Partida Rol por web

Si había algo en lo que prácticamente todos los alumnos coincidían era en lo terrible que era Tauris como profesora. Desde luego que no tenía prisa por averiguarlo, aunque encantamientos siempre había sido una asignatura que le había gustado mucho, aunque desde luego eso era cuando su madre le daba explicaciones sobre las varitas, los movimientos y todo lo que influía en ello. Desde luego que la profesora de encantamientos parecía lo que se dice "un hueso" y nadie se libraba de pensar así. Eso sólo significaba una cosa, debería esforzarse al máximo. Las explicaciones no parecían iguales en todas las anotaciones y siendo esta profesora como decían que era decidió ayudarse del libro y de cualquier ayuda que pudiera obtener en la biblioteca. 

A la hora de utilizar el hechizo de Movis Repello prefirió utilizar algo inservible, además de hacerlo en el pasillo cuando no pasase nadie. Más que nada porque tenía intención de usarlo con una piedra y si se escapaba no quería romper una ventana, una armadura o algún objeto de un compañero. Aquella decisión fue una suerte, pues parecía huir con bastante eficiencia la piedra encantada. Quizás el hecho de ser un objeto vulgar y poco importante hiciera que fuera más sencillo. La segunda parte, la de finalizar el hechizo era la segunda razón para usar un objeto vulgar, en caso de fallar no quería que el objeto se quedara huyendo para siempre, aunque afortunadamente sus temores eran infundados pues le salió más que correctamente. 

Decidido como estaba a causar buena impresión a la profesora más temida y aborrecida del colegio, se propuso hacer los deberes que había mandado en la primera clase por si acaso se los pedía, y si no, se los entregaría después de la clase para al menos poder demostrar que se implicaba en la clase. No había quedado nada satisfecho con los deberes de la primera clase. Tomar notas de varios alumnos diferentes podía ocasionar algo así, le daba la impresión de que había algo que no estaba nada bien, sin embargo no conseguía comprender del todo cual sería el fallo. 

Continuó trabajando de manera incansable aún cuando el sueño amenazaba por medio de bostezos esporádicos con dominarle. Pero era una asignatura que le gustaba mucho, una profesora que no caía bien a nadie y una clase con la que sus compañeros necesitarían alguien que les ayudara. Todo ello le llevo a sacar fuerzas de flaqueza para atreverse a continuar a pesar del cansancio. Al no tener supervisión, prefirió utilizar el hechizo en algo que no pudiera sufrir en demasía, sin embargo por más que lo intentó no consiguió absolutamente nada hasta el tercer intento, momento en el que la misma piedra de antes salió disparada por toda la sala común alborotándolo todo y rompiendo una ventana. Aquello hizo que acudieran algunos alumnos de cursos superiores. Con la cara roja por la vergüenza, Percy no hacía más que pedir perdón, disculparse y contener las lágrimas que amenazaban con surgir de sus ojos ante la inexorable mezcla de emociones que revolvían su cuerpo. Una vez que recogió lo mejor que pudo, corrió en dirección a los dormitorios deseando desaparecer por completo, con la mala suerte que se equivocó de dormitorio y fue a parar al de las chicas, lo que provocó que las escaleras se convirtieran en una suerte de tobogán que dio con el joven Wildsmith de cabeza en la sala común donde los alumnos de cursos superiores seguían allí. Avergonzado como estaba, acertó a entrar en el dormitorio correcto, donde perdió la batalla con las lágrimas y se durmió empapado en aquel agua salada, como representación del sufrimiento y la frustración que sentía. Sentía que había sido un iluso por querer intentarlo por su cuenta, echaba de menos a su padre, aunque en cierto modo se alegraba de que no pudiera enterarse del destrozo que acababa de cometer. 

Amaneció el día siguiente con la vergüenza perenne de lo ocurrido el día anterior. Le pidió a otro alumno de primero que si le podía coger un par de pasteles del desayuno, pues él no podría ir ya que tenía algo importante que hacer... Una vez dicho eso, repasó las anotaciones del día anterior dispuesto a volver a intentarlo, aunque cuando no quedase nadie que pudiera ser testigo de su torpeza. El descanso reparador parecía haberle aligerado la mente de la carga del día anterior, pues esta vez le salió bastante bien, aunque el segundo hechizo tenía cosas que mejorar, eso estaba claro, le parecía que la caída era demasiado rápida para su gusto, anotando mentalmente que eso era algo en lo que debía trabajar. El rugido de su estómago clamaba por obtener algo de sustento y cuando no pudo más acudió al gran comedor a tiempo de que su compañero de Ravenclaw le diera los bollos al tiempo que le informaba que ya llegaba tarde para desayunar. 

El silencio en el aula era lo más parecido a que la muerte estuviese rondando por allí dentro, porque no se escuchaba ni una mosca volando, salvo el pasar de las páginas a medida que todos ibais leyendo en silencio los contenidos del capítulo.

La profesora se paseaba varita en mano observando de vez en cuando por dónde ibais, golpeando ligeramente algunas de las mesas con el extremo de la varita y con el gesto serio. Sin embargo, cuando oyó el comentario de Sparks, sonrió, como si estuviese avergonzado.

-Bueno, bueno, señorita Sparks. Está mal que lo diga, pero es cierto que mi nivel de enseñanza no ha descendido en absoluto durante los últimos diez años. Me enorgullezco de mantener en mis clases el mayor grado de exigencia de todo el mundo mágico, porque solo así se pueden crear grandes magos y brujas. Si seguís mis instrucciones, tened por seguro que esta clase obtendrá las mejores calificaciones, no solo de Hogwarts, sino de todos los colegios mágicos del mundo.

Tras este comentario, la profesora se puso de nuevo seria.

-Está bien, ya han tenido tiempo más que de sobra para leer y comprender lo que necesitan. Aquellos que hayan perdido el tiempo seguramente meterán la pata estrepitosamente a continuación, cuando comprobemos si tienen alguna habilidad en esas manos. Presten atención y observen cómo realizo el movimiento.

La profesora alzó un brazo y efectuó un complicado giro de muñeca con la varita, que acompañó con el recitar del hechizo, mientras apuntaba al libro de Nolan.

-¡MOVIS REPELLO!

No pareció que hubiese ocurrido nada, pero una ligera sonrisa en el rostro de la profesora, vaticinaba justo lo contrario, y se aproximó a Anemone para decirle algo.

-Querida, ¿por qué no intentas coger el libro? Venga, no seas tímida -le dijo.

Anemone dudó un instante, pero finalmente alargó las manos para coger el libro. Sin embargo, este rápidamente se escapó de ellas, alejándose unos centímetros. Anemone volvió a intentarlo y el libro nuevamente se deslizó por la superficie de la mesa, alejándose de ella, despertando un gesto de sorpresa en vuestra compañera.

-¡Está vivo! -exclamó la joven.

La profesora Tauris se echó a reír escandalosamente.

-No, no, no, querida. Se trata solo de un sencillo encantamiento que hace que un objeto no se deje atrapar por nadie. Como supongo que algún día intentarás estudiar, será mejor que acabemos con el encantamiento.

