absoluta miseria. Sin lugar a dudas la situación actual del país parecía tan desesperanzadora cómo narraban las primeras páginas del libro negro, según el cual, la espada que ahora era un tatuaje se reuniría con las "bestias hermanas".

Tras un viaje más o menos largo, cada uno había llegado a Narawa. Con las expectativas algunos podría haber pensado que este lugar se trataba de una gran ciudad,pero lejos de eso, se trataba de un pequeño pueblo que no albergaría más de 30 casas en todo el lugar, todas ellas en un estado bastante lamentable. Ubicada al pie de la montaña, el suelo del lugar era seco y los campos cercanos que antaño hubieran podido dar sustento al lugar ahora eran áridos e infertiles.

Los habitantes de la zona miraban a los forasteros con caras mezcladas de sorpresa e indiferencia, claramente no solían recibir visitas y no es que una simple visita les fura a ayudar con su situación. Las ropas que llevaban eran casi harapos remendados una y otra vez, sucios y sin demasiada vitalidad. En definitiva un entorno de pobreza alejado completamente alejado de la gran ciudad.

En mitad del pueblo estaba lo que podría ser una plaza de reunión para los habitantes, como si los edificios se hubieran construido generando un espacio circular pero sin ningún pavimento o adorno en el centro. En él, la escena más bulliciosa se llevaba a cabo con un contraste radical para el silencioso pueblo.

Un hombre de gran envergadura y con dos hachas gigantescas a su espalda se reía de forma escandalosa e el centro, Si bien sus ropas estaban igual de desgastadas que las del resto de individuos, su enorme barriga y las dos hachas en su cinto, indicaban que su situación de pobreza no era tan grande como la de los demás habitantes quienes con miedo se alejaban de la escena.

Frente al hombre estaba lo que parecía ser la causa de la risa del hombre, una joven de no más de 18 años,con un atuendo bastante más limpio sin llegar a resaltar y una enorme mochila,y junto a ella, un joven que rondaría los 16 años, vestido con un haori amarillo y con una katana al cinto que parecía situarse tembloroso entre el hombre y la chica en un intento de separarlos.

El joven, tamblando y saltandosele las lágrimas, parecía intentar que el hombre dejara a la chica, no obstante cualquiera diría que estaba a punto de mearse encima y salir corriendo. La joven por otro lado, miraba con una mezcla de indiferencia de exasperación y indiferencia a la escena que la involucraba, cómo si no fuera la primera vez que la vivía y no llegase a importarle con tl de que acabase pronto..

Echando un trago de la bebida (alcoholica) que portaba en mi cantimplora, me acerco a la escena y me quedo observando la situación mientras divago en mis pensamientos: "Podría ser una leve disputa callejera o una pugna entre dos guerreros motivada por defender a la joven. Sea cual sea la situación, desde luego, parece que el chico de amarillo no estaba muy capacitado para lo que estuviese pretendiendo pero, si era por defender el honor de la joven, su arrojo bien merecía ser alagado. Aun que, por su actitud, bien podría ser la joven quien empezara todo este escándalo y el chico simplemente se vea arrastrado por la lealtad que la profese. Será mejor que observe que pasa. Si lo estimo oportuno intervendré pero sería deshonroso meterme en las peleas de otro sin ser invitado y sin saber las circunstancias que la rodean..."

Todo el camino había sido duro. Mis pies no estaban acostumbrados a caminar jornadas tan largas y mucho menos por zonas tan áridas ¿Qué había sido de las tierras una vez fértiles? Mi humor no estaba muy alto cuando llegue a la plaza del pueblo y encontré con una escena llamativa. Todo el pueblo parecía igual de desolado que el resto de las tierras colindantes, pero en el centro parecía haber un tipo fornido aprovechándose de dos jóvenes.

