Partida Rol por web

Will permaneció en la retaguardia con revólver en mano hasta que todos subieron. Luego montó en el taxi, haciéndose hueco a empujones, porque eran muchos los que había dentro. Luego comentó irónico hacia el taxista:

-¡Qué lugar tan exótico y estimulante!

Josep caminaba deprisa delante de Will quien parecía extasiado. Suspiro aliviado al ver un taxi con taxista de piel clara y fue uno de los primeros en entrar en el.

-Amigo esta de suerte, hoy va a tener muchos clientes.-Comento tras dar un par de golpecitos en el hombro a aquel taxista, después reviso que llevara su sombrero y ahí estaba, así que solo quedaba celebrar la vida con un beso a su metálica amiga.-Salud.-Dijo sin reparo a ser observado.

El taxista los dejó subir y al ver lo que le decían y su apuro no pudo evitar acelerar y llevar al grupo por las calles nocturnas de Nueva York mientras dejaban atrás el grupo de cultistas con su casa del Juju. Una vez que avanzaron el taxista paró en un de las calles y los miró sorprendido.

¿A donde los llevo?

Al mirar alrededor estaban de nuevo en el Nueva York de la gente normal, no había rastros de ninguna secta de asesinos keniatas ni nada por el estilo. Incluso vieron un grupo de 2 mujeres que miraban el taxi como esperando que se bajaran para contratar al taxista.

-¿A donde os llevo?- Preguntó Marlon con una sonrisa para luego quitarse la gorra de taxista y descubrir que era su amigo- puedes ahorrarte tu dinero amigo, el taxi es prestado- les digo con broma ante el claro robo del vehículo- ¡Vamonos volando!

Una vez salimos del "barrio negro" aminoro la velocidad, y pregunto por lo que ha pasado, asombrado por todas las cosas interesantes. Parece que una Secta Africana está detrás del asesinato y dios sabe que más. ¿Estamos en un callejón sin salida? Aunque creo que todavía nos quedaba por hacer una visita a Chinatown...
 

Siempre era un placer encontrarse con su viejo amigo, sobre todo cuando les salvaba de ver sus gaznates abiertos en canal para contentar a algún espíritu de nombre impronunciable propio de lejanas y exóticas tierras. Tras la narración de la peripecia y el natural contento por salir enteros llegó el bajón de adrenalina y el cansancio de todo un día lleno de emociones.

Con gusto me retiraría a mi hotel a buscar reposo tras tanto ajetreo, pero ni todo el cansancio del mundo lograría que pegara ojo con esa secta asesina dando vueltas por ahí. Nada me asegura que no vaya a terminar como el pobre señor Jackson. ¿Alguna idea al respecto?

¡Válgame Dios Marlon! ¡Qué llegada tan oportuna!

El corpulento Solomon está completamente apretujado en ese taxi. El sudor perla toda su frente y un ataque de tos amenaza con sacudirlo de arriba a abajo.

Bueno, todo parece indicar que hemos encontrado al grupo criminal que está cometiendo los asesinatos en serie. El teniente de la policía no sabía por dónde empezar a investigar y creo que lo mejor que podemos hacer por esta ciudad es darles a las autoridades esta información. La vida de más inocentes está en juego, y salvarlos –lo dice muy seriamente- es una obligación moral que nos atañe a todos.

Aun así, admito que es imposible recomponer mínimamente lo que está ocurriendo. ¿Porque quería Elías visitar la tienda esta noche? ¿Quiénes son las otras víctimas de esta secta?

No lo sé, admito que nosotros mismos estamos en peligro, y más ahora que esos negros nos han visto. Es una lástima que no hayamos podido inspeccionar bien la tienda, seguro que encontraríamos explicación para algunas preguntas –digo mientras examino la llave de N’Kwane-.

Una pregunta Sr.Weiner, ¿Usted podría averiguar quién envía las mercancías a N’Kwane? Quizás no sirva de nada, pero ya que trabaja usted en las aduanas cualquier información que consiga nos podría arrojar un poco de luz.

Como el misionero está demasiado prieto para sacarse el pañuelo del bolsillo, baja la ventanilla del taxi para toser y escupir hacia fuera.