La profesora volvió a agitar la varita, pronunciando otro hechizo.

-¡FINITE INCANTATEM!

Rápidamente, Anemone pudo por fin atrapar su libro, llevándoselo rápidamente a la mesa y colocándolo debajo de todo lo que tenía.

-Está bien. Ya habéis visto cómo lo he hecho. Ahora, hacedlo vosotros. Iré anotando vuestros resultados. Recordad esos sencillos movimientos que he realizado con mi muñeca si queréis que os salga correctamente -dijo, comenzando a pasearse mientras uno detrás de otro, intentabais repetir el hechizo.

El silencio aplastante fue suficiente para que todos nos centrásemos completamente en la lectura de la lección de hoy. Durante un instante golpeó mi mesa ligeramente con el extremo de su varita, lo cual hizo que prestase todavía más atención y me intentase enfocar más todavía en lo que estaba leyendo. Introducción a los encantamientos.

Sólo se oyó al comentario de Alondra, una obvia estrategia para camelarse a la Tauris. Y... tuvo bastante éxito! a la Tauris le gustaba ser alabada por su éxito, y le gustaba mostrar con orgullo su estilo de enseñar. Exigente, pero eficaz. Ella aspiraba por el Top del Top. Miré a Ivy por el rabillo del ojo mientras oía su conversación. 

Tenía sentido, siendo la jefa de nuestra casa. Para cuando se puso seria de nuevo nos puso a prueba. La miré con tantísima atención que si las miradas taladrasen le hubiera provocado un tatuaje láser en la mano que sujetaba su varita. Quería absorber lo mejor posible sus gestos y su forma de recitar el hechizo, no perdí detalle haciendo trabajar mi mente a toda pastilla.

Encantó el libro de un muchacho con un "¡MOVIS REPELLO!". Apenas me fijé en el libro, porque seguía mirando la mano de la profesora mientras descendía tras finalizar el encantamiento. Además, sonreía encantada, a pesar de que todos mirábamos el libro como si no pasase absolutamente nada de nada. 

En medio del silencio, le sugirió a Anemone que intentase coger el libro. *No podrá. No podrá cogerlo. Seguro que pasa algo. - vista la forma de actuar de la profesora y su sonrisa autosuficiente, definitivamente había echo algo bueno. Y además le ha dicho que "intentase coger" el libro. Definitivamente no se podría coger.

Todos miramos mientras Anemone miraba con mucha duda el libro y para cuando se decidió a cogerlo, éste se movió levemente. Cuando la chica gritó que estaba vivo, la profesora le soltó un comentario de tonta.  Entonces explicó en qué consistía el resultado final del hechizo.

-Se repele! Entiendo... que interesante! - totalmente en consonancia con el nombre del encantamiento. Escribí en mis apuntes tanto el nombre como los movimientos que había visto hacer a Tauris, antes de olvidar nada. Lo repetí en mi mente.

Tras finalizar con un Finite Incantatem, dio instrucciones de que lo hiciéramos nosotros, yo me quedé con la imagen visual del gesto de su muñeca y su entonación al pronunciar el encantamiento. Practiqué el gesto varias veces, con mucha seguridad en mi mismo. Cuando fue mi turno, cerré mi libro y lo puse sobre la mesa. Bien recto y con una postura de lo más digna, alcé mi mano y hice el complicado gesto de muñeca pronunciando las palabras ¡MOVIS REPELLO! intentando sonar exactamente igual que ella, apuntando al libro.

Miré a la profesora, y luego miré el libro. Aparentemente fue como en la demostración, parecía que no pasaba nada. Al acercar la mano al libro lentamente éste... se desplazó unos centímetros hacia adelante! Sonreí con satisfacción. Luego intenté cogerlo desde un lateral y del otro varias veces, despacio, para ver como se desplazaba alejándose de mí, pero controlando cuánto me acercaba para no tirarlo fuera de la mesa. Casi parecía que el libro me veía venir antes de acercar mi mano!

Cuando decidí finalizar el encantamiento recité - Finite incantatem! - apuntándole, y pude finalmente coger mi libro de nuevo. Miré a la profesora Tauris respetuosamente, quien nos analizaba con todo detalle, y le dije:

-Tras ver como usted hacía el encantamiento me ha resuelto todas las dudas. Gracias por demostrarlo tan claramente!. Estudiaré bien el libro para entender más aún los conceptos de los Encantamientos - asentí y luego seguí escribiendo y describiendo en papel cómo eran aquellos movimientos tan complicados, y la entonación. Quien sabía, quizás su sistema sí funcionaba después de todo. Hice el encantamiento a la primera y me salió perfecto!

Me sentía muy confiado tras ese pequeño éxito de clase -Pruebas tú ahora Ivy? - sabía que Ivy lo haría bien, le había visto escribir muchas notas y había prestado tanta atención como yo, aunque no nos atreviéramos a decirnos nada el uno a la otra. A la profesora Tauris no le gustaba cuando los otros alumnos hablaban entre sí durante sus clases.

El único ruido que se escuchaba en el aula era el crujir de los pupitres y, aún así, pocas veces sonaban. La profesora Tauris era lo que su padre habría llamado como "bruja tenebrosa", y es que la mujer daba miedo toda ella. Estaba segura la pelirroja que, si se confundía haciendo algo, podría fulminarla de la faz de la tierra.

Ahora eso sí, Tauris tenía un punto débil, la vanidad. El comentario de Alondra hizo que la mujer mostrara su lado más egocéntrico, indicando que era una maestra de elevado nivel académico y que si seguían sus indicaciones, serían verdaderos magos y brujas de provecho.

Seguro que podría ser amiga de mi abuela...

La docente hizo un giro con la muñeca y encantó el libro de Anemone, animando a la joven a intentar alcanzarlo, una labor imposible, puesto que el objeto parecía haber cobrado vida propia, moviéndose y escapando de su dueña.

- ¡Oh! - Fue el comentario sorpresivo de Jade, mientras abría mucho los ojos - Es genial ese encantamiento... - Y ya se imaginaba gastar la broma a sus compañeros con los guisantes del almuerzo. Eso debía ser lo más.

El siguiente hechizo que aprenderían sería para hacer que el libro dejase de huir, acabando el encantamiento. Fue así como Anemone pudo recuperar su manuscrito, y los demás pudieran comenzar a practicar su propio ejercicio. Kyle se le adelantó, denotando que había prestado atención a la docente, realizando una ejecución bastante buena del encantamiento.

- Te ha salido genial. Cómo se nota que la profesora Tauris es la mejor docente de la escuela... - Y claro, ¿cómo no engordar el ego de la mujer si eso era supervivencia en estado puro? - Ojalá todos los demás fuesen como ella... - Fue dicho el comentario lo suficientemente alto como para que la escuchara, y es que no iba a perder la oportunidad de rodar sobre sí misma, de lo pelota que estaba siendo.

