Partida Rol por web

Sadie toma el tenedor y se acerca a la cerradura que mantiene cautivo a Isaac. Es increíble lo hábil que es el médico. Pasó de un dolor insoportable a una molestia menor, y podía mover las manos con total soltura. - ¡Eres bueno!- susurra mientras trastea con el candado. Respira profundamente, por un momento creyó que sus manos quedaría así, flácidas y doliéndole un infierno. Pero no, Isaac era realmente bueno en su trabajo, sin duda. No le extrañaba que aquella sucia rata se hubiera empezado en mantenerlo a su lado. - Gracias - le dice con seriedad, mirándole a los ojos, para luego volver a afanarse en la cerradura. 

Con esfuerzo, dobla una de las puntas del tenedor y la introduce en el ojo de la cerradura con la intención de abrirla, intentando forzar su mecanismo. "Vamos, Vamos" se dice para darse ánimos a si misma. 

Necesitáis un largo rato para poder entenderos con aquellas criaturas. Mientras, Robin juguetea con los más pequeños a perseguirse la cola. Esos escamosos seres son mucho más amables de lo que a cualquier ratón le podría parecer en un principio. 

Tras muchos intentos y algo cansados ya de estar perdiendo el tiempo, finalmente conseguís entender algo de lo que os quiere decir. Las palabras que entendéis son:

- Esta, mi familia...  ¿Vosotros familia?... Yo saber donde ratones como vosotros... 

El resto de salamandras os hacen un hueco. Podéis pasar por su cubil que es menos estrecho y angosto que el arco por el que habíais pasado no hace mucho. El techo es bajo pero con cuidado de no daros en la cabeza 

Vuestra escamosa amiga os lleva hasta una serie de túneles ligeramente anegados. Por ahí corre el agua con cierta fuerza, por suerte no lo suficiente como para impedir vuestro avance, pero si lo bastante como para mirar donde pisáis.

Al final se despide de vosotros y os dice que sigáis todo recto. El camino sigue hasta que a lo lejos, tras unas rejas, la tenue luz de una antorcha sobre las húmedas paredes. Os ponéis en alerta, aquí hay alguien...    

Comienzas a trastear con las esposas del médico. Isaac intenta apremiarte sin hacer demasiado ruido - Vamos, antes de que se den cuenta. Si te ven manipulando mis esposas estamos acabados.- dice poniéndote aún más nerviosa.

El tenedor no es precisamente la mejor herramienta para abrir unas esposas. Comienzas a doblar las puntas para quedarte con sólo una de ellas. La encajas y comienzas a forzar la cerradura. No hay manera de que ceda. Comienzas a sudar e Isaac te mira a los ojos generando más tensión. Tu vista se va hacia la reja de la celda al otro lado no ves a nadie, pero sospechas que pueda haber algún centinela.

Sigues intentándolo con más fuerza hasta que finalmente suena un ¡clic! y entonces, de la fuerza con la que intentabas hacer saltar el perno el tenedor sale volando por los aires disparado, haciendo un ruido tremendo al caer al suelo.

Se te hiela la sangre... los pelos se te erizan... oyes unos pasos.

Uno de los matones se asoma a la celda. - ¿Que estáis... - pero no termina la frase. ¡¿Como te has quitado las esposas maldita comadreja?! - Grita para luego dar la alarma.

¡¡¡ LOS PRISIONEROS SE ESCAPAN !!!     

El matón entra dentro de la celda con un garrote preparado para atizarte. Pronto llegarán refuerzos... más vale que que te des prisa. 

Robín se despide alzando su pata de aquel animalillo, ¡si ya sabía él que esas salamandras eran geniales! Les condujo a un camino, recto hasta la luz, no había otra que avanzar, aquella reja y el color cobrizo de una antorcha iluminando los ondeantes destellos dejaban fácil la decisión.

Sus mentores parecían molestos y de cierto modo que compartieran esa sensación de enfado con él le hacía un poco de gracia, se miraría al agua y se diría "ves, y tu creías que mi enfado era una niñería" el él reflejado en el agua parecía reír en su lugar, aunque seguramente solo fuera una impresión provocada por nla corriente.

Podía afirmar que si bien pensaba que su enfado era infantil, no solo los infantes se molestaban.

- respirar profundo, intentemos no hacer ruido.

