Partida Rol por web

Bráedam avanza 10 pies hasta llegar a la esquina del pasillo, desde allí gracias a su aguda vista puede ver al final del pasillo una habitación que parece haber servido de vertedero a un inventor loco. Vigas de madera, armas rotas y armaduras machacadas y resquebrajadas entre otras piezas de equipo están desperdigadas por el suelo hasta llegar a una altura de casi medio metro. Sin embargo, justo en el centro de la habitación, hay una zona de cinco pies de diámetro despejada. Desde vuestra posición aventajada, podéis ver una especie de agujero en el suelo. En la pared norte se abre un nuevo pasillo.

Luego sigo.

Debíamos esperar a que los templos terminasen de consagrarse, de otra forma los esqueletos no nos dejarían pasar. Luego buscaríamos los objetos. Después de eso debíamos ir al volcán, pero había un problema. El mapa se había quedado con Braedam y Dark.

Espero que no se tarden mucho...

Avanzamos con Bráedam por el pasillo, no me gustaba que fuese en cabeza, su armadura era ligera y si dábamos con algo estaría muy expuesta. La oscuridad rota por las luces de nuestras antorchas que nos muestran otra sala más de las muchas de los sótanos. Veo todo lo amontonado y el agujero del suelo, mi vista se vuelve hacia Darck esperando que nos indique si detecta algo o no. En este lugar sería fácil que quedase algún engendro a medio construir que no pudiera seguir a los otros y que nos hiciese mucho daño.

Les indico a los guardias novatos que en cuanto dé la señal nos desplegaremos por toda la habitación con cuidado de lo que pueda haber en el socavón o lo que sea que hay en el centro.

Sin que podáis reaccionar, dos gusanos de basura se levantan del suelo pillándoos por sorpresa, su camuflaje perfecto (dif 30 avistar) ha conseguido su resultado, aunque su formación hace que sus iniciativas se ralenticen. Cientos de minúsculos autómatas que yacían bajo la basura, reúnen piezas de basura para formar dos seres con forma de gusano.

Asalto 1

Darck 19

Enjambre autómata 6

Casi sorprendido llevando una pierna y las faldas viendo que salen pequñas "cosas".
-Su funcionamiento depende de algún tipo de ingenió mecánico... No hay magia que pueda ver a simple vista.-

Entramos cautamente aunque no es suficiente y nos encontramos de golpe con la situación. Lo que me temía, más cosas de esas construyendo otras. Hay que acabar con ellas antes que tengamos que enfrentarnos a más y más.

- Vamos guardias, rodead a los autómatas y a por ellos. Encended antorchas y quemadlos.

Mientras tanto lanzo un golpe de la espada para ir causando daños.

Iniciativas

Al final los dos inquisidores de la Ley terminan el ritual de los dos templos

Al llegar la hora Damrod y Ashrac imponen sus tatuajes encima de la luz sagrada de las velas, es en ese momento cuando el lugar conecta directamente con vuestros Dioses, creando un enlace que perdisteis al salir del continente, ahora os sentís más fuertes, más poderosos, La Ley acaba de poner sus pies en la isla, y esto no ha hecho más que empezar...

Los templos pasan ahora al control de la Ley, es ahora cuando podéis intentar encontrar los objetos escondidos por el embajador y por Shandril bajo las estatuas.

Una reconfortante sensación cálida inundó el pecho de Cassius. Como cuando los rayos del Sol irrumpen en la oscuridad de una fría mañana de invierno, el joven cabo sintió como la Ley le empezaba a empapar por dentro, y lo cierto es que era reconfortante.

Quizá aquel era el primer paso hacia la verdadera reconquista de la isla.

Bráedam quedo impresionada al ver como los gusanos se habían ocultado tan hábilmente, a pesar de que ella era capaz de percibir a las criaturas gracias a una habilidad draconiana llamada Blindsense. Realmente eran buenos, estos gusanos, pensó la hermosa elfa. Alfonso comenzó a dar órdenes y a movilizar a sus hombres como buen guerrero que era, pero ella intuyendo el potencial peligro de aquellos seres mecánicos hizo la mejor que supo, gritando: Esperad! A continuación dando un paso de 5 pies hacia atrás, concentró su energía mágica uniendo sus pulgares y dedos índices creando un triángulo a la altura de sus rosados labios, exhalando de súbito un chorro de ácido impactando a aquel ser de metal, esperando que lo disolviera en aquella sustancia caustica o por lo menos lo anulara.

