Partida Rol por web

El viaje continuó durante el resto de la noche y parte del día siguiente. Finalmente iban a Venecia pues, ¿Qué podrían hacer sino? Gracias a la comida que había ido a buscar el trayecto se hizo más amenos. Bebieron, comieron e incluso se repusieron durmiendo. Cuando llegaron al fin, el capitán dio al botón de rellamada y avisó para que les fuesen a buscar.

Pronto se escucharon ruidos de disparos y pasos y los supervivientes estaban atentos, a la vez que nerviosos por lo que podría ocurrir. Había llegado un momento clave. ¿Serían aliados o serían enemigos?

Finalmente llamaron a la puerta anunciándose y comentando que ya se habían librado de cualquier amenaza dentro del barco. Al abrir se encontraron con dos personas. Por la voz averiguaron que se trataba de un hombre y una mujer, pues llevaban trajes oscuros que cubrían todo su cuerpo y cascos en la cabeza con cristal tintado negro.  Decir que iban armados era poco. Ambos llevaban en la mano metralletas, en el cinturón una granada de mano y una pistola, además de un par de cuchillos bien afilados. Y cinturones de balas atravesaban sus pechos.

Los trataron con amabilidad y respeto. Quizás por temor a que rompiesen los frascos o quizás porque era su trabajo, sin más. Guiaron a los supervivientes por el barco que ahora parecía estar completamente desierto. Ni gente por el suelo, ni sangre. Al salir les adviertieron que no anduviesen cerca de los bordillos, pues todos los infectados habían sido tirados al agua y podían asomarse para atacarles.

La ciudad estaba desierta. O al menos eso les parecía. No hablaron durante el recorrido porque comentaron que no eran los adecuados para hablar. Se dividieron en dos grupos para montar en lanchas a motor que les llevaron hasta lo que parecía, una vez más un barco. Sin embargo no era un barco de lujo, si no más bien un gran barco militares con helicópteros en cubierta. Estaba un tanto alejado de la ciudad, pero no tardaron mucho en llegar hasta allí.

Una vez dentro les hicieron pasar a una sala muy grande y confortable. Había sillas de cuero blanco, de las típicas uqe había en los despachos y que Judith conocía tan bien alrededor de una mesa de cristal rectangular. Les sirvieron a cada uno un vaso de agua y les pidieron por favor que se sentasen en las sillas. Los dos que habían ido a buscarlos al Zenith se quitaron los cascos.

Él era grande y ancho de espaldas. Tenía el pelo rapado y muchas cicatrices en una cara que bien podría considerarse un tanto desfigurada.

Ella era delgada pero su cuerpo muy musculoso. Tenía el pelo rapado y su rostro era muy serio.

Ambos se colocaron en la puerta, apoyados en la pared, hasta que aparecieron dos personas más. Estos iban trajeados. Uno ocultaba el traje bajo una bata blanca; sin embargo, el otro no. Los saludaron uno a uno estrechándoles la mano y se sentaron en dos sillas que presidían la mesa.

Usui estaba nervioso. Gracias a aquellos valientes supervivientes la misión del doctor Eric no había sido un fracaso del todo. Aunque él había fallecido en el intento, había logrado la forma de que su misión continuase. Les estaría agradecidos por siempre a ellos. Pero ahora llegaba la parte dificil, explicarse y conseguir que ellos ayudasen en la medida de lo posible. Carraspeó un par de veces para aclararse la garganta y luego comenzó a hablar:

- Señoritas y señores, soy el máximo representante de la defensa de este... ataque. No sé si lo sabrán pero todo el mundo está en caos y es debido al virus que han propagado. Se preguntarán quien lo ha hecho. Bueno... diversas empresas y laboratorios relacionados con asuntos de guerra y armas. No están en sus cabales. En un principio se trataba de una investigación para averiguar más cosas del cuerpo humano pero luego se torció. La única manera de lograr que los efectos de este virulento virus, es con los dos frascos que supuestamente ustedes tienen y una máquina. Tristemente la máquina no está en nuestra posesión pero sabemos la ubicación. Ahora es el momento de preguntarles algo: ¿Se unirán a nosotros o preferirán sobrevivir como puedan ahí afuera? Obviamente, si se unen les encomendaremos a todos ustedes, la misión de ir a buscar la máquina, eso sí, dejaremos que un par de los nuestros les acompañen además de darles un equipo adecuado. Nuestro detector de virus (si, tenemos un detector de infección) ha detectado que todos ustedes, excepto el capitán, están infectados, pero como no se les ve reaccionar de manera extraña, suponemos que poseerán diversas... habilidades únicas. Por eso queremos que vayan ustedes. ¿Qué les parece? ¿Se unen a nosotros en nuestra carrera por salvar el mundo?