No había pistas en aquel cubil, y sin embargo, se las arreglaron para que la salamandra tuviera a bien explicarles que sabía dónde había otro ratón. Sadie, seguramente, aunque poco importaba si era otro el que estaba encerrado bajo aquellos metros de piedra. Eran Guardianes y como tales cumplirían con su labor rescatando a quien lo precisara.

—Diantres... —a Quentin no le gustaba la sensación del fango bajo sus pies, y a medida que atravesaban el agua le daba la impresión de que de un momento a otro se hundiría en un lecho repugnante, empapando y manchando su pelaje que, por otro lado, empezaba a apestar a humedad. Estaba molesto, incómodo y agotado. La euforia provocada por el alcohol se había disipado ya, y sólo quedaba un intenso dolor de cabeza que amenazaba con hacerse más y más intenso. 

Afortunadamente, la búsqueda clamaba por terminar al fin porque vieron una antorcha y movimiento más adelante. Quentin preparó su arco y le hizo un gesto a Robin para que avanzara por un flanco. Él cubriría el otro.

Dain estaba realmente decepcionado por no poder convertir en útiles los conocimientos de idiomas de los que siempre se jactó. Como es sabido, los libros y la realidad a veces divergen sus caminos, y en este caso así sucedió. Al menos pudieron hacerse entender hasta saber que no eran malvadas, y que querían ayudarnos realmente.

Avanzando por el fango el ratón tenía muchísimo cuidado. Palpaba con su pata levemente para asegurar cada pisada, pues una mala caída ahí con alguna torcedura o rotura no era nada conveniente. Ni higiénico -pensaba Dain arrugando su naricilla con el asco.

Con un gesto de agradecimiento y una inclinación profunda se despide de la salamandra, a la que promete mentalmente venir a visitar en otra ocasión, cuando sí pueda mantener una conversación con ella.

Ahora tocaba estar atentos y alerta, pues una luz en la oscuridad no era cosa desdeñable. Alguien tuvo que encenderla, y tener interés en que quedase iluminando, así que en el más profundo de los silencios, mientras sus amigos se colocaban en posición de ataque y defensa, Dain desenvainó también su espada para tenerla lista por lo que quiera que pudiese pasar. 

De todos modos no pensaba irrumpir en ese lugar por las bravas. Era mejor saber qué ocurría dentro primero. Deberían espiar qué hay dentro de ese curioso lugar.

Contando con el flanqueo en cuanto a preparación del acercamiento por parte de su mentor, y con la supervisión cautelosa del líder, se acercaron con calma pero sin demora, sabiendo que Sadie u otro necesitado podía estar allí.

Sigilo, precisión, calma, y aunque suene triste, frialdad, los patrones básicos de la exploración...

Sadie respira agitadamente... ¿Qué... qué....demonios? ¿Luchar? Las muñecas aún le duelen y podrían ceder, y tampoco tiene ningún arma a mano para noquearlo..., para colmo, acaba de dar la voz de alarma: vendrán más. 

Mira a Isaac unos segundos, que te observa aterrorizado. Miras al guardia... desde luego es imponente, pero no tiene cara de ser muy listo... De pronto su cerebro empieza a trabajar. 

- jeje - se ríe Sadie, nerviosa, pero de forma coqueta - Vaya modales, y yo que creí que eras más listo que Jerome ... Quiero decir, tu no rechazarías la jugosa suma de dinero que Drake de Port Sumac, el comerciante, podría darte si te pones a nuestro servicio y nos ayudas a escapar... ¿No es así? Jerome, no es muy listo, y ha perdido la posibilidad de recibir esa ...cuantiosa  suma ... Pero tu te ves más inteligente. Claro que si tus amigos los guardias vienen por mi .... no podrás recibirla, o muero mañana, no la recibirás. Una pena, una verdadera pena. Podrías haber sido más rico que Jerome y toda vuestra banda juntos...  - agrega Sadie mientras se acerca, caminando de forma sinuosa al guardia, como había visto caminar a las meretrices en la taberna. Un pensamiento de asco cruza por su mente, pero se centra en la idea que tenía en la cabeza, su prioridad era mantener a Isaac y a si misma con vida, y escapar de ahí. Luego volvería con refuerzos y ese maldito hijo de una comadreja sarnosa de Jerome tendría su merecido.  Así que hace de tripas corazón y se encara con el feo, estúpido y corpulento guardia. - Si te preguntas sobre como pude soltarme...- agrega con una voz melosa - es que soy tremendamente hábil con las manos sabes... Bueno, puedes imaginar por qué Drake estaría tan... dispuesto a pagar por mi. Si quieres, podemos jugar a lo que suelo jugar con el, para que lo entiendas mejor, aunque claro, este no es lugar para eso, tendríamos que salir.... - Sadie siente como algo se revolvía en su estómago, pero mantiene la mirada en el ratón que la miraba bastante embobado, preguntándose si esta vez la treta habría tenido éxito. Se estaba exponiendo mucho, el grandullón podría reclamar esa parte de su premio ahora (no podría volver a mirar a Isaac a los ojos nunca si esto ocurría allí, delante de el). No osbtante, haría lo que hiciera falta... Está determinada a sacarlos de allí. Con vida. 