Bufe levemente mientras observaba un nuevo acto de una persona que se metía con los débiles y, sin dudarlo un instante baje aun más la tela que cubría mi pelo y camine hacia aquellas tres personas. Mientras caminaba hacia ellos, por como actuaban y las diferencias que había con el resto de la gente del pueblo, tenía la ligera sensación de que aquellos dos eran la clase de personas que estaba buscando… ¡Gente en apuros a la que ayudar con mis habilidades de samurái!

Todo mi cuerpo iba cubierto por una larga tela marrón de una única pieza que empezaba sobre mi cabeza y acababa a un escaso palmo de mis pies. La tierra y barro se había pegado a aquella parte inferior generando un aspecto de decadencia al igual que todo el lugar aunque, no llegaba a ser habitual que una persona llegara a ocultar tanto su rostro.

Mis brazos quedaban por dentro de aquella tela mientras avanzaba hacia aquellas tres personas. Cuando estuve escasos dos metros me prepare para hablar.- Esto…- Mi voz paro de hablar fijándome en los dos jóvenes. Había caminado hacia ellos para ayudarlos pero no sabia realmente que estaba pasando. Por otro lado, aquellos jóvenes me resultaban vagamente conocidos, como si tuviera que relacionarlos con algo. Finalmente me gire hacia el tipo de las hachas.

No sabía quienes eran aquellas personas, pero tenía claro que mi objetivo sería el mismo. ¡Liderar una gran batalla contra aquel tiránico opresor guerrero con hachas! - ¿¡Eres tu el que esta oprimiendo al pueblo!?. - Pregunte con voz amortiguada por las telas mientras la tela se levantaba haciendo parecer que señalaba al hombre fornido. – ¡He venido a salvarlos de tu malvado yugo!

Me encontraba en mitad de una ciudad desconocida y sin rumbo. Al ver la escena, el hombre de las hachas me recordaba a los bandidos que mataron a mi madre, así que decidí actuar. 

Me acerque al lugar e intento mediar paz, pues me interesaba hablar con el hombre. 

-¿Que ocurre aquí? Pregunté.

Sorprendido por la actuación de aquellos dos postulantes a héroes guardo mi bebida interesándome aún más en la escena. Quizás sabían algo que yo desconocía o simplemente esta era la forma de actuar por estos lares. Si, por el contrario, eran extranjeros como yo y se habían entrometido sin saber si quiera lo que estaba sucediendo podría aprender mucho de como funcionan las cosas por aquí simplemente observando.

Sea como fuere, la actuación del hombre encapuchado parecía hecha a propósito para atraer miradas y quería ver cuán hábil era. Esperemos que el último tipo de rojo no arruine su puesta en escena...

Llevaba mucho tiempo caminando sobre un terreno árido, seco y monótono, hasta que finalmente conseguí ver a lo lejos el pueblo que andaba buscando, o eso esperaba. No es que estuviera especialmente cansada ni tuviera hambre, si no que tanto tiempo viendo el mismo triste paisaje se me hacía aburrido. Aunque el hecho de que no hubiera gente cerca se sentía bastante bien...

Entré en el pueblo, procurando buscar zonas donde no hubiera un exceso de gente, cosa que resultó bastante fácil debido a la escasez de personas que había por aquella zona. Al poco escuché unos gritos más adentro del pueblo. "Tal vez por eso no haya casi nadie aquí, estén todos viendo qué ocurre... Me acercaré un poco por curiosidad, pero no pienso meterme ahí ni loca."

De esta manera, me acerqué al lugar del que provenían las voces, siempre procurando pasar desapercibida  e intentando evitar toda la gente posible por el camino hasta llegar a un lugar que me permitiera observar lo que estaba ocurriendo.

Ante la aparición del nuevo individuo todos voltearon la vista. La expresión de la joven casi parecía gritar “Por dios otro más no”.
Los ojos del chico por otro lado brillaron como viendo la luz en aquella situación, sus lagrimas y mocos junto con su expresión asustada deformaba su cara haciendo algo grotesco de ver e incluso sin decir, nada parecía gritar socorro.
El hombretón que miró primero con cierta curiosidad termino por echarse a reir ante el canijo individuo encapuchado que le tachaba de tirano.
-Pfff JAJAJAJAJA, Buena esa enano, pero aquí los delincuentes son estos dos, yo sólo soy el humilde guardia del pueblo, JAJAJAJA- El hombre hablaba con cierto tono irónico, cómo si se jactara de la situación y de su puesto. Pero no tardó en dejar de reír cuando un nuevo individuo (Arima) entró en escena intentando detener cualquier acto violento.