Mientras Marlon maneja tranquilamente por las calles de Nueva York, el grupo empieza a pensar su siguiente movimiento luego de su huida de la casa del Ju-Ju.

Tras observar con detenimiento la llave pueden darse cuenta de dos cosas, la primera es que es de hierro por lo que debería abrir una puerta de hierro o una cuyo pestillo sea de hierro. Además notan que por el tamaño la puerta debe ser bastante imponente.

Mientras hablan la vida nocturna de Nueva York empieza a tragárselos alejándolos de las sectas nigerianas, si alguien los estaba siguiendo era casi imposible que haya podido perseguir el taxi entre todo el gentío.

Mientras conduzco por entre el, cada vez peor, tráfico de Nueva York contesta a su compañero.

-Podría intentarlo, pero sin saber la fecha de cuando entraron me sumergiría en una montaña de papeleo importante. No habrán visto ningún numero de albarán en la mercancía ¿no?- sacudo la cabeza- es una pregunta estúpida, haré lo que pueda, pero no prometo nada.- saca medio cuerpo por fuera- ¡QUITATE DE EN MEDIO QUE ALGUNOS ESTAMOS TRABAJANDO!- grita el falso taxista completamente metido en el papel.

El sesudo abogado, perdido en sus pensamientos, negaba con la cabeza como reprochándose a sí mismo alguna idea peligrosa, suspiró y por fin compartió con sus compañeros lo que le rondaba la cabeza.

Por más vueltas que le doy no acabo de encontrar ningún lugar en el que pueda imaginarnos seguros, habida cuenta de los extraños hechos en los que nos vemos envueltos, sin embargo es de vital importancia que dispongamos de un momento de sosiego para conciliar posturas con la debida claridad -. Tomó aire y en ese instante enarcó una ceja, algo parecía habérsele ocurrido -. Aunque tal vez... ¿qué les parece una iglesia? Reconozco que no es el mejor lugar para una tertulia, pero la catedral es grande y, si no recuerdo mal, está obligada a dar asilo a cualquier hora. ¿Qué les parece?

Dentro del coche y sintiendose seguro Josep respiraba despacio y con los ojos cerrados, mientras el resto discutían el siguiente paso a dar.

-"¿Que no estamos seguros? ¿Pero los negros se atreverían a ir a buscarnos? Maldita sea... ahora si que no tenemos opciones... Will amigo, ojala no te hubieras acordado de mi para esta maldita empresa"-Resoplo amargamente y abrio los ojos al fin mirando a todos y cada uno de sus nuevos "amigos".

-Bueno yo podría ofrecer mi casa, pero creo que somos demasiados como para estar cómodos. No obstante allí tengo mi maletín medico y si vamos a continuar juntos.-Comento resignado.-Convendría ir a cogerlo, así podría echar un vistazo a sus heridas.-Miro a los dos que sufrieron el ataque de aquel loco tendero.-Por experiencia personal, creo que es mejor tratar los traumatismos cuanto antes, por pequeños que sean que dejarlos crecer. Pero la opción de la iglesia, ¿No seria mejor en un hotel? Podríamos ir a uno discreto, pedir un par de habitaciones y discutir el tema allí, cómodamente.-Cierto era que después de lo pasado, necesitaba mas de una mente preclara para aclarar las cosas y sobretodo, no le apetecía quedarse solo en aquella extraña y loca noche.

Toqueteo, sin intencion, el bolsillo de su chaqueta un tanto nervioso, pero no hizo nada mas, solo espero a mas propuestas u opiniones del resto.

Will observaba por la pequeña ventanilla trasera el horizonte, como esperando que aparecieran la secta de hijos de la séptima venida o lo que fuera que creyeran aquellos chiflados. Pero cuando escuchó a Lionel, algo se revolvió en su estómago.

-Señores, no perdamos el buen gusto. En una Iglesia no podremos concentrarnos debidamente- Comentó pensando en tomar un buen trago de bourbon.- Vayamos a por el instrumental del mata... del doctor. ¿Alguien ha dicho su nombre? So no es así, no pueden atacarnos con celeridad y, en cuanquier caso, podremos defendernos.- Sugirió. Luego regresó a su vigilancia cogiéndose el sombrero. En cierto modo se sentía como un gánster en estos momentos.