Comenzáis a trazar un plan para acercaros de forma sigilosa a esa vibrante luz cuando de pronto oís unas voces que proceden de esa misma dirección. Los túneles facilitan la reverberación del sonido. Os cuesta distinguir las palabras, pero almenos hay dos ratones que tienen una breve conversación...

Pero en ese mismo instante oís una de las dos voces gritar muy por encima de la otra de forma clara - ¡Los prisioneros se escapan! - grita esa voz de ratón que retumba en todo el lugar formando un tremendo eco.

Os miráis mutuamente por si es a vosotros a los que han descubierto, pero pronto os dais cuenta de que no es así. Alguien ha sido descubierto escapándose de su cautiverio justo cuando estáis llegando al lugar. Parece que la suerte os sonríe ¿es posible que sea Sadie la guardiana que buscáis?

Por desgracia pronto caéis en la cuenta de que si han dado la voz de alarma, tarde o temprano van a empezar a llegar refuerzos para evitar la fuga.

La fuente de luz apenas está a unos metros de vosotros. Podéis ver un pasillo en seco que se eleva a unos centímetros alejándose del canal anegado. La antorcha que cuelga de la pared ya es visible para vosotros. Lo que no veis desde este angulo es de donde proceden las voces. 

El tipo no parece muy convencido por lo que le acabas de contar. A todas luces no es muy inteligente, pero tu posición de prisionera, tu desesperado intento por engañarle y la posibilidad de que le hagan algo peor de lo que os están haciendo, sólo por el hecho de plantearse traicionar a sus jefes, le hace descartar rápidamente esa idea de la cabeza.

- Déjate de artimañas y engaños. A mi no me vas a engañar, seguro que ese oro que prometes no son nada más que falsedades. Y ahora túmbate boca abajo y estate quietecita si no quieres llevarte un buen garrotazo. - te amenaza con su enorme porra de madera balanceándose entre sus zarpas.

No queda mucho tiempo para que lleguen los refuerzos. Piensas que ni tan siquiera podrías contra él desarmada y famélica como te encuentras. Pero en ese momento es cuando interviene el médico, Isaac, que acababa de ser liberado de sus cadenas.

- ¡Vamos, atrévete conmigo si eres tan valiente! Golpéame a mí rufián malnacido. - le impele con voz temblorosa, sin estar muy seguro ni el mismo de lo que está haciendo.

Entonces el matón se acerca a él y sin mediar palabra le da un buen golpe en el hocico. Un golpe directo que lo tumba contra el frío suelo haciéndole sangrar profusamente por la boca. Parece que le ha dejado inconsciente de un sólo golpe. El tipo se ríe...

- Y ahora vas tú bonita...

No quedaba mucho más que ponerse en guardia.

La sorpresa de la evolución tan precipitada de los acontecimientos no dejaba más opciones. Dain con una rápida mirada que quería decirlo todo, advirtió a sus amigos que mantuviesen la calma y el tipo, puesto que era inevitable que los descubriesen en breve.

Sea quien sea quien se esté escapando, su deber de Guardianes era protegerlo, pues estar custodiado en ese lugar tan insano nada bueno presagiaba, y el ratón estaba seguro de que quien huía era víctima de algún secuestro o alguna maldad semejante. No se equivocarían al ayudarlo y defenderlo, fuese quien fuese.

Por un instante creyó que quien se escapaba lo haría por donde ellos estaban. Pero un pálpito le hizo comprender que quizás hubiese más salidas en el lugar de donde procedían los gritos, y quizás si quien huía lo hacía por el lugar incorrecto comenzarían un juego de laberintos imposibles. Ya era tarde para hacérselo saber, puesto que ya había huído. 

Preparados para la lucha como estaban, Dain hizo una sola pregunta a sus amigos, en un susurro:

-¿Entramos?