El viaje resulto bastante tranquilo, con comida y bebida hasta resulto medianamente agradable. James se entretuvo hablando con uno y con otro, siempre atento y galante con las mujeres, y picaresco y gracioso con los hombres. Cuando al fin fueron “rescatados” y conducidos hasta otro barco, James murmuro:
-Deja vu…
En la sala de espera se sentó lo mas cómodo posible, apreciando al fin un lugar donde descansar su maltratado cuerpo. La joven soldado despertó su interés, como siempre que se trataba de una mujer, pero llego a la conclusión que le rompería el brazo en caso de intentar algo. Así que decidió tranquilizarse hasta haber preparado una estrategia de ataque.
Los que entraron luego eran otro cantar, la actitud del más director era la clásica de alguien que necesita un favor. Y este no era una tontería. También se sorprendió cuando dijo que todos estaban infectados, él creía que solo los mordidos habían contraído el virus. Se rasco la dorada barba pensativamente.
-Déjeme ver si entendí- dijo entrecruzando sus manos ante su rostro-. Quiere que vayamos a recuperar esa maquina que perdieron, volvamos aquí y todos felices- sonrió con dulzura para luego agregar-. Estoy seguro que será mucho mas complicado que eso. Me gustaría que nos cuente la verdad de todo. Absolutamente todo. Esa maquina no se perdió porque si.
Era hora que se supiera todo, ya que eso no parecía una trampa, mas valía sacar toda la información posible.

Comenzaba a pensar que perdería la cabeza. Encerrada con aquella gente apenas había dormido durante los últimos días. Y cuando llegaron aquellos dos, la cosa aun fue peor. Nos llevaron a otro barco, y a otra sala, con aun más gente.

Sentada en la silla empecé a rascar la madera del asiento mientras escuchaba la explicación de aquel hombre oriental. Cuando el hombre termino de hablar no era capaz de pensar con claridad. Habilidades, infecciones, amenazas mundiales, maquinas. James hizo la pregunta clave, y mientras esperaba una respuesta, me lleve las dos manos a mi regazo para descubrir mis dedos manchados de sangre.

Incapaz de controlar aun mi propia fuerza había arañado la silla arrancando astillas que tenía ahora clavadas en los dedos. Escondí la mano y me la apreté con fuerza con la otra.

Soy un monstruo. Siempre he sido un monstruo. No puedo dejar que me descubran, tengo que seguir escondida. No llames la atencion.

Me quede en silencio, quieta, casi paralizada, mirando de reojo a todo el mundo a mi alrededor.

Akira habia procurado mantenerse ocupado durante el viaje, comprobando las heridas de todos, incluso la que él tenia en el brazo. Finalmente llegaron a su destino y fueron guiados a otro barco, y allí les hablaron de misiones y demás cosas muy extrañas... habria dicho algo, pero James hizo la pregunta que rondaba por su cabeza, a si que esperó a que le respondiesen para preguntar él.

- No es que se haya perdido, es que nunca fue nuestra. Al igual que esos frascos. El doctor Lampard trabajaba en secreto en una de esas empresas que mencioné antes. Cuando se dio cuenta de que su proyecto se había descontrolado contactó con nosotros. Quedamos en que traería los frascos y le protegeríamos. La máquina está en unas dependencias de otro país, y aún la conservan los enemigos. Ustedes son los únicos a los que no conocen y los que pueden pasar mejor desapercibidos.