- Me toca a mí... Veamos... ¡MOVIS REPELLO! - El encantamiento impactó sobre su libro y el efecto del mismo fue inmediato. Estaba claro de que había ejecutado con mucha firmeza el hechizo y su resultado fue excelente. No tanto así el Finite incantatem, pues a la primera provocó que el manual no terminara de estar quieto, así que probó una segunda vez con el fin de mejorar y corregirse - Vale, ya entiendo el porqué antes no me fue del todo bien. me faltaba fluidez en el movimiento... - Se dijo a sí misma, dando muestras del interés que tenía de mejorar. Delante de Tauris todo esfuerzo merecía la pena.

La profesora explicaba súper bien, y tras leer lo que decía el libro, no tuve dudas. Sabía que después tendría que demostrar que podía hacer los hechizos, pero al menos la clase me estaba pareciendo muy interesante y clarificadora; por fin una clase que mereciese la pena.

No tuvimos que espera mucho antes de que la profesora Tauris efectuara el hechizo, con un elegantísimo movimiento de varita que intenté imitar sin pérdida de tiempo, además de memorizar las palabras que debía recitar. Obviamente, ella lo hizo perfecto y como consecuencia de ello, encantó el libro de Anemone para que no pudiera cogerlo.

¡Hala, qué hechizo más interesante!

Después anuló los efectos con idéntica rapidez y nos dijo que hiciéramos nosotros lo mismo. Estaba muy concentrada, así que asentí con la cabeza, en silencio.

Apunté entonces mi pluma y dije las palabras en voz alta.

-¡MOVIS REPELLO!

Al instante, la pluma resultó imposible de agarrar, por mucho que lo intentase. Estaba emocionadísima porque me había salido muy bien el hechizo, y es que no podía esperar otra cosa de aquella clase.

-Después lancé el contrahechizo, aunque sentí que no terminaba de hacerlo muy bien del todo, aunque al menos si que conseguí poder volver a coger la pluma.

-¡FINITE INCANTATEM!

Y mientras tanto, al lado, Ivy y Kyle estaban intentando ponerse de buenas con la profesora Tauris. Después de haber aceptado las críticas de todos los demás, parecían actuar como si aquella fuese su clase preferida. 

-Ay, profesora. Muchas gracias. Creo que me ha salido muy bien. Mi madre tenía razón sobre todo lo que decía sobre usted -le dije, sonriendo mucho -. No entiendo por qué motivo los de las otras casas y algunos de esta hablaban mal de usted. Creo que es la mejor profesora de Hogwarts.

Y sin decir nombres, miré de reojo a ambos, aunque al fijarme en Kyle, tuve que apartar la vista deprisa. Él... me había visto demasiado claramente como para que sintiese enfado por él, e incluso también Ivy, cuando estuvimos juntas viendo a Salazar, pero con ella era diferente; siempre lo sería.

La profesora Orchardia terminó de pasarse por delante de todos los alumnos, haciendo gestos de satisfacción al ver que algunos no conseguían lanzar el hechizo correctamente, e indiferencia cuando lograban el objetivo, pero sonrió gratamente al escuchar las palabras que le dedicaba Kyle y mucho más a las de Alondra.

-Querida, la explicación es bien sencilla. Hay muchos profesores en esta escuela a los que no les gusta exigir lo que deberían a los alumnos, para no crearles traumas ni hacer que se sientan mal. Yo, por el contrario, procuro exigir lo mismo que os pedirán en el futuro, porque es mi nombre y mi reputación los que están en juego. Me alegra ver que algunos de vosotros os dais cuenta de ello.

-Está bien, clase. No está nada mal, aunque algunos de vosotros tendréis que seguir trabajando un poco.  He visto algunas buenas muñecas entre todos vosotros, pero espero más de Slytherin, porque tenéis que estar muy por encima de esos pobres diablos de Gryffindor o Ravenclaw, y ya no digamos de los lamentables Hufflepuff. Slytherin siempre debe prevalecer y quedar por encima de ellos.

Después de decir esto, la profesora siguió hablando de los encantamientos, algunas variantes y también cómo había que mover las varitas para obtener los mejores resultados. Hablaba muy deprisa, por lo que costaba mucho anotarlo todo y por lo tanto, seguir el ritmo, pero se mostraba hasta comprensiva, por lo que al final, no fue tan complicado como os habían advertido que lo sería.

-Está bien, esto es todo por hoy. Anotaré vuestros resultados para premiar con puntos a vuestra casa, y para la próxima clase tendréis que escribirme dos pergaminos sobre los tipos de encantamientos que existen y también los fundamentos para los movimientos de varita, que vienen detallados en el siguiente capítulo. No quiero ninguna excusa y castigaré severamente a aquellos que no los traigan bien hechos porque para eso soy la jefa de la casa. Pero he de decir que confío en vosotros. Sois una buena clase y espero que continuéis siéndolo -dijo, echándole una mirada sonriente a varios de vosotros, sobre todo a Alondra, pero también a Kyle y finalmente a Ivy.

Desde luego, no tenía nada que ver con lo que los demás habían dicho. Era exigente, pero comprensiva hasta cierto punto. Claro que quizás solo lo hiciera con Slytherin.

La profesora Orchardia terminó de pasarse por delante de todos los alumnos, haciendo gestos de satisfacción al ver que algunos no conseguían lanzar el hechizo correctamente, e indiferencia cuando lograban el objetivo, pero sonrió gratamente al escuchar las palabras que le dedicaba Kyle y mucho más a las de Alondra.

-Querida, la explicación es bien sencilla. Hay muchos profesores en esta escuela a los que no les gusta exigir lo que deberían a los alumnos, para no crearles traumas ni hacer que se sientan mal. Yo, por el contrario, procuro exigir lo mismo que os pedirán en el futuro, porque es mi nombre y mi reputación los que están en juego. Me alegra ver que algunos de vosotros os dais cuenta de ello.

Desde luego, así de explicado parecía claro que la profesora Tauris no solo no se conformaba con cualquier cosa, sino que además estaba dispuesta a exprimir a su alumnado todo lo que hiciese falta. También parecía evidente que criticaba al resto de profesores, aunque no lo dijese directamente.

-Está bien, clase. No está nada mal, aunque algunos de vosotros tendréis que seguir trabajando un poco.  He visto algunas buenas muñecas entre todos vosotros, pero espero más de Slytherin, porque tenéis que estar muy por encima de esos pobres diablos de Gryffindor o Ravenclaw, y ya no digamos de los lamentables Hufflepuff. Slytherin siempre debe prevalecer y quedar por encima de ellos.

Después de decir esto, la profesora siguió hablando de los encantamientos, algunas variantes y también cómo había que mover las varitas para obtener los mejores resultados. Hablaba muy deprisa, por lo que costaba mucho anotarlo todo y por lo tanto, seguir el ritmo, pero se mostraba hasta comprensiva, por lo que al final, no fue tan complicado como os habían advertido que lo sería.

-Y esto es todo por hoy. Anotaré vuestros resultados para premiar con puntos a vuestra casa, y para la próxima clase tendréis que escribirme dos pergaminos sobre los tipos de encantamientos que existen y también los fundamentos para los movimientos de varita, que vienen detallados en el siguiente capítulo. No quiero ninguna excusa y castigaré severamente a aquellos que no los traigan bien hechos porque para eso soy la jefa de la casa. Pero he de decir que confío en vosotros. Sois una buena clase y espero que continuéis siéndolo -dijo, echándole una mirada sonriente a varios de vosotros, sobre todo a Alondra, pero también a Kyle y finalmente a Ivy.