Si el encapuchado era pequeño, este era todo lo contrario, fornido y de embergadura ligeramente similar al autoproclamado guardia, el enorme hacha de batalla a su espalda y su tono de voz le daban un aspecto amenazante.*
El hombre dejó de reírse y procedió a hablar con un tono más serio y menos burlesco, como si el segundo individuo le inspirara cierto respeto.

-Esta chica ha acampado en los campos de cultivo y está intentnado ejercer su negocio en el pueblo, por tanto debe pagar una cuota para hacerlo de forma legal, y este otro está portando armas, lo cual es ilegal aquí, puede ser un asesino y debo requisársela junto con una multa…Vo-vosotros también,por resistencia a la autoridad 5 monedas de oro- Dijó señalando a Akira- Y tu debes entregar ese hacha y pagar la multa de 2 monedas de oro también.- Ahora señalando a Arima.
No hacía falta ser demasiado listo para intuir que algo andaba mal con aquel guardia… El chico balbuceaba de forma incoherente y no aportaría nada, mientras que la chica había quedado mirando con curiosidad al “héroe” y al “pacificador”.

Cuando los dos postulantes a héroes se acercaron a la escena, tu cuerpo vibro con una sensación similar a la de dos semanas atrás, y durante ese pequeño instante, una visión cruzó tus ojos sustituyendo las figuras de algunos de los implicados.

(Encapuchado):

(Gigante intimidante*)

(Chica indiferente):

(Joven llorando):

Una especie de venado monstruoso, una enorme tortuga con serpientes creciendo en su espalda, un espadachín de negro con una enorme nodachi portada a una sola mano y un...¿gatito?...la visión apenas duró unos segundos junto con aquel palpito antes de que la escena volviese a la normalidad.

Cuando los dos postulantes a héroes se acercaron a la escena, tu cuerpo vibro con una sensación similar a la de dos semanas atrás sin llegar manifestarse, y durante ese pequeño instante, una visión cruzó tus ojos sustituyendo las figuras de los los implicados.

(Encapuchado):

(Gigante intimidante*)

(Chica indiferente):

(Joven llorando):

Una especie de venado monstruoso, una enorme tortuga con serpientes creciendo en su espalda, un espadachín de negro con una enorme nodachi portada a una sola mano y un...¿gatito?...la visión apenas duró unos segundos junto con aquel palpito antes de que la escena volviese a la normalidad.

El momento en el que tú y el encapuchado os acercasteis, un palpito similar al de hace dos semanas tensó tu cuerpo y durante los instantes que duró, una visión diferente cruzó tu vista sustituyendo las figuras de tres de los integrantes de aquella disputa.

(Encapuchado*):

(Chica indiferente):

(Joven llorando):

Una especie de venado monstruoso, un espadachín de negro con una enorme nodachi portada a una sola mano y un...¿gatito?...la visión apenas duró unos segundos junto con aquel palpito antes de que la escena volviese a la normalidad.

Cuando tú y el gigante irrumpisteis en la escena, por unos instantes tu brazo parecía arder y tu cuerpo palpitar, instante en el cual, las figuras de tres de los integrantes de la disputa se vieron sustituidos por visiones de otros seres.

(Gigante intimidante*)

(Chica indiferente):

(Joven llorando):

Una especie de venado monstruoso, una enorme tortuga con serpientes creciendo en su espalda y un...¿gatito?...la visión apenas duró unos segundos junto con aquel palpito antes de que la escena volviese a la normalidad junto con tu cuerpo.

