Partida Rol por web

Y el veloz vehículo policial retorna a gran velocidad a las céntricas y concurridas calles de Manhattan.

Tras encontrar un buen aparcamiento, Tyler se vuelve hacia sus compañeros y les indica:
La Biblioteca pública de Nueva York. Impresionante, ¿verdad? No se si aquí encontraremos su ansiado traductor de chino, señor Bauberg, pero en la comisaría tamopoco tenemos. Podemos ir a China Town en cualquier momento y alguien sabrá traducir lo que usted precise.

Y os cuesta escuchar las palabras de Tyler ante la espectacular visión de este magnífico edificio. Y no es para menos, pues la columnada y ciclópea estructura a modo de un clásico templo romano que alberga a esta impresionante biblioteca bien merece una visita de todo turista que pase por la gran Manzana. Uno a uno recorréis respetuosamente la escalinata que os acerca hacia la puerta de entrada, pasando al lado de un par de estatuas de unos orgullosos leones, que posiblemente sean los que evitan que alguien intente robar el Necronomicón.

Una vez en el interior, aquellos que lo deseen, logran con facilidad un pase de lector durante un día para consultar las obras que aquí se encuentran. Son las 11:30, y tenéis todo el día por delante.

Y el estómago vacío, por cierto.

Linsey, intentará localizar un teléfono publico para hablar con Kensigton por teléfono para intentar obtener alguna información sobre el motivo por el que Elias se encontraba en la ciudad.

El resto del tiempo lo pasará en la biblioteca buscando indicios sobre N'gai y el simbolo encontrado en la frente del difunto.

El obeso anticuario no puede evitar emoción al contemplar la enorme biblioteca. Como historiador aficionado ofrece la posibilidad de perderse días enteros entre sus estanterías repletas de volúmenes. Casi ha dejado de sentir el frío mirando la fachada del edificio.

No creo que haya muchos chinos aquí. Pero seguro que encontramos información de nuestra misteriosa deidad. ¿Entramos ya?

Dice, ansioso por empezar a buscar y por protegerse del viento.

Vinnacci se queda en la puerta y se despide de sus amigos con la excusa de buscar algo para comer.

- Volveré con algo de comer - dice a los que se queden.

Antes de perder de vista al policía reitera la urgencia de poner una patrulla vigilando la tienda que acaban de dejar atrás. Dicho esto se encamina hacia un puesto de cómida rápida dispuesto a llenar su vacio estómago, con una sonrisa piensa en como se lo agradecera el gordo anticuario, el cual ha despistado su rutina alimenticia inmerso en la vorágine de la investigación

Bien, iré a comisaría para ver si hay novedades, y para solicitar una patrulla que vigile el callejón. añade el detective Tyler una vez ve al resuelto grupo decidido a investigar en la biblioteca.

Calculo que en un par de horas podré estar de vuelta

Por su parte, Lindsey encuentra la ansiada cabina telefónica, mientras el grupo se encamina hacia la gigantesca, excelentemente iluminada y bien provista sala de lectura, cuyos valiosos y bien ordenados volúmenes se encuentran a vuestra disposición. Lindsey va a telefonear mientras Vinacci, Goldberg y Bauberg se acomodan y comienzan a buscar la información ansiada en los gastados volúmenes y en el fichero de la Biblioteca, aunque el francés hace una breve parada para adquirir unas salchichas para llenar el estómago.

De momento solo Bauberg me ha notificado sobre qué va a buscar información, así que solo usaré la habilidad buscar libros por él, de momento. (sobre el Dios Ngai)

Tras hablar breves instantes con la operadora, quién te solicita que introduzcas varios centavos en la ranura para realizar una llamada metropolitana, te ponen en contacto con Próspero Books.

Tras un par de tonos, una voz masculina y seria responde al otro lado del teléfono.

Editorial Próspero. Le habla Wheeler. ¿Puedo ayudarle en algo?

Ha habido suerte, aunque has tenido que invertir un par de horas en la búsqueda de información. En el catálogo antropológico del British Museum, del cual la Biblioteca Pública de Nueva York tiene un ejemplar, encuentras un testimonio bastante interesante de un misionero de Glasgow, el Padre McMahon, quién cuenta en 1892 como las tribus kenyatas de los Masai, los kikuyus y los kampa creen en un Dios llamado En-Kai, que otros llaman En-gai. Dice que los masais son mentirosos y traicioneros, porque adoptan el cristianismo voluntariamente aunque siguen practicando su religión adorando a su Dios principal, En-Kai, como dios del sol, del amor y creador del mundo; y del que dicen que vive en lo alto del monte Kenia, que ellos llaman Kirinyaga.