Desde luego, no tenía nada que ver con lo que los demás habían dicho. Era exigente, pero comprensiva hasta cierto punto. Claro que quizás solo lo hiciera con Slytherin.

La sonrisa que ponía la profesora Orchardia me dejó claro que sí, definitivamente había que tener un "acercamiento específico" cuando tratásemos con ella.

Una vez más, dejó bien claro que ella iba a ser exigente y no esperaría menos de nosotros. Su reputación, nuestro futuro, y la diferencia entre un maestro pusilánime y uno implacable. *Espero seguir teniendo buena mano durante ésta clase... - no pude evitar pensar mientras hablaba. 

Y mientras seguía hablando el ambiente para Kyle se tornó incluso más verduzco, por llamarlo así. Empezó a hablar mal de otras casas. Aquél momento no pudo sentirse más SLYTHERIN porque habría sido imposible. El aire se cargó, o eso imaginaba Kyle, "los Gryffindor y los Ravenclaw son unos pobres diablos... los Hufflepuff son lamentables... y los Slytherin siempre deben prevalecer y quedar por encima de ellos". Aquellas fueron sus palabras. Y era tal y como narraba el libro.

Los Slytherin debían estar por encima, parecía un echo, todos lo decían, estaba "dicho" y "hecho" por todas partes. De hecho, Slytherin era la ganadora de la copa de Quidditch hasta ahora. Parecía que aquella superioridad se asentaba y concretizaba cada vez más a medida que pasaban los días. Hasta nuestra jefa de casa y profesora de encantamientos lo tenía muy claro.

*Los Slytherin debemos ser los mejores... Los Slytherin SOMOS...  ... ...somos... - me sacudí la cabeza. Sí. Me tendría que esforzar mucho más... tenía que demostrarles a todos que yo no era un mago lamentable. Esa era la norma, y esa era la exigencia.

Escuché el resto de la clase serio y concentrado, intentando captar toda la atención sobre los encantamientos y sus variantes, los distintos giros de muñeca y juego de dedos que existían para hacerlo incluso mejor. Hablaba tan rápido que mi pluma volaba, y hasta cierto punto me pareció ver que se daba cuenta de toda la atención que estábamos poniendo. Una sonrisa asomó por un ángulo de sus labios. Disfrutaba viéndonos así. Trabajando duro. Prestando atención aún costosamente. Y aún así, al final pareció que se mostró hasta comprensiva al repetir ciertas cosas o explicar de varias formas la misma cosa.

Cuando dijo "eso es todo por hoy" yo todavía escribía el final de una de sus últimas explicaciones. La miré, como un autómata firme. Asentí. Nos dio deberes.

-Sí. Profesora. - como quien obedece una orden con una sonrisa educada, y anoté los deberes en mi agenda. Mi cabeza iba a explotar, y no sólo era por toda la información recibida.

La mejor parte, aquella profesora de la que todos hablaban mal, pareció estar muy contenta con nosotros. Especialmente  con Alondra, yo, e Ivy. 

La peor parte... la presión iba en aumento.

Cuando nos hizo marchar de clase, todos marchamos en orden, casi sincronizadamente, y la mayoría en silencio. Yo salí con la espalda bien recta y la mirada firme. Y no abrí la boca hasta haber llegado bastante lejos de el aula, donde finalmente suspiré, y miré a Ivy.

-uf. Esta clase va a ser dura. Tendremos que darlo todo con ella. - destensé los hombros y me relajé un poco físicamente, aunque la presión interna seguía ahí - se nota que es la Jefa de nuestra casa. ¿Verdad?. Deberíamos hacer sus deberes lo antes posible. - susurré entonces - _{por suerte como los demás ya los tienen hechos lo tendremos más fácil. Pero aún así yo me pondría cuanto antes.}

Y esa misma tarde, si nada me lo impedía, me pondría a hacer los deberes asegurándome que serían DOS pergaminos, con letra pequeña y super bien detallados sobre "Los tipos de encantamientos que existen y Los fundamentos para los movimientos de varita", que por suerte estaban detallados en el siguiente capítulo del libro, y que seguramente ampliaría con más detalles con otro libro en la biblioteca.

La profesora seguía aumentando su ego con cada comentario satisfactorio hacia su labor docente. Si seguían engordándole así, cabría la posibilidad de que no cupiese por la puerta del aula. Era una mujer vanidosa que no tenía reparos en hacer comentarios despectivos hacia sus compañeros de profesión, determinando que ella daba mejor sus clases porque era muy exigente con el alumnado.

Ivy se mantuvo expectante hasta que Tauris determinó dar por finalizada la sesión de clase. No sin antes incidir en que esperaba mucho más de los Slytherin que del resto del alumnado, azuzándoles para superarles.

Si ya, la gloria de Salazar "el idiota"...

Los pensamientos de la pelirroja le recordaban lo vivido bajo la Sala de trofeos, pero poco le duró el recuerdo, pues casi al momento comenzaron de nuevo las explicaciones teóricas, momentos para tomar apuntes sobre encantamientos, variantes y movimientos de varita, así como los detalles para realizar bien los hechizos.

Dos pergaminos de tarea. ¿No eran cuatro para las demás casas? Será mejor que nadie se entere de esto o habrá guerra en Hogwarts

Salieron de la clase aún con el recordatorio de la profesora en la cabeza - ¿Por qué caminas así de recto, Kyle? - Le imitó por unos instantes - Casi pareces un pavo real - Estaba de broma, mostrando su siempre dulce sonrisa - Sí, en esta clase no podemos permitirnos el lujo de fallar - Ivy había hecho el intercambio de deberes con su grupo de biblioteca, así que la tarea de encantamientos la tendría ya elaborada. Aún así la revisaría antes de transcribirla, por si hubiera algún tipo de fallo, y si le faltase sitio, cogería algún libro para ampliar la información.

- Vamos a la biblioteca y hacemos esto cuanto antes. No tengo ganas de que me castigue severamente Tauris, capaz es de sacar alguna máquina de tortura medieval... - Comentó la joven Jade, encaminándose a la biblioteca junto con su compañero de casa, con el fin de terminar cuanto antes sus obligaciones - Kyle, ¿alguna vez has tenido la sensación de que no encajas?... - Estaba más seria de lo habitual quizás aquello fuera el preámbulo de una incómoda conversación.

Cuando Ivy me dijo que caminaba como un pavo real, todavía me relajé más, sonriendo ante la broma. Ambos teníamos claro que su clase iba a ser una clase difícil, pero si lo hacíamos lo suficientemente bien y jugábamos nuestras cartas lo mejor posible, no sería tan difícil de sobrellevar.

Fuimos de camino a la biblioteca con la misma idea en mente. Y entonces, a las puertas de la biblioteca Ivy se puso muy seria y me hizo una pregunta que se sintió muy, muy personal.