James sea mantuvo pensativo, lo que le acababan de decir le hizo reflexionar mucho, tenias varias dudas aun. Pero antes tenía que resolver varios enigmas. De seguro los demás también tendrían muchas dudas, los dejaría hablar, mientras más preguntaran mas rápido su interlocutor podría cometer un error que sería aprovechado por él.
No estaba seguro si todos querrían realizar esta mision, pues, sonaba increíblemente peligrosa y difícil.

¿Salvar el mundo? Esto me queda grande - pensó para sus adentros, pero no dijo nada... apenas entendía todo lo que decía, así que se echo hacía atrás la capucha dejando a la vista de todos su rostro... una vez así buscó con la mirada a la mujer que hablaba frances y la miró suplicante...

Estaba harto de tener que esperar a que se decidiesen aquellos tipos y también estaba cansado de tratar con un jefe tan blandengue. No había opciones, era sobrevivir o sobrevivir. Entró en la sala con su andar patoso, imponiendo a todo el que se le cruzase. Sus dos soldados al mando lo saludaron con respeto. Su tono era brusco y directo, ya que había aprendido que irse por las ramas solo traía problemas.

- No hay tiempo para pensar.Comandante  Rider, soy el que está al mando aquí.- vio cómo el que se hacía llamar jefe de la resistencia no se oponía a su presentación y se alegró de ello. Al menos sabía que podía estar en el agua en pocos minutos si replicaba. Su dinero ayudaba a sobrevivir, pero no era esencial.- Escuchad, solo me gustan las personas valientes. No quiero cobardes en mi bando. Así que si estáis dispuestos a ir a por la maquinita de los cojones bienvenidos a bordo, si no, ya os estáis largando del barco. Sobreviviréis un par de minutos con suerte si decís que no, pero ese no es mi mayor problema ahora mismo. Ahora bien, solo quiero saber quien dice "si" y quien dice "no".

Los miró uno a uno. Eran muy diferentes unos de otros, y no parecían fuertes, pero incluso él sabía que las apariencias engañaban. Además, según había visto estaban infectados, todos, y si aún parecían normales era porque el virus les había proporcionado aquellas extrañas y en ocasiones terroríficas habilidades. Podían ser útiles, ¡Vaya si lo eran! Estaba dispuesto a apostar sus dos piernas por ellos.

Akira se levantó indignado

-¡Oiga! Nosotros somos simples personas de calle... no espera que nos encontremos de pronto en medio de una guerra biologica y que actuemos como soldados... sobre lo de sobrevivir fuera de aqui, creo que hemos aguantado sin problemas estos tres dias en un barco lleno de ellos... y que si hiciesemos la prueba, nosotros aguanteriamos mas en esas calles que vosotros... el virus parece hacernos "especiales" y eso nos permitiria sobrevivir... a pesar de ello, yo iré, yo tengo los frascos y no se lo dejaré a nadie en quien no confie, pues, por mucho que nos hayais dicho y hayais hecho como que nos "salvais", parece que solo quereis utilizarnos para vuestros fines. Decidnos donde está la maquina, y yo por lo menos iré a por ella, el que haga cuando la encuentre eso ya lo veré, y es lo mejor que podeis permitiros...

La conversación se había vuelto inteligible. No podía entender lo que decían unos y otros. Alguien levanto la voz, o eso me pareció. Alguien dijo algo de abandonarnos, o liberarnos. Hablaban de cosas que no podía entender y todo el mundo quería una respuesta.

La locura formaba una espiral en torno a mi cerebro y amenazaba con tragárselo llevándolo de vuelta a la oscuridad, al pasado, al horror. Mire mis manos, y estaban manchadas de sangre. De nuevo. No quería hacerlo. Lo siento.

Mi corazón bombea con latidos que martillean mis sienes, y la realidad parece desvanecerse a mí alrededor. Levanto la mirada, en busca de refugio, para encontrar los ojos del James. Un punto estable en el centro de este huracán de personas e ideas. El resto resulta sencillo. Dejo que mi mente se vacié, que la habitación se difumine, y que los sonidos se apaguen.

Como el junco se inclina con el viento, como el rió fluye hacia el mar. Me quedo en calma, tranquila, y esperando solo a que su voluntad me guíe.