- al ataque - dijo sonriente el muchacho plantando su alabarda ante él. Seguían molestándole que las cosas no fueran como esperabape su aptitud nunca debía reflejarlo.

Aquel lugar era un bonito laberinto en el cual gracias a su nueva amiga salamandra habían resuelto sin dificultad, pero entraron por un lugar poco habitual, seguramente la salida de aquel lugar fuera el gran portón cerrado con el que se toparon. Por un instante sonrió al mentar en su cabeza que había escogido el mejor camino posible.

Quien huyera se toparía con aquel muro enorme con forma de puerta, y cuando acorralaran a dicha persona, los agresores se transformarían en víctimas circunstanciales, al verse rodeados por su víctima y 3 guardias ratoniles.

- Por los hijos bastardos de una comadreja sarnosa - maldice Sadie poniéndose en posición de lucha. Tiene las manos adoloridas y está . famélica. ¿Cuando rayos iba a salir algo bien en esta historia. "Al diablo, me van a a tener que matar si quieren pararme" 

El tipo es grande y fuerte, por lo que tiene que ser rápida. De forma sorpresiva se lanza sobre su contrincante intentando abrirse un camino para golpearlo en el estómado o darle un buen mordisco con sus cortantes incisivos en el cuello. - ¡Arg! - grita, dejando escapar su frustración, impotencia y rabia. 

No era necesario decir más. Que allí hubiera ratones, escondidos bajo unas catacumbas secretas, implicaba algún tipo de trama oculta. Pero si además tenían prisioneros, estaba claro que eran actividades ilegales, algo que los Guardias Ratoniles debían solventar inmediatamente. Dain preparó su arma, Robin le secundó, y ambos no necesitaron escuchar la confirmación de Quentin pues tensó su arco y puso una flecha en la cuerda, demostrando que estaba listo para plantar cara a quien se atreviera a ensuciar las limpias calles de Sprucetuck.

Sin demora, pero con cautela, os vais acercando a esa fuente luz. Seguís sintiendo la humedad a cada paso que dais sobre las piedras llenas de líquenes verduscos. Cada vez el rumor del agua cenagosa y el eco de los túneles quedan más atrás. Lo que os permite aguzar el oído para adivinar la conversación que se sucede en una sala muy cerca de ahí...   - Por los hijos bastardos de una comadreja sarnosa. - increpa una voz femenina.

Acto seguido oís un grito de rabia que proviene de la misma voz - ¡Arg! 

Llegáis finalmente a la altura de esa antorcha. Los sonidos vienen de vuestra izquierda. Giráis la esquina y podéis ver una imagen terrible. Tras unos oxidados barrotes podéis apreciar una lúgubre y oscura celda. Es relativamente amplia como para tener metidos allí a una docena de ratones, pero sólo hay tres de ellos en su interior.

La escena es grotesca. Un ratón alto y fornido está golpeando a una indefensa ratona con un garrote. Esta intenta defenderse en primera instancia, pero el matón la golpea sucesivas veces hasta dejarla tumbada en el suelo, seriamente herida. A su lado yace inconsciente otro ratón que parece haber sido golpeado en el hocico recientemente. La sangre que tiene por todo el morro todavía brilla a la tenue luz de la antorcha. 

El tipo se dispone a rematar la faena cuando, sin girarse se detiene un momento. Sopesando el peso de su arma de una zarpa a otra lanza una pregunta a los recién llegados.

- Chicos ¿si me la cargo creéis que el jefe la echará mucho en falta?  Os dais cuenta de que ha detectado vuestra presencia porque vuestras sombras se proyectan alargadas hasta sus pies. Por suerte para vosotros cree que son los otros centinelas de esa especie de prisión, que llegan por haber dado la voz de alarma.

***

Sadie grita y pelea con todas sus fuerzas. Sabe que su vida está en juego y que quizá esta sea su única oportunidad de salir con vida. Isaac ha sido neutralizado sin miramientos y ha perdido la consciencia además de sus incisivos. 

El matón te golpea con el codo en el pecho dejándote sin aliento para luego darte con el garrote en la espalda. La serie de golpes que caen a continuación casi no sabes ni por donde te llegan a dar. Estás fuera de ti misma, la vista se nubla y caes al suelo mientras él sigue golpeándote una y otra vez.