Me detuve pocos metros antes de la puerta, no me esperaba esa pregunta. Con la guardia baja me quedé un poco pasmado. Tragué saliva, totalmente ajeno a que Ivy se estuviera incluyendo dentro de la pregunta - *Se refiere a que se ha dado cuenta de que no encajo?... - literalmente la sensación de no encajar había estado ahí presente desde el primer minuto en el que me enteré que era un mago. Pero la sensación real de no encajar empezó cuando empecé a ver el comportamiento de los Slytherin, desde Alondra hasta el prefecto, los demás compañeros e incluso la jefa de la casa, o peor aún el mismísimo fundador Salazar. Todo reforzaba una presión forzosa a comportarme en cierto modo de forma mucho más elitista. Y el libro de la casa de los Sytherin que me encontré la primera vez que entré en la biblioteca afirmaba todo aquello y lo presionaba aún con más intensidad.

Dudé, fue como si fuese a abrir la boca para decir algo pero no salía nada. Lo peor, yo venía de familia muggle, aunque mi madre fuese una bruja seguía siendo una "mezcla" que la mayoría de Slytherins parecían aborrecer hasta la médula. Me esforcé tanto como pude para sacar una sonrisa y mascullar algunas palabras para responder a su pregunta sin sonar demasiado estúpido o sin meter la pata.

-Eh... sí... claro...  he crecido sin magia, ya sabes... Para mi todo esto es... muy ajeno a lo que soy. Tengo que esforzarme mucho para poder ser como uno de vosotros... - un alumno impecable, un mago excelente, y además uno superior a la media. Mejor que los demás. Un Slytherin. - ...no?  - La confianza habitual para hablar de Kyle se estaba resquebrajando, pero no podía mostrar debilidad, y menos ante Ivy que era una buena amiga, casi la única que realmente estaba siempre conmigo. No, no podía perder su amistad. 

Volví a hablar con algo de fuerza retomada, intentando suavizar mis propios pensamientos - Aunque en mi casa siempre ha habido cierto nivel de "elitismo", se podría decir que estoy más o menos acostumbrado a este tipo de exigencia - pero eso era mentira. Siempre me aislé en mi propia comodidad, aún cuando tenía que hacer ver que era un hijo predilecto y tenía que aprender todas aquellas normas de etiqueta y comportamiento social. Siempre acababa escondiéndome tras la escena tratando de pasar desapercibido, o de no cometer ningún error para acontentar a mi Padre. No molestar. No ser un fracaso. Cualquier cosa para que mi padre me prestara atención de forma positiva. "Muy bien Kyle. Un comportamiento impecable". Las únicas alabanzas que ansiaba antes de verlo marcharse cada vez que tenía que aparecer ante el público conmigo presente. 

Las emociones se removieron en mi interior vertiginosamente. Comprimidas. ¿Por qué estaba pensando ahora en todo esto? La visita con Salazar le refrescó tantos recuerdos del pasado y tantas emociones negativas... cuanto lo odié.  *Sí, es eso. Es culpa de Salazar y su intrusión mental... - el flash de la imagen de mi madre y su desconocida y borrosa cara me atravesó de nuevo. 

La mirada de Kyle se opacó levemente. La máscara de Kyle se volvió un poco más rígida, pero no dejó de sonreír. No quería preocupar a Ivy, no podía molestarla. No podía decirle ciertas cosas. A ella le gustaba divertirse, era una niña activa, movida, habladora, muy extrovertida. Como Rob - Además tengo a Rob allí. Si no fuese por él, sí que no encajaría nunca ni en mi propia casa! - reí, hice una risa practicada mil veces y sonreí, como si fuese una broma. Mis pensamientos eran un caos, pero tenía que decir algo para cambiar de tema y que Ivy dejase de pensar en si yo encajaba o no. 

-Y aquí te tengo a ti, y a los demás chicos - *pero sobre todo a ti, eres la única Slytherin que no se comporta como ... ellos. Los Slytherin - menos mal que estáis ahí los unos para los otros. Se nota que os preocupáis mucho por los demás, así que creo que es sólo cuestión de tiempo y práctica para sentirme que encajo en la escuela. - dije todo lo confiable que pude. Luego intenté sonar más divertido, sabiendo que iba a bromear a continuación, susurrando mientras me acercaba a ella y mirando a derecha e izquierda por si "ellas" estaban cerca - si todos los magos fueseis como La Tauris, o tan falsas como... Breezy, Anemone... o ya sabes, como se comporta Alondra a veces... - me costó decir su nombre al final - probablemente ya habría pedido a la directora que me cambiase de escuela o de casa - finalicé con esa "broma", sin dejar de sonreír. Aunque lo había pensado realmente múltiples veces.

La mente de Kyle seguía siendo un torbellino. Decía unas cosas pero su mente y su corazón decían otras. Pero esos pensamientos tenían que quedar comprimidos. No mostraría debilidad, y no iba a preocupar a Ivy. Ivy era prácticamente una maga perfecta. Y no era una imbécil como los demás Slyherin. Era impecable, competitiva y exitosa. Y toda su familia tenía un linaje impoluto. 

Kyle se empezó a dar cuenta, comparándose con ella en ese mismo momento, de que Ivy era una Slytherin perfecta. Sin toda la negatividad que arrastraban la mayoría de los demás en nuestra casa - Y de verdad, que me siento muy afortunado de que hayas decidido ser amiga mía Ivy. Muchas gracias...  - y esta vez no hubo máscara. Hasta pudo notarse la melancolía en las palabras detrás de mi sonrisa.

La confianza de Ivy con Kyle parecía ir en aumento hasta el punto de meterse con él, de manera cariñosa eso sí, y despertar en el joven el avance de una sonrisa. La clase de la profesora Tauris había sido instructiva, llegando a la conclusión la pelirroja, de que hacer la pelota era una buena manera de conseguir menos deberes que el resto de sus compañeros. Aún así, debían cumplir con los mínimos, esos dos pergaminos que, de no hacerse, podría ser el principio de la destrucción del mundo mágico, o lo que era lo mismo, un castigo por parte de la jefa de la casa Slytherin.

Goldfinch y Connor coincidían en algo. Las notas le importaban y mucho. Posiblemente, ambos jóvenes pensasen en sus padres, y el tener que dar novedades sobre un suspenso era algo que adquiría el término de inconcebible. Así que fueron a la biblioteca para hacer aquella labor y no dejarlo para más tarde, por si luego se liaban con algún que otro juego de por medio. Primero la obligación y luego ya vendría la devoción.

Lo que no podía quedar en el olvido era una pregunta que Ivy formularía. Ella siempre se había considerado muy parecida a su madre, pensamiento que su abuela potenciaba continuamente. Sin embargo, en el castillo, Jade había descubierto que actuaba más como su padre. No de la manera loca de Nolan, pero le costaba mirar hacia otro lado cuando las circunstancias dañaban a quienes más quería. Eso y las palabras de Salazar hicieron que la muchacha se plantease de que hubiera habido un error en la selección de su casa.

¿Por qué no terminaba de encajar? Quizás el fallo estuviera en ella, o puede que en el pensamiento de aquel ser escondido bajo la Sala de trofeos.