Cuando los templos terminaron de consagrarse, sentí como un fuego sagrado inflamaba mi corazón.

-¿Pueden sentirlo, señores? -le dije a mis milicianos- ¡La ley acaba de entrar en la isla. Este es el primer paso para la victoria!

Tras una eternidad, o al menos lo que le pareció una eternidad a Doflar, que no hacía más que mirar ora un lado, ora otro, tratando de no mostrarse muy nervioso, aquellos dos hombres terminaron su ritual. Al mediano le resultó curioso, aunque no tan enigmático como las fuerzas mágicas que a él le atraían tanto.

Debía reconocer, sin dudas, que los poderes divinos que otorgaban los Dioses eran fascinantes y poderosos, pero había algo en la forma elemental de la magia arcana que le atraía como a un hierro le atraería un imán.

Mientras contemplaba el final del ritual, una sensación de bienestar se extendió por el ambiente, fue como si de repente te quitaran un gran peso de encima, como cuando estás congestionado y te duele la cabeza y de repente, puedes respirar y ya notas la mente despejada. Doflar se estiró cuan pequeñito era y bostezó un par de veces, abriendo y cerrando la mandíbula varias veces. - Bueno. Creo que llegó el momento de echarle un vistazo a esos objetos, ¿no? - dijo, con una sonrisa de oreja a oreja escuchando a Fonkin alentar a los milicianos.

Pero si había algo que le ponía de verdad de buen humor, era tener la oportunidad de estudiar algo mágico del tipo que fuera.

Y las gemas, no sabía porqué...pero tenía unas ganas tremendas de echarle mano a unas pocas.

Llamó a su halcón, y en cuanto se posó en su hombro, comenzó a andar hacia la entrada, siguiendo a los designados para entrar. Antes de entrar, alzó una de sus manitas y con un suave movimiento de sus dedos, como si estuviera siguiendo un compás de música, lanzó un conjuro de detectar magia, el cual mantuvo mientras entraba, concentrándose en detectar cualquier presencia mágica que estuviera a su alcance.*

Vamos entrando al combate, cuando estamos lanzando los golpes Bráedam lanza un aviso, y eso sin duda es que piensa lanzar un conjuro. Por el rabillo del ojo puedo apreciar su ataque con un conjuro de ácido, muy bien, no le va a sentar nada bien y al que tenemos delante espero que tampoco, mi espada había logrado introducirse en el interior del cuerpo de esa cosa y había conseguido mover un poco en su interior, sin duda poco o mucho había soltado alguna que otra pieza del bicho.

Jeremías estaba combatiendo a mi lado, con no mucho arte pero si salía de esta aprendería como manda el reglamento, de todas formas la falta de experiencia la suplía con fervor por el puesto de guardia al que se había presentado.

- Animo, rodeadles y no les deis respiro pues ellos no lo van a dar. POR LA ISLA.

La mayoría no ha visto nunca un combate a muerte, no hay que dejar que piensen mucho, sólo que actúen y espero que mis escasas palabras les lleven a tomar la acción antes de que queden paralizados por el miedo.

Y finalmente...los templos habían pasado al bando de la Ley. Habían ganado ni que fuera un trozo de terreno al Caos. Ya podían proseguir.

-Señores, tenemos vía libre. Andando. A quien coja agenciándose algo que no es suyo, perderá algo más que mi confianza -dijo a sus hombres, más a los milicianos que no a sus guardias.

Se dirigió a los mercenarios y les dijo: -Atrus, Ashrac, si ya está todo listo nos adentraremos. Os agradecería que nos acompañarais. Un par de manos como las vuestras siempre vienen bien... Dejó en el aire la propuesta y se encaminó hacia el templo enfocado al combate y las armas sin esperar una respuesta.

Relamiendome como si mascara aire puse mi mejor cara de contratiempo... -Rayo asido...- Mi mano empezó a brilla como si estuviera dentro de una burbuja de miasma verde, pero sin terminar de lanzar el conjuro proseguí. -...rayo ígneo... de Doflar.- Entonces color del conjuro paso de un verde a rojo intenso y reventándose esa burbuja un rayo de increíble calor sale disparado de mi mano pero dándome un sacudon, haciendo que este calcine parte de la pared y el techo.

Lamentable demostración de poder.