Bueno en realidad yo sí que me presenté, pero coincido con usted Sr. Browne, de que de momento no corremos ningún peligro. Es todo demasiado reciente.

A mí me parece una buena idea ir a un hotel para hablar tranquilamente. Yo ahora mismo estoy hospedado en uno cerca de la estación y creo que cuenta con servicio de bar hasta tarde.

Podemos pasar a buscar por su casa el material médico del Sr. Paulov y luego dirigirnos a mi hotel.

El abogado bufó un poco desalentado, trató de serenarse -: Tal vez sean los nervios los que alteran mi criterio pero, ¿de verdad consideran una habitación de hotel segura? Me apena tener que recordarles que el lamentable deceso del señor Jackson tuvo lugar en un hotel ¡en pleno día! Es posible que visitar una catedral sea en exceso dramático para aquellos no asiduos, mas en estas circunstancias veo la sugerencia bastante cabal. No obstante aceptaría un término medio. En cualquier caso estoy de acuerdo en visitar todos juntos la casa del señor Paulov para recoger sus útiles médicos, nadie debería quedarse solo hasta que esta pesadilla concluya.

Sacó su pequeño cuaderno y comenzó a ojearlo impaciente, tratando de encontrar alguna pista a la que asirse y que arrojara algo de luz en el desconcertante cúmulo de acontecimientos.

Tras la rápida aparición del taxi, subirse en él a toda prisa y luego descubrir que quien conducía era el señor Weiner surgido de la nada, Peter, bien apretujado en el asiento de atrás, valoraba todas las opciones

-Dudo mucho que estemos a salvo ya sea en una iglesia o en un hotel. Diría que al menos en un hotel hay bastante gente, por lo que si intentan que hacer algo correrán más riesgos de ser descubiertos que en una iglesia, y por lo tanto estarems "más a salvo". Aunque me temo que a esta gente, el riesgo les da igual.

Asiento desde mi lugar.

-En muchos hoteles, el bar restaurante no cierra hasta altas horas, estoy de acuerdo que el riesgo es el mismo, así que mejor estar cómodos y tomar una copa- guiño un ojo al copiloto y pido la dirección del señor Paulov- Una reunión de antiguos compañeros de clase no le sorprenderá a nadie.

Conduzco de manera un poco agresiva, saltándome algún semaforo o dando algún giro brusco para despistar si alguien no está siguiendo y disculpándome con mis "clientes", un taxi con prisa tampoco levanta demasiadas sospechas.

-Decidido pues.-Golpeo ligeramente el hombro del conductor.-Vamos a mi casa y de allí a un hotel, no demasiado elegante, allí podremos dormir todos juntos y protegernos de los negros.-No pensaba que estuviera diciendo ese tipo de cosas, pero ahí estaba tomando la iniciativa, cuando en realidad deseaba salir corriendo.

-Siga por esta carretera y tuerza cuando se lo indique, no deberíamos tardar demasiado en auto.-La verdad es que no recordaba muy bien el camino a su casa, después de todo llego a la reunión en autobús, pero esperaba dar la indicación correcta en la curva correcta.

Me toco el sombrero de taxista y asiento con la cabeza al más puro estilo del Oeste.

-Vamos allá señor- le contesto ya que me ha tratado de usted, hay que ver como se mete en el papel...- si me da la dirección sería de utilidad también-

Peter había guardado su revólver como pudo, apretujado junto a sus compañeros

-¿Alguien más aparte de un servidor tiene armas o sabe usarlas?. Lo digo porque me parece a mí que ante este tipo de personas no estaría de más que tomásemos ciertas precauciones.

-Yo tengo nociones de tiro- dijo, mostrando su arma discretamente-, aunque no soy especialista en armas. Hice el preceptivo servicio militar al servicio de su Majestad.

- Mi padre, como buen tejano, me enseñó a usar su escopeta -.Interrumpió el abogado declarando con añorante satisfacción -. Lamentablemente no cuento con ninguna, aunque eso podría resolverse mañana mismo si pasamos por una armería para proveernos.