Lo que la pelirroja no esperaba era que Kyle se sorprendiese por su pregunta, dudando incluso antes de contestar, lo que de manera inconsciente generaba una clara afirmación en la mente de Jade. Sí, en alguna ocasión su compañero de casa se había sentido que no encajaba, e Ivy entendió su malestar cuando dijo que se había criado en un hogar sin magia. ¿Qué diría su abuela de aquello?

Le llamaría repugnante sangre sucia... Seguro...

Y entonces lo supo más que nunca. Ella no encajaba en Slytherin, y los halagos del fundador hacia Joanna determinaban aprensión por parte de su nieta.

- Tú eres tan bueno como cualquiera - Dijo sin necesidad de pensarlo mucho, sintiéndolo de corazón - Has crecido sin magia, pero eso no hace de ti menos mago. Yo he crecido rodeada de magia y voy de cráneo en Historia, sumando que varios hechizos no se me dan del todo bien. No hay diferencias entre tú y yo. Quizás sepa más de cosas mágicas, pero tú sabes más del mundo muggle... - Era una reflexión que bien había hecho al detalle.

Suspiró creyendo tener ya la respuesta - A veces sientes que no encajas... - Era una conclusión lícita tras las primeras palabras - Tengo la sensación que Rob ha sido más un padre para ti que un cuidador... - Comentó la pelirroja pensativa - Siempre que le mencionas sonríes, y hablas mucho más de él que de tu propio padre. Está claro que le quieres mucho y posiblemente es a quien más extrañas...

Era un momento importante, relevante para ambos. Se iban diciendo más cosas y llegaban a intimar más, compartiendo sentires y como pronto vería Goldfinch, también frustraciones.

- Yo tampoco siento que encaje en Slytherin... - Y por fin había soltado lo que le comprimía el pecho - He deseado estar en esta casa desde siempre, porque no quiero decepcionar a mi madre. No me había dado cuenta hasta el otro día... - Miró a Kyle a los ojos, a modo de disculpa, pues era algo que había ocultado, a pesar de que el consejo era que no lo hiciera - Fui a ver a Salazar Slytherin bajo la trampilla de la sala de trofeos. Allí coincidí con Alondra, que estaba deseando enfrentarse a él por las cosas que le dijo la primera vez. Y me atreví a ponerme ante su presencia - No lloraba, ni temblaba, Ivy Jade Connor mostraría una fortaleza digna de una guerrera, porque Salazar había tocado lo más importante de su existencia - Slytherin se metió con mi padre. Le insultó por ser Gryffindor. Y es algo que no le consiento a nadie -  La templanza de no venirse abajo se lo había dado el amor por su familia y la ira por querer defenderla - No quiero seguir en la casa. No encajo. No deseo ganar puntos para alguien que le falta el respeto a mi padre. Y mi problema es que no sé cómo plantearlo. He pensado decírselo a Donovan, pero ahora que soy la buscadora del equipo puede enfadarse conmigo, eso sin contar con que mi madre y abuela se enfurecerían muchísimo y que pondría a media escuela en mi contra y... puffff... - Estaba analizando las consecuencias de hacer la petición de manera oficial. Era algo complejo y de mucha presión psicológica - No sé cómo hacerlo, Kyle. Yo a ti te veo tan seguro de ti mismo.... - Y fue entonces cuando él dijo algo que le quedó marcado. Goldfinch si no hubiera sido por sus amigos, le habría pedido a la directora el cambio de escuela o de casa. Se hizo el silencio.

Ivy y Kyle, dos alumnos de Slytherin mirándose a los ojos, y sintiendo que uno era la proyección del otro en el espejo de la vida. No encajaban en su Casa ninguno de los dos, y se encontraban ante el mismo problema. La mirada de la pelirroja se colmó de lágrimas, quizás porque para ella, aquel camino sin salida era una tragedia. No tardó ni un instante en abrazar a su compañero con fuerza, dejando escapar un desgaste emocional profundo, convertido en un llanto lo suficientemente controlado como para no crear un espectáculo, pero sí para dejar constar que aquella situación era hiriente.

- Lo siento, Kyle... Siento que estés así... Que ambos lo estemos... - Y es que Ivy era empática, suponía que si a ella esta situación le venía grande, a él, siendo de familia muggle, debía costarle un mundo.

Jade no tenía problemas en mostrar debilidad, al fin y al cabo era una joven muy natural, especialmente con sus amigos, y haberle dicho a Goldfinch todo aquello era muy significativo a nivel de confianza.

- No tienes que darme las gracias por ser mi amigo. Yo estoy encantada de que lo seas... - Le dijo separándose de él, dándole un pequeño golpecito en el brazo, a modo de regañina - Oh, lo siento... Te he mojado el hombro... - Sonrisa natural y esta vez con una buena dosis de timidez. Le arregló la túnica, estirándola un poco.

Suspiro. Toma de aire. Un nuevo suspiro. Se estaba calmando antes de retomar la conversación - ¿Crees que deberíamos hablar con la directora de esto? Quizás si le explicamos cómo nos sentimos, nos darían una segunda oportunidad... ¿Y si el Sombrero Seleccionador está estropeado?... - No sabía cómo proceder, quizás con la ayuda de Kyle, la toma de decisión fuera más sencilla.

Cuando Ivy respondió que yo era tan bueno como ella, me descolocó completamente. Ya bastante esfuerzo hacía en mantener una fachada estable, si encima ella me decía que no había diferencias entre nosotros porque yo sabía de cosas muggles, todavía me costaba más... *Aquí no se hacen cosas muggles... de qué me sirve a mí?... - y entonces remarcó lo que había dejado claro ya, que me costaba encajar. Sí, eso era lo que intentaba decir, intentando quitarle hierro al asunto para no parecer que era tan débil como para tener que mostrárselo.

Y entonces, soltó una bomba tras otra.

"Tengo la sensación que Rob ha sido más un padre para ti que un cuidador... Siempre que le mencionas sonríes, y hablas mucho más de él que de tu propio padre. Está claro que le quieres mucho y posiblemente es a quien más extrañas..."

*¿Pero porqué... dice...? no. No. Rob es mi ... como mi hermano... no ... - Mi... eh... Rob, es más como mi... hermano mayor. O mi primo. Un amigo... no mi padre... yo... - me tropezaba la lengua, tratando no perder la sonrisa. Sí, Rob me cuidaba más que mi padre. Pero no me permitía pensar en él como un padre. Rob mismo me lo dejó claro más de una vez, y aquella relación se había fortalecido en aquella dirección. No era mi padre, pero me cuidaba. Como debería hacer un buen padre. Era algo que nunca había querido decir en voz alta - Mi padre, es m-mi padre... Rob es Rob... - Kyle empezaba a hablar a monosílabos y con frases cortas. Pero tenía razón, a quien echaba de menos era a Rob, no a mi padre. - Mi padre siempre... siempre está muy ocupado. N-no... no puede estar tanto por mí. - ¿Qué iba a decirle? que mi padre probablemente no me quería? Que era hijo de un exitoso magnate y una bruja que no conocía de nada? Que siempre fui una especie de fracaso para él? como una mancha, o una cosa molesta? Pero no engañaba a nadie, mi inseguridad al gesticular palabras estaba empezando a salir a la luz, y Ivy vería a través de ello.