La sorpresa mayor para James fue al fin ver el rostro de Robb, el cual se había quitado la oscura capucha. Observaba a Judith y Clara con ojos suplicantes, era obvio que no entendía ni media palabra de todo lo que se decía. Mejor para él, no era nada agradable lo que estaban por hacer.
Justo cuando pretendía retomar la conversación lleno un sujeto todo testosterona y comenzó a gritar. Odiaba a las personas así, creían que con su fuerza podían hacer lo que querían, que con solo una voz gruesa lograría que todos estuvieran saltando a su voluntad. Akira fue el primero en reaccionar, molesto por las implicaciones del soldado. James no tuvo tiempo de tranquilizarlo, pues se suponía que los que deberían exaltarse eran los del barco, no ellos y así saber un poco mas.
Por el rabillo del ojo vio como Susan comenzaba a ventilar, buscando aire en esa pequeña habitación, el ambiente tenso debía estarle pasando un muy mal momento. James se levanto alzando sus manos para mantener la calma. Miro a Susan quien parecía haberse desconectado del mundo.
-Tranquilos, todos- dijo usando un tono de voz suave, luego mirando a Susan agregó-. Estoy aqui cerca, no te preocupes- luego mirando a los del barco dijo-. Ustedes nos necesitan, tal como dijo Akira- dijo dirigiéndose al jefe y al militar-, podríamos sobrevivir sin problemas allá afuera- se encogió de hombros como si eso fuera la cosa más fácil del mundo-. ¿Quieren que los ayudemos? Bien. Pero será a nuestra manera, si queremos abrir una puerta a cabezazos lo llamaremos- miró hacia donde estaba el militar-. Pero para pensar un plan déjenos eso a nosotros. Queremos todo, información, mapas, fotografías, todo lo que tengan. Decidiremos como hacerlo y que hacer. Los que tienen la maquina también están infectados, tienen habilidades como nosotros- sonrió con ternura-. Sino no nos necesitaría.

Xavier paso la noche en un rincon pensando en sus amigos sin decir mucho. No aguantaba la angustia de no saber lo que les podria haber pasado, se mantuvo callado durante todo el trayecto y cuando los sacaron no dijo nada, espero a que dieran la informacion y cuando digeron de ir a una mision suicida yo simplemente me levante del sofa -Lo siento, pero yo paso, devolverme al barco, tengo amigos halli y los voy a sacar ahora- dijo en un tono de mandato, sin mirar siquiera a los otros -No puedo pensar en cosas tan ... estupidas como salvar el mundo, no almenos sin saber que mis amigos estan bien.-

Justo cuando el rudo comandante iba a responder a Xavier, todos los allí presentes vieron cómo las sillas de James y Robb se alzaban, tirándolos al suelo e iban directas al soldado que las esquivó por poco.

Debido al estado de ánimo del joven Xavier, su mente había sido capaz de alzar las dos sillas y hacer que se moviesen sin ninguna ayuda. Además de Judith y Clara, que ambas de momento estaban muy calmadas, era el único que no había dado muestras de "habilidad especial" y por ese motivo, todos le miraron.

No le dio casi tiempo a esquivar las dos sillas que habían salido despedidas hacia él y que se habían hecho añicos al chocar contra la pared. Él miró al joven, pues dedujo que había sido él.

- Guarda tus fuerzas para la misión, muchacho. - luego se dirigió al soldado que los había sacado del barco.- Jorge, trae aquí los mapas que tengo en mi mesa. Creo que están más que dispuestos a salvar a los que les importan.

Dejó pasar al soldado para que fuese a su camarote y se quedó mirando a todos. En su interior sonreía con satisfacción. Sí, tenían agallas, y eso era lo más importante...