Cuando el guardia de la ciudad me dice que debo entregarle el arma, le contesto en un tono serio y amenazante:

-Me temo que no te voy a entregar mi arma, es mía y la necesito. 

Y me preparo en caso de que cualquiera de los integrantes de la disputa decida atacar. Cuando me doy cuenta de que esto es una especie de robo por parte del guardia se lo echo en cara: 

-¡Esto es un timo! No pienso consentirlo- Le digo al guardia.

-Aunque parte de razón lleva si es que has montado un negocio en la ciudad sin avisar a las autoridades. -Añado diciéndole a la chica indiferente.

-Tu no pareces una amenaza... a ti ni te quitaba el arma- le dije al chico lloroso.

Me llama la atención el chico encapuchado.

Una cosa estaba clara, aquellas personas no tenían idea de lo que estaban haciendo, acababan de formar parte en una trifulca con un guarda de la ciudad. La chica estaba acusada de vender sin licencia y aquellos hombres eran sin duda extraños en aquel lugar. Como yo... Ese escalofrío de ahora involucraba a todos ellos... quizás son mis instintos samurai despertando o quizás la dama del sueño trata de decirme algo. A mi o a ellos...

"Si, desde luego esta ciudad es la que me ha estado llamando." Esas palabras pasan por mi mente ante lo que he visto/sentido y miro a mi alrededor intentando impregnarme de cada detalle de los individuos que han "participado en ella".

Cuando el guardia abre la boca una idea cruza por mi cabeza "¿Así que en esta ciudad es ilegal portar armas? Como van a prohibir llevar armas a un samurai, eso es totalmente demencial. De ser así... yo sería un delicuente multiple." pienso mirando hacia mis tres katanas.

Mi mirada se mantuvo fija en el hombre mientras se reía, con la cara tapada por todas esas telas poco desde el exterior sabría que no me hacía gracia pero veía aquella actitud habitual. No fue hasta que otro gigantón entro en escena que mi cuerpo se movió.

-AAggh…-Inclinado levemente hacia un lateral y con un movimiento bajo los ropajes hice ver claramente como mi mano se alzaba hacia mi corazón mientras, tras un instante, se veía como mis ojos se cerraban con fuerza antes de abrirse de nuevo mientras me giraba hacia el gigantón.- Su… su poder es demasiado grande…- Musite mientras daba un par de pasos hacia atrás, hacia los dos individuos que habían estado desde el inicio en escena.

Mis brazos se abrieron haciendo que las telas cubrieran gran parte de la visión de estos como si mi intención fuera cubrirlos.- ¡Olvídese de esas multas! ¡Él es poderoso! Debemos proteger a la gente que hay aquí.- Dije mientras me giraba al tipo al que hacía unos instantes había increpado y ahora se presentaba como el guardia del pueblo.- No podremos solos, ¡Llame a sus compañeros! ¡Es el gran Sertúga!-Grite al guardia.- Muchos hombres han perecido por su fuerza, ¡Llame a sus compañeros de la guardia, yo lo retendré hasta que lleguen!

Tras esa imagen repentina, no pude más que pensar que era una especie de alucinación. Fue apenas un momento, lo que reforzó más esa opción, pero por alguna razón se sentía... especial. 

"Esto es muy extraño. Vine aquí pero no tengo muy claro que busco... ¿Tal vez esto tenga algo que ver? Ni idea, de momento seguiré observándoles... a ver si vuelve a pasar o si ocurre algo extraño... no debería perderles mucho de vista."

Al mirar a tus alrededores nadie parece estar concentrado en ti, de hecho, la mención del encapuchado al gigante peligroso Sértuga parece haber alejado cualquier curioso dejándote únicamente a ti observando la escena desde fuera.

De las armas que allí había presenciado sólo una salía de lo normal, la nodachi del hombre de la visión. A ojos inexpertos simplemente era un arma enorme con bonitas decoraciones, pero a tus ojos aquello era un arma que podría entrar en el rango de leyenda, casi planteándote si e verdad existía una persona que pudiera forjar algo así.*