Tras eso, la siguiente cosa inesperada fue que ella tampoco sentía que encajaba en Slytherin. Ya me había dicho que no tenía amigas de su casa, pero tanto como eso?  *¿Q-qué?.. - sólo quiso estar ahí por su madre. Ella no quería ser una Slytherin, no encajaba.

Y finalmente el bombazo mayor. Ivy fue a ver a Salazar Slytherin. Con Alondra. Se me abrieron los ojos como platos, como si hubiera destapado la caja de pandora y todo fuese a suceder otra vez. Me lo contaba con una fuerza y una seguridad increíbles, que me hacían sentir todavía más frágil que nunca. Salazar se metió con ella también, con su padre, su padre era de Gryffindor, como su hermano Nolan. Ella no quería seguir en la casa, como yo, no encajaba, como yo, no quería ganar más puntos para Salazar Slytherin, cosa que a mi no me importaba ni lo más mínimo pues no sentía ningún orgullo por mi casa. 

Ivy era la única cosa que salvaba mi visión de lo que un buen Slytherin podría ser, y ahora ella me estaba confesando que sentía lo mismo que yo. Pero si ella era perfecta!... Perfecta y llena de miedos, llena de dudas, tantas dudas como para querer decirle a su hermano que se cambiaría de casa, a pesar de perder su puesto en el equipo, enfrentándose a la rabia de su madre, su abuela. Probablemente la rabia de Tauris, y de todos los Slytherin. ¿Se podía cambiar de casa? se podría?... 

El torbellino de emociones negativas, dolidas, comprimidas, evitadas, que giraba dentro de Kyle se estaba convirtiendo en un tornado explotando por querer salir. Kyle estaba pálido casi como si estuviera a punto de vomitar. Nada pudo hacer Kyle ante la inconsciente y totalmente desinteresada forma de Ivy que tenía para atravesar cada una de sus cientos de capas. Cada comentario que hacía le arrancaba una fachada tras otra. La gota que colmó el vaso llegó tras quedamos mirando, desencajados los dos, y ahí la mirada de ella se llenó de lagrimas. Y se lanzó aferrándome en un abrazo profundo y emocional, llorando silenciosamente.

Un abrazo. Hacía mucho que no recibía un abrazo. Un abrazo así, sentido, real. Era como si sólo estuviéramos nosotros dos allí. ¿Cuándo me habían abrazado así? ¿Cuándo? No estaba acostumbrado a eso, para nada, en absoluto. No sólo arrasó con todas mis capas sino que me perforó y me atravesó con contacto directo.

Fue inevitable. Se me taparon los oídos como si fuese a marearme. El corazón se me estrujó. ¿Cómo era posible soportar tanta tensión? era imposible! Era insufrible, el ambiente de los Slytherins, lo que significaba ser uno de la casa de Salazar, la repugnancia de los sangre sucias dentro de esta comunidad, el libro verde y todo lo que decía, la presión y la indecisión de sentirme un gran mago o un gran Slytherin o un gran Kyle. Un hombre no llora! Tenía que consolar a Ivy, me estaba pidiendo ayuda! 

Lo siento, Kyle... Siento que estés así... Que ambos lo estemos... 

No. No me estaba pidiendo ayuda... estaba comprendiendo mi sufrimiento. Se había abierto a mí como yo jamás hubiera hecho, tratando de ocultar toda debilidad de mi ser dentro de aquellos muros. Como hacía dentro de los muros de mi propio hogar.

Kyle no estaba acostumbrado a tanta naturalidad, la fachada era una forma de vida habitual en él. Pero Ivy le sacaba una y otra vez de su zona de confort. Jade era natural y expresiva, y me entendía. Me estuvo entendiendo desde el principio. No necesitaba más camuflajes ni caras con ella. Tampoco me servían para nada con ella, me las arrancaba todas.

Se apartó de mi, disculpándose por haberme mojado el hombro, sonriente. Y se encontró con una cara de Kyle tan desencajada que ya nada más quedaba por destapar. La separación hizo efecto vacío, como si mi cuerpo no quisiera que se soltara de mí. Lagrimones enormes salieron de mis ojos, cayendo fluidamente mientras la miraba con la boca a medio gesticular, y empecé a respirar agitadamente, no queriendo sollozar. Si ella no quiso montar una escena yo casi estaba a punto de montar una.  

-L-lo s-ient-to... y-yo...n-no sé que me p-pasa...yo... - lloraba y lloraba sin dejar de soltar lágrima - creía q-que era solo y-yo... - me tapé la cara con la manga, avergonzado, apartándome detrás de una de las gárgolas del pasillo - c-creía que era c-cosa mía... por ser... _{m-medio muggle...} 

Me quedé allí, escondiendo la cara y escondiéndome todo entero tanto como hiciera falta, porque las lágrimas no dejaban de correr, con la cabeza mirando al suelo y la manga tapándome los ojos - es... insufrible! no lo soporto!... desde que Salazar se metió en mi cabeza... no entiendo porqué soy un Slytherin!... soy un... soy un Asqueroso Sangre Sucia! - lo vomité con repugnancia. Finalmente hablaba de verdad, sacando mis entrañas sin adornos ni bromas falsas - todos son iguales! creía que tu eras lo único bueno de ser un Slytherin. Pero si tu estás como yo, que significa eso? Tan mala es la casa de Salazar? son todos como él! Tal y como dice el libro! ¿Nos ha tocado su casa es porque somos todos iguales? - pero eso era imposible Ivy era totalmente distinta. Definitivamente algo no andaba bien ahí.

Kyle tardó un buen rato en calmarse, disculpándose mil veces sin querer salir de detrás de la gárgola entre lagrimeos y respiraciones entrecortadas. "lo siento... lo siento"... repetía, por estar molestando tanto a Ivy con mis problemas. Pero ella estaba ahí, y no eran mis problemas, era algo que sentíamos en común. Era una preocupación que nos unía a ambos.

Cuando Kyle logró hacer todo su esfuerzo para cerrarse de nuevo y tapar todo aquél flujo de emociones, se medio recompuso y respiró varias veces antes de responder a la última pregunta de Ivy. - ¿Se puede?... se puede hablar con la directora? El sombrero puede estar estropeado?...  - ¿era posible que sólo enviasen a Slytherin a la gente odiosa? Recordé a Alondra tras nuestra visita al fundador, ella también lloró, ella también me abrazó. Pero fue tan breve y tan fugaz que no pude procesar todas mis emociones. Y definitivamente la presión era mucho más alta ahora, que aquella otra noche.

Aquello me hizo recapacitar en algo - Alondra también pareció pasarlo muy mal por culpa de Salazar. Y si todo es culpa de habernos encontrado con él? Tu hermano Donovan no es como los demás Slytherin... no? Tu familia es como ellos, los Slytherin? - casi toda su familia era de Slytherin al fin y al cabo. ¿Realmente eran todos los Slytherin iguales? Le hice aquella pregunta personal sin filtrarla antes en mi cabeza, estaba tan descapado que ni pensé en qué podía estar a punto de remover.