James se quedó dos segundos mirando los pedazos de sillas que descansaban inertes contra la pared, luego sonrió con picardía y ese brillo en los ojos cuando se encontraba con algo interesante. Observo a Xavier quien no dejaba de mirar la pared mientras respiraba rápidamente. La tensión había disparado su habilidad, de la misma forma que lo había echo con Susan. Y hablando de ella, la miro buscando rastros de tensión, dos sillas había sido arrojadas mentalmente, sin duda era algo que alteraría a cualquiera.
-Si se descontrolan o se enojan pueden destrozar medio barco- pensó algo alarmado, sus poderes podían llegar a ser un problema si no podían controlarlos. Pero seria increíblemente útiles, claro eso si accedían a buscar esa maquina-. Gracias señor…- dijo dirigiéndose al rudo militar que parecía ser el jefe, esperaba que se presentara por lo menos o comenzaría a buscarle algún apodo divertido-. Los demás tranquilícense, respiren hondo y traten de no destruir nada- sonrió-. Hay mucho que decidir y más aun que hacer.
Si alguien le hubiera dicho que salvaría al mundo el simplemente se habría reído hasta caer muerto. James Noiryt héroe…sonaba increíblemente atractivo e importante. De seguro si el mundo estaba en deuda con ellos seria muy gratificante…monetariamente hablando.

Me sorprendo como el que mas al ver lo que e causado -Pero que cojones a pasado ...- no lo entiendo, pero algo e echo, algo que, en parte no le gustaba. Escucho con atencion las palabras del "general" -Pero que demonios, ¿es que acaso no me a escuchado?, ¿o piensa enviarnos a esa mision queramos o no?- dije algo enfadado pero intentando controlarme un poco mas. Mire a James -No necesito respirar ondo, lo que necesito es saber que mis amigos estan bien.- "si ellos no me llevan hasta mis amigos ire yo solo"

James miro a Xavier quien se mostraba bastante agitado, era algo comprensible pues sus amigos estaban aun atrapados (o algo peor) en el Zenith. Pero para el joven rubio era un sentimiento completamente desconocido, él no tenia amigos, de hecho con los únicos con los que estuvo tanto tiempo como para conocerse fueron estas personas que ahora se encontraban en un barco militar pensando que hacer a continuación. La habilidad de Xavier era interesante y necesaria si querían realizar la recuperación de la maquina, así que si quería tenerlo al lado suyo tendría que convencerlo de que venga con ellos.
-Nadie va a llevarte a donde no quieras- le dijo James muy serio-. Me parece admirable que te preocupes tanto por tus amigos, solo un valiente desinteresado haría eso- en su rostro se podía ver la “sincera” admiración que sentía-. Solo espero que estés preparado, no será para nada fácil. Llegar allí, buscarlos, rescatarlos…y no hablemos de lo que tendrías que hacer en el caso de encontrar algo que en verdad no te gustara. Espero que estés preparado...- se quedo callado, mirando un rincón con cara angustiada, luego levanto los ojos hacia Xavier-. Voy a ayudarte- dijo con convicción-. Aunque sea lo último que haga...
Si hacia eso, salvar a los compañeros de Xavier o por lo menos saber que les había pasado, se ganaría el apoyo del muchacho y hasta, quizás, el de alguno mas…

Aferrada a la voluntad de James en lugar de la mia propia, asenti cuando dijo que nos tranquilizasemos, y cuando dijo que nadie nos obligaria a ir donde no quisieramos. Tambien asenti cuando dijo a Xavier que le ayudaria.

Manteniendo mi mente en blanco habia encontrado cierta paz, y no quiera arriesgarme a perderla. Fuese lo que fuese lo que ocurriese, nada me asustaba tanto como volver atras. Incluso mis recuerdos, mis atormentados recuerdos parecian disiparse, quedando confinados en algun rincon escondido de mi memoria.

- Yo ire.

La suave y tímida voz de Susan llego a sus oídos, se volvió a mirarla, en sus ojos verdes se podía ver cierta sorpresa, pues no pensaba que ella aceptaría. Le sonrió con infinita dulzura, emanando tranquilidad de cada poro de su cuerpo, tenia mucha experiencia en tratar a las personas, pero pensaba que Susan estaba a otro nivel. Sin duda sus capacidades eran mejores de las que creyó.
-Gracias Susan- dijo casi con un susurro-. Se lo difícil que es para ti, estaré siempre a tu lado para ayudarte, no lo dudes.
Ahora solo quedaba ver que haría el resto, tenia en mente quienes podrían acompañarlos y quienes se quedarían allí. Aunque también tenia pensado que decirles para “convencerlos”…