Partida Rol por web

Chester llegó pedaleando como alma que llevaba el diablo, buscando a los sacerdotes. Parecía que la risa estaba ahí otra vez, y no quería volver a vérselas con aquello. 

Con el corazón a mil por hora, Chester llegó finalmente a la capilla. La risa había sido orrible y esperaba poder olvidarla al llegar al lugar seguro de su habitación. Allí nadie podía hacerle daño. Dios protegía a los curas y la capilla y...pero si Dios protegía sus lugares sagrados ¿Por qué había permitido que mancillasen de forma tan grotesca la capilla? Tambien suhogar era un lugar seguro hasta que...Chester trató de alejar esos pensamientos. Al fín y al cabo los curas eran buena gente y nunca harían lo que había hecho su padre. Con ellos estaba seguro.

Cuando por fín llegó a la entrada de la iglesia, vió a todos los sacerdotes muy alterados hablar entre ellos con expresión preocupada mientras el padre Angel estaba preparando la furgoneta

Chester, tras desmontar de la bici, se acercó con ella.

-Ya he vuelto del pueblo... ¿qué ocurre? ¿ha pasado algo? ¿no será por que he tardado un poco en volver, no?-dijo el niño, algo preocupado. 

¡Chester!

El padre Hardy abrazó fuertemente al niño

¡Señor gracias!...¡Estas vivo!

Poco a poco, los sacerdotes parecieron ir tranquilizandose tras acercarse a Chester y comprobar que estaba bien. Ante la confusión del niño, el padre Hardy le llevó a una de las salas y le hizo sentarse en una silla.

Chester...al parecer han encontrado a un niño muerto junto al canal del Memorial Park. Mutilado... Lo han dicho hace media hora en la radio. La descripción que daban coincidía con la tuya y estabamos alterados pensando que podía tratarse de tí.

-¿Qué? Que horrible... Pobre chico... No padre Hardy, de hecho casi no he estado solo, parece que he conseguido hacer algunos amigos... 

Aunque con lo que le habían dicho ahora dudaba un poco de sus posibilidades, dijo:

-De hecho, me gustaría saber si mañana podría quedar con ellos de nuevo, por favor. 

Los sacerdotes intercambiaron miradas preocupadas entre ellos. El susto que se habían llevado era considerable y la angustía que habían sentido era real...Todos intuían que había algo en Derry, pero nunca habían llegado a saber que era esa intuición.

-Tenemos que hablarlo Chester...mañana te diremos algo ¿De acuerdo? Ahora ve a cenar

-Vale, pero... ¿qué ocurre? Padre, parecéis bastante... nerviosos. Estoy bien y aquí, ¿no?-dijo, más llevado por la curiosidad que como protesta. Si los sacerdotes mañana le decían que no, tendría que aceptarlo. 

Afortunadamente Chester...Afortunadamente.

Tras una ligera cena, los sacerdotes y Chester se retiraron a dormir. Sin embargo, después de lavarse los dientes y cuando iba a su, ahora solitaria habitación Chester no pudo evitar oir la conversación entre lso distintos sacerdotes:

-¿Creeís que deberiamos dejarlo salir? No será peligroso-preguntó el padre Angel al resto

-El señor lo protegerá

-¿Cómo protegió al niño que ha aparecido en..?

-Los designios del señor son inescrutables...

-No se, creo que estará más seguro aqui

-Pero Chester necesita relacionarse con niños de su edad

-Deberiamos esperar a que atrapen a ese malnacido

-Silencio por favor-dijó una voz que Chester identifico como la del Padre Hardy- Pensad una cosa...¿un buen padre impediría que su hijo monte una bicicleta por miedo a que el niño se caiga? No. Chester, como bien ha dicho el padre Brandt necesita relacionarse con gente de su edad...cierto que corren malos tiempos y que vivimos un poco alejados, pero no por ello podemos mantener encerrado al muchacho.

Parecía que finalmente si iban a dejar a Chester ir con los demás niños...

Parecía efectivamente que los sacerdotes dejarían que Chester fuera mañana con sus amigos. El joven no pudo evitar alegrarse, pero no lo expresó. Y desde luego, no dijo nada, no debía haber escuchado aquello. 

"Bueno, supongo que Dios sabrá perdonar éso."

Se dirigió a su habitación, y como siempre, realizó unas cuantas oraciones antes de dormir. Una de ellas, por el alma del chico que había aparecido muerto. 

Aquella noche, Chester se durmió tarde y tuvo terribles pesadillas. A pesar de todo, a la mañana siguiente no era capaz de recordar el contenido de ningun de los sueños por mucho que lo intentase. Sabía que habia tenido sueños absurdos, grotescos e irreales. Y también sabía que habían sido terrorificos, sin embargo no era capaz de recordar ni el mas mínimo detalle de su sueño...Bueno, sí. Habia algo, pero era tan absurdo... en su sueño había aparecido una tortuga, una tortuga como la del logotipo del betún con el que su madre solía abrillantar los zapatos ¿O quizas había soñado con abrillantador de zapatos? De todos modos tenía la sensación de que la tortuga había dicho algo..pero tampoco estaba seguro.

Chester se levantó confuso por el sueño... Confuso, y empapado en sudor.

"¿Qué habré soñado?" se preguntaba el chico, mientras se vestía. Se esforzaba en recordar, pero algo se le escapaba. 

Chester no logró acordarse de su sueño asi que con un bostezo decidió dirigirse a desayunar. Allí el padre Hardy le estaba esperando para darle las buenas nueva.

-Chester. Hemos decidido que si puedes salir con tus amigos por las tardes. pero con una condición. Que vuelvas todos los días pronto. No sólo por el asesino...la policía ha impuesto un toque de queda y deberás estar aquí sobre las 7 de la tarde ¿De acuerdo?

Ante la buena noticia, aunque ya la conocía de anterioridad, dijo entusiasmado:

-¡Gracias padre Hardy! Y no se preocupe, volveré a las siete... La verdad es que da algo de miedo andar por ahí de noche con lo de ese pobre chico. 

Chester apsó la mañana silbando alegremente mientras ayudaba a los hombres en todo lo que podía. Poco antes de ir a comer pasó un rato por la capilla para rezar, aunque aún le daba escalofríos pensar en lo que había ocurrido. No se demoró mucho en sus oraciones pues al fin y al cabo, el chico estaba seguro de que Dios conocía sus pensamientos hacia él y con la enorme bicicleta del Padre Broderick se encamino al City Market.

—Después de "El círculo se cierra" —

Chester llegó pedaleando rápidamente al monasterio, y allí dejó la bicicleta en su sitio y entró para prepararse para la cena. 

"Aquello no podía oler a sangre... Olvídalo, olvídalo..."

El monasterio estaba silencioso, en contraste con el ir y venir de la chavalería durante el curso escolar. Pero en aquel momento solo estaban los sacerdotes y Chester. Afortunadamente para el niño, aquellos sacerdotes no eran como los que la prensa trataba de ocultar y realmente tenían un cariño piadoso hacia el pobre muchacho. Cuando oyeron los pasos de Chester lo llamaron desde el comedor, donde ya estaban cenando todos. Segundos despues, Chester tenía ante sí un plato de patatas asadas con pescado. La conversación iba y venía sobre la refomra de la capilla pero pronto se centraron en el niño, especialmente al ver una herida que tenía en la cara.