Intentas hacerte un ovillo pero el continúa sin compasión dándote patadas y finalmente escupiéndote. Se ríe en voz baja y se prepara para rematarte, cuando en ese momento se detiene. Parece que el resto de la banda ha llegado con la voz de alarma. Estás acabada... miras de reojo a Isaac, sientes que todo esto quizá sea culpa tuya. La cabeza comienza a darte vueltas, quizá sea mejor así, si te desmayas al menos la muerte no será tan horrible como te temías. 

Robín que era el más adelantado de los tres, se acercó con calma, fríamente para aprove... ¡ZASKAAA! Sin duda el joven ratón aun no tenía la sabia sesera para ser frío se lanzó de manera tremenda e impulsiva a toda prisa golpeando las piernas del abusón.

- ¡AAAAAAHHHHH! - Gritó en el momento de golpearlo, sabía que su mentor y su líder le cubrirían, estaba furioso y no podía remediarlo.

¿Que tipo de criminal golpeaba de tal modo a una ratona indefensa? Seguramente el segundo había caído en manos de esa ratona "indefensa" pero no importaba, si ella fuera la abusona haría exactamente lo mismo. Quienquiera que golpee a alguien en el suelo es de la peor calaña y merece todas las represalias del mundo. Dejarle con un solo golpe en las piernas era lo mínimo que podía hacer.

Tras eso, como dicta el honor, podría rendirse, o luchar, una opción que no había ofrecido a su contrincante, y que sin embargo el si le daría oportunidad. No porque la mereciera, y de hecho el golpe de alabarda estaba enfocado a hacer todo el daño posible. Sus sabios compañeros imponían un respeto mayor al de su propio pequeño tamaño, pero el arma de Barón haría de su iniciativa una poderosa entrada.

Aun no la controlaba tanto como quisiera, y ello le llevaba a veces a ser más brusco, el peso no era el mismo que el de su amada lanza, cedida a sus nuevos hermanitos, pero tocaba utilizarla y así lo hizo.

Justo cuando Sadie está a punto de desvanecerse, uno de los recién llegados interviene atacando al guardia de la celda. Aún no entiende lo que está pasando, pero no puede quedarse ahí en medio. Con esfuerzo se arrastra hasta donde está Isaac, cuyo hocico gotea sangre profusamente. Al llegar a su lado, lo sacude débilmente. -Eh... Issac, eh. Vamos, despierta ... -. La cabeza le da vueltas, la brutal paliza que acaba de recibir ha sido demasiado para ella. Tiene unas nauseas terribles... Sin poder hacer nada más se da vuelta sobre si misma y queda tumbada, de espaldas, al lado de Isaac. Su respiración está entrecortada y le cuesta mantener un orden en sus pensamientos mientras se hunde más y más en la oscuridad... Solo entonces un pensamiento, brillante, cruza su mente ... - Bonnie- dice en voz alta, con debilidad. Quizás... Quizás Bonnie dio la voz de alarma, y por fin han venido las fuerzas de rescate... 

Maldita sea, Robin. Su pupilo tenía buen corazón, era valiente y aguerrido, pero a veces se dejaba llevar por su sangre caliente y Quentin no quería repetir una situación como la vivida con Baron. Nunca más.

En cuanto el zarpatierna salió corriendo hacia delante, alabarda en mano, dejó escapar la cuerda alojada en su arco, rasgando la mejilla de aquel matón. La sangre empezó a manar profusamente, consiguiendo el arquero lo que buscaba: otorgarle a Robin una ventaja sobre su oponente de forma que no necesitara un segundo ataque.

—¡Lo necesitamos vivo! —dijo, lanzándose hacia delante mientras se dirigía a la joven que estaba siendo golpeada. Sus compañeros llevaban armas de cuerpo a cuerpo, por lo que él podría ocuparse de los heridos.

La escena tomó una forma inesperada y horrenda. Los peores temores de Dain se hicieron realidad, al ver a la ratona a la que un bastardo estaba golpeando, y a otro ya inconsciente. 

 El microsegundo que el el ratón necesitó para recolocar las prioridades en su cabeza fue utilizado por el benditamente inconsciente Robin, atacando al malvado. Su pericia y buen hacer lo dañaron, y Dain no dudó en apoyar su ataque con la espada en la mano, tomando impulso hacia el ratón al que pillaron por sorpresa.

El grito de Quentin era una alerta a tener en cuenta. Vivo nos serviría más que muerto, ya que tendría muchas preguntas que responder. 

Con su pelaje erizado por la alerta, espada en mano, el Guardián se preparó para repeler cualquier ataque.