Los kikuyus dicen que Engai vive en el cielo, pero que tiene residencias en lo alto de las montañas donde descansa de sus viajes terrenales, que no puede ser visto por ojos mortales que imparte bendiciones a quién lo necesita y maldiciones a quién le molesta sin motivo justificado.

Te encuentras sumergido en la sección de la hemeroteca y anales de los diarios neoyorquinos, y te sientes abrumado ante la gran cantidad de datos.

Nueva York es una de las ciudades mas violentas del mundo, y las noticias sobre homicidios aparecen cada día en los periódicos. Es tal la cantidad de datos e informaciones a buscar que te sientes casi perdido por completo. Temes pasar alguna noticia por alto que no se haga eco de la marca en la frente, y te das cuenta de que podrías estar días para llegar a sacar algún nombre en claro.

Sin embargo, según os aclaró Tyler, él mismo era el detective encargado de este caso.

Tras una hora y media intentando localizar algún dato en los periódicos de los últimos dos años, y sin que ninguno de los datos obtenidos te de garantías suficientes de veracidad, decides atajar y llamar a la policía para conseguir los nombres y las fechas de los homicidios.

Tras un par de minutos dando explicaciones, consigues que te den el nombre del encargado del caso:
Rober Tyler
Y el teléfono de la comisaría central donde trabaja el susodicho.

Una voz ronca y fuerte y quizás un poco malhumorada, contesta al otro lado del teléfono.

Comisaría Central, buenas tardes...

Sr. Wheeler, soy Lidsey Marrow. Necesito hablar con Mr. Jonas Kensington. El asunto es que...

Lindsey, hace una pequeña pausa en la conversación para crear cierta expectación y tras meditar las siguientes palabras continúa...

... es imprescindible que hable con él. Es un asunto de la máxima urgencia.

Tras una pequeña pausa, el señor Wheeler toma aire y responde, con un tono cortés, tranquilo y calmado, un tanto monótono incluso.
Encantado de saludarla, Ms. Marrow. Por desgracia ahora mismo Mr. Kensington no se encuentra aquí. Ayer asesinaron a uno de los colaboradores de esta editorial y ha ido a la policía y al depósito para reclamar el cuerpo y para preparar el funeral. Me temo que no tendrá demasiado tiempo para usted, pero si es un asunto tan importante, ¿no podría yo servir de ayuda?

Tras meditarlo, Lindsey llega a la conclusión que no tendría por qué ser un problema el contarle el motivo de la llamada.

Le agradezco su atención. Pues bien, el motivo de mi llamada parece ser el mismo motivo que mantiene ocupado a Mr. Kensington. Recibí un telegrama del Mr Elias comunicandome que venía a Nueva York y solicitandome ayuda como investigadora.

Antes de poder hablar con él, murió como bien sabrá y necesitamos saber que venía a hacer a Nueva York, así como sus últimas ocupaciones y preocupación.

Le agradecería enormemente su ayuda.

Ah, entiendo.... responde Wheeler.
Si, precisamente Mr. Kensington está organizando el funeral del Sr. Elías, pues no tiene ningún otro familiar.

Se queda pensativo un rato.
Tenía algún proyecto con esta editorial, aunque ignoro su naturaleza. Eso habría que consultarlo al Sr. Kensington. Pero ha debido de estar viajando bastante. Si no me equivoco a esta editorial llegaron cartas suyas el año pasado, procedentes de Nairobi y Hong Kong y Mr Kensington me dijo que al parecer estaba siguiendo una pista que podría culminar en una publicación de cierta relevancia. Imagino que vino a entregar mas notas al señor, Kensington, como la última vez las pasadas navidades.

Se detiene, posiblemente meditando si está hablando mas de la cuenta.

Lo mejor es que me deje un modo de contacto para que el Sr. Kensington se ponga en contacto con usted cuando vuelva por aquí.

Me alojo en el Hotel Chesea. Pidale que deje una nota allí para vernos o hablar por teléfono.

Ha sido muy amable. Gracias por todo

Le pasaré el recado, señorita Marrow. Gracias por su llamada.
contesta el señor Wheeler.

Y tras volver a la sala de lectura principal, localizas a Bauberg, con un voluminoso libro rascándose la cabeza y pasando páginas con rapidez. Goldberg por su parte aparece también con varios libros en las mano y sentándose frente a Bauberg.

Lindsey, entra tranquilamente en la biblioteca, admirando la ingente cantidad de libros.

Tras ubicar y saludar a sus compañeros, y comienza la busqueda de la ansiada información.

Tomas no es un hombre de mucho comer y menos cuando tienes asuntos que resolver. No sabe mucho de buscar en libros, pero si que puede reconocer simbolos, idolos y parafernarias tribales. Por ello ayuda a sus compañeros en la busqueda de información.