¡Cuánta razón tenía la profesora Tauris cuando hablaba de los demás profesores, y también del nivel que ella exigía! Si queríamos ser magos y brujas de primer nivel, no podíamos conformarnos con cualquier cosa, mucho menos con recibir clases que apenas nos exigieran ningún esfuerzo. Además, con ella todo iba a ser más fácil, porque explicaba divinamente. No había ni punto de comparación con el resto de profesores.

Los demás chicos de las otras casas habían hablado pestes de la clase de Encantamientos, pero eso era porque no comprendían ni los entresijos de la verdadera magia, ni tampoco la importancia que tenía que nos exigiesen un buen nivel. Se confirmaba que la mayoría de ellos eran patéticos.

Estaba tan ensimismada observando a la profesora que no me di cuenta de que había comenzado a dictar, hablando tan deprisa que apenas tuve tiempo para copiarlo todo. Lo hice lo mejor que pude... pero sencillamente me había quedado atrás, así que tendría que pedírselo a Anemone. Lo que sí que hice fue anotar las tareas para hacerlas por la tarde. Tenía que demostrarle que era digna de sus clases.

Cuando acabó la clase, a pesar de haberme quedado atrás, me sentía muy satisfecha. Pasé por al lado de Kyle y Ivy, que iban charlando entre ellos, y les miré, pensando que habían estado muy diferentes en aquella clase que en las demás. Se notaba que era la jefa de nuestra casa.

Al verles, me volví para hablar en voz alta con Anemone, mientras los dejábamos atrás.

-Esta clase ha sido la mejor con diferencia. No entiendo por qué el resto de alumnos se quejaban de ella. Bueno, sí que lo entiendo. Es porque son unos vagos y no quieren trabajar. Yo en cambio voy a esforzarme lo máximo para sacar la mejor nota. Aunque tengo que ir también a los entrenamientos de quidditch. El partido contra Gryffindor está cada día más cerca y tenemos que ganarles como sea.

Miré de reojo a Ivy al decir todo aquello, porque al final, ella era nuestra buscadora, lo que significaba que buena parte de nuestro éxito o fracaso iba a depender de ella. Estaba deseando ver cómo jugaba en un partido de verdad y no en los que habíamos hecho de mentirijillas entre nosotros.

Ivy decía muy en serio que Rob parecía ser más el padre de Kyle que su propio progenitor, pero el joven dudó incluso a la hora de darle respuesta, calificando a su cuidador como un hermano mayor o un primo. Alguien cercano pero que no marcaba tanto su vida como en un principio pensaba la pelirroja.

No parece que te des cuenta de la importancia que le das a Rob, ni de lo poco que mencionas a tu padre...

- Está bien, Kyle. Lo he entendido. Tu padre es tu padre y Rob es Rob... - Pero no coincidía con su manera de pensar, estaba claro por la forma que tenía Goldfinch de expresarse, de que el comentario le había descuadrado - Siento si lo que he dicho te ha incomodado, no pretendía molestarte... - Insistir en que no pensaba como él podía provocar que aquella conversación se tensase más, e Ivy no deseaba eso, tan sólo ansiaba hablar, comprender a Kyle y abrir su alma para decirle algo que le carcomía por dentro, que no se sentía bien dentro de su casa.

Y así fue como la conversación comenzó a fluir entre ambos amigos, así como las palabras dieron paso a los abrazos y caídas de máscaras, dejando el temple de lado para que los sentimientos aflorasen y comenzaran a unirse aquellos dos jóvenes, con hilos invisibles de comprensión y complicidad.

 Ivy miró con cariño a su compañero cuando las lágrimas acudieron a su rostro, pasando su mano por la mejilla del muchacho, apartando la humedad dentro de la medida de lo posible.

- No te disculpes, Kyle. Tranquilo de verdad... - Inevitable abrazarle de nuevo. Jade era muy afectiva y empática, de manera que el estado anímico de Goldfinch se le contagió, haciendo que sus propios ojos se humedeciesen de nuevo - No digas eso - Le regañó, volviendo a separarse de él, despacio, mientras el joven se enjugaba el rostro -  No eres un asqueroso Sangre Sucia. Hay muchos magos excelentes que son medio muggles. No permitas jamás que nadie te trate mal por tu origen... Si tú te desprecias los demás también lo harán. Tienes que quererte y estar orgulloso de ser quien eres... - Comentó con firmeza la joven. Sin saber bien qué decir de Salazar Slytherin y los miembros de su casa - No sé el motivo por el que estamos en Slytherin, pero sí sé algo, Kyle... Yo no soy como él. Ni como Alondra, ni como la mitad de la gente que conforma nuestra casa... Mi hermano Donovan no es así, ni mi madre tampoco lo es... Creo que todo esto ha sido un error y que el Sombrero Seleccionador tiene la respuesta a nuestras dudas... - Y claro estaba de que así era.

Mientras la niña se mantenía más calmada, Goldfinch se mostraba con el corazón encogido, respirando entrecortadamente y con el malestar del disgusto. Ivy le cogió la mano y permaneció a su lado, transmitiéndole toda la tranquilidad que podía darle, que si bien no era gran cosa, al menos el muchacho sabría que tenía su apoyo.

- No sé si se puede hablar con la directora, pero no perdemos nada haciéndolo... - Se mordió el labio pensativa - O mejor hagamos otra cosa. Vamos a ver a mi hermano. Donovan podrá aconsejarnos. Él lleva más tiempo en la escuela y jamás me daría un mal consejo. Quizás así podamos ver su perspectiva... - Y es que Jade sabía que su hermano siempre que podía le beneficiaba, confiaba plenamente en su criterio.

- He llegado a pensar que el Salazar escondido bajo la trampilla tiene algún tipo de magia rebuscada que utiliza para hacernos dudar, o para engañarnos... Y que no es real... Pero no lo sé... - Un suspiro - Mi madre adora a mi padre, aunque últimamente discuten mucho. Si mi madre pensase como Salazar, jamás se habría casado con él... Y Donovan es muy cariñoso conmigo... Realmente Salazar mencionó a mi abuela. Ella sí tiene pensamientos muy extremos sobre la procedencia mágica... - Le dio algo de vergüenza admitirlo - No es mala persona pero... - Quería buscar una justificación para sus pensamientos, pero le costaba dar con alguna aceptable, así que optó por callarse.

Alondra pasaba cerca de ellos, hablando despreocupada de Encantamientos y de Quidditch, mostrando su forma de ser habitual, jactándose de ser mejor que los demás. Jade suspiró.

- Kyle hagamos algo. Vamos a hacer la tarea de encantamientos y luego vamos a hablar con Donovan para preguntarle sobre lo que nos ha pasado con Salazar, así como si podemos cambiar de casa. Quizás pueda darnos algún consejo. ¿Te parece?... Si no nos puede ayudar, entonces nos vamos a ver a la directora para pedirle una nueva selección con el sombrero... - Y esperó su respuesta, aunque la prioridad era hacer los deberes. Bajo ningún concepto iría a la clase de Tauris sin éstos realizados.